domingo, 14 de septiembre de 2014

Los Valores Humanos



LOS VALORES HUMANOS
(Conferencia)
Los seres humanos somos vibraciones. Somos una energía que elige un cuerpo, que vive en él y lo utiliza. La energía que hay en cada uno sabe como utilizar lo que hay en él cuerpo y lo hace mediante las experiencias de su vida. Esa energía que somos, y a causa de las experiencias vividas en esta escuela planetaria que es la Tierra, descubre un buen día que existe otra realidad. Y quiere entrar en ella.
(...)

Pero hay un problema: para poder entrar allí, en esa otra realidad, la energía que somos no puede hacerlo, porque es una energía lenta y pesada, y esa otra realidad está formada por una energía viva, rápida y vibrante. Y si en estas condiciones, la energía que somos entrara allí, la energía que hay allí nos destruiría. La única manera de entrar allí es aumentando la intensidad y la frecuencia de la energía que somos. Ese aumento de vibración, que permite a la energía que somos pasar por la “puerta” que conduce a esa otra realidad, se consigue del siguiente modo:
  • Con la valoración de las nuevas ideas dadas al hombre por aquellos que viven y vibran en esa realidad.
  • Con la aplicación de esas nuevas ideas a uno mismo y a la propia vida.
  • Comprendiendo que, de este hecho, se originan conflictos y dificultades.
  • Y cuando valoración, aplicación y comprensión funcionan, algo nuevo nace en nosotros. Este algo nuevo es una mayor vibración.
  • Por último, eso que ha nacido en nosotros, ese estado de mayor vibración, es capaz de pasar la puerta estrecha que conduce a otra realidad y, allí, descubre algo inconmensurable: la Unidad de todo lo existente; la unidad de todos los seres, en la nueva energía que allí los une.
¿Qué ha significado este cambio o aumento de la vibración de la energía que somos?
Ha significado un cambio; un cambio que se ha realizado en algo que podemos llamar la Naturaleza Humana.
Hay que entender que a través de esta naturaleza humana se expresa eso que llamamos la “personalidad” (no solo la de esta encarnación, sino las de todas las encarnaciones que el Ser del que formamos parte ha proyectado a la existencia material), a la vez que eso que también llamamos “esencia espiritual” en el hombre. Y hay que entender que si la vibración es baja, la “esencia” que vibra alto no puede expresarse a través de la “personalidad”. E, igualmente, hay que entender que si la “personalidad” se identifica con la parte exterior de su naturaleza, la “esencia” tampoco puede manifestarse. Por todo ello, para poder resolver este problema, lo primero que tiene que hacer el hombre es “conocer” su propia naturaleza.
La Naturaleza Humana tiene lo que podríamos llamar cinco campos de expresión, que también son campos de energía:
  • Un campo físico que crea una naturaleza físico-biológica.
  • Un campo emocional que origina una naturaleza emocional.
  • Un campo mental que crear una naturaleza mental.
  • Un campo psíquico o Alma que crea una naturaleza psíquica.
  • Un campo espiritual que crea una naturaleza espiritual.
La expresión de estos campos se realiza a través de dos aspectos de nuestra propia naturaleza: el “deseo” y la “voluntad”, ambos opuestos entre sí.
A la vista de esto, es evidente que al hombre se le debería educar en el conocimiento, desarrollo y valoración de los cinco campos que integran su naturaleza.
Pero esto no es así.
En realidad, solo los campos primero y tercero, son los únicos sobre los que existe una educación. Por ello esta educación es incompleta. Sobre el segundo no existe ningún tipo de educación, aunque hay muchos libros que hablan sobre ella. Del cuarto y del quinto no se habla apenas nada y, generalmente, se ignora su existencia, ya que la psique es considerada un subproducto del sistema nervioso. Hasta ahora, del conocimiento, desarrollo y valoración de estos tres campos solo se han ocupado, desde la antigüedad, las escuelas esotéricas.
Una educación integral del ser humano debería abarcar estos cinco campos de expresión de nuestra naturaleza humana. Deberíamos conocerlos en profundidad, deberíamos valorarlos y desarrollarlos, deberíamos llevarlos a su máxima perfección.
La perfección de cada aspecto de nuestra naturales constituye un “valor”, un valor humano. Son estos valores humanos los que deben ser objeto de enseñanza, educación, desarrollo y perfeccionamiento. Así:
  • Al valor que corresponde a la perfección del Campo Físico de nuestra naturaleza, se le llamaría RECTITUD.
  • Al valor que corresponde a la perfección del Campo Emocional de nuestra naturaleza se le llama PAZ.
  • Al valor que corresponde a la perfección del Campo Mental de nuestra naturaleza se llama VERDAD.
  • El valor que corresponde a la perfección del Campo Psíquico de nuestra naturaleza se le llama AMOR.
  • Y el valor que corresponde a la perfección del Campo Espiritual de nuestra naturaleza se le llama NO-VIOLENCIA.
En otras palabras: la naturaleza humana, llevada a su perfección sería: Rectitud + Paz + Verdad + Amor + No-Violencia. Esta es la naturaleza de un Hombre Desarrollado.
Todo ser humano tiene estos cinco campos de actuación a través de los cuales se expresa su “personalidad” y su “Esencia”. Así que el propósito de la educación debería ser el que la propia palabra  manifiesta en su etimología. Educación viene de “Educo” que significa “sacar hacia fuera (desarrollar) lo que se encuentra encerrado dentro”.
La educación debería ser, pues, el arte de llevar a la perfección estos cinco campos de nuestra naturaleza para extraer de ellos los Valores que los constituyen. La educación no debería tener otro objetivo que el de hacer florecer estos valores humanos. Valores de la esencia humana, Sobre esta educación ha de implantarse luego la formación, es decir, la adquisición de conocimiento.
Y, en esta realidad, ¿qué son los valores humanos?
Serían, una vez desarrollados, los focos centrales de la perfección en el desarrollo de una personalidad humana. Y no existe eso que llamamos un ser humano a no ser que pensemos en esas cinco realidades de su naturaleza.
Veamos cuales son las características de cada “campo” de nuestra naturaleza humana.
  • Campo de relación física: es el más conocido. Nuestra primera identificación es con él. Nuestro nombre y apellidos está asociado a el en el hombre no evolucionado.
  • Campo de relación emocional: en él se establecen las relaciones emocionales. Es un campo poco conocido y mal estudiado. Del trabajo y conocimiento de este campo se han ocupado en el pasado las Escuelas Iniciáticas.
  • Campo de relación mental: Está relacionado con el funcionamiento del sistema nervioso, el cerebro, etc. Es el soporte de nuestra realidad mental y de sus facultades de razonamiento, de inteligencia y de memoria. La inteligencia es un aspecto de la gama de posibilidades de la mente, cuyo aspecto más elevado es la intuición (este aspecto no es considerado por la educación actual). Desde el punto de vista de este campo, estamos aún disminuidos.
  • Campo de relación psíquica (Alma): está relacionado con el Alma humana. ¿Qué es lo que este campo significa? Este campo es la respuesta a una pregunta: ¿Qué es lo que en mí ama? La respuesta es: el campo psíquico, el Alma. El campo físico no ama. El campo mental no ama; admira a otras mentes, pero no ama. No podemos amar desde la mente. Tampoco el amor es una emoción.
a. Emoción: estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos.
b. Emocionar: conmover el ánimo.
Los estados de ánimo son fluctuantes, suben y bajan, siguen el ritmo de la energía, pendulean, y esa alteración afecta a la calidad del amor. El Amor que se altera cuando encuentra una alteración, no es Amor.
El campo psíquico es esencialmente Amor. Amor es una energía que fluye como el poder solar. No es una emoción, es una fuerza que une los campos y que fluye entre ellos, atrayendo y unificando los elementos que interactúan en los campos sean estos de la clase que sean. Es como la “gravedad”. La fuente de esta energía en el sistema humano es eso que llamamos “psique” o Alma y que interpenetra la realidad del hombre físico. Podemos llamarlo como queramos, pero el centro, la fuente del amor en la naturaleza humana es el Campo Psíquico.
  • Campo espiritual: se encuentra más allá del campo psíquico. Debemos darnos cuenta de que tenemos relación con todo lo que existe en el universo: tenemos relación con el agua que consumimos, con el aire que respiramos, con la tierra que pisamos, con el fuego que nos calienta, etc. Debemos darnos cuenta que todo lo que existe está en relación e incluye al ser humano. Y debemos darnos cuenta que esta relación no-física, no-mental, no-emocional, y que comienza al generalizar el campo psíquico, es el Campo Espiritual de la naturaleza humana; ese lugar donde no hay separatividad, donde no hay “” ni “yo”.
Ya sabemos, o podemos tener una ligera idea, de lo que son los campos de nuestra naturaleza. Echemos un vistazo ahora a los Valores que surgen al perfeccionar esos campos.
  • Al Valor del Campo Físico se le llama “Rectitud”. Si nos preguntamos ¿para qué usamos nuestro cuerpo físico? La respuesta es simple. Lo usamos para actuar, ya que es el vehículo de nuestras acciones; y, es esa actuación la que expresa el valor de ese campo: el valor de la “rectitud”; “recta conducta”, “recta palabra”, “recta actitud”…, decía el Buda.
  • Al Valor del Campo Emocional se le llama “Paz”. Deberíamos pensar en esto: la Paz siempre se detiene al nivel de las emociones. Cuándo decimos que queremos paz, ¿qué queremos decir? ¿Es el Campo Físico quien lo dice? Si así fuera solo tendríamos paz una vez: cuando estamos muertos. ¿Lo dice nuestro Campo Mental? Si así fuera no podríamos pensar. La Paz siempre la queremos al nivel de las emociones. Es el equilibrio emocional de nuestras emociones. Nuestro Campo Emocional es una balanza; cuando se balancea es que no está desequilibrada (falta de “esto” o sobra de “aquello”). Pero, aunque logremos equilibrarla, sigue siendo inestable, pues si algo la afecta, volverá a balancearse. La Paz es situarse en ese punto de equilibrio y no moverse de ahí suceda lo que suceda. Si se pierde, es porque hay algo que, básicamente, está equivocado y la educación del Campo Emocional no ha sido completa. Es el entrenamiento de las emociones, su estabilidad, lo que da el equilibrio. Por ello la Paz es el valor de la perfección emocional del ser humano.
  • Al Valor del Campo Mental se le llama “Verdad”: El propósito de la mente y sus herramientas (razón, inteligencia, memoria, etc.), es alcanzar la verdad, por ello la mente tiene dos partes: una que dice “si”, y otra que dice “no”. La verdad surge por el enfrentamiento entre ambas. La mente es como unas tenazas o unos alicates. Llegar a la Verdad de algo es alcanzar la perfección. Y esta perfección se manifiesta en nuestra naturaleza como Entendimiento y Comprensión de la Verdad.
  • Al Valor del Campo Psíquico se le llama “Amor”. Cuando los tres campos anteriores han alcanzado su perfección, la energía que fluye de este campo ya no es malgastada, por ello la Fuente de la Vida se encuentra siempre llena, llena de Amor.
  • Al Valor del Campo Espiritual de le llama “No-Violencia”. La no-violencia es el máximo valor de nuestra espiritualidad.
Si nuestros actuales sistema de educación desarrollaran estos valores, valores humanos, en nosotros, no tendríamos necesidad de estar aquí en esta Orden Iniciática, y no existirían Escuelas Esotéricas, al menos tal como las conocemos.
Esta perfección no se logra de un día para otro. Puede ser, y de hecho así es, el trabajo de toda una vida y de muchas vidas. Pero, ¿han sido plantadas las semillas para el viaje? ¿Cómo podemos desarrollarlas?
Dijimos al principio que, en estos cinco valores, dos realidades que se manifiestan a través de ellos: la “personalidad” del hombre exterior y la “esencia” del hombre interior. Por eso Dios, el Logos, el Gran Arquitecto, como queramos llamarlo, es lo “humano” manifestado en nosotros. El ser humano debe actuar hacia la perfección de su naturaleza para que los focos que constituyen sus “Valores”, le permitan reflejar la “esencia” a través de una “personalidad” completa y desarrollada. Esta personalidad completa es nuestra “alma-personalidad” en evolución y que posee: un cuerpo físico que funciona con “rectitud”; una mente que nos lleva a la “Verdad” de lo que somos; un emociónEquilibrada” y un “Amor” completo que nos integra en la unidad que constituye el Universo.
Acabamos de decir que es nuestra mente la que nos lleva a la Verdad de lo que somos; y esta Verdad no es otra cosa que la energía que fluye de la Fuente de la Vida y que nos sustenta a todos. Al nivel de esta Energía no somos diferentes, porque esta energía es indivisible e indestructible. Y al igual que la Energía, la Verdad no puede cambiar o dejar de ser: es eterna. Y esta Verdad necesita un vehículo para manifestarse en este plano, por ello, la “Rectitud” es la “Verdad” en acción.
También dijimos al principio que nuestra naturaleza estaba dotada de dos aspectos: el “Deseo” y la “Voluntad”. La Voluntad es la que nos guía hacia donde fluye el Deseo. Si el deseo so es el correcto, la “Voluntad” funciona mal. Cuando el “Deseo” es el correcto, la “Voluntad” nos lleva hacia la “Perfección”.
En el hombre normal, los deseos nos desvían, con frecuencia alejándonos de la perfección y de la rectitud. Pero cuando hago intervenir a la “Voluntad”, es esta la que hace expresarse a la “Verdad”. Mientras que es el deseo egoísta el que me hace querer obtener beneficio y me lleva a mentir. Este guerra entre la voluntad y el deseo es una constante del ser humano no perfeccionado. Si pudiéramos desarrollar la habilidad de depender más de la “Voluntad” que de los deseos (generalmente basados en suposiciones, creencias e ideas preconcebidas), entonces podríamos ser guiados al campo de la conducta correcta, cuyo valor es “Rectitud”, porque es la conducta de nuestro ser físico.
¿Cómo podemos desarrollar el poder de la “Voluntad”?
Lo que diferencia a los individuos es su voluntad. El uno tiene voluntad, el otro no la tiene. La “Voluntad” se desarrolla en cuanto comenzamos a llevar hacia la perfección a nuestros campos naturales. Ella es la fuerza de esa energía llamada “Amor”. Por ello, la “Rectitud” la desarrollamos en la acción, en la forma de hablar, en la forma de caminar, en la forma de dormir, en la forma de comer, en la forma de peinarse, en la forma de sentarse, en la forma de cuidar las cosas de uno, en la forma de cuidar nuestra casa, en la forma de realizar el trabajo de cada día, en la forma de leer un libro, en la forma de escuchar música, en la forma de limpiarse los zapatos, etc.
Estas pequeñeces llevan a la perfección del “Campo Emocional” cuyo Valor es la Paz. La Paz representa el equilibrio, la Paz no es algo negativo, inerte, que uno disfruta sin hacer nada. Al contrario, significa que por estar en equilibrio, se da lo mejor de uno sin importar cual va a ser el resultado y, éste, no importa porque surgirá de dar lo mejor de sí. Paz es cuando uno ha dado lo mejor de si y ya no se puede hacer más. Por ello, si queremos “paz mundial” debemos darnos cuenta de lo que debe emanar de cada uno de nosotros. Quién redactó la Carta de las Naciones Unidas sabía lo que hacía. Comienza así: “Las guerras surgen en la mente de los hombres, también la Paz.” La Paz hay que erigirla en la mente y en el corazón de cada uno de nosotros.
Ya hemos hablado de lo que es el Amor, la Energía de la Vida que permite que el Espíritu se manifiesta a través de nuestra naturaleza, y que cuando lo hace se llama “No-Violencia”. La “No-Violencia” tiene dos dimensiones:
  • La No-violencia en relación a todos los seres vivientes.
  • la No-violencia en relación con los elementos de la naturaleza.
En relación con los seres vivientes significa que no debemos dañar nada que esté vivo, deliberadamente (y queda claro que una No-violencia absoluta es imposible). Al respirar estamos destruyendo millones de microorganismos; al caminar pisamos millones de cosas, de microbios, bacterias… Lo que la No-Violencia significa es que debemos usar nuestro discernimiento para infligir una violencia mínima en nuestra existencia.
El relación con los elementos de la naturaleza, la No-violencia significa no violar el equilibrio del Universo. No podemos desperdiciar el agua, el fuego, el aire, la energía; ni envenenar la tierra, los mares o la atmósfera. Cuando le hacemos daño a la Naturaleza, la Naturaleza nos lo devuelve aumentado ya que por cada acción existe una reacción (3ª Ley de Newton).
Estos Valores Humanos son como una válvula. ¿Y qué es lo que hace una válvula? Permite el paso en una sola dirección. Lo que entra no puede salir, o lo que sale no puede volver a entrar. Por eso, un “Valor”, cuando llega a nosotros, actúa como una válvula; no deja que nada sin valor entre, o salga de nosotros. Por eso nos asegura y nos protege contra todos los daños posibles, y lo hace porque vivimos de acuerdo a ese “Valor”. Y es aquí donde debemos comprender que no podemos pensar en forma aislada; que nuestra forma de pensar acerca de nosotros mismos y acerca de nuestras relaciones con los otros seres del Universo, debe ser íntegra.
Cuando un “Valor” se desarrolla, todo el Ser lo recibe. Y esto es el Camino de la Perfección. Quisiera decir que esta perfección se traduce en un cambio en la energía que somos, aunque en apariencia nada cambie en nosotros; el cambio ha sido un cambio en la frecuencia de nuestra vibración; ésta se hizo más rápida, dio un paso más en su reintegración a la Fuente de donde emanó; se “Iluminó”.
Cuando los seres humanos se iluminan, al nivel que sea, se convierten en servidores de la Luz; son los Guerreros del Templo de la Luz, y solo a esa dama sirven y solo ella es su camino.
¿Ustedes saben cuál es el servicio que prestan estos Guerreros de la Luz?
Voy a decírselo, pero no se asusten ni se escandalicen, pues lo haré con una metáfora. Este mundo, con todo lo que contiene, es la fortaleza en la que está presa la Luz. Y la misión de servicio de estos guerreros es la de infiltrarse, sin ser reconocidos, en el territorio del enemigo; y durante algún tiempo aparecen confundidos con los que están presos, incluso parecen actuar como un preso cualquiera. Aunque, en realidad, actúan como “traidores” al Señor de la Prisión y a los que la defienden, con la intención de “iluminar” la prisión y liberar a los que están presos. Y esto es así, porque al verdadero Señor al que sirven es el Espíritu y su Dama, la Luz, de la cual son caballeros.
Por ello, parte de nuestra tarea, de nuestro trabajo, es llegar a ser “traidores”: traidores a todo aquello que nos esclaviza; traidores a todo aquello que nos mantiene dormidos; traidores al Señor de la Sombra, en cuyo mundo nos hemos infiltrado como espías camuflados para hacer que la Luz triunfe.
Estos Guerreros no solo son traidores a la Sombra, son, sobre todo, Guardianes, Custodios de la Luz. Porque el Señor de las Sombras también tiene sus agentes, porque la trampa más sutil de la Sombra es cuando se disfraza de Luz, para engañar a los que aún no la tienen y aún no saben reconocerla.
Antes habamos de “Rectitud”. La traición a la Sombra y el servicio y la defensa de la Luz, son la actitud correcta. Quienes no posean esta actitud, podrán hablar de la Luz, pretenderán atraer hacia sí a otros, pero no serán Guerreros de la Luz. Hay una cosa que diferencia al Guerrero de la Luz del que no lo es: es una actitud surgida del desarrollo de su quinto Campo, la actitud e la No-Violencia.
El Guerrero de la Luz, lo más que respeta en este mundo y en todos los mundos, es la Libertad, la libertad del ser humano, su libre albedrío. Este es sagrado, y ni la propia Divinidad puede romperlo, porque eso sería ir en contra de su propia naturaleza. No se puede violentar el derecho de elección de ningún ser humano, ni siquiera cuando se aparta de la Luz, o cuando él elige cual debe ser su camino, pues hay muchos caminos que llevan a la Luz.
Es en esta “Obra” donde se reconoce a los grandes seres de luz y a aquellos que sin ser aún tan grandes son su mano de obra, los Guerreros de la Luz. Me gusta esta metáfora, pues su combate es siempre con ellos mismos. Lo que sucede es que las gentes suelen tener extrañas ideas referentes a estos; se hacen absurdas imágenes de ellos, y no se dan cuenta de algo muy sencillo y evidente: Un ser iluminado pasaría a nuestro lado y no nos daríamos cuenta, a no ser que nosotros también nos hubiéramos perfeccionado en alguna medida. Los egipcios decías: “mis ojos no verían el Sol, si en ellos no hubiera Sol”. Y los alquimistas añadían “para hacer oro, hay que tener oro”. Hay que tener “Espíritu” para percibir el “Espíritu”. Hay que ser Luz para ver la Luz. Todos somos energía, es cierto, pero cada uno tiene una frecuencia distinta; y para poder percibir esa energía de alta frecuencia, hay que vibrar en alta frecuencia. Por ello dicen los auténticos rosacruces que ellos no necesitan palabras de pase, ni signos distintivos, ni emblemas, ni certificados para reconocerse: los iguales se reconocen entre sí. Un ser de baja vibración, nunca se enterará de quién camina a su lado, aunque puede presentirlo. Y aunque es cierto que “por sus obras los conoceréis”, las “Obras” de la perfección no son las obras de los hombres. A “Cristo” (entendida esta palabra como un estado de conciencia muy elevado) tampoco le reconocieron.
Las obras de un ser que ha perfeccionado los campos de su naturaleza, y que los ha labrado y cultivado para que den fruto, son las obras de la “sencillez”. El hombre iluminado es un hombre sencillo, como Francisco, el de Asís; o como ese gran poeta español que se llamó León Felipe, quien me ha enseñado, sobre este camino de la Luz, más que todos los tratados esotéricos que he leído, estudiado y trabajado juntos. Él escribió un breve poema para explicarnos como debe ser nuestra obra y nuestro hacer. Voy a leérselo para terminar esta charla.
Mas Sencilla
Más sencilla, más sencilla.
sin barroquismos,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos.
Los brazos en abrazo hacia la Tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto,
este equilibrio humano
de los dos mandamientos.
Mas sencilla, más sencilla;
Haz una cruz sencilla carpintero.
León Felipe.

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