domingo, 27 de abril de 2014

14 Viaje a Bolivia y Perú (Agosto 2013).



Viaje a Bolivia y Perú
-Del 17 de Agosto al 1 de Septiembre-

(Una visión personal)

Volando de Santa Cruz de la Sierra a la Paz (2)

 La voz de la azafata por los micrófonos del avión de la Compañía LAN con la que viajo, me saca de mi abstracción en la que mi mente disociada me ha sumergido. Es lo que me suele ocurrir cuando mi mente se centra en un tema o cuando, a veces, visito algunos lugares, arqueológicos u de otra índole.
(...)
La azafata nos anuncia que en breve nos ofrecerán una bebida caliente y unas galletas. ¡Pues qué bien! Por la hora debemos estar a la mitad del recorrido, aunque por la ventanilla, medio tapada por una joven pareja que para de hacerse arrumacos, entreveo unas montañas medio tapadazas por las nubes. Les pido perdón por interrumpirlos y les digo, entregándole mi cámara, si podrían hacer una foto por la ventanilla. Ella, que es la que va en la ventanilla, coge la cámara y saca una fotografía entregándomela de nuevo. Le doy las gracias, y miro a ver como ha salido. No es una gran cosa, pero vale. Me agrada ver las montañas nevadas, le añaden una pizca de misterio desde el momento en que los recuerdos de nuestra mente se asocian con las imágenes del “hombre de las nieves” de las películas, en nuestra imaginación.
Después de un té con galletas que me ha ofrecido la azafata, y una vez que me he liberado del vaso de plástico y demás, vuelvo a concentrarme en el tema de los Andes que desde hace tiempo viene ocupando mi tiempo y mi investigación. Cuando mi mente vuelve a disociarse, me encuentro de nuevo es esa dimensión de mi memoria donde se almacenan mis recuerdos…
Todo comenzó hacia el 200 a.d.C. En ese momento, según los especialistas, aunque yo pienso que el origen del Ayllu es mucho más antiguo, y que lo que señalan los arqueólogos hacia el 200 a.d.C. como su inicio, solo es un nuevo resurgir del Ayllu en los Andes, lo que se ha llamado Archipiélagos Verticales, una interrelación entre los valles susceptibles de ser cultivados en la zonas altas de los Andes y las montañas; un sistema, capaz de mantener a grandes comunidades, llamado Ayllus. Los descubrimientos arqueológicos han establecido que su extensión era de 60 Km., abarcando desde los 5.000 m de altitud hasta la base de la cordillera. El Ayllu permitió reunir a una gran masa de personas para realizar una tarea en común: construir terrazas e irrigar los Andes. El mito dice que esta fue la obra del dios Viracocha..
 La tradición dice que la creación de Viracocha ocurrió en el lago Titicaca, en un tiempo en el que aún no había luz. Entonces, sobre las oscuras y quietas aguas del lago, Viracocha creó el Sol, la Luna y las estrellas y les ordenó que se elevaran por encima de la una isla de roca negra hoy conocida como la Isla del Sol. El mito cuenta que, a continuación, Viracocha crea a las tribus de los Andes y, es algo curioso, las crea, a cada una, con su vestimenta, con su lengua y sus costumbres, es decir, con todos los elementos distintivos que las van a caracterizar desde entonces. Una vez creadas, Viracocha les ordena que surjan de las cuevas, de las fuentes y de los troncos de los árboles que hay en sus respectivas patrias. Luego les entrega el conocimiento. Para Sullivan, este mundo creado por Viracocha es el que es destruido por el diluvio que narran los mitos de la llama.
 <<... el pastor que las cuidaba [a las llamas] preguntó que las afligía y ellas dijeron que la conjunción de las estrellas mostraban que el mundo sería destruido por agua.>>
Según Sullivan, el mito establece una relación entre ese fin del mundo por agua o pachacuti y un acontecimiento estelar. Pero, ¿por qué la llama sabía que el mar se iba a desbordar?
Los académicos consideran que las aguas a las que se refiere la Llama son terrestres.

Los tres elementos fundamentales del mito: la Llama Celeste, la Zorra Celeste y la Cría de la Llama.
También puede observarse la constelación que en los Andes llaman "La Cruz del Calvario".
El plano estelar ha sido tomado del libro "El Secreto de los Incas” de W. Sullivan, o.c.

Pero no lo son. Santillana y Dechend descubrieron que, por ejemplo, el mito de Jasón y los Argonautas, se refería a una constelación en el Océano Celeste del Sur, cerca de Canopus. Ya Apolonio de Rodas había sospechado que debía haber existido otro nivel de significado, pues las aventuras de Jasón, desde un punto de vista geográfico, carecen de sentido. En los himnos a Viracocha, registrados por el cronista Pachacuti Yanqui, aparece el nombre hananqocha, “el mar por encima”, refiriéndose a la bóveda celeste. Y allí, en el cielo de los Andes, los pastores-sacerdotes-chamanes pueden contemplar un objeto estelar llamado la Llama Celeste, una gran nube oscura de polvo estelar que destaca contra el brillante fondo de la Vía Láctea. Luego, el mito describe una configuración del cielo.
La Llama Celeste se extiende desde la cola de la constelación de Escorpio, hasta Alfa y Beta Centauri, las dos estrellas de primera magnitud conocidas en nuestra tradición como Alfa Centauro y Beta Centauro, pero que en los Andes se llaman llamaq ñawin, los ojos de la llama. Fueron los nativos de Huarochiri los que describieron este objeto estelar al sacerdote Ávila:
<<Dicen que “Yacona”, como nosotros la llamamos, es como la sombra de una llama, un doble de este animal que desciende por el centro del cielo...>>

Llama Celeste con su cría.
Los ojos de la llama son las estrellas Alfa y Beta Centauri.
(Dibujo tomado de W. Sullivan. o. c.)
    También el Inca Garcilaso de la Vega registra este dato:
<<En la Vía Láctea de los astrónomos, sobre unos lugares oscuros que se extienden sobre parte de ella, imaginaron ver la figura de una oveja [llama] con el cuerpo completo y dando de mamar a un cordero.>>
Esta llama bebé es otra pequeña nube oscura situada en los flancos traseros de la madre. El pastor chaman, el paqo, sabía que se ponía por el oeste, aunque él miraba hacia el Este. Pero. ¿Como pudieron haberlo observado poniéndose al amanecer, cuando sale el sol?
¿Saben lo que es un orto heliaco, la salida heliacal de una estrella?

Salida heliaca de la estrella X en el Solsticio de Junio tal como se vería a simple vista (esquema superior) y desde la visión copernicana (esquema interior). Esquemas tomados de W. Sullivan o. c.
La salida heliacal de las estrellas, desde la más remota antigüedad, ha sido usada para fijar los calendarios solares. Dado que averiguar el día del Solsticio mediante la sola observación del movimiento del Sol es difícil, se uso la salida heliacal de determinadas estrellas para señalarlo. Solsticio se refiere al Sol que se pone. En el Solsticio de Junio, cuando el sol se eleva desde el Este hasta su más alto cenit (altitud) del año, hay una ventana, a cada lado del acontecimiento, de varios días, por lo que, a simple vista, es casi imposible seguir el movimiento del Sol y decir en que momento ha llegado a este punto más alto. Aquí hay que hacer uso de una suposición, si queremos seguir pensando que la civilización comienza en el Neolítico. Hay que suponer que a lo largo de los años, alguien ha estado observando las estrellas y ha comprobado, en forma repetida, que una estrella en particular sale junto con el Sol a partir de, por ejemplo, cuatro días antes del Solsticio de Junio y, luego, hubiera relacionado ambos acontecimiento estableciendo así un punto de referencia fiable. Pero esto entraña otro problema. No se pueden ver las estrellas que salen junto con el Sol. La luz de éste lo impide.
¿Entonces, como se averigua?
Observando las que en la dirección opuesta se ponen en ese momento y estableciendo una correlación entre la que se pone y la que sale. Este sistema se usaba en el Cuzco o Qosco Imperial desde el Templo del Sol. De su centro partían 40 rayos o líneas imaginarias, llamadas Seques que se extendían en todas las direcciones del horizonte, a través de valles y montañas; líneas que pasaban sobre unos santuarios llamados Huacas. A cada Huaca del sistema Seque se le asignaba su propio día para una ceremonia especial. Como había entre siete y nueve Huacas por Seque, hacían un total de 328. Los 37 días que faltan para los 365 corresponde a los 37 día de invisibilidad de las Pléyades (debido a su proximidad al Sol) en la latitud de Qosco.
Lo que aquí es importante es que el mito hace referencia a un astro que sale heliacalmente y que es observado por la Llama Celeste mientras ésta se ponde por el Oeste. Sullivan cita a un etnólogo, Honh Earls, que haciendo trabajos de campo, observó algo curioso: allá en los Andes, en el més de Junio, las gentes suben a la montaña antes del amanecer para contemplar la salida de las Pléyades. En ese momento, se produce otro hecho simultáneo:

Constelación quechua la Cruz del Calvario.

Está compuesta por las estrellas de la cola de Escorpio, de las que Épsilon Escorpio es la estrella más brillante y más cercana al punto donde se cruza la eclíptica y la Vía Láctea. Son Lamda, Épsilon, Zeta1 y 2, y Épsilon Escorpio. El esquema procede del libro de W. Sullivan. o. c.


La puesta de una constelación llamada Cruz del Calvario. La última estrella de esta constelación es Epsilón Escorpio que se encuentra entre las nubes oscuras de la Llama Celeste y su cría. Es decir, que la Llama Celeste y Epsilón Escorpio se interpenetran. Este hecho, en la astronomía occidental, señala un cruce de la eclíptica. Este lugar, para la tradición andina, marca la separación entre la Tierra de los Vivos y la Tierra de los Muertos. Para ellos, ese lugar celeste, representa un puente a través del cual los muertos pueden regresar a la Tierra. Este hecho astronómico explica también el sincretismo que se produjo después de la conquista; los indios cambiaron el nombre original de la constelación por el de Cruz del Calvario.
¿Que relación tiene esto con el mito de la Llama? ¿Acaso no cuenta el mito que la llama-paqo ha visto en las estrellas, mirando al Este, el presagio de una inundación, mientras el Sol se pone por el Oeste? Esas estrellas son las Pléyades.

El mapa estelar (producido por un programa astronómico de ordenador) muestra la puesta conjunta de la Llama Celeste y su cría junto con Épsilon Escorpio, en el horizonte SO, el 20 de mayo del año 65 d.d.C., a las 4.46 AM, en la latitud de Cuzco (Perú). El mapa estelar procede de W. Sullivan, o.c.
En "Dioses y hombres de Huarochiri",  el sacerdote Francisco de Ávila, allá por 1.598, dijo que las Pléyades era llamadas por los antiguos habitantes del Perú con el nombre de Vilcacoto, precisamente el nombre de la montaña a la que ascienden los personajes del mito para salvarse de la inundación. Vilca, en aymará, significa Sol, coto, en quechua y aymará significa montón. Vilcacoto es, pues, un montón de estrellas, las Pléyades que salían heliacalmente en el Solsticio de Junio. Una constelación a la que los quechuas llaman simplemente coto, porque este racimo de estrellas era para ellos como un montón de semillas. Aún hoy día, en el departamento de Cuzco, las llaman collca, es decir, granero. También los mayas designan a las Pléyades como un puñado de semillas.
Podríamos peguntarnos por qué este hecho no es más conocido. El problema es que los defensores de la idea de que los antiguos no poseían conocimientos astronómicos han denigrado, tachándoles de no científicos, a los que han expuesto estas ideas. Incluso Sullivan cuenta los problemas que tuvo por defender una idea contraria a la ortodoxia. Pero esa no es la gran cuestión.
La gran cuestión es que dado que los mitos fueron elaborados para registrar un acontecer estelar, y dado que las estrellas giran lentamente hacia el Este en relación con el año solar, a causa del giro precesional del eje de la Tierra, ¿podemos averiguar el marco temporal en que fue creado el mito? Esa fue la gran pregunta que se hizo Sullivan. También se preguntó: ¿por qué las Pléyades? Dado que estas siempre se elevan, y lo continuaran haciendo, heliacalmente en algún día del año.
Y encontró la respuesta. Así como otras referencias que establecen una misma forma de pensar en el Perú antiguo y Mesoamérica.  Estaba en el significado de los topónimos. El mito habla del monte Vilcacoto, la montaña más alta a la que ascendieron los personales del relato mítico para liberarse de la inundación. Para los autores del "Molino de Hamlet", los topónimos de los mitos representan las posiciones del Sol en la esfera celeste. Tanto en los Andes y como en Mesoamérica, la montaña más alta” está asociada con el Solsticio de Junio, cuando el Sol alcanza su punto más alto. Los historiadores del Imperio Inca cuentan que los sacerdotes Incas caminaban río arriba, por el río Vilcamayu, el Río del Sol, el Camino del Inca, hasta llegar a su nacimiento al pie del monte Vilcanota, el Lugar del Sol, una montaña que consideraban como la más alta del mundo. Se puede establecer entonces una correlación entre el Solsticio de Junio con la montaña más alta del mundo. Y, al parecer, según Hohanna Broda, la misma relación podemos encontrarla en México. La versión del mito recogida por el padre Molina, llama a esta montaña Ancasmarca: “marca", literalmente, la parte más alta de una casa junto al techo y "ancas" es el cielo azul. Aquí la metáfora es arquitectónica.
 ¿Y qué significa la montaña más alta del mundo?
Lo que las etimología sugieren es que para los antiguos pobladores de los Andes, el Norte se consideraba lo más alto, mientras que el Sur era lo más bajo. La evidencia más clara es que el Qosco se encontraba dividido en dos mitades: una mitad superior, hanan ,y otra inferior, hurin. El Qosco superior está al norte de la línea este-oeste que es la que sigue la Vía Láctea, y el Qosco inferior está al sur de esa línea. En definitiva: el Ancasmarca, a parte de ser una montaña muy alta, es también “la parte más alta de la casa cielo azul”, haciendo referencia a la posición más al norte que pude alcanzar el Sol en la bóveda celeste, dominando el cielo azul en el Trópico Norte, durante el Solsticio de Junio.
¿Con estos datos se puede saber en qué momento fue escrito el mito?
El mito da un punto de referencia: la posición del sol en el Solsticio de Junio. Los dos mitos dejan claro que la salida heliacal de las Pléyades no son la inundación en sí, sino un anuncio de ella; la inundación ocurrió en la montaña más alta del mundo, es decir, al Norte, en el Solsticio de Junio. Hay que recordar que la Llama Celeste y su cría observan la salida heliacal de las Pléyades un mes antes de ocurra la inundación, por ello la predicen anunciándosela al pastor para unos días más tarde.

El mapa estelar muestra la salida heliacal de las Pléyades el 20 de mayo del 650 d.d.C., a las 4.46 AM, en la latitud de Cuzco, anunciando la "inundación". (El mapa procede de W. Sullivan, o.c.)
Tenemos entonces que el Sol está en su posición más al norte en el Solsticio de Junio, en el Hemisferio Sur y las Pléyades salen heliacalmente ese día. ¿Cómo averiguar la fecha en que se elabora el mito?
Sullivan obtiene permiso para realizar una experimento en el Planetario Hayden, del Museo de Ciencias de Boston. El Planetario se prepara para la latitud de Cuzco y se ajusta en relación a la precesión hasta la salida heliacal de las Pléyades ocurrida treinta días antes del Solsticio de Junio, según se desprende del mito. El Planetario detuvo la precesión en el 650 d.d.C. En ese momento, el cielo mostraba a las Pléyades saliendo heliacalmente, treinta días antes del Solsticio, que en esa época ocurrió el 19 de Junio del calendario Juliano.
Bien, ya sabemos que en esa fecha fue escrito el mito. ¿Pero qué pasó en esa fecha?
Una catástrofe para el sistema social instituido por Viracocha. Los restos arqueológicos muestran que en ese momento aparece en los Andes la guerra organizada y generalizada. Es el surgimiento del Estado Militar de Huari. En el cielo de ese día, tal como aparece en el planetario, Sullivan y los que le acompañaban, pueden observar como la Llama Celeste se pone en el punto opuesto por donde sale el Sol.
¿Cómo los sacerdotes-astrónomos pudieron haber observado la puesta de la Llama, siendo además un objeto oscuro que se pone al amanecer?
Detectaron la Llama Celeste por medio de otra estrella. Es una técnica que ya conocían los babilonios, se llama Paranatellón. Consiste en emplear las salidas o puestas de una estrella muy brillante para predecir la salida o puesta de otra estrella más débil. Los cronistas Cobo y Polo Ondegardo dicen que el pueblo andino llama Urcuchillay a la constelación conocida en Occidente como Lira, y que en los Andes significa Llama Macho. Una constelación situada en lo más profundo del cielo norte y lejos de la Llama Celeste hembra. Esta constelación contiene a la estrella Vega. Mientras el cielo nocturno del 650 d.d.C. rodaba hacia la puesta de la Llama Celeste, Vega, lejos, en el Norte, también se estaba poniendo. Lo que el planetario estaba recreando era lo que el paqo del mito había visto: la salida heliacal de las Pléyades y la puesta heliacal de la Llama Celeste, teniendo como referencia a su paranatellon: Vega.

La "inundación" se produce porque en el solsticio de junio del 650 d.d.C., la Vía Láctea ha dejado de salir helicalmente. Es decir: el Sol ya no está en la Vía Láctea en el punto en que ésta cruza el horizonte como se aprecia en el plano celeste. El mapa estelar corresponde al 19 de junio a las 4,29 AM en la latitud de Cuzco. (El mapa estelar procede de W. Sullivan. O.C.)
         ¿Por qué de esto se deduce un peligro, una inundación, un cataclismo?
La Llama Celeste, la Zorra y el Puma, animales míticos en los Andes, son objetos estelares, nubes de polvo oscuro. Todos se encuentran en una zona del cielo que se eleva heliacalmente alrededor del Solsticio de Diciembre. Si la montaña tiene un significado cosmológico, el del Solsticio de Junio, podríamos preguntarnos ¿qué hacían esos tres animales del Solsticio de Diciembre en lo alto de la montaña? ¿Querían sobrevivir a la inundación?

La estrella Vega (la Llama Macho), mientras se pone por el NO, en el momento de la salida heliacal de la Vía Láctea, observa la "inundación" durante el Solsticio de Junio del 650 d.d.C., a las 4,29 AM, en la latitud de Cuzco. (El mapa estelar está tomado del libro de W. Sullivan O.C.)
Sullivan se apoya en Santillana y Dechend, los cuales  llaman la atención sobre una convención en los mitos del viejo mundo: las estrellas que salen heliacalmente en ambos equinoccios o solsticios suelen aparecer emparejadas en los mitos. Ambos autores creen que el propósito de esta convención es establecer mejor la edad, dentro de un mito, mediante la referencia, no sólo a un acontecimiento del orto heliaco, sino a dos. En el viejo mundo esto se hacía refiriéndose a los Coluros equinocciales y solsticiales, es decir, a cualquiera de los dos grandes círculos imaginarios que conectan las estrellas con los Equinoccios y los Solsticios a través de los polos.
¿Ocurría algo parecido en el Perú preincaico?
Sullivan hace referencia a los trabajos de un etnoastrónomo, Gary Urton, quien entre 1976 y 1980 realizaba trabajos de campo en una comunidad andina de Cuzco. Este investigador descubre que el pueblo de Mirminay estaba dividido en cuatro cuartos por dos senderos que se cruzan y que corren intercardinalmente. El cruce es en el centro del pueblo. Piensa que fueron concebidos para que se extendieran hacia los cuatro puntos cardinales y para que señalaran los puntos de salida y puesta de los soles del Solsticio en el horizonte. La importancia de este cruce intercardinal y solsticial, que servía para conectar el espacio terrestre y espacio celeste en el horizonte, radicaba en unir el espacio y el tiempo en una unidad conceptual. Cada eje intercardinal cumple con una función: uno encadena el punto de salida del Sol en el Solsticio de Junio sobre el horizonte, en el noreste, con el de la puesta de Sol en el Solsticio de Diciembre, en el suroeste; el otro enlaza la salida del sol del Solsticio de Diciembre, en el sureste, con la puesta del sol del Solsticio de Junio, en el noroeste. Esta cosmovisión también aparece en un códice aztecas.
Los mitos andinos cuentan el camino recorrido por Viracocha desde el Titicaca, que se encuentra al sureste, a través de los Andes, siguiendo una dirección noroeste, hasta que abandona el mundo por Manta, en Ecuador. Los Paqo, sacerdotes astrónomos de los Andes, necesariamente debían de conocer el movimiento precesional y por ello sabían que un cambio en la fecha de salida heliacal de las Pléyades, significaba un cambio en cualquier otra estrella u objeto celeste. El planetario de Boston al que recurrió Sullivan, mostraba que un observador que contemplara, en el Solsticio de Diciembre del 650 d.d.C., la salida heliacal de la Vía Láctea, habría visto a la nube negra llamada la Zorra Celeste sobre el horizonte, excepto su cola, que permanecería hundida bajo el Océano Celeste, “empapada, sucia y ennegrecida” por sus aguas. El planetario mostraba el por que la cola de la zorra era negra.

El mito dice que la cola de la Zorra es negra porque en la "inundación" quedó bajo el agua. El mapa estelar muestra éste hecho. En la salida heliacal del solsticio de diciembre del 650 d.d.C., a las 3,44 AM, en la latitud de Cuzco, la cola queda debajo del horizonte. (W. Sullivan O.C.)
Es evidente que lo que el constructor del mito ha hecho es relacionar ambas cosas: por un lado las colas de los zorros son negras; por otro, a la Zorra Celeste, le falta la cola que ha quedado hundida por debajo de la línea del horizonte, en el Mar Celeste. Luego, ya que el relato mítico necesita de una explicación que fije el detalle de que la Zorra Celeste no ha aparecido completa en el horizonte, el narrador relaciona ambas cosas. Pero lo importante aquí es que los mitos de la Inundación, demostradas sus correlaciones estelares en el planetario, y que este marca esa posición estelar en el 650 d.d.C., debieron ser escritos en esa época.
Dado que esa relación de las Pléyades ascendiendo al amanecer, mientras la Llama Celeste se pone, es algo que sucede por lo menos una vez a lo largo del año, ¿ocurre algún acontecimiento precesional significativo? ¿Algo que tenga que ver con la Inundación a la que hace referencia el mito?
¡Claro! Si no, no estaría contando esta historia. El planetario se ajustó, usando toda la información, a los días que rodean al solsticio de junio del 650 d.d.C. Sullivan quería saber si realmente había ocurrido realmente un Pachacuti, un vuelco del espacio tiempo. Y, en efecto, lo hubo, pero no por lo que el cielo mostraba, sino por lo que, debiendo estar allí, ya no lo estaba. Lo que se demostró es que en los Andes meridionales, hacia el 650 d.d.C., la Vía Láctea había dejado de salir heliacalmente en el Solsticio de Junio, que en aquella época correspondió al 19 de Junio del calendario juliano. Por primera vez, en 800 años, la Vía Láctea no estaba allí. ¿Fue una sorpresa para los Paqo o estos sabían que esto pudiera suceder? El Paqo del mito de Huarochiri, el sacerdote astrónomo disfrazado míticamente de Llama Macho, grita consternado, al observar el hecho, de que se aproxima una inundación. La causa es que, el puente que da acceso a la Tierra de los Dioses en la Vía Láctea, ha sido destruido.
Eruditos y científicos defensores de la ortodoxia científica piensan que lo que ellos llaman creencias son ocurrencias que nuestros antepasados, menos racionales que nosotros, tuvieron para intentar explicar los fenómenos de la Naturaleza; de la misma manera piensan que la experiencia mística es una autosugestión sin curiosidad científica. Por ello, creencias y experiencias místicas han sido arrojadas al cubo de la basura. Para ellos, el mito no pasa de ser un intento de racionalizar la creencia, pero que carece de valor científico. Puesto que esto es así, todo el material suministrado por el pasado humano que no encaja en los esquemas conceptuales de verdad científica, es considerado un mito. Con ello, el mito se ha convertido en un basurero donde va a parar aquello que, cada vez con mayor probabilidad, son conocimientos astronómicos que el pasado ha acumulado a lo largo de los siglos y los milenios. Un conocimiento que reposa cubierto del polvo de los siglos en las tumbas de los museos y bibliotecas.
Sullivan descubre que en un momento determinado del tiempo de los Andes, la Vía Láctea dejó de salir heliacalmente en el Solsticio de Verano. A este hecho, el mito andino, lo llama “la inundación. También comprobó que el hecho ocurrió en el 650 d.d.C., y que ese acontecimiento fue considerado por los sacerdotes-astrónomos de los Andes como algo muy importante. ¿Cómo pudieron, se preguntas los académicos, los pueblos antiguos, sin instrumentos de observación astronómicos, realizar mediciones del movimiento de las estrellas?

Reconstrucción imaginaria del cruce de los dos ramales de la Vía Láctea. Este cruce crea la partición en cuatro del espacio celeste y, en correspondencia, del terrestre. (Dibujo tomado de W. Sullivan. O.C.)
      Dado que no poseían esos instrumentos, o los que poseían les parecen muy rudimentarios, no puede haber un mensaje cifrado en el mito, sobre todo cuando ya nadie sabe leer el mito desde su clave astronómica. Ya Aristóteles se lamentaba de que Platón hubiera sido el último hombre capaz de comprender el significado de los mitos. Para los académicos, sean astrónomos, arqueólogos o historiadores, nuestro pasado histórico, desde el punto de vista mítico, carece de interés.

El esquema superior muestra la relación ideal del cruce intercardinal con los puntos de salida y puesta de los soles en los solsticios. El esquema interior muestra esa posición desde la visión de Copérnico.(Esquemas tomados de W Sullivan, o.c.)
También plantea Sullivan donde está la dificultad. Formular la cuestión de que los indígenas peruanos, así como los aztecas de Tenochtitlan, organizaron el espacio dividiéndolo en cuartos, un espacio que no terminaba en el horizonte, sino que se prolongaba hacia la bóveda celeste y que se organizaba a partir de los puntos de salida y ocaso de los soles del Solsticio en el horizonte, en relación con los ejes estaciónales de la Vía Láctea, es ir en contra de todo lo que los académicos dicen conocer científicamente de los pueblos no occidentales, sean antiguos o modernos, los pueblos que no poseen conocimientos científicos modernos.
La fundación de México. Códice Mendoza.
 Los agricultores mayas siguen pautas de ancestrales costumbres. En San Juan de Chamula presencié como un agricultor marcaba con piedras los límites de su campo de cultivo al igual que hacían sus antepasados, aunque aquellos usaban técnicas más sofisticadas, pues construían terrazas para preservar el suelo, y las variedades de fríjoles y maíz que cultivaban habían sido mejoradas por siglos de selección. No pude averiguar si era consciente de lo que hacía o si simplemente repetía una costumbre heredada de la cual había perdido el significado. Lo que este campesino hacía era marcar en su pequeña tierra, una orientación astronómica, la que debería corresponderse con la Tierra Celeste que allá en la eclíptica marcaban los pilares que sostenían la bóveda celeste con sus dioses y sus abejas. Nosotros hemos olvidado que esta tierra, cualquier pedacito de ella, es sólo un reflejo de la otra que está en la Bóveda Celeste y que ordena el ritmo de nuestra vida.
<<Entre la muchedumbre de dioses que esta gente adoraba – dice Diego de Landa –, adoraban a cuatro llamados “Bacab” cada uno de ellos. Estos, decían, eran cuatro hermanos a los cuales puso Dios, cuando crió el mundo, a las cuatro partes de él sustentando el cielo [para que] no se cayese. Decían también de estos “Bacabes” que escaparon cuando el mundo fue destruido por el diluvio.>>

(Continua)















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