LA SIMGLADURA DE OCCIDENTE
Capítulo 3
La lira y el arco de Apolo
Los
símbolos de Zeus son el trueno y el rayo. Su representante entre los hombres
es Apolo, dios de la adivinación y símbolo de los aspectos racionales que darán
origen a la Dialéctica,
la Filosofía
y el Pensamiento; aspectos que pretenden alcanzar una mesura y un equilibrio
que siempre termina perdiéndose. Su lado intuitivo y adivinatorio se expresa en
el Oráculo de Delfos que ha arrebatado a la Diosa, matando a su sacerdotisa y a la serpiente
Pitón que era la representante de la
Diosa, a la que cortó la cabeza. El lema del Oráculo es ahora
"Conócete a ti mismo" y
"De nada demasiado". Con el
tiempo, esta faceta oracular de Apolo, el estrecho vínculo que aún quedaba con la Gran Madre, terminará
por desaparecer y, con él, el conocimiento de uno mismo, el equilibrio y la
mesura. Pero esta imagen apolínea es
sólo la mitad del símbolo. Esta cara racional y equilibrada tiene su lado
oscuro. Lo iremos viendo en sucesivos artículos.
(...)
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Fresco de la casa de los Vetti en Pompeya. Recrea el episodio de la muerte de la serpiente Pitón a manos de Apolo. |
Dos son
los atributos de Apolo, la Lira y el Arco. La lira es Armonía, el arco es Destrucción.
Alguien dijo que Apolo significa “el que
destruye completamente”, el que “hiere
o mata desde lejos”. Mientras la razón mesurada es la inmediata armonía de la Lira,
todo está en equilibrio; pero cuando la mesura desaparece, se convierte en la
violencia transferida al Arco, cuyas
flechas matan sin que sepamos de donde proceden, con lo que el equilibrio se
rompe. La Modernidad,
nacida de la racionalidad griega, sigue llevando esos atributos de Apolo: de la Lira
saldrán Bach y Mozar, entre otros muchos; del Arco, Hiroshima y el desastre ecológico, por referirme a sucesos
recientes. Hoy la Lira de Apolo canta
con música electrónica y su Arco
lanza misiles y contaminación. Del Oráculo de Delfos emanó ese gran enigma que
es nuestra cultura: un acertijo hostil que el Arco del dios impone al hombre y que toma la forma de desafío para
probar quien es el mejor y el más sabio. La Dialéctica
que desarrollaron los griegos estaba impregnada de éste espíritu discutidor. En
la actualidad, su finalidad no es ampliar el conocimiento, sino imponerse para
destruir al adversario.
En este líquido
amniótico que constituyó nuestra placenta, es desde donde la razón pretender
interpretar la realidad, pero sin decir nada de ella, ya que la Diosa, Apolo, Zeus…, solo
son ensoñaciones míticas. Es así como la retórica de Gorgias sirve para apoyar,
con férreos argumentos, sus
paradójicas tesis: “Nada existe”. “Si algo existiera sería imposible de conocer”.
“Si algo no se pudiera conocer, sería
imposible comunicarlo”. Estas tesis que, aparentemente, parecen estar más
cerca del pensamiento budista o hindú, son formuladas desde la dialéctica
racional, al igual que las "Aporías"
de Zenón de Elea demostrando la imposibilidad del movimiento.
Estos
fragmentos de la Dialéctica
primitiva de la que emana nuestra racionalidad y nuestra ciencia y que han
llegado hasta nosotros, son como agujeros
negros que el Arco de Apolo ha
disparado en el claro espejo de la Razón. Tal
vez lo que aquellos filósofos quisieron demostrar, por reducción al absurdo, es
que el pensamiento abstracto, por si solo, no va a ninguna parte; que la razón
naufraga cuando se divorcia de su arraigo corporal y sensorial. ¿Han pensado
como reaccionaría un psiquiatra ante las afirmaciones de Gorgias y Zenón?
En este
caldo de cultivo dio comienzo la singladura de Occidente, cómo Odiseo Ulises
después de destruir Troya, hacia Ítaca. Todo había dado comienzo con un sacrificio de Sangre
cuando Agamenón sacrificó a su hija Ifigenia (algunos dicen que era hija de
Teseo) a Poseidón para que sus naves llegaran a salvo hasta Troya y luego esta
fuera conquistada. Fascinados por los portentos de la racionalidad, el hombre
occidental, no advirtió que se había separado de sus raíces, cosa que se hizo
evidente en sucesivas generaciones y en esas encrucijadas donde la razón y el
mundo no encajaban; y, cuando esto sucedía, el que siempre estaba equivocado
era el mundo. Mientras el espíritu del hombre ascendía al Cielo hasta casi desvanecerse
deslumbrado por el Sol, como Ícaro, el cuerpo acabó identificándose con una
construcción mental, hija de la razón, a la que esta dio forma de máquina. Entonces
el hombre se volvió loco. Desarraigado de sus raíces biológicas y sensitivas,
el hombre convirtió la máquina y, con ella, a la Naturaleza, en
ornamento y en reserva de recursos, aunque también en vertedero de desechos contaminantes.
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Ártemis y Apolo dan muerte a los Nióbidas. Crátera. Ca. 475-425 a.C. Museo del Louvre, París |
La Razón es el legado que Apolo
le ha hecho a Occidente. Apolo sucedió a la Diosa en Delfos. Hoy Gaia es la hipótesis de un
biólogo llamado James Lovelok, al que los custodios del legado de Apolo no
hacen mucho caso y tratan de desacreditar, porque dice que la Tierra es un superorganismo
que posee una asombrosa capacidad de autoregeneración y autorregulación, aunque
ante el acoso a que se ve sometida, de poco parece servirle.
Gaia es
ahora un planeta que llora lluvia ácida, que ve como sube su temperatura, que
siente que su capa de Ozono se rasga, que sus criaturas desaparecen y que ella
misma es forzada y violada por la locura de una razón que crea monstruos y que
nació a causa de un rapto, de una violación y más tarde, se un sacrificio
humano.
Una
pregunta sobre un dato curioso: ¿Creen que es casualidad que uno de los proyectos
más emblemáticos de esta nuestra mentalidad occidental, conquistar la luna, y escapar
de Gaia, lleve el nombre de Apolo?
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