<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 08/11/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El recto pensar (I)
<SUBTÍTULO>: El mecanismo de la mente
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACIÓN>: El cerebro es una delicada maquinaria por la que la mente expresa su realidad dual.
<SUMARIO>: No tenemos conciencia de que, al pensar y dar forma a nuestros pensamientos, somos los creadores de nuestra vida.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Uno de los Ocho Nobles Senderos formulados por
Buda para alcanzar la Liberación
es el Recto Pensar. Como pensar es
una actividad de la mente en relación con el significado y la comprensión de
las ideas o pensamientos, y la creación de otros nuevos, se hace necesario
intentar esbozar una comprensión de lo que es la mente y de su funcionamiento,
desde el conocimiento esotérico, antes de ver si piensa recta o
incorrectamente.
(...)
(...)
Nuestra mente, fracción
individualizada y no separada de la Gran Mente Universal llamada Dios, además de
pensar, posee otras facultades. Posee inteligencia,
o la facultad de poner en relación unas ideas con otras; posee memoria, facultad que le permite almacenar
las ideas o pensamientos y recordarlos; posee razonamiento, facultad que le permite establecer los principios y
leyes a través de los cuales intenta conocer y comprender el orden de lo creado:
la Naturaleza,
el Hombre y Dios; posee reflexión,
cuya propiedad, al estar en relación con la luz, le permite proyectar las ideas
desde un ámbito de realidad para que se refleje en otro.
Esta mente, con tan
maravillosas y mágicas herramientas de trabajo, reflejo de la Mente Divina,
funciona a través de un triple proceso:
En una primera etapa,
recibe impresiones del mundo exterior a través de los cinco sentidos y del
mundo interior (emocional o astral y mental) a través de sentidos internos
subjetivos. Estas impresiones -información- llegan al cerebro, que es el
procesador biológico que usa la mente en el plano físico.
La mente, a la
recepción de las impresiones, inicia su actividad, en caso contrario
permanecería quieta en si misma. En esta segunda fase, la inteligencia es el factor dominante: selecciona la información que
requiere su interés, la relaciona entre si o con la que guarda en la memoria,
para dar una respuesta a las impresiones que llegaron hasta ella.
De esta actividad se
puede pasar a una tercera fase, -no siempre ocurre-, constituida por un
principio razonador que inicia su propia corriente de pensamiento y formula sus
propias formas mentales. En este razonamiento tiene un papel importante la
función llamada reflexión.
Esta mente, cuyo proceso
básico es el que acabamos de describir, funciona en tres niveles de complejidad
y profundidad. Podemos simbolizarla por una casa de tres pisos. En el primero,
el bajo, la mente posee la facultad de construir formas (ideas) que se refieren
a objetos y cosas, permitiéndonos conocer lo que llamamos la realidad física y
la psíquica. Se la suele llamar mente concreta.
En el segundo nivel, la
mente, a través de su función razonadora y reflexiva, tiene el poder observar y
de construir modelos y arquetipos abstractos, símbolos, que son algo así como
los anteproyectos de las formas. Es el nivel de la mente abstracta.
El tercero, llamado intuición o razón pura, es el nivel de la mente intuitiva. Alcanzar este nivel,
es poder entrar en contacto con la Mente Universal, permitiendo captar aspectos de
Su Plan Creador y alguna de Sus Verdades. No se puede pasar de la mente
concreta a la intuitiva sin haber desarrollado el nivel de la mente abstracta.
El objetivo de este
mecanismo es el de crear. Divina o humana, la mente tiene el poder de crear.
Por no ser consciente de éste hecho, tampoco lo somos de ser los creadores de
nuestra propia vida, de lo que en ella acontece, y de la realidad de nuestro
mundo. Las cosas son así porque nosotros, al pensar, sentir y desear como lo
hacemos, les damos forma y las proyectamos a su realización práctica.
En nuestra tradición se
dice que toda creación surge del Pensamiento,
la Palabra y la Obra;
por ello, cuando se peca, es decir,
cuando la creación es incorrecta, se peca de pensamiento, palabra y obra. De
ahí también que el recto pensar, el
inicio del proceso de creación, sea tan importante.
Es necesario comprender
estos aspectos y facultades de la mente creadora. Con ellos tendremos que crear
nuestra Iluminación o Realización. Nuestras creaciones no son sólo un adorno.
Ya lo decía el poeta Gabriel Celaya y lo cantaba allá por los sesenta Paco
Ibañez:
"Por que vivimos a golpes,
porque apenas si nos dejan decir que somos quién somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo."
Desde esa semilla de
dignidad situada en el centro de nuestro ser que también es el centro del
universo, tendremos que autocrearnos como seres luminosos y divinos. Esto es
imposible si no aprendemos a pensar rectamente y a situarnos detrás de nuestros
procesos mentales, sin identificarnos con ellos, ni con las formas por ellos
construidas. Deberemos aprender a trabajar con los arquetipos de las Ideas
Divinas en el nivel de la mente abstracta, comprendiendo el simbolismo en el que
se expresan, y adecuar nuestra vida a esos ideales.
Desde éste idealismo,
deberemos ascender hasta el último piso, allí donde, por el tragaluz del techo, se reciben en forma
de intuiciones las ideas divinas, y por donde podremos conectar directamente
con la Fuente
y percibir la Verdad.
Luego, al llevar esa percepción a su realización práctica,
nos convertimos en las manos que obran la Obra Divina.
Todo el que trabaja
para su propia realización espiritual, debe hacerlo a la vez en servicio a la Humanidad formada por
sus prójimos. Servicio que comienza en el recto
pensar a fin de que su expresión en palabras y actos, su creación, no
causen daño y cumplan la función para la que nos fueron dadas: crear paz y
armonía en su realización. Es cierto que podemos equivocarnos, pero también es
cierto que ya no podremos borrar el efecto de nuestra equivocación. A este
respecto, hay una sabia observación sobre la condición humana, de que hay cosas
que una vez hechas ya no pueden dejar de estar hechas. La hizo un matemático
persa del siglo XI, Omar Kayan. Decía:
"El
dedo en movimiento escribe, y una vez que ha escrito no se detiene, y ni toda
la piedad, ni tu ingenio podrán suprimir media línea, ni todas tus lágrimas
borrar una palabra."
Existen en la Tradición reglas simples
para aplicar al correcto pensamiento. He aquí algunas de ellas:
1.-
Observa el mundo del pensamiento y separa lo falso de lo verdadero.
2.-
Aprende el significado de la ilusión, y en su centro localiza el cordón dorado
de la verdad.
3.-
Controla el cuerpo emocional, porque las olas que surgen en los mares
tempestuosos de la vida engolfan al nadador, impiden la luz del sol e
inutilizan todos los planes.
4.-
Descubre que posees una mente y aprende su uso dual.
5.-
Concentra el principio pensante y sé el maestro de tu mundo mental.
6.-
Aprende que el pensador y su pensamiento y lo que constituye el medio del pensamiento,
son diversos en su naturaleza, y, sin embargo, uno en la realidad última.
7.-
Aprende que no es correcto prostituir tus pensamientos en el vil deseo
separatista.
8.-
La energía del pensamiento es para el bien de todos y para la ayuda del Plan de
Dios. Por lo tanto no la utilices para fines egoístas.
9.-
Antes que una forma mental sea construida por ti, visualiza su propósito,
asegura su meta y verifica su móvil.
10.-
Para ti que empiezas, el trabajo debe ser limpiar la atmósfera del pensamiento,
cerrar la puerta al odio, al dolor, al temor, a los celos y a los bajos
deseos... ¡Cuida tu aura caminante.!
No hay comentarios:
Publicar un comentario