domingo, 12 de julio de 2015

El Recto Pensar ( II )



<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 15/11/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: EL RECTO PENSAR (II)
<SUBTÍTULO>: El propósito del lenguaje.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El propósito del lenguaje es ser el vehículo del pensamiento para ponerlo a disposición de los demás.
<CUERPO DEL TEXTO>:

El Recto Pensar depende de muchas cosas, entre ellas de la actitud y disposición que se tiene para recibir una visión (intuición), lo que involucra la capacidad de reconocer el arquetipo con el que la Divinidad, internamente, guía a la Humanidad.
Una vez percibida la visión o captado el arquetipo, se intentará convertirlo en un pensamiento concreto, en algo que pueda visualizarse fácilmente y servir de base al proceso de creación de una forma mental.
(...)

Con el arquetipo transformado en una idea clara, se pasa a un período de gestación en el que la idea puede ser desarrollada, es decir, pueda ser introducida en una forma mental estable y bien concebida, que permita materializarla en la realidad física. Las creaciones artísticas, literarias, arquitectónicas, incluso las ideas científicas y sus aplicaciones tecnológicas, aunque no lo sepan, siguen este proceso. Si fuéramos más conscientes de como funciona el proceso creador de la mente, nuestras creaciones y realizaciones serían más luminosas y espirituales, podríamos eliminar aquello que es nocivo para nosotros, para los demás, para la naturaleza y para el planeta.

Para que la forma mental en la que se ha encerrado la idea se materialice, es necesario cristalizarla con el poder de la Voluntad. Hay que quererlo, desearlo.
Para el místico, para el ocultista y el esotérico, no hay más que una verdad: el pensamiento es creador. Por ello lo que pensamos tiene tanta importancia y de ahí la necesidad de aprender a pensar correctamente, sobre todo porque el pensamiento controla y vitaliza el cuerpo etérico. La Ley dice que "la energía sigue al pensamiento". La consecuencia de esta ley es que las semillas de nuestras enfermedades son puestas en el cuerpo etérico por nuestro incorrecto pensar. Esta energía desarmonizada y dañina, asentada en nuestro propio cuerpo etérico, pasa al cuerpo etérico del planeta, a cuya aura todos pertenecemos, provocando allí desarmonía que se resuelve en trastornos físicos tales como tormentas, terremotos, o perturbaciones sociales.
Podemos hacer todos los ejercicios de respiración que queramos, pero ellos por sí solos, no vitalizarán nuestro cuerpo etérico, si nuestros pensamientos son incorrectos.
Diálogo entre un maestro y sus discípulos en el México Antigua.
Todos son poseedores de la vírgula de la palabra.
Dice la Tradición que al Pensamiento le sigue la Palabra. El lenguaje sonoro o palabra es el instrumento más elevado que el hombre ha utilizado hasta ahora para moldearse a si mismo y a su medio ambiente. Pensamiento, lenguaje y la actividad resultante de ambos en el plano físico hacen del hombre lo que es y lo sitúan donde está.
Murales de Tepantitla (Teotihuacan).
Los personajes del Paraíso de Tlaloc son poseedores de la vírcula de la palabra.
El propósito del lenguaje es el revestir el pensamiento, ser su vehículo, para ponerlo a disposición de los demás. Al hablar, evocamos una idea, le damos vida, la hacemos vibrar y se hace audible lo que estaba oculto en nosotros. El lenguaje revela y, a través del correcto lenguaje, de la correcta vibración, damos vida a la forma mental creada en nuestra mente y elaborada por nuestro pensamiento que puede tener un propósito benéfico para todos. De la misma manera, un lenguaje incorrecto da vida a formas cuyo objetivo es maligno.
Nuestro hablar es generalmente inconsciente y mecánico, decimos de él que es algo natural al referirnos a ese parloteo incesante e irresponsable, a ese chismorreo maledicente, al que dedicamos tantas horas al día. Una forma silenciosa de este parloteo degradado, por donde se nos va la energía creadora, es la identificación que hacemos, por ejemplo, con las telenovelas u otros espectáculos radiofónicos y televisivos.
Este ruido de fondo que no encierra una forma mental específica, ni una idea creativa clara, es una energía de baja frecuencia que impregna nuestro cuerpo etérico y, desde él, produce daño y desarmonía en nuestros otros cuerpos.
No tenemos conciencia que a través de la palabra hablada damos vida a una idea que, en la forma, producirá unión o separación. ¿Por qué funcionan las arengas militares o religiosas, si no es por el poder creador de la palabra actuando en forma sugestiva en aquellas personas que vibran en dichas frecuencias?
La Palabra Pura, otro de los senderos de Buda, transmite un espíritu puro. Ella es el símbolo de la propia Divinidad. De ahí que orar sea hacer un uso correcto de la palabra, un uso consciente, un uso al que precede el recto pensar.
El pensamiento y la palabra pueden convertirse en un arma terrible o en un poderoso instrumento de evolución espiritual. A medida que el hombre desarrolla su mente y su capacidad de pensar, aumenta en la misma proporción su capacidad de construir o destruir. Es la consciencia la que da a esa palabra un móvil o acción (otro sendero de Buda) correcta o incorrecta.
Dado que el trabajo del hombre está centralizado en el plano de la vida cotidiana, es necesario prestar suma atención a nuestras palabras y a nuestros pensamientos. Nuestro lenguaje indica el nivel de nuestro desarrollo interno y la transparencia de nuestra energía etérica.
La mayoría de nuestras palabras, o son vanas y causan un efecto distorsionador, o son egoístas, con los que construimos auténticos muros de separación entre los hombres; o son de odio, la expresión más cruel de la palabra, pues convertidas en habladuría ponzoñosa, van de boca en boca, moviéndose a través del plano emocional, arruinando al que las pronuncia y matando los impulsos de su alma al cortar la corriente de la vida que discurre por el plano etérico. Si son pronunciadas con la intención de herir, dañar o matar, volverán al que las pronunció para herir o matar.
Hay unas reglas de trabajo espiritual referente al pensamiento y la palabra que dicen:
I/ Penetra en el corazón de tu hermano y ve su dolor. Entonces habla. Que las palabras pronunciadas le den la fuerza que necesita para soltar sus cadenas. pero tu no las sueltes. Tuya es la tarea de hablar con comprensión. La fuerza que reciba le ayudará en su trabajo.
II/ Penetra en la mente de tu hermano y lee sus pensamientos, pero sólo cuando los tuyos sean puros. Entonces piensa. Que los pensamientos así creados penetren en la mente de tu hermano y se mezclen con los suyos. Mantente desapegado, porque nadie tiene el derecho de influir en la mente de un ser humano.
III/ Fusiónate con el alma de tu hermano y conócele tal cual es. Sólo en el plano del alma puede efectuarse esto. En cualquier otra parte la fusión alimenta el combustible de la vida inferior. Entonces concéntrate en el Plan. De este modo verás la parte que él y tu y todos los hombres desempeñan. Así penetrarás en la Vida y conocerás el trabajo realizado.
La palabra es una de esa pequeñas cosas que por ser normales no las tenemos en cuenta. Ella es ese privilegio de lo humano que nos asemeja a la Divinidad y que nos distingue de los demás seres de la naturaleza. El centro del habla se sitúa en la garganta, sede de las cuerdas vocales. Este centro equidista del centro de la cabeza (mente) y del centro del corazón (amor). El habla, al estar entre ambas, es el mediador que comparte la naturaleza de ambos. Esto es así tanto en el habla ordinaria, como en el habla correcta.
El habla correcta se alimenta de ambas fuentes, de la visión realizada por el nivel superior de la mente y vehiculizada en palabras por el trabajo de un pensar correcto, y de la sabiduría del Amor y la Compasión que le llegan del corazón. Ambas energías hacen de la palabra algo inofensivo, pero verdaderamente poderoso como instrumento creador. Es aquí donde somos la imagen y la semejanza de Aquel Misterio del que somos reflejo.

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