Viaje a Bolivia y
Perú
-Del 17 de Agosto
al 1 de Septiembre-
(Una visión
personal)
Llegada a la Paz
(Continua)
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Vista aérea del Aeropuerto Internacional El Alto (Bolivia). |
A mi llegada a la Paz, un guía de la agencia me
espera en el Aeropuerto Internacional El Alto. Se llama así porque se encuentra
situado en la ciudad de El Alto, a 14 kilómetros de La Paz y a una altura de 4. 058 metros sobre el
nivel del mar. Me dice que se llama Pepe (más tarde averiguo que el apellido es
Viscarra) y sin más preámbulos coge mi maleta (tiene cuatro ruedas y no hay que
cargarla) y se dirige a la salida y luego al aparcamiento donde nos aguarda un
todo terreno. Allí me presenta al conductor y a un joven de unos diez o doce
años que es el hijo de uno de ellos. Me acomodo en uno de los asientos de atrás
y después de acomodar mi equipaje en la parte trasera, toma asiento delante y
le dice al conductor que podemos marcharnos.
(...)
Desde la ventanilla
del coche hay una bonita vista, con la cordillera de los Andes al fondo,
nevados aún las cimas más elevadas. Pepe me dice que más adelante hay un
mirador desde el que se ve La Paz
desde lo alto y que pararan un momento para que pueda contemplar la ciudad
desde arriba y hacer fotografías.
En efecto, la vista
de la ciudad es impresionante. Ubicada enlas laderas del valle del río
Chuquiyapu (en aymara significa “chacras
de papas o de oro”, es decir: un terreno de papas, pues en las laderas del
río se cultivaban papas o un terrero donde hay oro, pues el río llevaba oro en
suspensión que arrastraba desde las laderas altas de las montañas). Este río
nace en la laguna Pampalarama, al norte de la ciudad y atraviesa el centro y
una parte de la zona sur de la ciudad de La Paz.
En la zona central de la ciudad el río se encuentra cubierto
por una bóveda y discurre encauzado. Resulta impresionante la imagen del Illimani (palabra aymara que significa
“águila dorada”) con su cumbre nevada.
Pepe me informa que con sus 6.462 metros de altitud es la montaña que protege
la ciudad de la Paz
y adorna su horizonte, siendo la cumbre más alta de la Cordillera Real.
Saco también una
fotografía a una escultura que representa a la Pachamama
o Mama Pacha, literalmente “madre tierra”,
Tanto en quechua como en aymara “Pacha”
significa “tierra, mundo, universo,
época, tiempo”, no es solo el suelo terrestre; mientras que “mama”, como en todas las lenguas, es “madre”.
A estas horas de la
mañana, son las nueve y media, la ciudad, hundida en el valle, parece cubierta
por una pátina de neblina que el sol, perezoso, intenta levantar.
Desde El Alto, hacia
el sur, y separados por profundos cañones, se asienta el corazón de La Paz y sus barrios residenciales.
Poco a poco, vamos descendiendo hacia la ciudad que se pega a las laderas del
valle hundiéndose hacia el cauce del río Chuquiyapu.
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Zonas Urbanas de la
ciudad de La Paz.
(1. Mallasa; 2. Zona Sur; 3. San Antonio; 4. Periferia; 5. Max Paredes; 6. Zona
Centro; 7. Catahuma.)
|
Nos dirigimos hacia la Zona Cotahuma (7) de las siete
Zonas Urbanas que está dividida la ciudad y en uno de cuyos barrios, el de Sopocachi,
se encuentra ubicado mi hotel. El guía me dice es una zona bohemia y que en él
se encuentran gran cantidad de cafés, restaurantes y galerías de arte, y que
suele tener una importante vida nocturna.
Se llama Hotel Madre Tierra y, aunque tiene tres
estrellas, y a pesar de su publicidad en Internet, no pasa de ser una pensión
decente, con habitaciones un tanto cutres. Por lo menos está limpio. Pienso que
podían haberlo llamado Pachamama que es su nombre en aymara.
Eso si, hay que
reconocer que los logotipos de su publicidad en Internet están bien hechos y molan como dicen ahora.
Pepe me ayuda a
llevar el equipaje hasta recepción, y me dice que volverán a las dos y media a
recogerme para las visitas programadas para esta tarde. Sigo siendo, al
parecer, el multiúnico turista. Terminadas las diligencias del registro, me
entregan las llaves de la habitación. Tengo la 502, o sea que hay que subir
cinco pisos. La chica me dice que el ascensor está en frente. Acomodo el
equipaje, me aseo un poco, y sin más preámbulos cojo la cámara fotográfica y
vuelvo a recepción. Mi intención es aprovechar la mañana explorando los
alrededores del hotel y tomarme un té de coca que me ha recomendado Pepe para
aclimatarme a la altura, aunque no parece que note ninguna dificultad, pero por
si acaso le haremos caso.
Esta es la vista que
se ve desde la ventana de habitación. Conforme veníamos hacia acá me preguntaba
que llevó a los conquistadores a fundar una ciudad en tan extraño lugar. Me
digo que lo averiguaré más tarde.
En recepción cambio
algunos dólares por bolivianos para tener dinero de acá, pues de lo que cambié
en santa Cruz de la Sierra
apenas me queda. Son ya las doce pasada, así que no tendré mucho tiempo para
explorar los alrededores. Buscaré una cafetería para tomar mi té de coca. Nada
más salir a la calle, frente al hotel, se encuentra el Banco Nacional de
Bolivia. Hacia mi izquierda, la calle se pierde en una empinada cuesta; hacia
la derecha la cuesta es descendente. Aunque no me gustan mucho las cuestas,
elijo caminar un poco cuesta arriba y echar una ojeada.
Lo primero que me
encuentro es una valla que separa dos edificios el siguiente al hotel, que
parece que se está cayendo y está en obras, o eso parece. En la valla hay un gran cartel con una serie
de viñetas estilo cómics. Tiene un título, “Mi
mamá trabaja”, y cuenta una historia, la de un niño que en la escuela su
profesora le pide que pinte a su familia y en lo que el niño pinta no hay
padre. Cuando la profesora le pregunta enfadada que donde está el papá, el niño
responde que no hay papá. La profesora le pide que aún así pinte una familia
con papá, a lo que el niño se niega y la profesora lo hecha de la clase. Lugo
le explica a una amiga que la profesora le ha echado de la clase porque no
había querido pintar la familia de la profesora y si la suya. Pienso que el
cartel es toda una representación sociológica del lugar donde me encuentro,
aunque no se muy bien cual es su finalidad y su intención: ¿Mostrar que las
mamás trabajan? ¿Qué los niños que no tienen padre son rebeldes, puesto que a
los pies del cartel hay un lema que dice “Adaptación
de los rebeldes”? ¿ Qué los niños sin padre son algo común en la sociedad
paceña? ¿Qué hay un empeño gubernamental en proclamar la bondad de la familia
llamada “normal”? Sea como fuere, el
cártel merecería un análisis más profundo y detallado, pues refleja aspectos
muy interesantes, desde el punto de vista sociológico, de la sociedad paceña o
boliviana.
Al otro lado de la
valla, la Acción Poética La
Paz había escrito una bella metáfora del aire que sale de
los pulmones y que al pasar por las cuerdas vocales se transforma en sonido
articulado, es decir en palabras. Por la noche en el hotel busqué quién era esa
Acción Poética y averigüé que era un
fenómeno literario-mural que había tenido sus inicios en México allá por 1996,
cuando Mary y yo hicimos nuestro primer viaje a aquel país. Su iniciador fue el poeta nacido en Monterrey (México),
Armando Alanis. Se trata de pintar los muros de las casas con poesías. Aquí en
Bolivia, Emma Rada es la coordinadora de Acción
Poética, y no son grafiteros, pues piden permiso a los propietarios de las
casas para escribir sus frases que no han de tener más de ocho palabras.
Cuando me canso de
subir la cuesta, doblo una esquena, llego hasta otra calle paralela y desciendo
en dirección contraria y me encuentro con la imagen que les ofrezco. Como se
aprecia en ella, lo moderno y lo tradicional parecen mezclarse aunque en
realidad se solapan sin tocarse.
En mitad de una
calle me encuentro con un extraño edificio en el que aquí, también, lo moderno
y lo antiguo modernizado, pretenden integrarse.
En otra valla me
encuentro con un cartel de hace un año que anuncia unas charlas sobre las
líneas de nazca y María Reiche en el Museo Nacional Etnográfico y Folklore. Las figuras en el representadas son las que adornan la vasija que hace años
compré en una feria de artesanía hispanoamericana en Tenerife.
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Una de las vidrieras del restaurante del hotel. |
Por último decido
volver al hotel y tomar algo en el restaurante antes de que vengan a recogerme
a las dos y media.
Terminado mi frugal
almuerzo, me siento en el pequeño y reducido lobby a esperar que llegue Pepe a
recogerme. Cierro los ojos y sin que lo pueda evitar, ante la idea de que
mañana visitaré por fin Tiahuanaco, mi mente y mi conciencia se disocian de
nuevo y retoman el tema en que pensaba esta mañana en el avión.
* * *
Alguien dijo, creo
que fue Georges Dumézil en “El Mito del
guerrero”, que un país que carece de leyendas está condicionado a morir de
frío, pero que aquel que carece de mitos es ya un pueblo muerto. Occidente hace
ya tiempo que comenzó a morir, cuando perdió el significado de sus mitos y los
arrinconó en los estantes de los cementerios bibliotecarios catalogándolos como
cosas curiosas de una época pasada en la que los hombres aún no eran científicos. Carecer de mitos vivos
significa que estos ya no interactúan en nuestra vida a ningún nivel, ni
siquiera en el psicológico, porque los símbolos que ellos contienen ya no
canalizan ni transforman ninguna energía y, por ello, han pasado a engrosar el
acervo del inconsciente colectivo. Es cierto que hoy existen otros mitos, pero
estos carecen de significado. Ninguno de ellos es un Mito de Origen o forma parte de una Cosmogonía. “¡Claro -exclaman
los listillos-, poseemos la Ciencia de la Astronomía!” El
problema es que sus teorías sobre los Orígenes no son míticas, son solo
Ciencia, carecen de ritual que las relacionen con la vida cotidiana. Es el
signo de los tiempos, el signo que marca la infinita pobreza del espíritu de
nuestra civilización.
<<Todo año nuevo -dice Mircea Eliade- es
volver a tomar en su comienzo, es decir, una repetición de la cosmogonía.>>
Nuestra cultura
carece de Cosmogonía. La Astronomía que la ha
sustituido pretende estudiar el origen del Cosmos, aunque no nos dice como vino
a ser. Las Cosmogonías, en cambio, ni
nos explican como vinieron las cosas a la existencia, allá en el Tiempo
Primero; como surgió el
Cielo, la Tierra,
la Luna, las
estrellas, los dioses y los hombres. Este Tiempo Primero se proyecta en
un círculo de eterno retorno a través
del mito que, periódicamente, actualiza aquel hecho originario. Así, la Vida siempre está siendo en
función de su origen.
A finales del III
Milenio d.d.C., al sur de la actual Georgia y el norte de Armenia, los pueblos
que habitaban esa región y que seguramente eran pueblos matriarcales, sufrieron
una división. De esta división da testimonio la aparición de un nuevo tipo de
cerámica y, sobre todo, la construcción de tumbas en forma de túmulos, en las
que se han encontrado gran cantidad de utensilios surgidos de un trabajo
metalúrgico. Nace así una cultura diferente a la que se ha llamado Kurá-Araxes. Lo curioso de estos
túmulos es que no se usaron para enterrar a nadie; en ninguno de ellos se han
encontrado restos humanos, aunque si una gran cantidad de madera quemada, lo
que indica la existencia de un fuego ritual en relación con ellos; un fuego
vinculado a motivos solares y guerreros, al decir de los especialistas. Estos
túmulos están orientados con las salidas y puestas del Sol en los Solsticio de Verano y de Invierno, como una exteriorización
ritual del Año Nuevo. Podemos ver aquí la interacción en lo cotidiano de una
cosmogonía que narra el combate entre un dios, al que la mitología Armenia
llama Vahagn, (arquetipo antecesor
de san Jorge) contra el fuego del Dragón
Primordial, que simboliza el Caos de la descomposición de una Era anterior.
Esta cosmogonía ha sido conservada gracias a un tal Monsés Yarenotsi que la
recogió en el siglo V de nuestra Era.
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El dios Vahagn
derrotando al dragón.
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"Estaba de parto el Cielo; esta de parto la Tierra,
estaba de parto también el purpúreo mar.
En el mar el parto también envolvía a la roja caña.
Por el tallo de la caña humo ascendía,
por el tallo de la caña llamas ascendían.
De las llamas corría un joven de roja melena.
Tenía fuego [celestial] por cabellos,
llamas por barba
y sus ojos eran soles."
En mito narra el
nacimiento de un dios solar. En su parto han intervenido tres elementos: el Cielo, la Tierra
y el purpúreo Mar. En contraposición al Cielo de arriba, el Mar
profundo y ctónico de abajo. El mito señala que Vahagn es el mediador entre los tres ámbitos. Nació, como el fuego
que Prometeo robó en el interior de una caña, del humo y la llama que ascendía
por el tallo de una roja caña que había crecido en el purpúreo mar, el habitáculo
de la Diosa Madre
Primigenia que engendró el mundo, y que utiliza la caña roja como si fuera
un calumet para vehiculizar el humo
del fuego celeste contenido en su interior, a fin de revelar lo sagrado de su
parto.
A finales del siglo
XIX, un estudioso de los mitos armenios, P. Vetter, decía que esta conjunción
de Cielo y Tierra “sólo la pueden dar aquellos pueblos en cuya lengua el
Cielo es masculino y la Tierra
es femenina”, por lo que entronca
este mito con la tradición indoeuropea, donde olyans, el Cielo, es masculino y prithivi, la Tierra
es femenina. Por otra parte, esta ha
sido la visión imperante y común de los investigadores a partir del siglo XIX.
Vahagn, el dios solar de una nueva era patriarcal y
guerrera, llega con la impronta de una nueva cosmogonía que no sólo da
nacimiento al Cielo y a la
Tierra
a partir del purpúreo Mar, sino también a él mismo como
mediador entre ambos extremos. Una cosmogonía que se ritualiza cada Año Nuevo
con la elevación de un túmulo, la montaña cósmica que surge del Océano
caótico, para poner fin a una Era anterior, ahora desaparecida; un túmulo
orientado astronómicamente. Vitrubio decía, refiriéndose a los templos de los
dioses solares, como el templo de Zeus en Olimpia, o el de Palas Atenea
Partenos en Atenas, que “los templos dedicados a los dioses debían tener una
orientación tal, que la estatua colocada en la cella [celda] mire al
Oeste, y así, los ojos del adorador que visita el templo para rezar u ofrecer
sacrificios se vuelvan hacia el Este.”
Las antiguas
concepciones míticas del Irán enseñaban que una práctica adecuada, a través de
la “imaginación activa”,
podría llevarnos a contemplar la Tierra Celeste, ese lugar donde se generan
los arquetipos y donde el Cielo y la Tierra se encuentran. Sobre esta Tierra
Celeste es de lo que vamos a tratar ahora, aunque antes sea
necesario explicar algunos conceptos en relación con el viaje que realiza el
Polo Norte y el mecanismo de la
Precesión de los Equinoccios.
En la actualidad,
tenemos una estrella que marca el Polo Norte Celeste. En ese punto, la
prolongación del eje de rotación de la Tierra atravesaría una imaginaria esfera celeste
que envolvería a nuestro planeta, tal como la representaron los antiguos. Ese
punto celeste, se situaría en nuestro Cenit, sobre nuestras cabezas, si
estuviéramos situados en el Polo Norte terrestre. En ese punto, toda la bóveda
celeste parecería girar sobre ese punto polar. Igualmente ocurre en el hemisferio
sur, aunque allí, en la actualidad, no existe ninguna estrella que nos permita localizar
el Nadir. Solamente una configuración estelar llamada por nosotros la Cruz del Sur señala en la dirección en que
se encuentra el punto del Polo Sur Celeste.
Esto es así en la
teoría de los manuales de estudio que se usan en escuelas e institutos. De
hecho, la Estrella
Polar no está situada sobre el Polo Norte Celeste, sino que
se encuentra a menos de un grado (44´ 11´´) de dicho punto. Por ello, al
observar el cielo desde el Polo Norte, vemos que la Estrella Polar
también gira sobre ese punto al que los mayas llaman el Corazón del Cielo.
Nuestra Estrella Polar es Alfa Ursae Minoris,
la estrella Alfa de la Osa
Menor. Pero no siempre fue así, ya que el movimiento de la
precesión hace que el Polo Norte Celeste no ocupe siempre el mismo lugar, sino
que efectúa un viaje en torno al Polo de la Eclíptica, un punto
situado en la Constelación
de Draco, el Dragón, que dura unos 25.920 años. Un hecho análogo ocurre en el Polo
Sur. Este viaje se debe a que el eje de la Tierra se encuentra
inclinado respecto al plano de la
Eclíptica en 23º27´.
En el caso de la Tierra, el centro de
rotación del movimiento precesional es el propio centro de la Tierra.
De esta manera, el
Polo Norte y el Polo Sur describen un círculo, mientras que el centro del eje,
que coincide con el centro de la
Tierra, está relativamente inmóvil. Relativamente porque
mientras el polo describe su círculo precesional, la Tierra gira 25.920 veces
alrededor del Sol. Por lo tanto, el movimiento de la Precesión de los Equinoccios es simultáneo y
gradual al movimiento de traslación de la Tierra. Este sutil
movimiento de la Tierra
era ya conocido desde la más remota antigüedad, aunque nadie ha podido explicar
como llegaron a conocerlo. Dado que la precesión es muy lenta, 1º cada 72 años,
y que necesita 25.920 años para dar un giro precesional completo, nadie se
explica como pudieron los antiguos conocer el fenómeno completo, simplemente observando
el cielo. Ninguna cultura ha permanecido viva tanto tiempo.
Como se aprecia en la figura anterior, en la actualidad, ya lo hemos señalado,
nuestro Polo Norte Celeste (prolongación del Polo Norte terrestre) cae muy
cerca de la Estrella
Polar. Ya dijimos que no siempre ha sido así. En la figura
anterior, observamos que el Polo Norte se va desplazando en el cielo apuntando
hacia distintas estrellas, hasta que después de 25.920 años, vuelve a su punto
inicial. Mientras la Tierra
realiza este movimiento de retroceso precesional, su eje, conserva siempre la
misma inclinación respecto a la perpendicular de la eclíptica o plano orbital
terrestre. Esta inclinación es de 23º 27´. A causa de esto, la perpendicular al
plano orbital de la Tierra
es realmente el eje del plano de la eclíptica, como se aprecia en la figura siguiente.
Podemos decir que la
precesión equinoccial genera lentamente diferentes inclinaciones angulares de la Tierra con respecto al
cielo.
¿Por qué le llaman Precesión Equinoccial?
Imaginen dos aros,
uno un poco más pequeño de circunferencia que el otro. El aro externo
representa la Eclíptica
y el interno el círculo que encierra el ecuador celeste. El aro de la eclíptica
está inclinado respecto al aro del Ecuador Celeste en 23º 27´, por lo que ahora
tenemos dos puntos en los que los dos aros se cortan. Estos puntos de cruce son
los Equinoccios. Para imitar la Precesión Equinoccial con nuestros aros, tenemos
que hacer girar sobre sí mismo el aro interno (el del Ecuador Celeste), sin que
pierda su inclinación con respecto al plano externo (Eclíptica). Veremos
entonces que los dos puntos de contacto o intersección se desplazan y también
giran, pero en sentido contrario al movimiento del Sol, lo que significa que
los Equinoccios van retrocediendo en la Eclíptica lentamente respecto al fondo de
estrellas fijas y las constelaciones del zodiaco.
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En la Precesión de los Equinoccios, el movimiento del Sol retrocede aparentemente, en su recorrido a través del Zodiaco, hasta completar un ciclo completo de 25.920 años. |
A fin de tener un punto de referencia, este movimiento de las
constelaciones se inicia en un punto llamado Punto Vernal o
Equinoccio de Primavera, para el Hemisferio
Norte, cuando el Sol comienza a levantarse sobre éste último. Como la Precesión
hace que éste punto vaya retrocediendo en la eclíptica, y este punto de corte es el comienzo de Zodiaco, este
Zodiaco o círculo de animales (las Constelaciones) también retrocede con
respecto al fondo de estrellas fijas.
Las Constelaciones
tienen longitudes desiguales, aunque por convención y motivos de aplicación
práctica, por ejemplo en Astrología, como el círculo tiene 360º, se le han
atribuido a cada constelación una extensión equivalente a 30º (360:12).
Si me he detenido en
explicar estos conceptos es porque su comprensión nos va a ser necesaria para
entender la base astronómica de los mitos y el paso de las edades, mundos o
soles de las antiguas culturas, profundamente relacionadas con el movimiento
precesional.
Ya hemos visto la importancia
que los “mitos de la llama y la inundación” tuvieron para los pueblos andinos. Anunciaban el fin de un tiempo
y el comienzo de otro. Su importancia reside en que ambos momentos están
relacionados con el movimiento
precesional. Sullivan descubrió, al analizar el mito, que un hecho relacionado
con el movimiento precesional ocurrió en el 650 d.d.C., un momento astronómico en el que la Vía Láctea dejo de
salir heliacalmente en el Solsticio de
Junio. Hay hechos importantes implicados en este descubrimiento. Veamos.
Los pueblos andinos
y mesoamericanos, y no sólo ellos, solían dividir el espacio en cuartos. Los
límites de ese espacio no terminaban en el horizonte geográfico, sino que se
prolongaban hacia la bóveda celeste y organizaban ambos espacios en relación
con los puntos de salida y puesta de los soles del Solsticio en el horizonte. Es decir, que a la vez que el espacio
celeste organizaba el espacio terrestre, también lo hacía a través de los ejes
estacionales de la Vía
Láctea. Esta realidad implica que dichos pueblos poseían una
comprensión bastante clara de la imagen y el comportamiento de nuestra galaxia
vista desde la Tierra.
Ellos sabían que el Sol, la Tierra, la Luna y los planetas del Sistema Solar se
encontraban situados en una galaxia lenticular y que nuestros ciclos están
entretejidos con los grandes ciclos de la galaxia, un río celeste al que los
Incas llaman Mayu. Si las grandes
civilizaciones neolíticas (agrícolas) de la antigüedad nacieron junto a grandes
ríos, fue porque estos eran la réplica terrestre del gran río celeste.
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Vía Lactea |
Este río celeste es
para los indios Creek un Camino de los espíritus; y para los Yuma de la
península de California, un Camino de fantasmas; o el lugar donde los espíritus
de los muertos acuden a pescar porque en él hay gran cantidad de peces,
para los Mocovies del Gran Chaco boliviano. Los quechuas que aún viven en los
Andes afirman que los espíritus de los
antepasados, como lo hace el espíritu de cada indígena que muere en el
presente, tienen que recorrer un largo camino que lleva hasta un gran río de
aguas turbulentas, donde han de conseguir la ayuda de un perro negro -una
imagen del Anubis egipcio-, para que les guíe hasta donde habitan los antepasados, en la orilla más alejada de
ese Gran Río. ¿Es este pensamiento el que influye en el hecho de que un gran
número de tumbas precolombinas contengan, junto al difunto, los restos de
perros momificados? Por sincretismo, a éste río celeste, el Mayu, se le llama ahora Jordán, río que en nuestra tradición
suele ser asociado con el mítico río celeste Eridan, nombre que se le da al ramal de la Vía Láctea a cuya
orilla están los perros del cazador Orión. Los hindúes llaman a la Vía Láctea El
lecho del Ganjes y los aztecas, a ese lugar, le llaman Chiconuapa,
los Nueve Ríos, lugar custodiado por un perro y un dragón. El Vilcamayu, el Río del Sol que
sigue el Camino del Inca, es el
homólogo terrestre, como el Nilo, o el Iber (Ebro), de la Vía Láctea; los dos Mayus (rios) que tienen su origen en un
punto en el Norte, es decir, en el Cenit.
Estas antiguas culturas
también sabían que la forma real de la galaxia era lenticular. Los mayas la
representaban con el glifo que usaban para el cero, el origen e, indudablemente
sabían que puesto que estamos situados a unos 2/3 del borde exterior, al
mirarla, solo podemos verla como dos bandas luminosas que cruzan el cielo. Dado
que vivimos sobre la superficie de un planeta que bloquea nuestra visión de la
totalidad de la esfera celeste, no podemos contemplar la parte de la esfera
celeste que está bajo nuestros pies, de ahí que sólo podamos contemplar las
distintas posiciones que toma la galaxia, el río celeste, a lo largo de sus
ciclos estacionales en relación con la Tierra. Algo que también era conocido desde la Prehistoria.
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