domingo, 25 de mayo de 2014

16 Viaje a Bolivia y Perú (Agosto 2013).

Viaje a Bolivia y Perú
-Del 17 de Agosto al 1 de Septiembre-
(Una visión personal)
Llegada a la Paz (2)
(Continuación)


Continuo con la reflexión que quedó incompleta en el artículo anterior.
Francisca Martín Cano Abreu ha realizado un trabajo de recopilación de todas las representaciones que desde la Prehistoria el hombre ha hecho del Gran Río Celeste, y ellas nos muestran lo que el hombre ve desde la Tierra y... ¿Qué es lo que vemos? ¿Qué es lo que veían los antiguos?
(...)
La Vía Láctea, lo que vemos de ella, no ocupa siempre en el cielo, respecto a nuestra visión, la misma posición, sino que ésta varía a lo largo del año; lo mismo le ocurre al Sol, a la Luna y a las Constelaciones. Pero solamente una vez al año, en el momento en que el Sol se pone, la encontramos en una misma posición que se corresponde con los puntos solsticiales y equinocciales; es decir, las máximas y mínimas posiciones del Sol con respecto al horizonte y sus puntos intermedios, cuando marcan el inicio de las estaciones, algo que en la actualidad ocurre el 21 de Marzo, el 21 de Junio, el 21 de Septiembre y el 21 de Diciembre, pero que en algún momento del pasado, cuando se comenzó a medir el tiempo astronómico, caía el 1 de esos meses, aunque es seguro que los periodos en que se dividía el año eran distintos.
En la recopilación realizada por Martín Cano, ésta señala que la Vía Láctea tuvo una posición paralela al horizonte, acostada sobre él, cubriéndola de Este a Oeste, “un atardecer del 1 de Marzo Antiguo, hoy 15 de Marzo, y que esa posición anunciaba la Primavera.
La Vía Láctea acostada sobre el horizonte.
Representacionews prehistóricas de la Vía Láctea.
Señala esta autora que la más antigua representación que se tiene de la Vía Láctea en esta posición, tiene una antigüedad de 18.000 años, y la encontramos en la galería final de la Cueva del Castillo, en Puente Viesgo, Santander, Cantabria.
Representaciones de la diosa egipcia Hator.
 

La Diosa Hathor con Seti I.
La diosa egipcia Hathor, con figura de vaca, sería una de las representaciones de la Galaxia como Madre Nutricia o Gran Madre Galaxia.

 

Dibujo (arriba) decorativo de una vasija descubierta en Liria (España).
Las líneas onduladas paralelas representan a la Vía Láctea.
El Mar o Rio Celeste encima del horizonte un 1 de Marzo Arcaico, según Martín Cano.
Las figuras representan constelaciones, Las personas que en barcas navegan el Río Celeste, pueden ser dioses que se dirigen hacia algún lugar determinado de la Vía Láctea.
Este dibujo es muy semejante al dibujo maya (abajo) encontrado en unos huesos en Tikal en el que Remero Raya y Remero Jaguar conducen al Dios del Maíz por la Vía Láctea hasta el lugar de la Creción.
Reflejarían la misma situación estelar los puntos tallados en el vientre de las figuras de diosas o los círculos concéntricos tallados en sus pubis. Simbolizarían la Vía Láctea acostada sobre el horizonte.
Gran Diosa Madre. Dibujo de los indios Navajos.
La Artemisa de Éfeso, la de los muchos pechos con los que amamanta a sus criaturas. I Milenio a.d.C. Museo Arqueológico de Éfeso.
Los puntos, los círculos o las estrellas talladas en el vientre, serían las semillas de la Diosa que propicia la fertilidad. También la representan en esta posición los círculos concéntricos que aparecen en petroglifos, cazoletas y concavidades inscritos con símbolos cruciformes y serpentiformes.
 
Luego, la Vía Láctea, seguiría cambiando de posición “hasta atravesar perpendicularmente la línea del horizonte, de Norte a Sur, al atardecer del 1 de Junio Antiguo, hoy 15 de Agosto.


Dibujo de la sala III de la Cueva de Altamira, Tiene unos 13.000 años de antigüedad.
Según Martín cano esta sería la más arcaica representación de la Vía Láctea en posición vertical, al atardecer del 1 de Diciembre de hace más de cinco mil años, cuando entonces penetraba el horizonte norte. Personificaba a la Diosa Madre que adoró la humanidad en el Paleolítico. Incluso el motivo tiene estrechamientos en el lado derecho, que correspondería a la parte posterior de la figura femenina, siendo los estrechamientos, el cuello, la cintura y las corvas. La representación más antigua que hay sobre esta posición de la Vía Láctea aparece en la sala III de la Cueva del Altamira, de unos 13.000 años de antigüedad. “Es un motivo escaleriforme”, dice Martín Cano y “también lo representan las imágenes de la Diosa y las figuritas femeninas que la humanidad adoró en el Paleolítico”. Una Diosa considerada hermafrodita y causante, ella misma, de la fecundación de la Vida, dejando embarazadas a las formas de vida que se desarrollan sobre la Tierra.

<<Igualmente – Martín Cano – tendría la misma finalidad y reflejaría a la Vía Láctea en la misma situación estelar, los círculos verticales y las líneas onduladas en vertical…, al atardecer, grabados en el ortostato de A Mamoa Da Bretaña. Pontevedra.>>
El círculo con patas representaría a la Constelación de Escorpio y los motivos serpentiformes a la Constelación del Dragón.
La Vía Láctea seguiría cambiando su posición y, más tarde, aparecería en forma de herradura, curvada sobre el cielo Norte, de Este a Oeste, “el 1 de Septiembre Antiguo, hoy 15 de Noviembre, para anunciar el Otoño”.


La Diosa egipcia Nut, con cuerpo curvado y tocando con pies y manos el suelo representa a la Vía Láctea en forma de arco. Egipto. I MIlenio a.d.C.
En la anterior posición nos la recuerdan la diosa egipcia Nut, cuyo cuerpo curvado se prolonga en brazos y piernas que tocan el suelo (la línea del horizonte) y que aparece pintada en el interior de las tapas de los sarcófagos y en los techos de las tumbas egipcias. Según Martín Cano su representación más antigua sería la de “unos aros concéntricos grabados en una plaqueta de silex, de 7 cm., datada en 54.000 años, de Quneitra, Israel, y dos semicírculos grabados en la pared de la cueva de Font-de-Gaume, Dordoña, datada en el Paleolítico”.

La línea de puntos en forma de herradura representa a la Vía Láctea, junto a otros motivos que podrían ser constelaciones o configuraciones estelares.
La pintura pertenece a la Cueva del castillo. Santander. España. Está datada en unos 18.000 años de antigüedad.



Y, por último, volvería a tener una posición perpendicular respecto al horizonte, “el 1 de Diciembre Antiguo, hoy 15 de Febrero, surgiendo del Sur, para iniciar el Invierno.
Diciembre de 2010


Así pues, lo que el hombre ha visto de la Galaxia es un río celeste que cruza el cielo y que está partido en dos ramales: el que se ve por encima de su cabeza y el que no ve, pero imagina, y que está debajo de sus pies.
 
 


Esta banda de estrellas que cruza en diagonal el cielo en cualquiera de sus ramales, hablamos de la Vía Láctea, tiene una inclinación de 26º respecto a los polos. Un ramal cruza de Noreste a Suroeste y podemos contemplarlo a partir del Solsticio de Verano, lleno de un gran resplandor, pues estamos mirando hacia el centro de la Galaxia, allí donde la concentración de estrellas es mayor. Los puntos donde este ramal cruza la Eclíptica vienen dados por las constelaciones de Escorpio y Sagitario. Cuando este ramal es visible arriba, el otro ramal es invisible, pero está abajo. Este otro ramal es visible a partir del Solsticio de Invierno y cruza el cielo en dirección Noroeste a Sureste. El cruce con la Eclíptica es entre Géminis y Tauro.

Ramal noreste-sudoeste de la Vía Láctea por encima del Solsticio de Junio del 650 d.d.C. a las 11,45 PM del 19 de Junio, en la latitud de Cuzco.
Ramal NE-SW sobre la Montaña del Diablo. EE.UU.

Ramal noroeste-sudeste de la Vía Láctea al pasar por encima del Solsticio de Diciembre, a las 11,45 PM del 19 de Diciembre del 650 d. d. C. en la latitud de Cuzco.
Ramal NW-SE. El Teide, Tenerife.
En las imágenes anteriores vemos a la Vía Láctea en la posición que tenía en el 650 d. d. C., cuando se produjo la inundación que nos narra el mito de Guarochiri. Fue el ramal que pasa entre Géminis y Tauro, ya que los Andes peruanos y bolivianos están en el hemisferio sur, el que dejó de salir en conjunción con el Sol (heliacalmente) en el Solsticio de Verano.
Cuando el Sol sale en un Solsticio, lo hace en uno u otro de los dos ramales de la Vía Láctea. Si seguimos el proceso durante veinticuatro horas, y hubiéramos estado en los Andes el día del Solsticio de Verano de aquel instante, Sullivan nos dice que hubiéramos contemplado lo que contemplaron los ojos del paqo: el Sol naciente conduce el ramal Noroeste-Sureste de la Vía Láctea a través del cielo. A medio día, junto al Sol, éste ramal atravesará el cenit y, al ponerse el Sol, el otro ramal aparecería por el Sureste, mientras el primero se pondría junto con el Sol. Y, a la media noche, mientras uno llega a su nadir, el otro llega a su cenit.
La imagen creada por los pueblos americanos para representar este hecho, proporciona una estructura que les permitió dividir el espacio en cuatro partes. Ello es posible porque el Sol está presente en ambos ramales de la Vía Láctea, a la vez que lo está en los puntos de cruce (Solsticios y Equinoccios) de la Eclíptica con el horizonte.

Representación imaginaria del cruce de las dos ramificaciones de la Vía Láctea, configurando la cuatripartición del espacio celeste.
Estas representaciones iconográficas y míticas son importantes porque, en la actualidad, ninguna de los dos ramales de la Vía Láctea sale heliacalmente en el Solsticio. Si el mito de la inundación es astronómicamente correcto, como demostró Sullivan, el fenómeno fue visto por última vez hace 1.352 años (cuando escribí esto estábamos en el 2.002). La pregunta es: ¿cómo alcanzaron los pueblos de México y los Andes la comprensión de éste fenómeno?

Ramal noreste-suroeste de la Vía Láctea.
Etnólogos como Gari Urtón, citado por Sullivan, aseguran que los actuales indígenas del Perú aún conservan la costumbre de relacionar el espacio terrestre con los puntos del Solsticio en el horizonte. Esto les permite establecer un cruce imaginario entre estaciones alternas que divide el espacio en cuatro. Cuatro cuartos en los que el Sol siempre está presente. Más allá de toda discusión, señala que los indígenas del Perú poseen un completo conocimiento de la Galaxia y de sus ciclos estaciónales, conocimiento cuyo origen se hunde en un remoto pasado.
Dentro de ese cruce, los mitos establecen la siguiente lógica posicional: la cabecera de los dos ríos celestes están en el Norte Celeste, arriba y, su desembocadura, está en el Sur Celeste, abajo. Luego, Norte-arriba es también el lugar donde se levanta la Montaña Cósmica del Mundo Hiperbóreo, allí donde nace el Río Celeste. Mientras que Sur-abajo, es lo profundo del Mar u Océano Celeste donde nace la base de la Montaña Cósmica y allí donde el Río Celeste desemboca.
Las tradiciones esotéricas hablan de dos puertas estelares situadas en este río y en relación con el Trópico de Capricornio, Norte, arriba y el Trópico de Cáncer, Sur, abajo. Son las Puertas de los Dioses y de los Hombres o de los Antepasados, las cuales tienen una correspondencia anatómica en la disposición del río medular que recorre la columna vertebral. La Puerta que permite el acceso al Mundo de los Dioses o Cielo se encuentra entre las vértebras cervicales y la que da acceso al Mundo de los Antepasados, se sitúa entre la 4ª y 5ª vértebra lumbar. También las Puertas del calendario litúrgico cristiano se sitúan en los días anteriores al Solsticio de Junio, Corpus Cristi, y al Solsticio de Diciembre, Navidad.
La mano de Dios.Detalle del ábside de San lemente de Tahull
 
Cripta de San Isidoro de León
 
Tapiz de la Creación. Catedral de Girona (España)
La primera representación del Tetramorfo cristiano, que se remonta al 420 d.d.C., aparece en la portada de un evangeliario con los cuatro vivientes de pie sobre una rueda alada. En la contraportada del mismo evangeliario, se representa el Agnus Dei, que simboliza la revelación efectuada por la apertura y lectura del Libro de los Cielos, en el que se apoya, como imagen de un Centro que los Cuatro Vivientes esconden y velan. Representaciones posteriores, e incluso en época anteriores, utilizaban la Cruz rodeada de cuatro puntos. Otras veces, aparece en el centro las manos de Dios en actitud de bendecir, como en los murales románicos de San Clemente de Tahull, Cataluña; o, incluso el propio Cristo como Rey del Mundo. Los pueblos peyorativamente llamados paganos simbolizaron este Centro con la figura del dios que dio inicio a la Cosmogonía y a la Creación, o del dios que nace al principio de cada edad-mundo. En el cristianismo medieval, el Centro del Mundo fue representado por el Cristo-Sol rodeado por los trabajos del año, tal como aparece en el Tapiz de la Creación de Gerona, o en los frescos de la cripta de la Colegiata de San Isidoro de León. Unos trabajos que, como los de Hércules, lleva a cabo el propio Dios.

"El Triunfo de Galatea". Rafael de Urbino. Villa Farnesio. Roma.
La pregunta a hacerse es: ¿por qué se tomaron tantas molestias para codificar unos conocimientos cuyas distintas claves (astronómica, psicológica, histórica, espiritual, etc.) abarcan desde el mito a la anatomía sagrada? ¿Cuándo lo hicieron? Y, sobre todo, ¿por qué relacionaron los ejes estacionales de la Vía Láctea y su cambio en el movimiento precesional, con la evolución de la conciencia espiritual de las civilizaciones?
Desde la más remota antigüedad, el hombre ha representado este plano natural de la bóveda celeste en dólmenes, en templos, en ciudades y poblados, en tumbas, en sus cabañas y casas; y lo ha asemejado a un río de leche que surge de las mamas de la Gran Madre Galatea (gala = leche), la Galaxia, que fluyen para alimentar a sus hijos celestes y terrenales. Ella, la Galaxia, ha sido la imagen que modeló a todas las Diosas Madres que ha tenido la Humanidad.
<<En diferentes panteones – dice Martín Cano – ha sido considerada, bien por la leche de diferentes diosas, o... por las semillas del vientre de las diosas, o... por el semen de la Diosa /la “espuma del mar” [celeste]>>
Así tenemos a la Diosa Galatea, la Diosa Blanca, representada por la propia Hera, Madre de dioses y hombres, de ancho pecho, derramando su leche por la bóveda celeste cuando el infante Hércules le succionó con tal fuerza los senos que originó con ello ese río celeste llamado Vía Láctea.
Diosa egipcia Hathor
También la Hathor egipcia, en su forma de vaca nutricia, con los cuernos rodeados de estrellas, es una de sus representaciones. En la recapitulación que hace Martín Cano de sus imágenes, vemos que estas se remontan hasta las Venus Paleolíticas. De hecho, no hay pueblo o cultura del pasado humano, tal como nosotros hemos considerado que fue ese pasado, que no haya divinizado y representado a la Gran Madre Galaxia en una u otra forma, al considerarla el origen de la Vida y la fuente del alimento espiritual. Existen mitos que cuentan que las estrellas de la Vía Láctea son las semillas del vientre de la Diosa. “De ahí que se presente – Martín Cano – en obras arcaicas, como una figura femenina con el vientre, o con un enorme triángulo púbico, repleto de estrellas o de puntos, lugar donde la Diosa guarda las semillas de todos los seres”. Y, dado que las diosas primigenias, como luego los dioses, son hermafroditas, también simbolizan su semen, que al penetrar en la Tierra engendra todo tipo de criaturas.
En el panteón mexicano encontramos a la Gran Madre Mixcóatl, la Serpiente de Nubes, aunque los Aztecas u otros pueblos antes que ellos, nos la presentaran como un héroe solar que derrota al antiguo matriarcado de Itzpapálotl, la Mariposa de Obsidiana; o a Citlacueya, la de la falda de estrellas; o incluso a la Gran Madre Coatlicue. Los 400 hijos de todas ellas, los Centzonhuitznahuas, son las Pléyades. También la Pacha Mama, en los Andes, es una Gran Madre, no solo terrestre, sino galáctica.

¿No está Dios en lo alto de los Cielos?
¡Mira la cabeza de las estrellas, qué altas!
Y tú dices: "¿Qué conoces de Dios?
¿Discierne acaso a través del nublado?
Un velo opaco con las nubes para él
y anda por el contorno de los cielos".
Job. 22. 12-14.
Representación bíblica del Cosmos.

Prácticamente, todas las culturas dividieron el Cosmos, prefigurado por este cruce galáctico, en tres grandes ámbitos. El Mundo de Arriba o Morada de los Dioses, situado en el ramal de la Vía Láctea asociado con el Norte y el Solsticio de Junio; el Mundo de en medio, la Tierra Celeste, de la que la terrestre es su reflejo, al igual que la Jerusalén Celeste se refleja en la terrestre, y situada en el plano ideal trazado por la Eclíptica y limitado por los cuatro puntos solsticiales y equinocciales; y el Mundo de Abajo, la Tierra de los Antepasados o Tierra de los Muertos, el Inframundo, el Hades, Ameti, Océano, situado en el ramal de la Vía Láctea asociado con el Sur y con el Solsticio de Invierno. El camino-eje que une los tres ámbitos del Cosmos es la propia Vía Láctea: un río sagrado que lo mismo es el origen y nutrición de la Vida, como el camino que conduce desde el Mundo de los Dioses hasta la Tierra de los Antepasados, allá en lo profundo del Cielo Sur.
¿Dónde se encuentra la entrada al Inframundo y a la Tierra de los Antepasados?
Dicen los Incas que Hanpátu, el sapo, junto con hombres y perros, es el único ser que posee un espíritu que sobrevive a la muerte. Por eso, los cancerberos, los perros negros, conducen a los puertos hasta el Cielo Sur donde habita el Sapo en la forma de una pequeña nube negra cerca de la Cruz del Sur.

Constelaciones circumpolares del Sur. Son visibles la Cruz del Sur, los Ojos de la Llama, Alfa y Beta Centaury, la nube negra del Sapo y Lluthu, la Perdiz.
Sullivan cita al cronista Ávila que registra una curiosa historia a propósito de un encuentro que el último Inca, Huayna Capac, tuvo con Viracocha. El dios le invita a realizar un viaje hasta el Titicaca, pero antes ha de enviar emisarios a las regiones inferiores para recoger un regalo que le ofrecen los Antepasados. El Emperador envía como emisarios a algunos chamanes, al cóndor, al halcón y al vencejo. El primero en llegar es el vencejo y es el que recibe el presente para el Inca.

El 1 de Febrero de 1524, a las 6.52 PM, en la latitud de Cuzco y en el momento en que los chamanes-aves visitaban el Inframundo, la Vía Láctea se encontraba en conjunción supeior con Géminis. W. Sullivan. o.c.

El 1 de Febrero de 1524, según el mito, Viracocha se encuentra con Huayna Cápac. El encuentro fue representado en los Cielo por la conjunción Saturno-Júpiter. El hecho, a nivel estelar, ocurrió a las 6,52 PM de ese 1 de Febrero del 1524 en la latitud de Cuzco. W. Sullivan. o. c.

Tal como cuenta el mito, el 5 de Febrero de 1524, a las 6,24 PM, en la latitud de Cuzco, el chamán-ave observa a una diminuta mujer que desaparece en el momento en que sale el Sol . En el plano estelar, apreciamos la conjunción de los tres planetas-dioses en el momento en que Venus asoma por el horizonte como estrella vespertina. W. Sullivan o.c.

"Exactamente cinco días más tarde", dice el mito, el chamán-ave entrega el regalo del Señor del Inframundo a Huayna Cápac y Viracocha. En el mapa estelar, podemos apreciar como Venus, Júpiter y Saturno están en conjunción con Marte a escasos grados de distancia. El hecho estelar anuncia la invasión de los españoles.

La configuración estelar del 10 de Febrero de 1524 a las 6,53 PM, en la latitud de Cuzco, muestra como Marte, "el pariente", es dejado a solas para supervisar la guerra civil entre los incas y la inminente conquista española. W. Sullivan o. c.
Lo interesante de esta historia es que el mito recurre a las aves, mensajeras de los dioses, para llegar a la Tierra de los Antepasados, así como a los chamanes capaces de convertirse en aves. Aquí el mito sigue siendo lógico. Las aves vuelas en el Cielo y la Tierra de los Antepasados está en el Cielo. Desde otra clave del mito, son, como señala el Rig Veda, un símbolo del espíritu, del alma. Pero en la clave astronómica, los animales son estrellas; luego, el cóndor, el halcón y el vencejo son las estrellas situadas, en línea recta, cerca de la Llama Celeste y que forman el travesaño de la Constelación llamada en los Andes, por eso del sincretismo, la Cruz del Calvario, situada en la cabecera de Escorpio, allí donde está el puente al Mundo de los Antepasados y donde la Eclíptica cruza a la Vía Láctea.
En esta zona del Cielo Sur, convergen tres formaciones estelares: la Zorra Celeste, la Llama Celeste y la Cruz del Calvario. Como demostró Sullivan, estas configuraciones estelares se encontraban en salida visible, en el Solsticio de Diciembre, en la época Inca.

EL horizonte Oriental a la salida heliacan del Solsticio de Diciembre, muestra  la "apertura" a la Tierra de los Antepasados en la época incaica. El plano estelar es el del cielo en la latitud de Cuzco el 12 de Diciembre de 1432 a las 3,42 AM. W. Sullivan. o.c.
En ese momento del año, culminaba el Capac Raymi, la celebración que los Incas hacían a los Antepasados, momento en que estos regresaban a la Tierra para reanimar el poder de la tradición y ponerse en contacto con sus parientes vivos. El momento más importante de éste ritual Inca, que aún se celebra en algunas de sus partes, era un ágape entre vivos y muertos y que duraba cuatro días. El Capac Raymi se llevaba a cabo aprovechando la ventana del Solsticio, cuatro días (dos antes del solsticio, el día del solsticio y uno después) en los que el Sol parece quedar inmóvil en su punto de salida más al Sur, por el Este.
El padre Molina cuenta que el último día del ágape con los antepasados, los guerreros que habían sido nombrados caballeros poco antes, rompían su ayuno para festejar con ellos. En esos días también se sacaban las huacas de linaje de todas las tribus del Imperio, así como las huacas momificadas de los emperadores Incas ya fallecidos. Esto era posible, la venida de los espíritus de los Antepasados para festejar con los vivos, porque la puerta estelar que comunicaba el Mundo Intermedio con el Mundo Inferior estaba abierta, el puente estaba transitable y era accesible en el horizonte cuando el Sol salía en el Solsticio de Diciembre. En ese momento, la Vía Láctea, era visible en el horizonte, permitiendo a la Tierra conectarse con el Gran Río Celeste, en cuyas orillas se encontraba el origen de todos los pueblos andinos y, según sus mitos, de todos los pueblos que viven en el continente americano.
Durante esta festividad, solían tocarse conchas de caracoles marinos, mostrando con ello, en el simbolismo de la concha, la relación existente entre el Solsticio de Invierno, la Vía Láctea y la profundidad del Océano Celeste. El sonido de la concha marina anunciaba la apertura de la puerta estelar, una puerta por la que los Antepasados regresaban a la Tierra e, incluso, por la que se entraba en una nueva encarnación a través de la vagina de la Gran Madre Galaxia, a la que aún hoy en día se la llama concha: un término ritual de la astronomía arcaica para designar el Solsticio de Diciembre.


En el mito del diluvio griego, cuando Tritón sopla a través de una caracola marina, las devastadoras aguas del diluvio se desatan. La concha que toca Tritón había sido convertida en instrumento musical por Algokeros-Capricornio, dios de la región del Solsticio de Invierno, en aquella Edad del Mundo en la que Aries conducía al Sol. También entre los mayas encontramos la misma asociación entre la concha marina y el Solsticio de Invierno; así como con el caparazón de la tortuga marina, de la que nace el Dios del Maíz, representa al Solsticio de Junio; la concha marina, entre los mayas, no sólo representa el cero y la galaxia, sino también al Solsticio de Diciembre. El propio Quetzalcóatl, cuando para poblar el mundo, después del último diluvio, ha de acudir al Inframundo a recuperar los huesos de los antepasados, logra introducirse en él soplando a través de una concha marina que pertenece al propio Señor del Inframundo. Así, pues, el acceso a la Tierra de los Antepasados, así como al Mundo de los Dioses, se realiza desde la Tierra Celeste. Pero, cuando los mitos hablan de éste lugar, ¿a qué se están refiriendo?
Santillana y Dechend, los autores del “Molino de Hamlet dicen que:
<<Tierra en el sentido más general, significa el plano ideal trazado a través de la eclíptica...>>
y, <<las cuatro constelaciones que salen heliacalmente en los Equinoccios y los Solsticios determinan y definen una “tierra”, [esta] se define cuadrangular.>>
La Tierra era cuadrada para los antiguos, no porque fueran ignorantes, sino porque cuando hablaban míticamente de ella, se estaban refiriendo a este plano celeste.
<<Y puesto que las constelaciones solo rigen temporalmente las cuatro esquinas de la “Tierra Cuadrangular” [debido a la precesión] puede decirse correctamente de esa “Tierra”, que perece y que una nueva tierra sale de las aguas [celestes] con cuatro nuevas constelaciones [los cuatro pilares que desde sus cuatro ángulos sostienen el Cielo] que salen en los cuatro puntos del año.>>
 


En nuestros manuales de Historia y en las Historias de la Ciencia, se atribuye a Hiparco de Nicea el descubrimiento de la Precesión. Hiparco vivió entre el 190 al 120 a.d.C., nació dos años antes de que muriera Eratóstenes que fue famoso por haber medido un arco de meridiano con un mínimo margen de error y por haber establecido con precisión el radio de la Tierra. Hiparco no sólo fue famoso por haber elaborado, desde nuestro punto de vista occidental, el primer catálogo de estrellas estableciendo las coordenadas eclípticas de su posición, sino también porque pretendió fijar la posición del Equinoccio de Primavera sobre el fondo de las estrellas fijas. Fue también el inventor de la trigonometría que le permitió relacionar las medidas angulares y las lineales; ajustó la medida de la distancia entre la Tierra y la Luna que ya había establecido Aristarco de Samos.
Los sacerdotes-astrónomos de Sumeria y Egipto ya habían estudiado y cartografiado los cielos, señalando sus constelaciones, identificando en ellas el curso del Sol, los periodos de la Luna, los eclipses, etc. Pero dichos conocimientos, al estar mezclados con mitos al decir de nuestra visión materialista, y no tener, desde la perspectiva de la Ciencia, una base empírica, no fueron tomados en consideración, a nos ser el de ser considerados como los primeros intentos de un estudio de los cielos. En cambio, nuestros ojos y, con ellos, las raíces de nuestro pasado, se pusieron en el mundo griego, proyectando sobre él nuestros propios prejuicios que elevamos a la categoría de virtud. Así, aunque el conocimiento que pudieron tener los griegos sobre astronomía podía no diferir mucho del que tuvieron los babilonios, nosotros preferimos establecer que los astrónomos anteriores a Hiparco, incluso el propio Hiparco, lograron sacar provecho (léase científico) del pseudo-conocimiento que los antiguos tenían sobre los eclipses y de lo que ocurría alrededor del Equinoccio para fijar sobre el fondo de estrellas la posición del Punto Vernal o Punto Aries y su opuesto. Es decir, los puntos en los que el Plano del Ecuador corta la Eclíptica.
Hiparco, en el año 141 a.d.C., calcula la longitud de la Eclíptica de la estrella Alfa, de la constelación de Virgo, conocida como Espica o Espiga; por ello, la Diosa Virgen lleva una espiga de trigo en la mano. El cálculo fue de 174º 7´30´´.  Al comparar sus coordenadas estelares con las que Timocaris y Aristilo había registrado dos siglos antes, aprecia que las longitudes han variado. Repite el experimento de Timocaris observando un eclipse total de Luna cerca del Equinoccio y comprueba que el Punto Vernal ha variado. Spica, que Tumocaris había localizado a 8º del Equinoccio de Otoño, en su época solo estaba a 6º de dicho Equinoccio. Así descubre o redescubre el fenómeno de la Precesión. Establece que el Sol retrograda 2º cada 160 años, es decir, 45´´ por año, y fija en 28.800 años el giro completo, al que Platón llamó Gran Año. Claro que Platón, más preciso, bebía en otras fuentes. Pero que yo sepa, Hiparco no elaboró ninguna teoría sobre el fenómeno de la precesión equinoccial, simplemente acumuló datos sobre el fenómeno.
 En 1802, el astrónomo inglés Maskeline hace los cálculos referente a la misma estrella Alfa de Virgo, y establece su longitud eclíptica en 201º 4´ 41´´. La diferencia con el dato de Hiparco es de 26º 57´ 11´´. Como desde el momento en que Hiparco llevó a cabo sus experimento había transcurrido 1943 años, el desplazamiento anual del Punto Vernal en la Eclíptica había sido de 50´´, de los cuales 16´´ correspondían a la precesión solar y 34´´ a la lunar. Desde estos datos, el giro completo era de unos 26.000 años.
A pesar de que Hiparco no dedujo el valor correcto de la precesión, la causa, desde nuestro punto de vista, era que no disponía de los precisos instrumentos de los que nosotros disponemos, por lo que es considerado como una de los padres de la Astronomía Científica. Pero, ¿por qué la Precesión de los Equinoccios tuvo tanta importancia para las culturas antiguas?

(Continua)


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