domingo, 29 de marzo de 2015

La Fuente Iluminada 12

 La Fuente Iluminada
(Continuación)

Cuarta Parte
Los hilos de oro de la Creación


El Rayo de Creación

El rayo que parte de la idea primigenia está formado por siete elementos. Dos de ellos pertenecen al arcano arquetípico, y son considerados como la esencia que se tiene que desarrollar en los mundos inferiores inmediatos. Otros dos pertenecen al mundo mental, y efectúan su acción en las esferas más cercanas a la Tierra. Sus propiedades se manifiestan a través del mundo físico, y ellos demandan de la materia la ejecución de todo lo que se va planificando desde el plano donde se encuentran. Luego están los elementos de la dualidad, de la polaridad, el hombre y la mujer, y su trabajo es en el amor y en la luz. Tienen que llevar a cabo la difícil tarea de la realización de la Obra en el plano físico, a través de las pruebas de la Vida manifestada. Por último, existe un ser solitario, que puede ser hombre o mujer según convenga, que es el que pone punto final a la manifestación del rayo, sublimando su vida a través del espíritu, haciendo con ello que la acción de los otros seis sea perfecta en sí misma y a través de él.
(...)


Sólo tienen vida material tres elementos: la pareja hombre-mujer y el otro. El rayo nace del principio de la manifestación, desciende en círculos hacia abajo formando esferas, por donde va bajando su vibración hasta poder llegar al mundo físico sin perder su esencia original, conservando su armonía hasta su manifestación última. Es sonido, es luz, es color, es todo aquello que emana del poder supremo a través de la Belleza y de la Forma. Su poder está oculto a vuestros ojos, pero por vosotros mismos es manifestado y alcanza su realización aquí en ésta esfera. Nadie interfiere en esta cadena. Todo está determinado desde su punto de origen hasta la manifestación acabada. Todo es perfecto en la voluntad divina.

 Los ritmos del Rayo de Creación
 Todo aquello que deseáis o que queréis saber está regido por los siete rayos que existen al unísono. Cada rayo tiene su tiempo de descenso y luego cede su lugar a otro para que así, alternativamente, vayan girando sobre la rueda de la Vida. Esperar a que el rayo que determina la acción caiga en la hora de la Ley, y veréis como los acontecimientos esperados surgen ante vuestros ojos como las flores que se abren bajo la lluvia en un segundo.
Mirar a vuestro alrededor y comprender esto que os digo. Ahí abajo tenéis ejemplos claros de como a cada cosa le corresponde un sitio, un tiempo. No antes, no después, sólo en su minuto exacto. Así nacéis, así morís, y así van naciendo y muriendo los sucesos de vuestras vidas. Aquellos momentos que, si los sabéis aprovechar, os convertirán en hombres libres con plena conciencia de sus destinos.

 El canto de las estrellas


 Las tablas se están labrando y están hechas con piedras nuevas nacidas del esfuerzo de los que las trabajan. Manos duras forjan el destino de los astros, porque duro es el camino a seguir en la vuelta de la espiral. Los vientos cruzan los espacios con canciones que traen en sus notas sonidos estelares perdidos entre los mundos, y ese eco, al ser escuchado por las diferentes esferas, sube girando como un remolino de fuerza que envuelve en un torbellino los mundos que danzan a su compás melodioso.
Las raíces del árbol crecen y suben por toda la escala. La fuerza discurre de abajo a arriba y de arriba a abajo. Todo queda lleno de vida, de pálpito, de esencia. El amor fluye de un lugar a otro, lentamente ocupa espacios antes vacíos y llena de colores y aromas los silencios y las soledades.
La mano del Padre se abre y se extiende. Es infinita, y cubre en su plenitud Universos inmensos y complejos, que quedan prendidos a su piel y brillan en sus dedos como joyas luminosas hechas de soles. Las estrellas van cantando todo lo que su Palabra pronuncia. Cada nombre sagrado es dicho, creado, puesto en movimiento y lanzado a su propio encuentro a través de los espacios infinitos. El eco de esa Voz se repite paulatinamente en una armónica y constante cadencia que va cubriendo las líneas que cruzan los mundos. Gira, envuelve, cambia, empuja con su fuerza el soplo del viento de la Vida, y todo es lleno y vivo en una espléndida plenitud.
El amor es tan profundo, que no existe lugar vacío ni pequeño escondite a donde no pueda llegar. Es como una inmensa corriente que abarca y arrastra en sí misma la Creación entera. Y es por el amor que el Padre emana que las cosas en sí mismas adquieren realidad, al ser tocadas por él.
Los rayos suben y bajan. La escala resuena con todos los sonidos vibrando a la vez. Es como la difusión de un Todo reflejándose en un espejo inexistente, donde las imágenes se crean y se destruyen por un instante cabalgando en su sonido, como el reflejo de un sueño de aire. Las notas así emitidas son lanzadas y se van condensando hasta adquirir forma y especie. Todo queda envuelto como en una danza sacra. Es envuelto y vuelto a envolver por otra notas diferentes, y sin embargo iguales, que suplen los espacios vacíos dejados por las notas que se diluyen en su aire.
Esperar el alba que sucede a la negra noche. Los pájaros callan en la oscuridad, pero se oye su canto al más leve resplandor de la luz. Que ella alumbre vuestro despertar final a esa gran luz del alma que ya se acerca a vosotros.
Amar y esperar. Aquello que alcancéis os abrirá las puertas de lo eterno, y saber que lo eterno también puede estar aquí. Cambiar vuestra luz por el calor del amor y hacer de las dos cosas una sola, en donde los dos polos se fundan en un esparcir hacia fuera , pues los giros os obligan a expandiros. Luego la espiral os proyectará hacia dentro, a la inversa, para alcanzar vuestro centro.
De ahí saldréis crecidos, sin límites, porque ese es el centro del abismo donde está el poder de lo que ES por sí mismo. En ello está la resolución final. El Universo os espera.

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