<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 24/01/93>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: La leyenda de Narciso
<SUBTÍTULO>: El hombre cautivo de su propia imagen.
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: Narciso como símbolo del egoísmo y la vanidad
<SUMARIO>: Eros es la energía creadora del Universo, puesta a funcionar por el Amor y expresada por la polaridad masculino-femenina.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Cuenta la leyenda que Narciso, al mirarse un día en la tranquila
superficie de las aguas de un lago, contempló por primera vez su bello rostro.
Fascinado por su belleza, quedó cautivo de amor por su propia imagen. Imagen
que sólo era el reflejo de otra más profunda que en la leyenda está simbolizada
por la ninfa Eco.
(...)
La imagen de Narciso que se refleja en la superficie del lago, se
burla de él y, cuando quiere cogerla, huye. Narciso no advierte que la imagen
que huye, no es su reflejo superficial, sino otra más profunda, un eco de su
propia alma.
La ninfa Eco que habita en la profundidad del lago, al ver a Narciso
atrapado por su bello reflejo, por la "imagen de sí", se burla de él y escapa. Narciso no supo ver en
lo profundo. Víctima de su delirio, va languideciendo hasta morir de amor de si. Simultáneamente, Eco se va
marchitando hasta que los dioses, compadecidos por su dolor, la convierten en
una Roca. Su espíritu, al faltarle su complemento, no pudo ser curado y, cuenta
la leyenda, que aún sigue vagando por los bosques.
El no ver de Narciso, el no ver en lo profundo de su realidad
anímica -el lago-, la imagen de su Alma -la ninfa Eco-, que se manifiesta como
tal, es lo que la fábula quiere resaltar.
Para Narciso, ver hubiera
significado nacer, pues la unión de
la persona con su alma, esa hierogamia sagrada, le hubiera permitido nacer al
mundo espiritual. Si no hubiera quedado atrapado por el reflejo superficial de
su propia imagen, habría visto que por la mediación del espejo de las aguas -su
plano emocional-, se generaba en lo profundo el lado oculto y complementario de
si, y habría escuchado la llamada a la unión amorosa con la visión.
Esta unión es un estado de conciencia que se va desarrollando a lo
largo de una espiral de energía, a la que los griegos llamaban EROS o energía vital generadora que
mantiene la existencia de todo el universo creado.
En la metáfora, el Amor de Dios creando es Eros, el cual se expresa a
través de dos principios polares y opuestos, pero a la vez complementarios: uno
masculino y otro femenino. Este Eros Cósmico se prolonga y manifiesta en el
Eros humano.
Eros y sexo no son la misma cosa. Eros es la energía creadora del
Cosmos puesta a funcionar por el Amor y expresada por la polaridad. En la
creación manifestada se expresa a través de distintos niveles que se
desarrollan en una espiral. Una espiral del Eros.
En la base de esta espiral, estarían los que sólo conocen el amor
sexual e instintivo. Un poco más arriba estarían quienes unen la emoción y el
sentimiento a la sexualidad y al instinto. Instinto y sexualidad son dos
funciones biológicas que hace que los dos principios energéticos de Eros entren
en relación. En el tercer nivel se encuentran los que han logrado integrar en
la unión: sexualidad, sentimiento y mente. El cuarto nivel lo formarían
aquellos que habiendo unificado sus espirales base, integran en la unión el
Alma. Y en el punto más alto de la espiral del Eros humano se situarían los que,
a todo lo anterior, unen el Espíritu, con lo cual el Eros Cósmico se manifiesta
plenamente en el mundo.
Este proceso espiritual que en algunas tradiciones se llama Reintegración, permite a la polaridad masculino-femenina, cuerpo-alma, entre otras cosas,
completar su propia realidad mental con la visión
del complementario. La visión lleva a la unión que no es otra cosa que un
estado de conciencia.
Esta fue la realidad no vista
por Narciso, aunque el caballero del Grial la llevara en su corazón.
Cada uno de esos niveles en la espiral del amor, corresponde a una
frecuencia energética que se mide en grados de perfección amorosa. El misterio
de Eros nos revela el secreto del Amor. Explica que todos los tipos de amor son
iguales desde el punto de vista de la energía única creadora llamada Eros, pero
según en que punto de la espiral midamos esa energía, aparecerá con
intensidades diferentes.
Todo amor, ya sea que le llamemos maternal, altruista, cristiano, de
pareja, incluso materialista, es básicamente energía erótica. Eros es la fuerza
motivadora que impulsa al sujeto a crear, dentro de cada unos de los planos de
la manifestación amorosa, aquello que es el objeto de su deseo. Actuando a
nivel sexual crea formas físicas, actuando a nivel emocional y mental crea formas
astrales y mentales, cuando actúa a nivel del Alma crea seres andróginos en su
naturaleza interna, y si lo hace a nivel Espiritual crea seres espirituales.
En esta realidad se apoya esa otra por la que cada ser humano, hombre
o mujer, puede crear en otros planos más allá del físico, al llevar
incorporados en si mismo su contraparte creadora: el Alma.
Lo que Eros nos revela es que el secreto del auténtico amor no es la
fusión de la polaridad en un sólo ser, sino su complementaridad en un tercer
ser, hijo misterioso, de naturaleza andrógina, en el que la pareja se funde sin
perder su aspecto polar e individual.
La fuerza del Eros Cósmico le llega a Narciso en forma de Eco. Pero
como esta ciego y sordo a lo que no sea la imagen que
tiene de si, no percibe que la imagen generada en la profunda oscuridad de su
lago emocional es la de su Alma, expresión del polo femenino de la Divinidad, que le
permitirá complementarse y unificarse.
Según Clemente de Alejandría, Cristo habría dicho a María Salomé:
"los
hombres no verán la verdad, antes de que dos no se hayan hecho uno, y del
hombre y de la mujer no haya nacido un tercer ser, ni hombre ni mujer."
En otro contexto, Plotino decía:
"Los
amantes que deseen fundirse para hacerse uno, imitan sobre la tierra, la Unión Divina."
En el Evangelio de Tomás se dice:
"Cuando
hayáis hecho de dos uno (...) del varón y de la hembra un sólo ser, de modo que
el varón no sea varón, ni la hembra, hembra (...) entonces entraréis en el
Reino."
Esta palabras pueden llamar nuestra atención y parecernos extrañas
porque, en nuestra, cultura la desacralización de Eros ha dado lugar a
experiencias místicas y no místicas desviadas. En cambio, en otros contextos
tales como el yoga tántrico, Eros es el sustento del éxtasis. La vía sufí de la Unidad, aún en experiencias
extremas como las de Ibn Arabí, se asume el polo femenino de Dios.
La Cábala y muy especialmente "El Zohar", hace de las dos
columnas del Templo, una masculina y otra femenina. Y en la tradición hebraica,
un rabino célibe no podía oficiar en el Templo de Jerusalén, ya que la unión
del hombre y la mujer es el prototipo de las nupcias entre el Santo de los Santos y la Shekhinah,
la potencia femenina de Dios. Y ese extraño libro que es el "Cantar de los Cantares", no
es sino una proyección de éste Eros Divino.
Mientras Narciso adultera su fuerza erótica, su energía creadora, al
quedar enamorado y prendido de su imagen externa, de las creaciones físicas y
superficiales, siendo por ello ciego y sordo a la otra imagen más profunda, la
del Alma, cuya llamada le llega en un Eco que no escucha, el Guerrero del
Grial, Lancelot del Lago, rechaza la imagen de si, rechaza sus creaciones
materiales, por la fuerza del amor de la Ella
que lleva en su corazón: un escudo de luz que le protege de los falsos engaños
y que le conduce al encuentro con su Alma, hecho que a veces puede
personificarse en la realidad física, al encontrar encarnada la polaridad
espiritual complementaria, la que se corresponde con su propia alma.
Pero esto es otra historia, como diría Kipling.
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