lunes, 4 de enero de 2016

El "Libro del Hombre" y el "Libro de la Naturaleza".



<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 14/02/1993>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El Libro del Hombre y el Libro de la Naturaleza
<SUBTÍTULO>: El matrimonio entre el Alma y el Espíritu
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: Árbol de la Vida. En él, los seres humanos son imagen y semejanza de lo divino.
<SUMARIO>: La Luz que el Alma pone a disposición del Espíritu son los "Ojos" que permiten al Ser Espiritual llamado Hombre "Ver" espiritualmente.
<CUERPO DEL TEXTO>:

El hombre no puede completar su vuelta a la Unidad, mientras no haya leído, comprendido y experimentado los dos libros que constituyen el Universo Creado: el "Libro de la Naturaleza" que tiene siete páginas y el "Libro del Hombre" que tiene diez páginas, siete de las cuales son las mismas que las del Libro de la Naturaleza.
(...)
El Libro de la Naturaleza, inalterable al sarcasmo humano, mantiene la constancia de sus leyes más allá del tiempo, la cultura, la ciencia y la moral. Sus siete hojas se corresponden a los siete centros de energía situados debajo de la cabeza del Gran Hombre Arquetípico; son las siete sephiroth inferiores del Árbol de la Vida.
Conocer estos libros, es comprender lo que une el Hombre a la Naturaleza y, también, lo que lo diferencia, pues siete partes de él son esa misma Naturaleza. El Libro del Hombre posee tres hojas, tres centros más de energía que no están en la Naturaleza y que hacen del Hombre algo diferente de ella. Muchas visiones románticas y sentimentales sobre las relaciones del Hombre y la Naturaleza serían correctamente encauzadas si esto fuera comprendido.
Las siete hojas del Libro de la Naturaleza son el matraz, la matriz, la copa, que nos ofrecen un conocimiento sobre el que la mayor de nuestras dudas no altera ni un ápice la realidad de sus leyes. ¡Tal es su inteligencia!
Cuando la Biblia dice que Eva nació de Adán, no se refiere a lo corporal, sino al Alma. En el Árbol de la Vida, ese centro de energía llamado Binah o Inteligencia, por el que se expresa la polaridad femenina de la Divinidad, nace o se separa de Hochmah o Sabiduría, el polo energético masculino, por una reducción y condensación de esa misma energía. Ambos se unifican en un tercer centro energético cuya unidad coronada se llama Kether.
Estos tres centros de energía, que a la vez son Uno, son las tres hojas superiores del Libro del Hombre y constituyen el polo positivo de la realidad energética de la Unidad, mientras que los siete centros del Libro de la Naturaleza conforman su polo femenino.
El hombre, al poseer en su naturaleza los dos polos de la energía divina, es semejante a Dios. Hombre y Mujer -el Hombre-, alternan y experimentan en sus sucesivas vidas cada uno de los dos polos. Si uno se exterioriza físicamente, el complementario y opuesto polar queda interiorizado como expresión anímica.
Podemos decir que existe una triple unidad creadora llamada Dios (sea lo que fuere que signifique esta palabra), que crea una séptuple unidad llamada Naturaleza. Ambas son el Hombre. A esto añade la Tradición que todo cuanto existe es Dios, Hombre y Naturaleza, siendo el Hombre el Ser Espiritual mediador que integra en si los dos polos de todo cuanto existe: Dios y la Naturaleza.
Dentro de este lenguaje simbólico y a la vez real, podemos imaginar lo femenino, la mujer, la Naturaleza, como una copa, siendo ella la copa misma y su contenido el Alma, protegida por una cubierta o sello para impedir que lo que caiga en el interior de la copa la mancille. Esta copa o Grial está protegida a su vez por un campo de energía que la envuelve.
Las energías e influencias que llegan al útero donde reposa el Alma, influyen en la mujer y en lo femenino. Y aunque no modifiquen el contenido primordial del Alma, la hacen portadora de vibraciones fastas y nefastas.
La cubierta del Grial, el campo de energía que envuelve la copa, sólo se abre cuando algo íntimo a lo femenino se siente atraído por la fuerza o energía que busca penetrarla. Así acepta o rechaza, dependiendo de su grado de evolución, equilibrio psicológico y nivel de conciencia. Aquí se oculta el secreto de la virginidad y el por qué María -la Naturaleza-, el Alma, el Grial, era Virgen a pesar de haber concebido.
Cualitativamente, la mujer, lo femenino, es lo que su Alma trasunta. En éste hecho se inscribe el misterio del Grial en el que tantos guerreros fracasamos. Porque depende de lo que como guerreros depositemos en esa copa que tenemos que beber, de la manera en que el Alma femenina sea fecundada por el Espíritu masculino, y de lo que Ella le aporte para constituir un Ser Espiritual. Es esta Conniutio Oppositorum entre el Alma y el Espíritu, un símbolo en cuyo estudio muchos pierden la vida.
En el "Perceval" de Chretien de Troyes se dice de Ginebra, la esposa de Arturo, y que Lancelot llevaba en su corazón:
"Del mismo modo que el sabio nutre y alecciona a los niños, mi Señora la reina alecciona e instruye a todos los seres vivientes. De ella mana todo el bien del mundo, ella es la fuente y el origen. Nadie podrá despedirse de ella y marchar desalentado, pues ella sabe bien lo que quiere cada cual y la manera de complacer a cada uno según sus deseos".
Los trovadores decían en sus canciones, allá por la mitad del siglo XII, cuando el amor cortés fue inventado, que el elemento divino que se expresa en la mujer, es el que sirve de sustento e inspiración al elemento divino que se expresa en el hombre, permitiéndoles elevarse a alturas que estaban fuera de su alcance en condiciones normales.
El "Zohar" dice que
"Cuando la luz penetra la sombra, ambas son fecundadas. La luz, elemento masculino, y las tinieblas, elemento femenino, se unen y forman la Unidad".
No deja de resultar curioso que para la cábala, la palabra hebrea que significa acoplamiento sea ZIVUG, que contiene las letras de la palabra ZUG, pareja, y cuyo sonido se parece tanto a la raíz de cigüeña de la que ya hablamos en otro artículo. El acoplamiento de la pareja permite que óvulo y espermatozoide entren en relación formando una célula germen o cigoto.
La Creación es la Energía Divina fluyendo de la Fuente, llevando en su seno las cualidades de Esencia, Presencia, Amor, Ley, Vida y Sentimiento Divino. Esta energía es la Naturaleza, lo femenino de la Divinidad y, ella, es el Alma: un principio inteligente y no individualizado de la Creación. Lleva la potencialidad de desarrollar este principio inteligente hasta convertirlo en el acto de la propia Divinidad. Su cualidad fundamental es el Amor y el Alma lo desarrolla a través de su facultad sensitiva, para convertirlo en el motor del sentimiento.
Al ser creada, el Alma recibe una energía complementaria que la envuelve y compenetra: es el Espíritu. Su función es la de penetrar el Alma y producir la reacción energética que de nacimiento al Ser Espiritual. Sus cualidades son Sabiduría, Orden, Equilibrio y Fuerza. Su labor es pensar y razonar. Pensamiento y el razonamiento le hacen progresar y llevan al Ser Espiritual que es el hombre a producir acciones libres.
En cada acción que realice el Ser Espiritual encarnado, el Alma, a través del Amor, actúa de motor impulsor, y al sentir la responsabilidad de la acción, emite una información indicadora del grado de acierto o desviación de la Ley Divina. Es su grado de Inteligencia. Información que va dirigida al Espíritu para que la acción de este, poseedor del libre albedrío, se vaya haciendo cada vez más consciente, convirtiéndose en Sabiduría.
El Alma, como conciencia del Espíritu, es la brújula indicadora del camino que el Ser Espiritual recorre. Ella debe aprender a incrementar su capacidad sensitiva, la que expresa como vibraciones de amor.
La Luz que el Alma entrega y pone a disposición del Espíritu para guiarle, son los Ojos del Alma, los radares que permiten al Ser Espiritual ver espiritualmente. A través de esa visión recibe y comprende los conocimientos que seres espirituales superiores le suministran en una ayuda fraterna.
En su trabajo de investigar, razonar y adquirir nuevos conocimientos -es el trabajo del Espíritu-, y, con la ayuda del Alma al discernir lo acertado de lo erróneo, el Ser Espiritual llamado Hombre, va abriendo, tanto como le sea posible, el Ojo del Alma: su guía y su visión en las realidades que están más allá del plano físico.
Un cabalista decía:
"¡El Amor consiste en retirarse para que el ser amado sea!".

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