La Singladura de Occidente
Capítulo 46
Capítulo 46
Nuestro destino histórico: morir en la guerra.
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El sacrificio de Isaac. Mmosaico bizantino. Sinagoga Beit-Alfa. Israel. S. VI |
Durante cientos de
miles de años, y antes de que aparecieran las sociedades históricas hace unos 6.000
años, la humanidad carecía de destino
histórico. La Historia
aparece cuando lo hace el Estado, la dominación y las guerras de conquista y se
pone en movimiento irradiando civilización, pues considera que todo lo anterior
es barbarie.
(...)
Pero no nos engañemos. Su rostro grandioso -civilizaciones que construyen magníficas ciudades llenas de templos, pirámides y magníficos palacios encuadrados en un prodigio de organización urbana y técnica, con vías de comunicación terrestres y marítimas para el desarrollo del comercio, con centros del saber para el desarrollo de la mente y el pensamiento, haciendo sobresalir las artes y las ciencias…-, oculta otro rostro sombrío: el de la violencia del Estado. Éste, no solo está ebrio de sus grandiosas construcciones, sino también por sus abominables destrucciones: sociedades sojuzgadas o masacradas, saqueos, incendios de bibliotecas, destrucción y depredación de objetos de arte y símbolos, por ser considerados politeístas, monoteístas, cristianos, islámicos, o vándalos. Desde que surgió la Historia, “no ha habido un año, y probablemente ni un mes, donde no se haya derramado sangre…” (Regis Viguier), su figura más sobresaliente es la muerte.
(...)
Pero no nos engañemos. Su rostro grandioso -civilizaciones que construyen magníficas ciudades llenas de templos, pirámides y magníficos palacios encuadrados en un prodigio de organización urbana y técnica, con vías de comunicación terrestres y marítimas para el desarrollo del comercio, con centros del saber para el desarrollo de la mente y el pensamiento, haciendo sobresalir las artes y las ciencias…-, oculta otro rostro sombrío: el de la violencia del Estado. Éste, no solo está ebrio de sus grandiosas construcciones, sino también por sus abominables destrucciones: sociedades sojuzgadas o masacradas, saqueos, incendios de bibliotecas, destrucción y depredación de objetos de arte y símbolos, por ser considerados politeístas, monoteístas, cristianos, islámicos, o vándalos. Desde que surgió la Historia, “no ha habido un año, y probablemente ni un mes, donde no se haya derramado sangre…” (Regis Viguier), su figura más sobresaliente es la muerte.
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El ángel detiene la mano de Abraham. Rembrandt |
El sociólogo francés
Gaston Bouthoul (1896-1980), un especialista en el fenómeno guerra, que acuñó el concepto “Complejo de Abraham” (“Ganar la
Paz. Evitar la guerra” Plaza &
Janes 1975), señala que uno de los capítulos más oscuros de la psicología social
es el de la relación entre generaciones. Este complejo podría definirse así: el padre mata al hijo
enviándolo a la guerra para que su ira no se vuelva contra él. Nos cuenta que entre los mamíferos que
constituyen grupos familiares, antecedente de la tribu patriarcal, tras el
combate sucesorio, los machos viejo son expulsados del grupo social por el
macho más joven vencedor, viviendo desde entonces cerca de su antigua familia,
pero sin poder acercarse a ella por encontrarse defendida por los machos más
jóvenes.
La sociología establece
por unanimidad que la
Humanidad, desde un sentido sociológico, comienza con la
prohibición del incesto, que precedió al descubrimiento de la paternidad, de
donde surgió la familia patriarcal y cuya consecuencia capital es que cuando
los jóvenes machos llegan a la edad adulta, dejan de ser los competidores de
los padres. “La libido de la nueva
generación se proyecta sobre los grupos vecinos… [que] se encargan de
proporcionar mujeres a los individuos nubiles.” (G. Bouthoul). Adjunta a
esta consecuencia se encuentra el hecho de que la agresividad también se
proyecta fuera del grupo patriarcal. Constituye una agresividad dirigida. “No matar” hace referencia a no hacerlo
con los miembros del clan.
La familia patriarcal
organiza el sometimiento de los hijos a los padres, primero en la tribu y luego
en la ciudad antigua. Los hijos tienen una función económica: son servidores y
colaboradores. Antes de que surgiera el conocimiento de la paternidad, los
hijos eran cuidados por el hermano de la madre, el tío. La figura del padre aún
no existía. Todavía en los mitos del Grial, Percival, que no conoce a su padre,
sale en búsqueda. Cuando comienzan a organizarse las sociedades modernas y nace
la vida política, las relaciones y los deberes de las sucesivas generaciones
son regulados por leyes y el poder pertenece a los Ancianos. Puesto que la guerra
es el culmen de las acciones políticas, la jerarquía de edad adquiere una gran
importancia. Roma, que fue el imperio de la Antigüedad que mejor
codifico el uso de la guerra, dividía a los soldados en tres grupos de edad:
los más jóvenes siempre eran los primeros en entrar en combate aguantando el
choque inicial, mientras que los otros dos grupo eran reservados, interviniendo
cuando el enemigo ya estaba cansado de matar.
Por otro lado, la
generación de los hijos era la continuadora de la obra de los padres, de sus
bienes y de su autoridad, que también se encontraba jerarquizada en el
primogénito y los que le seguían. Pero a veces, el padre vive más de lo normal
y el heredero se desespera, o el heredero es impaciente y desea liberarse del
padre. En las tribus patriarcales donde nacieron nuestras religiones, y avalada
por una larga tradición, los Dioses o la Providencia que ha concedido la fecundidad de las
cosechas, los rebaños y las nuevas generaciones, exige que le sea ofrecida en
forma de sacrificio el primer producto de esos dones concedidos. “Las acrópolis y templos de mármol… no eran
otra cosa que mataderos donde las tripas se derramaban sobre los altares de
mármol esculpido” (G. Bouthoul). El mito de Abraham sintetiza este oscuro
pasado.
El primogénito, no solo
es un orgullo para el padre y su sucesor, sino también un competidor. Freud
señala que el primer sentimiento violento de éste es la rebelión contra el
padre. Con el tiempo, como en el complejo de Edipo, este rencor se atenúa. Pero
cuando con la civilización se fueron suavizando las costumbres, esta rebelión
se traslada del plano individual al colectivo. El motivo de Abraham ya no se
admite, por ello es disfrazado y ennoblecido por consideraciones de orden
colectiva. Así, el padre (el Estado) sacrifica a los hijos (primogénitos o no)
que podrían rebelarse contra él, enviándolos a la guerra a fin de defender el
honor de la patria (la madre mancillada), con lo que, consecuentemente, o no
regresaban y problema resuelto o los que lo hacían (consumida ya la libido para
rebelarse) eran proclamados héroes y salvadores. Este Complejo de
Abraham -el padre mata al hijo enviándolo
a la guerra, para que su ira no se vuelva contra él-, sigue vivo y operativo en el día de hoy, pero los "hijos" hace tiempo que comenzaron a rebelarse.
Un poeta francés,
Jacques Prévert (1900-1977) escribió un poema titulado “Le Temps des Noyaux”. Nos dice:
Tened cuidado ancianos,
tened cuidado jefes de familia.………………………………………
Cuando echabais paja
siempre era el grumete quien perdía.…………………………………………
Es necesario que la juventud pase,
la habéis dejado fallecer.
Sobre esta roca fundacional, las tres religiones monoteistas, judíos, crsitianos e islámicos, sostienen tuvo lugar la prueba de fé de Abraham mediante el sacrificio de su hijo Isaac. Sobre ella estuvo en otro tiempo el Sanctasantorum del Templo de Jesusalén. Lugar ocupado hoy por el Domo de la Roca, un templo de planta exagonal islámico.
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