LA ENSEÑANZA ESOTÉRICA
( 4 )
Se necesita haber salido de la “Taberna-Mundo” y haber comenzado a “despertar”, aunque sea un poco, para poder “distinguir” y “separar”
las influencias (I.V.) de las otras
(I.C.). Se necesita “comprensión”. El “despertar” comienza precisamente con esa “comprensión”, con la capacidad para distinguir las influencias
mecánicas de la vida de las influencias conscientes. Si no somos capaces de
separarlas al recibirlas, si no somos capaces de ver y sentir su diferencia,
aquello nuevo que transmites actuará de forma mecánica en nosotros. Pero, si en
el momento de recibirlas somos capaces de llevar a cabo esta separación,
entonces, gradualmente, irá naciendo en nosotros una “comprensión” más consciente.
( 4 )
Volvamos a la parábola del “cochero el caballo y el carruaje”. Imaginemos de nuevo que el “cochero-mente” despierta de su
embriaguez, sale de la “taberna-mundo”
y es capaz de ascender a esa “posición
más elevada” representada por el “pescante”,
desde donde podrá dirigir al “caballo-emociones”
para que este tire del “carruaje-cuerpo
físico”. Y he aquí que cuando se dispone a coger las “riendas” para dirigir al “caballo”
se las encuentra rotas, o han desparecido, bien porque se olvidó de ponerlas,
bien porque, ha pasado tanto tiempo en la taberna que se han podrido y pulverizado.
(...)
(...)
Con esta imagen en nuestra mente, y si el “caballo” es nuestro “cuerpo emocional” y el “cochero” es nuestra “mente”, ¿qué son las “riendas”? Si hemos despejado un poco
nuestra embriaguez, podremos darnos cuenta que ellas permiten conectar los “pensamientos” con las “emociones”. Por ejemplo: pensamos (¿?)
y decidimos mentalmente que nos comportaremos de una cierta manera, que
cambiaremos alguna actitud que hemos comenzado a percibir como “negativa”, tal como “no perder las riendas” ni los “estribos”. Y aunque ese es nuestro
pensamiento, cuando surge la situación real, vemos que nuestro pensamiento
(mente) carece de “control” sobre
nuestras emociones. Dicho de otra manera: el “cochero” no puede controlar al “caballo”. En el contexto de la parábola esto significa que “no hay riendas”, no hay conexión, entre
el cochero y el caballo.
Generalmente nos preguntamos por qué, a pesar de haber
tomado la decisión de no entregarnos a estos comportamientos negativos, nuestro
propósito fracasa. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué no podemos tener control
sobre nuestras emociones? ¿Por qué el comportamiento del “caballo-emociones” parece ser “independiente”
de la decisión que ha tomado nuestra mente? El problema es que el “cochero” y el “caballo” hablan diferentes lenguajes. El “caballo” (nuestro centro emocional) no comprende los pensamientos
del “cochero”, que generalmente
toman la forma de palabras, ya que nuestro pensar ordinario adopta la forma del
lenguaje con palabras tales como: “seré
decidido”, “no me importa lo que
digan de mí”, “no seré negativo ni reaccionaré con violencia”… Sin
embargo, cuando aparece el acontecer, nuestro “caballo” se desboca. La causa: el “cochero sabe”, el “caballo
no-sabe”. Sin las “riendas”, el
cochero no puede controlar al “caballo”
ni hacerse entender. Aunque el “caballo”
hable otros lenguajes cuadrúpedos, de nada sirven, pues lo que no enciende es
el idioma-pensamiento verbal. Por ello, mucha gente, identificada con su “centro emocional”, decide prescindir de
la mente, o matarla.
¿Qué son, pues las “riendas”?
Llegados hasta aquí, es muy importante no olvidarnos de
algo, tenemos que “comprender” que
estamos hablando del “despertar” del
“cochero-mente” que yace en la “taberna-mundo”, y que cuando ha
escuchado la “llamada del despertador”,
ha tomado la decisión de “despertar”
y salir de la “taberna”. Me estoy refiriendo
a toda esa gente que ha decidido escapar del “ensueño” de su imaginación embriagada de ilusas fantasías, de
falsas ilusiones, de la vanidad, de las falsas imágenes que tienen de sí mismas.
Toda esa gente que ha comenzado a darse cuenta que vive a remolque de su “falsa personalidad” que es quien ha
tomado el control de sus vidas; la gente que comienza a darse cuenta que no son
en absoluto lo que imaginaban ser.
Podríamos decir que nos encontramos en la primera etapa
del “despertar”. Al cabo de un
cierto tiempo de trabajar esotérica o internamente, podemos comenzar a darnos
cuenta que a nuestro alrededor hay gentes cuyo estado de “sueño” o “embriaguez” es
aún más profundo que el nuestro: gentes que están embriagadas de su propia
importancia, gentes que creen que pueden “hacer”
cualquier cosa porque ellos están “despiertos
y bien despiertos”. Tales “personas”
no harán nada para “despertar”, pues
creen estar ya “despiertas” y “concientes”. Así que, ¿cómo van a
cambiar para llegar a ser lo que ya creen que son? No pueden. Seguirán en la “taberna” teniendo, en su estado de embriaguez,
una maravillosa opinión de si mismos, creyendo que tienen “voluntad”, imaginando que “hacen”,
soñando que son eficientes y que saben lo que les conviene…; pero sobre todo,
que son poseedores de un “Yo”
permanente y verdadero. Así que a no ser que “despierten” de sus profundas ilusiones, a no ser que sientan en sí
mismo su “impotencia” y “nadidad”, nunca serán capaces de subir
al “pescante”, ese lugar más “elevado” en la propia conciencia de si
mismos.
Cuando alguien hace el esfuerzo por subir al “pescante”, se hace referencia a gente
que ha comenzado a “despertar” y por
ello se “esfuerzan” por situarse en
ese lugar más elevado de su realidad física, y desde donde pretende controlar
al “caballo-emociones”; gentes que
aunque aún permanezcan en la “taberna-mundo”,
ya no están siembre ebrios, sino que alternas sus estados de embriagues con
estados de lucidez.
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"Taberna de monos" Cuadro de seguidos de D. Teniers el joven. |
Se que están esperando que les diga lo que significan las
“riendas” que establecen la conexión
entre el “cochero-mente” y el “caballo-emociones”, pero no voy a hacerlo,
no de momento, aunque nada impide que puedan descubrirlo por si mismos. Se dice
en esta “Enseñanza” que “el precio que hay que pagar por un
conocimiento es un prolongado y arduo Trabajo”. Uno ha de dejar de
preguntar lo que son las cosas y comenzar a trabajar sobre los aspectos
internos de nuestra realidad personal. Hemos de hacerlo durante mucho tiempo
hasta que lleguemos a “comprender”,
en nosotros mismos, lo que son las “riendas”.
Estas no son algo que se puedan fabricar “mecánicamente”,
hace falta ascender a un tercer estado de conciencia, más allá del “sueño” y la “vigilia”, que es el “recuerdo
de sí”.
¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué en las
antiguas tradiciones algunas cosas se explican en parábolas o a través de
pequeñas historias, como por ejemplo los llamados cuentos de hadas, que son
adaptaciones más recientes de antiguos mitos? ¿Saben lo que es una “parábola”? Es una “imagen visual”. Por un lado nos cuenta una “historia” que es comprendida por nuestra mente, pero por otro nos
ofrece una “imagen” que es
comprendida por nuestras emociones. Es decir, la parábola es algo que habla
simultáneamente a nuestra mente y a
nuestras emociones. Constituye una
forma de lenguaje a dos niveles que fue creado por el Círculo de la Humanidad Consciente
para influir en nuestro “despertar”.
Se suele creer que el “camino espiritual”
comienza al mismo nivel en que se desenvuelve nuestra vida. Pero esto no es
verdad. Ese “camino” comienza a un
nivel superior al camino de la vida. Por ello se necesita de una “iniciación”. Hay que subir al “pescante”. Esto es lo que no se
comprende.
El la vida vivimos bajo la “Ley del Accidente” o del “Acontecer”,
sobre la cual no tenemos ningún poder. Nada podemos cambiar ante cada “acontecer” que aparece en nuestra vida.
Al menos tal como somos. Tomar la vida como un fin en si mismo es no comprender
que es la vida, y no comprender lo que es la “Enseñanza Esotérica”. Esta incomprensión es la causa de muchas
actitudes equivocadas que son el origen de nuestra emociones negativas y de
nuestros inútiles esfuerzos para resistirnos al acontecer.
La “Enseñanza
Esotérica” va acompañada de un “Trabajo
Esotérico”, un “trabajo interior”
que nadie puede hacer por nosotros y que nada tiene que ver con ceremonias,
rituales, cantos y todas esas cosas que la gente imagina en relación con lo
esotérico y la espiritualidad. Quienes practican esos ritos, si no trabajan
internamente, si no trabajan sus emociones negativas, si no transforman su
mente a través de nuevas ideas que sustituyan a las ideas y pensamientos que
adquirimos en la vida, no “despertarán”,
por mucho que repitan la palabra “amor”.
Hemos de “observar” lo que ocurre
dentro de nosotros y eso es algo que no nos gusta. Preferimos que lo que allí
se encuentra permanezca oculto en las profundas cavernas de nuestro
subconsciente. Pero si un hombre o una mujer muere sin haber comprendido el por
qué está aquí, y cual es la verdadera razón de su vida, eso si que constituye
una “tragedia”.
Llamamos (Influencias
Vida) a las influencias que la vida nos proporciona y con esas influencias
todos los pensamientos, ideas, sentires, etc., que a estas influencias acompañan.
Todas esas “influencias” han sido
creadas por la vida. Son las influencias de raza, familia, costumbres, nación,
educación, fortuna, clima, sociedad, ideas, etc., etc. Pero hasta el hombre
llegan otro tipo de “influencias”.
Las llamaremos (Influencias Conscientes),
y proceden del Círculo de la Humanidad Consciente
y que no son creadas por la vida. Han sido creadas bajo otras “leyes” y en una dimensión de consciencia
más elevada. Difieren de las anteriores en que son conscientes en su origen,
porque han surgido de Seres Consciente y con una finalidad concreta. Estas
influencias (I.C.) son introducidas
en la vida con una finalidad concreta. El problema es que una vez que están en
la vida se mezclan con las influencias (I.V.)
y quedan sometidas a la Ley del Accidente y poco a poco se van
haciendo “mecánicas”, por lo que
pierden su capacidad para actuar sobre nuestra conciencia dormida. Así que con
el paso del tiempo somos incapaces de distinguir unas de otras.
Una “Enseñanza
Consciente” no se puede emitir por sí misma en la esfera de la vida
mecánica; aunque si se puede conservar viva y ser transmitida a través de “escuelas” que estén en relación directa
con aquellos que ya han despertado. Este ha sido la forma de transmisión de
esta “Enseñanza” desde el remoto
pasado. Alguien que “comprender” la
transmite a alguien que comienza a despertar y comienza a comprender, y así a
otra que no comprende. Esta cadena siempre ha existido, aunque estas “Escuelas” no están libres de no caer
presas de la “mecanicidad”, y de “dormirse”, por ello su enseñanza se
corrompe. Entonces deben ser “cortadas”.
¿Por qué digo “cortadas”? En los
Evangelios hay pasajes en los que el Maestro que visita una "viña", le dice a su cuidador que si la
viña no da fruto, la “corte”, la
pode. En el lenguaje cifrado de estos relatos, la “viña” es la palabra clave para referirse a de estas escuelas. Hay
una ley interna respecto a esta transmisión que dice: “nadie puede elevarse a un escalón superior de la escala, antes de haber
colocado a alguien en el lugar que él ocupaba”. Esto quiere decir que
aquello que se adquiere, inmediatamente debe ser dado, pues solo entonces “se le dará más”.
Mueve a risa cuando uno ve a los aprendices de
conspiranoicos (aunque haberlos halios, como las meigas) acusando a algunas de
estas escuelas que han sobrevivido del pasado, de “guardar secretos”. En un próximo artículo hablaremos del “secreto”. Si lo hacen es que se han
corrompido y la mecanicidad de la vida se ha apoderado de ellas. Cosa que
también ocurre, y por ello serán “cortadas”.
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Taberna, Cuadro de David Teniers |
Las “Ideas de la Enseñanza Esotérica”
y el “Trabajo Interno” me informan
constantemente que tengo que “despertar”.
Pero, ¿qué quiere decir esto?
Veamos un ejemplo: Alguien, uno de nosotros, habla y se
comporta de una manera que provoca en otro algún tipo de malestar o
resentimiento. Ese “otro” le
responde con amargura y con ello “abre”
un sin número de “armarios” repletos
de “amargos recuerdos o consideraciones interna cuidadosamente
conservadas y llenas de resentimientos” sobre quién habló primero. Con ello
sigue culpando a ese alguien de su amargura. Esta es la manera de la vida. La
manera del “Trabajo” es diferente.
Nos pide que observemos lo que sucede dentro de nosotros, nuestra reacción a
las palabras de ese alguien y que lo comprendamos. Al “observar” mi reacción, puedo darme cuenta que estoy resentido y
lleno de amargura, y que eso me lleva a “hacer
cargos” contra quien me habló. Este “observar”
ha de estar desprovisto de crítica, y de juicios negativos, ni para el otro ni
para uno mismo. Esto es algo muy diferente de ser resentido y amargado, porque
este “observar” permite que penetre
un rayo de luz en mi interior y lo que antes era una respuesta mecánica e
inconsciente, ahora tengo una ligera conciencia sobre mi respuesta: no me gusta
reconocer mi identificación inconsciente con mi estado negativo de
resentimiento y amargura. Incluso me doy cuenta y me “recuerdo” de cual es mi respuesta.
“Comprender” no
tiene que ver solo con la mente, sino con nuestra psicología. “Comprender” es captar el “significado psicológico” que subyace
detrás de las ideas, los pensamientos, las palabras y las acciones. Por
ejemplo: se nos dice “no matarás”.
Esto es literal. Pero esta expresión tiene un significado psicológico: “no matarás en tu corazón” (entendiendo
que corazón significa nuestro Ser
esencial), y se refiere a otro nivel de comprensión. Ese otro nivel de
comprensión me lleva a saber que cuando critico, cuando juzgo negativamente,
cuando especulo, cuando me aprovecho de los demás, cuando insulto, cuando
difamo, cuando odio, cuando soy violento, etc., etc., estoy matando. Generalmente, este significado psicológico sobre esta expresión queda cubierto por un velo, ya que si aplico la literalidad
de “no matarás” a esas cosas, nadie
me creería, porque piensan que la expresión solo significa quitar la vida
física. El problema estriba en que un conocimiento,
vamos a llamarlo “superior”, porque
nos proporciona un significado más amplio y más consciente, nos parece un
desatino si le damos un significado literal en vez de psicológico.
Solemos pensar en la “imaginación”
como algo importante, incluso muy importante. Kundalini es la energía que crea la imaginación. Es una energía muy
poderosa ya que constituye la matriz donde se generan las “imágenes”, las cuales, cuando caen bajo el control de la vanidad,
del amor propio, del orgullo, del miedo, de la ambición, del poder…, formuladas
como pensamientos y deseos humanos, “crean”
para nosotros todo aquello que deseemos. De este poder y de la ley subsiguiente
el hombre ya fue advertido cuando fue expulsado del Paraíso y se quedó dormido:
“Tu deseo te llevará a tu esposo y él
dominará sobre ti” (Gén. III,16). Interpretada al pie de la letra, esta
admonición o maldición lanzada sobre el hombre ha codificado una ética social
absolutamente aberrante: la de la indisolubilidad
matrimonial. Pero llevada al plano ontológico, al plano de los significados
profundos, significa otra cosa: “Humanidad,
todo aquello que sea objeto de tu deseo, toda idea con la cual te casaras, todo
valor con el cual hagas alianza, te dominará”. Porque solo el “hombre interno” es el “esposo”.
Un aspecto muy importante de este “Trabajo” es que “carece de
importancia quién tiene la culpa”. El “Trabajo”
dice que solo hay un culpable: yo,
yo soy culpable de ser “negativo”.
La luz arrojada sobre mi “oscuridad”,
al observarla y aceptarla, me permite “ver”
la causa de mi resentimiento y negatividad en mí mismo, aquello que se esconde
tras mi respuesta negativa. En realidad no es otra cosa que el sentimiento que
uno (el yo personal) tiene de si mismo. Alumbrar la oscuridad (entiéndase
mecanicidad) de nuestro inconsciente nos permite “despertar”, recordarnos que allá en lo profundo de nosotros mismos,
oculto por la “personalidad”, se
encuentra el Ser, el verdadero Ser
que somos. Esto es algo que cualquiera puede comprobar por si mismo: todo
hombre puede “nacer por segunda vez”
o “renacer”, pero para ello ha de “morir”, y para “morir”, primero ha de “despertar”.
No es un acertijo, pero no tiene una interpretación literal, es decir, mecánica.
“Nacer” o “renacer” no es sino un símbolo, otra
palabra para designar el comienzo de un nuevo crecimiento de la “Esencia”, el comiendo de la formación
de la verdadera “individualidad”, el
comienzo de la aparición de un auténtico “Yo”
indivisible y unificado.
“Morir” hace
referencia al proceso que hay que pasar para “nacer”; la liberación de una legión de pequeños apegos;
desprenderse de las identificaciones que nos mantiene unidos a esas situaciones
mecánicas tan dolorosas a consecuencia de estar dormidos. En la vida, el hombre
sumergido y ebrio de ella, se encuentra apegado a todo: a la imagen que tiene
de si mismo, a su estupidez (la palabra latina “estúpidus” significa “aturdido”
y el sufijo “ez” indica a aquel que
se encuentra en ese estado), a sus sufrimientos negativos… Todas estas cosas
con las que se ha adornado la “falsa
personalidad” han de “morir”
para que el verdadero “YO” puede
nacer de nuevo. Todo este proceso pasa por darnos cuenta de nuestra propia “nadidad”, de nuestra “mecanicidad” y de nuestra “impotencia”.
Todo esto no es una “filosofía”,
es un “comprender” nuestra situación
en la cual seguiremos siendo “nada”,
por mucho que creamos ser “algo”, a
menos que despertemos. Y aunque el “despertar”
es gradual, hay que “morir” de golpe
y para siempre. Las Tradiciones señalan que los avatares, los mesías o los
budas, trajeron la “Luz” al mundo. Pero
se nos ha escamoteado el significado de esta “Luz”. Significa “conciencia”,
por ello iluminarse es tener más conciencia de si y luego más conciencia de los
otros.
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