jueves, 12 de abril de 2018

Historias y reflexiones para el interior de fuera 03


(3)

“CORTAR LEÑA. LLEVAR AGUA”



¡Hola de nuevo!
Permitidme una reflexión hacia nuestro “interior de fuera” en relación con la historia que os envié ayer.
(...)

Un proverbio Zen dice:
Antes de la Iluminación,
cortar leña.
llevar agua.
Después de la iluminación,
cortar leña.
llevar agua.”
Buscamos estados superiores de conciencia, buscamos la “iluminación”, buscamos “despertar”…, y suponemos que esto es algo que tenemos que alcanzar a través de un duro esfuerzo (tal vez, pero no el que nos imaginamos) de “prácticas espirituales”. También suponemos que una vez que hayamos despertado, todos nuestros problemas habrán desaparecido y viviremos en una felicidad eterna.
Pero lo que el proverbio anterior dice es otra cosa. Dice que la “Iluminación” o el “Despertar” no es un logro, sino una realización, una elaboración, un acto. En este caso: “¡Cortar leña! ¡Llevar agua!” ¿Qué diferencia hay con el koan de la historia que os envié ayer? ¡¡¡¡Ninguna!!!! Aparentemente todo parece haber cambiado, pero nada ha cambiado. Cuando caminamos por la vida con los ojos cerrados, y cuando la luz entra en ellos al “despertar” para que veamos que las “cosas” siguen siendo lo que son, que los “eventos” siempre son los mismos…, entonces, al “despertar” en otra luz y con otro campo de visión, nos damos cuenta que también nosotros somos los mismos, pero que ¡ahora! vemos las “cosas” de otra manera, con otra mirada.
Este proverbio Zen nos está diciendo, lo mismo que nos dice “El Ser Uno”: el “despertar” no depende de una postura de loto o de rodillas; ni de retirarse a una cueva en el Himalaya o a la Tebaida; ni de buscarse el “gurú” más chachi que hayan parido los siglos y camine por este mundo; ni de leer libros pretendidamente espirituales… La idea implícita en el “Despertar” es equilibrio y paz y va implícita en cualquier acto presente. Depende de una nueva actitud, una nueva manera de “ver”, ante lo que en cada momento sucede.
Por mucho que intentemos “hacer” y creamos “hacer”, -recordar: “tal como somos nada podemos hacer”-, nuestra realidad básica seguirá siempre siendo la misma: “cortar leña y llevar agua”. El “despertar” no me va a eliminar estas tareas, pero si podré darme cuenta que “en el cubo ya no hay agua, ni que en agua ya no hay luna”. De momento, nuestro mundo es lo que es y no va a cambiar a menos que sembremos nuevas semillas, que porten nuevos códigos en los que vayan inscritos ese nuevo “ver” que hemos experimentado.
Esta nueva visión exige de nosotros algo: distancia, distanciamiento, desapego. Sobre todo de nuestras emociones. Esto no implica indiferencia. Solo significa que uno puede elegir desde dónde quiere ver las cosas. Insisto, mientras estemos en este cuerpo, o el que en el futuro de ahora de otra vida tengamos, al menos por algún tiempo, siempre tendremos leña que cortar y agua que llevar. El “Despertar” solo cambia nuestro punto de visión y, desde él, ya no tienen importancia las limitaciones de nuestros cuerpos, físicos, psíquicos, etéricos, astrales, etc., etc., Ya no miraremos al cielo esperando que un águila nos conceda el don de una de sus maravillosas plumas, porque desde nuestro nuevo punto de visión sabremos que uno es la “pluma”. Las “cosas”, los “eventos”, los “aconteceres”, incluso la manera que tenemos de vernos a nosotros mismos, son nuestras oportunidades para ver de otra manera, desde otro punto de vista. ¿Por qué querer cambiar lo que es en cada acontecer? ¿Por qué querer cambiar a las personas, al mundo y a las cosas? ¿Por qué querer que sean diferentes a lo que son? ¿No es acaso esto un síntoma de nuestra ignorancia y de nuestra esquizofrenia?

No hay comentarios:

Publicar un comentario