Reflexiones sobre una momias.
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Momias de Guanajuato (México) |
<PUBLICADO
EN LA GACETA DE
CANARIAS EL 15/03/1992>
<PÁGINA>: LA
OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Reflexión
sobre unas momias.
<AUTOR>:
Alfiar
<ILUSTRACION>: La
Ciencia nos
informa del cómo y el cuándo, y de los por qué inmediatos; pero deja sin
respuesta los últimos por qué. Esos que se reflejaban en los rostros de los que
acababan de contemplar las momias, dejando en ellos un vacío sin fondo.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Estuve más de dos horas haciendo cola, para
entrar en aquella cámara mortuoria en la que se exhibían las momias. En la
larga espera pude escuchar todo tipo de comentarios, y me pregunté que era lo
que había llevado hasta allí a las diez mil personas, incluyéndome yo, que hasta ese momento,
según los encargados, habían visitado la exposición. ¿Sólo curiosidad?
(...)
(...)
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Momia egipcia. |
Muchas de esas personas, al salir, estaban
impregnadas de una fuerte carga emocional, parte de la cual habían descargado
ya en aquel recinto, por una extraña sensación que allí se notaba y que no
procedía de las momias. Algunas exclamaban mientras gesticulaban: ¡horrible!, ¡horrible! Otras,
salían serias, pensativas, como si su curiosidad no hubiera quedado del todo
satisfecha. En sus rostros se percibía el reflejo del estupor, el asombro, la
repugnancia, el miedo, la incomprensión de aquello que acababan de contemplar.
En la mayoría había una sensación de vacío, como una interrogante que no
supieran expresar.
No es mi intención comentar nada referente a
los trabajos de bioantropología, o de paleopatología, u otras técnicas de
investigación de momias. Son asuntos que ya tiene sus especialistas, y suyo es
el Congreso. Espero que hagan luego profusa divulgación de sus descubrimientos,
como profusa ha sido la presentación del tema.
Lo que me mueve a esta reflexión tiene que
ver con lo que observé en los rostros de los que contemplaron las momias y con
mi propia especialidad, la
Historia. La Ciencia nos informa del cómo y el cuándo, y de los
por qué inmediatos; pero deja sin
respuesta los últimos por qué. Esos
que se reflejaban en los rostros de los que acababan de contemplarlas,
dejando en ellos un vacío sin fondo.
Yo se que responder a esas preguntas no es
tarea de la Ciencia,
al menos de la Ciencia
tal como la concebimos. Rescatar ese vacío del abismo de nuestro asombro, o de
nuestro miedo, repugnancia o terror, debiera ser la tarea de la Historia (además de la Psicología); pero ella misma
ha caído en poder de ese dios devorador que es Cronos, el Tiempo. Al haber
considerado que ella está compuesta de hechos, hechos históricos, hechos objetivos, la inmensa realidad de su campo de acción
humana, queda inaccesible. Cuando pretendemos acudir a ella en busca de una
respuesta que calme el vacío de nuestro asombro, y responda a la pregunta de
¿por qué en tantos lugares del Mundo Antiguo, el hombre momificó a sus muertos?
O, ¿qué era ese algo que los animaba
y que ahora no está?, entonces guarda silencio.
No puede respondernos porque ha separado en
un compartimiento estanco de carácter marginal, llamado creencia, misticismo, o religión, esa realidad de lo humano, y
por tanto objeto de historia también, en la misma medida que lo económico, lo
político o lo social, y que haría referencia a esas preguntas no formuladas.
Sencillamente, al no ser un hecho
histórico, no son objeto de ciencia, quedando como algo marginal ante lo
que se consideran los grandes hechos históricos. De ésta manera, sólo la poesía
en su forma de mito, leyenda, epopeya, nos transmite ambiguamente ese sentido
oculto de lo humano.
¿Y, qué decir de otras interrogantes, a la
luz de la información aportada por los científicos del Congreso sobre momias?
Si los investigadores dicen que el guanche
tenía una dieta alimenticia preferentemente a base de carne de cabra, y que la
"horticultura constituyó, junto con
la recolección marina y terrestre, una fuente secundaria de alimentación"
(Catálogo de la Exposición),
a lo que se añade una cita de Abreu y Galindo que dice, "Araban con garabatos de palo: rasguñaban la
tierra los hombres, y las mujeres derramaban en la tierra lo que se había de
sembrar...", ¿cómo decir, después de una fuerte resistencia a
investigar, que las "Pirámides de Güimar" son lugares de culto y rituales
agrícolas? ¿De qué agricultura?
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Momias guanches. Tenerife. |
¿Qué decir, igualmente de las momias
egipcias estrechamente vinculadas a rituales y cultos religiosos, sobre todo el
del dios Osiris? ¿Cómo se puede separar la
momia de aquello que le da su sentido? ¿Por qué hacer de este sentido algo
marginal y archivarlo en el cesto de la creencia?
¿Y si esa creencia fuera el hecho histórico fundamental?
¿Qué decir igualmente de las momias del
desierto de Atacama (sur de Perú y norte de chile) del período llamado Chinchorro,
tres mil años más antiguas que las egipcias, y diferentes en cuanto a técnicas
de momificación a las egipcias? "Estas
momias hablan de una cosmovisión muy sofisticada, de un conocimiento de la
anatomía humana que supera con creces lo que puede saber actualmente un médico
especialista."(De una entrevista a la doctora Silvia Quevedo. Gaceta
de Canarias.) De hecho, cuando moría la persona se le quitaba la piel y se
desprendían los tejidos y órganos de rápida descomposición, dejando solo el
esqueleto, el cual se afianzaba con palos, o se sustituían algunas de sus
partes por piezas artificiales; se recubrían de arcilla y paja, volviendo a ser
vestidos con su propia piel original.
Pero, ¿por qué ese método de momificar el cadáver, se parece tanto, por no decir que es idéntico, al proceso de la iniciación de los chamanes siberianos? ¿Por qué la iniciación chamánica se parece tanto a los misterios de Osiris? ¿Sabían que el pueblo que dejó sus momias en el yacimiento chinchorro, las llevaba siempre a cuestas, en sus nomadeos por el desierto, como si buscaran, como pueblo, sus orígenes de procedencia y quisieran devolverlas a su suelo original? ¿Cuál era su origen?
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Momias chinchorro. Atacama. |
Pero, ¿por qué ese método de momificar el cadáver, se parece tanto, por no decir que es idéntico, al proceso de la iniciación de los chamanes siberianos? ¿Por qué la iniciación chamánica se parece tanto a los misterios de Osiris? ¿Sabían que el pueblo que dejó sus momias en el yacimiento chinchorro, las llevaba siempre a cuestas, en sus nomadeos por el desierto, como si buscaran, como pueblo, sus orígenes de procedencia y quisieran devolverlas a su suelo original? ¿Cuál era su origen?
Demasiadas interrogantes cuya respuesta
reposa en ese compartimiento marginal de la creencia. Dilthey llamó comprensión
al conocimiento propio de las Ciencias del Espíritu Humano. Si la Historia es sólo conocimiento
de hechos históricos, ¿como puede ser comprensión de aquello que, en su campo
de referencia, lo humano, es marginal y se expresa por el asombro, o el miedo
de los que la interrogan? Y si es la comprensión de la acción más humana del
hombre, y también la más inhumana, ¿cómo puede ser conocida en forma objetiva,
desinteresada e impasible? ¿Ha pasado realmente el pasar de la historia? ¿Acaso
como ocurre en los conflictos esenciales de la tragedia, las cosas que han
pasado, no continúan pasando para cada uno de nosotros? Como Edipo, o como
Antígona, las cosas que pasaron son soportes de argumentos siempre presentes.
La historia, personal o colectiva, la de cada uno de los hombres o la de sus
culturas, no podrá ser nunca el relato de los acontecimientos en ese fluir del
tiempo que todo lo devora.
Lo que ha pasado en la Historia es lo que
alguien ha hecho, lo que hice o lo que me hicieron. ¿Qué es lo que yo he hecho?, pregunta Edipo.
Angustioso momento el de la pregunta acerca
del pasado. Es angustioso porque lo propiamente histórico no es el hecho
resucitado con todos sus componentes, sino lo que de esos hechos ha
sobrevivido, lo que de ellos ha quedado: su ruina.
Decía María Zambrano que "las ruinas son lo más viviente de la
historia." La contemplación de una ruina siempre nos produce la misma
extraña fascinación que nos produce lo trágico. La ruina es una tragedia cuyo
autor es el Tiempo-Cronos. Como tragedia, nos ofrece la imagen de nuestra
secreta esperanza, en la identidad que se establece entre nuestra persona y el
pasado por ella representado. La ruina es una categoría de hecho histórico, en la que su derrumbe material sirve de soporte a
un sentido oculto y ausente. Refleja, al contemplarla, no lo que fue, sino lo
que quiso y no alcanzó a ser. Por las ruinas, Cronos manifiesta su debilidad,
su punto flaco, lo que a pesar de su ansia devoradora, no puede detener, no le
sirve de alimento: la Vida.
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Dolmen de Rosas (Girona). |
En su contemplación, el argumento ha quedado
reducido al mínimo. Nos permite ver con más amplitud el horizonte. En la ruina,
por su ausencia, se hace visible la huella misteriosa de la Vida grabada en su materia.
Es esa huella la que provocaba vacío en nuestros rostros al contemplarla. Algo
que nunca fue enteramente visible, ni siquiera cuando el edificio aparecía
intacto, en su entera plenitud.
De todas las ruinas emana algo divino que
brotó de la misma entraña de lo humano. Por ello, de entre todas ellas, las que
más nos conmueven son las ruinas de un templo y la ruina de un hombre. No en
vano la Tradición
asemeja ambas cosas como vehículos del Espíritu, teniendo siempre el Templo la
forma de un Hombre.
Templo y Hombre son una y la misma cosa. El Hijo del Hombre, Jesús, dejó que arruinaran y quebraran su propio Templo, para levantarlo resucitado en tres días, mostrándonos la manera de escapar del Tiempo. Lo mismo que Osiris, o Dionisio.
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Momia chinchorro |
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Ruinas del templo de Poseidón, cabo Sunión, Grecia |
Templo y Hombre son una y la misma cosa. El Hijo del Hombre, Jesús, dejó que arruinaran y quebraran su propio Templo, para levantarlo resucitado en tres días, mostrándonos la manera de escapar del Tiempo. Lo mismo que Osiris, o Dionisio.
En lo dicho anteriormente no pretendía hacer
una crítica de la
Historia. Simplemente señalar sus limitaciones, que como
todas las ciencias y todos nosotros, tiene. También mostrar el hecho, como dijo
uno de las especialistas más destacados en mitos egipcios, Alexandre Piankoff,
de que "como ocurre con la mayoría
de las grandes ideas filosóficas de la antigüedad, se pierde la clave, y suele
acuciarnos la tentación de apelar al vago término de misticismo". Y en ese cajón de sastre, en el que hemos
idos arrojando lo que no entendemos, poniéndole el nombre de objeto
de culto, fórmula ritual, creencia..., puede haber respuestas
a nuestro vacíos internos, cuando contemplamos la ruina de una momia. La
primera realidad que al hombre se le oculta es el mismo. Anhela salir de sí,
pero teme mirarse. Entonces se mira desde lo que le rodea. Y allí sólo
encuentra el misterio de la huella, el trazo de la Vida que ha quedado en un resto,
en un hecho histórico.
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