sábado, 26 de octubre de 2013

Reflexiones sobre unas momias.


Reflexiones sobre una momias.
Momias de Guanajuato (México)
<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 15/03/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Reflexión sobre unas momias.
<AUTOR>:  Alfiar
<ILUSTRACION>: La Ciencia nos informa del cómo y el cuándo, y de los por qué inmediatos; pero deja sin respuesta los últimos por qué. Esos que se reflejaban en los rostros de los que acababan de contemplar las momias, dejando en ellos un vacío sin fondo.
<CUERPO DEL TEXTO>:
   Estuve más de dos horas haciendo cola, para entrar en aquella cámara mortuoria en la que se exhibían las momias. En la larga espera pude escuchar todo tipo de comentarios, y me pregunté que era lo que había llevado hasta allí a las diez mil personas, incluyéndome yo, que hasta ese momento, según los encargados, habían visitado la exposición. ¿Sólo curiosidad?
(...)

 
Momia egipcia.
   Muchas de esas personas, al salir, estaban impregnadas de una fuerte carga emocional, parte de la cual habían descargado ya en aquel recinto, por una extraña sensación que allí se notaba y que no procedía de las momias. Algunas exclamaban mientras gesticulaban: ¡horrible!, ¡horrible! Otras, salían serias, pensativas, como si su curiosidad no hubiera quedado del todo satisfecha. En sus rostros se percibía el reflejo del estupor, el asombro, la repugnancia, el miedo, la incomprensión de aquello que acababan de contemplar. En la mayoría había una sensación de vacío, como una interrogante que no supieran expresar.
   No es mi intención comentar nada referente a los trabajos de bioantropología, o de paleopatología, u otras técnicas de investigación de momias. Son asuntos que ya tiene sus especialistas, y suyo es el Congreso. Espero que hagan luego profusa divulgación de sus descubrimientos, como profusa ha sido la presentación del tema.
   Lo que me mueve a esta reflexión tiene que ver con lo que observé en los rostros de los que contemplaron las momias y con mi propia especialidad, la Historia. La Ciencia nos informa del cómo y el cuándo, y de los por qué inmediatos; pero deja sin respuesta los últimos por qué. Esos que se reflejaban en los rostros de los que acababan de contemplarlas, dejando en ellos un vacío sin fondo.
   Yo se que responder a esas preguntas no es tarea de la Ciencia, al menos de la Ciencia tal como la concebimos. Rescatar ese vacío del abismo de nuestro asombro, o de nuestro miedo, repugnancia o terror, debiera ser la tarea de la Historia (además de la Psicología); pero ella misma ha caído en poder de ese dios devorador que es Cronos, el Tiempo. Al haber considerado que ella está compuesta de hechos, hechos históricos, hechos objetivos, la inmensa realidad de su campo de acción humana, queda inaccesible. Cuando pretendemos acudir a ella en busca de una respuesta que calme el vacío de nuestro asombro, y responda a la pregunta de ¿por qué en tantos lugares del Mundo Antiguo, el hombre momificó a sus muertos? O, ¿qué era ese algo que los animaba y que ahora no está?, entonces guarda silencio.
   No puede respondernos porque ha separado en un compartimiento estanco de carácter marginal, llamado creencia, misticismo, o religión, esa realidad de lo humano, y por tanto objeto de historia también, en la misma medida que lo económico, lo político o lo social, y que haría referencia a esas preguntas no formuladas. Sencillamente, al no ser un hecho histórico, no son objeto de ciencia, quedando como algo marginal ante lo que se consideran los grandes hechos históricos. De ésta manera, sólo la poesía en su forma de mito, leyenda, epopeya, nos transmite ambiguamente ese sentido oculto de lo humano.
   ¿Y, qué decir de otras interrogantes, a la luz de la información aportada por los científicos del Congreso sobre momias?
Momias guanches. Tenerife.
   Si los investigadores dicen que el guanche tenía una dieta alimenticia preferentemente a base de carne de cabra, y que la "horticultura constituyó, junto con la recolección marina y terrestre, una fuente secundaria de alimentación" (Catálogo de la Exposición), a lo que se añade una cita de Abreu y Galindo que dice, "Araban con garabatos de palo: rasguñaban la tierra los hombres, y las mujeres derramaban en la tierra lo que se había de sembrar...", ¿cómo decir, después de una fuerte resistencia a investigar, que las "Pirámides de Güimar" son lugares de culto y rituales agrícolas? ¿De qué agricultura?
   ¿Qué decir, igualmente de las momias egipcias estrechamente vinculadas a rituales y cultos religiosos, sobre todo el del dios Osiris? ¿Cómo se puede separar la momia de aquello que le da su sentido? ¿Por qué hacer de este sentido algo marginal y archivarlo en el cesto de la creencia? ¿Y si esa creencia fuera el hecho histórico fundamental?
Momias chinchorro. Atacama.
  ¿Qué decir igualmente de las momias del desierto de Atacama (sur de Perú y norte de chile) del período llamado Chinchorro, tres mil años más antiguas que las egipcias, y diferentes en cuanto a técnicas de momificación a las egipcias? "Estas momias hablan de una cosmovisión muy sofisticada, de un conocimiento de la anatomía humana que supera con creces lo que puede saber actualmente un médico especialista."(De una entrevista a la doctora Silvia Quevedo. Gaceta de Canarias.) De hecho, cuando moría la persona se le quitaba la piel y se desprendían los tejidos y órganos de rápida descomposición, dejando solo el esqueleto, el cual se afianzaba con palos, o se sustituían algunas de sus partes por piezas artificiales; se recubrían de arcilla y paja, volviendo a ser vestidos con su propia piel original.
  Pero, ¿por qué ese método de momificar el cadáver, se parece tanto, por no decir que es idéntico, al proceso de la iniciación de los chamanes siberianos? ¿Por qué la iniciación chamánica se parece tanto a los misterios de Osiris? ¿Sabían que el pueblo que dejó sus momias en el yacimiento chinchorro, las llevaba siempre a cuestas, en sus nomadeos por el desierto, como si buscaran, como pueblo, sus orígenes de procedencia y quisieran devolverlas a su suelo original? ¿Cuál era su origen?
   Demasiadas interrogantes cuya respuesta reposa en ese compartimiento marginal de la creencia. Dilthey llamó comprensión al conocimiento propio de las Ciencias del Espíritu Humano. Si la Historia es sólo conocimiento de hechos históricos, ¿como puede ser comprensión de aquello que, en su campo de referencia, lo humano, es marginal y se expresa por el asombro, o el miedo de los que la interrogan? Y si es la comprensión de la acción más humana del hombre, y también la más inhumana, ¿cómo puede ser conocida en forma objetiva, desinteresada e impasible? ¿Ha pasado realmente el pasar de la historia? ¿Acaso como ocurre en los conflictos esenciales de la tragedia, las cosas que han pasado, no continúan pasando para cada uno de nosotros? Como Edipo, o como Antígona, las cosas que pasaron son soportes de argumentos siempre presentes. La historia, personal o colectiva, la de cada uno de los hombres o la de sus culturas, no podrá ser nunca el relato de los acontecimientos en ese fluir del tiempo que todo lo devora.
   Lo que ha pasado en la Historia es lo que alguien ha hecho, lo que hice o lo que me hicieron. ¿Qué es lo que yo he hecho?, pregunta Edipo.
    Angustioso momento el de la pregunta acerca del pasado. Es angustioso porque lo propiamente histórico no es el hecho resucitado con todos sus componentes, sino lo que de esos hechos ha sobrevivido, lo que de ellos ha quedado: su ruina.

Dolmen de Rosas (Girona).
    Decía María Zambrano que "las ruinas son lo más viviente de la historia." La contemplación de una ruina siempre nos produce la misma extraña fascinación que nos produce lo trágico. La ruina es una tragedia cuyo autor es el Tiempo-Cronos. Como tragedia, nos ofrece la imagen de nuestra secreta esperanza, en la identidad que se establece entre nuestra persona y el pasado por ella representado. La ruina es una categoría de hecho histórico, en la que su derrumbe material sirve de soporte a un sentido oculto y ausente. Refleja, al contemplarla, no lo que fue, sino lo que quiso y no alcanzó a ser. Por las ruinas, Cronos manifiesta su debilidad, su punto flaco, lo que a pesar de su ansia devoradora, no puede detener, no le sirve de alimento: la Vida.
   En su contemplación, el argumento ha quedado reducido al mínimo. Nos permite ver con más amplitud el horizonte. En la ruina, por su ausencia, se hace visible la huella misteriosa de la Vida grabada en su materia. Es esa huella la que provocaba vacío en nuestros rostros al contemplarla. Algo que nunca fue enteramente visible, ni siquiera cuando el edificio aparecía intacto, en su entera plenitud.

Momia chinchorro
   De todas las ruinas emana algo divino que brotó de la misma entraña de lo humano. Por ello, de entre todas ellas, las que más nos conmueven son las ruinas de un templo y la ruina de un hombre. No en vano la Tradición asemeja ambas cosas como vehículos del Espíritu, teniendo siempre el Templo la forma de un Hombre.

Ruinas del templo de Poseidón, cabo Sunión, Grecia

  Templo y Hombre son una y la misma cosa. El Hijo del Hombre, Jesús, dejó que arruinaran y quebraran su propio Templo, para levantarlo resucitado en tres días, mostrándonos la manera de escapar del Tiempo. Lo mismo que Osiris, o Dionisio.
   En lo dicho anteriormente no pretendía hacer una crítica de la Historia. Simplemente señalar sus limitaciones, que como todas las ciencias y todos nosotros, tiene. También mostrar el hecho, como dijo uno de las especialistas más destacados en mitos egipcios, Alexandre Piankoff, de que "como ocurre con la mayoría de las grandes ideas filosóficas de la antigüedad, se pierde la clave, y suele acuciarnos la tentación de apelar al vago término de misticismo".  Y en ese cajón de sastre, en el que hemos idos arrojando lo que no entendemos, poniéndole el nombre de objeto de culto, fórmula ritual, creencia..., puede haber respuestas a nuestro vacíos internos, cuando contemplamos la ruina de una momia. La primera realidad que al hombre se le oculta es el mismo. Anhela salir de sí, pero teme mirarse. Entonces se mira desde lo que le rodea. Y allí sólo encuentra el misterio de la huella, el trazo de la Vida que ha quedado en un resto, en un hecho histórico.
   En algún lugar la respuesta espera. Sólo se requiere ser humilde..., y querer hacer la pregunta.



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