jueves, 5 de diciembre de 2013

EL MITO DE EROS Y PSIQUE Y LA PSICOLÓGICA FEMENINA (2)



 EL MITO DE EROS Y PSIQUE Y LA PSICOLÓGICA FEMENINA
A LA BÚSQUEDA DE SU FEMENINO INTERIOR

(II)
El Eros Farnesio (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles
En la primera parte hablamos de Afrodita y Psique, pero dejamos un poco de lado a Eros, después de una breve presentación. Ahora intentemos conocer un poco más profundamente a Eros y algo más de esta dolorosa y delicada historia sobre la relación entre ambos.

(...)

 
Afrodita señala a Psique para que Erosle dispare sus flechas cuando aparezca la muerte. Logia de Psique pinrada por rafael de Urbino y sus discípulos. Villa Farnesia. Roma.

Eros, para algunas versiones del mito, es hijo de Afrodita. En los mitos también se le conoce por otros nombres: "Amor", "Cupido"... A él es a quien Afrodita recurre para destruir a Psique. El instrumento de trabajo de Eros es un arco y una aljaba llena de flechas que dirige con pertinaz insistencia al corazón de dioses y mortales, con la más absoluta impunidad y sin que nadie, ni mortales ni inmortales, puedan impedírselo. Eros está dispuesto a obedecer la orden de su madre de inflamar el corazón de Psique con una de sus flechas de amor, cuando la bestial y repugnante Muerte acuda a llevársela; de esta forma acabará con el desafío y el peligro que Psique supone para la persistencia de Afrodita como Gran Diosa.
Dijimos que una cualidad de Afrodita, como diosa ctónica que es, es su constante impulso regresivo. Afrodita desea que las cosas vuelvan siempre a su origen. Su máximo deseo es que la evolución de la conciencia retroceda y no progrese. Aunque representa la Voz de la Tradición, paradójicamente, ella nos impulsa a evolucionar. Todasi las mujeres repiten esta historia con sus hijas.
Cuando fijamos nuestra atención en Eros, son muchos los niveles desde los que se le puede considerar: como un hombre cualquiera de la calle, como marido o como el varón de toda relación. Pero también podemos percibirlo como el Principio del amor y la armonía cuando, al final de la historia, se despoja de todo tipo de disfraz, pues Eros tiene la facultad de hacerse invisible o de disfrazarse de cualquier cosa a fin de no ser reconocido y poder acercarse a sus objetivos.
Carrete ático de figuras rojas,  470–450 a. C. Louvrec
Eros, en su estado más puro, es la propia energía regeneradora y esencia de la vida, manteniendo la existencia de todo el universo. Cuando ese Eros Cósmico desciende al nivel humano -Eros humano- es la energía que produce en nosotros la manifestación del amor. El amor es una necesidad prioritaria para todo ser humano. Nacemos para conocerlo y desarrollarlo. El resultado natural de este desarrollo es el amor como necesidad sexual, pero también impregna los niveles anímicos, intelectuales, mentales y espirituales de cada ser.

Podemos representarnos a Eros como una espiral cuyo punto de emanación es el Eros Cósmico; espiral que se abre y desarrolla hacia niveles más bajos en el eros humano y el eros que impulsa a la Naturaleza, e incluso a la materia. La espiral de Eros nos revela el secreto del amor y, también, nos explica por qué todos los tipos de amor participan de la misma energía, pues uno sólo es el Principio desde donde emana Eros. Son los diferentes niveles vibratorios de la manifestación de Eros los que marcan las diferencias entre el más sublime de los amores y el que se expresa en la sexualidad más instintiva.
Se suele confundir Eros con sexualidad; pero, si nos fijamos en la imagen mítica, Eros siempre dirige sus flechas al corazón, no a los genitales. Obediente al mandato de su madre Afrodita, de la que él es su expresión amorosa, se dispone a cumplir la orden dada por ésta. Pero cuando llega a la colina donde Psique espera su final y la ve, el Destino, del que los dioses tampoco están libres, hace que accidentalmente se pinche un dedo con una de sus flechas, lo que hace que al instante se enamore de Psique y decida tomarla por esposa.
Eros y Psique. A. Canova. Louvre.
Antes de que llegue la Muerte, Eros rompe las cadenas que atan a Psique a la roca y le pide a su amigo Céfiro, el Viento del Oeste, que los lleve desde la cima de la Montaña de la Muerte hasta el Valle del Paraíso. Céfiro cumple la orden que le ha dado Eros, y Psique contempla como su muerte ha sido transmutada en un cielo sobre la tierra. Como Perceval, Psique no formula a Eros ninguna pregunta, simplemente se complace en su buena suerte.
Bonce representando el rapto de Psique por Eros.
Eros toma a Psique en sus brazos y, a pesar de su belleza, constituye la muerte para ella. Todos los maridos son los ejecutores de la muerte de sus esposas considerando que las destruyen como doncellas, a la vez que las fuerzan a evolucionar hacia una condición superior: la de mujer madura. También aquí funciona la paradoja, aunque a otro nivel: se puede sentir resentimiento y, a la vez, también gratitud hacia la persona que fuerza a una mujer a emprender su propia senda de crecimiento.
Desde este punto de vista psicológico, el oráculo no había mentido, pues en este sentido arquetípico, es que el hombre causa la muerte de la mujer. Cuando un hombre ve una mirada angustiada en el rostro de su compañera, es la hora de ser amable y cauto; puede ser que ella esté despertando al hecho de que está muriendo como doncella. La gentileza y la comprensión por parte del hombre podrían facilitarle las cosas a ella. El problema es que, generalmente, él, comprometido con sus propias batallas internas y con la proyecciones de su propia ánima, tampoco es consciente de lo que sucede en el interior de su compañera.
El rapto de Psique de William Adolphe Bouguereau.
En nuestra cultura, y ello seguramente constituye una desgracia, el hombre rara vez comprende lo que el matrimonio significa para la mujer; algo que es a la vez una muerte y una resurrección. Para el hombre, el matrimonio no es un asunto de sacrificio, pero en la experiencia de la mujer abunda ese sentimiento. Un sentimiento que la puede llevar un día a mirar horrorizada a su marido porque se percata de que en esa unión ella está atada y él no. Incluso está aún más maniatada si tiene hijos. Este sentimiento de verse atrapada por la vida, pude vivirse, no sólo como un resentimiento, sino como algo peor que la muerte.
Podemos encontrar muchas mujeres de cincuenta años o más, que jamás estuvieron en la Montaña de la Muerte, aunque estén casadas y sean ya abuelas. Su mundo puede haber sido cubierto por ese roció fresco que les ha permitido mantener despiertas sus conciencias para evolucionar sin conflictos. También hay jóvenes doncellas que pasan por esa experiencia, la atraviesan y sobreviven, llevándose en la mirada un racimo de sabiduría. Estas cosas pueden pasar a cualquier edad. Generalmente, Eros, liquida la ingenuidad y la inocencia infantil de toda mujer en épocas muy distintas de sus vidas; no ocurre siempre cuando ellas contraen matrimonio o se unen a un hombre.
Para el hombre, la experiencia del matrimonio es algo muy diferente. Sirve para incrementar su estatura y fortalecer su mundo ganando altura y posición. En general, ignora, en una completa inocencia, que está matando a la "psique interior" de su compañera; ni siquiera entiende que debe hacerlo. A veces, ella puede comportarse de una forma extraña, algo puede salir terriblemente mal, pude haber un torrente de lágrimas, pero él no comprenderá que, para ella, el matrimonio no significa lo mismo que para él. La mujer también adquiere una nueva estatura y una nueva dimensión en el matrimonio, pero no antes de haber pasado por la experiencia de la Montaña de la Muerte.
Louis Jean Francoise Lagrenée (1724-1805) Eros y Psique.
Psique ha sido llevada por Eros a un bello y hermoso jardín: un paraíso en el que se cumplen todos los deseos. Allí, Eros yace con Psique todas las noches, pero le ha impuesto una prohibición: Eros ha hecho prometer a Psique que nunca mirará su rostro y que tampoco le hará preguntas acerca de sus actos; a cambio, él le hará compañía durante la noche y podrá obtener todo lo que le plazca de aquel mágico jardín. Psique accede a esta pretensión de Eros.
El matrimonio romano
¿Acaso no es lo que casi todos los hombres quieren de sus esposas? Que no hagan preguntas, que no reclamen conciencia y que hagan las cosas a su estilo y, a cambio, todo irá bien en la casa. Todo hombre aspira aún al viejo matrimonio patriarcal, en el que el hombre decide todas las cuestiones importantes y la mujer asiente e inspira la paz y la concordia. La mayoría de los hombres alientan aún la esperanza de que las cosas funcionarán de esta manera y que el matrimonio se desenvolverá así para toda la vida.
En el hombre aún resuenan antiguos y ancestrales ecos de una estructura patriarcal primitiva, en la que la mujer aparece sometida al hombre. Y si este mundo se desmorona en el exterior, aún está vigente en la interioridad psíquica de muchos hombres y también de muchas mujeres. Eros sigue insistiendo en que Psique no haga preguntas y que no mire su verdadero rostro: estas son las condiciones del dominio patriarcal.
Eros tenda su arco. Copia romana de un original de Lissipo. Museo Capitolino.
Al principio, Eros es un diosecillo inmaduro, un fabricante de paraísos artificiales, un adolescente que captura a una muchacha y le ofrece la promesa de que con él podrá vivir una maravillosa felicidad que no tendrá fin, mientras no incumpla su promesa. Estamos ante un Eros secreto y enmascarado, que quiere disfrutar de un paraíso propio, pero sin que implique ninguna responsabilidad, sin que la relación se realice a un nivel consciente.
La vida exige a lo femenino y también, y en la misma medida, a lo masculino, que evolucione en la conciencia, que crezca espiritualmente. Los mitos nos muestran que la mayor parte de éste crecimiento interior surge de nuestros respectivos elementos femeninos: exteriorizado en la mujer, interiorizado en el hombre. Darse cuenta de este hecho es para un hombre una experiencia aterradora, pues él, como Adán, quiere permanecer en el Paraíso.
En el inconsciente del hombre hay algo que le lleva a desear un acuerdo con su mujer o su pareja: que ella no le haga preguntas. A menudo, la actitud de él hacia el matrimonio es que éste no debe ser un estorbo cuando desee poner su atención en alguna otra cosa. Y cuando una mujer descubre esta actitud, generalmente inconsciente, en su hombre, ello le causa un enorme impacto, pues para ella el matrimonio había representado un compromiso y un comprometerse, mientras que para él era algo que debería ser flexible, no incluyente y abierto.
Todos los mitos coinciden en una cosa: no hay paraísos eternos. Todos los paraísos terminan. Tampoco hay paraíso que no esconda en su interior una serpiente tentadora que induzca a realizar lo opuesto a la paz y la tranquilidad que la ley el paraíso impone.

Dürckheim define al "diablo" como "el que está en contra", queriendo señalar que siempre existe una fuerza, una energía contraria en cualquier nivel de la realidad: contra Dios, contra el hombre, contra la Vida, contra la Naturaleza. Y es que las fuerzas contrarias forman parte de la Vida y de la Naturaleza, incluida nuestra estructura psicológica. Gracias a ellas evoluciona nuestra conciencia. Al no tener conciencia de esta fuerza oculta, Jung la llamó la SOMBRA, y otros seguidores suyos como Schuster, el Adversario Interior. “El Bien es la raíz del Mal, y el Mal es la raíz del Bien” dice el Tao Te-King. Pero ¿qué es el Bien y qué es el Mal? Es evidente que la respuesta es siempre cultural y subjetiva. De hecho, no existen cosas como Bien y Mal considerados absolutos; existe una única energía que se expresa por una doble polaridad, como la energía eléctrica que necesita de un polo positivo y un polo negativo para manifestarse.
Todos nosotros somos también pequeños luciferes cegados y fascinados por lo Absoluto que nos insta a evolucionar; mientras el amor de Lucifer por Dios, según la leyenda persa, nos insta a no hacerlo, a menospreciar la condición humana, a detectar la limitación en el tiempo, algo que hace que nos parezca insoportable la pesadez de nuestro cuerpo si lo comparamos con lo que debe ser la liviandad del Espíritu. He aquí el infierno, el lugar inferior: el mundo material.
Así pues, el adversario es el que está en contra, el instigador de la dualidad, el introductor de la duda, el tentador. El es el Gran Separador. En cada ser humano se expresa a través de cualquier acción, de cualquier pensamiento, de cualquier deseo que se oponga a la unidad. Muchos hombres no advierten que han sido seducidos por el tentador porque, en nuestra cultura, esa tentación se reviste como Ley de la Mayoría.

Prometeo y Lucifer, también Fausto, fueron tentados por el Conocimiento y, al descubrirlo, los dos perdieron la confianza original, perdieron su vínculo con la Unidad, y esta pérdida fue la causa de sus sufrimientos.
Psique con sus dos hermanas. Castillo de Chantilly.
Como en el Jardín del Edén, la serpiente aparece pronto en el paraíso de Psique. Lo hace en la forma de sus dos hermana que, creyéndola muerta, han llevado luto por ella aunque. envidiosas siempre de Psique, no lo hicieron sinceramente. Un día escuchan el rumor de que Psique vive en un jardín paradisíaco y que tiene como esposo a un dios. Entonces sus celos se hacen inconmensurables. Acuden a la Montaña de la Muerte y llaman a Psique enviándole sus mejores deseos.
Psique y sus hermanas- Pinturas de Rafael de Urbino y sus discípulos en Villa Farnesia. Roma.
Con total ingenuidad, Psique le cuenta a Eros que ha escuchado un mensaje de sus hermanas. Eros le dice que no vuelva a escucharlas porque con ello puede atraer una gran desgracia sobre ella. Le explica que un pavoroso desastre sucedería si continua escuchando a sus hermanas, ya que el bebé que Psique espera, en vez de ser un dios inmortal, nacerá como niña y será una niña cualquiera, carente de inmortalidad. Eros llega incluso a amenazarla con el abandono.
En un principio, Psique accede y se abstiene de hacer preguntas y de conectar con sus hermanas. Pero estas la reclaman con insistencia pidiéndole que las deje visitarla, hasta que convencen a Psique para que ruegue a Eros a que consienta a ello. Eros accede y las dos hermanas son llevadas por Céfiro hasta el jardín-paraíso quedando maravilladas del hermoso lugar en que vive Psique, quien las atiende con gran amabilidad. Todo esto continua incrementando los celos y la envidia de las dos hermanas por la buena suerte de Psique a la que acosan a preguntas y a la que interrogan sobre como es Eros. La ingenua Psique describe a Eros a través de su fantasía, pues debido a su promesa nunca ha visto el rostro de Eros. Cuando las dos envidiosas hermanas se marchan, Psique les entrega un montón de regalos y las envía de nuevo con Céfiro a sus casas.
Psique y sus hermanas. Oleo de Antonio Pedrales sobre un cuadro de Fragonard.
Eros vuelve a advertir a Psique del peligro que corre si continúa viendo a sus hermanas, pero estas consiguen que Psique vuelva a recibirlas. Y esta vez, como Psique había olvidado lo que su fantasía había fabulado la vez anterior sobre Eros, les cuenta una fábula distinta. Cuando las dos hermanas regresan a sus casas discuten el asunto y se dan cuenta de que algo sucede, por lo que traman un plan.
Al regresar por tercera vez, confían en secreto a Psique de que se han enterado que Eros es una malévola serpiente, una repulsiva criatura que sólo espera que nazca el bebé para devorarlos a los dos. Psique queda aterrada. Las dos hermanas la tranquilizan y le explican que han concebido un plan para salvarla. En realidad solo desean, en sus celos y envidia, que Psique no sea feliz. La aconsejan que se procure una lámpara y la oculte en una vasija cubierta y la tenga preparada al lado del lecho; también debe tener a mano un afilado cuchillo. Cuando Eros regrese y se quede dormido, sacará la lámpara de la vasija y podrá contemplar, por vez primera, el horrible rostro de su esposo e, inmediatamente, con el afilado cuchillo, cortarle la cabeza.
Jacobo Zucchi. Psique alumbra el rostro de Eros con su lámpara mientras empuña un cuchillo.
Hasta tal punto las dos hermanas han sido convincentes con Psique, que esta se dispone a seguir sus consejos y lo prepara todo para desenmascarar a Eros. Como todos los días, al caer la noche, Eros regresa al jardín y cae dormido junto a Psique. Ella espera un tiempo y luego saca la lámpara y se inclina con ella en la mano para ver el rostro de Eros. Habría que decir que esa lámpara es la que derrama la luz de la conciencia, la que permite contemplar las cosas tal cual son en realidad.
Psique levanta la lámpara y contempla, por vez primera, el verdadero rostro de Eros. Lo que ve, la deja sobrecogida, pues está viendo el rostro verdadero de un dios: el semblante del dios del Amor. ¡La más hermosa de las criaturas del Olimpo! Conmocionada y a la vez asustada, y sintiéndose culpable por el horrible crimen que iba a cometer, intenta coger el cuchillo para quitarse la vida, pero accidentalmente -otra vez el Destino-, se clava una de las flechas de Eros, con lo que su corazón se inflama de amor por  el que es su marido y cuyo rostro acaba de ver por vez primera.
Nicolás Colombel. Eros y psique.
Al pincharse con la flecha, una gota de la lámpara cae y quema a Eros en el hombro despertándole bruscamente. Y como Eros es una criatura alada, remonta el vuelo en el acto. La pobre Psique se aferra a sus pies con desesperación tratando de impedir que se marche, pero el impulso de Eros es más fuerte y la arrastra fuera del jardín-paraíso. Exhausta y desolada, Psique cae al suelo. Eros se posa cerca de ella y le reprocha el que le haya desobedecido, el que haya quebrado su promesa y destruido el jardín edénico en el que vivían. Y como le había profetizado, le confirma que, en vez de un varón, nacerá una niña que no será inmortal. Luego, Eros castiga a Psique abandonándola y regresando con su madre Afrodita.
El drama de Psique es algo común y corriente que sucede todos los días. Un drama que se escenifica en la vida de muchos matrimonios. Podríamos preguntarnos que es lo que está queriendo decir, que significa este lenguaje mítico y a la vez poético y metafórico, sobre las relaciones entre una mujer y un hombre, tanto a nivel externo como interno. Pero, para poder comprenderlo, vamos a volver de nuevo al tema del tentador, del separador.
Dice Jung que la SOMBRA es la parte no vivida de uno mismo y que, en los sueños, se personifica en una figura del mismo sexo: las hermanas de Psique en el mito. La toma de conciencia de su existencia es de gran importancia para nuestra evolución, pues de su integración depende la confianza con uno mismo y el encuentro positivo con el otro sexo. Una mujer, reafirma su estado de mujer por medio de la sombra. A causa de ello, hunde sus raíces en lo femenino y vive su feminidad de forma positiva. La integración de la Sombra es para Jung una condición esencial para que el encuentro con su sexo opuesto sea posible sin peligros. Sin éste -el contacto con el sexo opuesto-, el encuentro con la Sombra puede ser nefasto.
Si una mujer, mientras es niña, reprime en el inconsciente la rebelión contra su madre, esta pasa a forma parte de la Sombra. Ya lo hemos dicho, la Sombra, el Adversario Interior, es esa parte de uno mismo que aparece en los sueños como una imagen del mismo sexo y que no se vive porque se rechaza. Un rechazo que opera a través de una prohibición maternal que no le ha permitido adquirir una identidad que, desde el lado materno, se considera negativa. Pero las cualidades transferidas al inconsciente no desaparecen, sólo quedan inaccesibles a la conciencia. Al no ser conocidas, cuando se manifiestan, su acción es nefasta y uno está dispuesto a jurar sobre todo lo sagrado que "uno no es eso". El problema que se suscita, no lo soluciona ni la distancia ni la muerte. Lo sepa o no en su conciencia, la madre ha dejado su huella.
El deseo de ser "uno mismo", de tener una identidad, es tan fuerte, que toma caminos desviados para expresarse y llegar a su realización. Las mujeres que han renunciado a ser ellas mismas, que se han convertido en indispensables y se ponen, aparentemente, "al servicio de...", son mujeres que esperan que sus preocupaciones sean las de aquellos que los rodean. Esperan de sus allegados la confirmación de su existencia y, cuanto más fuerte haya sido la renuncia, más desmesurada se hará la demanda. Esta sobreexigencia, completamente inconsciente, desempeña un importante papel de rebelión contra la madre que les negó lo que ahora exigen, pero de una manera pervertida e inaceptable para los que la sufren.
En lugar de admitir su rencor hacia la madre, este rencor se vuelve contra ellas mismas. La agresividad reprimida se manifiesta, a pesar suyo, sin control, como una pulsión injustificable, pues se siente treméndamente rechazada y agredida. Cuanto más huye, más rechaza la vida y se arrastra hacia el suicidio. Una mujer así, vive exclusivamente desde su cabeza, para escaparse del vientre, el símbolo de lo materno por excelencia. Su cuerpo es frágil, pues rechazar a la madre equivale a rechazar a la materia. Su vida es una continua depresión, por la simple razón de que la depresión es la agresividad no vivida, agresividad que se vuelve contra ella por ser el resultado de una ausencia, una ausencia de amor y protección.
Cuadro de Denis Nuñez Rodríguez
Este tipo de mujer vive constantemente angustiada, carece de confianza en si misma, ya que la confianza viene de la sensación de pertenecer al mundo al que uno está destinado y de ser aceptado en él con benevolencia. La vida de una mujer así es triste y difícil: o se retira del mundo de la realidad para refugiarse en un mundo de ideas y de sueños (conozco a algunas), o sucumbe a una ambición delirante para intentar llenar la "falta de madre" con un logro social.
Una mujer así necesitaría rehabilitar los valores matriarcales, los que simbolizan la Gran Madre, y comprender que pueden ser vividos de manera diferente, de manera individual y no parecerse en nada a la forma en que los vivió su madre. Conocer el amor hacia ella misma y amarse como madre es lo que necesita, y será éste amor a la Gran Madre el que la liberará de la influencia de la imagen interna de su madre negativa.
And-then-we-saw-the-daughter-of-the-Minotaur-Leonora-Carrington-1956
Los contenidos de la Sombra tienen un inmenso impacto en nuestras vidas y son la fuente de la motivación de gran parte de nuestros comportamientos. Su manifestación más nefasta es cuando el proceso se transforma en un círculo vicioso: cuanto más se rechaza a la Sombra, más poderosa se hace esta. La única forma de no sufrir su tremendo poder es aceptarla para poder transformarla. La Sombra reprimida es vivida en forma negativa casi de una manera exclusiva, lo que de ninguna forma quiere decir que la Sombra sea negativa. La Sombra también detenta muchas cualidades humanas; nuestra dificultad es hacerlas conscientes y vivirlas positivamente.
Jung habla de una Sombra positiva y una Sombra negativa. Dentro de cada mujer hay un hada y una bruja, lo mismo que en el interior de cada hombre conviven un sabio y un hechicero. Durante toda nuestra vida existirán ambos, pero es de nosotros y de nuestro trabajo interno que dependerá el aspecto que más pese sobre nosotros.
En el lenguaje de los símbolos, las dos hermanas de Psique son esas voces machaconas que desde nuestro interior y, a veces, también desde el exterior, cuando esos aspectos de la Sombra son proyectados sobre mujeres, cumplen esa tarea de destruir lo viejo a fin de que pueda surgir la conciencia de lo nuevo. Voces que a veces se personifican en las intrigas del café de media mañana, o en los chismorreos de la peluquería o en todos esos lugares en los que tantos planes destructivos se diseñan. La acción de ambas hermanas, cumplen la función de desafiar el viejo mundo patriarcal y de impulsar, desde el interior, una nueva conciencia. Este es un proceso que costará mucho mayor sufrimiento del que a primera vista se pudiera advertir. Como Prometeo, pagamos un alto precio por la adquisición de esta conciencia que tan osadamente exigimos.
Logia Farlesia. Eros, Psique y sus hermanas. Rafael de Urbino
Esas dos hermanas que todo lo cuestionan, son un espectáculo intimidante, porque si bien es cierto que son precursoras de la conciencia, siempre existe el peligro de que la mujer afectada por ellas quede atrapada en su estado de desarrollo y siga siendo destructiva durante el resto de su vida. También está la que permanece para siempre en la cima de la Montaña de la Muerte, viendo a los hombres como la fuente de todos los desastres y destruyendo todo lo que un hombre trata de crear.
Anthonis van Dyck. Psique en la montaña de la muerte.
Toda mujer, en la primera etapa de su relación matrimonial, está preparada para atravesar con su compañero toda una serie de desatinos en sus relaciones. El es el dios del Amor y también es la muerte en la Cima de la Montaña; él es el desconocido del paraíso y el censor, cada vez que ella exige una mayor conciencia. Finalmente, no cabe ninguna duda para el mito, es el dios del Amor en la cúspide del Olimpo, cuando ella asuma su propia condición de deidad.
Todo esto, nos deja perplejos a los hombres. Tampoco nos damos cuenta de como somos espiados por nuestras mujeres en forma cautelosa, cuando regresamos a casa todos los días para ver el papel que ellas deben asumir. Si a todo esto le añadimos, las propias complicaciones que tiene el hombre con su propia ánima y su propia Sombra, tendremos una compleja y hermosa historia dramática de la que tanto gustan a las amantes de culebrones.
Volvamos por un momento a las hermanas de Psique. Hemos dicho que son una exigencia de la evolución de la conciencia. Surgen desde una fuente profunda y de forma inesperada; surgen a través de cualquier acontecer y siempre nos pillan de sorpresa. Hablando en términos junguianos: son la Sombra de Psique. Debido a la falta de atención y desarrollo, esas cualidades persisten en su forma arcaica y se vuelven oscuras y amenazadoras.
Tales posibilidades, para bien o para mal, perviven en el inconsciente, donde acumulan energía hasta que, finalmente, comienzan a irrumpir en forma arbitraria en las vidas conscientes, del mismo modo que las dos hermanas aparecen en la vida de Psique en el momento crítico. Cuando sólo nos vemos conscientemente como seres amorosos, puros y gentiles, igual que Psique, estamos pasando por alto este lado oscuro de nuestra Sombra que puede emerger para expulsarnos del ingenuo paraíso de perfección que nuestra imaginativa mente ha construido, a fin de impulsarnos a descubrir cual es nuestra genuina naturaleza.
Jung decía que la demanda de nacimiento de la conciencia surge generalmente desde la Sombra, porque sólo así, esas facetas imperfectas, incompletas o poco desarrolladas, también poco agradables de la personalidad de Psique, le sirven, una vez identificadas, para terminar con el "encantamiento".
Metropolitan. Rodin. Eros y Psique
Eros ha hecho todo lo posible para mantener a Psique en la inconsciencia. Le prometió el Paraíso si no lo miraba ni cuestionaba, así logró dominarla por algún tiempo. Es harto frecuente que una mujer viva una cierta parte de su vida externa bajo el control de un hombre y, si es lo suficientemente inteligente para evitarlo, entonces puede caer bajo la imagen de su hombre interior: el ÁNIMUS. Al igual que la vida y la lucha del hombre discurre en relación con el principio femenino de la vida -su ÁNIMA-, la vida de una mujer puede ser narrada a través de su lucha y de su evolución en relación con el principio masculino de la vida, ya lo encuentre fuera en un hombre o dentro de si misma en la imagen de su ÁNIMUS.
Psyche Revived by Cupid's Kiss Sculpture in Oranienbau.
Para ambos, ponerse de acuerdo con el lado masculino o femenino, según sea el caso, es un proceso que la psicología jungiana no puede predecir. El primer contacto probable de una mujer con la masculinidad se da a través de la figura del padre; después, en su matrimonio, con el devorador causante de su muerte. Más adelante Eros le prometerá el Paraíso, siempre que no formule ninguna pregunta. Fíjense como esta impronta femenina queda marcada en el hombre-hijo, como vimos en Perceval, que fue incapaz de hacer la pregunta que hubiera sanado el páramo. Y, por último, ya en la madurez, más allá de la mitad de la vida, lo hallará como el dios del Amor que verdaderamente es. Interna o externamente, este drama consume la mayor parte de nuestra energía consciente.

(Continua)

Eros en Picadilly Circus.

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