EL MITO DE EROS
Y PSIQUE Y LA
PSICOLÓGICA FEMENINA
A LA BÚSQUEDA DE SU
FEMENINO INTERIOR
(II)
En la primera
parte hablamos de Afrodita y Psique, pero dejamos un poco de lado a Eros,
después de una breve presentación. Ahora intentemos conocer un poco más profundamente a
Eros y algo más de esta dolorosa y delicada historia sobre la relación entre
ambos.
(...)
(...)
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Afrodita señala a Psique para que Erosle dispare sus flechas cuando aparezca la muerte. Logia de Psique pinrada por rafael de Urbino y sus discípulos. Villa Farnesia. Roma. |
Eros, para algunas versiones del mito, es hijo de Afrodita. En los mitos también se le conoce por otros nombres: "Amor", "Cupido"... A él es a quien Afrodita recurre para destruir a Psique. El instrumento de trabajo de Eros es un arco y una aljaba llena de flechas que dirige con pertinaz insistencia al corazón de dioses y mortales, con la más absoluta impunidad y sin que nadie, ni mortales ni inmortales, puedan impedírselo. Eros está dispuesto a obedecer la orden de su madre de inflamar el corazón de Psique con una de sus flechas de amor, cuando la bestial y repugnante Muerte acuda a llevársela; de esta forma acabará con el desafío y el peligro que Psique supone para la persistencia de Afrodita como Gran Diosa.
Dijimos que una
cualidad de Afrodita, como diosa ctónica que es, es su constante impulso
regresivo. Afrodita desea que las cosas vuelvan siempre a su origen. Su máximo
deseo es que la evolución de la conciencia retroceda y no progrese. Aunque representa la Voz de la Tradición,
paradójicamente, ella nos impulsa a evolucionar. Todasi las mujeres repiten esta
historia con sus hijas.
Cuando
fijamos nuestra atención en Eros, son muchos los niveles desde los que se le puede
considerar: como un hombre cualquiera de la calle, como marido o como el
varón de toda relación. Pero también podemos percibirlo como el Principio del amor y la armonía cuando,
al final de la historia, se despoja de todo tipo de disfraz, pues Eros tiene la
facultad de hacerse invisible o de disfrazarse de cualquier cosa a fin de no
ser reconocido y poder acercarse a sus objetivos.
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Carrete ático de figuras rojas, 470–450 a. C. Louvrec |
Podemos representarnos a Eros como una espiral cuyo punto de emanación es el Eros Cósmico; espiral que se abre y desarrolla hacia niveles más bajos en el eros humano y el eros que impulsa a la Naturaleza, e incluso a la materia. La espiral de Eros nos revela el secreto del amor y, también, nos explica por qué todos los tipos de amor participan de la misma energía, pues uno sólo es el Principio desde donde emana Eros. Son los diferentes niveles vibratorios de la manifestación de Eros los que marcan las diferencias entre el más sublime de los amores y el que se expresa en la sexualidad más instintiva.
Se suele
confundir Eros con sexualidad; pero,
si nos fijamos en la imagen mítica, Eros siempre dirige sus flechas al corazón,
no a los genitales. Obediente al mandato de su madre Afrodita, de la que él es
su expresión amorosa, se dispone a cumplir la orden dada por ésta. Pero cuando
llega a la colina donde Psique espera su final y la ve, el Destino, del que los
dioses tampoco están libres, hace que accidentalmente se pinche un dedo con una
de sus flechas, lo que hace que al instante se enamore de Psique y decida
tomarla por esposa.
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Eros y Psique. A. Canova. Louvre. |
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Bonce representando el rapto de Psique por Eros. |
Desde este
punto de vista psicológico, el oráculo no había mentido, pues en este sentido
arquetípico, es que el hombre causa la muerte de la mujer. Cuando un hombre ve
una mirada angustiada en el rostro de su compañera, es la hora de ser amable y
cauto; puede ser que ella esté despertando al hecho de que está muriendo como
doncella. La gentileza y la comprensión por parte del hombre podrían
facilitarle las cosas a ella. El problema es que, generalmente, él,
comprometido con sus propias batallas internas y con la proyecciones de su
propia ánima, tampoco es consciente de lo que sucede en el interior de su
compañera.
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El rapto de Psique de William Adolphe Bouguereau. |
Podemos
encontrar muchas mujeres de cincuenta años o más, que jamás estuvieron en la Montaña de la Muerte, aunque estén
casadas y sean ya abuelas. Su mundo puede haber sido cubierto por ese roció
fresco que les ha permitido mantener despiertas sus conciencias para
evolucionar sin conflictos. También hay jóvenes doncellas que pasan por esa
experiencia, la atraviesan y sobreviven, llevándose en la mirada un racimo de
sabiduría. Estas cosas pueden pasar a cualquier edad. Generalmente, Eros, liquida
la ingenuidad y la inocencia infantil de toda mujer en épocas muy distintas de
sus vidas; no ocurre siempre cuando ellas contraen matrimonio o se unen a un
hombre.
Para el
hombre, la experiencia del matrimonio es algo muy diferente. Sirve para
incrementar su estatura y fortalecer su mundo ganando altura y posición. En
general, ignora, en una completa inocencia, que está matando a la "psique interior" de su compañera;
ni siquiera entiende que debe hacerlo. A veces, ella puede comportarse de una
forma extraña, algo puede salir terriblemente mal, pude haber un torrente de
lágrimas, pero él no comprenderá que, para ella, el matrimonio no significa lo
mismo que para él. La mujer también adquiere una nueva estatura y una nueva
dimensión en el matrimonio, pero no antes de haber pasado por la experiencia de
la Montaña de
la Muerte.
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Louis Jean Francoise Lagrenée (1724-1805) Eros y Psique. |
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El matrimonio romano |
En el hombre
aún resuenan antiguos y ancestrales ecos de una estructura patriarcal
primitiva, en la que la mujer aparece sometida al hombre. Y si este mundo se desmorona
en el exterior, aún está vigente en la interioridad psíquica de muchos hombres
y también de muchas mujeres. Eros sigue insistiendo en que Psique no haga
preguntas y que no mire su verdadero rostro: estas son las condiciones del
dominio patriarcal.
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Eros tenda su arco. Copia romana de un original de Lissipo. Museo Capitolino. |
La vida exige
a lo femenino y también, y en la misma medida, a lo masculino, que evolucione en
la conciencia, que crezca espiritualmente. Los mitos nos muestran que la mayor
parte de éste crecimiento interior surge de nuestros respectivos elementos femeninos:
exteriorizado en la mujer, interiorizado en el hombre. Darse cuenta de este
hecho es para un hombre una experiencia aterradora, pues él, como Adán, quiere
permanecer en el Paraíso.
En el
inconsciente del hombre hay algo que le lleva a desear un acuerdo con su mujer
o su pareja: que ella no le haga preguntas. A menudo, la actitud de él hacia el
matrimonio es que éste no debe ser un estorbo cuando desee poner su atención en
alguna otra cosa. Y cuando una mujer descubre esta actitud, generalmente
inconsciente, en su hombre, ello le causa un enorme impacto, pues para ella el
matrimonio había representado un compromiso y un comprometerse, mientras que
para él era algo que debería ser flexible, no incluyente y abierto.
Todos los
mitos coinciden en una cosa: no hay paraísos eternos. Todos los paraísos
terminan. Tampoco hay paraíso que no esconda en su interior una serpiente tentadora
que induzca a realizar lo opuesto a la paz y la tranquilidad que la ley el
paraíso impone.
Dürckheim define al "diablo" como "el que está en contra", queriendo señalar que siempre existe una fuerza, una energía contraria en cualquier nivel de la realidad: contra Dios, contra el hombre, contra la Vida, contra la Naturaleza. Y es que las fuerzas contrarias forman parte de la Vida y de la Naturaleza, incluida nuestra estructura psicológica. Gracias a ellas evoluciona nuestra conciencia. Al no tener conciencia de esta fuerza oculta, Jung la llamó la SOMBRA, y otros seguidores suyos como Schuster, el Adversario Interior. “El Bien es la raíz del Mal, y el Mal es la raíz del Bien” dice el Tao Te-King. Pero ¿qué es el Bien y qué es el Mal? Es evidente que la respuesta es siempre cultural y subjetiva. De hecho, no existen cosas como Bien y Mal considerados absolutos; existe una única energía que se expresa por una doble polaridad, como la energía eléctrica que necesita de un polo positivo y un polo negativo para manifestarse.
Todos
nosotros somos también pequeños luciferes cegados y fascinados por lo Absoluto
que nos insta a evolucionar; mientras el amor de Lucifer por Dios, según la leyenda persa, nos insta a
no hacerlo, a menospreciar la condición humana, a detectar la limitación en el
tiempo, algo que hace que nos parezca insoportable la pesadez de nuestro cuerpo
si lo comparamos con lo que debe ser la liviandad del Espíritu. He aquí el
infierno, el lugar inferior: el mundo material.
Así pues, el
adversario es el que está en contra,
el instigador de la dualidad, el introductor de la duda, el tentador. El es el Gran Separador. En cada ser humano se expresa
a través de cualquier acción, de cualquier pensamiento, de cualquier deseo que
se oponga a la unidad. Muchos hombres no advierten que han sido seducidos por
el tentador porque, en nuestra
cultura, esa tentación se reviste como Ley de la Mayoría.
Prometeo y Lucifer, también Fausto, fueron tentados por el Conocimiento y, al descubrirlo, los dos perdieron la confianza original, perdieron su vínculo con la Unidad, y esta pérdida fue la causa de sus sufrimientos.
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Psique con sus dos hermanas. Castillo de Chantilly. |
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Psique y sus hermanas- Pinturas de Rafael de Urbino y sus discípulos en Villa Farnesia. Roma. |
En un
principio, Psique accede y se abstiene de hacer preguntas y de conectar con sus
hermanas. Pero estas la reclaman con insistencia pidiéndole que las deje
visitarla, hasta que convencen a Psique para que ruegue a Eros a que consienta
a ello. Eros accede y las dos hermanas son llevadas por Céfiro hasta el
jardín-paraíso quedando maravilladas del hermoso lugar en que vive Psique,
quien las atiende con gran amabilidad. Todo esto continua incrementando los
celos y la envidia de las dos hermanas por la buena suerte de Psique a la que
acosan a preguntas y a la que interrogan sobre como es Eros. La ingenua Psique
describe a Eros a través de su fantasía, pues debido a su promesa nunca ha
visto el rostro de Eros. Cuando las dos envidiosas hermanas se marchan, Psique
les entrega un montón de regalos y las envía de nuevo con Céfiro a sus casas.
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Psique y sus hermanas. Oleo de Antonio Pedrales sobre un cuadro de Fragonard. |
Al regresar
por tercera vez, confían en secreto a Psique de que se han enterado que Eros es
una malévola serpiente, una repulsiva criatura que sólo espera que nazca el
bebé para devorarlos a los dos. Psique queda aterrada. Las dos hermanas la
tranquilizan y le explican que han concebido un plan para salvarla. En realidad
solo desean, en sus celos y envidia, que Psique no sea feliz. La aconsejan que
se procure una lámpara y la oculte en una vasija cubierta y la tenga preparada
al lado del lecho; también debe tener a mano un afilado cuchillo. Cuando Eros
regrese y se quede dormido, sacará la lámpara de la vasija y podrá contemplar,
por vez primera, el horrible rostro de su esposo e, inmediatamente, con el
afilado cuchillo, cortarle la cabeza.
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Jacobo Zucchi. Psique alumbra el rostro de Eros con su lámpara mientras empuña un cuchillo. |
Psique
levanta la lámpara y contempla, por vez primera, el verdadero rostro de Eros.
Lo que ve, la deja sobrecogida, pues está viendo el rostro verdadero de un
dios: el semblante del dios del Amor. ¡La más hermosa de las criaturas del
Olimpo! Conmocionada y a la vez asustada, y sintiéndose culpable por el
horrible crimen que iba a cometer, intenta coger el cuchillo para quitarse la
vida, pero accidentalmente -otra vez el Destino-, se clava una de las flechas
de Eros, con lo que su corazón se inflama de amor por el que es su marido y cuyo rostro acaba de
ver por vez primera.
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Nicolás Colombel. Eros y psique. |
El drama de
Psique es algo común y corriente que sucede todos los días. Un drama que se
escenifica en la vida de muchos matrimonios. Podríamos preguntarnos que es lo
que está queriendo decir, que significa este lenguaje mítico y a la vez poético
y metafórico, sobre las relaciones entre una mujer y un hombre, tanto a nivel
externo como interno. Pero, para poder comprenderlo, vamos a volver de nuevo al
tema del tentador, del separador.
Dice Jung que
la SOMBRA es la parte no vivida de uno mismo y que, en los sueños, se
personifica en una figura del mismo sexo: las hermanas de Psique en el mito. La
toma de conciencia de su existencia es de gran importancia para nuestra
evolución, pues de su integración depende la confianza con uno mismo y el
encuentro positivo con el otro sexo. Una mujer, reafirma su estado de mujer por
medio de la sombra. A causa de ello, hunde sus raíces en lo femenino y vive su
feminidad de forma positiva. La integración de la Sombra es para Jung una
condición esencial para que el encuentro con su sexo opuesto sea posible sin
peligros. Sin éste -el contacto con el sexo opuesto-, el encuentro con la Sombra puede ser nefasto.
Si una mujer,
mientras es niña, reprime en el inconsciente la rebelión contra su madre, esta
pasa a forma parte de la Sombra.
Ya lo hemos dicho, la Sombra,
el Adversario Interior, es esa parte
de uno mismo que aparece en los sueños como una imagen del mismo sexo y que no
se vive porque se rechaza. Un rechazo que opera a través de una prohibición
maternal que no le ha permitido adquirir una identidad que, desde el lado
materno, se considera negativa. Pero las cualidades transferidas al
inconsciente no desaparecen, sólo quedan inaccesibles a la conciencia. Al no
ser conocidas, cuando se manifiestan, su acción es nefasta y uno está dispuesto
a jurar sobre todo lo sagrado que "uno
no es eso". El problema que se suscita, no lo soluciona ni la
distancia ni la muerte. Lo sepa o no en su conciencia, la madre ha dejado su
huella.
El deseo de
ser "uno mismo", de tener
una identidad, es tan fuerte, que toma caminos desviados para expresarse y
llegar a su realización. Las mujeres que han renunciado a ser ellas mismas, que
se han convertido en indispensables y se ponen, aparentemente, "al servicio de...", son mujeres que
esperan que sus preocupaciones sean las de aquellos que los rodean. Esperan de
sus allegados la confirmación de su existencia y, cuanto más fuerte haya sido
la renuncia, más desmesurada se hará la demanda. Esta sobreexigencia,
completamente inconsciente, desempeña un importante papel de rebelión contra la
madre que les negó lo que ahora exigen, pero de una manera pervertida e
inaceptable para los que la sufren.
En lugar de
admitir su rencor hacia la madre, este rencor se vuelve contra ellas mismas. La
agresividad reprimida se manifiesta, a pesar suyo, sin control, como una
pulsión injustificable, pues se siente treméndamente rechazada y agredida.
Cuanto más huye, más rechaza la vida y se arrastra hacia el suicidio. Una mujer
así, vive exclusivamente desde su cabeza, para escaparse del vientre, el
símbolo de lo materno por excelencia. Su cuerpo es frágil, pues rechazar a la
madre equivale a rechazar a la materia. Su vida es una continua depresión, por
la simple razón de que la depresión es la agresividad no vivida, agresividad
que se vuelve contra ella por ser el resultado de una ausencia, una ausencia de
amor y protección.
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Cuadro de Denis Nuñez Rodríguez |
Una mujer así
necesitaría rehabilitar los valores matriarcales, los que simbolizan la Gran Madre, y
comprender que pueden ser vividos de manera diferente, de manera individual y
no parecerse en nada a la forma en que los vivió su madre. Conocer el amor
hacia ella misma y amarse como madre es lo que necesita, y será éste amor a la Gran Madre el que la
liberará de la influencia de la imagen interna de su madre negativa.
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And-then-we-saw-the-daughter-of-the-Minotaur-Leonora-Carrington-1956 |
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En el
lenguaje de los símbolos, las dos hermanas de Psique son esas voces machaconas
que desde nuestro interior y, a veces, también desde el exterior, cuando esos
aspectos de la Sombra son proyectados
sobre mujeres, cumplen esa tarea de destruir lo viejo a fin de que pueda surgir
la conciencia de lo nuevo. Voces que a veces se personifican en las intrigas
del café de media mañana, o en los chismorreos de la peluquería o en todos esos
lugares en los que tantos planes destructivos se diseñan. La acción de ambas
hermanas, cumplen la función de desafiar el viejo mundo patriarcal y de impulsar,
desde el interior, una nueva conciencia. Este es un proceso que costará mucho
mayor sufrimiento del que a primera vista se pudiera advertir. Como Prometeo,
pagamos un alto precio por la adquisición de esta conciencia que tan osadamente
exigimos.
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Logia Farlesia. Eros, Psique y sus hermanas. Rafael de Urbino |
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Anthonis van Dyck. Psique en la montaña de la muerte. |
Todo esto,
nos deja perplejos a los hombres. Tampoco nos damos cuenta de como somos
espiados por nuestras mujeres en forma cautelosa, cuando regresamos a casa
todos los días para ver el papel que ellas deben asumir. Si a todo esto le añadimos,
las propias complicaciones que tiene el hombre con su propia ánima y su propia
Sombra, tendremos una compleja y hermosa historia dramática de la que tanto gustan
a las amantes de culebrones.
Volvamos por
un momento a las hermanas de Psique. Hemos dicho que son una exigencia de la
evolución de la conciencia. Surgen desde una fuente profunda y de forma
inesperada; surgen a través de cualquier acontecer y siempre nos pillan de
sorpresa. Hablando en términos junguianos: son la Sombra
de Psique. Debido a la falta de atención y desarrollo, esas cualidades
persisten en su forma arcaica y se vuelven oscuras y amenazadoras.
Tales
posibilidades, para bien o para mal, perviven en el inconsciente, donde acumulan
energía hasta que, finalmente, comienzan a irrumpir en forma arbitraria en las
vidas conscientes, del mismo modo que las dos hermanas aparecen en la vida de
Psique en el momento crítico. Cuando sólo nos vemos conscientemente como seres
amorosos, puros y gentiles, igual que Psique, estamos pasando por alto este
lado oscuro de nuestra Sombra que
puede emerger para expulsarnos del ingenuo paraíso de perfección que nuestra
imaginativa mente ha construido, a fin de impulsarnos a descubrir cual es
nuestra genuina naturaleza.
Jung decía
que la demanda de nacimiento de la conciencia surge generalmente desde la Sombra, porque sólo así,
esas facetas imperfectas, incompletas o poco desarrolladas, también poco
agradables de la personalidad de Psique, le sirven, una vez identificadas, para
terminar con el "encantamiento".
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Metropolitan. Rodin. Eros y Psique |
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Psyche Revived by Cupid's Kiss Sculpture in Oranienbau. |
(Continua)
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