sábado, 28 de diciembre de 2013

Lugares mágicos.



<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 19/04/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Los lugares mágicos.
<AUTOR> : Alfiar
<SUMARUIO>: Cerca de Santa Cruz, un palmeral escondido está lleno de energía y de fuerzas elementales de la Naturaleza.
<ILUSTRACIÓN 1>: La imagen muestra el palmeral escondido en el fondo de un valle, no muy lejos del mar.
<CUERPO DEL TEXTO>:
   ¿Hemos pensado alguna vez que el mundo, o el lugar donde vivimos y que creemos conocer, puede estar lleno de fuerzas que son inexplicables a nuestra comprensión? ¿Se nos ha ocurrido imaginar que cada piedra, guijarro y planta sobre la tierra, está bajo nuestro cuidado? ¿Qué cada gusano que encontramos en la hierba del campo es nuestro amigo, y que podemos usarlo de la misma manera que el puede usarnos a nosotros? ¿Qué la tierra es un mundo mágico dispuesta a revelarnos sus secretos simplemente con que aprendamos a ver?

(...)


   Hace ahora diez años, cuando la llamada del Despertador repiqueteaba en mi interior, un mensaje de esa otra realidad llegó hasta mí. Decía así: "Estas islas son un refugio de los Grandes Maestros, que se apoyan en ellas para abrir un cauce a sus mensajes, y aquellos que lo puedan comprender alcanzan la bienaventuranza en sus corazones y la verdad se instala en sus mentes. Este es un sitio mágico donde todo está más cerca del espíritu, y donde los poderes de Dios se manifiestan al alma con esplendor".

  Ha pasado el tiempo. Y esas palabras que podían sonar extrañas entonces, ya no lo son. Conozco la magia de las islas, y conozco algunos de sus lugares mágicos. Lo son porque en ellos, por la razón que fuere, hay una mayor densidad energética que la que existe en otros lugares. Uno de esos sitios mágicos no está muy lejos de Santa Cruz. Es un palmeral escondido en el fondo de un valle no muy lejos del mar. He ido allí mucha veces; está lleno de energía y de fuerzas elementales de la naturaleza. Tuve allí increíbles experiencias. Un día realmente mágico preguntamos a nuestros guías, o a nuestra voz interna, o como cada uno quiera llamarlo, el por qué del profundo sentir que aquello era una realidad aparte. Esta fue la respuesta. Merece ser meditada.
"Es bueno que sepáis el símbolo que se encierra en éste rincón de la naturaleza, donde las formas están siendo trascendidas debido a la alta vibración telúrica que tiene aquí su morada. Este rincón del valle es sagrado porque se aúnan en él diferentes fuerzas que hacen su recinto altamente santificado.
La madre naturaleza proporciona, de vez en cuando, antiguos recodos de silencio y de paz en donde almacena aquellas fuerzas matrices que luego reparte en cantidades más pequeñas por los diferentes lugares. Aquí se encierra un fuerte depósito de energía natural de la esencia de la Vida, y los átomos están sobrecargados de potencia en la configuración de cada planta, de cada roca, de cada árbol.
La tierra guarda en sus entrañas fuentes de luz no usadas todavía, que potencian de forma diferente el crecimiento de todo lo que nace sobre ella, y es por ello que el aura magnética de este lugar lo convierte en algo tan distinto al resto de la formación montañosa, porque es como una reserva esférica de poder vital.
Como es en correspondencia, las fuerzas de arriba están en resonancia con las de abajo, y fuertes rayos de vibración cósmica bajan a reflejarse en este paisaje. Las rocas almacenan esta energía y son el depósito de luz solidificada que vibra en una octava más alta que el resto del paisaje.
Seres astrales vagan sumergidos en este mar de vibraciones, y se sienten los dueños de este lugar en donde han adquirido un avance importante en su manifestación. Sólo se tolera el paso por estos lugares a aquellos seres que intuyen las fuerzas que aquí se mueven, el resto de las personas pasa rápidamente sin permanecer más tiempo, o el desasosiego les hace inquietarse y buscar la salida.
En éste momento estáis siendo observados por los elementales del agua y del viento. Ellos os han indicado que el sitio el bueno para la comunicación y están colaborando en que las ondas mentales fluyan a través de ellos con facilidad. Pedir permiso a los seres de la tierra para seguir avanzando hasta más adentro, y al fuego sagrado que se encierra en las rocas pedirle que os comuniquen su vibración, porque esto ayudará a abrir vuestros canales internos.
Os hemos traído aquí para que supierais lo que hay que hacer. Apoyar vuestras frentes y vuestras manos en la roca sagrada, y absorber lo que ella emana llevándolo a lo más profundo de vuestro ser. Luego no os detengáis, salir despacio y con el respeto debido al templo en que os encontráis."
   Voy a contaros una historia mágica que ocurrió hace unos pocos años en ese lugar mágico.
   La luz del atardecer ponía tonalidades anaranjadas en el corazón del valle. Un pasillo estrecho y alargado, como el cuello de un útero, por el que discurría un arroyo, conducía a una pequeña rotonda en la que dos grandes y ciclópeas piedras cerraban y abrían al mismo tiempo la puerta a esa matriz en la que la naturaleza engendraba sus designios. Entre ambas rocas, invisible a la mirada dormida, una corriente de energía, saltando de una a la otra, cerraba el paso a los curiosos. Pasar por ella requería adecuar la propia vibración a lo que impedía el paso. Si la disposición interior no era la correcta, si el propio espíritu no vibraba con la intensidad necesaria, se era rechazado.
   Pequeños y grande seres elementales, constructores de la forma, dueños de los cuatro elementos, vigilaban el lugar. Su misión era impedir la entrada al sagrado recinto. Un guardián se había personificado en una gran roca incrustada en una ladera. La roca había tomado la forma de un rostro impasible, de pétreo mutismo. Para la mirada dormida, sólo una piedra medio enterrada en el suelo. Entre las ramas de las palmeras, las pardelas repetían, en sus agudos chillidos, las palabras de advertencia de los guardianes del lugar. El croar de las ranas en el arroyo, el reptante rumor de los lagartos, los agitados brazos de las palmeras sacudidos por el viento, el monótono y cantarín sonido del agua corriendo por la pendiente, eran las palabras y los gestos con que los seres elementales advertían que aquel lugar no había de ser profanado.

  Al otro lado de la puerta, marcado por las dos descomunales rocas, se hallaba el corazón del valle. Eran dos altos esferoides de un alto contenido magnético. Los dos polos de una increíble batería natural. Allí, los mundos elementales y los reinos de la Naturaleza, se habían hermanado para formar una inmensa matriz. Y allí, invisible a la mirada del hombre dormido, flotando en medio de un mar de energía, se hallaba un gran huevo de luz azul. Permanecía a la espera de ser fecundado cuando llegara la noche y las estrellas bañaran con sus efluvios su esencia. Grandes Seres de Luz, venidos de Otros Mundos, magnetizaban con su alta energía de Amor el lugar y lo que en él se guardaba.
  Cuando la última claridad se hubo ocultado tras las montañas, y la oscuridad se adueñó del valle, la agitación se hizo más intensa. Cercana la treceava hora, una larga fila de seres humanos entraron en el valle. Era como un hilo de luz para la visión clarividente. Sus iridisaciones nacaradas, doradas y violetas, serpenteando en la noche, sólo eran visible para los Grandes Seres que vigilaban en la altura. Llegados al claro que había ante la pétrea puerta, la hilera luminosa se cerró sobre sí misma; formó un círculo. La energía circulaba por el anillo. A cada minuto que pasaba el silencio era más profundo en los corazones de aquellos hombres y mujeres; a cada minuto la unidad de la luz del círculo era más intensa y giraba a mayor velocidad. Los Grandes Seres de Otros Mundos se habían situado en el exterior del círculo. Con las manos extendidas y vueltas las palmas hacia arriba, recibían una lluvia de gotas de luz que, procedentes de una gran nave suspendida en lo alto, e invisible a la mirada, caía sobre los allí reunidos. De esta manera incrementaban la energía que giraba.    
   La armonía se hizo más intensa. La emoción fue controlada en la mente de aquellos que podían contemplar la visión. La treceava hora se deslizaba imperceptiblemente en el corazón de los presentes y del lugar. Una forma de pensamiento, con una orden impresa, surgió de los Grandes Seres y entró en el círculo de luz. Un punto del círculo, en respuesta a la orden, abandonó éste y sin que la luz se quebrara se dirigió a la pétrea puerta que resplandecía con luz propia. El punto de luz se situó entre las dos grandes rocas. Por un breve instante interrumpió el arco de energía que fluía entre ellas. Todo el valle estaba lleno de Luz. La Naturaleza se hizo silencio y todo quedó quieto. El tiempo se detuvo y una fisura se abrió en su fluir. Por ella se filtró la Eternidad. El huevo luminoso, vivo, pulsante, posado en aquella matriz natural, esperaba ser fecundado por un pensamiento-semilla, para que el proceso de la creación de la forma de un ser UNO se iniciase. Y allí, en la Puerta de la Eternidad, un punto de luz, que era a la vez todos los puntos de luz que giraban en el círculo, contemplaba las corrientes, los efluvios de energía que protegían aquella forma de energía azul a la espera de ser fecundada. Absorto en la visión, no percibió que su Ser Interno fluía por él. Ni como proyectaba el pensamiento-semilla que, como una flecha, salía disparado a su destino. En él iba toda la energía generada por el vórtice formado por las conciencias humanas y al que permanecía unido. En el pensamiento-semilla, el significado, la imagen de la forma, la Vida Una del nuevo ser.
   Aquel espermatozoide mental, cargado de potencia de unidad, de potencia de Amor-Uno, atravesó la distancia y se clavó en el centro del huevo. Y la energía contenida en el pensamiento semilla se vertió en el interior mezclando las esencias. Luego la Naturaleza contempló como la brecha por la que fluía la Eternidad se cerraba, recobrando su rumor para propagar el acontecimiento. También la luz había dejado de girar en el círculo. Los Grande Seres se internaron en el interior de la matriz; rodearon el huevo fecundado que se iba llenando de luz más intensa. Esa luz que era la misma luz con la que se iluminó el Cosmos Solar después de que el pensamiento semilla que lo fecundó entrase en él. Porque ambos procesos eran uno y el mismo. Lo de abajo y lo de arriba creaban de la misma manera, aunque los hombres aún no lo supieran.
   Ante la mirada atónita de los seres de la noche, los grandes Seres de Otros Mundos, transportaron el huevo del que saldría una Humanidad Una a la nave que aún permanecía suspendida sobre el pequeño calvero.
   Y tal como había sido anunciado con anterioridad, UNO subió a la nave.
   No he inventado la historia. Ocurrió en ese lugar mágico. Algunos lo vieron.


No hay comentarios:

Publicar un comentario