EL MITO DE EROS
Y PSIQUE Y LA
PSICOLÓGICA FEMENINA
A LA BÚSQUEDA DE LO
FEMENINO INTERIOR
Ya hemos
hablado de la Sombra anteriormente.
Ese término lo acuñó Jung para designar la parte no consciente de nuestra
personalidad. Pues bien, ella obliga a toda mujer a que, en un determinado
momento de su vida, ponga en cuestión el jardín paradisíaco en el que cree
vivir; y, para que se plantee esa cuestión, la Sombra
le proporciona hermosas y a la vez terribles herramientas.
(...)
(...)
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Psique alumbra el rostro de Eros con la lámpara. Simon Vouet Date 1626-1629 |
Una de ellas,
ya lo vimos con anterioridad, es la
Lámpara -que le
permite Ver el verdadero rostro de Eros. Simboliza su habilidad o su poder para
ver la realidad tal cual es. Es su capacidad de conciencia. La Luz es siempre un símbolo de
la conciencia, tanto para un hombre como para una mujer. La conciencia natural
de lo femenino es una lámpara que quema el aceite de la tierra, un aceite
surgido de la molienda de los actos de la vida en las piedras molineras -una
Sol y la otra Sombra- y que, al arder, emiten una luz tenue, cálida y gentil.
No es la luz dura e intensa de la luminosidad solar, sino otra, más dulce, más
cálida y de naturaleza femenina.
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Detalle del acuadro anterior. |
La otra
herramienta es un Cuchillo muy
afilado. De estas herramientas, Psique solamente usó la lámpara. Nunca utilizó el
cuchillo. Tal vez el mito proporciona aquí a la mujer un sabio consejo. Cuando
la mujer vierte sabiamente la luz de su lámpara en una situación, pueden
producirse milagros. En cambio, si esgrimiera en sus manos un cuchillo, podría
matar. Elegir una u otra herramienta es una elección crítica, sobre todo para
las mujeres modernas. Si el cuchillo aparece primero, lo probable es que se
origine daño y sufrimiento; pero, cuando lo que primero aparece es la lámpara,
ello indica que existen posibilidades de inteligencia y entendimiento.
El uso
adecuado de estas herramientas proporcionadas por la Sombra
a Psique pueden originar el milagro de la transformación, nada menos que
iluminar el rostro de Eros con una luz auténtica. La mujer es la única que
puede producir éste milagro con la luz de su lámpara. El anhelo que siente un
hombre por su mujer está originado por esta necesidad de luz que él tiene, para
que ella le muestre -a la vez que a ella-, como es su verdadera naturaleza
divina. No existe ninguna mujer que no tenga en sus manos este maravilloso y a
la vez terrible poder.
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Eros y Psique. Pedro Pablo Rubens (1577-1640). |
¿Qué es lo
que ilumina esta lámpara? Ilumina el verdadero rostro del hombre. A través de
esta Luz proyectada por lo femenino, el hombre puede tomar conciencia que
dentro de si, en su interioridad, se encuentra un ser magnífico y divino. Pero
cuando la mujer enciende la lámpara y ve en su hombre al dios que es, él se ve
obligado a elevarse hasta esa altura, a mantenerse firme en su conciencia
masculina. Naturalmente, ante semejante tarea, él tiembla de terror. Pero a
pesar de éste miedo que le produce el tener que evolucionar, necesita de este
reconocimiento que la mujer y lo femenino hace de su validez como hombre. A los
hombres privados de la presencia de mujeres internas (el Ánima) o externas, pueden ocurrirle cosas terribles, pues generalmente
es la presencia de una mujer la que le recuerda a cada hombre lo mejor que
existe en él.
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Psique ilumina el rostro de Eros. Vitral del Chateau de Chantill |
La mayoría de
los hombres, obtienen sus conciencias más profundas sobre su propio valer, a
partir de una mujer, ya sea la esposa o la madre; y aquellos que son más
conscientes, lo obtienen de su propia Ánima.
La lámpara de su conciencia femenina permite a la mujer ver el auténtico rostro
divino del hombre, descubrir cual es su auténtico valor y mostrárselo a él.
Todo hombre
depende, en mayor o menor medida, de una mujer, en lo que a la luz de ésta
lámpara se refiere; La naturaleza masculina no está bien equipada para buscar
por si misma significados más profundos. El desconocimiento y la incomprensión
de esta realidad por parte de los hombres y de las mujeres es el origen del
graves conflictos y de no pocos sufrimientos. A menudo, la vida, para un
hombre, es árida e infructuosa, a menos que una mujer le confiera significado.
Dicho de otro modo: una mujer es la única que puede dar significado a toda una
jornada de trabajo de un hombre. El hombre presiente que eso es así, por ello
lo pide en un dolor mudo. Predispondrá e iniciará pequeñas situaciones a fin de
que la mujer pueda proyectar sobre él alguna luz, algún significado. Tal es el
inmenso poder que la mujer tiene en sus manos. De ella depende el que un hombre
sea un ser divino o un ser sufriente en su degradación machista.
Este "toque" de LUZ, este contacto de conciencia femenina, suele ser una experiencia
impulsiva y apasionada que ayuda a que el hombre se de cuenta de cual es su
situación. Es por todo ello que el hombre siente tanto miedo a relacionarse con
lo femenino; temor que esconde tras esa actitud machista que caracteriza a la
mayoría de los hombres de nuestra cultura. Llevar a un hombre hasta el umbral
de una nueva conciencia en la relación, es una tarea femenina. Muchas parejas
se rompen porque ellas tampoco saben esto. Deben ser ellas la que le diga a él:
“sentémonos y conversemos sobre lo que
somos, sobre nuestra interioridad”, aunque antes, tendrá que suavizar el
miedo que surgirá en él ante esa convocatoria. Si las mujeres fueran
conscientes de este increíble poder que hay en sus naturalezas, podrían ser las
portadoras del crecimiento espiritual de ambos pero, para ello, han de saber
manejar el miedo del hombre.
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La Tierra Diego, Yo y Xolotl 1949. Frida Kahlo |
Quisiera
seguir insistiendo sobre un punto: por desgracia, son muy escasas las mujeres
que tienen una comprensión suficiente de la tremenda necesidad que tiene el
hombre de estar próximo a lo femenino. Esto no debería -en una relación
armónica y equilibrada- representar una carga para la mujer, ni tener que
soportar la incomprensión del hombre de un modo tan solitario. En la medida que
el hombre vaya descubriendo su propia femineidad interna, dejará de depender
tan densamente de la mujer exterior para que haga esta función iluminadora por
él.
Pero si una
mujer desea darle al hombre el más preciado de los obsequios, si ella consigue
nutrir verdaderamente la máxima apetencia de masculinidad que el tiene, apetencia
que él raramente evidenciará, sólo tiene que mostrarle su más profunda femineidad,
aquello que es su más preciosa cualidad.
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William-Adolphe Bouguereau (1825-1905). |
Llegados a
éste punto del mito, comprobamos que Afrodita ha completado la tarea de hacer
evolucionar la conciencia de Psique en una forma que habría que considerar de
extraordinaria. Al principio de la historia, por un ataque de celos, envió a
Psique a desposarse con la
Muerte; más tarde, envió a su hijo Eros a concertar esos
esponsales, pero el Destino quiso que Eros se pinchara con una de sus propias
flechas y se enamorara de Psique. Por último, en otro momento de revelación,
cuando Psique descubre el verdadero rostro de Eros, se pinchará con otra de las
flechas del dios del amor y se enamorará de él en el momento en que por su
osado acto, le pierde. ¿Cuál es el significado del poder de las flechas de
Eros? ¿Qué es ese enamoramiento?
Tendríamos
que delimitar dos conceptos que suelen estar confundidos en nosotros: amor y enamorarse. Amar a
alguien es una experiencia humana que nos liga a otro ser de un modo humano.
Consiste en ver a esa persona de una forma auténtica y genuina, percibiendo
comprensivamente toda su simpleza, sus errores, pero también su magnificencia
como una cualidad esencial de lo humano.
Si algún día
fuéramos capaces de atravesar la densa niebla y la fría bruma de las
proyecciones en las que vivimos la mayor parte de nuestras vidas, y si
consiguiéramos mirar a la otra persona de una forma auténtica, podríamos
contemplar cuan magnífico es ese ser que considerábamos común y corriente.
Nuestro problema es que estamos ciegos, deslumbrados por nuestras propias
proyecciones y raramente vemos al prójimo con plena claridad en toda su
profundidad y nobleza. Un amor sustentado en esta visión es durable, pues fluye
en el vivir de lo cotidiano.
Enamorarse es algo de un orden más
elevado, de un nivel que está más allá de la experiencia humana, y que nos hace
fluctuar entre el nivel normal de vivencia y un nivel que parece ser patrimonio
exclusivo de los dioses olímpicos y donde lo humano no tiene cabida. Es como
ser atrapado por un remolino de luz que nos transporta a un ámbito donde los
seres mortales, como tales, corren el riesgo des ser abrasados por tal
resplandor. Si el amor humano funciona con 220 voltios, enamorarse sería dar un
salto a 100.000 voltios. De ahí que enamorarse sea un asunto de dioses y
diosas, algo que está más allá del tiempo y del espacio.
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Psique contempla a Eros |
Tanto Eros
como Psique se pinchan el dedo con la flecha mágica y son transportados al
reino del enamoramiento. A causa de esto, se producen milagros e, inevitablemente,
mucho sufrimiento. Psique es rescatada por Eros de su matrimonio con la Muerte; luego Eros es
desenmascarado como el dios que por cierto es y Psique es expulsada del
Paraíso; Eros huye dolorido y regresa junta a su madre Afrodita. La experiencia
de enamorarse ha pulverizado la fragilidad humana, pero ha liberado una increíble
cantidad de energía de evolución.
En la Antigüedad, la
experiencia de ser tocado por los dioses, era algo que acontecía en el contexto
religioso de cada cultura. Hoy, nuestras experiencias más profundas están ya
lejos de tales escenarios y el único lugar donde la gente común puede ser
tocada por los dioses es a través del romance. Enamorarse es la experiencia de
mirar a través de otra persona y vivir al dios y a la diosa que se encuentra
detrás. Cegados por la luz del enamoramiento, nos esforzamos en ser algo más
grande que un ser humano corriente. Hablando psicológicamente, esto quiere
decir, que antes de la época de nuestro mito, cuando alguien era tocado por un
arquetipo, uno era destruido; tal era la energía psíquica que se generaba. El
propio mito nos dice que, en lo sucesivo y bajo ciertas condiciones, cuando los
simples mortales atraviesan una experiencia arquetípica, pueden sobrevivir a
ella, pero quedarán profundamente marcados y sus vidas cambiarán.
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Venus, Marte y Vulcano, de Thorvaldsen (1810). |
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Detalle. Venus-Afrodita envenena las flechas de Eros. |
La historia
de Psique y Eros podría resumirse diciendo que una mujer mortal se conectó con
algo de dimensiones sobrehumanos y sobrevivió para contarlo. Es en este
contexto donde podemos entender lo que significa ser tocado por una de las
flechas de Eros. Puede contemplarse la tremenda experiencia implicada y el paso
de los distintos niveles del ser y de la conciencia que involucra. Tal es la
increíble y explosiva experiencia de enamorarse.
El pueblo
asiático carece de esta experiencia. Camina hacia sus relaciones con más calma,
sin dramatismo, intocado por las flechas de Eros. Allí los matrimonios se
negocian: el hombre no ve a su mujer hasta que el ritual y la ceremonia se han
consumado y se levanta el velo con guirnaldas de flores que cubre el rostro de
la mujer-niña. Después, el hombre lleva a la mujer a su casa y se sigue una muy
cuidadosa y prescrita pauta para la pareja de recién casados. Ellos preservan
la energía, que nosotros experimentamos al enamorarnos, para el templo, donde
los dioses y las diosas soportan ese gran poder por ellos.
Ya hemos
dicho que la historia de nuestro mito se refiere a una mujer mortal que fue
tocada por algo más grande que la común experiencia humana. Veamos como
transcurre el resto de la historia y como Psique sobrevivió a este contacto con
lo divino.
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Psyche abriendo a la puerta del jardín de Cupido. John William Waterhouse. |
Con la
aparición del siguiente paso evolutivo, tanto Eros como psique son profundamente
heridos, aunque ese paso represente para ellos un enorme adelanto en la evolución
de su conciencia. Resulta irónico que el momento en que uno se enamora de
alguien, tenga que reconocer la unicidad absoluta de esa persona y, por lo
tanto, su separatividad. Es entonces cuando nos damos cuenta de la separación,
de la distancia que hay entre ambos, de la dificultad que existe para
relacionarse. Cuando descubrimos que nuestro compañero o compañera es un dios o
una diosa -es decir, un ser espiritual- mujeres y hombres sienten de golpe un
profundo sentimiento de inferioridad, sentimiento que suele ir acompañado del
aislamiento y de la soledad que surgen por ello.
Eros cumple
su promesa: Psique pare una niña mortal en vez de un niño inmortal y abandona a
Psique. Psicológicamente hablando, esto quiere decir que lo humano y lo
corriente sustituyen al jardín paradisíaco. Cuando esto ocurre, la realidad
cotidiana se convierte en un drama triste y penoso en la realidad de la pareja
y de su matrimonio. Cuando ella descubre que él no es el hacedor de paraísos
que esperaba, cuando descubre su montaje ilusorio, ambos sufren una gran
conmoción.
Y
precisamente en estos momentos, en este sufrimiento, se encuentra el potencial
energético necesario para conseguir una elevación de la conciencia, dramático
potencial que se registra como un inmenso dolor, al tomar conciencia de cual es
su simple realidad humana. Este momento es bueno para crecer y, aunque las
personas funcionen como seres humanos que pretenden ser dioses o diosas, nada
puede evitar el sufrimiento emocional que todo proceso evolutivo conlleva.
Eros regresa
con su madre Afrodita y aparece poco en el resto de la historia. La desgraciada
Psique queda sola en su viaje, aunque cuenta con más ayuda de lo que ella misma
cree y está dispuesta a admitir. Hasta Afrodita, convencida por Eros, la considera,
aunque de un modo austero.
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Eros y su madre Afrodira. Mosaico romano. Zeugma Museum Turkia |
Siguiendo a
Jung, Eros es una imagen del Ánimus
de la mujer, su faceta masculina interna. Fue este ánimus, esta parte masculina interna,
llamada Eros en el Mito, la que mantuvo a Psique en un estado de posesión inconsciente del ánimus; hasta que ella encendió la
lámpara de la conciencia descubriendo cual era la verdadera identidad del ánimus; entonces, éste regresó al mundo
interno al que pertenecía.
Jung señala
que el ánima en el hombre y el ánimus en la mujer, funcionan para
nosotros con mayor efectividad como mediadores entre los niveles conscientes e
inconscientes de la personalidad. Cuando Eros retorna al mundo interior de
Afrodita, le es posible mediar por Psique y ella puede obtener la ayuda de éste
arquetipo; lo mismo sucede con los demás dioses y diosas de nuestro mundo
interno y arquetípico. Cuando el ánimus
es interiorizado y deja de proyectarse externamente en el hombre, el Ánímus-Eros puede mediar con Afrodita
por Psique y enviarle ayuda en los momentos críticos de su desarrollo, mediante
el uso de elementos naturales como las hormigas,
el águila y los juntos.
Si una mujer
quiere evolucionar desde su pasada adolescencia femenina, debe romper el
dominio inconsciente de subordinación a lo masculino que, precisamente por ser
inconsciente, determina su relación con el mundo exterior. Incluso debe dejar
de proyectarlo externamente para parecerse al hombre. Para que una mujer pueda
evolucionar, el ánimus ha de ser reconocido conscientemente como lo que es,
debe situarse en su equilibrada posición entre el ego consciente y el mundo
interior inconsciente, desde donde puede actuar como mediador y convertirse en
la ayuda imprescindible para el siguiente paso evolutivo. Situado en esa
posición de equilibrio -lo mismo que el ánima en el hombre-, el ánimus puede abrirle a una mujer el
camino a una verdadera vida espiritual.
Una vez más
vuelvo a Nietzche. Éste decía que “las
mejores épocas de nuestra vida son aquellas en las que acopiamos el suficiente
valor como para rebautizar nuestra maldad con lo mejor que hay en nosotros”.
Si realmente queremos sanar nuestro lado oscuro e inconsciente, es decir,
nuestras debilidades, nuestros complejos, nuestra obstinación, nuestra ceguera,
nuestra insensibilidad, nuestra crueldad para hacer daño a nuestro prójimo,
deberemos inventar nuevas formas de convivencia en las que el ego o el yo
aprenda a escuchar sus aspectos desagradables, a aceptarlos e, incluso, llegar
a amar al más abyecto de ellos.
Amarse a uno
mismo no es una tarea sencilla, porque ello significa amar a todo lo que hay en
nuestra conciencia y en nuestro inconsciente, hasta la misma Sombra, ese
Adversario interior que nos hace sentir tan pequeñitos, inferiores y
socialmente inaceptados. Sanar nuestra interioridad es asumir nuestro lado
oscuro y el primer paso para ello es admitir el funcionamiento de su existencia
cotidiana en los actos de nuestra vida diaria. La observación nos permitirá en
su momento el que no nos coja desprevenidos. Es imposible planificar un viaje
para que nuestros defectos se adecuen a los objetivos del ego. Es como caminar
con una mochila llena de piedras. Por eso nos es tan difícil amar.
Para amar a
nuestra propia Sombra es necesario
aprender a llevarla con nosotros; pero esto sólo no basta: hemos de tomar conciencia
de la paradoja que supone compartir esta locura con el resto de los seres
humanos. Sólo entonces podremos aceptar, caminar, e incluso alimentarnos de lo
que hayamos rechazado.
La curación
requiere el reconocimiento de los elementos más despreciables de nosotros
mismos y de la aceptación amorosa de su existencia. Se trata de una empresa que
exige, a la vez y simultáneamente, de trabajo en uno mismo y de entrega, de un
juicio claro y de participación gozosa en el proceso de sanación. El Maestro
Jesús decía: “si permites que lo que está
en tu interior se manifieste, eso te salvará. Si no lo haces, te destruirá”.
Si podemos
soportar este proceso evolutivo y mantener el equilibrio entre los extremos de
nuestra realidad humana, el hombre-como-mortal
y el hombre-como-dios, entre paraíso
y desesperación, tal vez podamos comprender en que consiste la auténtica tarea
humana de desarrollar la conciencia. El mito y la psicología del inconsciente
nos dicen que ese proceso es algo genuino y veraz, pero que depende de nosotros
el que seamos capaces de ver a los hombres como auténticamente son; y ello solo
es posible desde el lado femenino de nuestra naturaleza, ya esté exteriorizado
en la mujer o interiorizado en el hombre.
Cuando una
mujer llega a descubrir que su hombre es un dios, no en el sentido paradisíaco
que esperaba, sino en un sentido no ilusorio y real, es como un regalo que la
vida le ofrece por haber evolucionado en su conciencia. Este acontecimiento en
la vida de Psique es parecido a la primera visión que Perceval tiene del
castillo del Grial: ve un mundo que está más allá de toda creencia y, aunque no
logre permanecer ahí, el conocimiento de ese mundo real no se olvida jamás. De
igual manera, Psique pierde a Eros, casi inmediatamente de descubrir cual es su
genuina y deslumbrante naturaleza.
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Piero de Cosimo |
Nada más
quedarse sola, Psique quiere ahogarse en el río, lo cual la lleva a tener que
enfrentar una serie de obstáculos, cada uno de los cuales supone un duro y angustioso
trabajo que nada tienen que envidiar a los de Hércules. En todos ellos, al
conocer en que consiste cada tarea, Psique quiere quitarse la vida, quiere
huir. Pero este hecho, si lo entendemos simbólicamente y no literalmente,
señala ese autosacrificio que consiste en despojarse de un nivel de conciencia
para adquirir otro. En la realidad mundana, son muchas las mujeres que se
suicidan realmente ante la imposibilidad de soportar tal autosacrificio por
carecer de visión, por tener apagada su lámpara.
En la
experiencia humana, los impulsos suicidas indican la frontera de un nuevo nivel
de conciencia. Si se logra matar lo adecuado -no el cuerpo físico, sino el
antiguo modo de adaptación- sin hacerse daño, comenzará una nueva etapa en la
que se tendrá acceso a un nuevo nivel de energía. Cuando una mujer es tocada
por una experiencia arquetípica, a menudo, sufre un colapso; es aquí donde
puede recuperar la conexión con el arquetipo y restaurar su ser interior. Esta
intención va acompañada de una reestructuración de su interioridad y lleva
aparejada la configuración de nuevos elementos de ayuda.
Todo hombre se llena de perplejidad al descubrir hasta que grado una mujer puede controlar sus sentimientos y su mundo íntimo. Esta capacidad de la mujer suele ser desconocida para el hombre. La mujer, con la ayuda de su voluntad puede retirarse a ese lugar profundo dentro de si misma para restablecer su equilibrio. La mayor parte de los hombres carecen de este control sobre sus propias emociones y sentimientos íntimos. También las mujeres suelen desconocer esta carencia y se sienten heridas porque su hombre no tiene el mismo grado de sensibilidad que ellas. Pero ello forma parte de la naturaleza de cada uno. Las cosas, simplemente, son así.
Partirse en mil pedazos como un cristal cuando se rompe, es estar enamorado; pero todas esas energías que se liberan son la potencialidad para nuevas posibilidades creativas. Si se logra mantener la fortaleza y el coraje, a partir de ese momento, puede surgir una nueva conciencia. Recorrer este camino no es sencillo; pero, seguramente, hoy por hoy, para el temperamento occidental no hay otro camino.
Dado que para
una mujer el mejor modo de resolver el problema es permanecer en este estado
apacible, ello es lo que Psique hace finalmente. Una vez que ha superado sus
propios sentimientos suicidas y de huida, cualquier mujer posee un tremendo
poder para permanecer quieta y, seguramente, es el acto más poderoso que un ser
humano puede realizar. Se trata de un acto profundamente creador, pero ha de
conocer como establecer la conexión apropiada, pues no se trata de pasividad,
sino de receptividad.
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Leonora Carrington (Lancashire, 1917- México, 2011) |
Situada en el
centro de si misma, Psique, la mujer, puede transmutar el acto de estar
enamorada en Amor. Si lo consigue, el matrimonio alcanzará su logro. El tema
básico de nuestra historia es éste: se comienza por estar enamorado y se
sobrevive a ese proceso de desmembramiento, luego, se efectúa la transición
hacia el amor. El mito nos lo cuenta como es el encuentro, más bien una
colisión, entre un dios y una mortal, es decir, dos niveles de ser, el humano
común y otro más integrado. Tanto él como ella han de aprender, y suele ser un
aprendizaje doloroso, que ese otro nivel más integrado -sobrenatural- no puede vivirse a nivel humano común si la
conciencia no está integrada y equilibrada con la Sombra.
Cuando somos
tocados por un arquetipo, ¿qué podemos hacer? En nuestra cultura esta pregunta
permanece sin respuesta desde hace siglos. La generalidad de los hombres y
mujeres de Occidente sufren al ver que la visión endiosada del ser amado se
diluye como el humo y que, en su lugar, se asienta la monotonía de la mediana
edad, pensando que el enamoramiento fue una enfermedad de la juventud. Pero
algunos elegidos tienen la suerte de que sus destinos les llevan a una segunda
oportunidad.
El contacto
con una experiencia arquetípica brinda la posibilidad de abrirse al aprendizaje
de la conciencia del Espíritu. Además, una vez que se ha sido tocado, ya no es
posible regresar al nivel anterior, el querer permanecer en él es fuente de profundos
sufrimientos. Cuando una mujer de nuestra cultura ha sido tocada por el
arquetipo de Eros -en el presente, una de las pocas maneras en que somos visitados
por los dioses-, puede emprender un camino de evolución espiritual, un camino
que tiene la conciencia como meta.
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Edward Burne-Jones -Pan y Psique- (1872-1874) |
La tarea de
una mujer, en lo que a este proceso se refiere, es la de traducir el dolor y el
sufrimiento de un enamoramiento trágico, en Amor, a través de un proceso de
desarrollo personal. Es lo que hace Psique cuando, dándose por vencida, camina
hacia el río -el Río de la Vida- para hacer entrega de su vida antigua, de su anterior modo de amar.
Tal vez los motivos superficiales sean erróneos, pero el instinto es el
adecuado. Y, allí, junto al río, está sentado el dios Pan, el de los pies
hendidos, con la ninfa Eco recostada en su regazo. El dios Pan ve que Psique va
a arrojarse al río y la detiene.
Pan es el
dios del Ser a la vez que del “si mismo”.
Su nombre significa "todo". Es un dios salvaje, instintivo, fuera de control, casi demente, al que algunos
en la Antigüedad
tenían en alta estima, pero que remuerde nuestra conciencia cuando nos atrapa.
La palabra “PÁN-ICO” tiene su origen
en los efectos que causa. Y ese pánico es el que salva a Psique de morir ahogada,
ahogada por su mundo emocional y las proyecciones de su Ánimus. Cuando tenemos la fortuna de tropezarnos con el dios Pan de
un modo correcto, o, sea, si conseguimos salir de nosotros mismos hacia algo
más elevado, esa energía llamada pánico
puede usarse en nuestro provecho aunque, ser usada para ponerle fin a la vida,
sería una camino equivocado.
Un ataque de
llanto es una experiencia de Pan. Aunque para nuestra mentalidad puede resultar
como algo humillante, -conviene recordar que esta palabra es sinónima de
humildad, algo que es del "humus",
de la tierra, algo que pertenece a la Gran Madre-, este deshacerse en lágrimas puede
llevarnos a algo mayor que nosotros mismos. Lo que ha llevado a Psique a este
encuentro y a ese punto, ha sido el poder de evolución contenido en el
arquetipo de la Gran Madre,
de Afrodita, y es ella la que conduce a Psique al próximo paso del camino.
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Reinhols Begas (1831-1911() Pan aconseja a paique. |
El dios Pan le
dice a Psique que debe implorar al dios del amor, al propio Eros, un dios que
integra en si a todo aquel o aquellos que han sido inflamados por sus flechas.
Resulta una pura y sutil ironía que para pedir ayuda, Psique tenga que acudir
al mismo dios que la ha herido. Pero no es un contrasentido: Eros, como dios
del Amor, es el dios del vínculo. La esencia del principio femenino -ya sea en
el hombre o en la mujer- es ser leal a Eros, ser leal al vínculo. Esa lealtad
tiene por finalidad mantener el rumbo que vincula el ánima o el ánimus con el
ego, lealtad que hay que vivir lo más íntimamente posible.
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Psique ante el trono de Afrodita |
Sin embargo,
para volver a encontrar a Eros, Psique ha de enfrentarse con Afrodita, pues
ahora está bajo su poder. Psique se rebela y en vez de acudir al altar de la Gran Madre, acude
pidiendo ayuda a los altares de otros dioses y diosas. En cada uno de esos
altares es rechazada, pues ningún dios se atreve a oponerse al mandato de
Afrodita. ¡Su ira tiene terribles consecuencias!
Aquí volvemos
a encontrar un motivo paralelo entre Psique y Perceval. Psique va de altar en
altar, hasta que finalmente, cansada de tanto caminar, acude al altar al que
desde el principio la hubiera acogido: el altar de Afrodita. Perceval lucha
contra el Caballero Rojo, combate con fieros campeones, libera heroicas
batallas, domina dragones, hasta que cansado de tanta lid, humillado por la
horrible doncella, toma por fin el camino correcto. Ya se sea un hombre o una
mujer es importante recordar este movimiento, esta dinámica de los principios
masculinos y femeninos. Ambos, mujeres y hombres, poseen ambas características
y deben aprender a elegir la herramienta correcta para cada tarea específica
que enfrentan.
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Psique acude ante Afrodita en busca de Eros. Medallón. Hacia el 250 a.d.C. |
Y dado que lo
que te ha herido es lo que te cura, Psique acude al altar de Afrodita para
buscar a Eros. Afrodita es implacable y recibe a Psique con un tiránico
discurso que reduce a Psique al papel de sirvienta fregona, un lugar inferior.
Casi siempre las mujeres deben soportar un período bajo el dominio de Afrodita.
Es esa época en la que se sienten el ser más insignificante de todos. Después,
Afrodita asignará a Psique cuatro tareas. Serán las de su liberación.
Los trabajos de Psique. 1873. Por John Roddam Spencer Stanhope. |
(Continua)
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