sábado, 5 de julio de 2014

18 Viaje a Bolivia y Perú (Agosto 2013).

Viaje a Bolivia y Perú
-Del 17 de Agosto al 1 de Septiembre-

(Una visión personal)
(Continuación)

Visita a algunos lugares de La Paz (2)


No lejos del hotel encontré un bar, cafetería o Pub nocturno (esta mediodía cuando pasé por aquí estaba cerrado) un tanto bohemio. No había mucha gente, la mayoría personas solas, como yo, así que entré dispuesto a tomarme una cerveza y comer algo.
(...)



Está decorado con reproducciones de cuadros famosos y la mesa en la que me siento tiene un tapete con una escena sacada de algún cuadro de la Belle Epoque. Al fondo, en un rincón, un señor debajo de una tele consulta papeles; una señora lee un libro y a mi izquierda una pareja de turistas europeos habla bajito. También hay alguien sentado en la barra. El camarero se me acerca, me entrega una carta y me pregunta que quiero beber. Le digo que una cerveza bien fría (me mira como diciendo “la noche está ya bien fresquita”), una Paceña y un sándwich.
 
 Una vez calmada mi sed y degustado el sándwich, mi mirada queda atrapada por la llama de la vela que sobre un candelabro de bronce tenía sobre la mesa. La eterna fascinación de la llama que atrae a la mariposa. Recuerdo un soneto de Lope de vega que cuenta la historia de este eterno tema, solo que el gran Lope juega un tanto con las palabras para, usando la historia de la mariposa atraída por la llama que termina consumiéndola, lo equipara al fuego del amor que, como mariposas,  a tantas mujeres atrapa.
Cándida, no pintada mariposa,
al fuego se acercó, sin ver el fuego;
pero sin ser su centro, él mismo luego
quiso templarse en nieve tan hermosa.
No es esa, no, tu esphera luminosa,
dixo el Amor, que entonces no era ciego,
que yo soy rayo, y tiemblo, quando llego
a nieve de mi fuego victorioso.
Sordo a su envidia, quanto más ardiente,
el cerco de la nieve fue abrasando
puño a una mano, de sí misma ausente.
El fuego esta riendo, Amor llorando:
¡hai, zelos! Pues Phenisa no lo siente,
¿quién fuera lo que estaba imaginando?
                          Lope de Vega
 
Mi mirada, concentrada en la llama de la vela, hace que mi mente comience a disociarse de la realidad presente. El mantel de la mesa comienza a girar en calidoscópicas formas prermitiéndome recuperar los pensamientos por los que navegaba cuando Pepe vino a recogerme para llevarme a ver algunos lugares de la ciudad.
*  *  *
En el artículo anterior al que antecede a este, se planteaba la pregunta sobre ¿por qué la Precesión de los Equinoccios tuvo tanta importancia para las culturas antiguas?
 


Las causas pueden ser muchas y variadas, algunas puede que nunca las sepamos, pero si sabemos que al retrogradar el Punto Vernal a lo largo de la Eclíptica, éste va pasando por una franja, ya establecida desde la más remota antigüedad, limitada por dos planos paralelos a la Eclíptica y a 8º de esta cada plano, llamada Zodiaco (banda de animales), ante la cual se mueven los planetas que orbitan alrededor del Sol, excepto Plutón, que no era conocido por los antiguos.
Así, el Punto Vernal, se va desplazando cada 2000 años (redondeando) por cada una de las constelaciones que configuraban el Zodiaco. Es muy probable que en una remota antigüedad, antes de la llegada de los dioses solares, cuando los ritmos lunares medían el ciclo anual de las estaciones, las constelaciones fueran 13 en vez de doce. Después de todo, 26.000 entre 13 son 2000 años y no hay que recurrir en repartir el tiempo de una constelación entre las doce restantes, como seria necesario hacer al repartir 13 meses lunares en 12 solares. Una repartición que se hizo arbitrariamente.
La constelación que pudo haberse suprimido es la que los antiguos llamaban Ophicus, situada precisamente entre Escorpio y Sagitario, en el punto de acceso al Mundo de los Dioses en la Galaxia. Sería la constelación número diez en el proceso de la Precesión. Su símbolo o imagen representa a un hombre que está sujetando a una serpiente que se enrosca alrededor de su cuerpo. Al observar el plano del Cielo, la vemos atravesada por el plano del Ecuador Celeste, en un punto en el que se junta una gran cantidad de conglomerados globulares. Esta constelación también era conocida por los antiguos como el Serpentario, el que controla a la serpiente, y no porque parezca que el hombre está domando a una serpiente, sino porque utiliza su veneno para sanar; por ello este signo pasó a formar parte, transformado, del caduceo de Hermes y del dios de la Medicina, así como un símbolo de la farmacia natural.
De hecho, la constelación de Ophicus separa a la constelación de Serpens en dos. La parte de la cabeza (Serpens Caputi) en un lado y al otro, la cola (Serpens Cauda). A pesar de estar separadas por Ophicus, en muchos libros de astronomía aparece como siendo una sola constelación. Su forma estelar es la de una constelación muy alargada en el sentido Norte-Sur. La estrella más brillante de esta constelación es Rasalhogue, a 60 años luz, con 2´1 de magnitud. Esta estrella, junto a Vega y Altair forman un triángulo equilátero.
La Vía Láctea toca el extremo sureste de Ophicus en una zona en la que se encuentran los cúmulos estelares M10 y M12 y una impresionante estrella de magnitud 9´5 llamada estrella Varonil, también llamada estrella saeta por la velocidad con la que se desplaza.
La leyenda cuenta que Ophicus había sido el antiguo dios de la medicina Esculapio, cuya sabiduría podía resucitar a los muertos. Aunque Esculapio era un dios del mundo inferior, de la Tierra de los Muertos, esta actividad de tener que sanar y resucitar a los muertos le disgustaba bastante, por lo que persuadió a Zeus para que lo pusiera en el Cielo Norte, lejos de sus pacientes. Pienso que no fue por azar que la constelación eliminada fuera precisamente esa, en la que la serpiente era un Símbolo de la Gran Madre que había presidido la Era anterior; una serpiente que, ahora, convertida en Monstruo de la Tierra, abre sus fauces para dar entrada al Mundo de los Antepasados, a la Tierra de los Muertos. También los mayas clásicos tenía un zodiaco de trece constelaciones.
Calco de la parte central de la lápida del sepulcro de Pacal en Palenque, Chiapas (México), donde Pacal desciende, a través de sus grandes colmillos, al interior del Monstruo de la Tierra. La figura que hay sobre el colmillo izquierdo representa el eje solsticial.
Arriba de la lápida vemos a la Gran Guamaya, símbolo de la Vía Láctea.
En la lápida que cubre la tumba de Escudo Pakal en el Templo de las Inscripciones de Palenque, vemos a éste en el momento de su entrada al Mundo de los Muertos, cuando es tragado por el Monstruo de la Tierra, en la base del Árbol de la Vida que sostiene el Cosmos. Arriba de la lápida se encuentra la Gran Guacamaya, el símbolo de la Vía Láctea. En el Templo de la Cruz Foliada, su sucesor, Chan Bahlúm también es representado en el momento de su ascenso al trono.
El Monstruo de la Tierra señalando la entrada al Inframundo en el Templo de la Calavera de Palenque.



El dibujo escenifica, en el Templo de la Cruz Foliada de Palenque (México), la ascensión al trono del Señor Chan Balum (Serpiente Jaguar). La parte central muestra la estructura del Cosmos dividido en tres partes: en la inferior el Monstruo de la Tierra desde donde se levanta el Árbol de la Vida, en el centro; arriba, el Cielo con la Guacamaya que simboliza la Vía Láctea.
Las imágenes con las que se representan estos acontecimientos presentan al Cosmos dividido en tres niveles: el celeste, el terrestre y el inframundo. En ellas podemos contemplar como el Sol se desliza por las fauces del Monstruo de la Tierra hacia el Inframundo: es la representación de una hierofanía solar. En cada imagen, una concha marca el punto de contacto, el puente entre el Mundo Intermedio y el Mundo Inferior. En cada templo, se produce, en el mismos día, a la puesta del Sol del Solsticio de Diciembre, una hierofanía solar. La arquitectura del templo ha sido dispuesta de tal manera que permite que se realice una representación entre las imágenes del templo y el juego de luz y sombra que proyecta el Sol Poniente. Los últimos rayos del Sol que se ponen, iluminan primero el centro del Templo de las Inscripciones donde está la tumba de Pacal, descendiendo por las fauces del Monstruo de la Tierra hacia el  Inframundo y, luego, ilumina, a la entrada del Templo de la Cruz Foliada, la imagen de Chan Bahlum, su hijo. Pero el último rayo del Sol que muere, arroja su destello sobre la figura del Dios L, el Señor del Inframundo. Un fenómeno semejante ocurría en Abu Simbel, en Egipto. W. Sullivan hace referencia a un registro zapoteca:

Registro genealógico zapoteca. En la parte superior se aprecia, flanqueadas por conchas marinas, las "Fauces del Inframundo".
La imagen muestra a una pareja sobre la que se aprecian las Fauces del Inframundo flanqueadas por estilizadas conchas marinas. Descendiendo por esas fauces se aprecia a un personaje que sostiene entre sus manos un collar de cuentas. Sullivan ve aquí como la entrada al Inframundo está marcada por conchas marinas y que esta entrada está en el Cielo, en la Vía Láctea. ¿Se encuentran también en los cielos estrellados la entrada al Mundo de los Dioses?
El esquema muestra cual es la posición, en la "Tierra Celeste", de la "Montaña Más Alta del Mundo" en el Solsticio de Junio; también muestra cual es la posición de la "Concha Marina" en el "Fondo del Mar" en el Solsticio de Diciembre.
El "nivel del mar" que divide la “tierra seca” de las “aguas salinas” de la “Tierra Celeste”, representa el Ecuador celeste.
La “Tierra Celeste” y la “Casa del Mundo” que hemos visto en esquemas anteriores, son símbolos convencionales que los mitos usan para describir los acontecimientos que suceden en esa zona de la esfera celeste.
A través de los cronistas sabemos que en Diciembre de 1.533, los Incas celebraron por última vez el Capac Raymi para celebrar la victoria de Atahualpa sobre su hermano que ocupaba Quito. Los españoles, aliados de Atahualpa, presenciaron un espectáculo que les dejó asombrados. Los vencedores desfilaron por las calles de la ciudad con las momias de los Emperadores Incas, incluso la del último Inca, Huayna Capac, que había muerto hacia poco de viruela en Quito y que se podía reconocer porque le faltaba la punta de la nariz. La tradición dice que Huayna Capac había sido enterrado en el lecho del río Ancasmayu, el modelo terrestre de su equivalente galáctico. El Ancasmayu nace en la vertiente occidental de los Andes y fluye hacia el Noroeste desembocando en el Océano Pacífico.
Ya hemos referido que los Incas llamaban Mayu a la Vía Láctea. Ancas es cielo azul y, en quechua, también significa águila. Uno de los chamanes-aves-estrellas que Huayna Capac envía al Mundo de los Antepasados. Dice Mircea Eliade que para los chamanes siberianos, el águila es el padre del primer chamán del Sol; por ello también es el tótem o la huaca de los chamanes. El Ancasmayu no es pues un simple río terrestre que marca una frontera ritual. Es una referencia, en este mundo, al Gran Río Celeste que transporta el alma de Huayna Capac hacia la Tierra de los Antepasados; un río que nace en la Montaña Cósmica, al Norte del Solsticio de Junio, en el Mundo de los Dioses. El propio dios Viracocha, cuando abandona la Tierra, ascendió a una montaña antes de llegar al Océano (celeste). Igual hace Quetzalcóatl. Cuando los Incas ritualizaban la memoria de este momento, arrojaban sus ofrendas al río para que éste las llevara hasta el Océano donde estaba el Mundo de los Antepasados. Lo hacían desde un puente sobre el río Ollantaytambo, después de inundar Cuzco abriendo las compuertas de las presas, en el día del Solsticio de Invierno. Las aguas de esta inundación corrían hasta el río que llevaba hasta el mar las ofrendas, así lo relata el cronista Molina; un mar que estaba más allá de este mundo, en el lejano Cielo Norte, la morada de Viracocha.
En relación con los animales-aves-estrellas que Huayna Capac envía al Mundo de los Antepasados, hay un suceso en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas quiché, donde Ixmucané, la Abuela de Hunahpú e Ixbalanqué, los gemelos Sol-Luna, se encuentra desesperada porque ha de enviarle un mensaje a sus nietos y no sabe como, hasta que se le ocurre reclutar a un mosquito, que es atrapado y tragado por un sapo, el cual es engullido por una gran serpiente blanca, la cual es cazada por un halcón que es quién llega hasta los Gemelos Divinos. El profesor Girard comenta respecto a esta historia que
"...para mostrar la capacidad relativa de los animales en cuestión, la alegoría refleja, incuestionablemente, un episodio astronómico, en el que los animales simbolizan los cuerpos celestes cuya importancia tiene la misma relación que la de su velocidad relativa. Primero el ave de presa que representa al Sol, a continuación la serpiente blanca que en la mitología chorti representa a la Vía Láctea, después el Chac (sapo) o dios de la lluvia proyectado en la estrella...
Es interesante resaltar que se hace mención por primera vez a la Vía Láctea, cuyos movimientos son perfectamente conocidos por los mayas..."
Esta carrera por la Vía láctea como cuentan los cronistas y cometa Sullivan, constituye una forma de mensaje codificado en el que la proyección de una geometría espiritual que se lleva a cabo a través del ritual que, en los Andes, se realizaba una vez finalizado el Capac Raymi en el Solsticio de Invierto, cuando se consideraban que estaban presentes los Antepasados, en la mañana del día en que se realizaba la inundación en la plaza central del Cuzco. Lo que hay que entender es que,en aquel entonces, esto era posible porque la Vía Láctea salía heliacalmente aún en el Solsticio de Invierno, dejando abierta la entrada al Mundo de los Muertos. La puerta que se había cerrado en el 650 d.d.C., era la entrada al Mundo de los Dioses. Dos semanas después del Solsticio, se celebraba una carrera a lo largo de la Vía Láctea siguiendo, desde el Cuzco, la ribera del Ollantaytambo. Sus equivalentes en otros contextos es recorrer el Camino de Santiago o los distintos caminos de peregrinación como el que lleva a Chalma (México) donde reside el Oscuro Señor de las Cuevas.
 
 Estas carreras o recorridos por los análogos terrestres de la Vía Láctea intentaban mantener la conexión entre los mundos. De hecho, el llamado Camino de los Muertos en Teotihuacan no era porque los aztecas, cuando pasaron por allá y vieron los túmulos que lo bordean, en aquel entonces las ruinas de la ciudad ya estaban cubiertas y enterradas, creyeron que allí había enterrados muertos y por eso lo llamaron así, sino porque algo debían conocer referente a que aquel Camino de los Muertos era una referencia a la Vía Láctea.
Desde la perspectiva de los mitos, las Edades del Mundo o Soles hacen referencia a acontecimientos astronómicos. Cada Edad-Sol es destruida por un Pachacuti, en la terminología andina, un vuelco del espacio-tiempo, también llamado diluvio, inundación, etc. Así que cuando los mitos dicen que el Diluvio destruyó el mundo, lo que queda destruido, desde la clave astronómica del mito, es la Tierra Celeste que había sido definida por las estrellas que salen heliacalmente en los solsticios y los equinoccios y cuyos pilares son desplazados por el movimiento precesional, haciendo que el Cielo caiga sobre la Tierra, de ahí que el que da nombre a la nueva creación tenga que levantarlo separándolo de nuevo de la Tierra y esta se sumerja en el Océano Celeste. Es decir, el mito hace referencia a una configuración astronómica que ha regido un Mundo, Edad o Sol.

Los tres "mundos" de la Esfera Celeste según los Incas.
Fue la "Tierra Celeste" o Kay Pachá a la que los cronistas, por un lado, y los traductores de los mitos, por otro,  llamaron simplemente "Tierra", confundiéndola con el planeta Tierra.
El Cielo que se hunde y que en el Origen había sido levantado y separado de la Tierra Celeste, estaba sostenido por cuatro pilares, reducidos a dos, e incluso a uno, en otros contextos. Son los Pilares-Columnas del Templo-Casa. En el Cuzco estos pilares se simbolizaban en una montaña llamada Pilar de Apoyo del Espacio-Tiempo. Los cronistas tradujeron el Mundo Intermedio o Tierra Celeste, donde se apoya este pilar, simplemente como tierra y pensaron que se refería al planeta Tierra; pero en realidad, ese espacio-tiempo se refiere a la Tierra Celeste situada entre los Trópicos Celestes en la Eclíptica.
¿Lo qué ocurre en relación a la Tierra Celeste tiene su correspondencia con lo que ocurre en la Tierra planetaria? ¿Qué sucesos han ocurrido en los pueblos andinos y mesoamericanos cuando en los cielos se produce un pachacuti?
Cuando el mito dice que el mundo fue destruido por un Diluvio, se está refiriendo a la Tierra Celeste definida por los cuatro pilares que se levantan en los puntos solsticiales y equinocciales de la Eclíptica y que sostienen el Cielo. Puesto que los límites del Kay Pachá o Tierra Celeste coinciden con los límites del plano de la Eclíptica, el Sol marca en el Solsticio de Verano su punto más alto en el Cielo; marca la cúspide de la Montaña Cósmica que se levanta en el Centro del Mundo y donde viven los Dioses. También es el Sol, cuando ocupa la posición más baja, en el Solsticio de Invierno, el que señala el momento en que, como Viento del Sur, sopla a través de la concha marina para anunciar la apertura a la Tierra de los Antepasados. En la lógica de esta estructura cósmica, el Mundo de los Dioses está sobre el Monte Olimpo, arriba, y el Mundo de los Antepasados, el Hades, está allí, en la profundidad del Trópico Sur del Océano Celeste, abajo. Entre ambos mundos, la Tierra Celeste, contiene los arquetipos cósmicos del orden del mundo y de su evolución.
De todos los animales estrellas que aparecen en los mitos de “Dioses y hombres de Huarochiri, la llama, el sapo, la zorra, la perdiz, la serpiente..., todos, menos la llama, aunque ésta también a veces está asociada al inframundo, comparten un rasgo común, como señala Sullivan: todos viven en madrigueras, aberturas en el interior de la tierra, lugares considerados como entradas al Inframundo, al Mundo de los Antepasados. La zorra celeste, como la llama celeste, son nubes de polvo oscuro situadas tangencialmente a la Vía Láctea. Ella es la encargada de llevar las almas de los muertos al otro lado del Río Celeste hasta sus moradas en el Mundo de los Antepasados. En otros contextos esta función la realiza un mítico perro negro. El único objeto celeste que en la época de la Conquista se situaba en el Trópico Norte era la Llama Macho, Urcuchillay, otro objeto celeste que forma parte de las estrellas de la Constelación de Lira. Esta llama macho, en la forma de chamán-paqo del mito, permanece en la cúspide de la montaña. Un sobrenombre de esta llama macho en llaca = lanza de guerra emplumada, un símbolo vinculado a los chamanes. En los Andes, a la estrella Vega de la constelación de Lira, se la conoce como Urcuchillay o Llama Macho. Para los chamanes del Cuzco, la condición más elevada la ocupa el Hanac Waqayoq, aquel que es capaz de ver el mundo de arriba y su símbolo es la lanza. Posnanky (más adelante hablaremos de él), en su libro “Tiahuanacu. La cuna del hombre americano, reproduce el diseño de un kero inca. En él hay una pirámide de seis niveles y, sobre el último, se alza una lanza adornada con dos cintas, una púrpura y otra negra. Los cronistas cuentan que cuando el Inca se sentaba en su trono, en el ushñu, en la cima de la montaña piramidal, llevaba en su mano derecha un bastón llamado llaca como símbolo de su poder. Un poder-conocimiento que les permitía saber que la estrella guía a la que apuntaba la lanza-eje del molino precesional, allá en el Trópico Norte, o a la que puntaba el Árbol del Mundo, era la estrella Vega en la constelación de Lira, a la que ellos llamaban Llaca, lanza.
Templo 22 de Copan. Su fachada representa los tres niveles cósmicos. Es la puerta de entrada al Inframundo Maya o Xibalba. En los laterales dos bacabes sostienen a la Serpiente Celeste.
Otro hecho importante a tener en cuenta son los conceptos puente y puerta. Macrobio, en la antigüedad clásica, decía que las almas que habían abandonado la Tierra por la puerta inferior en Sagitario, regresaban, al reencarnar, por la puerta de Géminis; los dos puntos donde la Vía Láctea cruza la Eclíptica y el Zodiaco. Los muertos de los países nórdicos, según sus mitos, han de atravesar un río de aguas frías y rápidas para llegar hasta una puerta llamada Helgrind, por la que los muertos regresan para visitar a los vivos. En cambio, los Dioses, tienen que atravesar un frágil y elevado puente situado por encima del abismo, tan fino como una aguja. Este puente se llama Bifrost y, según Snorris Sturlason, cruzaba la Vía Láctea, aunque había quedado destruido en el Ragnarok, en el Crepúsculo de los Dioses, en aquella época en el que el Midgrad, el ámbito medio de las fuentes de la vida y el Asgard, el ámbito de los dioses habían quedado destruidos.


En Teotihuacan, el dios Jaguar ejerce la función de guardián del Inframundo. En el friso parece querer devorar a un caracol emplumado, que es el símbolo que marca la entrada al Mundo de los Muertos. Mural del Palacio de las Mariposas. Teotihuacan. México.
No existe mito o leyenda, a lo largo y ancho de las culturas que en el mundo son y han sido, que no se refieran a una extensión de agua, río, mar o laguna que los muertos han de atravesar para llegar a su morada; y a un perro negro, zorro o espíritu oscuro que les ayuda en la empresa, o al que hay que enfrentarse para lograr la travesía: la Laguna Estigia y Cancerbero en el mundo clásico; el puente al-sirat, tan delgado como una cabello y tan afilado como una cimitarra, en el Corán; el Arco-iris Chinevad se extiende hasta el otro lado de las tenebrosas profundidades que existen entre este mundo y el lugar de los Bienaventurados, según el Edda. También, el río Jordán nos lleva a la Jerusalén Celeste.
La investigación de Sullivan demuestra que el lenguaje andino ha conservado los conceptos de puente y puerta (chaca=puente en quechua y aymará; puncuchaca y puncu=puerta, chaca=umbral o dintel; chacana= escalera o escala) en correlación con situaciones astronómicas. En las crónicas, se identifican las tres estrellas del Cinturón de Orión como chacana = escalera. Estas tres estrellas se encuentran en el Ecuador Celeste, es decir, el gran círculo de estrellas que pasa por el cenit visto desde el Ecuador de la Tierra. Según el etnólogo Gari Urton, citado por Sullivan, chacana o escalera, como las tres estrellas del Cinturón de Orión, llamadas también las tres piedras del Hogar por los mayas clásicos, conectan dos zonas distintas de la esfera celeste, al igual que una escala o escalera conecta el piso inferior con el superior. Así, pues, el concepto puente (en occidente el Pontífice es el constructor de puentes y por ello une el poder espiritual y el poder temporal), funciona como metáfora cosmológica para señalar el punto de contacto entre el Mundo de los Hombres y el sagrado Mundo de los Dioses. Para los Incas, chacana, en relación con el Ecuador Celeste, y con dirección Este-Oeste, el Camino del Sol, sirvió para organizar el Cuzco a partir de una montaña llamada Pachatusan, el pilar de apoyo del espacio-tiempo.
Al norte de esta línea fundamental y de este centro, en el Cuzco o Cosco Henan (superior) vivía la clase noble vinculada con la guerra y el Imperio; mientras que el Qosco Hurin (inferior), estaba habitado por las clase trabajadora y artesanal, vinculada con la agricultura y la religión de los antepasados. Esta división se prolongaba más allá del horizonte, hasta la bóveda celeste. Así, los muertos de la mitad superior iban al Mundo de los Dioses, accesible en el Solsticio de Junio; mientras que los muertos del Cuzco inferior, iban al Mundo de los Antepasados accesible en el Solsticio de Diciembre. Los Incas habían proyectado a la estructura social del Imperio las configuraciones cósmicas manipulándolas en su provecho, pues los campesinos del Cuzco sur decían que ellos, desde la Edad de Viracocha, también iban, después de muertos, al Mundo de los Dioses. El pilar central Pachatusan, es una muestra de la importancia que tenía para los incas este Ecuador Celeste en relación con la Tierra Celeste y la Casa del Mundo que se levantaba sobre ella.
¿Por qué la Inundación del 650 d.d.C., se pregunta Sullivan, fue tan importante para los sacerdotes astrónomos de los Andes?
Porque el movimiento de la precesión había roto el puente que conectaba el reflejo del Mundo Intermedio, éste mundo nuestro, con el Camino Celeste que conducía al Mundo de los Dioses a través de la Vía Láctea. También, porque el Sol, cuando cruzaba el plano galáctico ya no marcaba, en el Solsticio de Junio, la entrada a la Vía Láctea y al Mundo de los Dioses. Por ello dicen los mitos andinos y mesoamericanos que Viracocha y Quetzalcóatl se marcharon por el Oeste. Aunque ambos comunicaron que regresarían cuando el movimiento precesional volviera a hacer coincidir los mundos.

Mapa mítico del Cosmos del libro de Enoc según P. Grelot.



En los Andes, éste puente desaparecido se llamaba Chacamarca, el puente en lo más alto de la casa, levantado sobre la montaña que se alza en el centro de la Tierra Celeste. Es la Casa del Dios que se levanta en la última plataforma de la pirámide escalonada. Este puente se había hundido en el Mar Celeste. Por primera vez, desde que la Vía Láctea había comenzado a salir heliacalmente en el 200 a.d.C., cuando se inició, al decir de Sullivan, aunque yo pienso que sólo fue su última manifestación, el Ayllu, el puente en las estrellas ya no estaba. Aunque a pesar de ello, cuando los dioses lo cruzaron al marcharse, pronosticaron que volverían. El puente se abrió 850 años más tarde, cuando los dioses regresaron para poner fin a los Imperios que Aztecas e Incas habían levantado; pero lo hicieron en la forma de conquistadores llamados Cortés y Pizarro. De ahí que se llamara a los españoles con el nombre de aquellos dioses, pues como había sido pronosticado, llegaron por el Este.
 El Códice Féjervary nos presenta a Quetzalcóatl como "Señor de la Aurora" ocupando el Centro del Cosmos y estableciendo el equilibrio en él. En este momento, los puentes aún permanecían abiertos.

 Las 4 direcciones del plano terrestre y el Árbol Centro del Mundo como estructura del Cosmos. Códice de Madrid.Pg75, 76.
Desaparecido el puente, la puerta estelar quedó cerrada. La leche de la Gran Madre Galatea o Galaxia ya no nutría la vida espiritual de los hombres, ni impulsaba “... los fundamentos de la vida espiritual andina –Sullivan-, [y] el sello armónico estampado sobre los cielos por el Creador...” había desaparecido. ¿Es extraño que rota la armonía que representaban las edades presididas por los dioses Viracocha y Quetzalcóatl en Tiahuanaco y Teotihuacan, hiciera su aparición la violencia en la forma de los guerreros Huari en los Andes y los guerreros toltecas en Mesoamérica?

 Una profecía maya dice que una escalera surgirá del centro de nuestra galaxia. De esta escalera emergerá la soga serpiente llevando al dios Nueve Viento (Quetzalcoatl). Códice Vindobonensis.
A mediado mayo del 2002, un grupo de personas tuvimos una conversación con el guía espiritual de Lorena. Le pregunté sobre esta cuestión de las puertas estelares y también le pregunté que era lo que pasaba por ellas. Desde el otro lado, en una dimensión no física, el guía de Lorena me respondió:
"Ha pasado mucho tiempo y esas puertas han cambiado. Ahora una de esas puertas tiene que ver con Cáncer-Leo, es la energía plexo solar-corazón. La otra, tiene que ver con Picis-Acuario, que está en relación con el chakra de la frente y el superior [coronario]. Tenéis que entender el lenguaje que se expresa a través de nuestra hermana Lorena. Cuando decimos “tenéis”, es porque implicamos a un todo que trabaja  con lo que conlleva la energía del esfuerzo, de tomar conciencia, de elevar las emociones -ese mundo emocional que se quedó en el plano inferior- hacia el corazón que es la energía que os servirá para aprender a ser individuos por derecho propio. La energía de la puerta de Picis-Acuario, tiene que ver con el cambio que supone tomar conciencia de un aspecto llamado imaginación, porque ¿acaso creen en el poder de la imaginación? Preguntadle a las gentes. Os dirán que la imaginación es una tontería. Ojo, porque vuestra imaginación es tan creativa como vuestra mente. Son dos enfoques distintos. La energía de la imaginación necesita ser canalizada conscientemente hacia lo más elevado de la Conciencia Suprema con la idea de que somos individuos por derecho propio y con la conciencia de que formamos parte de una Conciencia Superior. Aún quedan más de dos  mil años por delante para que ese trabajo esté realizado a nivel de la Humanidad."
Es decir, las puertas han cambiado, las energías que por ellas discurren tienen una intención y un propósito, son energías conscientes y cualificadas, siguen un Plan definido y, hasta donde comprendo, los antiguos tenían un conocimiento claro y preciso de que es lo que se traían entre manos. ¡Qué los académicos piensan otra cosa! Ese es un problema de los académicos. Yo no pretendo demostrar nada, solamente escribo el relato de un viaje; en realidad serían ellos los que tendrían que demostrar, no desacreditar simplemente, que tales realidades y tales hechos son mera superchería.

Antes de pasar a referirme a otro aspecto de los mitos en relación con estos puentes y estas puertas y, desde otra clave distinta a la astronómica, me gustaría referirme a un hecho, comentado por Sullivan, que muestra la visión, y la autoridad que se apoya en ella, de las posturas académicas referente a la astronomía de los pueblos antiguos.
Anthony Aveni, investigador de la astronomía de los pueblos antiguos, estableció un paradigma: los pueblos que viven en las latitudes medias, desde México a Bolivia, tienen como elemento fundamental de referencia, para la observación del cielo, el círculo del horizonte y el eje vertical formado por el paso del Sol a través del cenit; un fenómeno que sólo se da en los trópicos. Este paradigma da por supuesto que en los Andes y Mesoamérica no existió otra manera de observar el cielo fuera de esos elementos de referencia. En cambio, los pueblos que viven en latitudes templadas, observan el cielo según un sistema de coordenadas polares y ecuatoriales.
<<Casi todas las culturas tropicales que desarrollaron sistemas astronómicos -dice Aveni-, al margen de que la motivación fuera práctica o religiosa, se inclinaron por un sistema de referencia compuesto por el cenit y el nadir como polos, teniendo el horizonte como círculo fundamental de referencia. Tal disposición contrasta fuertemente con los sistemas celestes polo-ecuador (eclíptica) desarrollados por las civilizaciones antiguas de la zona templada.>>
Este paradigma da por supuesto que ni en los Andes ni en México podía existir otra manera de observar el cielo que no fuera esa. Y si a alguien se le ocurriera proponer lo contrario, entrará en flagrante contradicción con la teoría aceptada por consenso académico y formulada por Aveni.
A pesar de este paradigma aceptado como Verdad Científica, son muchas las excepciones que se han encontrado, referentes tanto a la astronomía de los pueblos de las zonas tropicales, como a la astronomía de los pueblos de las zonas templadas. Por ello, en 1.981, Aveni organiza un Congreso titulado Etnoastronomía y Arqueoastronomía de los Trópicos, con la intención de ampliar y perfeccionar su paradigma. A pesar de los numerosos trabajos que se presentaron al Congreso, no se pudo llegar a resolver el problema planteado por las numerosas excepciones al paradigma de Aveni, que sigue fungiendo como autoridad. En 1.993 aparece “El Cosmos Maya y sus autores David Freídle, Linada Schele y Joi Parker cuestionan con sus descubrimientos el planteamiento oficial. Para estos autores, los mayas no se limitaron a una astronomía basada en el horizonte, sino que también fueron expertos en una astronomía relacional de estrella a estrella. Sullivan, en 1.996, publica su “Secreto de los Incas y es de la misma opinión, en lo que se refiere a los pueblos andinos.

En la clave astronómica, los mitos de creación organizan el Cosmos separando el Cielo de la Tierra (Celeste) con cuatro pilares que señalan los puntos de los Equinoccios y los Solsticios en la Eclíptica. Luego, sobre esa Tierra Celeste, surgida en medio de las aguas, se eleva una Montaña Cósmica en cuya cumbre está el templo, la casa o la morada del dios o de los dioses en las estrellas del Norte. Debajo de esta Tierra Celeste se encuentra la Morada de los Antepasados, también llamada Hades, Infierno, Inframundo, en las estrellas del Sur. Los mitos  y las representaciones simbólicas delimitan con escrupulosa exactitud y claridad la realidad de tres Mundos o tres espacios cósmicos en dicha estructura. El eje polar que une los puntos extremos de la estructura, al Norte y al Sur, y que pasa por el centro de la Eclíptica, desde la Estrella Polar que marca el Polo Norte Celeste hasta la que marca el Polo Sur Celeste, suele ser representado por un Árbol y, generalmente, por dos, uno de ellos invertido. Las cuatro columnas que delimitan el espacio central de la estructura, un cuadrado inscrito en un círculo, y que forman un cruce de coordenadas en la Eclíptica, además de un corte horizontal separando dos Hemisferios Celestes, se reducen en los símbolos a dos e incluso a una columna o torre.
Esquema del mundo según los mayas. El ciclo diario reproduce el ciclo anual.
En el Mahahbarata se habla del Árbol de Brahman. El Rig Veda se pregunta: “¿qué es la madera que era el Árbol, de los que ellos [los dioses] hicieron el Cielo y la Tierra?”. Uno de los textos brahmanicos, el “Taittiya Brahmana”, da una respuesta a esa pregunta: “la madera era el Brahman, el Brahman era el Árbol, de ellos hicieron el Cielo y la Tierra: es mi palabra deliberada, hombres de conocimiento, que allí se alza el Brahman, el Soporte del Mundo”.
Podríamos pensar que esta madera, en relación con el Árbol de Brama, se refiere a la materia física tal y como nosotros la entendemos; pero, dado que para el pensamiento védico, el mundo es una teofanía y Brahman es lo que llena el espacio y lo que está en él como forma y fenómeno, el texto se refiere a una realidad esencial (podríamos decir: energía en diferentes grados de condensación, un espacio-tiempo), simbolizada en un Árbol que se expresa “en una semejanza y no en una semejanza, mortal e inmortal, local e inmanente, solar e intrasolar, prefigurando así la imagen de los dos árboles del Paraíso: uno que transmite la Muerte y el otro que da la Vida Eterna. Ananda K Camaraswamy dice que:
"...una doble división cósmica y supracósmica, de la columna axial, se anuncia claramente en el “Atharva Veda (X,7.3) donde el “Skambha” (al que los Devas son inherentes) “como las ramas de un árbol a su tronco”, el Árbol Solar en el que Brahman-Yakia “se mueve sobre las aguas” (Gen.38) es cuádruple, correspondioendo tres de sus miembros (“angas”) a la tierra, el aire y el cielo (los tres mundos del Cosmos), mientras el cuerto “está más allá del Cielo”."
Todos lo mitos son consecuentes con esta disposición trinitaria del Cosmos, llámese éste Cosmos: Brahma, Yahwé, Ra, Viracocha o Quetzalcóatl. Tres manifestaciones energéticas de un mismo principio trascendente situado más allá de los tres miembros, a través de los cuales se manifiesta, interpenetrándolos, y en el que estas tres personas se pierden. Agni, Indra y Adina, o Padre, Hijo y Espíritu, exponen la realidad de esas tres manifestaciones energéticas que juegan a lo largo del Árbol Cósmico en un proceso de Creación y Destrucción, es decir, de transformación.
Palacio del rey Volsung
Una leyenda nordica nos habla del rey Volsung, quién mandó construir un palacio formado por un solo recinto cuadrado. Lo hizo con tal sabiduría, que un gran roble se levantaba en su centro, de tal manera que la copa del árbol extendía sus ramas por encima del techo del palacio, el tronco formaba un pilar en el centro de la sala y sus raíces se extendían por debajo del suelo. El nombre de aquel gran roble era Barnstonk, algo así como árbol llameante, indicando su naturaleza esencial, energética y espiritual. Estoy convencido que esa antigua costumbre de construir una casa, sobre todo para que jueguen los niños, en las ramas de un árbol tiene su origen en esta representación mítica.
La Esencia Energética Una -Brahman, Yahwé, Ra, Anu, Viracocha, Quetzalcóatl, o el nombre que le den los diversos mitos- está, pues, dentro de la estructura mítica del Cosmos en tres de sus partes. La cuarta, a la que el Bahagavad Gita llama único pie, es la fuente de toda energía y de toda esencia. En el mundo mesoamericano y andino Huracán, el dios de un solo pie, porque representa la columna-vórtice del Viento-Ehekal, una forma de Quetzalcóatl, que se arremolina alrededor de un centro, es también como Zeus, Júpiter, Yahwé o Viracocha, el Señor del rayo y la tormenta; es decir, la representación de la Realidad Una, de la que surge toda manifestación energética. El Atharva Veda se señala que dónde, en el pilar, están estas tres partes, las existentes y la no existente, Brahma se manifiestan. Algo que aclara el Rig Veda al explicar la forma en la que la esencia deviene existencia. El “existente nace del no-existente; ya que “los del grupo [más alto] conocen la inmutable rama No-existente, como el Superno; los de abajo, que adoran a esta rama tuya, son conocedores de ella como lo existente”, y añade que “los del grupo más alto, llaman a éste único miembro del pilar el No-Existente.
Los del grupo más alto así como los del grupo más bajo son los seres que habitan el Cosmos, a la vez esencias y criaturas de la misma madera-sustancia-energía que evolucionan cuando la energía desciende desde los niveles más altos de lo Inmanifestado o No-Existente, y evolucionan y ascienden, cuando la energía se invierte para regresar a su origen. De ahí que las tradiciones fundamentadas en el Avesta, hablen de dos árboles, uno blanco y otro amarillo, uno celestial y otro terrenal. El Hoana blanco surgió en medio del mar en el primer día de la creación y es el Árbol del Águila Solar. Junto a él, crece otro árbol, el Hoana amarillo, el Árbol de todas las semillas, que descienden con la lluvia para fecundar la Tierra, pues ellas son el germen de todas las cosas vivas.
"Observa -dice el Zohar en relación a Proverbios 3,18: “Es árbol de vida para quien la consigue...”[se refiere a la Sabiduría]- que hay dos árboles, uno más alto y otro más bajo, en uno de los cuales está la vida y en el otro la muerte; y el que los confunde trae la muerte sobre sí mismo en este mundo y no tiene porción en este mundo por venir."
 
El Árbol de la Vida de los cabalistas.
En la representación del Árbol Sephirótico de los cabalistas judíos, con sus diez centros de energía y sus tres niveles de manifestación y cuyo centro está en el Sol-Tipheret, podemos comprender como discurren las energías del Cosmos Solar y cual es la naturaleza de esas energías. El eje polar que une Kheter-Corona, el círculo de estrellas que rodean por encima la Eclíptica, lo más alto, con Malkuth-Reino, lo más bajo, este mundo, es el tronco del árbol que está dentro de la sala cuadrada de la leyenda referida hace un momento y que representa a la Tierra Celeste circunscrita por la Eclíptica. Esta Tierra Celeste genera un centro que en el esquema del árbol es Tipheret-Sol, el punto central del Cosmos Solar, donde lo superior y lo inferior, a través de los seres de arriba y los seres de abajo se mueven en un plano intermedio de naturaleza solar. Un centro axial donde lo superior, al reflejarse en él, se invierte en lo inferior; de ahí que uno de los árboles esté invertido respecto al otro. Este hecho energético es lo que muestran todas las tradiciones.
Los cabalistas, a través del esquema del Árbol Sephirótico, conectan el Cosmos Solar con el Hombre. Así, Malkhut está debajo de nuestros pies, invertido respecto a Kether, arriba; y Tipheret-Belleza, el Sol, el Corazón, ocupa la posición central de la órbita que envuelve el plano de la Tierra Celeste o la Jerusalén Celestial, marcada por cuatro pilares: las sephirats Geburah-Severidad, Chesed-Misericordia, Hod-Gloria y Netzach-Victoria. Arriba, más allá del Cosmos Solar y humano, Kether-Corona alimenta el sistema energético del árbol como primer punto manifestado desde la esencia de lo No-Manifestado que es Ain-Soph-Aur, Ain-Soph y Ain, como un rayo, un relámpago, Huracán. Una energía que se ramifica en la Creación al descender hacia Malkuth-Reino en donde se enraíza, como árbol ascendente, invertido respecto al anterior cuyas raíces tocaban en Cielo. Así, lo que está por encima de Tipheret-Sol es Supracósmico y constituye la Galaxia, y lo que está por debajo, es el Cosmos controlado por el Sol, el Sistema Solar, que se prolonga en Yesod-Fundamento y desciende hasta Malkhut-Reino. El Vajra de Indra es un modelo de este esquema del doble árbol; un vajra que, en otros contextos, está simbolizado por una lanza, cuyo equivalente humano es el órgano generador que proyecta el germen de la vida.
"Este verso -dice el Zohar refiriéndose a un versículo de los Proverbios...- testifica que el que da al pobre induce al Árbol de la Vida a dar de si mismo al Árbol de la Muerte, de manera que la Vida y la dicha prevalecen en lo alto, y de manera que ese hombre, siempre que está en necesidad, tiene el Árbol de la Vida para sostenerle y el Árbol de la Muerte para cobijarle."
Qué las energía que hemos convenido en llamar espirituales (y en este concepto incluyo a todas las energías), hasta las más densas y materiales, fluyen de lo alto hacia lo bajo y viceversa, en una circulación creativa y permanente; algo que también señala el Zohar Mishpatin  cuando dice:
"Todas las superalmas emanan de un alto y poderoso árbol..., y todos los espíritus de otro árbol más pequeño... Cuando estos se unen [al ascender uno y ascender el otro], brillan con una luz celestial... Pues lo femenino [la Creación] es a imagen del árbol pequeño..., el más bajo, el árbol femenino tiene que recibir la vida del otro árbol... Cuando el santo otorga al pecador gracia y fuerza para cumplir su retorno..., el hombre mismo (que como pecador había estado muerto), está verdadera y perfectamente vivo, pues está unido al Árbol de la Vida."
 La Gran Ceiba. El símbolo del Árbol de la Vida en el mundo maya.
Este árbol es un roble para las tradiciones míticas escandinavas; un abedul, llamado el dios de la puerta, como el Jano romano, para los chamanes siberianos; una palmera para las tradiciones islámicas; en otros contextos culturales es una higuera, una encina, un manzano, una Ceiba... Desde Platón a Dante, desde Siberia a la India y Malasia, el Ashattha, el Árbol erguido y el Nyagradha, el Árbol invertido, han formado parte desde siempre, no sólo de los mitos, sino también de las tradiciones espirituales más esotéricas. Son árboles ardientes, árboles relámpago, árboles fuego, zarzas ardientes, árboles energéticos y luminosos que alumbran, inevitablemente, hacia arriba y hacia abajo, como señala un Brhamana:
"...los devas atraviesan entonces estos mundos por medio de las luces universales, a la vez desde aquí hacia arriba y desde arriba hacia abajo, así hace el Sacrificador ahora...". Para el “Atarva Veda”, del Gran Yake que está en el Centro del Mundo "procede una incandescencia sobre la espalda del océano, y en él están apostadas las deidades, como si fueran ramas alrededor del tronco del árbol."
 
 Los dos árboles invertidos. "Liber Floridus" de Saint-Omer.

Dado que los dos árboles son a la vez uno solo, a veces, ha surgido el confundirlos y se ha discutido si originalmente habían existido dos árboles o uno, sobre todo, por no entender el simbolismo en su estructura astronómica que, en su representación polar, tiene un solo tronco común a dos planos, como en la sala del palacio que hizo construir el rey Volsung, que sustenta a la vez las ramas y las raíces de ambos árboles. Por otro lado, en la representación ecuatorial de la estructura, esta tiene dos lados separados por el eje central, siempre que la veamos proyectada a un plano. Ambos lados, han sido simbolizados siempre por dos columnas (las dos columnas del templo), por dos torres, dos montes, dos animales, incluso dos árboles..., en representación de los dos puntos sagrados que en la horizontal de la eclíptica marcan los soles de los Solsticios y que, al prolongarse en la vertical, señalan la entrada a los mundos superiores e inferiores en la Vía Láctea.
 
 Los dos árboles tal como son vistos en el interior de una copa etrusca que se conserva en el Museo del Louvre.
Se hace cada vez más evidente, que desde una remota antigüedad, los hombres, tal vez con fines rituales, aunque no lo tengo muy claro que quieren decir los académicos cuando usan la expresión fines ritualistas, han representado, no sólo las estructuras celestes y sus mecanismos, sino que también las han proyectado a sus creaciones terrenas, bien aprovechando accidentes geográficos naturales, bien modificándolos para que se adapten al modelo celeste, o bien reproduciéndolos artificialmente. Incluso han reproducido, desde el más remoto origen, el movimiento precesional y la carrera del Sol, como hicieron los Incas, en todas las peregrinaciones a lugares sagrados que a lo largo y ancho del mundo el hombre ha establecido como Centro del Mundo. También es evidente, que estas estructuras y modelos cósmicos y estelares, que se definen a través de claves psicológicas, astronómicas y espirituales y que, quién sabe cuantas más, además de hacer referencia a acontecimientos que podríamos considerar como históricos, adquieren una dimensión lingüística y geográfica a través de las palabras con que los designamos. Nombres que proyectamos a los elementos del paisaje y a la realidad de nuestra vida a través de la palabra, para crear, aquí abajo, una realidad a semejanza de la de lo Alto, a fin de que siga siendo sagrada, es decir, que tenga un significado que permanezca unido al Origen.
En estos últimos años he ido siguiendo y leyendo parte de la obra de un investigador español, heterodoxo él y, por lo tanto, mal visto por la ortodoxia, llamado Jorge Mª Ribero Meneses. Ha estado llevando a cabo una extraordinaria investigación: demostrar que la cuna de la Humanidad fue una tierra primigenia localizada en la antigua cuenca del río Iber (imagen terrestre de su original celeste, la Vóa Láctea), hoy Ebro, entre las comarcas de Cantabria, Asturias, Álava y Burgos. Su investigación la ha llevado a cabo manejando tres tipos de herramientas: la toponimia (los nombres de los lugares) y su evolución filológica en el tiempo; los mitos, cuyos nombres de dioses y héroes tienen relación con esos topónimos; y la búsqueda en viejos cronicones desechados por la Historia académica de todo lo que se ha escrito sobre esta antigua tierra que es la Península Ibér-ica y sobre los pueblos que la habitaron. Ni que decir tiene, que su obra y su persona, como les ha ocurrido y les ocurre a tantos otros, ha sido objeto de descalificación y agresivas críticas, algo que no le desanima en su brioso impulso de buscar la verdad sobre el origen del ser humano. Apoyo su impulso, porque me parece válido y porque, como yo mismo, busca un sentido, en el Origen, a la perversidad de una vida manipulada. Ambos partimos de experiencias y realidades distintas, pero que se entrecruzan en muchos puntos. Es por estos cruces interdimensionales, por los haré referencia a su investigación las veces en que los significados coincidan.
Una de sus obras publicadas lleva por título “Existió otra Compostela y, entre dos símbolos -una mercaba o Sello de Salomón, también llamada Estrella de David, encerrada en un círculo con un punto en el centro y una rueda solar- se enmarca el subtítulo sobre el fondo azul de la portada: “El Santuario cántabro de Santiago de Cos, precedente prehistórico de Santiago de Compostela. La portada va ilustrada con una lámina del Beato de Liébana en la que se reproducen los tres planos del Cosmos. Pero lo que llama profundamente mi atención, aunque por otros motivos, es la fotografía de la contraportada, en la que aparece un blasón de piedra empotrado en la galería alta de un caserío de Mazkuerras, una localidad junto a Santiago de Cos. Dicho blasón, a Jorge Mª Ribero, le sirve para argumentar su tesis sobre el origen primigenio de aquellas tierras, centro sagrado y santuario original de peregrinación, cosa con lo que, después de leer su libro, estoy plenamente de acuerdo; no así con que aquel sea el origen de la Humanidad, cosa de la que podríamos hablar en otro momento. A mi me llamó la atención porque, al margen de cual sea su origen, lo que también es importante, constituye un modelo simbólico (y por eso es susceptible de tantas interpretaciones) de los tres planos del Cosmos, de la eclíptica, de la Tierra Celeste y del movimiento precesional. Con el permiso de don Jorge Mª Ribero voy a usar la reproducción que de dicho blasón hay en la primera página de su libro para comentarla.
Blasón de un caserio de Mazkuerras, junto a santiago de Cos, que ilustra la 1ª página del libro de Jorge Mª Ribero Meneses "Existió otra Compostela".




Jorge Mª Ribero señala que “no voy a desvelar en estas páginas todo el significado de este enjundioso escudo cántabro. Y no voy a hacerlo porque para ello tendría que describir un bello tratado de mitología...”. Es una lástima que nos quedemos sin saber lo que Ribero ve en el Blasón. En lo que a mí afecta y pretendiendo sólo esbozar la interpretación desde una clave astronómica -estoy de acuerdo con él de que hay en él un fuerte contenido mítico- el blasón representa los tres planos del Cosmos, aunque creo que está incompleto y que tal vez, la parte central, ha sido partida por la mitad, aunque en su día fue un perfecto cuadrado que representaba a la Tierra Celeste; el cuadrado sobre la Eclíptica y los cuatro puntos de los Solsticios y los Equinoccios representados por cuatro estrellas de seis puntas, como el mercaba. Sobre ese cuadrado, se eleva, esbozada en el blasón por dos capiteles, la columna central que sostiene el Cielo representado por un semicírculo cuyo reborde es soga serpentiforme y en el que se inscribe lo que parece ser un ser alado, celestial, y que lleva sobre el pecho una rueda solar. El plano inferior, está flanqueado por dos torres que enmarcan un escudo en cuyo interior una figura humana lleva una lanza o bastón, como el que usan los sacerdotes-astrónomos para medir la profundidad del Cielo y ajustar el ciclo precesional. Dicha figura se yergue sobre una roca o peña que emerge de las aguas de un río o mar. La figura, a su vez, está entre otras dos torres que se elevan a ambas márgenes de la corriente del río celeste. Sobre ellas y sobre la cabeza de la figura se lee Rio Beyo. Sobre este plano inferior, con todo el simbolismo mítico que encierra y que por respeto al secreto que sobre él guarda Jorge Mª Ribero no haré ningún comentario, solo señalaré que es una clara referencia al mundo de abajo que reproduce el plano cósmico y donde lo que acontece se encuentra íntimamente relacionado con lo que acontece en otros niveles del esquema cósmico.
En relación con todo lo que venimos diciendo, ese escudo, así como el propio Camino de Santiago, ese Rio Beyo, como el propio río Iber o Ebro, es el camino de la Vía Láctea. Su terminación en un lugar llamado Compostela o Campo de Estrellas, aunque mejor sería decir, campo en las estrellas o entre las estrellas, se refiere a la Tierra Celeste. Su representación geográfica y toponímica sigue el esquema celeste. En la simbología mítica y esotérica, la Tierra ha sido representada siempre como un cuadrado o un cubo y, es por ello, que los altares eran y son cuadrados en las antiguas tradiciones. Ese campo entre las estrellas o constelaciones, es un campo, sagrado señalado por los puntos de los solsticios y los equinoccios; y es sagrado, como veremos a su debido tiempo, porque la Vida de ese Gran Ser que constituye la Galaxia fluye a través de las constelaciones que lo circundan, para que otras grandes Vidas, como las de nuestro sistema planetario, así como las nuestras propias, puedan evolucionar. El Sol es el centro de la estructura, el centro del Cosmos y del coso taurino. De hecho, el Cosmos es el Cosmos Solar, y desde el punto de vista de la energía que, aún no se por qué, hemos venido en llamar espiritual, tal vez para diferenciarla de la que creemos que no lo es, cosa que es una falacia pues todo es espiritual o todo es energía, las tradiciones señalan que el Sistema Solar es el cuerpo de manifestación de ese Ser donde, según San Pablo, nuestra Tierra y nosotros en ella, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro propio ser; un Ser al que los cristianos llaman Dios, los musulmanes Alá, los judíos Yahwé y los hindúes, Brahma. Pero esto sería otra historia dentro de esta historia.
El propio nombre de Galicia, tal como descubre Jorge Mª Ribero, es una referencia a la diosa Gallarzia y que, por esa antigua costumbre de las antiguas culturas de representar sobre el terreno las configuraciones estelares, “antaño se extendía desde el valle del Ebro hasta el litoral cantábrico” (J.Mª.Ribero), hace referencia a la Diosa Galaxia o Gallarzia o Galatea. Al estudiar la toponimia del nombre de Galicia, señala que ese nombre “no hace referencia en absoluto a la región que hoy ostenta ese nombre, siendo diáfana su relación con el ámbito de la antigua Kantabria y Keltiberia: léase buena parte de la actual provincia de Santander y el norte y el este de la provincia de Burgos [la tierra de los castillos a la margen del Ebro, el Río Celeste]”, nombre que también tiene relación con el que aparece en el escudo y con el del propio autor, como demuestra en un interesante estudio filológico en el libro que comentamos, al que remito al lector interesado. Seguramente en otro ahora simultáneo volveremos sobre ese tema, porque hay cosas muy importantes en ese libro en relación con mi propio proceso de recordar, sobre todo con lo que tiene que ver con la concha marina que, como ya indicamos, señala en los mitos la entrada al Mundo de los Antepasados situado en el plano inferior del esquema celeste. Ribero señala que ostraastroestrellaSol, no sólo se relacionan con la concha, sino también con el Santuario de Cos – Kaza y Kozacasa y coso y cos-mos, como el lugar donde habita el Sol. El Cosmos es la casa del Sol (pág.66 o. c.). Dichas palabras también tienen relación con co-boscosbas o cuevas y cavas, los lugares de acceso al interior de la tierra y también, según los mitos, de acceso al Inframundo. Tal vez por ello, los concheros encontrados junta a las grandes cavernas o cuevas santuarios de la Prehistoria, tengan una significación ritual y no gastronómica como pretenden los académicos, aunque nada impide que antes de darle un uso ritual a la concha hubieran podido comerse el molusco que habitaba en su interior.
Dibujo de una copa inca de la época de la conquista. Puede apreciarse el nacimiento del Sol en la "cabecera" de los dos ríos de la Vía Láctea entre las montañas-torres del Norte.
 El Sol es el centro de la estructura, el centro del Kos-mos y del Cos-o taurino. Como en el blasón de Jorge María Ribero, la cabecera de los dos ramales de la Vía Láctea está en el Norte y, el Río Celeste nace entre dos montañas o torres y discurre hasta la Tierra para producir la vida. Este esquema, que muestra la misma estructura mítica que la parte inferior del blasón de Mazkuerras, es un elemento más que demuestra que dos símbolos separados geográficamente por grandes distancias han de tener necesariamente un origen común, y no me refiero a la unidad de la estructura psíquica del ser humano que se usa como recurso explicativo. De hecho, lo repito, el kos-mos  es el Cosmos solar, el Sistema Solar y, desde el punto de vista de la energía espiritual, las tradiciones señalan que el Sistema Solar es, como acabamos de señalar, el cuerpo de manifestación de ese Ser donde, según san Pablo, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro propio ser.
"...En lo alto dispuso para el Sol una tienda,
y él sale como un esposo de su tálamo,
como campeón se recrea corriendo su carrera.
Levántase a un extremo del cielo,
y su carrera alcanza el otro extremo,
sin que haya nada que a su llama escape."
Himno a Yahwé-Sol. (Salmo 19,6)
"El Árbol de la Vida -dice el Zohar (Behe ´Aotheka) con referencia al Salmo (19,6)- se sitúa de Arabia a bajo y es el Sol que ilumina todo. Su radiación comienza en la cima y se extiende por todo el tronco en línea recta. Está compuesto de dos lados, una al norte, otro al sur, uno a la derecha y otro a la izquierda. Cuando brilla en tronco, primero se ilumina el brazo derecho del árbol y de su intensidad toma la luz el brazo interno. La “cámara” de lo que sólo es el punto de comienzo de la luz, llamada también en el siguiente verso “levántese a un extremo del cielo” [o “punto de comienzo del Cielo”], que ciertamente, es el punto de comienzo de todo. Desde ese punto Él sale verdaderamente como un novio al encuentro de su novia, la amada de su alma, a quién recibe con los brazos extendidos. El Sol procede y hace su camino hacia el Oeste; cuando el Oeste se acerca, el lado Norte se apresta a su encuentro y se junta con él. Entonces, el se regocija “cual campeón se recrea corriendo su carrera” a fin de derramar su luz sobre la Luna [para consumar el matrimonio Cielo-Tierra. “derramar su luz” es “iluminar” en la tradición védica]. Las palabras “cuando tú iluminas las lámparas” contiene una alusión a las lámparas celestes [los planetas], todos los cuales se encienden juntos por radiación del Sol."
La energía espiritual del Gran Árbol Cósmico vivifica en su descenso al pequeño árbol invertido que es el hombre; pero que a través de él, esta energía inicia su ascenso contemplando así la otra mitad del cielo. Y todo ese descenso y ascenso de la Energía-Espíritu se realiza en relación de los ciclos cósmicos, incluido entre ellos el ciclo precesional. Platón decía que “el hombre es una planta celestial, y lo que esto significa es que el hombre es como un árbol invertido, cuyas raíces tienden hacia el Cielo y cuyas ramas tienden hacia la tierra”, añadiendo que “es suspendiendo nuestra cabeza y raíz de esa región de donde vino primero la sustancia de nuestra alma, como el Padre Divino mantiene recto todo nuestro cuerpo” (Timeo).
 
El Roble de la Vida
En una balada finlandesa, se canta sobre un roble que crece, como el Ahuehuéte, en las aguas, y que tiene “hacia arriba sus raíces, hacia abajo su copa. En México, cuando un árbol muere, no se le arranca y se destruye, se le da la vuelta y se siembra invertido. Los lapones sacrificaban un buey al dios de la vegetación que era representado por un árbol plantado sobre un altar de forma que sus raíces miraran al cielo. “Cómo un árbol, como es el Señor de los Árboles, así ciertamente es el hombre”, dice Job; y Pedro dice a los que le van a ejecutar que lo hagan crucificándole cabeza abajo:
"Crucificadme así -dice- con la cabeza hacia abajo y no de otro modo. Pues el primer hombre, cuya raza llevo en li apariencia, cayó cabeza abajo... Al caer así..., estableció esta disposición de todas las cosas, pues colgando era una imagen de la creación; con lo cual hizo que las cosas del lado derecho estuvieran en el izquierdo y las del izquierdo en el derecho, y cambió así todos los marcos de su naturaleza... Concerniente a lo cual el Señor dijo en un misterio: “a no ser que hagáis las cosas de la mano derecha como las de la mano izquierda, y las de la izquierda como las de la derecha..., no tendréis conocimiento del Reino”. Por consiguiente os he declarado este pensamiento; y la figura en la que me veis colgar ahora es la representación de aquel primer hombre que vino al nacimiento. Por lo tanto, amados míos, y vosotros que me escucháis, debéis cesar en vuestro error y retroceder atrás de nuevo."
Un error que ya Platón había señalado en el Timeo y recomendado rectificar “las revoluciones dentro de nuestra cabeza, que fueron distorsionadas en nuestro conocimiento”. También el “Teittiriya Sathiya” hace referencia a ese “espacio”, donde el iniciado “hace todo al revés, exactamente opuesto a los usos de los hombres”. Después de todo, se trata de un problema de comprensión del significado de los símbolos. “La comprensión -dice el maestro Eckhart- tiene que traspasar la imagen del Hijo”. Aunque creamos descifrar la clave de los mitos, incluso las claves espirituales, si falta la comprensión todo queda en palabras.
 San Juán y el Ángel. Catedral de Gerona.
En los días de un ahora pasado a este viaje, releía la segunda parte, en su edición española, del libro de Ken Wilber “Sexo, Ecología, Espiritualidad. Al comienzo del capítulo noveno, Wilber da dos citas: una de A. N. Whitehead y otra de Platón. La primera dice así:
"La característica general más segura de toda la tradición filosófica occidental es que consiste en una serie de notas a pie de página de Platón."
A continuación, la cita de Platón:
"En todo caso, he ahí lo que yo puedo afirmar respecto a todos los que han escrito o han de escribir, y pretender ser competentes acerca de aquello que constituye el objeto de mis preocupaciones [el conocimiento místico de Uno (la llave es de Wilber )] (...) según mi modo de ver, es imposible que hayan comprendido, sea lo que sea, la materia. No hay, en efecto, ningún modo de reducirlo a fórmulas, como se hace con las demás ciencias, sino que cuando se han frecuentado durante largo tiempo estos problemas y cuando se ha convivido con ellos, entonces brota repentinamente la verdad en el alma, como de la chispa brota la luz, y enseguida crece por si misma. (...) Si yo hubiera creído que era posible escribir y formular estos problemas para el pueblo de una manera satisfactoria, ¿qué otra cosa más bella habría podido realizar yo en mi vida...? (...) Por esta razón todo hombre serio se guardará mucho de tratar por escrito cuestiones serias y de entregar, de esta manera, sus pensamientos a la envidia y a la falta de inteligencia de la multitud. A este respecto no hay ningún tratado mío, ni lo habrá." (Epístola VII)
A Ken Wilber le resulta extraño que “una parte tan grande de nuestra tradición se suponga una serie de notas a pie de página a Platón y, sin embargo, el libro crucial del que todos somos notas a pie de página, nunca fue escrito”. Y a mi también, porque ¿de qué estamos entonces tan orgullosos y tan envanecidos? El capítulo al que sirven de introducción las dos citas trata de los dos caminos que existen en relación con el Uno: el Descendente y el Ascendente, ya destacados por Platón. Pero:
"la civilización occidental -señala Wilber- ha sido una batalla regia entre ello, entre los que quieren vivir sólo en “este mundo” de multiplicidad y quienes quieren vivir sólo en el “otro mundo” de Unidad trascendental (olvidando ambos, de forma trágica, el Corazón unificador, la Palabra no expresada, que integra Ascenso y Descenso, y encuentra que el Espíritu simultáneamente trasciende a los Muchos y los abraza)."
Ken Wilber hace un sutil y profundo análisis de la situación por la que ha pasado y aún vive nuestra cultura. Dice que Platón daba a ambos movimientos, el ascendente y en descendente, igual valor. Esto es verdad, pues Platón ha sido una de mis lecturas favoritas durante mucho tiempo y me precio de conocerlo bastante bien. El problema se presenta cuando los muchos olvidan el valor de lo Uno no expresado y se enfrentan a los  unos que quieren renunciar a los muchos, con lo que terminan, inevitablemente, enfrentados:
"...los ascéticos, reflexivos y puritanos “ascendentes”, por un lado, que virtualmente destruyen “este mundo”; y, por otro lado, los “descendentes”, trogloditas todos ellos, que abrazan la sombra, que revuelven el mundo del tiempo buscando lo intemporal y que, tratando de hacer del mundo finito un valor infinito, acaban distorsionando “este mundo”, al igual que lo hacen los horribles ascendentes, precisamente porque quieren, y fuerzan, de “este mundo” algo que nunca les puede proporcionar: la salvación. (Wilber)"
Estas son las estrategias o “notas a pie de página a Platón llevadas a cabo por nuestra civilización. Pero como señala Wilber, Platón no se deja manipular porque éste “Espíritu-en-la-creación o “Uno-en-los-Muchos”, al decir del propio Platón, sea más completo, pleno y perfecto que el Espíritu libre de la materia. Sus conclusiones, las de Platón, son que el Espíritu es más perfecto encarnado en el mundo que fuera de él. Por ello, la vía platónica, como afirma Wilber, es no-dual y que, como proclaman el hinduismo, “Brahman es el Mundo. Nirvana y Sansara, así como Ascenso y Descenso, son; no-dos.
"Podemos resumir la posición general de Platón -K. Wilber- (...): huye de los Muchos, encuentra al Uno; después de encontrarlo, abraza a los Muchos. El abrazo exuberante, amoroso, incondicionado de los Muchos es el resultado y la consumación de la perfección del Uno..."
En el “Fedro”, Platón, a través de Sócrates, habla del alma como un auriga alado que atraviesa el Cosmos. Este auriga conduce un carro tirado por dos caballos que representan el cuerpo emocional, son el símbolo de su vitalidad y de su apetito, los cuales no constituyen ningún impedimento para la salvación. El problema reside en que algunas almas se dejan, no a causa de los caballos, sino a causa del desequilibrio que se genera entre el auriga y los caballos, derrotar. “Grande es la confusión, la lucha y el sudor -dice Sócrates- y muchas almas cojean, y muchas tienen sus alas rotas por la debilidad de sus aurigas.” Esa debilidad que padece el alma tiene su causa en el olvido. Si el alma no olvidara, sería liberada, “puede permanecer ilesa, y si puede continuar así, será liberada para siempre del dolor”. Claro que, “cuando un alma no puede seguir -continúa diciendo Sócrates- y pierde la visión, se hunde bajo la carga del olvido...”

Cuadro de Duncan Long "Care crows".
El olvido del Origen y de lo que este significa constituye la Caída. Él es el obstáculo y no la existencia en la manifestación. Revertir la Caída, dice Wilber parafraseando a Platón “no se consigue eliminando la Creación, sino dando la vuelta a nuestro olvido (...). El camino de vuelta es el recuerdo...” Claro que esto no es fácil porque “...no a todas las almas -dice Sócrates- le es fácil usar su experiencia presente [que es radiación directa del Espíritu] como medio de recordar el mundo de la realidad. Únicamente es a través del uso correcto de ciertas ayudas al recuerdo, que constituye una perfecta iniciación..., es como un hombre puede llegar a ser perfecto...”
El pensamiento de Platón es claro. este mundo no es un "pecado". la Creación no soslo no es causa de la Caída, sino que es la palanca del Ascenso de la conciencia. Olvidar esto, que l Mundo y la carne son irradiaciones del espíritu es el verdadero "pecado".
El Conocimiento fluye de los Pechos de la Gran Madre Galatea o Galaxia. Ya lo sabía San Bernardo que bebió de sus pechos, pero también debía saberlo el profeta Mahoma, porque cuando le preguntaron sobre su ascensión (mirach) se le dio a escoger entre el vino y la leche del conocimiento, y eligió la leche del conocimiento.
Como ven, no vengo a este viaje con la mochila vacía, conozco muchas cosas sobre el pasado de estos lugares a cuyo estudio he dedicado mucho tiempo, y también conozco otras muchas cosas de las que no tienen siquiera sospechas el común de los mortales, lo que quiero es completar todo eso que conozco con el sentir la experiencia de visitar estos lugares; se lo que algún día fueron, y quiero sentir si aún lo son, si se puede navegar contra corriente en el río del tiempo, o el Viento (el Espíritu) del que habla León Felipe ha soplado en otra dirección, aunque también es cierto que donde algo hubo siempre algo queda.
 
(Continua)
 


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