Viaje a Bolivia y
Perú
-Del 17 de Agosto
al 1 de Septiembre-
(Una visión
personal)
(Continuación)
Visita a algunos lugares de La Paz (2)
No lejos del hotel
encontré un bar, cafetería o Pub nocturno (esta mediodía cuando pasé por aquí
estaba cerrado) un tanto bohemio. No había mucha gente, la mayoría personas
solas, como yo, así que entré dispuesto a tomarme una cerveza y comer algo.
(...)
(...)
Está decorado con
reproducciones de cuadros famosos y la mesa en la que me siento tiene un tapete
con una escena sacada de algún cuadro de la Belle Epoque. Al fondo, en un
rincón, un señor debajo de una tele consulta papeles; una señora lee un
libro y a mi izquierda una pareja de turistas europeos habla bajito. También
hay alguien sentado en la barra. El camarero se me acerca, me entrega una
carta y me pregunta que quiero beber. Le digo que una cerveza bien fría (me
mira como diciendo “la noche está ya bien fresquita”), una Paceña y un sándwich.
Una vez calmada mi
sed y degustado el sándwich, mi mirada queda atrapada por la llama de la vela
que sobre un candelabro de bronce tenía sobre la mesa. La eterna fascinación de
la llama que atrae a la mariposa. Recuerdo un soneto de Lope de vega que cuenta
la historia de este eterno tema, solo que el gran Lope juega un tanto con las
palabras para, usando la historia de la mariposa atraída por la llama que
termina consumiéndola, lo equipara al fuego del amor que, como mariposas, a tantas mujeres atrapa.
Cándida, no pintada mariposa,al fuego se acercó, sin ver el fuego;pero sin ser su centro, él mismo luegoquiso templarse en nieve tan hermosa.No es esa, no, tu esphera luminosa,dixo el Amor, que entonces no era ciego,que yo soy rayo, y tiemblo, quando llegoa nieve de mi fuego victorioso.Sordo a su envidia, quanto más ardiente,el cerco de la nieve fue abrasandopuño a una mano, de sí misma ausente.El fuego esta riendo, Amor llorando:¡hai, zelos! Pues Phenisa no lo siente,¿quién fuera lo que estaba imaginando?Lope de Vega
Mi mirada,
concentrada en la llama de la vela, hace que mi mente comience a disociarse de
la realidad presente. El mantel de la mesa comienza a girar en calidoscópicas
formas prermitiéndome recuperar los pensamientos por los que navegaba cuando
Pepe vino a recogerme para llevarme a ver algunos lugares de la ciudad.
* * *
En el artículo
anterior al que antecede a este, se planteaba la pregunta sobre ¿por qué la Precesión de los Equinoccios tuvo tanta
importancia para las culturas antiguas?
Las causas pueden
ser muchas y variadas, algunas puede que nunca las sepamos, pero si sabemos que
al retrogradar el Punto Vernal a lo largo de la Eclíptica, éste va
pasando por una franja, ya establecida desde la más remota antigüedad, limitada
por dos planos paralelos a la
Eclíptica y a 8º de esta cada plano, llamada Zodiaco (banda
de animales), ante la cual se mueven los planetas que orbitan alrededor del
Sol, excepto Plutón, que no era conocido por los antiguos.
Así, el Punto
Vernal, se va desplazando cada 2000 años (redondeando) por cada una de las
constelaciones que configuraban el Zodiaco. Es muy probable que en una remota
antigüedad, antes de la llegada de los dioses solares, cuando los ritmos
lunares medían el ciclo anual de las estaciones, las constelaciones fueran 13 en vez de doce. Después de todo,
26.000 entre 13 son 2000 años y no hay que recurrir en repartir el tiempo de
una constelación entre las doce restantes, como seria necesario hacer al
repartir 13 meses lunares en 12 solares. Una repartición que se hizo
arbitrariamente.
La constelación que pudo haberse suprimido es la que los
antiguos llamaban Ophicus, situada
precisamente entre Escorpio y Sagitario, en el punto de acceso al Mundo de
los Dioses en la
Galaxia. Sería la constelación número diez en el proceso de la Precesión. Su
símbolo o imagen representa a un hombre que está sujetando a una serpiente que
se enrosca alrededor de su cuerpo. Al observar el plano del Cielo, la vemos
atravesada por el plano del Ecuador Celeste, en un punto en el que se junta una
gran cantidad de conglomerados globulares. Esta constelación también era conocida
por los antiguos como el Serpentario, el que controla a
la serpiente, y no porque parezca que el hombre está domando a una
serpiente, sino porque utiliza su veneno para sanar; por ello este signo pasó a
formar parte, transformado, del caduceo de Hermes y del dios de la Medicina, así como un símbolo
de la farmacia natural.
De hecho, la
constelación de Ophicus separa a la
constelación de Serpens en dos. La
parte de la cabeza (Serpens Caputi)
en un lado y al otro, la cola (Serpens
Cauda). A pesar de estar separadas por Ophicus,
en muchos libros de astronomía aparece como siendo una sola constelación. Su
forma estelar es la de una constelación muy alargada en el sentido Norte-Sur.
La estrella más brillante de esta constelación es Rasalhogue, a 60 años luz, con 2´1 de magnitud. Esta estrella,
junto a Vega y Altair forman un triángulo equilátero.
La Vía Láctea toca el extremo sureste de Ophicus en una zona en la que se
encuentran los cúmulos estelares M10
y M12 y una impresionante estrella
de magnitud 9´5 llamada estrella Varonil,
también llamada estrella saeta por la velocidad con la que se desplaza.
La leyenda cuenta
que Ophicus había sido el antiguo
dios de la medicina Esculapio, cuya sabiduría podía resucitar a los muertos.
Aunque Esculapio era un dios del mundo inferior, de la Tierra de los
Muertos, esta actividad de tener que sanar y resucitar a los muertos le
disgustaba bastante, por lo que persuadió a Zeus para que lo pusiera en el
Cielo Norte, lejos de sus pacientes. Pienso que no fue por azar que la
constelación eliminada fuera precisamente esa, en la que la serpiente era un
Símbolo de la Gran Madre
que había presidido la Era
anterior; una serpiente que, ahora, convertida en Monstruo de la Tierra, abre sus fauces
para dar entrada al Mundo de los Antepasados, a la Tierra de los
Muertos. También los mayas clásicos tenía un zodiaco de trece constelaciones.
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Calco de la parte central de la lápida del sepulcro de Pacal en Palenque, Chiapas (México), donde Pacal desciende, a través de sus grandes colmillos, al interior del Monstruo de la Tierra. La figura que hay sobre el colmillo izquierdo representa el eje solsticial. |
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Arriba de la lápida vemos a la Gran Guamaya, símbolo de la Vía Láctea. |
En la lápida que cubre la tumba de Escudo Pakal en el Templo de las Inscripciones de Palenque, vemos a éste en el momento
de su entrada al Mundo de los Muertos, cuando es tragado por el Monstruo
de la Tierra,
en la base del Árbol de la
Vida que sostiene el Cosmos. Arriba de la lápida se
encuentra la Gran Guacamaya, el
símbolo de la Vía Láctea.
En el Templo de la Cruz Foliada, su
sucesor, Chan Bahlúm también es representado en el momento de su ascenso al
trono.
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El Monstruo de la Tierra señalando la entrada al Inframundo en el Templo de la Calavera de Palenque. |
Las imágenes con las que se representan estos acontecimientos presentan al
Cosmos dividido en tres niveles: el celeste, el terrestre y el inframundo. En
ellas podemos contemplar como el Sol se desliza por las fauces del Monstruo
de la Tierra
hacia el Inframundo: es
la representación de una hierofanía solar. En cada imagen, una concha marca el
punto de contacto, el puente entre el Mundo Intermedio y el Mundo
Inferior. En cada templo, se produce, en el mismos día, a la puesta del Sol
del Solsticio de Diciembre, una
hierofanía solar. La arquitectura del templo ha sido dispuesta de tal manera
que permite que se realice una representación entre las imágenes del templo y
el juego de luz y sombra que proyecta el Sol Poniente. Los últimos rayos del
Sol que se ponen, iluminan primero el centro del Templo de las Inscripciones donde está la tumba de Pacal, descendiendo
por las fauces del Monstruo de la
Tierra hacia el Inframundo
y, luego, ilumina, a la entrada del Templo
de la Cruz Foliada,
la imagen de Chan Bahlum, su hijo. Pero el último rayo del Sol que muere,
arroja su destello sobre la figura del Dios
L, el Señor del Inframundo. Un fenómeno semejante ocurría en Abu
Simbel, en Egipto. W. Sullivan hace referencia a un registro zapoteca:
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Registro genealógico zapoteca. En la parte superior se aprecia, flanqueadas
por conchas marinas, las "Fauces del Inframundo".
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La imagen muestra a una pareja sobre la que se aprecian las Fauces del
Inframundo flanqueadas por estilizadas conchas marinas. Descendiendo por
esas fauces se aprecia a un personaje que sostiene entre sus manos un collar de
cuentas. Sullivan ve aquí como la entrada al Inframundo está marcada por conchas marinas y que esta entrada está
en el Cielo, en la
Vía Láctea. ¿Se encuentran también en los cielos estrellados
la entrada al Mundo de los Dioses?
El esquema muestra cual es la posición, en la
"Tierra Celeste", de la "Montaña
Más Alta del Mundo" en el Solsticio de Junio; también muestra cual es la
posición de la "Concha Marina" en el "Fondo del Mar" en el
Solsticio de Diciembre.
El "nivel del mar" que
divide la “tierra seca” de las “aguas salinas” de la “Tierra Celeste”,
representa el Ecuador celeste.
La “Tierra Celeste” y la “Casa del Mundo”
que hemos visto en esquemas anteriores, son símbolos convencionales que los
mitos usan para describir los acontecimientos que suceden en esa zona de la
esfera celeste.
A través de los cronistas sabemos que en Diciembre de 1.533, los Incas celebraron
por última vez el Capac Raymi para
celebrar la victoria de Atahualpa sobre su hermano que ocupaba Quito. Los
españoles, aliados de Atahualpa, presenciaron un espectáculo que les dejó asombrados.
Los vencedores desfilaron por las calles de la ciudad con las momias de los
Emperadores Incas, incluso la del último Inca, Huayna Capac, que había muerto
hacia poco de viruela en Quito y que se podía reconocer porque le faltaba la
punta de la nariz. La tradición dice que Huayna
Capac había sido enterrado en el lecho del río Ancasmayu, el modelo terrestre de su equivalente galáctico. El Ancasmayu nace en la vertiente occidental
de los Andes y fluye hacia el Noroeste desembocando en el Océano Pacífico.
Ya hemos referido
que los Incas llamaban Mayu a la Vía Láctea. Ancas
es cielo azul y, en quechua, también significa águila. Uno de los
chamanes-aves-estrellas que Huayna Capac
envía al Mundo de los Antepasados.
Dice Mircea Eliade que para los chamanes siberianos, el águila es el padre
del primer chamán del Sol; por ello también es el tótem o la huaca de los
chamanes. El Ancasmayu no es pues un
simple río terrestre que marca una frontera ritual. Es una referencia, en este
mundo, al Gran Río Celeste que transporta el alma de Huayna Capac hacia la
Tierra de los Antepasados; un río que nace en la Montaña Cósmica,
al Norte del Solsticio de Junio, en
el Mundo de los Dioses. El propio dios Viracocha, cuando abandona la Tierra, ascendió a una montaña antes de llegar al
Océano (celeste). Igual hace Quetzalcóatl.
Cuando los Incas ritualizaban la memoria de este momento, arrojaban sus
ofrendas al río para que éste las llevara hasta el Océano donde estaba el Mundo
de los Antepasados. Lo hacían desde un puente sobre el río Ollantaytambo, después de inundar Cuzco
abriendo las compuertas de las presas, en el día del Solsticio de Invierno. Las aguas de esta inundación corrían
hasta el río que llevaba hasta el mar las ofrendas, así lo relata el cronista
Molina; un mar que estaba más allá de este mundo, en el lejano Cielo Norte,
la morada de Viracocha.
En relación con los animales-aves-estrellas
que Huayna Capac envía al Mundo de los Antepasados, hay un suceso
en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas quiché, donde Ixmucané, la Abuela de Hunahpú e Ixbalanqué, los gemelos Sol-Luna,
se encuentra desesperada porque ha de enviarle un mensaje a sus nietos y no
sabe como, hasta que se le ocurre reclutar a un mosquito, que es atrapado y tragado por un sapo, el cual es engullido por una gran serpiente blanca, la cual es cazada por un halcón que es quién llega hasta los Gemelos Divinos. El profesor Girard comenta respecto a esta historia
que
"...para mostrar la capacidad relativa de los animales en cuestión,
la alegoría refleja, incuestionablemente, un episodio astronómico, en el que
los animales simbolizan los cuerpos celestes cuya importancia tiene la misma
relación que la de su velocidad relativa. Primero el ave de presa que
representa al Sol, a continuación la serpiente blanca que en la mitología
chorti representa a la Vía
Láctea, después el Chac (sapo) o dios de la lluvia proyectado
en la estrella...
Es interesante resaltar que se hace mención por primera vez a la Vía Láctea, cuyos
movimientos son perfectamente conocidos por los mayas..."
Esta carrera por la Vía láctea como cuentan los
cronistas y cometa Sullivan, constituye una forma de mensaje codificado en el
que la proyección de una geometría espiritual que se lleva a cabo a través del
ritual que, en los Andes, se realizaba una vez finalizado el Capac Raymi en el Solsticio de Invierto, cuando se consideraban que estaban presentes
los Antepasados, en la mañana del día
en que se realizaba la inundación en la plaza central del Cuzco. Lo que
hay que entender es que,en aquel entonces, esto era posible porque la Vía Láctea salía
heliacalmente aún en el Solsticio de Invierno,
dejando abierta la entrada al Mundo de los Muertos. La puerta que se
había cerrado en el 650 d.d.C., era la entrada al Mundo de los Dioses.
Dos semanas después del Solsticio, se celebraba una carrera a lo largo de la Vía Láctea
siguiendo, desde el Cuzco, la ribera del Ollantaytambo.
Sus equivalentes en otros contextos es recorrer el Camino de Santiago o los
distintos caminos de peregrinación como el que lleva a Chalma (México) donde
reside el Oscuro Señor de las Cuevas.
Estas carreras
o recorridos por los análogos terrestres de la Vía Láctea intentaban
mantener la conexión entre los mundos. De hecho, el llamado Camino de los
Muertos en Teotihuacan no era porque los aztecas, cuando pasaron por allá y
vieron los túmulos que lo bordean, en aquel entonces las ruinas de la ciudad ya estaban
cubiertas y enterradas, creyeron que allí había enterrados muertos
y por eso lo llamaron así, sino porque algo debían conocer referente a que
aquel Camino de los Muertos era una
referencia a la Vía Láctea.
Desde la perspectiva
de los mitos, las Edades del Mundo o Soles hacen referencia a acontecimientos
astronómicos. Cada Edad-Sol es
destruida por un Pachacuti, en la terminología andina, un vuelco del
espacio-tiempo, también llamado diluvio, inundación, etc. Así
que cuando los mitos dicen que el Diluvio destruyó el mundo, lo que queda
destruido, desde la clave astronómica del mito, es la Tierra Celeste
que había sido definida por las estrellas que salen heliacalmente en los solsticios y los equinoccios y cuyos pilares son desplazados por el movimiento
precesional, haciendo que el Cielo caiga sobre la Tierra,
de ahí que el que da nombre a la nueva creación tenga que levantarlo
separándolo de nuevo de la Tierra
y esta se sumerja en el Océano Celeste. Es decir, el mito hace referencia
a una configuración astronómica que ha regido un Mundo, Edad o Sol.
Los
tres "mundos" de la
Esfera Celeste según los Incas.
Fue la "Tierra Celeste" o Kay Pachá a la que
los cronistas, por un lado, y los traductores de los mitos, por otro, llamaron simplemente "Tierra",
confundiéndola con el planeta Tierra.
El Cielo que se hunde y que en el Origen había sido levantado y
separado de la Tierra
Celeste, estaba sostenido por cuatro pilares, reducidos a
dos, e incluso a uno, en otros contextos. Son los Pilares-Columnas del
Templo-Casa. En el Cuzco estos pilares se simbolizaban en una montaña
llamada Pilar de Apoyo del Espacio-Tiempo. Los cronistas tradujeron el Mundo
Intermedio o Tierra Celeste, donde se apoya este pilar, simplemente
como tierra y pensaron que se refería al planeta Tierra; pero en realidad,
ese espacio-tiempo se refiere a la Tierra Celeste situada entre los Trópicos Celestes en la Eclíptica.
¿Lo qué ocurre en
relación a la Tierra
Celeste tiene su correspondencia con lo que ocurre en la Tierra planetaria? ¿Qué
sucesos han ocurrido en los pueblos andinos y mesoamericanos cuando en los cielos
se produce un pachacuti?
Cuando el mito dice
que el mundo fue destruido por un Diluvio,
se está refiriendo a la
Tierra Celeste definida por los cuatro pilares que se
levantan en los puntos solsticiales y
equinocciales de la Eclíptica
y que sostienen el Cielo. Puesto que los límites del Kay Pachá o Tierra Celeste coinciden con los límites del
plano de la Eclíptica,
el Sol marca en el Solsticio de Verano
su punto más alto en el Cielo; marca la cúspide de la Montaña Cósmica
que se levanta en el Centro del Mundo y donde viven los Dioses. También
es el Sol, cuando ocupa la posición más baja, en el Solsticio de Invierno, el que señala el momento en que, como Viento
del Sur, sopla a través de la concha marina para anunciar la apertura a la Tierra de los
Antepasados. En la lógica de esta estructura cósmica, el Mundo de los
Dioses está sobre el Monte Olimpo, arriba, y el Mundo de los Antepasados, el Hades, está allí, en la
profundidad del Trópico Sur del Océano Celeste, abajo. Entre
ambos mundos, la Tierra
Celeste, contiene los arquetipos cósmicos del orden del
mundo y de su evolución.
De todos los
animales estrellas que aparecen en los mitos de “Dioses y hombres de
Huarochiri”, la llama, el sapo, la zorra, la perdiz,
la serpiente..., todos, menos la llama, aunque ésta también a veces está
asociada al inframundo, comparten un
rasgo común, como señala Sullivan: todos viven en madrigueras, aberturas en el
interior de la tierra, lugares considerados como entradas al Inframundo, al Mundo de los
Antepasados. La zorra celeste,
como la llama celeste, son nubes de
polvo oscuro situadas tangencialmente a la Vía Láctea. Ella es la
encargada de llevar las almas de los muertos al otro lado del Río Celeste hasta sus moradas en el Mundo
de los Antepasados. En otros contextos esta función la realiza un mítico
perro negro. El único objeto celeste que en la época de la Conquista se situaba en
el Trópico Norte era la Llama
Macho, Urcuchillay,
otro objeto celeste que forma parte de las estrellas de la Constelación de Lira.
Esta llama macho, en la forma de chamán-paqo del mito,
permanece en la cúspide de la montaña. Un sobrenombre de esta llama macho en llaca
= lanza de guerra emplumada, un símbolo vinculado a los chamanes. En los
Andes, a la estrella Vega de la constelación de Lira, se la conoce como Urcuchillay o Llama Macho. Para
los chamanes del Cuzco, la condición más elevada la ocupa el Hanac Waqayoq, aquel que es capaz de
ver el mundo de arriba y su símbolo es la lanza. Posnanky (más adelante
hablaremos de él), en su libro “Tiahuanacu. La cuna del hombre americano”, reproduce el diseño de un kero inca. En él hay una pirámide de
seis niveles y, sobre el último, se alza una lanza adornada con dos cintas, una
púrpura y otra negra. Los cronistas cuentan que cuando el Inca se sentaba en su
trono, en el ushñu, en la cima de la montaña piramidal, llevaba en su
mano derecha un bastón llamado llaca como símbolo de su poder.
Un poder-conocimiento que les
permitía saber que la estrella guía a la que apuntaba la lanza-eje del molino
precesional, allá en el Trópico
Norte, o a la que puntaba el Árbol del Mundo, era la estrella Vega en la
constelación de Lira, a la que ellos llamaban Llaca, lanza.
Templo 22 de Copan. Su
fachada representa los tres niveles cósmicos. Es la puerta de entrada
al Inframundo Maya o Xibalba. En los laterales dos bacabes sostienen a la Serpiente Celeste.
Otro hecho
importante a tener en cuenta son los conceptos puente y puerta.
Macrobio, en la antigüedad clásica, decía que las almas que habían abandonado la Tierra por la puerta
inferior en Sagitario, regresaban, al reencarnar, por la puerta de
Géminis; los dos puntos donde la
Vía Láctea cruza la Eclíptica y el Zodiaco. Los muertos de los países
nórdicos, según sus mitos, han de atravesar un río de aguas frías y rápidas
para llegar hasta una puerta llamada Helgrind,
por la que los muertos regresan para visitar a los vivos. En cambio, los
Dioses, tienen que atravesar un frágil y elevado puente situado por encima del abismo, tan fino como una aguja. Este puente se llama Bifrost y, según Snorris Sturlason, cruzaba la Vía Láctea, aunque
había quedado destruido en el Ragnarok,
en el Crepúsculo de los Dioses, en aquella época en el que el Midgrad, el ámbito medio de las
fuentes de la vida y el Asgard, el ámbito
de los dioses habían quedado destruidos.
En Teotihuacan, el dios
Jaguar ejerce la función de guardián del Inframundo. En el friso parece querer
devorar a un caracol emplumado, que es el símbolo que marca la entrada al Mundo
de los Muertos. Mural del Palacio de las Mariposas. Teotihuacan. México.
No existe mito o leyenda, a lo largo y ancho de las culturas que en el
mundo son y han sido, que no se refieran a una extensión de agua, río, mar
o laguna que los muertos han de
atravesar para llegar a su morada; y a un perro negro, zorro o espíritu oscuro
que les ayuda en la empresa, o al que hay que enfrentarse para lograr la travesía:
la Laguna Estigia y Cancerbero en el mundo clásico; el
puente al-sirat, tan delgado como una cabello y tan afilado como
una cimitarra, en el Corán; el Arco-iris
Chinevad se extiende hasta el otro lado de las tenebrosas profundidades que
existen entre este mundo y el lugar de los Bienaventurados, según el Edda.
También, el río Jordán nos lleva a la Jerusalén Celeste.
La investigación de
Sullivan demuestra que el lenguaje andino ha conservado los conceptos de puente
y puerta (chaca=puente en
quechua y aymará; puncuchaca y puncu=puerta,
chaca=umbral o dintel; chacana= escalera o escala)
en correlación con situaciones astronómicas. En las crónicas, se identifican
las tres estrellas del Cinturón de Orión
como chacana = escalera. Estas tres estrellas se
encuentran en el Ecuador Celeste, es decir,
el gran círculo de estrellas que pasa por el cenit visto desde el Ecuador de la Tierra. Según el
etnólogo Gari Urton, citado por Sullivan, chacana o escalera, como
las tres estrellas del Cinturón de Orión, llamadas también las tres piedras
del Hogar por los mayas clásicos, conectan dos zonas distintas de la esfera
celeste, al igual que una escala o escalera conecta el piso inferior con el superior.
Así, pues, el concepto puente (en occidente el Pontífice
es el constructor de puentes y por ello une el poder espiritual y el
poder temporal), funciona como metáfora cosmológica para señalar el punto de
contacto entre el Mundo de los Hombres y el sagrado Mundo de los
Dioses. Para los Incas, chacana, en relación con el Ecuador Celeste, y con dirección Este-Oeste,
el Camino del Sol, sirvió para organizar el Cuzco a partir de una montaña
llamada Pachatusan, el pilar de apoyo del espacio-tiempo.
Al norte de esta
línea fundamental y de este centro, en el Cuzco o Cosco Henan
(superior) vivía la clase noble vinculada con la guerra y el Imperio; mientras
que el Qosco Hurin (inferior), estaba habitado por las clase
trabajadora y artesanal, vinculada con la agricultura y la religión de los
antepasados. Esta división se prolongaba más allá del horizonte, hasta la
bóveda celeste. Así, los muertos de la mitad superior iban al Mundo de los
Dioses, accesible en el Solsticio de
Junio; mientras que los muertos del Cuzco inferior, iban al Mundo de los
Antepasados accesible en el Solsticio
de Diciembre. Los Incas habían proyectado a la estructura social del
Imperio las configuraciones cósmicas manipulándolas en su provecho, pues los
campesinos del Cuzco sur decían que ellos, desde la Edad de Viracocha, también
iban, después de muertos, al Mundo de
los Dioses. El pilar central Pachatusan,
es una muestra de la importancia que tenía para los incas este Ecuador Celeste en relación con la Tierra Celeste
y la Casa
del Mundo que se levantaba sobre ella.
¿Por qué la Inundación del
650 d.d.C., se pregunta Sullivan, fue tan importante para los sacerdotes
astrónomos de los Andes?
Porque el movimiento
de la precesión había roto el puente que conectaba el reflejo del Mundo
Intermedio, éste mundo nuestro, con el Camino
Celeste que conducía al Mundo de los Dioses a través de la Vía Láctea. También,
porque el Sol, cuando cruzaba el plano galáctico ya no marcaba, en el Solsticio de Junio, la entrada a la Vía Láctea y al Mundo
de los Dioses. Por ello dicen los mitos andinos y mesoamericanos que Viracocha y Quetzalcóatl se marcharon por el Oeste. Aunque ambos comunicaron
que regresarían cuando el movimiento precesional volviera a hacer coincidir los
mundos.
Mapa mítico del Cosmos del libro de Enoc según P. Grelot.
En los Andes, éste puente desaparecido se llamaba Chacamarca, el puente en lo más alto
de la casa, levantado sobre la montaña que se alza en el centro de la Tierra Celeste.
Es la Casa del
Dios que se levanta en la última plataforma de la pirámide escalonada. Este
puente se había hundido en el Mar Celeste. Por primera vez, desde que la Vía Láctea había
comenzado a salir heliacalmente en el 200 a.d.C., cuando se inició, al decir de
Sullivan, aunque yo pienso que sólo fue su última manifestación, el Ayllu, el puente en las
estrellas ya no estaba. Aunque a pesar de ello, cuando los dioses lo cruzaron
al marcharse, pronosticaron que volverían. El puente se abrió 850 años más tarde, cuando los dioses regresaron
para poner fin a los Imperios que Aztecas e Incas habían levantado; pero lo
hicieron en la forma de conquistadores llamados Cortés y Pizarro. De ahí que se
llamara a los españoles con el nombre de aquellos dioses, pues como había sido
pronosticado, llegaron por el Este.
El Códice Féjervary nos presenta a Quetzalcóatl como
"Señor de la Aurora"
ocupando el Centro del Cosmos y estableciendo el equilibrio en él. En este momento, los puentes aún permanecían abiertos.
Las 4 direcciones del plano terrestre y el Árbol Centro del Mundo como estructura del Cosmos. Códice de Madrid.Pg75, 76.
Desaparecido el puente, la puerta estelar quedó cerrada. La leche
de la Gran Madre
Galatea o Galaxia ya no nutría la vida espiritual de los hombres, ni impulsaba
“... los fundamentos de la vida espiritual andina –Sullivan-, [y] el
sello armónico estampado sobre los cielos por el Creador...” había
desaparecido. ¿Es extraño que rota la armonía que representaban las edades
presididas por los dioses Viracocha
y Quetzalcóatl en Tiahuanaco y
Teotihuacan, hiciera su aparición la violencia
en la forma de los guerreros Huari en
los Andes y los guerreros toltecas en
Mesoamérica?
Una profecía maya dice que una escalera surgirá del
centro de nuestra galaxia. De esta escalera emergerá la soga serpiente llevando
al dios Nueve Viento (Quetzalcoatl). Códice Vindobonensis.
A mediado mayo del
2002, un grupo de personas tuvimos una conversación con el guía espiritual de Lorena. Le pregunté
sobre esta cuestión de las puertas estelares y también le pregunté que era lo
que pasaba por ellas. Desde el otro lado, en una dimensión no
física, el guía de Lorena me respondió:
"Ha pasado mucho tiempo y esas puertas han
cambiado. Ahora una de esas puertas tiene que ver con Cáncer-Leo, es la energía
plexo solar-corazón. La otra, tiene que ver con Picis-Acuario, que está en
relación con el chakra de la frente y el superior [coronario]. Tenéis que
entender el lenguaje que se expresa a través de nuestra hermana Lorena. Cuando
decimos “tenéis”, es porque implicamos
a un todo que trabaja con lo que
conlleva la energía del esfuerzo, de tomar conciencia, de elevar las emociones -ese
mundo emocional que se quedó en el plano inferior- hacia el corazón que es la
energía que os servirá para aprender a ser individuos por derecho propio. La
energía de la puerta de Picis-Acuario, tiene que ver con el cambio que supone
tomar conciencia de un aspecto llamado imaginación, porque ¿acaso creen en el
poder de la imaginación? Preguntadle a las gentes. Os dirán que la imaginación
es una tontería. Ojo, porque vuestra imaginación es tan creativa como vuestra
mente. Son dos enfoques distintos. La energía de la imaginación necesita ser
canalizada conscientemente hacia lo más elevado de la Conciencia Suprema
con la idea de que somos individuos por derecho propio y con la conciencia de
que formamos parte de una Conciencia Superior. Aún quedan más de dos mil años por delante para que ese trabajo
esté realizado a nivel de la
Humanidad."
Es decir, las puertas
han cambiado, las energías que por ellas discurren tienen una intención y un
propósito, son energías conscientes y cualificadas, siguen un Plan
definido y, hasta donde comprendo, los antiguos tenían un conocimiento claro y
preciso de que es lo que se traían entre manos. ¡Qué los académicos piensan
otra cosa! Ese es un problema de los académicos. Yo no pretendo demostrar nada,
solamente escribo el relato de un viaje; en realidad serían ellos los que
tendrían que demostrar, no desacreditar simplemente, que tales realidades y
tales hechos son mera superchería.
Antes de pasar a
referirme a otro aspecto de los mitos en relación con estos puentes
y estas puertas y, desde otra clave distinta a la astronómica, me
gustaría referirme a un hecho, comentado por Sullivan, que muestra la visión,
y la autoridad que se apoya en ella, de las posturas académicas
referente a la astronomía de los pueblos antiguos.
Anthony Aveni,
investigador de la astronomía de los pueblos antiguos, estableció un paradigma:
los pueblos que viven en las latitudes
medias, desde México a Bolivia, tienen como elemento fundamental de referencia,
para la observación del cielo, el círculo del horizonte y el eje vertical
formado por el paso del Sol a través del cenit; un fenómeno que sólo se da en
los trópicos. Este paradigma da por supuesto que en los Andes y Mesoamérica
no existió otra manera de observar el cielo fuera de esos elementos de
referencia. En cambio, los pueblos que viven en latitudes templadas, observan
el cielo según un sistema de coordenadas polares y ecuatoriales.
<<Casi todas las culturas tropicales que desarrollaron sistemas astronómicos
-dice Aveni-, al margen de que la motivación fuera práctica o religiosa, se
inclinaron por un sistema de referencia compuesto por el cenit y el nadir como
polos, teniendo el horizonte como círculo fundamental de referencia. Tal
disposición contrasta fuertemente con los sistemas celestes polo-ecuador
(eclíptica) desarrollados por las civilizaciones antiguas de la zona templada.>>
Este paradigma da
por supuesto que ni en los Andes ni en México podía existir otra manera de
observar el cielo que no fuera esa. Y si a alguien se le ocurriera proponer lo
contrario, entrará en flagrante contradicción con la teoría aceptada por consenso
académico y formulada por Aveni.
A pesar de este
paradigma aceptado como Verdad Científica, son muchas las excepciones
que se han encontrado, referentes tanto a la astronomía de los pueblos de las
zonas tropicales, como a la astronomía de los pueblos de las zonas templadas.
Por ello, en 1.981, Aveni organiza un Congreso titulado Etnoastronomía y
Arqueoastronomía de los Trópicos, con la intención de ampliar y perfeccionar
su paradigma. A pesar de los numerosos trabajos que se presentaron al Congreso,
no se pudo llegar a resolver el problema planteado por las numerosas excepciones
al paradigma de Aveni, que sigue fungiendo como autoridad. En 1.993
aparece “El Cosmos Maya” y sus
autores David Freídle, Linada Schele y Joi Parker cuestionan con sus
descubrimientos el planteamiento oficial. Para estos autores, los mayas no se
limitaron a una astronomía basada en el horizonte, sino que también fueron
expertos en una astronomía relacional de estrella a estrella. Sullivan, en 1.996,
publica su “Secreto de los Incas”
y es de la misma opinión, en lo que se refiere a los pueblos andinos.
En la clave
astronómica, los mitos de creación organizan el Cosmos separando el Cielo
de la Tierra
(Celeste) con cuatro pilares que señalan los puntos de los Equinoccios y los Solsticios
en la Eclíptica. Luego,
sobre esa Tierra Celeste, surgida en medio de las aguas, se eleva
una Montaña Cósmica en cuya cumbre está el templo, la casa o la morada
del dios o de los dioses en las estrellas del Norte. Debajo de esta Tierra
Celeste se encuentra la Morada
de los Antepasados, también llamada Hades,
Infierno, Inframundo, en las estrellas del Sur. Los mitos y las representaciones simbólicas delimitan
con escrupulosa exactitud y claridad la realidad de tres Mundos o tres espacios cósmicos en dicha estructura. El eje
polar que une los puntos extremos de la estructura, al Norte y al Sur, y que
pasa por el centro de la
Eclíptica, desde la Estrella
Polar que marca el Polo Norte Celeste hasta la que marca el
Polo Sur Celeste, suele ser representado por un Árbol y, generalmente,
por dos, uno de ellos invertido. Las cuatro columnas que delimitan el espacio
central de la estructura, un cuadrado inscrito en un círculo, y que forman un
cruce de coordenadas en la Eclíptica,
además de un corte horizontal separando dos Hemisferios Celestes, se reducen en
los símbolos a dos e incluso a una columna o torre.
Esquema del mundo según los
mayas. El ciclo diario reproduce el ciclo anual.
En el Mahahbarata se habla del Árbol de Brahman. El Rig Veda
se pregunta: “¿qué es la madera que era el Árbol, de los que ellos [los
dioses] hicieron el Cielo y la
Tierra?”. Uno de los textos brahmanicos, el “Taittiya
Brahmana”, da una respuesta a esa pregunta: “la madera era el Brahman, el
Brahman era el Árbol, de ellos hicieron el Cielo y la Tierra: es mi palabra
deliberada, hombres de conocimiento, que allí se alza el Brahman, el Soporte
del Mundo”.
Podríamos pensar que
esta madera, en relación con el Árbol
de Brama, se refiere a la materia física tal y como nosotros la entendemos;
pero, dado que para el pensamiento védico, el mundo es una teofanía y Brahman es lo que llena el espacio y lo
que está en él como forma y fenómeno, el texto se refiere a una realidad
esencial (podríamos decir: energía en diferentes grados de
condensación, un espacio-tiempo), simbolizada en un Árbol
que se expresa “en una semejanza y no en una semejanza, mortal e inmortal,
local e inmanente, solar e intrasolar”,
prefigurando así la imagen de los dos árboles del Paraíso: uno que transmite la Muerte
y el otro que da la Vida Eterna. Ananda K
Camaraswamy dice que:
"...una doble división cósmica y supracósmica, de la columna axial,
se anuncia claramente en el “Atharva
Veda (X,7.3) donde el “Skambha” (al que los Devas son inherentes) “como las ramas de un árbol a su tronco”,
el Árbol Solar en el que Brahman-Yakia “se
mueve sobre las aguas” (Gen.38) es cuádruple, correspondioendo tres de
sus miembros (“angas”) a la
tierra, el aire y el cielo (los tres mundos del Cosmos), mientras el cuerto “está más allá del Cielo”."
Todos lo mitos son
consecuentes con esta disposición trinitaria del Cosmos, llámese éste Cosmos: Brahma, Yahwé, Ra, Viracocha o Quetzalcóatl. Tres manifestaciones energéticas de un mismo
principio trascendente situado más allá de los tres miembros, a través
de los cuales se manifiesta, interpenetrándolos, y en el que estas tres personas
se pierden. Agni, Indra y Adina, o Padre, Hijo y Espíritu,
exponen la realidad de esas tres manifestaciones energéticas que juegan a lo
largo del Árbol Cósmico en un proceso de Creación y Destrucción, es
decir, de transformación.
Palacio del rey Volsung
Una leyenda nordica
nos habla del rey Volsung, quién
mandó construir un palacio formado por un solo recinto cuadrado. Lo hizo con
tal sabiduría, que un gran roble se levantaba en su centro, de tal manera que
la copa del árbol extendía sus ramas por encima del techo del palacio, el
tronco formaba un pilar en el centro de la sala y sus raíces se extendían por
debajo del suelo. El nombre de aquel gran roble era Barnstonk, algo así como árbol llameante, indicando su
naturaleza esencial, energética y espiritual. Estoy convencido que esa antigua
costumbre de construir una casa, sobre todo para que jueguen los niños, en las
ramas de un árbol tiene su origen en esta representación mítica.
La Esencia Energética Una -Brahman, Yahwé, Ra, Anu, Viracocha,
Quetzalcóatl, o el nombre que le den
los diversos mitos- está, pues, dentro de la estructura mítica del Cosmos en
tres de sus partes. La cuarta, a la que el Bahagavad Gita llama único
pie, es la fuente de toda energía y de toda esencia. En el mundo
mesoamericano y andino Huracán, el dios de un solo
pie, porque representa la columna-vórtice del Viento-Ehekal, una forma de Quetzalcóatl,
que se arremolina alrededor de un centro, es también como Zeus, Júpiter, Yahwé
o Viracocha, el Señor del rayo y la tormenta; es decir, la
representación de la Realidad
Una, de la que surge toda manifestación energética. El Atharva
Veda se señala que dónde, en el pilar, están estas tres partes, las
existentes y la no existente, Brahma se manifiestan. Algo que aclara el Rig
Veda al explicar la forma en la que la esencia
deviene existencia. El “existente
nace del no-existente”; ya que “los
del grupo [más alto] conocen la inmutable rama No-existente, como el
Superno; los de abajo, que adoran a esta rama tuya, son conocedores de ella
como lo existente”, y añade que “los del grupo más alto, llaman a éste
único miembro del pilar el No-Existente”.
Los del grupo más
alto así como los del grupo más bajo son los seres que habitan el
Cosmos, a la vez esencias y criaturas de la misma madera-sustancia-energía
que evolucionan cuando la energía desciende desde los niveles más altos de lo Inmanifestado
o No-Existente, y evolucionan y ascienden, cuando la energía se invierte
para regresar a su origen. De ahí que las tradiciones fundamentadas en el Avesta,
hablen de dos árboles, uno blanco y otro amarillo, uno celestial y otro
terrenal. El Hoana blanco surgió en medio del mar en el primer día de la
creación y es el Árbol del Águila Solar. Junto a él, crece otro árbol,
el Hoana amarillo, el Árbol de todas las semillas, que
descienden con la lluvia para fecundar la Tierra, pues ellas son el germen de todas las
cosas vivas.
"Observa -dice el Zohar en relación a Proverbios 3,18: “Es árbol de
vida para quien la consigue...”[se refiere a la Sabiduría]- que hay dos
árboles, uno más alto y otro más bajo, en uno de los cuales está la vida y en
el otro la muerte; y el que los confunde trae la muerte sobre sí mismo en este
mundo y no tiene porción en este mundo por venir."
![]() |
El Árbol de la Vida de los cabalistas. |
En la representación
del Árbol Sephirótico de los cabalistas judíos, con sus diez
centros de energía y sus tres niveles de manifestación y cuyo centro está en el
Sol-Tipheret,
podemos comprender como discurren las energías del Cosmos Solar y cual es la
naturaleza de esas energías. El eje polar que une Kheter-Corona, el
círculo de estrellas que rodean por encima la Eclíptica, lo más alto,
con Malkuth-Reino, lo más bajo, este mundo, es el tronco del árbol que está dentro de la sala
cuadrada de la leyenda referida hace un momento y que representa a la Tierra Celeste
circunscrita por la
Eclíptica. Esta Tierra
Celeste genera un centro que en el esquema del árbol es Tipheret-Sol,
el punto central del Cosmos Solar,
donde lo superior y lo inferior, a través de los seres de arriba y los seres
de abajo se mueven en un plano intermedio de naturaleza solar. Un centro axial donde lo superior, al
reflejarse en él, se invierte en lo inferior; de ahí que uno de los árboles
esté invertido respecto al otro. Este hecho energético es lo que muestran todas
las tradiciones.
Los cabalistas, a
través del esquema del Árbol Sephirótico, conectan el Cosmos
Solar con el Hombre. Así, Malkhut está debajo de nuestros
pies, invertido respecto a Kether, arriba; y Tipheret-Belleza,
el Sol, el Corazón, ocupa la posición central de la órbita que envuelve el
plano de la Tierra
Celeste o la Jerusalén Celestial,
marcada por cuatro pilares: las sephirats
Geburah-Severidad,
Chesed-Misericordia,
Hod-Gloria
y Netzach-Victoria.
Arriba, más allá del Cosmos Solar y humano, Kether-Corona alimenta el
sistema energético del árbol como primer punto manifestado desde la esencia
de lo No-Manifestado que es Ain-Soph-Aur, Ain-Soph
y Ain,
como un rayo, un relámpago, Huracán.
Una energía que se ramifica en la
Creación al descender hacia Malkuth-Reino
en donde se enraíza, como árbol ascendente, invertido respecto al anterior
cuyas raíces tocaban en Cielo. Así, lo que está por encima de Tipheret-Sol
es Supracósmico y constituye la
Galaxia, y lo que está por debajo, es el Cosmos controlado
por el Sol, el Sistema Solar, que se prolonga en Yesod-Fundamento
y desciende hasta Malkhut-Reino. El Vajra
de Indra es un modelo de este esquema del doble árbol; un vajra
que, en otros contextos, está simbolizado por una lanza, cuyo equivalente
humano es el órgano generador que proyecta el germen de la vida.
"Este verso -dice el Zohar refiriéndose a un versículo de
los Proverbios...- testifica que el que da al pobre induce al Árbol de la Vida a dar de si mismo al
Árbol de la Muerte,
de manera que la Vida
y la dicha prevalecen en lo alto, y de manera que ese hombre, siempre que está
en necesidad, tiene el Árbol de la
Vida para sostenerle y el Árbol de la Muerte para cobijarle."
Qué las energía que hemos convenido en llamar espirituales
(y en este concepto incluyo a todas las energías), hasta las más densas y
materiales, fluyen de lo alto hacia lo bajo y viceversa, en una
circulación creativa y permanente; algo que también señala el Zohar Mishpatin
cuando dice:
"Todas las superalmas emanan de un alto y poderoso árbol..., y
todos los espíritus de otro árbol más pequeño... Cuando estos se unen [al
ascender uno y ascender el otro], brillan con una luz celestial... Pues lo
femenino [la Creación]
es a imagen del árbol pequeño..., el más bajo, el árbol femenino tiene que
recibir la vida del otro árbol... Cuando el santo otorga al pecador gracia y
fuerza para cumplir su retorno..., el hombre mismo (que como pecador había
estado muerto), está verdadera y perfectamente vivo, pues está unido al Árbol
de la Vida."
La Gran Ceiba. El símbolo del Árbol de la Vida en el mundo maya.
Este árbol es un roble para las tradiciones míticas
escandinavas; un abedul, llamado el
dios de la puerta, como el Jano romano, para los chamanes siberianos; una palmera para las tradiciones islámicas;
en otros contextos culturales es una higuera,
una encina, un manzano, una Ceiba...
Desde Platón a Dante, desde Siberia a la India y Malasia, el Ashattha, el Árbol erguido y el Nyagradha, el Árbol invertido, han formado parte desde
siempre, no sólo de los mitos, sino también de las tradiciones espirituales más
esotéricas. Son árboles ardientes, árboles relámpago, árboles
fuego, zarzas ardientes, árboles energéticos y luminosos que alumbran,
inevitablemente, hacia arriba y hacia abajo, como señala un Brhamana:
"...los devas atraviesan entonces estos mundos por medio de las
luces universales, a la vez desde aquí hacia arriba y desde arriba hacia abajo,
así hace el Sacrificador ahora...". Para el “Atarva Veda”, del Gran Yake
que está en el Centro del Mundo "procede una incandescencia sobre la
espalda del océano, y en él están apostadas las deidades, como si fueran ramas
alrededor del tronco del árbol."
Los dos árboles invertidos. "Liber Floridus"
de Saint-Omer.
Dado que los dos
árboles son a la vez uno solo, a veces, ha surgido el confundirlos y se ha
discutido si originalmente habían existido dos árboles o uno, sobre todo, por
no entender el simbolismo en su estructura astronómica que, en su representación
polar, tiene un solo tronco común a dos planos, como en la sala del palacio que
hizo construir el rey Volsung, que
sustenta a la vez las ramas y las raíces de ambos árboles. Por otro lado, en la
representación ecuatorial de la estructura, esta tiene dos lados separados por
el eje central, siempre que la veamos proyectada a un plano. Ambos lados, han
sido simbolizados siempre por dos columnas
(las dos columnas del templo), por dos
torres, dos montes, dos animales, incluso dos árboles..., en representación de los dos puntos
sagrados que en la horizontal de la eclíptica marcan los soles de los Solsticios y que, al prolongarse en la
vertical, señalan la entrada a los mundos superiores e inferiores en la Vía Láctea.
Los
dos árboles tal como son vistos en el interior de una copa etrusca que se
conserva en el Museo del Louvre.
Se hace cada vez más evidente, que desde una remota antigüedad, los
hombres, tal vez con fines rituales, aunque no lo tengo muy claro que quieren
decir los académicos cuando usan la expresión fines ritualistas, han representado, no sólo las estructuras
celestes y sus mecanismos, sino que también las han proyectado a sus creaciones
terrenas, bien aprovechando accidentes geográficos naturales, bien
modificándolos para que se adapten al modelo celeste, o bien reproduciéndolos
artificialmente. Incluso han reproducido, desde el más remoto origen, el
movimiento precesional y la carrera del Sol, como hicieron los Incas, en todas
las peregrinaciones a lugares sagrados que a lo largo y ancho del mundo el
hombre ha establecido como Centro del Mundo. También es evidente, que
estas estructuras y modelos cósmicos y estelares, que se definen a través de
claves psicológicas, astronómicas y espirituales y que, quién sabe cuantas más,
además de hacer referencia a acontecimientos que podríamos considerar como
históricos, adquieren una dimensión lingüística y geográfica a través de las
palabras con que los designamos. Nombres que proyectamos a los elementos del
paisaje y a la realidad de nuestra vida a través de la palabra, para crear,
aquí abajo, una realidad a semejanza de la de lo Alto, a fin de que siga
siendo sagrada, es decir, que tenga
un significado que permanezca unido
al Origen.
En estos últimos
años he ido siguiendo y leyendo parte de la obra de un investigador español,
heterodoxo él y, por lo tanto, mal visto por la ortodoxia, llamado Jorge Mª
Ribero Meneses. Ha estado llevando a cabo una extraordinaria investigación:
demostrar que la cuna de la
Humanidad fue una tierra primigenia localizada en la
antigua cuenca del río Iber (imagen terrestre de su original celeste, la
Vóa Láctea), hoy Ebro, entre las
comarcas de Cantabria, Asturias, Álava y Burgos. Su investigación la ha llevado
a cabo manejando tres tipos de herramientas: la toponimia (los nombres de los lugares) y su evolución filológica en
el tiempo; los mitos, cuyos nombres
de dioses y héroes tienen relación con esos topónimos; y la búsqueda en viejos cronicones desechados por la Historia académica de todo
lo que se ha escrito sobre esta antigua tierra que es la Península Ibér-ica
y sobre los pueblos que la habitaron. Ni que decir tiene, que su obra y su
persona, como les ha ocurrido y les ocurre a tantos otros, ha sido objeto de
descalificación y agresivas críticas, algo que no le desanima en su brioso
impulso de buscar la verdad sobre el origen del ser humano. Apoyo su impulso,
porque me parece válido y porque, como yo mismo, busca un sentido, en el Origen,
a la perversidad de una vida manipulada. Ambos partimos de experiencias y
realidades distintas, pero que se entrecruzan en muchos puntos. Es por estos cruces
interdimensionales, por los haré referencia a su investigación las veces en que
los significados coincidan.
Una de sus obras
publicadas lleva por título “Existió otra Compostela” y, entre dos símbolos -una mercaba o Sello de Salomón, también llamada Estrella de David, encerrada en un círculo con un punto en el
centro y una rueda solar- se enmarca
el subtítulo sobre el fondo azul de la portada: “El Santuario cántabro de
Santiago de Cos, precedente prehistórico de Santiago de Compostela”. La portada va ilustrada con una
lámina del Beato de Liébana en la que se reproducen los tres planos del
Cosmos. Pero lo que llama profundamente mi atención, aunque por otros motivos,
es la fotografía de la contraportada, en la que aparece un blasón de piedra
empotrado en la galería alta de un caserío de Mazkuerras, una localidad junto a
Santiago de Cos. Dicho blasón, a Jorge Mª Ribero, le sirve para argumentar su
tesis sobre el origen primigenio de aquellas tierras, centro sagrado y santuario
original de peregrinación, cosa con lo que, después de leer su libro, estoy
plenamente de acuerdo; no así con que aquel sea el origen de la Humanidad, cosa de la
que podríamos hablar en otro momento. A mi me llamó la atención porque, al margen
de cual sea su origen, lo que también es importante, constituye un modelo
simbólico (y por eso es susceptible de tantas interpretaciones) de los tres planos del Cosmos, de la eclíptica, de la Tierra Celeste
y del movimiento precesional. Con el
permiso de don Jorge Mª Ribero voy a usar la reproducción que de dicho blasón
hay en la primera página de su libro para comentarla.
![]() | ||||
Blasón de un caserio de Mazkuerras, junto a santiago de Cos, que ilustra la 1ª página del libro de Jorge Mª Ribero Meneses "Existió otra Compostela". |
Jorge Mª Ribero
señala que “no voy a desvelar en estas páginas todo el significado de este
enjundioso escudo cántabro. Y no voy a hacerlo porque para ello tendría que describir
un bello tratado de mitología...”. Es una lástima que nos quedemos sin
saber lo que Ribero ve en el Blasón. En lo que a mí afecta y pretendiendo sólo
esbozar la interpretación desde una clave astronómica -estoy de acuerdo con él
de que hay en él un fuerte contenido mítico- el blasón representa los tres
planos del Cosmos, aunque creo que está incompleto y que tal vez, la parte
central, ha sido partida por la mitad, aunque en su día fue un perfecto cuadrado
que representaba a la Tierra
Celeste; el cuadrado sobre la Eclíptica y los cuatro
puntos de los Solsticios y los Equinoccios representados por cuatro estrellas
de seis puntas, como el mercaba.
Sobre ese cuadrado, se eleva, esbozada en el blasón por dos capiteles, la
columna central que sostiene el Cielo representado por un semicírculo cuyo
reborde es soga serpentiforme y en el
que se inscribe lo que parece ser un ser alado, celestial, y que lleva sobre el pecho una rueda solar. El plano inferior,
está flanqueado por dos torres que enmarcan un escudo en cuyo interior una
figura humana lleva una lanza o bastón, como el que usan los sacerdotes-astrónomos para medir la
profundidad del Cielo y ajustar el ciclo precesional. Dicha figura se yergue
sobre una roca o peña que emerge de las aguas de un río o mar. La figura, a su
vez, está entre otras dos torres que se elevan a ambas márgenes de la corriente
del río celeste. Sobre ellas y sobre la cabeza de la figura se lee Rio
Beyo. Sobre este plano inferior, con todo el simbolismo mítico que
encierra y que por respeto al secreto que sobre él guarda Jorge Mª Ribero no
haré ningún comentario, solo señalaré que es una clara referencia al mundo
de abajo que reproduce el plano cósmico y donde lo que acontece se
encuentra íntimamente relacionado con lo que acontece en otros niveles del
esquema cósmico.
En relación con todo
lo que venimos diciendo, ese escudo, así como el propio Camino de Santiago, ese
Rio
Beyo, como el propio río Iber o Ebro, es el camino de la Vía Láctea. Su
terminación en un lugar llamado Compostela o Campo de Estrellas, aunque
mejor sería decir, campo en las estrellas
o entre las estrellas, se refiere a la Tierra Celeste.
Su representación geográfica y toponímica sigue el esquema celeste. En la
simbología mítica y esotérica, la
Tierra ha sido representada siempre como un cuadrado o un
cubo y, es por ello, que los altares eran y son cuadrados en las antiguas
tradiciones. Ese campo entre las estrellas o constelaciones, es un
campo, sagrado señalado por los puntos de los solsticios y los equinoccios; y es
sagrado, como veremos a su debido tiempo, porque la Vida de ese Gran Ser
que constituye la Galaxia
fluye a través de las constelaciones que lo circundan, para que otras grandes Vidas,
como las de nuestro sistema planetario, así como las nuestras propias, puedan
evolucionar. El Sol es el centro de la estructura, el centro del Cosmos y del
coso taurino. De hecho, el Cosmos es el Cosmos Solar, y desde el punto de vista
de la energía que, aún no se por qué, hemos venido en llamar espiritual,
tal vez para diferenciarla de la que creemos que no lo es, cosa que es una
falacia pues todo es espiritual
o todo es energía, las tradiciones señalan que el Sistema Solar es el cuerpo
de manifestación de ese Ser donde, según San Pablo, nuestra Tierra y
nosotros en ella, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro propio ser; un Ser al
que los cristianos llaman Dios, los musulmanes Alá, los judíos Yahwé y los
hindúes, Brahma. Pero esto sería otra historia dentro de esta historia.
El propio nombre de
Galicia, tal como descubre Jorge Mª Ribero, es una referencia a la diosa Gallarzia
y que, por esa antigua costumbre de las antiguas culturas de representar sobre
el terreno las configuraciones estelares, “antaño se extendía desde el valle
del Ebro hasta el litoral cantábrico” (J.Mª.Ribero), hace referencia a la Diosa Galaxia o Gallarzia
o Galatea. Al estudiar la toponimia del nombre de Galicia, señala que ese
nombre “no hace referencia en absoluto a la región que hoy ostenta ese
nombre, siendo diáfana su relación con el ámbito de la antigua Kantabria y
Keltiberia: léase buena parte de la actual provincia de Santander y el norte y
el este de la provincia de Burgos [la tierra de los castillos a la margen
del Ebro, el Río Celeste]”, nombre
que también tiene relación con el que aparece en el escudo y con el del propio
autor, como demuestra en un interesante estudio filológico en el libro que
comentamos, al que remito al lector interesado. Seguramente en otro ahora simultáneo
volveremos sobre ese tema, porque hay cosas muy importantes en ese libro en
relación con mi propio proceso de recordar, sobre todo con lo que tiene
que ver con la concha marina que, como ya indicamos, señala en los mitos
la entrada al Mundo de los Antepasados situado en el plano inferior del
esquema celeste. Ribero señala que ostra – astro – estrella
– Sol, no sólo se relacionan con la concha, sino también con el
Santuario de Cos – Kaza y Koza – casa y coso y cos-mos,
como el lugar donde habita el Sol. El Cosmos es la casa del Sol
(pág.66 o. c.). Dichas palabras también tienen relación con co-bos – cosbas
o cuevas y cavas, los lugares de acceso al interior de la tierra
y también, según los mitos, de acceso al Inframundo. Tal vez por ello, los
concheros encontrados junta a las grandes cavernas o cuevas santuarios
de la Prehistoria,
tengan una significación ritual y no gastronómica como pretenden los
académicos, aunque nada impide que antes de darle un uso ritual a la concha
hubieran podido comerse el molusco que habitaba en su interior.
![]() |
Dibujo de una copa inca de la época de la conquista. Puede apreciarse el nacimiento del Sol en la "cabecera" de los dos ríos de la Vía Láctea entre las montañas-torres del Norte. |
El Sol es el centro de la estructura, el centro del Kos-mos y del Cos-o
taurino. Como en el blasón de Jorge María Ribero, la cabecera de los dos
ramales de la Vía Láctea
está en el Norte y, el Río Celeste
nace entre dos montañas o torres y discurre hasta la Tierra para producir la
vida. Este esquema, que muestra la misma estructura mítica que la parte
inferior del blasón de Mazkuerras, es un elemento más que demuestra que dos
símbolos separados geográficamente por grandes distancias han de tener
necesariamente un origen común, y no me refiero a la unidad de la estructura
psíquica del ser humano que se usa como recurso explicativo. De hecho, lo
repito, el kos-mos es el
Cosmos solar, el Sistema Solar y, desde el punto de vista de la energía espiritual,
las tradiciones señalan que el Sistema Solar es, como acabamos de señalar, el
cuerpo de manifestación de ese Ser donde, según san Pablo, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro propio ser.
"...En lo alto dispuso para el Sol una
tienda,
y él sale como un esposo
de su tálamo,
como campeón se recrea
corriendo su carrera.
Levántase a un extremo
del cielo,
y su carrera alcanza el
otro extremo,
sin que haya nada que a
su llama escape."
Himno a
Yahwé-Sol. (Salmo 19,6)
"El Árbol de la Vida -dice el Zohar (Behe
´Aotheka) con referencia al Salmo (19,6)- se sitúa de Arabia a bajo y es el Sol
que ilumina todo. Su radiación comienza en la cima y se extiende por todo el
tronco en línea recta. Está compuesto de dos lados, una al norte, otro al sur,
uno a la derecha y otro a la izquierda. Cuando brilla en tronco, primero se
ilumina el brazo derecho del árbol y de su intensidad toma la luz el brazo
interno. La “cámara” de lo que sólo es el punto de comienzo de la luz, llamada
también en el siguiente verso “levántese a un extremo del cielo” [o “punto de
comienzo del Cielo”], que ciertamente, es el punto de comienzo de todo. Desde
ese punto Él sale verdaderamente como un novio al encuentro de su novia, la
amada de su alma, a quién recibe con los brazos extendidos. El Sol procede y
hace su camino hacia el Oeste; cuando el Oeste se acerca, el lado Norte se
apresta a su encuentro y se junta con él. Entonces, el se regocija “cual
campeón se recrea corriendo su carrera” a fin de derramar su luz sobre la Luna [para consumar el
matrimonio Cielo-Tierra. “derramar su luz” es “iluminar” en la tradición
védica]. Las palabras “cuando tú iluminas las lámparas” contiene una alusión a
las lámparas celestes [los planetas], todos los cuales se encienden juntos por
radiación del Sol."
La energía
espiritual del Gran Árbol Cósmico vivifica en su descenso al pequeño
árbol invertido que es el hombre; pero que a través de él, esta energía inicia
su ascenso contemplando así la otra mitad del cielo. Y todo ese descenso y
ascenso de la Energía-Espíritu
se realiza en relación de los ciclos cósmicos, incluido entre ellos el ciclo
precesional. Platón decía que “el hombre es una planta celestial, y lo que
esto significa es que el hombre es como un árbol invertido, cuyas raíces
tienden hacia el Cielo y cuyas ramas tienden hacia la tierra”, añadiendo
que “es suspendiendo nuestra cabeza y raíz de esa región de donde vino
primero la sustancia de nuestra alma, como el Padre Divino mantiene recto todo
nuestro cuerpo” (Timeo).
![]() |
El Roble de la Vida |
En una balada
finlandesa, se canta sobre un roble que crece, como el Ahuehuéte, en las aguas,
y que tiene “hacia arriba sus raíces, hacia abajo su copa”. En México, cuando un árbol muere, no
se le arranca y se destruye, se le da la vuelta y se siembra invertido. Los
lapones sacrificaban un buey al dios de la vegetación que era representado por
un árbol plantado sobre un altar de forma que sus raíces miraran al cielo. “Cómo
un árbol, como es el Señor de los Árboles, así ciertamente es el hombre”,
dice Job; y Pedro dice a los que le van a ejecutar que lo hagan crucificándole
cabeza abajo:
"Crucificadme así -dice- con la cabeza hacia
abajo y no de otro modo. Pues el primer hombre, cuya raza llevo en li apariencia,
cayó cabeza abajo... Al caer así..., estableció esta disposición de todas las
cosas, pues colgando era una imagen de la creación; con lo cual hizo que las
cosas del lado derecho estuvieran en el izquierdo y las del izquierdo en el
derecho, y cambió así todos los marcos de su naturaleza... Concerniente a lo
cual el Señor dijo en un misterio: “a no ser que hagáis las cosas de la mano
derecha como las de la mano izquierda, y las de la izquierda como las de la
derecha..., no tendréis conocimiento del Reino”. Por consiguiente os he
declarado este pensamiento; y la figura en la que me veis colgar ahora es la
representación de aquel primer hombre que vino al nacimiento. Por lo tanto,
amados míos, y vosotros que me escucháis, debéis cesar en vuestro error y
retroceder atrás de nuevo."
Un error que ya
Platón había señalado en el Timeo y recomendado rectificar “las
revoluciones dentro de nuestra cabeza, que fueron distorsionadas en nuestro
conocimiento”. También el “Teittiriya Sathiya” hace referencia a ese
“espacio”, donde el iniciado “hace todo al revés, exactamente opuesto
a los usos de los hombres”. Después de todo, se trata de un problema de
comprensión del significado de los símbolos. “La comprensión -dice el
maestro Eckhart- tiene que traspasar la imagen del Hijo”. Aunque
creamos descifrar la clave de los mitos, incluso las claves espirituales, si
falta la comprensión todo queda en palabras.
San Juán y el Ángel. Catedral de Gerona.
En los días de un ahora pasado a este viaje, releía la segunda parte, en su edición española, del libro de
Ken Wilber “Sexo, Ecología, Espiritualidad”. Al comienzo del capítulo noveno, Wilber da dos citas: una de A.
N. Whitehead y otra de Platón. La primera dice así:
"La característica general más segura de
toda la tradición filosófica occidental es que consiste en una serie de notas a
pie de página de Platón."
A continuación, la cita de Platón:
"En todo caso, he ahí lo que yo puedo afirmar
respecto a todos los que han escrito o han de escribir, y pretender ser
competentes acerca de aquello que constituye el objeto de mis preocupaciones
[el conocimiento místico de Uno (la llave es de Wilber )] (...) según mi modo
de ver, es imposible que hayan comprendido, sea lo que sea, la materia. No hay,
en efecto, ningún modo de reducirlo a fórmulas, como se hace con las demás
ciencias, sino que cuando se han frecuentado durante largo tiempo estos
problemas y cuando se ha convivido con ellos, entonces brota repentinamente la
verdad en el alma, como de la chispa brota la luz, y enseguida crece por si misma.
(...) Si yo hubiera creído que era posible escribir y formular estos problemas
para el pueblo de una manera satisfactoria, ¿qué otra cosa más bella habría
podido realizar yo en mi vida...? (...) Por esta razón todo hombre serio se
guardará mucho de tratar por escrito cuestiones serias y de entregar, de esta
manera, sus pensamientos a la envidia y a la falta de inteligencia de la
multitud. A este respecto no hay ningún tratado mío, ni lo habrá." (Epístola VII)
A Ken Wilber le
resulta extraño que “una parte tan grande de nuestra tradición se suponga
una serie de notas a pie de página a Platón y, sin embargo, el libro crucial
del que todos somos notas a pie de página, nunca fue escrito”. Y a mi
también, porque ¿de qué estamos entonces tan orgullosos y tan envanecidos? El
capítulo al que sirven de introducción las dos citas trata de los dos caminos
que existen en relación con el Uno: el Descendente y el Ascendente,
ya destacados por Platón. Pero:
"la civilización
occidental -señala Wilber- ha sido una batalla regia entre ello, entre
los que quieren vivir sólo en “este mundo” de multiplicidad y quienes quieren vivir sólo en el “otro mundo”
de Unidad trascendental (olvidando
ambos, de forma trágica, el Corazón unificador, la Palabra no expresada, que
integra Ascenso y Descenso, y encuentra que el Espíritu simultáneamente trasciende
a los Muchos y los abraza)."
Ken Wilber hace un
sutil y profundo análisis de la situación por la que ha pasado y aún vive
nuestra cultura. Dice que Platón daba a ambos movimientos, el ascendente y en descendente, igual valor. Esto es verdad, pues Platón ha sido una
de mis lecturas favoritas durante mucho tiempo y me precio de conocerlo
bastante bien. El problema se presenta cuando los muchos olvidan
el valor de lo Uno no expresado y se
enfrentan a los unos que quieren
renunciar a los muchos, con lo que terminan, inevitablemente,
enfrentados:
"...los ascéticos, reflexivos y puritanos
“ascendentes”, por un lado, que virtualmente destruyen “este mundo”; y, por
otro lado, los “descendentes”, trogloditas todos ellos, que abrazan la sombra,
que revuelven el mundo del tiempo buscando lo intemporal y que, tratando de
hacer del mundo finito un valor infinito, acaban distorsionando “este mundo”,
al igual que lo hacen los horribles ascendentes, precisamente porque quieren, y
fuerzan, de “este mundo” algo que nunca les puede proporcionar: la salvación. (Wilber)"
Estas son las
estrategias o “notas a pie de página”
a Platón llevadas a cabo por nuestra civilización. Pero como señala Wilber,
Platón no se deja manipular porque éste “Espíritu-en-la-creación” o “Uno-en-los-Muchos”,
al decir del propio Platón, sea más completo, pleno y perfecto que el Espíritu
libre de la materia. Sus conclusiones, las de Platón, son que el Espíritu es
más perfecto encarnado en el mundo que fuera de él. Por ello, la vía platónica, como afirma Wilber, es no-dual y que, como proclaman el
hinduismo, “Brahman es el Mundo”.
Nirvana y Sansara, así como Ascenso y Descenso, son; no-dos.
"Podemos resumir la posición general de
Platón -K. Wilber- (...): huye de los Muchos, encuentra al Uno; después de
encontrarlo, abraza a los Muchos. El abrazo exuberante, amoroso, incondicionado
de los Muchos es el resultado y la consumación de la perfección del Uno..."
En el “Fedro”,
Platón, a través de Sócrates, habla del alma como un auriga alado que atraviesa
el Cosmos. Este auriga conduce un carro tirado por dos caballos que representan
el cuerpo emocional, son el símbolo
de su vitalidad y de su apetito, los cuales no constituyen ningún impedimento
para la salvación. El problema reside en que algunas almas se dejan, no a causa
de los caballos, sino a causa del desequilibrio que se genera entre el auriga y
los caballos, derrotar. “Grande es la confusión, la lucha y el sudor -dice
Sócrates- y muchas almas cojean, y muchas tienen sus alas rotas por la
debilidad de sus aurigas.” Esa debilidad que padece el alma tiene su causa
en el olvido. Si el alma no olvidara, sería liberada, “puede permanecer
ilesa, y si puede continuar así, será liberada para siempre del dolor”.
Claro que, “cuando un alma no puede seguir -continúa diciendo Sócrates-
y pierde la visión, se hunde bajo la carga del olvido...”
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Cuadro de Duncan Long "Care
crows".
|
El olvido del Origen
y de lo que este significa constituye la Caída. Él es el obstáculo y no la
existencia en la manifestación. Revertir la Caída, dice Wilber parafraseando a Platón
“no se consigue eliminando la
Creación, sino dando la vuelta a nuestro olvido (...). El camino
de vuelta es el recuerdo...” Claro que esto no es fácil porque “...no a
todas las almas -dice Sócrates- le es fácil usar su experiencia presente
[que es radiación directa del Espíritu] como medio de recordar el mundo de
la realidad. Únicamente es a través del uso correcto de ciertas ayudas al
recuerdo, que constituye una perfecta iniciación..., es como un hombre puede
llegar a ser perfecto...”
El pensamiento de Platón es claro. este mundo no es un "pecado". la Creación no soslo no es causa de la Caída, sino que es la palanca del Ascenso de la conciencia. Olvidar esto, que l Mundo y la carne son irradiaciones del espíritu es el verdadero "pecado".
El Conocimiento fluye de los Pechos de la Gran Madre Galatea o Galaxia. Ya lo sabía San Bernardo que bebió de sus pechos, pero también debía saberlo el profeta Mahoma, porque cuando le preguntaron sobre su ascensión (mirach) se le dio a escoger entre el vino y la leche del conocimiento, y eligió la leche del conocimiento.
Como ven, no vengo a este viaje con la mochila vacía, conozco muchas cosas sobre el pasado de estos lugares a cuyo estudio he dedicado mucho tiempo, y también conozco otras muchas cosas de las que no tienen siquiera sospechas el común de los mortales, lo que quiero es completar todo eso que conozco con el sentir la experiencia de visitar estos lugares; se lo que algún día fueron, y quiero sentir si aún lo son, si se puede navegar contra corriente en el río del tiempo, o el Viento (el Espíritu) del que habla León Felipe ha soplado en otra dirección, aunque también es cierto que donde algo hubo siempre algo queda.
Como ven, no vengo a este viaje con la mochila vacía, conozco muchas cosas sobre el pasado de estos lugares a cuyo estudio he dedicado mucho tiempo, y también conozco otras muchas cosas de las que no tienen siquiera sospechas el común de los mortales, lo que quiero es completar todo eso que conozco con el sentir la experiencia de visitar estos lugares; se lo que algún día fueron, y quiero sentir si aún lo son, si se puede navegar contra corriente en el río del tiempo, o el Viento (el Espíritu) del que habla León Felipe ha soplado en otra dirección, aunque también es cierto que donde algo hubo siempre algo queda.
(Continua)
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