domingo, 24 de mayo de 2015

El Camino con Corazón


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 25/10/1992> 
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El Camino con Corazón
<SUBTÍTULO>: O el camino de regreso a casa .
 <AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El Alma se forma por la combinación del Espíritu y el cuerpo material y personal.
<CUERPO DEL TEXTO>:


Existe la creencia, y es una idea generalizada, que el hombre que quiere seguir un camino espiritual tiene que ser una especie de borrego manso y bondadoso, desprovisto de toda utilidad dentro del mecanismo social y de las facultades de razonamiento y de sentido común, dispuesto a sufrir mansamente los ataques de cualquier adversario.
(...)
El que un hombre quiera ser espiritual -que no religioso en el sentido de las iglesias-, y a la vez sea capaz de encadenar pensamientos con férrea lógica, o dirigir una empresa, o trabajar en un laboratorio, es una idea que hace sonreír al común de los mortales.
Ramakrisna amonestaba a un discípulo al que había enviado a comprar una sartén y se la habían dado rota, diciéndole:
"¿Crees que debes portarte como un tonto por amor a Dios? ¿Crees que el comerciante abre su tienda con el propósito de practicar la religión? ¿Por qué no examinaste la sartén antes de comprarla."
El hombre que sigue un camino con corazón no tiene porque estar despojado de talento humano, ni tiene por qué renunciar a desarrollar este talento cuando lo posee. Es falso creer que por el hecho de extraer la sabiduría de un contacto más directo con la Fuente, se tenga que perder la capacidad para pensar con lógica, manejar un negocio u ocupar un lugar en la actividad del mundo. Lo único que cambia es que estas actividades ya no esclavizan.
El hombre se mueve a lo largo del día en el interior de una maraña de actividades e intereses que tienen un carácter puramente material. Esto es natural, y éste es nuestro reto. El mundo se nos pone incesantemente ante nosotros y tenemos el deber de afrontarlo, porque en ello está nuestro aprendizaje. Y ha de ser precisamente en medio de esa vorágine, pero desde nuestra interioridad, desde donde debemos construir nuestro mundo personal.
Si el mundo se entrega a una actividad incesante, es porque, posiblemente, no conozca nada mejor. Pero llegará un día, algún momento en alguna vida, que cada ser humano descubrirá que entre los caminos del mundo, discurre también un Camino con Corazón, en el que sí se sabe en que dirección se mueven las ruedas.


Muchos buscadores, para liberarse de esa tupida red de nuestras actividades prácticas en las que estamos prisioneros, pretenden romper la red o evadirse de ella. Entonces caen en la depresión y en la locura. El problema es que hay que liberarse, pero sin romper la red, porque sin ella no se puede producir el encuentro con lo insondable.
No es necesario, ni imprescindible que el estudiante del Espíritu que quiere seguir un camino con corazón, tenga que estar todo el tiempo con la cabeza en las nubes. Hay que subir a las nubes a llenarse de la Sabiduría del Universo, pero hay que volver a bajar y aplicar esa sabiduría a la existencia de la vida cotidiana, en forma inteligente y útil, en provecho de si mismo y de los demás seres humanos.
El hombre debe mirar al Cielo, y el que haya logrado percibir la Calma de las Cumbres, se sentirá menos atado a las actividades del mundo, porque no tendrá tantas convicciones que defender. Dejará que la vida, cotidiana o no, transcurra a través de él.
Por esa percepción, se que nací, muchas veces, y que existo. También tengo la impresión de que soy llevado. Mi existencia se sustenta sobre la base de algo que desconozco, y a pesar de la inseguridad que ello puede producir, siento una solidez en lo existente y una continuidad en mi ser. Siento el calor que da la comunidad y veo la luz que proporciona la soledad. También se que no estoy en condiciones de comprobar cualquier valor o imperfección humana, por ello procuro no emitir juicios categóricos sobre nada, y mucho menos actuar desde el prejuicio. Al comprobar que no puedo tener una seguridad absoluta sobre personas, cosas y aconteceres -aunque se muchas cosas-, aprendo a ser humilde y dejar que la vida transcurra a través de mi. A lo mejor por eso aprendo.



¿Qué puede hacer un hombre que desee seguir un Camino con Corazón que no sea del orden de los actos, de los sentimientos, de las sensaciones, pensamientos o emociones?
Hay quién dice que éste es el auténtico enigma de la Esfinge. Yo tengo mi respuesta: puede hacerse un alma. El alma se forma, a lo largo de una interminable cadena de vidas, desde el Origen, por la combinación del Espíritu y el cuerpo material y personal. Y tengo la sospecha de que no está igualmente desarrollada en todas las personas, de que su desarrollo depende de cada uno.
Es cierto que el Espíritu en el Universo se basta así mismo y que no tiene carencias. Pero necesita cuerpos para hacer almas y desarrollarlas. El por qué de esta necesidad sigue siendo un misterio para mí. Lo que si tengo, es la impresión de que cuando el alma aparece en un cuerpo, el Espíritu adquiere distancia respecto de si mismo. Intuyo también que todos llevamos lo necesario para hacernos un alma.
Pero es necesario el deseo. También una independencia total. Qué deje de importar la opinión ajena, incluso la propia. De esta manera se va formando en nosotros algo que gana nuestro respeto y que sobrevive a nuestras ausencias. Se alcanza entonces una cumbre desde la que se descubren a los seres, se les respeta, no importan lo que hagan o digan, y se les comprenden.
Pienso que el alma es justa e infinita, aunque este pensamiento nada tiene que ver con mi persona, pero por consideración a mi alma trato de llevar a mi persona hacia la sabiduría.
No puedo demostrar la existencia del alma. Sólo tengo como prueba, la mía propia, y esta enseña la lección de que no es siempre objetiva y científica. En realidad, no tengo nada que mostrar o demostrar, basta con establecer lazos y dar testimonio. Aunque si hay algo que puede demostrar la existencia del alma: la admiración y la satisfacción. Son estados específicos suyos. Tal vez nuestra misión en el Universo sea la de admirarlo. Porque aquel que haya sido capaz de maravillarse, aunque luego haya de ser aplastado, habrá sabido que es bueno y útil ser un hombre.
Referente a la satisfacción, no se trata de sentirse o estar satisfecho con uno mismo, lo cual sería una burla; sino experimentar una realidad de tal naturaleza que ya no sea necesario preguntarse qué sentido tiene la vida. Allí donde está el alma, hay satisfacción. Por ello no entiendo muy bien eso de buscarle un sentido a la vida. La vida es la vida y nada más. ¿Tiene algún objetivo la noche o el día?


El hombre que tiene un alma sabe que forma parte del Universo, del Arco-Iris y de la Vía Láctea; sabe que su propia identidad viene de las estrellas, y que esta identidad se acrecienta cuando se deja de vivir y sentir como una entidad separada.
"La audición más bella -decía K. Marx- no tiene sentido para un oído que no sea musical, no constituye un objeto para éste, porque un objeto solo puede ser la confirmación de una de mis propias facultades."
Les sugiero que mediten en estas palabras.
El hombre se conoce sólo en la medida en que conoce el mundo: conoce al mundo dentro de si y tiene conciencia de si dentro del mundo. Cada nueva realidad conocida abre en nosotros un órgano nuevo, pero
"Todos los sentidos físicos e intelectuales han sido reemplazados por la simple alienación de estos sentidos."
K. Marx
En cambio,
"Ser un hombre, es lo que tengo en común con todos los hombres. El ver, el comer, el beber, lo tengo en común con los animales. Pero ser lo que soy es exclusivamente mío, y es mío y de nadie más... excepto cuando soy uno mismo con todos los hombres."
Eckahar

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