<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 25/10/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El Camino con Corazón
<SUBTÍTULO>: O el camino de regreso a casa .
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El Alma se forma por la combinación del Espíritu y el cuerpo material y personal.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Existe la creencia, y
es una idea generalizada, que el hombre que quiere seguir un camino espiritual
tiene que ser una especie de borrego manso y bondadoso, desprovisto de toda
utilidad dentro del mecanismo social y de las facultades de razonamiento y de
sentido común, dispuesto a sufrir mansamente los ataques de cualquier adversario.
(...)
El que un hombre quiera
ser espiritual -que no religioso en el sentido de las iglesias-, y a la vez sea
capaz de encadenar pensamientos con férrea lógica, o dirigir una empresa, o
trabajar en un laboratorio, es una idea que hace sonreír al común de los mortales.
Ramakrisna amonestaba a
un discípulo al que había enviado a comprar una sartén y se la habían dado
rota, diciéndole:
"¿Crees
que debes portarte como un tonto por amor a Dios? ¿Crees que el comerciante
abre su tienda con el propósito de practicar la religión? ¿Por qué no
examinaste la sartén antes de comprarla."
El hombre que sigue un
camino con corazón no tiene porque estar despojado de talento humano, ni tiene
por qué renunciar a desarrollar este talento cuando lo posee. Es falso creer
que por el hecho de extraer la sabiduría de un contacto más directo con la Fuente,
se tenga que perder la capacidad para pensar con lógica, manejar un negocio u
ocupar un lugar en la actividad del mundo. Lo único que cambia es que estas
actividades ya no esclavizan.
El hombre se mueve a lo
largo del día en el interior de una maraña de actividades e intereses que
tienen un carácter puramente material. Esto es natural, y éste es nuestro reto.
El mundo se nos pone incesantemente ante nosotros y tenemos el deber de afrontarlo,
porque en ello está nuestro aprendizaje. Y ha de ser precisamente en medio de
esa vorágine, pero desde nuestra interioridad, desde donde debemos construir
nuestro mundo personal.
Si el mundo se entrega
a una actividad incesante, es porque, posiblemente, no conozca nada mejor. Pero
llegará un día, algún momento en alguna vida, que cada ser humano descubrirá
que entre los caminos del mundo, discurre también un Camino con Corazón, en el que sí se sabe en que dirección se mueven
las ruedas.
Muchos buscadores, para
liberarse de esa tupida red de nuestras actividades prácticas en las que
estamos prisioneros, pretenden romper la red o evadirse de ella. Entonces caen
en la depresión y en la locura. El problema es que hay que liberarse, pero sin
romper la red, porque sin ella no se puede producir el encuentro con lo
insondable.
No es necesario, ni
imprescindible que el estudiante del Espíritu que quiere seguir un camino con
corazón, tenga que estar todo el tiempo con la cabeza en las nubes. Hay que
subir a las nubes a llenarse de la
Sabiduría del Universo, pero hay que volver a bajar y aplicar
esa sabiduría a la existencia de la vida cotidiana, en forma inteligente y
útil, en provecho de si mismo y de los demás seres humanos.
El hombre debe mirar al
Cielo, y el que haya logrado percibir la Calma de las Cumbres, se sentirá menos atado
a las actividades del mundo, porque no tendrá tantas convicciones que defender.
Dejará que la vida, cotidiana o no, transcurra a través de él.
Por esa percepción, se
que nací, muchas veces, y que existo. También tengo la impresión de que soy
llevado. Mi existencia se sustenta sobre la base de algo que desconozco, y a
pesar de la inseguridad que ello puede producir, siento una solidez en lo
existente y una continuidad en mi ser. Siento el calor que da la comunidad y
veo la luz que proporciona la soledad. También se que no estoy en condiciones
de comprobar cualquier valor o imperfección humana, por ello procuro no emitir
juicios categóricos sobre nada, y mucho menos actuar desde el prejuicio. Al
comprobar que no puedo tener una seguridad absoluta sobre personas, cosas y
aconteceres -aunque se muchas cosas-, aprendo a ser humilde y dejar que la vida
transcurra a través de mi. A lo mejor por eso aprendo.
¿Qué puede hacer un
hombre que desee seguir un Camino con Corazón
que no sea del orden de los actos, de los sentimientos, de las sensaciones,
pensamientos o emociones?
Hay quién dice que éste
es el auténtico enigma de la
Esfinge. Yo tengo mi respuesta: puede hacerse un alma. El
alma se forma, a lo largo de una interminable cadena de vidas, desde el Origen,
por la combinación del Espíritu y el cuerpo material y personal. Y tengo la
sospecha de que no está igualmente desarrollada en todas las personas, de que
su desarrollo depende de cada uno.
Es cierto que el
Espíritu en el Universo se basta así mismo y que no tiene carencias. Pero
necesita cuerpos para hacer almas y desarrollarlas. El por qué de esta
necesidad sigue siendo un misterio para mí. Lo que si tengo, es la impresión de
que cuando el alma aparece en un cuerpo, el Espíritu adquiere distancia
respecto de si mismo. Intuyo también que todos llevamos lo necesario para
hacernos un alma.
Pero es necesario el
deseo. También una independencia total. Qué deje de importar la opinión ajena,
incluso la propia. De esta manera se va formando en nosotros algo que gana nuestro respeto y que
sobrevive a nuestras ausencias. Se alcanza entonces una cumbre desde la que se
descubren a los seres, se les respeta, no importan lo que hagan o digan, y se
les comprenden.
Pienso que el alma es
justa e infinita, aunque este pensamiento nada tiene que ver con mi persona,
pero por consideración a mi alma trato de llevar a mi persona hacia la
sabiduría.
No puedo demostrar la
existencia del alma. Sólo tengo como prueba, la mía propia, y esta enseña la
lección de que no es siempre objetiva y científica. En realidad, no tengo nada
que mostrar o demostrar, basta con establecer lazos y dar testimonio. Aunque si
hay algo que puede demostrar la existencia del alma: la admiración y la satisfacción.
Son estados específicos suyos. Tal vez nuestra misión en el Universo sea la de
admirarlo. Porque aquel que haya sido capaz de maravillarse, aunque luego haya
de ser aplastado, habrá sabido que es bueno y útil ser un hombre.
Referente a la
satisfacción, no se trata de sentirse o estar satisfecho con uno mismo, lo cual
sería una burla; sino experimentar una realidad de tal naturaleza que ya no sea
necesario preguntarse qué sentido tiene la vida. Allí donde está el alma, hay
satisfacción. Por ello no entiendo muy bien eso de buscarle un sentido a la
vida. La vida es la vida y nada más. ¿Tiene algún objetivo la noche o el día?
El hombre que tiene un
alma sabe que forma parte del Universo, del Arco-Iris y de la Vía Láctea; sabe que su
propia identidad viene de las estrellas, y que esta identidad se acrecienta
cuando se deja de vivir y sentir como una entidad separada.
"La
audición más bella -decía K. Marx- no tiene sentido para un oído que no sea
musical, no constituye un objeto para éste, porque un objeto solo puede ser la
confirmación de una de mis propias facultades."
Les sugiero que mediten
en estas palabras.
El hombre se conoce
sólo en la medida en que conoce el mundo: conoce al mundo dentro de si y tiene
conciencia de si dentro del mundo. Cada nueva realidad conocida abre en
nosotros un órgano nuevo, pero
"Todos
los sentidos físicos e intelectuales han sido reemplazados por la simple
alienación de estos sentidos."
K. Marx
En cambio,
"Ser
un hombre, es lo que tengo en común con todos los hombres. El ver, el comer, el
beber, lo tengo en común con los animales. Pero ser lo que soy es
exclusivamente mío, y es mío y de nadie más... excepto cuando soy uno mismo con
todos los hombres."
Eckahar
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