domingo, 29 de noviembre de 2015

La Singladura de Occidente 25

La Singladura de Occidente
Capítulo 25
La "Holarquía" de los niveles de existencia



El tiempo en que vivimos, a pesar de todo el potencial desarrollado, es caótico y turbulento. Nos encontramos atrapados en el centro de una tempestad de valores en permanente conflicto. Nuestros gurús -expertos de todo tipo: analistas políticos, económicos y sociales- carecen del conocimiento necesario para explicarnos lo que sucede; nuestro presunto “corpus” de creencias fundamentales se derrumba ante el avance de la complejidad. Queremos solucionar los problemas aplicando las viejas fórmulas conocidas que ya no funcionan porque a “nuevos tiempos, nuevas formar de pensar” (Don Beck).
(...)


Lo que las investigaciones sobre la Dinámica Espiral han descubierto es que los valores, ya sean de un ser humano, de una organización o de toda una sociedad, se organizan en tres estratos: 1) valores de superficie, 2) valores ocultos y 3) valores profundos. Los valores de superficie son aquellos que solemos manifestar públicamente, de forma abierta, en cualquier acto de nuestra existencia. Los valores ocultos son aquellos que permanecen enmascarados y que no queremos que sean conocidos por los demás, porque entrarían en contradicción con los que mantenemos como valores de superficie. Nunca son formulados explícitamente aunque completan los anteriores sin oponerse necesariamente a ellos. Por último, los valores profundos son como “estructuras” que condicionan las dos formas de valores anteriores. La Dinámica Espiral describe ocho niveles de existencia en estos valores profundos que han ido emergiendo, desde la aparición del hombre, hasta el presente.

Mientras los valores de superficie son conscientes para todo aquello que manifestamos en nuestra vida cotidiana, y en su nombre seguimos códigos sociales y de trabajo (desde la forma de vestir a los rituales que acompañan nuestras relacionescon los demás), y que se encuentra fundamentados en nuestras tradiciones, religiones y leyes; los valores ocultos solo se utilizan en aquellas circunstancias en que los valores de superficie se omiten a sabiendas de que no se trata sino de un medio para conseguir un objetivo. Son valores conscientes y se ocultan porque ponen de relieve nuestro maquiavelismo, nuestra hipocresía o nuestra manipulación para conseguir nuestros propósitos. A veces, también como mecanismo de protección.

En cambio, los valores profundos, describen estructuras, generalmente inconscientes, en los que se inscriben los valores de superficie y los valores ocultos. Son estas estructuras las que han ido emergiendo y estratificándose en esta forma espiralada, tal y como señala Graves, a lo largo del desarrollo humano.

Una antigua alumna y su marido me decían hace algún tiempo, que intentaban construir su vida lo más lejos posible de la injerencia de la palabra “jerarquía”. No son los únicos. Ciertamente, en nuestros días esta palabra tiene mala prensa. Sus connotaciones se han vuelto negativas. Juicios de valor, autoritarismo, jefes dañinos y letales, cuando no tóxicos… En 1987, Arthur Koestler, filósofo británico que participó en la Guerra Civil española y fue condenado a muerte por Franco, pena que le fue conmutada ante la presión extranjera, escribió un libro sobre una experiencia que tuvo mientras esperaba su ejecución titulado “Una flecha en el azul”. Posteriormente, en otro libro, “El espíritu de la máquina” acuñó el término “holarquía(de la raíz griega “holos” que significa “todo”) para decir que la realidad está configurada como una “holarquía”, es decir, una jerarquía de holones o elementos que son a la vez un todo en si mismos y parte de una estructura más amplia. Señalaba que en la Naturaleza, no existen jerarquías, sino holarquías.

Veamos un ejemplo: un periódico es un holon. Se encuentra constituido por partes, subdivididas a su vez en artículos, constituidos por párrafos que agrupan frases que son conjuntos de palabras. El periódico forma parte a su vez de un conjunto de periódicos que intentan informar sobre el acontecer humano. Cada nivel de esta holarquía trasciende e incluye al nivel anterior. De la misma manera, un órgano no es sino un conjunto de células que cumple una función que ninguna de las células por separado podría ejercer. Así, una frase, no es más que una sucesión de palabras que tiene un significado que no existe en ninguna de las palabras que integran la frase.

Lo mismo sucede con la Dinámica Espiral. Cada nivel de existencia trasciende e incluye los niveles precedentes. Por ello, la Dinámica Espiral no es una tipología, ya que varios niveles de existencia o conciencia coexisten en cualquier momento dado dentro de cada individuo, organización o sociedad.

Estos niveles han emergido como una secuencia, y cada nivel aporta una base imprescindible para los niveles siguientes. No se puede pasar de los átomos a los órganos saltándose las células. Por ello también, cada nivel influye en todos los demás. En toda persona adulta se encuentra estratificada la parte del niño que durante un tiempo fue, aunque ya no se manifieste como tal, porque su vida se encuentra marcada por otra fase y otros acontecimiento propios de un adulto. Pero el niño que un día fue, aún permanece en su interior como un nivel pasado de su existencia. En un pasado muy lejano fuimos homínidos (eso dicen), y ese estrato de realidad, aún se encuentra en nuestra interioridad, aunque lo normal es que ya no se manifieste, porque ahora otros niveles de existencia y otras circunstancias nos mueven.


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