La Singladura de Occidente
Capítulo 25
La "Holarquía" de los niveles de existencia
El tiempo en que
vivimos, a pesar de todo el potencial desarrollado, es caótico y turbulento.
Nos encontramos atrapados en el centro de una tempestad de valores en
permanente conflicto. Nuestros gurús -expertos de todo tipo: analistas
políticos, económicos y sociales- carecen del conocimiento necesario para
explicarnos lo que sucede; nuestro presunto “corpus” de creencias fundamentales se derrumba ante el avance de la
complejidad. Queremos solucionar los
problemas aplicando las viejas fórmulas conocidas que ya no funcionan porque a
“nuevos tiempos, nuevas formar de pensar”
(Don Beck).
(...)
Lo que las
investigaciones sobre la Dinámica Espiral han
descubierto es que los valores, ya sean de un ser humano, de una organización o
de toda una sociedad, se organizan en tres estratos: 1) valores de superficie, 2) valores
ocultos y 3) valores profundos.
Los valores de superficie son
aquellos que solemos manifestar públicamente, de forma abierta, en cualquier
acto de nuestra existencia. Los valores
ocultos son aquellos que permanecen enmascarados y que no queremos que sean
conocidos por los demás, porque entrarían en contradicción con los que
mantenemos como valores de superficie. Nunca son formulados explícitamente
aunque completan los anteriores sin oponerse necesariamente a ellos. Por
último, los valores profundos son
como “estructuras” que condicionan
las dos formas de valores anteriores. La Dinámica Espiral describe ocho niveles de existencia en estos valores profundos que han ido emergiendo,
desde la aparición del hombre, hasta el presente.
Mientras los valores de superficie son conscientes
para todo aquello que manifestamos en nuestra vida cotidiana, y en su nombre
seguimos códigos sociales y de trabajo (desde la forma de vestir a los rituales
que acompañan nuestras relacionescon los demás), y que se encuentra fundamentados en nuestras
tradiciones, religiones y leyes; los valores
ocultos solo se utilizan en aquellas circunstancias en que los valores de superficie se omiten a
sabiendas de que no se trata sino de un medio para conseguir un objetivo. Son
valores conscientes y se ocultan porque ponen de relieve nuestro maquiavelismo,
nuestra hipocresía o nuestra manipulación para conseguir nuestros propósitos. A
veces, también como mecanismo de protección.
En cambio, los valores profundos, describen
estructuras, generalmente inconscientes, en los que se inscriben los valores de
superficie y los valores ocultos. Son estas estructuras las que han ido
emergiendo y estratificándose en esta forma espiralada,
tal y como señala Graves, a lo largo del desarrollo humano.
Una antigua alumna y su
marido me decían hace algún tiempo, que intentaban construir su vida lo más
lejos posible de la injerencia de la palabra “jerarquía”. No son los únicos. Ciertamente, en nuestros días esta
palabra tiene mala prensa. Sus connotaciones se han vuelto negativas. Juicios
de valor, autoritarismo, jefes dañinos y letales, cuando no tóxicos… En 1987,
Arthur Koestler, filósofo británico que participó en la Guerra Civil española y fue
condenado a muerte por Franco, pena que le fue conmutada ante la presión extranjera,
escribió un libro sobre una experiencia que tuvo mientras esperaba su ejecución
titulado “Una flecha en el azul”.
Posteriormente, en otro libro, “El
espíritu de la máquina” acuñó el término “holarquía” (de la raíz griega “holos”
que significa “todo”) para decir que
la realidad está configurada como una “holarquía”,
es decir, una jerarquía de holones o
elementos que son a la vez un todo en si mismos y parte de una estructura más
amplia. Señalaba que en la Naturaleza,
no existen jerarquías, sino holarquías.
Veamos un ejemplo: un
periódico es un holon. Se encuentra
constituido por partes, subdivididas a su vez en artículos, constituidos por
párrafos que agrupan frases que son conjuntos de palabras. El periódico forma
parte a su vez de un conjunto de periódicos que intentan informar sobre el acontecer
humano. Cada nivel de esta holarquía trasciende e incluye al nivel anterior. De la
misma manera, un órgano no es sino un conjunto de células que cumple una
función que ninguna de las células por separado podría ejercer. Así, una frase,
no es más que una sucesión de palabras que tiene un significado que no existe
en ninguna de las palabras que integran la frase.
Lo mismo sucede con la Dinámica Espiral. Cada nivel
de existencia trasciende e incluye los niveles precedentes. Por ello, la Dinámica Espiral no es una
tipología, ya que varios niveles de existencia o conciencia coexisten en
cualquier momento dado dentro de cada individuo, organización o sociedad.
Estos niveles han
emergido como una secuencia, y cada nivel aporta una base imprescindible para
los niveles siguientes. No se puede pasar de los átomos a los órganos
saltándose las células. Por ello también, cada nivel influye en todos los
demás. En toda persona adulta se encuentra estratificada la parte del niño que durante un tiempo
fue, aunque ya no se manifieste como tal, porque su vida se encuentra marcada
por otra fase y otros acontecimiento propios de un adulto. Pero el niño que un día fue, aún permanece en su interior como un nivel pasado de su existencia. En un pasado muy lejano fuimos
homínidos (eso dicen), y ese estrato de realidad, aún se encuentra en nuestra interioridad,
aunque lo normal es que ya no se
manifieste, porque ahora otros niveles de existencia y otras circunstancias nos mueven.
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