domingo, 16 de abril de 2017

Somos seres soñados que sueñan


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 24/10/1993>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: Somos seres soñados que sueñan.
<SUBTITULO>: Comprensión del proyecto del Hombre-Dios.
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>:La serpiente de bronce de Hermes es crucificada para su resurrección. Del "Libro de las figuras jeroglíficas" de Abrahán el judío. S. XVII.
<SUMARIO>: El "fango" de nuestros "pies", las identificaciones de la personalidad, no debe manchar nuestros "ojos", nuestra comprensión interna.
<CUERPO DEL TEXTO>:


La serpiente de bronce de Hermes es crucificada para su resurrección.
Del "Libro de las figuras jeroglíficas" de Abrahán el judío. S. XVII.
En los dos artículos anteriores hablamos sobre la parábola del gusano que sueña con convertirse en mariposa, para lo cual se encierra en un capullo de seda, luminoso y hermético. A este respecto los seres espirituales de otros niveles de existencia y de conciencia han comunicado lo siguiente:
(...)


"Los mundos por los que la idea creadora va iluminando su esencia son mundos en los cuales el Padre invierte su imagen, y dispone de pequeños depósitos por los que nutre eternamente el punto de conciencia allí adquirido. Estos depósitos los conocéis por el nombre de Universos, pero no sabéis todavía la ley por la que estos universos son dirigidos a su realización dentro del orden ejecutante.
Nada ha sido creado todavía y todo lo que existe es una imagen metida dentro de una idea, metida dentro de la mente divina. Es así. No existe nada, sólo es el proyecto de una creación largamente pensada y creada, en el cual la mente del Padre va disponiendo el movimiento de aquello que está dispuesto a hacer.
Somos sombras de luz dentro de la luz, y nuestro trabajo consiste en tomar conciencia al entender el proyecto deseado que ahora es sólo pensamiento.
Cuando las conciencias de las sombras en la luz adquieran el brillo que la luz original tiene, el proyecto podrá ser realizado, recreado y entendido. Entonces allí será el encuentro del Padre con su obra en una dimensión que no nos es permitido ni soñar.
Sólo nos queda a los seres que somos pensados en todas las dimensiones de todos los mundos que son en los distintos niveles paralelos, ser conscientes de ésta verdad y entender que sólo si seguimos el camino hacia nuestra propia conciencia, es que permitiremos que la luz del Padre nos inunde y nos enseñe el camino suyo que nos lleva hacia El, para poder ser uno con El en el momento en que el HÁGASE sea una realidad material.
Nuestro trabajo es difícil y peligroso, porque el riesgo de quedar atrapado en los círculos oscuros en donde la energía es detenida, es algo en que la mayoría de los seres pierden su posibilidad de creación. Hay un sólo camino hacia la verdad, y este camino es tan variable, aún siendo único, como variables son las condiciones en que cada ser tiene el punto de su conciencia. Sólo la idea del amor, es el sendero de la ascensión hacia esa fuente de origen en donde tendremos algún día nuestra realización alcanzada.
Soñar creando y determinar las circunstancias acorta este largo camino, pues nos pone en el movimiento primero por donde la voluntad del Padre es expresada."
¡QUIERO!, ¡SUEÑO!, decía el gusano. Esto significa aceptar que todo cuanto nos sucede es lo mejor que puede sucedernos, si lo tomamos como alimento para el molino y su transformación en aceite, como un medio para la metamorfosis.
Homero nos relata en la "Odisea" que cuando Ulises desembarcó en la isla de Circe, Hermes le dio una hierba mágica para que le protegiera contra los hechizos de la hechicera. La hierba surtió su efecto, y sólo sus compañeros fueron convertidos en cerdos.
- ¿Qué es esa hierba mágica que le dio Hermes a Ulises?
No es otra cosa que la comprensión nacida del hecho de estar sellados a la vida. La comprensión es esa hierba mágica que nos protege de los encantamientos, de las ilusiones, de los espejismos, de los cuentos. Sólo desde nuestra propia comprensión y desde el interior de ese capullo sellado a la vida es que podremos transmutarnos, es que podremos nacer por segunda vez. Y para nacer, éste homúnculo -como diría Paracelso-, que está encerrado en su capullo, tiene que crecer.
Si permitimos que el fango manche nuestra comprensión interna, ésta se enturbia y ya no podrá guiarnos. Y serán nuestros pies, nuestras identificaciones con los eventos de la vida, los cuentos, nuestras creencias, nuestros retratos y papeles, los que nos llevarán a identificarnos, en forma de aceptación o de rechazo, con todo lo que sucede: con el sufrimiento, con el miedo, con el dolor, con la violencia... Y esta identificación es fango.
También es fango el sentido equivocado que tenemos de nosotros mismos. En última instancia, todo lo que deriva de la personalidad es, desde el punto de vista de la Enseñanza Esotérica, fango. Y la peor clase de fango es el que surge como fruto de aquello que creemos, de lo que tenemos razón, de lo que nos sentimos orgullosos porque son nuestras obras. Son los cuentos. Los cuentos son el fango por donde el gusano camina.
Fango es esa parte de nosotros identificada con la vida y a la que el mito de los "Trabajos de Hércules" llama los Establos de Augias. Establos que para limpiarlos de su estiércol, tendremos, como hizo Hércules en el relato mítico, que hacer que por ellos pase un río cuya agua -un nuevo sentimiento, una nueva comprensión-, sea Agua Viva, Agua de Vida.
Jesús lavó los pies a sus discípulos. Nos quiso decir que si sus enseñanzas eran comprendidas y practicadas, ellas serían el agua que limpiarían nuestros pies del fango de los caminos externos recorridos por el hombre identificado con la personalidad, por el hombre que no es un peregrino en una tierra extraña y en camino hacia un Santuario, hacia un lugar sagrado: esa gran metáfora llamada el Reino de los Cielos.
Y su enseñanza decía también que si un hombre se sella a la vida y hace de los eventos de ésta un alimento para la metamorfosis, si percibe su significado y desarrolla una nueva visión, si ve el fango de sus pies y comprende el por qué no debe levantar ese fango a los ojos -ojos que ahora contemplan un orden diferente-, ese hombre nacerá por segunda vez.
En ese hermoso libro de la literatura sufí que es "La conferencia de las Aves", se cuenta como éstas se embarcaron en un viaje en busca del Soberano de las Aves. Y he aquí que cuando llegaron ante su presencia descubrieron que todas habían perdido sus plumas. Tenemos que perder nuestras plumas. Y al hacerlo, tenemos que despojarnos de algo que nos adornaba y que no era nuestro, porque a ninguno de nosotros nos es dado aumentar su estatura ni en un sólo codo. Aunque nuestra falsa personalidad si crea que puede hacerlo. Así vamos por la vida, cubiertos con nuestras plumas y con nuestro saco de cuentos a cuestas; así también perdemos el Camino que nos lleva al Santuario.
Cuenta la historia que lo primero que hicieron las aves cuando llegaron a la presencia del Soberano, fue colocar ante El una especie de libro, en el que cada detalle de los hechos de la vida de cada una de ellas, estaba registrado; lo que había hecho y lo que había dejado de hacer.
¿Qué es ese libro?
Entenderlo significa entender que nuestra memoria no es sólo el pasado que recordamos; que eso que llamamos nuestro pasado y que guardamos en nuestra memoria cerebral y en función de la cual vivimos, no explica quiénes somos, ni explica nuestro pasado ni nuestro presente.
Tenemos que entender que nuestra memoria está en función de nuestro nivel de ser. Y como para la mayoría de los mortales este nivel es el nivel del gusano, nuestra memoria es incompleta y deforme, porque recordamos muy poco de lo que nos ha sucedido y además no es una memoria objetiva. Son sólo los recuerdos a los que nos aferramos, las imágenes que tenemos de nosotros mismos. Al olvidar esta memoria y quedar sellados a la vida, nuestro estado de ser cambia y con él nuestra memoria. Entonces vemos que no tenemos una memoria verdadera.
Comprenderemos también que si el proceso de metamorfosis continua, el libro de nuestra memoria verdadera que abarca las experiencias de todas nuestras existencias, será abierto para nosotros. La verdadera memoria es llamada en el Apocalipsis El Libro, y se abre en el momento de la muerte.
   Este libro puede ser abierto antes de ese momento, si nos encerramos en ese crisol, en ese vaso sellado herméticamente a los avatares de la vida. Si permanecemos en esa Soledad.

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