domingo, 30 de abril de 2017

El Libro de la Vida


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 31/10/1993>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: El Libro de la Vida
<SUBTITULO>: "Para mí el bordón sólo"
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>:  La chispa divina pasa por sucesivas vidas conformando el Libro de la Vida de nuestro Ser.
<SUMARIO>: La metamorfosis del gusano dice que podemos construir en nosotros un Cuerpo de Luz que abrirá nuestra conciencia a otros universos.
<CUERPO DEL TEXTO>:

 "Vi a los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante; y fueron abiertos los libros, y fue abierto otro libro, que es el libro de la vida. Fueron juzgados los muertos, según sus obras que estaban escritas en los libros."
                                (Apocalipsis XX,12.)
¿Qué son esos libros? ¿Significa todo esto que cuando el gusano muere la mariposa que somos asciende al "Cielo" de la 4ª Dimensión, ese lugar donde toda nuestra vida y todas nuestras vidas se hacen conscientes para nosotros?
He aquí algo sobre lo que cada cual debe pensar: hay un libro personal en el que se encierran los actos de una vida, pero hay un segundo libro llamado Libro de la Vida y está sellado.
(...)
¿Qué significa encerrase en un capullo y sellarse a la vida?
¿Qué quiere decir el poeta -lo vimos en el artículo anterior-, cuando repite hasta la saciedad que no quiere que le arrullen con cuentos, ni que le sellen la boca con cuentos, o que le entierren con cuentos, porque no quiere verse clavado en el tiempo, ni en agua, ni en la tierra?
¿Por qué dice que quiere soñar, que quiere ser un gusano que sueña un sueño: el sueño de verse volando en el viento?
En lo que a mi comprensión alcanza, ese estar sellado, significa que es necesaria una relación consciente con uno mismo y con la vida. Sólo desde esa conciencia se puede comprender que es lo que se transforma y que es lo que "nace" en nosotros y, también, por qué debe ser protegido.
Por otro lado, eso que nace es el Ser que somos, la chispa eterna que emanó del Padre y fue lanzada a través de un arco evolutivo para que adquiriera experiencia y sabiduría, para que se convirtiera en Uno como El. Esa chispa de luz y de esencia divina tiene su memoria. Una memoria adquirida a lo largo de toda su trayectoria evolutiva, incrementada vida tras vida. Esa memoria es el segundo libro del que habla el texto sagrado, el Libro de la vida.
 Este libro permanece aún sellado para el hombre dormido, para el hombre-gusano; esta memoria pertenece a la Esencia de lo que Es, a la Esencia del Hombre-Mariposa, cuyo cuerpo tenemos que construir en la soledad y en la oscuridad del capullo.
Cuando el proceso ha pasado de esa etapa en la cual lo que somos no depende de cosas exteriores, sino que está focalizado en el interior del capullo, en algo que es independiente del fracaso, del éxito, del calor, del frío, del amor o el desamor, comenzamos a construir un segundo cuerpo - el Cuerpo de Diamante de la Alquimia china, o la Piedra Filosofal de la Alquimia occidental- un cuerpo-mariposa que usaremos para nacer por segunda vez.
La metáfora de la metamorfosis quiere decir que podemos construir un segundo cuerpo dentro de nosotros mismos, y que debemos protegerlo de aquellas circunstancias que hacen negativo al cuerpo-personalidad.
- ¿Cómo podemos proteger a este embrión que crece en el interior del capullo?
Es esto, tal vez, algo sencillo de entender, pero difícil de hacer, porque requiere la comprensión de como funciona nuestra personalidad. Significa comprender que ésta funciona a través de retratos de nosotros mismos; de papeles que en función de esos retratos representamos en el teatro de nuestra vida y en el teatro de la farsa que es el Gran Teatro del Mundo; y de las actitudes que conforman nuestra personalidad. De todo lo cual solemos ser inconscientes.
Un Retrato es una imagen fija de uno mismo, siempre igual, siempre presente. Imagino que soy, por ejemplo, un ser amoroso y veraz. Y como ese es el retrato que tengo de mí, no puedo manifestarme con desamor, ni decir nunca una mentira. Algo que a pesar de todo hago. Y esa es la imagen fija que tengo de mí, ese es mi retrato. Esa identificación me impide ver el lado opuesto y oscuro de mi mismo, mi lado tenebroso.
Al ser ciegos a este lado, al no tener conciencia de él por permanecer fijo, como Narciso prendido a su imagen reflejada en la superficie del lago, ese lado, no sólo no existe, sino que cuando se menciona, no lo podemos aceptar. ¡Faltaría más!
Es una experiencia cumbre, algo maravilloso, el poder ver nuestro lado oscuro, esa parte de nosotros mismos que no aceptamos en los otros, y por la que quedamos divididos en dos mitades que se pelean entre si y nos vuelven desarmónicos. De estas dos mitades, una es desconocida para el hombre‑gusano. Lo es, porque la proyecta fuera de sí, en otros retratos y aconteceres.
¿Entonces, cómo trabajar, cómo alumbrar, cómo iluminar lo que no existe según la falsa percepción que tenemos de nosotros mismos?
En cada uno está la respuesta.
Desde esos retratos y en función de ellos, representamos una serie de papeles, de roles. Aquí, habría que matizar entre la representación que hace el actor en el teatro y que sabe que está representando, y lo que nos ocurre a nosotros, donde los papeles nos utilizan. Así somos ese papel, ese héroe o ese desgraciado durante toda la vida y del que no dejamos nunca de hablar.
Además de los retratos y papeles, están las actitudes. Estas se forman a través de la educación. Ya desde el colegio, o en la vida familiar durante nuestra infancia, nos enseñaron cuales eran los puntos de vista correctos e incorrectos; y que eran los primeros los que debíamos seguir. Y así, desde nuestra infancia, los otros, la matriz social, ha formado nuestras actitudes. Estas, grabadas a fuego durante nuestra infancia en nuestra naturaleza, rara vez se ponen en entredicho, porque actúan a través de la moral, de la política, de las creencias religiosas, de las profesiones.
Retratos, papeles y actitudes son las plumas de las que hemos de desprendernos, los lazos que hemos de romper, las dependencias de las que hemos de librarnos, para presentarnos ante el Soberano desnudos de toda sombra, a fin de que Este pueda quitar el sello del 2º Libro, Libro de la Vida, donde se halla guardada nuestra memoria verdadera.
Llegados a éste punto, habría que decir que el misterio de la metamorfosis del gusano en mariposa es un problema dimensional. Mientras el gusano vive en un mundo de dos dimensiones, la mariposa, a causa de su metamorfosis, accede a una dimensión superior; dimensión por la que se puede mover y en la que puede ver y sentir, pues ha desarrollado un nuevo cuerpo con nuevos órganos: ahora tiene alas, ojos facetados y antenas olfativas que le permiten escalar otro universo superior al que se mueve el gusano.
En la realidad del hombre común, existen para él tres dimensiones visibles. Pero éste hombre-gusano -¡cómo nos duele esta expresión!-, no puede ver que por encima de él existen otras dimensiones invisibles y, por lo común, inaccesibles. Con los sentidos limitados de nuestro cuerpo físico sólo percibimos tres dimensiones espaciales que se mueven en el tiempo. Y este es el mundo al que damos el nombre de realidad. Y en esta realidad fundamentamos nuestra existencia y nuestro pensamiento, nuestras ideas.
Las Tradiciones nos hablan de la necesidad de que cambiemos nuestra manera de pensar. Al cambiar la forma de nuestro pensar, nuevas conexiones son posibles, nuevos circuitos, antes cerrados, abren para mostrarnos un mundo nuevo.
Quiero cerrar esta última serie de artículos con las palabras del poeta que hago mías ahora que, pasada la mitad de mi vida, he podido escuchar tantos cuentos.
Para mí el bordón sólo...
A vosotros os dejo
la vara justiciera,
el caduceo,
el báculo
y el cetro...
Para mí el bordón solo
del romero.
Yo
quiero
el camino blanco,
y sin término.
A vosotros
os dejo
la vida
de los pueblos:
el collar para el cuello,
la cadena de hierro
y el ladrar de los perros.
               
(León Felipe)

 

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