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Ganar la Luz
Esta, por el momento, última reflexión desde la Poesía , tiene como motivo al poeta León Felipe y
a las “lágrimas” como símbolo para
alcanzar la Luz y conquistar la Libertad. Como este tema ya
está incluido en mi libro, que os envié, “Soledad
y Libertad” basado en un curso que di sobre la poesía de León Felipe, os
remito a él, si sabéis encontrarlo. Por si acaso, os envió la parte que aquí
nos interesa, unas pocas páginas del capítulo VI que con el título “La conquista de la Libertad ” aparecen en
él. Con ellas (las reflexiones) he intentado , a través de las imágenes de la
poesía, sacar a la luz en que consiste el “sentir”;
algo que es más profundo que cualquier sensación, que cualquier emoción, e,
incluso, que cualquier sentimiento. El centro del sentir se encuentra en esa
parte de nosotros que los orientales llaman “Hara”. Es de aquí, de su equilibrio, de donde sacan al “fuerza”, el “poder” de transformación.
(...)
(...)
Ganar la Luz.
Entre las obras de exilio de León Felipe, la más transfigurada es la
que da título a uno de sus libros: "Ganarás
la Luz ".
¡Ganar la Luz !
¿Hemos pensado en ello? ¿Hemos tomado conciencia de que la Luz debe ser ganada? ¿Qué hay
que pagar un precio por ella?
Señor,
¿cuánto quieres por un rayo de luz,
cuánto quieres, Señor?
Te doy mi carne antigua y triste
y mi sangre enferma.
Soy rico, ¿cuánto quieres, Señor?
El poeta sabe, y lo dice en otro verso, que "para ganar esta luz vine y estoy aquí". También reflexiona y se pregunta: "¿Por qué están hechos nuestros ojos para llorar
y para ver?"
Hay, en todo el conjunto de poemas de "Ganarás la Luz ",
una relación de correspondencia entre las dos mitades de la realidad del
hombre: lo de dentro y lo de fuera, lo subjetivo y lo objetivo, entre las lágrimas y la luz. Y ambas mitades son un mundo cerrado y sellado que hay que
descifrar. Un Universo que es visto como un misterio y un ser humano que es mostrado como un enigma. Misterio y enigma apuntan a una
plenitud: la Luz.
En el título, el sujeto de la acción, Tú, está omitido; porque al estar expresado en segunda persona se
refiere a todos. Todos somos "tú"
para el interlocutor, para el "yo".
Pero ese "tú" es a la vez
un "yo" y un enigma. Ese sujeto omitido en segunda
persona, designa dos realidades presentes: por un lado se refiere al poeta
mismo, quien se alude así mismo en segunda persona; pero a la vez se refiere a
otro, a un "el", con lo
que crea un interlocutor, que puede ser Dios, el Hombre, o su propia
interioridad.
Pero ese "tú"
ausente, que se transmuta en un "el",
es también la Sustancia misma de la Realidad.
El lugar en la que
esta se abre como conciencia en un proceso expresado por la acción de ganar, acción que llega a su consecución con
aquello que se gana y que expresa el complemento directo: La Luz.
Uno de los poemas más
impresionantes de este libro es el llamado:
En el principio Dios creo la luz... y la sombra.
Dijo Dios: Haya luz
y hubo luz.
Y vio que la luz era buena.
Pero la sombra estaba allí.
Entonces creó al hombre.
Y la dio la espada del llanto para matar a la
sombra.
La vida es una lucha entre la sombra y mi llanto.
Vendrán hombres sin lágrimas...
pero hoy la lágrima es mi espada.
Vencido he caído mil veces en la tierra,
pero siempre me he erguido apoyado en el puño de mi espada.
Y el hombre está ahí,
para que yo desgarre su camisa de fuerza con mi
llanto.
El llanto no me humilla.
Puedo justificar mi orgullo:
el mundo nunca se ha movido
ni se mueve ahora mismo sin mi llanto.
No hay en el mundo nada más grande que mis lágrimas,
ese aceite que sale de mi cuerpo
y se vierte en la tumba
al pasar por las piedras molineras
del sol y de la noche.
Dios contó con mis lágrimas desde la víspera del
Génesis.
Y ahí van corriendo, corriendo,
gritando
y aullando,
desde el principio de la vida, a la zaga del sol.
Luz...
cuando mis lágrimas te alcancen,
la función de mis ojos ya no será llorar
sino ver.
Si nos fijamos en los dos primeros versos del poema, nos encontramos
con un aspecto del principio de la
Creación : "En el
principio Dios creó la luz... y la sombra." Y ese aspecto
no aparece siempre clarificado en las cosmogonías. Porque se suele confundir
esta "sombra" con la oscuridad
del Océano Primordial, el Caos, potencialmente informe, de los Orígenes, antes
de que hubiera nada y de donde surgió la Luz.
Pero esta sombra creada de
la que habla el poeta, es otra sombra:
surge después de la Luz ,
o simultáneamente con ésta.
Si interpretamos los tres primeros Sephirot del Árbol de la Vida de los cabalistas,
veremos claramente lo que digo. Lo que existía antes de la creación era lo increado: una nadidad llamada por los cabalistas "Ain", "Ain Sof"
Y "Ain Sof Aur". Una
informe masa de energía indefinida expresada en tres fases de condensación.
Como resultado del movimiento centrífugo y centrípeto a que estaba
sometida esta masa energética, surge de ella un punto, punto que estaba en
todas las partes de la masa, un punto de condensación energética llamado "Kether". Aunque todo estaba aún en
la oscuridad. Cuando el movimiento y la condensación continuaron hasta un
máximo de tensión estalló la Luz :
"Hchomah".
Más tarde, la Luz ,
introduce modificaciones en ese plasma ígneo y luminoso, y algunos elementos
comienzan a enfriarse, a oscurecerse de nuevo, a cristalizarse, a materializarse,
dando origen a "Binah".
¡He aquí la Sombra ! "Soy negra pero hermosa", dice el Cantar de los Cantares. El poeta lo ha intuido. Entonces, y sólo
entonces, fue creado el hombre, que fue puesto en el Paraíso: "Hesed".
Lo impresionante de todo esto es que la Física ha descubierto lo
que la Cábala
ya sabía, y lo que la intuición del poeta ha expresado. He aquí un libro
interesante: "Los tres primeros
minutos del Universo". Su autor: Steven Weinherg, titular de la Cátedra Higging de
Física de la Universidad
de Harvar. En el primer capítulo encontramos la siguiente descripción:
“En el comienzo hubo una
explosión. No una explosión como las que conocemos en la Tierra , que parte de un
centro definido y se expande hasta abarcar una parte más o menos grande del
aire circundante, sino una explosión que se produjo simultáneamente en todas
partes, llenando todo el espacio desde el comienzo y en la que toda partícula
de materia se alejó rápidamente de toda otra partícula. (...)
Al cabo de
un centésimo de segundo aproximadamente (...), la temperatura del Universo fue
de unos cien mil millones de grados centígrados. Se trata de un calor mucho
mayor aún que el de las estrellas más calientes, tan grande, en verdad, que no
pueden mantenerse unidos los componentes de la materia ordinaria: moléculas,
átomos o siquiera núcleos atómicos. En cambio, la materia separada en esta
explosión consistía en diversos tipos de las llamadas partículas elementales,
que son el objeto de estudio de la moderna física nuclear de altas energías.
(...) Un
tipo de partícula que estaba presente en gran cantidad era el electrón, la
partícula con carga negativa que fluye por los cables de la corriente eléctrica
y que constituye las partes exteriores de todos los átomos y moléculas del
Universo actual. Otro tipo de partículas que abundaba en tiempo primitivos era
el positrón, una partícula de carga positiva que tiene exactamente la misma
masa que el electrón. En el Universo actual, sólo se encuentran positrones en
los laboratorios de alta energía, en algunas especies de radioactividad y en
los fenómenos electrónicos violentos, como los rayos cósmicos y las supernovas,
pero en el universo primitivo el número de positrones era casi exactamente
igual al número de los electrones. Además de los positrones y electrones, había
clases similares de diversas clases de neutrinos, fantasmales partículas que
carecen de masa y carga eléctrica. Finalmente el universo estaba lleno de luz
(el subrayado es mío). No debemos considerar a ésta separadamente de las
partículas, pues la teoría cuántica nos dice que la luz consiste en partículas
de masa cero y carga eléctrica cero llamadas fotones. (...) para describir la
luz que llenó el universo primitivo, podemos decir que el número y la energía
media de los fotones eran aproximadamente los mismos que los de electrones, positrones
o neutrinos.
Estas
partículas ‑ electrones, positrones, neutrinos y fotones ‑, eran creadas
continuamente a partir de la energía pura, y después de una corta vida eran
aniquiladas nuevamente. Su número, por lo tanto, no estaba prefijado, sino que
lo determinaba el balance entre los procesos de creación y aniquilamiento. De
éste balance podemos inferir que la densidad de esta sopa cósmica a una
temperatura de cien mil millones de grados era unos cuatro mil millones de
veces mayor que la del agua...
A medida
que la explosión continuó, la temperatura disminuyó, hasta llegar a los treinta
mil millones de grados centígrados después de un décimo de segundo y tres mil
millones de grados después de unos catorce segundos. Esta temperatura era
suficientemente baja como para que los electrones y positrones comenzaran a
aniquilarse más rápidamente de lo que podían ser creados a partir de los
fotones y neutrinos. La energía liberada en ese aniquilamiento de materia hizo
disminuir temporalmente la velocidad a la que se enfriaba el universo, pero la
temperatura continuó cayendo, para llegar a los mil millones de grados al final
de los tres primeros minutos. Esta temperatura fue entonces suficiente para que
los protones y neutrones comenzaran a formar núcleos complejos, comenzando con
el núcleo del hidrógeno pesado (o Deuterio), que consiste en un protón y un neutrón.(...)
Al final de
los tres primeros minutos, el universo contenía principalmente luz, neutrinos y
antineutrinos. Había también una pequeña cantidad de materia nuclear."
Steven Weinberg: O. C. Pág. 16‑18. Alianza Universidad.
Esta materia nuclear es la Sombra. Primero fue la Luz ,
luego la Sombra , dice el poeta. ¡Fascinante en verdad!
Al principio Dios creó la luz... y la sombra.
La luz era buena.
Pero la sombra estaba allí.
Entonces creó al hombre.
Y le dio la espada del llanto para matar a la
sombra.
Por eso:
"la vida
es una lucha entre la sombra y mi llanto."
León Felipe
Una lucha para liberar la
Luz , esa luz que
corre por el interior de esa corteza electrónica que es el átomo de materia. La
luz de Hochmah que quedó oculta e
interiorizada en Binah.
Veamos simbólicamente algunas referencias a estos versos que nos
permitan captar su mensaje. Tomemos las palabras "Luz", "lágrimas"
(Llanto) y "espada".
La palabra Luz puede tener
un aspecto simbólico y otro metafórico, aunque la frontera entre ambos es tan
sutil que es difícil demarcarlas. Lo que si podemos preguntarnos es si la luz como aspecto último y a la vez
originario de la materia que se desplaza a una velocidad limitada, y la “Luz" de la que hablan los
místicos, tienen algo en común, aparte de ser un límite ideal y un término.
Decía un seguidor de Hermes: "dejándonos atraer por la luz, entramos en un camino que parece poder
conducirnos más allá de la luz; es decir, más allá de toda forma..."
En el conocimiento místico y esotérico, luz y oscuridad se
relacionan para simbolizar valores complementarios o alternantes de una
evolución. Así, la Luz es el Conocimiento, y éste es esencialmente
idéntico al Espíritu. La Luz
como Conocimiento hace que el Caos Primordial pueda ser ordenado.
Pero la Luz ,
también la real, puede ser directa o reflejada, solar o lunar. Saint‑Martin
decía: "la luz del verdadero sol debe
percibirse sin reflexión, es decir, sin intermediarios deformantes, por intuición
directa: tal es el carácter de la iluminación iniciática."
Este conocimiento inmediato,
solar, es el que se opone, o el que es complementario, puesto que la oposición
no es una exclusión, al conocimiento
discursivo, racional, lunar. Debemos entender que la sombra no es otra cosa que una luz
disminuida, el reflejo invertido, el reflejo especular de una realidad: una
imagen.
Si entendemos esto y la explicación científica del origen del
Universo, entenderemos eso que nos dicen los seguidores de Hermes sobre las dos
Columnas del Templo que, siendo
distintas, son de la misma naturaleza. Chuang Tsé decía:
“Seguidme allende los dos principios ‑ luz y sombra ‑,
hasta la Unidad. Desde
el punto de vista del hombre ordinario, iluminación e ignorancia son dos cosas
diferentes. Pero los hombres sabios que realizaron a fondo su naturaleza, saben
que estos son de la misma naturaleza.”
¡Qué importante es esto!
“Iluminación-Luz-Intuición-Conocimiento
Solar” forman una realidad opuesta, aunque idéntica en su esencia, a “Ignorancia-Sombra-Intelecto-Conocimiento
Lunar”. ¿Acaso los protones y los electrones no son de polaridad opuesta
por su carga, pero de la misma naturaleza por su masa (esencia)? ¿Acaso no
proceden de la misma sopa cósmica,
de la misma energía, de la misma esencia?
Tal vez por ello se habla de ignorancia,
de no‑conocimiento,
en la Iluminación ; y de conocimiento, de saber, en la Ignorancia. Ahondar en la reflexión de ésta
imagen especular podría llevarnos muy lejos. Yo sólo he querido mostrarlo. Pero
lo que aquí nos interesa ahora es que la
Luz y la Sombra
son dos principios opuestos, pero de idéntica naturaleza, porque son los dos polos
de "algo".
Miren como lo dice el poeta: "En el principio Dios creó la
Luz... y la
Sombra. " ¿A qué algo
no expresado sustituyen esos puntos suspensivos y que enlazan los extremos luz y sombra? ¿No se referirán al hombre,
creado luego y al que se le dio la espada
del llanto para matar a la sombra?
La muerte es una transformación. “Matar
la sombra" es transformarla,
anular el reflejo, convertirla en luz, aniquilar la imagen especular, invertir su
reflejo. Y esta tarea, la tarea de llenar esos puntos suspensivos de un
contenido, dice el poeta que debe ser realizada con la "espada del llanto".
La espada es el símbolo del
estado del guerrero y de la virtud del valor; la bravura es también símbolo de
la función de este estado: ambos configuran el Poder, el cuál puede ser destructor o constructor. Y, de hecho, es
ambos, porque no puede haber construcción de algo sin destrucción de algo.
El poder expresado por la espada es siempre La
Justicia , pues separa el Bien del Mal e hiere a
los culpables. Por ello el Justo, el
que camina en equilibrio entre los dos principios por esta tierra extraña que
es la Tierra ,
es un guerrero que lucha, a la vez que recorre el camino, en una Guerra Santa, es decir, en una guerra interior, una batalla entre la Luz y la Sombra
de su estructura caracteriológica.
Desde el Origen, el Poder de la Divinidad , el poder capaz de extraer la Luz ,
el Fiat Lux, es el Verbo: la vibración que provoca calor y
luz, la vibración que conforme se ordena y estructura, se convierte en sonido y
luego en palabra. La palabra es el sonido estructurado y ordenado respecto a un
código hecho de conocimiento e información; por eso, la Palabra crea. No hay estructura sin Información, y no hay información sin Conocimiento. El barro con el que se
estructura la vasija es informado
por la idea y el conocimiento, es energía informada y ordenada en un cierto
orden. Tal vez por ello, el Apocalipsis
la describe cómo una espada de dos filos sale de la boca del
Verbo.
¿Tenemos que interpretar esta espada,
entonces, como el doble poder de la palabra justa y equilibrada? El propósito
del lenguaje es darle un vestido a
las ideas y al pensamiento, un vestido
de luz, a fin de ponerlo a disposición de los demás. Al hablar evocamos
pensamientos y les insuflamos vida, haciendo audible lo que se encontraba
oculto dentro de nuestra mente. El lenguaje
es una revelación, por ello, el lenguaje justo, la Recta
Palabra de la que hablaba el Buda, es la herramienta
creadora de las formas, formas capaces de encerrar un propósito. Cuando la
palabra es recta, el propósito es benéfico, y cuando la palabra no lo es, el
propósito puede no ser benéfico. Por ello, dicen las antiguas tradiciones, que
es esencial pensar antes de hablar y
recordar a la vez el precepto: “Antes de
hablar se debe adquirir conocimiento”.
En todo proceso de creación al pensamiento
le sigue la palabra (el sonido) y a
éste la Luz , pues el primer efecto del sonido es la
afluencia de luz (la idea o forma mental) que será recubierta y velada por la
forma material. Cualquier forma material, incluida la forma humana, encierra
luz en su interior. Por ello hay formas que encierran luz y formas que encierran no-luz;
pero ambas solo son polaridades de una sola Luz.
Como la Luz surge de la Palabra ,
ella es también símbolo de la Luz ; de la Luz
y de la Sombra , los dos polos de una misma naturaleza,
los dos filos de la espada. El camino que en el Árbol de la Vida
de los cabalistas va de Kether a Malkuth es un rayo relampagueante, y a veces es simbolizado por una espada
centelleante. El Sable Sagrado japonés se llama Centella; y en la
Alquimia , la Espada de los Filósofos es el fuego del
crisol. Y puesto que la Luz es Conocimiento e Información, energía estructurada, la Espada Flamígera de Visnú es la Luz del Conocimiento que destruye la
ignorancia, iluminándola, transformándola, anulando su reflejo especular.
Pero la espada-palabra
puede ser usada de dos maneras: para hendir, para atravesar la Sombra ,
y entonces adquiere todo su valor solar; o puede convertirse en un instrumento
lunar que sólo se la usa para cortar, separar, seccionar la realidad. Pero
separarla en partes, no es resolverla, y por ello el problema vuelve a surgir
multiplicado.
Esta Espada que es Luz y Sombra, que es fuego de
crisol, que es Conocimiento, que
es Luz y Palabra, es para el poeta la "espada del llanto", la espada de las lágrimas, la espada con
la que hay que transformar a la
Sombra. Y si hemos
entendido lo hasta aquí dicho, es la propia Espada la que hay que transmutar
en Espada de Luz, en Espada Flamígera. Y esa transmutación
la realiza el llanto, las lágrimas.
¿Qué son las lágrimas?
Dice el Diccionario de los
Símbolos que la lágrima es "una
gota que muere evaporándose después de dejar testimonio", y que por ello es el símbolo del dolor
y la intercesión. A menudo, la lágrima
es comparada con la perla y con la gota de ámbar. En la Mitología Griega ,
las lágrimas de las Heliades, hijas del sol, se transforman en gotas de ámbar.
Si nos fijamos en la definición de lágrimas, podremos descubrir cual es el
secreto del llanto: "Gotas que
mueren evaporándose después de dejar testimonio". La lágrima es ese
líquido acuoso que segregan los ojos: los órganos de la visión y de la luz. Y
el agua se evapora cuando se calienta por la acción del fuego. Pero esta gota
de agua que es la lágrima, además de evaporarse por el fuego, una combustión
que produce luz, deja testimonio.
¡Qué maravilloso es este trabajo de desentrañar con la luz, aunque sea
con la luz lunar, los misterios que se encierran en las metáforas! ¡Conocerlos,
tomar conciencia de ellos, y sobre todo, verlos reflejados, actuando, en la
experiencia de nuestra vida diaria!
¡Dejar testimonio!
¡¡He aquí la Conciencia !!
Porque si mi llanto es mero lamento y queja, si es un llanto estéril
y, por ello, inútil, no deja huella. Y no la deja porque me resisto a que los
avatares que me presenta el destino, aquellos que conforma mi vida, luchen su
combate, entre la Luz y la Sombra
que hay en mí, con la espada del llanto.
Si esto es así, no hay Conciencia.
Pero si se, si conozco que
ese llanto, "partido en dos mitades",
dirá otro poeta (Blás de Otero), llanto inevitable, me lleva hacia la Luz ;
si tengo conciencia de por qué lloro, y lloro por lo que lucha en mí, por lo
que muere y resucita en mí, entonces, mis lágrimas dejan testimonio: una huella indeleble en el alma, una sabiduría
transfigurada con la que se va aprendiendo a diferenciar que la luz reflejada, la Sombra ,
no es la verdadera Luz. Estas son las correspondencias:
ESPIRITU ALMA
CUERPO FISICO
******** / ****** / ** *************
LUZ ESPEJO SOMBRA
Y esta lágrima
metamorfoseada en perla, en gota de ámbar, y que por esta transfiguración
testimonia su valor, es el tesoro oculto
por el que dice la parábola que hay que venderlo todo.
La perla es un símbolo
lunar ligado al agua y a la mujer, a lo femenino de nuestra naturaleza.
Encerrada en su concha, es el principio Yin
del Universo: la feminidad creadora. Considerada místicamente, la perla es símbolo de la sublimación
alquímica de los instintos, de la espiritualización de la materia y la
transformación de los elementos, el término de la evolución en su polaridad
femenina.
El ámbar, resina fósil de
coníferas, es el símbolo del principio Yang
del Universo. Fue Tales de Mileto quien descubrió en el 600 a . d. C. las propiedades
magnéticas y eléctricas del ámbar amarillo, al que los griegos llamaban "electrón", de donde deriva electricidad, luz. Aquí la Ciencia y la Metáfora se unifican de
nuevo para indicar que el hilo psíquico
que enlaza la energía individual con la energía universal es esa corriente
eléctrica que produce luz.
En los mitos celtas hay un personaje llamado Ogmios. Es representado en la forma de un anciano que atrae hacia
sí a una multitud de hombres a los que tiene atados por las orejas por medio de
una cadena de ámbar. En Física, el
campo eléctrico es inseparable del campo magnético, y es por ello que la luz
atrae. Así, en la semejanza y la correspondencia, estos cautivos enlazados a Ogmios por la cadena de ámbar que une sus orejas, son la imagen que muestra la
relación que existe entre la corriente
espiritual que se establece entre todos aquellos que escuchan el sonido, la
Palabra de la Enseñanza Espiritual. Cautivos que podrían huir a
causa de la fragilidad de la cadena, pero que sin embargo prefieren seguir a su
guía y maestro.
En otros contextos, a los héroes y santos se les suele atribuir un rostro de ámbar. Lo que viene a
significar que un reflejo del Cielo
se manifiesta en su persona. Hasta el mismo Apolo derramó lágrimas de
ámbar cuando, desterrado del Olimpo, expulsado del Paraíso, marchó al país
de los Hiperbóreos; lágrimas que expresaban el lazo sutil que aún le unía con
el pasado, así como la nostalgia de ese pasado perdido. Son muchas las
referencias mitológicas que hacen del ámbar
un símbolo de las esencias celestiales.
Sólo he querido mostrar, con unos pocos ejemplos de distintas tradiciones, que
la lágrima que deja testimonio está
llena de un rico simbolismo, cuyo significado último hace alusión a la transmutación
de la Sombra en Luz.
Por ello dice el poeta:
No hay en el mundo nada más grande
que mis lágrimas,
ese aceite que sale de mi cuerpo
al pasar por las piedras molineras
del sol y de la noche.
León Felipe
Si nos fijamos bien, entenderemos que las dos mitades de nuestra realidad, esas que son distintas y opuestas,
pero de la misma naturaleza, la Luz y la Sombra ,
son las piedras molineras de las que
se extraen las lágrimas, ese aceite, fruto último del olivo, símbolo
de prosperidad y de alegría, también de fraternidad, y con el que se unge a los
elegidos y a los iluminados. Ese aceite
es también el combustible que alimenta las lámparas que somos, el combustible de la Luz.
Y como hemos señalado, ese combustible,
ese aceite, esa lágrima que deja testimonio, esa agua salada con la que el hombre
tiene que librar el combate, es segregada por un acto: la molienda. Así, cuando los eventos de nuestra vida y nuestra
reacción a ellos, pasan por las piedras
molineras, una Sol y la otra Noche, nuestra Luz y nuestra Sombra, y
son trituradas con nuestra cooperación, se obtiene ese provecho espiritual, ese
aceite que es el combustible de la Luz.
Y la lágrima se
transforma así en perla, en gota de ámbar, por la que quedamos enlazados a nuestra
ascendencia celestial. Y como nos recuerdan los molinos de oraciones tibetanos,
aparentemente tan inútiles como encantadores, cuando esos actos pasan por
nuestras piedras molineras sin que segreguen Conciencia, sin que
dejen huella, se convierten en meros actos mecánicos que no aportan ningún
provecho.
Ya hemos
hablado de la profunda relación simbólica que existe entre el hombre y la piedra. Las piedras
molineras, las piedras de moler, agujereadas por su centro, una plana y
otra cónica, signos Solares y Lunares, Luz y Sombra, hacen
referencia al ciclo de la liberación del alma por el proceso de muerte‑renacimiento. Por largo tiempo
las ruedas de nuestros molinos internos trabajaron y trabajarán aún. Pero un
día, después de que hayan funcionado hasta gastarse, después de que el último
evento de nuestra existencia terrenal haya sido triturado y ya no quede nada
que transmutar, aparecerá la Luz. Y , como dice el
poeta, "las lágrimas alcanzarán el Sol”.
Entonces, los ojos, esos órganos de la percepción sensible, esos canales de la
luz, esas ventanas del alma, el derecho
se refiere al Sol y el izquierdo a la Luna ,
dejarán por fin de llorar. Lo harán porque habremos recobrado el Paraíso, porque habremos unificado su
visión en un tercer ojo espiritual,
el ojo frontal de Shiva, el Ojo del
Corazón. Y ese día el hombre verá:
verá la Luz , porque él será la Luz.
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