Los opuestos
(Ley del Péndulo)
La Ley del
Péndulo, según la
Enseñanza esotérica, indica que:
- TODAS LAS COSAS OSCILAN ENTRE LOS DOS POLOS, COMO UN PÉNDULO.
- Pero, en la oscilación, al llegar a un punto en una dirección cualquiera, SE PRODUCE UNA DETENCIÓN.
- Entonces, en ese momento de detención, comienza a actuar la fuerza contraria.
- De esta manera cualquier par de opuestos (izquierda-derecha, positivo-negativo, bien-mal, frío-caliente, etc.) TIENEN, ALTERNATIVAMENTE, EL PODER.
Cuando el Péndulo está del todo a la derecha, la derecha llega a su máximo poder y éste comienza a
disminuir porque el polo contrario, izquierda, comienza a tener el poder. Y
viceversa. Las Conversiones, ya sean ideológicas, políticas, religiosas…, obedecen a la Ley del Péndulo.
(...)
(...)
No es sencillo comprender la dos fuerzas opuestas y su manera de obrar,
que es siempre doble y, debido a ello, exige de nosotros un pensamiento doble. Pensamos en función
de un polo comparándolo con el otro que es opuesto; pensamos en una cosa y la comparamos
con la opuesta; pero no pensamos simultáneamente en función de los dos polos:
pensamos en función de una fuerza, y encontramos que es difícil pensar
en función de dos fuerzas que actúan
simultáneamente a la vez y, desde luego, nos es imposible pensar en función de tres fuerzas actuando simultáneamente (esto lo veremos en un próximo
artículo).
De momento sigamos con nuestra dos
fuerzas que oscilan en la Ley del Péndulo.
La naturaleza de esas dos fuerzas opuestas es la que gobierna y limita
todas las cosas, llevándonos a demasiado
exceso cuando el péndulo oscila muy alto hacia una de sus polos o demasiada carencia, cundo el péndulo
oscila muy bajo. Todos los fenómenos, todas las cosas visibles, toda la vida
terrenal, tiene lugar entre dos fuerzas opuestas, que, ahora oscilan hacia un lado y luego hacia el otro.
En cuanto nos demos cuenta de ello, comprenderemos que el tiempo
(el tiempo de la oscilación) es diferente, en diferentes periodos. A pequeña escala notamos que si hoy poseemos un momento feliz, tal vez tengamos un
mal momento mañana. Esta es la realidad de la Ley del Péndulo.
El Eclesiastés dice:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentar y tiempo de danzar; tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de despachar; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz.”
Bastaría imaginar lo que sucedería si solo fuera posible: siempre
plantar, siempre nacer, siempre edificar, siempre llorar, etc. El Eclesiastés
sigue diciendo que “Todo llega a su fin y se convierte en su opuesto en el tiempo.”
De modo que, cada realidad será, inevitablemente, reemplazada por su opuesto.
¿Qué quiere decir que se llega al fin de una cosa?
¿Hemos pensado en ello?
¿Hemos pensado que el fin de la pena es la alegría y viceversa; que el fin del llanto es la risa y
viceversa?
Cuando tomo conciencia de que en la Vida, todo, absolutamente todo, descansa y
oscila entre opuestos, comienzo a darme cuenta de que es lo que controla los
eventos y como la propia vida es controlada por esta Ley. Todo es el resultado
de dos fuerzas opuestas que tienden a contrarrestarse la una a la otra,
produciendo de este modo un equilibrio
en todas las cosas.
![]() |
En Madrid, Museo de Antropología, luce en debajo de su frontón y escrito en latín el "Cónoceté a ti mismo". Debajo, escrito en griego, Gnothi seautón. |
En el Santuario de Apolo en Delfos había una inscripción dirigida a los que allí accedían: “Conócete a ti mismo". Una tradición señala que había una segunda frase: "Nada en exceso”.
Así que, primero, un hombre debe
conocerse a sí mismo y, luego, debe
dejarse oscilar hacia sus propios extremos, pero sin excederse. La finalidad de
esto es llegar a conocerse a uno mismo y conocer cuales son nuestros propios
extremos polares.
Conocer lo que uno es en sí mismo requiere de largos años de
aprendizaje y de experiencia. El Conocimiento
de si, implica el conocimiento de
los opuestos en uno mismo; y
conocer implica llegar a ser
consciente de ellos.
He aquí un sueño: Una vez un hombre soñó que había descubierto el
secreto del Universo. En la agitación del sueño, se despertó y escribió su
sueño para recordarlo. A la mañana siguiente encontró lo que durante la noche
había escrito: Camina sobre ambas
piernas.
Cuando consideramos la verdad
(no importa cual sea) como algo absoluto e invariable, cuando creemos conocer
lo que es justo y lo que es injusto, cuando creemos saber lo que es el Bien y
el Mal, o lo que está bien o está mal, estamos
caminando con una sola pierna. Y debido a ello, no tenemos ni idea de lo
que significa mantener el equilibrio
en nosotros mismos. Para mantener el equilibrio necesitamos de ambas piernas. El problema es que no
vemos los opuestos en nosotros
mismos, no somos conscientes de ellos, salvo en el sentido de que todo “eso” es malo, o todo “eso” es bueno. El Diablo, dicen las Escuelas
del Despertar, también es necesario.
En la vida tal como la conocemos (imaginamos que ya sabemos lo que es la Vida) somos llevados,
constantemente, de un lado para otro por los propios sucesos de la vida, somos
bamboleados por el propio acontecer, cuyo aspecto está siempre cambiando. Y
como somos llevados de un lado para otro, nos distraemos en este ir y venir y no
podemos asimilar los opuestos en nosotros. Al enfocarnos en el acontecer de la
vida, ignorando todo lo que no corresponde a nuestro punto de vista, tomamos el
acontecer como bueno o malo. Al identificarnos siempre con el
polo bueno, pensamos que lo opuesto
es el Diablo. Así es como caminamos
sobre una sola pierna.
¿Qué significan las palabras del Eclesiastés de que hay un tiempo para
cada cosa?
Significa que si la gente busca un rígido código de la
verdad, si considera a la verdad como una rígida serie de reglas o principios
fijos, nunca encontrará la verdad,
porque ninguna cosa es la misma en el tiempo.
El tiempo es cambio y todo cambia en el periodo
de oscilación del péndulo entre los
opuestos. Hoy las cosas suceden de un modo y mañana de otro, es decir, de
un modo opuesto. Todo en el tiempo
se encuentra regido por la Ley de los Opuestos y la Ley del Péndulo haciendo que las cosas
oscilen entre ellos: las cosas andan bien un momento y no andan bien el próximo,
según sea la longitud de la cuerda que sostiene el péndulo. Por ello, hay
tiempo para todo bajo el Sol quien, metafórica y realmente, nos proporciona la
vida y, por ello, la vida, en su fluir, es perfecta considerada en si misma.
Pero las gentes siempre esperan que las cosas sigan siendo las mismas, las
mismas del polo considerado bueno.
Por ello, cuando las cosas no se corresponden a lo que se desea, somos incapaces de adaptarnos y abrirnos para recibir las impresiones de esta faceta de la vida
que no corresponde a nuestros puntos de vista. “¡Yo no quiero saber nada de eso!” “¡Yo no creo en eso!” Decimos. En realidad no es cuestión de creer o no creer, es cuestión de conocer.
Cuando niño tuve un profesor de ciencias que nos decía que la creencia no era
el conocimiento. Esta fue una de esas ideas que me llevó a pensar de una nueva
manera, aunque no tenía nada de esotérica.
Mi experiencia sabe que nada es más difícil de comprender y aprehender
que el tiempo (algo por lo demás tan
subjetivo) no siempre es el mismo, aunque sigamos siempre deseando lo mismo y sigamos esperando lo
mismo.
Nuestra incapacidad para asimilar los opuestos, para ver,
simultáneamente, las cosas desde un punto de vista contrario, para tomar
conciencia de los dos lados del Péndulo, hace que seamos propensos a la monotonía.
La monotonía se asienta profundamente en nuestra actitud habitual y
acostumbrada hacia la vida, cuando no incluimos es ésta la idea de lo opuesto.
De ello resulta nuestra falta de flexibilidad: ahora, nos inclinamos a la derecha, luego (otro ahora) nos negamos a inclinarnos hacia la
izquierda cuando el acontecer nos lo exige. No hemos aprendido, como el bambú,
a oscilar con el viento. Los árboles que tiene un tronco demasiado rígido, son
los que el Viento quiebra, arranca y
derriba.
Las cosas viviente está en
equilibrio: un estado de equilibrio entre la Vida y
la Muerte. Los dos polos de algo, las dos puntas del
palo. Recuerden que, tomando el palo
como símbolo de otra cosa, la
realidad es el palo y no sus extremos, que solo son las dos puntas del palo. Pero
nos empeñamos en que todo quede fijo, fijo en un extremo del palo. Es como si
quisiéramos congelar las cosas en un modelo, identificando ese modelo con
nuestras actitudes y nuestros deseos. Así, la superficie de la vida y la superficie
de nosotros mismos dejan de tener un intercambio normal, fluido. Todo
organismo viviente nace a la vida con una cierta tensión, como un resorte a punto de saltar, para luego fluir en la
vida entre los opuestos. Pero el hombre, sobre todo el hombre de la cultura
llamada Occidental y, en nuestro tiempo, también una buena parte de otras culturas
influenciadas por la nuestra, al dejar de mirar a la Naturaleza y de mirarse
así mismo en ella, ha perdido este conocimiento que los seres de la naturaleza
saben de forma instintiva.
Un maestro Zen, Yakusan o Yao-shan (715–834 d.d.C.) llevaba un tiempo sin dar un
discurso cuando un día, el monje abad del monasterio se le acercó y le dijo: “La congregación de monjes desea que le deis
un sermón”. “Haz sonar la campana”,
dijo Yakusan. Y el abad toco la campana, pero cuando se hubieron reunido todos
los monjes, Yakusan se retiró a su celda. El abad se extrañó y, pensando que lo
había olvidado, fue hasta su celda y le dijo: “El maestro ha de dar un discurso, y los monjes ya están listos, ¿por
qué no les habéis dicho nada? Yakusan le dijo: “existen monjes sutras para los sutras y monjes shatras para los shatras, ¿por qué cuestionas mi forma de
actuar?”
La sutileza de esta historia nos lleva al primer sermón de Buda cuando
alcanzó la iluminación y enseñó una flor por todo discurso. Yakusan tan vez
pensó que los monjes sutras y shatras (Sutra
es una palabra sánscrita que significa cuerda
o hilo, y hace referencia a las
palabras de Buda. Shatra, también
una palabra sánscrita, significa tratado
o enseñanza, y se utiliza para
designar los comentarios que “a
posteriori” se hacen sobre lo que se considera las palabras originales de
Buda y contenidas en los Sutras.) poseían ya la suficiente madurez para
entender que los monjes sutras y shatras podían explicar el Dharma, pero que la
suprema enseñanza de Buda nada tiene que ver con la palabra mundana.
En esa época en que Yakusan (es uno de los Grande Maestros que se
mencionan en las “Crónicas del acantilado
azul” ) aún instruía a sus discípulos, Rikoh, el gobernador de Ho-Shu y
seguidor de Confucio, fue a visitarlo. Cuando el monje sirviente llevó a Rikoh
ante su presencia, Yakusan estaba leyendo y no levantó la cabeza cuando el
gobernador entró en la habitación, pues parecía estar absorto en su lectura. Al
cabo de un rato Rikoh, que tenía un carácter fuerte y bastante orgullo, se
cansó de esperar y se quejó en voz alta. “es
mejor oír vuestro nombre que ver vuestro rostro”, y se dirigió hacia la
puerta. Entonces Yakusan le habló: “¿Por
qué respetas los oídos y menosprecias la vista?”. Rikoh, se volvió, juntó
las manos e hizo una reverencia. Luego le pregunto: “¿Me podrás decir que es el Tao?”. Yakusan señaló con la mano hacia
arriba y luego hacia abajo y preguntó: “¿Lo
entiendes?”. Y Rikoh respondió: “No
lo entiendo”. Yakusan respondió: “Las
nubes están en el cielo, el agua, en el pozo”. De pronto, Rikoh se dio cuenta
de todo y sintió una gran alegría. Con gran satisfacción, le hizo una
reverencia a Yakusan y le presentó este poema:
Lograda la forma, parece la silueta de una gruya.
Bajo los miles de pinos, por el camino de los postes,
vengo yo preguntando sobre el tao: no hace falta derrochar palabras.
Las nubes están en el cielo, el agua en el pozo.
Lo que la Enseñanza
dice es que el hombre es más que su entorno, pues tiene cierta energía que le permite
ser más inteligente que la Vida en cuyo interior
se encuentra. El ser humano posee una superficie
(externa e interna) que le permite rozarse con la superficie de la Vida
y por ello, entre estas dos superficies, el hombre vive entre y por los Opuestos.
En el caso del hombre, también hay que comprender que, además de tener
una superficie física que interactúa
a través de nuestros sentidos físicos, tenemos una superficie psicológica que interactúa por otros sentidos internos
que no conocemos, ni cuales son, ni su funcionamiento.
¿Se han preguntado alguna vez cual es su superficie psicológica? ¿O no son más que ese contorno emocional que se deja llevar por las opiniones de todos,
por lo que oye, lee, etc.?
La
Enseñanza dice que si es así, estamos muertos. A menos que uno sienta que se está viviendo en la Vida, se está muerto, pues no
existe “tensión” entre las dos
superficies, entre la superficie de la vida y nuestra propia superficie (interna
y externa). Estar vivos es sentir la tensión
que se genera entre ambas.
Esta idea tiene que ver con La Ley de Entropía de la Física. Cuando no
existe tensión, es decir, una diferencia de potencial, la energía se nivela y
se produce la muerte. Por ejemplo, solo podemos hablar, hablar desde la propia conciencia, sea la que fuere y tenga
el nivel que fuere, cuando tenemos una “temperatura”,
una diferencia de potencial, más alta que la de la Vida.
Nuestra superficie, ya sea
intelectual, emocional o física, que nos separa de la Vida exterior, es algo
necesario. Todos los seres de la
Naturaleza tienen esa superficie: la célula tiene su
membrana, el átomo tiene su campo eléctrico, el cangrejo tiene su caparazón,
los animales sus distintos tipos de piel, la Tierra sus Cinturones de Van Allen…. cada una con
sus característica propias. Y es a través de esa superficie como interactúan
los unos con los otros y con la propia Vida, algo que en realidad ni los
biólogos saben muy bien lo que es. Saber lo que es la vida no es conocer sus
partes y los procesos a través de los que ésta se manifiesta.
La Enseñanza dice que la Vida es Una. No hay muchas
vidas. Y que todas las vidas son Una con la Vida Una. Todas las
cosas tienen una forma particular donde vive aquello por lo que esa forma particular se distingue de cualquier
otra forma, dentro de la cual esta la misma Vida que configura mi forma particular.
El Hombre no es una mera forma física, es también una forma psicológica, porque el hombre es
el único ser de toda la creación que tiene un destino psicológico y un destino
físico, sus opuestos. Debemos
darnos cuenta de que vivimos en este planeta entre opuestos. Porque
así está configurada lo que llamamos Naturaleza. Debemos comprender que cuando
se está en un opuesto (siempre estamos en alguno), no tenemos conciencia del
otro, y viceversa. Nuestro problema, no importa lo que imaginemos, es que, tal
como somos, es decir, tal como es nuestra actual estado de ser y de conciencia ¡No podemos escapar a los Opuestos!. A
menos que sepamos como hacerlo. Es necesario, primero, ver ambos lados de uno mismo, y es preciso ver de que modo un lado ayuda al otro para estableces entre ellos
un equilibrio, una armonía. Esto requiere de una forma de pensar doble y
simultánea, u de una conciencia que de cabina a esta polaridad sin exclusión. Requiere
de la conciencia de sí.
¿Qué significa esto?
Significa que hemos de conocer todos nuestros lados y luego “nada
en exceso”.
¿Qué significa exceso?
¿Qué significa exceso?
Significa que oscilamos demasiado
a la derecha y luego demasiado a la
izquierda en el movimiento de nuestro péndulo interno. Nada es más penoso que la bondad excesiva, o nada es
más irritante que la intransigencia
excesiva. Todas las formas de vanidad,
de orgullo, etc., nos permiten creer que solo hacemos el bien y que por ello debemos ser
merecedores de admiración. Hasta los que se expresan a través del terror,
piensan que lo hacen por un bien (la libertad de lo que ellos creen que es su
pueblo, por ejemplo).
Ambos polos, al bascular intermitente y periódicamente el
uno sobre el otro, cambian su polaridad, por ello da igual con el polo con el
que nos identifiquemos (el Barça o el Madrid, si de lo que se trata es de
disfrutar del juego). ¿Recuerdan aquella canción de Cafrune que decía: “Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy
yo…”. Pues eso. Ambos se permutaran por toda la eternidad para que no cese
el movimiento de la vida que Brahma emana de sí por un intervalo de tiempo.
Pero nuestro equilibrio, el caminar con las dos piernas (repito, no
quiero que lo olviden, que me expreso en un lenguaje que es a la vez literal y
simbólico, como la metáfora), nada tiene que ver con la firmeza de carácter, el orgullo,
la vanidad, o la admiración, o con la necesidad
inconsciente de estas cosas.
Bienaventurados
los pobres de espíritu. Ser pobre de espíritu significa no identificarnos
con lo que externamente somos, con nuestra personalidad a la que consideramos uno
mismo. Un aforismo sufí dice: “Toda vida
verdadera es la paz y la armonía de los contrarios. La muerte se debe a la
guerra que existe entre ellos.”
En la Tradición
esotérica de Grecia, cuando un opuesto pasaba los límites de otro, se decía que
existía un estado de Injusticia. La Justicia o Rectitud se
consideraba un estado de equilibrio (La Justicia
sostiene una balanza equilibrada en su mano. Lo de la venda en los ojos no se
quien lo inventó, pues nada hay más lamentable que una Justicia ciega. La Justicia ha de poseer el
suficiente conocimiento de la realidad humana para ser justa, es decir,
equilibrada.).
El Hombre Justo, en
casi todas las tradiciones, es el Hombre
Recto, el hombre que está en equilibrio entre los opuestos y no en ninguno
de ello. Un hombre así nada tiene que ver con las emociones, los sentimiento,
que oscilan entre los opuestos, pues él es el “Fuego que no quema” o el “Agua
quemada” de las tradiciones mexicanas.
Después de todo no estamos hablando de algo que no se sepa. La Ley del Péndulo fue
descubierta por Galileo. El estableció que el periodo de oscilación (T) de un péndulo simple es dos pi veces la raíz cuadrada de la longitus de la cuerda dividido por la gravedad, donde (l) es la longitud de la cuerda, (g) es la intensidad del campo gravitacional
(unos 9´81 m.s-2).
Esta Ley está expresada en un lenguaje matemático,
es decir, simbólico, esotérico, propio de esa ciencia y por el que ella expresas
su saber.
Cada Ciencia y cada disciplina dispone de su lenguaje propio, interno
de la propia ciencia, esotérico, y
difícil de entender para el que no esté iniciado
en esa disciplina o esa ciencia. Lo que cuesta trabajo entender es por qué
cuando los diversos especialista hablan desde sus propios lenguajes
encriptados, nadie se molesta y cuando se habla de, por poner un ejemplo, de
astrología, tarot, o todo eso englobado en el término “mancias”, origina una reacción de desprecio, que a veces llega a la
violencia verbal, contra los que ejercen esas “artes mágicas”.
Como yo me he dedicado a investigar durante mucho tiempo, prácticamente
desde que comencé a estudiar en la universidad, no solo las religiones, los
mitos y las leyendas de las diversas culturas, sino también el origen de
nuestra mentalidad colectiva presente, he descubierto, y no lo he descubierto
yo solo, es algo que comparto con otros que a lo largo de la nuestra historia
también han investigado lo mismo, y puedo informarles, por no referirme sino a
tres “corpus simbólicos” -el Tarot, la Astrología y el Árbol
de la Vida de
los cabalistas-, que los tres tiene su origen en Egipto, y los tres formaban
parte de un solo “Corpus” de
Enseñanzas que se impartían en los Templo, los únicos colegios del saber que
había en aquel entonces, enseñanzas que estaban divididas en dos Casa y en dos
Libros: El Libro y la casa de la
Vida y el Libro y la casa de los Muertos.
Los hebreos, cuando estuvieron en Egipto, se robaron parte de ese
conocimiento (a lo mejor por eso les perseguía el faraón) que luego aplicaron a
su libro sagrado. Por ejemplo, la supuesta (digo supuesta porque no existen
muchas referencias a su existencia física) Vida de Jesús está calcada de la
vida de Osiris. Los especialista que miran a Grecia, porque creen que solo
ellos poseían el saber científico que sustenta nuestra civilización, no se han
dado cuenta que esos mismos sabios griegos se habían formado en los colegios de
los templos egipcios y que, por lo tanto, el saber de los griegos también proviene
de Egipto en su mayor parte.
Cuando el péndulo de la cultura egipcia comenzó a oscilar hacia el polo
contrario, y las Leyes de Maat, las
leyes del equilibrio y la armonía entre los opuestos, ya no ejercían su
influencia entre los hombre sosteniendo el equilibrio entre el Bien,
representado por Osiris, y el Mal, representado por su hermano y opuesto Set (a
nivel geográfico la contraposición Nilo y sus riberas y el desierto o Caos).
Cuando causas externas, pueblos invasores y causas internas, descomposición de
la propia estructura social egipcia, comenzó a hacer acto de presencia, los que
poseían el conocimiento (solo una pocos), comprendieron que su civilización se
acababa y para que este conocimiento no se perdiera, dividieron su “corpus” de conocimientos, que estaba
sintetizado en forma simbólica, en varias partes, y cada parte fue entregada a
un pueblo para que lo conservara desarrollándolo a su modo.
Así que lo que nosotros llamamos Astrología
les fue entregado a los babilonios (o ellos se lo llevaron cuando Cambisses
invadió Egipto, y lo conservaron y transmitieron a la posteridad y a pesar de su
degradación logrando llegar hasta nosotros en la forma que tiene ahora. Pero el
significado profundo de los símbolos llamados astrológicos, sigue ahí,
encerrado en ellos, como la energía solar sigue encerrada en la piedra de carbón,
pero que fue captada por un árbol vivo que se ha fosilizado. Como ella, que
tiene que ser sometida a la acción del fuego para que libere la energía solar
encerrada en la piedra, el símbolo ha de ser sometido al fuego de la mente para
que libere sus significados. Y, ese deterioro, obedece a otra Ley
complementaria de esta que estamos viendo.
Lo que llamamos Tarot (su
significado real es Rota, rueda) les fue entregado a otro pueblo
errante (la tradición dice que al pueblo gitano que la propia tradición dice
que procede de Egipto) y que ha conservado los símbolos a través de “echar las cartas”.
Y el pueblo Judío,
que conservó la tradición del Árbol de la Vida, que era el centro
de todo el sistema cosmológico de los egipcios (y también de los demás pueblos,
pues no he encontrado un solo pueblo que no tenga ese símbolo), todo hace
sospechar que Moisés se lo sacó de Egipto cuando huyó de allí.
Quiero aclarar que para el judío ortodoxo, la Cábala
es una especia de herejía y que los que la practican no son muy bien vistos por
la ortodoxia. Lo que habría que preguntarse es que encierra ese conocimiento que tan nerviosas pone
a las gentes que dicen ser “racionalistas”,
o solo imaginan serlo, pero que en realidad no lo son. Su naturaleza humana les
condiciona a ser lo que son.
Un poco de Ciencia:
Existen muchos tipos de péndulos desde el Péndulo simple, el compuesto,
el péndulo coloidal, el doble péndulo, el péndulo de Foucault, el de Newton, el
péndulo balístico, etc.; también los usos del péndulo son muy variados: para
medir el tiempo (relojes), para medir los compases musicales (metrónomos), para
medir la gravedad; en geografía, para medir los movimientos estaciones de la
población, en economía…, etc., etc.
Aunque me pregunto por qué a nadie se le ha ocurrido aplicar este
conocimiento considerado científico (no digo que no lo sea) al movimiento de nuestros
procesos internos y a la interdependencia que mantenemos con toda la
naturaleza. Solamente conozco un caso. El del antropólogo Edgar Morin, que sido
capaz de ver el Cosmos como indisociable. Postula que el conocimiento
individual es ambiguo, desordenado y necesita acciones que lo retroalimenten.
Por ello, nos proponen en el que creo que es uno de sus últimos trabajos, “El Método”, presentado en seis libros
por la editorial Cátedra (El Método 1 trata sobre “La naturaleza de la naturaleza”; el 2, sobre “La vida de la Vida”;
el 3, sobre “El conocimiento del
Conocimiento”; el 4, sobre “Las
ideas”; el 5, sobre “La identidad de
la humanidad”; y, el 6º sobre “La
Ética”.), un método multidisciplinar y multirreferencial, que nos permita
reconstruir nuestro pensamiento a fin de que este se desarrolle a partir de
elementos de evidencia.
Este pensamiento ha de estar basados en la Complejidad de los
procesos físicos, naturales y humanos que se encuentran profundamente
interrelacionados. Es algo que me congratula. Como profesos de historia y como
investigador de la misma conozco la obra de Morin desde hace mucho tiempo. Para
el interesado, en Internet se puede conseguir parte de ella y muchos de sus
trabajos y conferencias. Aunque su “Método” es algo que habrá que aprender y desarrollar por mentes
abiertas a lo largo de un tiempo futuro. Es decir, que requerirá un gran trabajo
y esfuerzo desarrollarlo. El solo nos enseña
el camino.
A nivel de nuestra realidad interna, el que abrió las compuertas para
acceder a nuestra realidad interna fue C. Gustav Jung. Me limito a citarlo. El
también descubrió en el estudio de la enfermedad de sus pacientes, como la
energía psíquica (libido), que para Freud era simplemente libido sexual, se
expresaba en forma polarizada. Pero, a raíz de sus trabajos con Wolfgang Ernst Pauli, uno de los padres
fundadores de la Mecánica Cuántica,
aplicó al concepto de libido las mismas característica y principios que los físicos
aplican al concepto de energía.
De todo esto hablaremos en otros ahoras.
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