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Triada Egípcia: Hórus, Osíris e Ísis. XXII dinastia (945 a 712 a.C.) |
Los
Opuestos y la tercera fuerza
Anteriormente se ha hablado sobre la necesidad de
que el hombre ha de estar en equilibrio
entre los opuestos para ser considerado un hombre
justo. Esta es una idea bastante difícil de comprender para la que
consideramos nuestra mente lógica que oscila entre los opuestos. En el símbolo,
un hombre cojo es un hombre parcial
porque está apoyado en una sola pierna, identificado en un solo opuesto. La Enseñanza señala que un
hombre así no puede ser un hombre justo o recto. Por otro lado, un hombre así
es un hombre que solo vive en una parte de si mismo, porque la Enseñanza dice que: Ser justo y recto es ser equilibrado.
(...)
(...)
No hay que entender ni emplear mal la palabra equilibrado. Cuando explicaba este tema
de la dualidad y su equilibrio al Círculo
de Filósofos Desconocidos (así se llamaba el grupo de los que ya habían
superado el tercer nivel) en una Heptada Martinista (así se llaman la Logia en la Orden Martinista), siempre
había alguien que señalaba que ese equilibrio era imposible debido al Segundo
Principio de la
Termodinámica o Principio de Entropía. ¡Hay con la dichosa
literalidad! No voy a entrar aquí, no forma parte de este tema, a ver todo lo
que conlleva las Leyes de la
Termodinámica y el Principio de Entropía que surge de su
Segunda ley y que en su definición axiomática dice:
“En un estado de equilibrio, los valores que toman los puntos característicos de un sistema termodinámico cerrado son tales que maximizan el valor de una cierta magnitud que está en función de dichos parámetros, llamada Entropía.”
La polaridad
de la que estamos hablando hay que inscribirla en La Naturaleza en la que se
desarrolla la Vida
y, en lo que al ser humano respecta, en la energía psíquica o libido a partir
del significado que le da Jung. Y la
Vida no es un sistema cerrado, sino abierto, por lo que en
sus procesos aparece una retroalimentación que permite que la vida continúe. Y
ello no significa que en los procesos de los sistemas vivos no se puedan dar
procesos entrópicos. Igual sucede con la energía psíquica, cuando la
autorregulación no puede producirse, bien de forma natural o por intervención
de un sistema externo que aporte nueva energía (una terapia, por ejemplo), el
caos y el desorden aparecen. Decimos entonces que surge una neurosis o una
esquizofrenia (formas entrópicas de los procesos de la libido).
Pero hay
algo más: fue la Teoría General de Sistemas, tomando nociones de
las Leyes de la
Termodinámica, la que nos habla de equilibrio organizacional
de un sistema al introducir un nuevo elemento llamado “retroalimentación” (feed back,
en inglés). Esto viene a significar que todo sistema necesita alimentarse para sobrevivir, aunque el
estado general de Entropía del Universo, por ahora, se considere irreversible. La T. G. S. acuñó, para explicalo, un término llamado Neguentropía
(otros lo llaman Sintropía), y que
no es otra cosa que la tendencia natural que tiene un sistema para modificarse,
según sea su estructura, y esa modificación se plasme en los niveles que poseen
los subsistemas dentro del mismo (ejemplo: el proceso planta-fruto-planta es un
proceso de retroalimentación).
Un ejemplo de nuestra vida cotidiana: Libros esparcidos por doquier:
- Las estanterías de una biblioteca ordenada mostrarían el Orden. Aparentemente en él no existe entropía.
- Los libros de esa biblioteca esparcidos por doquier fuera de ella, representaría en Caos (entropía).
¿Qué significa esto?
Que mientras más restricciones quitemos a un
sistema, más crece la entropía.
¿Pero que ocurre si, haciendo un esfuercito,
restablecemos el orden de la biblioteca poniendo de nuevo los libros en su
sitio?
Que el orden vuelve y la entropía disminuye. Y
podría mantenerse un equilibrio estable siempre que, cuando saque libros de la
estantería, los devuelva a su sitio una vez usados. Si no somos en exceso una
persona ordenada, podremos permitirnos un cierto desorden, pero si la entropía
crece tendremos que volver a colocar de nuevo los libros en la biblioteca. Esto
es Neguentropía, o Entropía negativa. El polo opuesto de la Entropía. La Neguentropía nos
permite volver a ordenar el sistema introduciendo incluso mayores niveles de
orden, al favorecer la subsistencia del sistema, por ejemplo algo que produce
la homeostasis en los organismos.
Mientras un sistema cerrado tiene sus días contados, un sistema abierto, no
solo puede perdurar, sino tambián incrementar
su nivel de organización.
Así que ser equilibrado no es ser estúpido, sino mantenerse
vivo en todos los aspectos de la existencia. La Naturaleza se perpetua
porque mantiene un equilibrio entre sus estructuras básicas. El diccionario
define el adjetivo equilibrado como prudente,
sensato, ecuánime; también significa poner
algo en equilibrio: los neumáticos, el desayuno, el presupuesto, los
motores, los chakras, etc., etc.; podemos referirlo a la mente, a la
fisiología, a la física, a la ingeniería, a la biología, a la economía, a la
tecnología, y a todo lo que hagamos. Su forma sustantiva es equilibrio.
El diccionario dice que
procede de “aequus” (igual) y “libra” (balanza): “aequilibrium”. De “aequus”
proviene palabras como equidistante, equivaler, equilátero, ecu-ánime (ánimus o alma, ánimo). Un
alumno, que decía saber latín, me dijo una vez que “aequus” significaba “caballo”.
Lo confundía con “Equus” de donde “équidos”, la familia que incluye a los
caballos, asnos y cebras. Aunque es cierto que el caballo, para mantener el
equilibrio, al caminar, ha de tener siempre dos patas opuestas apoyadas en el
suelo.
¿Qué es pues y para qué este equilibrio del que nos
habla la Enseñanza Esotérica?
Evidentemente tiene que ver con el movimiento de
nuestra energía psíquica que se manifiesta en nuestras emociones, sentimientos
y pensamientos. Por ello tiene que ver también con el péndulo.
Una sola oscilación del péndulo es solamente un ciclo visto de lado. Cuando observamos y
estudiamos la oscilación del péndulo en nosotros, podemos apreciar que podemos
sentirnos irritados ahora, agradables después, o a la inversa, o de muchas
otras maneras. Pero lo que somos incapaces de ver en la oscilación, porque estamos dormidos en el sentido de las
parábolas y somos inconscientes de ello, es cuando el péndulo pasa por el punto medio de la oscilación.
Generalmente porque se suele pasar por allí muy velozmente. La propia velocidad
nos impide percibir, en ese instante en que el péndulo pasa por el punto medio de la oscilación, que además
es cuando adquiere una mayor velocidad, que es lo que hay ahí.
Esta ceguera, causada por nuestra rápida oscilación,
es también la que nos mantiene siempre identificados con uno de los extremos de
la oscilación del péndulo, que es donde habitualmente vivimos. Por ello, los opuestos,
constituyen nuestra realidad.
Si fuéramos capaces de mantener nuestra plena
conciencia y además conserváramos una plena memoria de lo que ocurre a lo largo
de toda la oscilación, no solo recordaríamos los estados opuestos en cada
final, sino que comenzaríamos a percibir un Tercer Factor que se encuentra precisamente en ese Punto Medio.
Como de ordinario nuestra conciencia trabaja con energías
psíquicas demasiado bajas, éstas hacen que nuestros estados de ánimo (estados del alma) se encuentre siempre suspendido
en el péndulo. Por ello, dice la
Enseñanza que no
debemos confiar en nuestros estados de ánimo. Por otro lado, siempre que
decimos yo pienso, yo siento, yo creo…, sin darnos cuenta
de que ese yo no es fijo, ni permanente, olvidamos (acaso por que no tenemos
conciencia de ello) que el Yo Real
permanece equilibrado en el centro de la oscilación; mientras, nos dejamos
llevar de un opuesto al otro, yendo de la excitación
al desaliento, u oscilando entre el entusiasmo y la depresión, ya que entre los opuestos existe una diferencia de
potencial que permite su movimiento, incluso cuando oscilan el uno sobre el
otro.
El concepto de hombre
justo, de hombre equilibrado, no
es una idea sentimental, no es pensamiento emocional, sino la consecución de un
estado de conciencia, un estado de equilibrio interno, un estado de
no-identificación, lo que nos permite extraer la fuerza (energía) de los opuestos
equilibrados, energía que nos es robada al estar identificados, para
reinvertirla en un proceso de elevación.
Uno puede aprender a través del Trabajo como esa fuerza (energía) que extraemos
de los opuestos, nos ancla a nuestro centro de gravedad interno cuando los
opuestos intentan tirar de nosotros hacia los extremos. En ese momento sentimos
ser algo distinto a lo que antes
éramos. Este ser algo distinto tiene
que ver con lo que se llama nadidad.
El Trabajo dice que un hombre debe llegar a
comprender su propia nadidad antes
de que pueda renacer o nacer de nuevo. Y esto no quiere decir
que un hombre tenga que humillarse, como así lo interpretan algunos desde su
literalidad. Lo que se está queriendo decir es que, por medio de una larga observación de sí, cada uno debe
comprender que, en realidad, entre los opuestos, uno es Nada y que, a no ser ese centro de nuestra alma (psique), no
hay tal cosa que sea uno mismo.
El objetivo de este Trabajo es el de llegar a una posición, hablando psicológicamente, en
la que podamos situar nuestra conciencia entre
los opuestos pero sin perder de vista todo el recorrido de la oscilación para,
luego, intentar mantenernos en el centro de ella.
¿Por qué tiene tanta importancia el mantener nuestra
conciencia en el centro de la oscilación del péndulo y que esta no oscile, de
una lado para otro, entre los extremos?
Porque entre los Opuestos, centrado entre ellos, se encuentran todas las posibilidades para el crecimiento interior de la conciencia.
Es, en ese punto central, donde nos llegan las influencias de los niveles superiores del Ser. Ahí, en ese lugar del espacio-tiempo es posible tener el
sentimiento de la propia nadidad y
donde uno puede sentirse libre de las contradicciones por las que somos
balanceados como una pluma que se mece en el viento. Ahí también, uno percibe
otros significados que provienen de otros
niveles de conciencia.
Y no es que las contradicciones desaparezcan. La
polaridad es algo inherente a la realidad de nuestro universo manifestado; pero,
si son comprendidas, entonces es nuestra voluntad, y solo nuestra voluntad, el
decidir si caminamos con las dos piernas o solamente a la pata coja.
Ese centro, simbólicamente expresado, es la
puerta estrecha de la que hablan las
parábolas; también es el ojo de la aguja
por el que pasará antes un camello que un rico.
Al no considerar algo como bueno o malo, al no enorgullecernos ni sentir vanidad por de ser justos o injustos, al no creer que los demás me tratan bien o me tratan mal,
al no dejarnos arrastras por un movimiento cualquiera a través de la identificación, podemos llegar a
situarnos en ese punto central donde
renacer es posible.
No se si habrán
caído ya en la cuenta de que cuando los extremos se polarizan en exceso,
demasiado bueno o demasiado malo, demasiado Orden o demasiado Caos, estos se ensalzan y pueden terminar con la vida
del sistema.
Evidentemente, mantener ese equilibrio, no es una
tarea fácil, sobre todo cuando nuestra personalidad
es activa y tiene siempre el control.
Entonces, resulta imposible.
Si la
Enseñanza dice que hay dos polos que permanentemente basculan
entre sí, y que el identificarse con uno de ellos puede originar entropía en mi
sistema, ¿qué hace que nos elevemos sobre esa oscilación, una vez que hemos
conseguido ralentizar el péndulo para darnos cuenta de que en el centro de su
oscilación existe una puerta?
La
Enseñanza esotérica que
discurre por el sistema de Gurdjieff señala que en cada manifestación – crear
un nivel de conciencia más elevado en nosotros, es decir, pasar por esa puerta
– existen TRES FUERZAS. De ellas,
solo vemos dos (si es posible ver tan
lejos): Yin y Yang. Pero nunca vemos la tercera
fuerza. Una fuerza que intenta darle una salida a la inevitable Dualidad de nuestra percepción
condicionada por los circuitos cerebrales que hemos heredado a lo largo de
nuestra evolución y para los que todo es
así, o no es así; todo es si o no. En el sistema de Jurdjieff a este circuito cerebral heredado,
se le llama Centro Formatorio.
Las tradiciones de Oriente y Occidente hablan de la necesidad
de armonizar los opuestos. Esta armonía en una fuerza mediadora que actúa entre
los opuestos y que introduce energía extra en su sistema, sea cual fuere la
forma que esta adquiera. Por ello, esto tampoco quiere decir que esta Tercera Fuerza constituya meramente una
unión de las fuerzas opuestas. Consideradas en sí mismas, nunca se podrán unir
y tampoco una podrá derrotar a la otra definitivamente. Podemos enfrentarlas y
entonces saltaran chispas y gastaran la energía de su sistema hasta que ambas se
aniquilen y el sistema sesaparezca.
Pero esta Tercera
Fuerza tiene un carácter distinto. Como energía, no somos sensibles a ella
en nuestro estado de conciencia ordinario. El sistema de Jurdjieff la llama Fuerza Neutralizante y nuestra
tradición esotérica la llama Espíritu
Santo.
Recapitulemos (esta recapitulación sigue siendo simbólica):
Recapitulemos (esta recapitulación sigue siendo simbólica):
- En la cima del Universo se encuentra el Uno. También llamada Absoluto por las tradiciones esotéricas. Esta Unidad se desdobla, primero en una polaridad y, luego, en una trinidad, para conocerse. Es lo que dicen los mitos.
- De resultas de este querer conocerse, surge la Creación.
- La Creación, en todas las tradiciones, comienza con una Trinidad, Tres Fuerzas que emanan de la Unidad. Estas Tres Fuerzas son solo aspectos de la Unidad.
- No sabemos si en lo profundo del Universo se encuentra la Gran Antítesis de la Unidad en la que los Opuestos se encontrarían realmente separados. Entonces, no habría Tercera Fuerza que los reconcilie.
- Lo que el símbolo nos señala es que esta Tercera Fuerza se encuentra entre los Opuestos y por ello se la puede describir como el punto medio de la oscilación del péndulo.
Cuando retiramos el sentimiento (la identificación)
del yo de los extremos del péndulo,
entonces dejamos de sentirnos a nosotros mismos desde los opuestos y el
sentimiento de nuestro yo se
traslada al centro de la oscilación. Es entonces cuando aparece ese sentimiento
de Nadidad o de No-algunidad. Ahí, centrados en nosotros mismos, nos encontramos en
la situación en la que se eterniza nuestro Yo-Real.
El Yo-Real
(otro símbolo para referirnos a algo que de momento nos es desconocido ya que
damos por supuesto de que el yo que configura nuestra personalidad y que se
siente el centro de esta es el verdadero yo) es algo que viene de lo alto
(un nivel de conciencia superior). La Enseñanza nos dice que no se puede llegar hasta él
ni desde un extremo ni desde el otro de los Opuestos. Por ello, en los antiguos
símbolos (ejemplo: los Misterios de
Renacimiento o en las representaciones de la Alquimia, así como en las
obras de los artistas del Renacimiento), se ve tantas veces a los Opuestos, cada uno en un extremo y la Tercera
Fuerza en el centro.
La
Tradición y la Enseñanza dicen que
ponernos en contacto con nuestro Yo Real
es Renacer. En el símbolo, Cristo
está clavado en la Cruz,
en el centro, entre dos opuestos, entre dos ladrones. El símbolo quiere decir que los ladrones, los Opuestos,
permanecen siempre, porque lo que se construye en uno es robado por el otro.
Para decirlo de otra manera: la alegría
lleva siempre a la tristeza y
viceversa. En cambio, lo que construyamos en ese centro, no posee nada que le pueda ser robado. Tomemos la Comprensión
como ejemplo: si en verdad comprendemos algo, si hemos visto en nosotros mismos
su verdad, una verdad interna que solo es para nosotros, es porque estamos centrados, es decir, situados sobre esa Tercera Fuerza.
La totalidad de nuestra Ciencia se ha edificado
sobre el presupuesto de dos Fuerzas; todos podemos comprender la acción y la reacción de algo, incluso podemos ver y comprender, más o
menos bien, la causa y el efecto. Nos basta con dar un golpe sobre
una puerta para sentir su resistencia. También podemos darnos cuenta de que nuestra
mano ha sido el elemento activo que ha llevado a cabo la acción de golpear, y que
la puerta ha sido el elemento pasivo sobre el que ha recaído nuestra acción;
por ello nos lastimamos la mano si golpeamos muy fuerte.
Pero la noción de una Tercera Fuerza que interactúa simultáneamente con las otras dos es
algo mucho más difícil de comprender. Aún así, seamos o no conscientes de ello,
la Tercera Fuerza obra permanentemente sobre todos
nosotros y, a veces, toma la forma de lo que podría parecernos una especie de milagro.
El Trabajo Esotérico, a esta Tercera Fuerza, la llama Fuerza Neutralizante, pero no en el sentido que solemos darle nosotros a esta
expresión: algo que neutraliza otro algo.
Neutralizante es un término que contiene
la idea de neutro, lo cual, según el
diccionario, significa ni una cosa ni la otra
(del latín “ne-uter”). Así que si
nos atenemos al género de la palabra, lo
neutro no es ni esto ni lo otro, ni masculino ni femenino; es
otra cosa. Si lo referimos a una
acción verbal, neutro quiere decir
que una acción no es activa ni pasiva, no es transitiva o intransitiva,
es decir: su acción no recae sobre ningún
objeto conocido. Considerado desde este significado, lo neutro es algo que no
pertenece a ninguno de los Opuestos o Contrarios que constituyen La Creación.
Profundicemos aún más en el significado. De neutro deriva neutral. En política, por ejemplo, neutral es quien no es de un partido ni de otro porque no se opone
a nada. En Química, una Sal Neutra,
quiere decir que no es ni ácida ni alcalina. Militarmente, ser neutral,
significa no inmiscuirse en ninguno de los dos bandos en lucha, permaneciendo
en una relativa independencia respecto a ellos. En la Teoría del Campo Eléctrico,
significa que una partícula no tiene
carga, ni positiva ni negativa. En Mecánica, significa un punto donde diferentes fuerzas permanecen en equilibrio. Esta
definición del diccionario y estos ejemplos, solo nos informan de una parte del
auténtico significado del término Fuerza
Neutralizante tal y como se emplea en el Trabajo Esotérico.
Cuando el Trabajo llama a la Tercera
Fuerza, Fuerza
Neutralizante, nos esta queriendo señalar que su naturaleza es tal, que ni
es activa ni es pasiva, sino algo completamente
distinto a las dos Fuerzas Opuestas. El mito evangélico dice que no es ni el Padre, ni el Hijo, sino algo a lo que llama Espíritu
Santo. Una Fuerza que permite equilibrar
a las dos fuerzas opuestas, provocando con ello una resultante llamada Creación.
Tres fuerzas crean dice el mito: pensamiento, palabra y acción (u obra).
Un sinónimo de equilibrar
es contrabalancear, es decir: hacer que dos fuerzas opuestas se vuelvan
ineficaces por medio de un tercer elemento. Esto induce a pensar que en uno
de los Opuestos se encuentra el factor neutralizante. El Trabajo dice que la Tercera Fuerza es una fuerza
separada y distinta de las otras dos, una fuerza que se originó en la primera triada o Trinidad. Una fuerza que permitió que surgiera el primer orden de
mundos a partir de la nota “SI” del Rayo de Creación (En otro artículo hablaremos
de este increíble símbolo), y que dio nacimiento a todos los niveles subsiguientes
de la Creación
por reduplicación. Ahora solo señalaremos que en todo el proceso de creación
existen leyes que la regulan.
En el mito maya de la Creación, el Popol Vuh,
Hunab Kub, es el Señor del número y la medida. También en Chartres, el Creador
es representado como el dador de Ley y Orden. Wiliam Blake lo representa con un
compás en su mano izquierda tomando la medida del Cosmos.
En el primer orden de mundos o dimensiones creados
actúan 3 Fuerzas y ninguna otra fuerza
más. En el segundo orden de mundos, actúan 6
Fuerzas, es decir, dos triadas;
y así hasta el lejano nivel de la dimensión física donde se sitúa nuestra
Tierra donde actúan 48 fuerzas, es
decir, 16 triadas. Algo muy alejado
de la Voluntad del Uno
o Absoluto. Esto hace de las fuerzas o energías que nos movilizan
algo muy mecánico en comparación con
las fuerzas (energías más conscientes) que rigen los mundos, niveles o
dimensiones que están sobre nosotros.
Es la interacción y el entrecruzamiento de todas
estas energías, reguladas por 48 Leyes (el mito bíblico señala que le fueron
entregadas a Moisés en el Sinaí) es lo que produce, tanto las complicaciones y
las limitaciones de nuestra existencia en esta dimensión extrema del Universo (ínferos, infierno) donde nos encontramos. Es decir, es la causa de su Mecanicidad.
Pero un hombre centrado en si-mismo, que lleva a cabo un Trabajo
sobre sí, puede llegar a situarse bajo la influencia de menos leyes y ser
más libre. El punto desde el cual un hombre comienza a tener más libertad, se
encuentra precisamente entre los Opuestos,
en la zona intermedia de la oscilación del péndulo. Es lo que el Trabajo llama Recuerdo de sí y podemos acercarnos a
ese lugar de una forma interna, psico (alma)-lógica.
En el Trabajo, la idea de Recuerdo de sí (es decir, un tercer estado de conciencia desde el
que podemos recibir ayuda), siempre se da en conjunción con lo No-Manifestado. El Trabajo actúa de Tercera
Fuerza y nos llega a partir del momento en que hemos comenzado a despertar, a ser más conscientes, a tener
más comprensión. Por ello, orar, rezar, meditar, etc., si lo hacemos mecánicamente, violentamente,
trágicamente, por deber o por piedad…, no
produce ningún resultado.
Todas estas cosas, solamente obtienen respuesta
cuando nuestros tres centros cooperan. Estos tres centros en nosotros son
nuestra mente (Centro Mental),
nuestras emociones (Centro Emocional)
y nuestra realidad física incluyendo la personalidad (Centro Motor). Y estos tres
centros solo pueden cooperar cuando se encuentran equilibrados y armonizados,
algo que solo puede ocurrir cuando se encuentran en el centro de la oscilación
del péndulo y no en alguno de sus extremos. El Acto de Recuerdo de sí
es la tentativa para situarnos en el centro de la oscilación.
Cuando tratamos de actuar desde un lado u otro del
péndulo, cuando actuamos desde la identificación, no podemos esperar otra cosa
que el habitual trabajo de acción-reacción
de los Opuestos. Te golpeo, luego tú me golpeas, vuelvo a golpearte… Esta es la
vida, la Vida
que oscila entre los Opuestos. Subimos
la cuesta y luego nos venimos abajo.
Este es un juego que no tiene solución, por ello el Trabajo dice que la Vida es insoluble. En ella solo sentimos la
satisfacción o insatisfacción de los opuestos que son los ladrones de nuestra existencia y de nuestra energía.
Para llegar a algo que se asemeje a una solución, es
preciso primero aprender a caminar un
corto trecho en una dirección y, luego, un
corto trecho en la dirección opuesta, así hasta que vayamos tomando
conciencia del punto central. Esto no es tan fácil como parece, porque hay que
hacerlo sin identificarse con nada de lo que uno se encuentra en el recorrido. Aun
así, este es un buen método para alcanzar la Tercera
Fuerza en cuya conjunción bien y mal se
neutralizan, alcanzando su verdadero significado.
El Trabajo sobre nosotros
mismos nos permite percibir como se producen en nosotros las oscilaciones
del Péndulo y como sentimos y pensamos a lo largo de su recorrido, como
sentimos y pensamos el blanco y como
luego sentimos y pensamos el negro. Y
cuando podamos llegar a no identificarnos con nada, podremos acceder a algo que el Trabajo llama Silencio Interior.
Las diferentes
manifestaciones que constituyen nuestra personalidad, el Trabajo las llama yoes, yoes que se alinean a lo largo
del recorrido de la oscilación, yoes que desean y quieren cada uno decir esto o
aquello a medida que la luz de la
conciencia los toca y los despierta, por un momento, a una nueva comprensión.
Podemos permitirles que hablen, aunque solo hasta cierto punto, siempre que
tengamos claro que ninguno de ellos tiene
razón.
Este Silencio
Interior significa estar silencioso
en uno mismo; significa que no hay que mostrar parcialidad hacia uno mismo.
Este permanecer silencioso respecto a uno mismo es imposible si uno se identifica
con cada yo, con cada aspecto de
nuestra personalidad. Uno puede permitir que sus diferentes yoes charlen desde un lado y desde el otro, pero sin dejar de observarlos
y permaneciendo silencioso en uno
mismo.
¿A qué principios últimos y a qué leyes fundamentales
podría ser reducido el Universo en todas sus manifestaciones y procesos?
Según la enseñanza de este Trabajo, tras todas las
cosas, existen dos leyes últimas llamadas respectivamente la "Ley del Tres" y la "Ley del Siete". Estas dos leyes son fundamentales.
Desde el punto de vista de esta Enseñanza, el
Universo es algo creado: Vivimos primero en un Universo creado y, segundo, en un Universo ordenado. Si el Universo fuera un caos, no habría ni orden ni
leyes. Cosmos significa literalmente
orden, para distinguirlo de Caos. Si
el mundo fuera un caos, el estudio de las leyes de la materia sería imposible.
La ciencia no podría existir.
La Ley de Tres es la Ley de las Tres Fuerzas de Creación. Estas
leyes establecen que las tres fuerzas
deben entrar en toda manifestación. Pero la Creación
es gobernada por otra ley, la Ley de Siete o la Ley del Orden de Manifestación. Las
fuerzas creadoras no podrían obrar a menos que se creara según cierto orden, y
este orden de manifestación u orden de creación se halla regido por la Ley de Siete que tiene que ver con la
octava musical. Pero ahora sólo hablaremos de la Ley de Tres.
Cada manifestación en el Universo es el resultado de
la combinación de las tres fuerzas. Estas fuerzas son llamadas Fuerza Activa, Fuerza Pasiva y Fuerza Neutralizante.
La Fuerza Activa puede ser definida como la fuerza iniciadora, la Fuerza Pasiva como la fuerza de resistencia o reacción, y la Fuerza Neutralizante como principio equilibrante, o relacionante, o fuerza conectiva, o punto de
aplicación.
La conjunción de estas tres fuerzas constituye una tríada. Una tríada crea otra, tanto en
la escala vertical del Ser, como en la escala horizontal del Tiempo. En el Tiempo,
lo que denominamos una cadena de eventos, es una cadena de tríadas.
Por si mismas, ninguna de ellas crea nada. Ni
tampoco dos de las tres fuerzas pueden producir una manifestación. Es necesario
que las tres fuerzas se reúnan para que tenga lugar cualquier manifestación o
creación. Lo que la
Enseñanza dice es que las
tres fuerzas sólo son creadoras en el punto de su conjunción, y allí tiene
lugar una manifestación, una creación, un evento, pero no de otro modo. Del infinito
número de cosas que podrían suceder, sólo unas pocas tienen lugar en realidad,
a saber, cuando estas tres fuerzas se encuentran en conjunción. Si no se
encuentran todas, entonces nada tiene lugar.
Por ejemplo, si la Fuerza
Activa y la Fuerza Pasiva
se encuentran, nada sucede, ningún evento tiene lugar. Pero si aparece la Fuerza Neutralizante, entonces obrarán tres
fuerzas, y algo se producirá. Estará presente una tríada -es decir, una tríada compuesta de las tres fuerzas- y cada
tríada, cada conjunción de las tres fuerzas, da nacimiento a otra tríada y,
bajo condiciones correctas, resulta de ello una cadena de tríadas.
En la próxima tríada, la Fuerza Neutralizante de la tríada anterior se
convierte en Fuerza Activa o Pasiva y surgirá una nueva Fuerza
Neutralizante con la que la polaridad entrará en relación. Sin la Fuerza Neutralizante, la Fuerza
Activa y la Fuerza Pasiva
se anularían una a la otra basculando entre si, porque se oponen mutuamente.
Una fuerza de conexión o de relación es necesaria. Cuando está presente la Fuerza Neutralizante
conveniente, la fuerza activa y la pasiva ya no se oponen una a otra
inútilmente, sino que entran en una relación de trabajo que crea una
manifestación.
De esta manera, a veces, se puede considerar a una máquina como
una Fuerza Neutralizante. Un ejemplo aproximado es el molino de viento. La Fuerza
Activa es el viento.
La Fuerza Pasiva o resistente es el edificio. Las aspas giratorias establecen una relación entre la presión del viento y la resistencia del edificio
y de ello deriva una manifestación. Si no hay aspas, o si el edificio se derrumba,
o si no hay viento, no se produce manifestación alguna. Ésta es una ilustración
muy aproximada. También: una cerilla es la fuerza activa, el rascador de la caja
es la fuerza pasiva, pero si introducimos ambas cosas en una campana de vacío,
por mucho que rasquemos, no se producirá ninguna manifestación, la llama, ya
que fuera de la campana el oxígeno actúa de Tercera Fuerza.
La idea de las Tres Fuerzas se encuentra en todas la religiones: en la Trinidad cristiana como Padre-Hijo-Espíritu Santo; en la triada egipcia como Osiris-Isis-Horus; en la Trimurti Hindú como Brahma-Vidhnu-Siva, etc. En la ciencia, existe la idea de fuerzas opuestas tales como las cargas eléctricas positivas y negativas que forman los últimos componentes de la materia. Pero la idea de una tercera fuerza o fuerza relacionante no está muy clara para la Ciencia, de hecho no se encuentra formulada como tal.
El hecho de que las tres fuerzas crean significa que
tres Leyes (y como las Leyes que
regulan la creación tienen la consideración de inteligentes), o tres voluntades, o tres Inteligencias, crean. El Primer
Orden de Creación está por lo tanto sometido a tres voluntades o tres leyes,
y de ahí se sigue que los subsiguientes órdenes de creación que proceden del
primer orden están cada vez bajo más leyes.
- El Absoluto, sólo esta bajo una ley (su voluntad de crear).
- En el Primer Orden de Creación, ya hay tres voluntades o leyes.
- En el Segundo Orden de Creación, habrá (3+3) voluntades o leyes (3 que le pertenecen al nivel y 3 que actúan desde el Primer Orden).
- Etc.
Se dice que las Tres
Fuerzas provienen de la Unidad llamada esotéricamente Absoluto (un símbolo de algo que
desconocemos). Lo cual significa que no está condicionado ni limitado en modo
alguno y, por lo tanto, no está bajo ley alguna salvo su propia Voluntad. Ya
que Tres Fuerzas son necesarias para cualquier manifestación, la Enseñanza dice que el Absoluto es Inmanifestado o No-Manifestado
o Increado. Por ello se dice que está
más allá de todo pensamiento humano. A partir de él, la Creación avanza
descendiendo verticalmente hacia una creciente densidad de leyes, y cada vez
más lejos del Absoluto. Como veremos en el Rayo de Creación, la Tierra está en un nivel muy
bajo en la escala vertical del Universo.
Insisto de nuevo en algo: quiero que se entienda que
esta forma de explicar esto constituye un lenguaje simbólico y, por tanto,
psicológico, aunque podamos establecer algunas correspondencias con lo que
acontece en la llamada realidad externa que consideramos como única realidad.
Veamos la cosa desde el lado psicológico:
Cuando se produce un cambio en la particularidad de la Fuerza Neutralizante, no sólo se altera la
relación de las fuerzas en una tríada, sino que puede invertir la polaridad de
las otras dos Fuerzas. Así, cuando la
Vida en su
conjunto actúa como Fuerza Neutralizante,
en el hombre, su Personalidad es activa y la Esencia
pasiva. Pero cuando el Trabajo es la Fuerza Neutralizante, la posición se invierte, a saber, la Esencia,
o la parte verdadera, se vuelve activa,
y la Personalidad, o la parte adquirida, se vuelve pasiva. En este caso es preciso que
consideremos nuevamente la significación de las líneas vertical y horizontal del
símbolo de la Cruz
(Una de las múltiples formas simbólicas con las que ha sido representado el
Árbol de la Vida).
Podemos imaginar la
Fuerza Neutralizante de la Vida como si actuara a lo largo de la línea horizontal y la Fuerza Neutralizante
del Trabajo como si entrara en cada momento de la dirección vertical y sólo se sintiese cuando un
hombre deja de identificarse con las cosas del Tiempo y se recuerda a sí mismo.
¿Cómo estudiar estas Tres Fuerzas en sus aspectos psicológicos?
El estudio de las Tres Fuerzas (que existen en la Naturaleza y en el
hombre) empieza con el estudio de ellas en uno mismo. Al principio no es fácil
verlas en uno mismo. Primero hemos de estudiarlas psicológicamente, es decir,
tal como existen en uno mismo, por medio de la Observación de Sí. Podemos contemplas la Fuerza
Activa como lo que
se desea. La Fuerza Pasiva puede
ser considerada como lo que se resiste o
impide lo que se desea. Y esto es todo lo que podemos hacer de momento pues
es imposible percibir la Fuerza Neutralizante
mientras no conozcamos la 1ª y la 2ª Fuerza en nosotros a través de aplicar la
observación a nuestro deseos, emociones, pensamientos y actos.
Nos es suficiente con desear algo para que aparezca
la 2ª Fuerza o fuerza de resistencia.
Ella existe en todas las cosas. Esto significa: que en todo lo que deseamos hay inevitablemente
una fuerza de resistencia. Si la gente se diera cuenta de ello no haría tantos
reproches como hace, ni tampoco sentiría que sus dificultades son únicas, ya
que esas dificultades son las mismas para todos. Veamos algunos ejemplos para
acercarnos a la raíz del problema de nuestra incomprensión, si lo contemplamos desde el
lado psicológico.
Cuando establezco un propósito, que inmediatamente genera la fuerza opuesta (recuerden
que en símbolo del Yin y el Yang, está representado en el otro en la forma de
un pequeño circulito con el color del opuesto) necesitamos percibir en que
consiste la 2ª Fuerza o resistencia, de otro modo nuestro
propósito no será algo práctico. Si se hace un propósito, es preciso estimar el costo de su cumplimiento, porque hay que vencer, siempre, una
resistencia. El conocimiento de esta resistencia, hará que nuestro propósito
pueda alcanzarse.
Todo cuanto nos impide cumplir ese propósito (si es
que realmente queremos cumplirlo) es la
2ª Fuerza. Supongamos que nos hacemos el propósito de no sentarnos en todo
el día, o el propósito de estar callado. Si aplicamos la Observación a nuestro
propósito, es decir a todo lo que sucede en nuestra realidad interna
(psicológica) en relación con dicho propósito, no tardaremos mucho en observar
en uno mismo como actúa la 2ª Fuerza en relación con este propósito; todo lo
que en nosotros se resiste a que ese propósito se realice y como todos los
diferentes aspectos de nuestra personalidad (ya dijimos que en sistema de
Gurdjieff de llaman Yoes), esgrimen diferentes
argumentos (físicos, emocionales, etc.), para convencernos que ese propósito es
una tontería.
Eso sí, si quiero no sentarme o permanecer callado durante todo
el día. Pero si nuestro propósito es firme, si está apoyado por la fuerza de
nuestra voluntad, que aquí haría de 3ª Fuerza, llevaríamos adelante el propósito
neutralizando la oposición de las fuerza activa (la que si quiere) y la pasiva
(la que no quiere). El equilibrio resultante de la voluntad como Fuerza
Neutralizante es posible porque la naturaleza de la 2ª Fuerza estará determinada por la naturaleza de la 1ª Fuerza; en este caso el propósito
que se quiere cumplir. En el Templo de Salomón bahía dos columnas – Joachin (base calza) y Boas (fuerza) – que representan a estas dos
fuerzas. Cuando Sansón las derribó en otro templo, allí terminó todo. Esto es
Entropía.
Para hacer entendible esta explicación, le he dado
nombre a la 3ª fuerza llamándola voluntad, pero con ello seguiremos sin
conocer la esencia y el funcionamiento de esta 3ª Fuerza en nosotros. Así que,
al principio de Trabajo de la
Observación de sí no debemos intentar percibir la 3ª Fuerza en si misma porque
perderemos nuestro tiempo. Al principio, nuestro Trabajo consistirá en percibir
y ver la 1ª y la 2ª Fuerza. Y no podremos percibir o ver la 2ª Fuerza a menos que antes veamos la 1ª, ya que es esta la que hace aparecer la 2ª. Si no se desea nada, no hay 2ª Fuerza en todo lo que concierne
al deseo.
Las personas ni siquiera se dan cuenta que la 1ª Fuerza está en ellas mismas, en
cada uno de sus deseos, pensamientos y voliciones; tampoco se da cuenta que sus
deseos son vagos y difusos porque, realmente, no sabe lo que desea, no tiene
conciencia ni conoce la realidad de lo que desea, ni siquiera como llegar a
hacer realidad ese su deseo. Suelen ponerlo en manos de Dios, de la fortuna o
del destino, esperando que la vida se lo regale.
Se han hecho alguna vez la pregunta: ¿Qué es lo que realmente deseo?
Es preciso que seamos sinceros al formular la pregunta,
porque la Observación de sí nos puede reservar muchas
sorpresas respecto a ese deseo. Por ello, si deseamos algo por envidia,
capricho, poder, ambición, devoción, etc., ese deseo será nuestra Fuerza Activa, y como la naturaleza de la Fuerza Pasiva o resistencia es la misma que la de la 1ª
Fuerza, la resistencia a mi deseo vendrá, sobre todo externamente, del campo de
la envidia, la ambición, el capricho, etc.
Esto solo es un breve ejemplo sobre el aspecto
psicológico de la Ley
de las Tres Fuerzas.
Demos un paso atrás, al momento en que se señaló
que: el hecho de que las tres fuerzas
crean, significa que tres voluntades crean.
Es necesario que nos preguntemos si estas tres
voluntades que provienen del Absoluto
son idénticas cuando están en conjunción con la Voluntad
del Absoluto Mismo. Esto es algo que no debemos dar por sentado, porque no
podemos invertir el orden de creación convirtiendo a las 3 Fuerzas en Una. Tres
no pueden convertirse en uno salvo por la Voluntad
del Absoluto, y esto significaría la
involución de todatoda la Creación. (Obsérvese que si se divide 3 por 1 se
obtiene 3 repetido al infinito).
El planteamiento de inicio es que El Universo creado
proviene del Absoluto debido a Tres Fuerzas que, como tales, ya no
pertenecen más al Absoluto Increado. No hay Uno
y Trino como pretende la Iglesia. El Credo de Atanasio lo expresa claramente:
No hay tres Increados, sino un Increado.
El Absoluto es increado, inmanifestado, incondicionado, y está más allá de todo
pensamiento humano. Las Tres Fuerzas
que provienen del Absoluto en el primer acto de creación ya están condicionadas
por la sola Voluntad del Absoluto y por la relación que mantienen entre si las
Tres Fuerzas.
Aunque nos cueste trabajo entenderlo, la Enseñanza nos dice que
estas fuerzas, en su nivel primordial, son todas conscientes, pero ya limitadas y, como su reduplicación prosigue en
la expiración u orden descendente de
la creación de todas las cosas, llegan a ser cada vez más mecánicas y
limitadas, al verse afectadas por la Entropía y, cuanto más lejos están en la escala
vertical del Absoluto, más disgregadas y caóticas se nos aparecerán.
Si dijéramos que la suma total de las Tres Fuerzas primordiales, en su conjunción,
constituyen la sola Voluntad del
Absoluto, ello denotaría que las Tres
Fuerzas primordiales se convierten en el Absoluto en la conjunción de unas con otras, en cuyo caso no habría
creación. Pero esto no es verdad. Las Tres Fuerzas no se convierten en rían en
Una mientras la Voluntad del Absoluto sea crear. Para que haya
creación o manifestación es preciso que las Tres Fuerzas o Voluntades se
encuentres separadas.
Otra cosa sería cuando el Absoluto tenga la Voluntad de reabsorber en
si mismo su creación. Es lo que expresa el mito de la Creación de Brahma y su
reabsorción periódica simbolizada en los días y las noches de Brahma. También
se puede deducir de la teoría del Big Ban. Lo que los mitos muestras y la Enseñanza señala
expresamente es que Tres Fuerzas
primordiales se unen para crear el Universo en etapas
sucesivas. No se unen para formar la sola Voluntad
del Absoluto, que es increada,
porque si su conjunción formara una unidad idéntica a la Voluntad del Absoluto, no
habría proceso creativo.
Para terminar esta exposición volvamos un momento a
la observación de estas fuerzas en uno mismo. Aunque parezca lo contrario, es
más fácil observarlas en uno mismo que observarlas fuera de nosotros, en lo que
acontece a nuestro alrededor o en lo que acontece en los demás.
¿La razón de ello?
Pues tampoco nos la creeríamos, pero la realidad que
la menor parte de nuestra vida la vivimos en el mundo externo, que es ajeno a
nosotros. De ese mundo externo que decimos conocer y que creemos que es el
único real solemos tener una percepción intermitente y difusa. Podemos pasar
delante de la misma casa mil veces y ser incapaces de describirla. En realidad,
estamos más tiempo dentro de nosotros mismo que fuera, permanecemos mucho más
tiempo con nosotros mismos que con el mundo.
Esta es una de las razones por la cual el estudio de
las Tres Fuerzas empieza con la observación de uno mismo. Además, es necesario
recordar que una esas Fuerzas es invisible y nuestro contacto más directo con
lo invisible se hace por medio de la observación de sí.
Otra cosa que debemos comprender al estudiar esta
cuestión de las fuerzas, es que no estudiamos cosas (objetos). Por ejemplo, un deseo es una fuerza, no una cosa; lo mismo puede decirse de un pensamiento, de una idea...
Otra de
las razones por la cual nos cuesta tanto llegar a una comprensión de las Tres Fuerzas es que tenemos la
tendencia a ver en todo una sola Fuerza. Así, en todo cuanto sucede, en
cualquier manifestación, en cualquier evento, tendemos a ver simplemente una
fuerza (la fuerza del destino, la fuerza de la suerte, la fuerza del deber…, mi
capricho, mi deseo…). Atribuimos los acontecimientos a una acción única. Esto
se debe, en parte, a nuestra incapacidad
de pensar en más de una cosa al mismo tiempo; pocos son los que, a veces, pueden
pensar en relación a dos Fuerzas; pero pensar en función de tres Fuerzas está
fuera de nuestro alcance, es decir, está más allá del pensamiento generado por
el cerebro heredado de nuestro pasado biológico y que en el sistema de Gurdjieff
es llamado Centro Formatorio.
Veamos un ejemplo: un evento, para nosotros, se nos
aparece siempre como bueno o malo, como justo o injusto y así
sucesivamente. Sólo vemos una acción en él, y además, ni siquiera pensamos que
los eventos son debidos a fuerzas.
Supongamos que vemos una manzana que cae de un árbol
y, luego, sólo vemos la manzana caída en el suelo. Los que han estudiado algo
de Física dirá que es por la
Gravedad, la cual, según la posición que tome en el evento, actuara
de 2ª o 3ª Fuerza.
Vemos un imán que atrae o rechaza a un polo de la
brújula, podemos decir que el magnetismo atrae la aguja; pero no solemos pensar
que el magnetismo actúa como la 3ª Fuerza. Tampoco observamos de qué modo
cambian las fuerzas para nosotros. En cierto momento una cosa nos atrae y el próximo momento la misma cosa nos repele. O una cosa
nos repele y, entonces, se nos ocurre una idea y nos volvemos a sentir atraídos
por ella.
No comprendemos que esa cosa, una vez conduce una fuerza y otra vez una fuerza opuesta. Del
mismo modo cambian nuestras relaciones con las personas. Es decir, la persona sufre un cambio de signo o
polaridad para nosotros, y esto significa que en la tríada de fuerzas que
produce la relación hubo un cambio de fuerzas, por ejemplo, el amor mecánico se convierte en odio, la confianza mecánica en sospecha, y así
sucesivamente. Todas estas manifestaciones comunes en la vida humana son debidas
a fuerzas y a cambios de polaridad en estas fuerzas. Es esto lo que, en un
principio, debemos observar.
Otra cosa: las Tres
Fuerzas no pueden ser estudiadas teóricamente. La única manera práctica de
estudiar las Tres Fuerzas en
nosotros es haciendo algo. Ello significa la imitación o la personificación en
nosotros de una de las tres fuerzas, en relación con alguna otra fuerza que actúe
en nosotros o en los eventos exteriores.
Ejemplo: si queremos luchar contra los malos hábitos,
luchar contra el sufrimiento inútil, luchar contra la ignorancia, etcétera. También
podemos luchar contra la expresión mecánica de nuestras emociones desagradables
hacia alguien con quien no simpatizamos; luchar para llevar a cabo alguna tarea
difícil, etc.
De este
modo empezaremos a comprender cuál es la 2ª
Fuerza para nosotros, y a partir de ella alcanzamos una vislumbre de la 3ª Fuerza. Cuando se produce una súbita
irrupción de fuerza que nos ayuda en nuestra lucha con determinada tarea, ello significa un cambio en la calidad de la Fuerza Neutralizante
que interviene en el proceso. Por ejemplo, el coraje puede producir este efecto, la voluntad, el miedo… La Fuerza Activa en la Tríada se acrecienta así y
la tarea (la 2ª Fuerza) puede ser desarrollada más fácilmente. Contrariamente,
si la Fuerza Neutralizante
no es la correcta, puede debilitar la Fuerza Activa (creando la ilusión
de que uno es capaz de hacer la tarea), de modo que la tarea se vuelve pasiva, y la fuerza de resistencia o 2ª
Fuerza se hace más fuerte.
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