EL
MITO DEL GRIAL
(Visión
psicológica)
(3ª Parte)
En
nuestra historia mítica, Perceval y Blancaflor dan un perfecto ejemplo de como
debe ser el vínculo correcto del hombre con la mujer interna. Están próximos entre si, cada cual entibia al otro; pero no hay seducción. He aquí una
definición sublime del amor como un ejemplo para un hombre y una mujer de carne
y hueso; de otra forma, sólo serían una ridícula historia de niños exploradores.
Esta
mala interpretación de los niveles ha causado estragos en aquellos que siguen
literalmente las instrucciones medievales del sendero del caballero. Las relaciones
internas del ánima y el ánimus
tienen sus propias e inexorables leyes de conducta. Las relaciones externas
tienen también leyes propias igualmente explícitas. No deben mezclarse.
(...)
(...)
¿Qué representa la túnica que
le tejió y que le hijo vestir su madre antes de que Perzival la abandonara?
Ya
vimos, al principio de esta andadura, como Perzival entraba en el Castillo del
Grial y todo lo que allí aconteció; incluso, como no se atreve a hacer una pregunta.
El
acontecimiento más importante de la propia vida interior aparece retratado en
esta escena del interior del Castillo del Grial. Todo joven recorre su camino
hacia ese lugar alguna vez entre los 15 y los 16 años y tiene alguna "visión" que impregnará el resto de
su vida; y, al igual que Perceval, no estará preparado para esa experiencia,
carecerá del poder de formular la pregunta que le haría consciente de toda su
realidad interior. Aunque en realidad, no puede esperarse otra cosa de un
joven, excepto que deambule por el castillo, sea avasallado por él y, a la
mañana siguiente, vuelva otra vez al mundo corriente; eso si, no ha perdido el
caballo -su mundo emocional- al atravesar el puente levadizo.
La
mayoría de los hombres recuerdan una hora
mágica -tan vez un segundo-, en algún momento de su juventud, cuando la luz
brilló y el todo se recubrió de una belleza indescriptible. Ningún joven logra
hacer frente, para él, a esta apertura de
los cielos; y, aunque la mayoría se aparta de esa experiencia, nunca la
olvidará. En cambio, otros, la encuentran tan perturbadora que la desechan y hacen como si
nunca hubiera ocurrido; solamente unos pocos, han quedado tan impactados con la visión
del significado, que pasarán -como Perzival- el resto de sus vidas buscando de
nuevo su interno Castillo del Grial. Aparentemente es sencillo, uno sólo tiene
que “Seguir un trecho el camino, torcer a
la izquierda y cruzar el puente levadizo.”
La
propia simplicidad de las instrucciones lo ocultan a la vista. ¿Cuántas veces
hemos regresado a un lugar mágico
para ver si aquel destello luminoso brillaría de nuevo, o hacemos largos viajes
a lugares reputados como mágicos, o a la búsqueda de maestros y gurús, para ver
si el Grial se encuentra allí? La impronta de esta temprana y tremenda visión
del Castillo del Grial, deja una huella indeleble en la mente y en el alma del
hombre y, si es lo bastante fuerte, será su inspiración; en caso contrario, se
convertirá en su sombra durante el resto de su vida.
¿Por
qué Perzival no fue capaz de hacer esa simple pregunta que le hubiera abierto
la puerta a su propio mundo interior y hubiera sanado la agonía de su Rey
Pescador interno? Las instrucciones que Gornemant le había dado eran precisas y el que
falle en eso parece un acto de estupidez. ¿Por qué no preguntó a quién sirve el
Grial?
¿Recuerdan
la túnica de lana que le había tejido su madre y de la que no se quiso desprender
cuando vistió la armadura del Caballero Rojo? Fue ella, esa túnica, éste remanente, este recuerdo
de lo materno, el que le impidió apreciar toda la dimensión del Grial cuando lo
tuvo ante su vista; fue por ello también, por lo que no pudo formular la pregunta. Quitarle
a un joven la prenda tejida por su madre, sea lo que fuere que esta signifique
o simbolice para él, es una tarea difícil y complicada. Muchos nunca lo
consiguen, muchos nunca se desprenden de su "complejo materno", pues eso es lo que simboliza el tejido de
la madre.
Un
complejo es un racimo de energías psíquicas que se han enquistado en la estructura
psíquica de un hombre. Se le denomina "Complejo
Materno" porque están en relación con la imagen que de nuestra madre
hemos formado en nuestro interior. Una imagen
psíquica que puede tener un aspecto positivo o negativo. Para profundizar
en este aspecto, vamos a hablar un poco de los tipos de relaciones que mantiene
un hombre con las cosas femeninas.
Existen
seis tipos básicos de relación que un hombre mantiene con el mundo femenino.
Todas son de gran utilidad para el desarrollo del hombre y cada una posee su
propia nobleza. El problema surge cuando alguna de esas imágenes o modelos se contamina con los aspectos de otra de
las imágenes. Esa contaminación crea dificultades a la hora de que el hombre
enfrente su vida en una forma plena. Los seis aspectos de lo femenino en el
hombre son:
- Su madre humana: Se trata de la mujer real que es o fue su madre, con toda su
idiosincrasia, características individuales y unicidad.
- Su “complejo materno”: Es esa estructura psíquica que solo tiene realidad en la
interioridad de un hombre. Representa su capacidad regresiva, por la cual le
gustaría volver a depender de su madre y ser nuevamente un niño. Se manifiesta en esa
tendencia del hombre al fracaso, a su capacidad derrotista, a su fascinación
subterránea por la muerte, a sufrir accidentes, a su exigencia a ser protegido.
Este "complejo materno",
para la psicología masculina, es un terrible veneno. Su símbolo en Perzival es
la túnica de lana.
- Su madre arquetípica: Si el "Complejo
Materno" es puro veneno, el "arquetipo
madre" es oro puro, pues proyecta la mitad femenina de la divinidad;
es el Cuerno de la Abundancia, el Grial del Universo, la Madre Naturaleza, la Diosa
que derrama su generosidad libremente sobre nosotros. Nuestra vida no duraría
un minuto si este antiquísimo arquetipo de la Gran
Madre no derramara su abundancia sobre nosotros; este
arquetipo está siempre disponible para nutrirnos y sustentarnos.
La doncella. Gustav Klimt. - La hermosa doncella: Jung la llama el "Ánima".
Es la componente femenina de la estructura psíquica del hombre, y es la
compañera interna, la inspiradora de su vida. Es Blancaflor, Dulcinea, Beatriz... Es el ser que da significado
y calor a la vida que ella anima produce.
- Su mujer o compañera de carne en la vida: La que comparte con él su viaje vital.
- Sophía: La mitad femenina de Dios en su aspecto de Sabiduría. La Shekináh en el misticismo judío. Resulta algo desequilibrante para un hombre descubrir que la Sabiduría es femenina, pero así la han retratado todas las mitologías.
Estos
seis aspectos de lo femenino son de vital utilidad para el desarrollo de un hombre;
incluso hasta el "Complejo Materno",
que es el que presenta los aspectos mas negativos. Fausto tuvo que contar con
su "complejo materno" para
ser llevado al lugar de las Madres en su redención final. Sólo la mezcla o la
contaminación de un aspecto con el otro, de una imagen con la otra, es la que
causa esa profunda zozobra. La
Humanidad es propensa, con una terrible compulsión, a exteriorizar tales
confusiones. Observemos algunas de estas contaminaciones y tratemos de
comprender la profunda destrucción que producen en el hombre.
Si un
hombre contamina a la madre humana
con su complejo materno, culpará a la
madre real por la cualidad represiva de su complejo materno interno: verá a su
madre como una bruja, como un ser horrible que trata de anularlo. Es algo común
que un joven culpe a su madre por su propio complejo materno regresivo.
Cuando un joven contamina a su complejo materno interior con el arquetipo madre, esperará que su madre de sangre se convierta en su diosa protectora, papel que solo el arquetipo puede proporcionar. El planteará exigencias excesivamente ridículas sobre el aspecto maternal del mundo y le reclamará que le mantenga, preferiblemente, sin esfuerzo de su parte.
Cuando un joven contamina a su complejo materno interior con el arquetipo madre, esperará que su madre de sangre se convierta en su diosa protectora, papel que solo el arquetipo puede proporcionar. El planteará exigencias excesivamente ridículas sobre el aspecto maternal del mundo y le reclamará que le mantenga, preferiblemente, sin esfuerzo de su parte.
Cuando
se contamina su ánima, la hermosa
doncella interior, con el complejo materno,
el hombre esperará que su mujer interna
actúe como madre.
Una
contaminación muy frecuente es la superposición
de madre y esposa. Un hombre con
esta confusión esperará que su esposa le trate como si fuera su madre, en vez
de ser su compañera, y le exigirá a su esposa que satisfaga las expectativas
maternas que proyecta.
Y, por
último, puesto que Sophia, el
arquetipo de la Sabiduría,
no es fuente de vida para todos los hombres, este componente arquetípico no
está siempre presente. Cuando un hombre confunde a su madre con el arquetipo Sophia,
le está atribuyendo a la madre la
Sabiduría de la
Diosa, una Sabiduría que ningún ser humano podrá satisfacer y
sustentar jamás. "Mamá lo sabe todo"
y el arquetipo Sophia, la Sabiduría, hacen una
pésima combinación.
No
importa cual sea la combinación en que se realice la contaminación: todas son negativas y regresivas.
Lo negativo no es lo femenino, sino la contaminación
de unos arquetipos con los otros, de unas imágenes con las otras, de los
distintos niveles de nuestra conciencia.
Regresemos
de nuevo a Perzival y al problema que le hizo fracasar en el Castillo del
Grial. Su fracaso se debe a no haberse despojado de su "complejo materno" simbolizado por
la túnica que le había tejido su
madre. Ella le anula el entendimiento, le quita el poder y la claridad de
formular la pregunta. Ningún hombre puede vincularse con el Grial de una forma
permanente si su "complejo
materno" interviene entre él y su fuerza masculina innata. Necesitará
Perceval veinte años de errante vida caballeresca para desprenderse de esa túnica y poder llegar a ser el varón que
pueda soportar en su masculinidad la belleza del Grial: el mayor de los
símbolos del Arquetipo Materno.
Mientras
uno esté vestido con la túnica que le
tejió su madre -el "complejo materno"-,
no podrá tener con el Grial otra cosa que un encuentro casual en alguna u otra
ocasión. Tampoco podrá sanar la herida de su Rey Pescador. Los veinte años de
experiencia caballeresca representan un movimiento hacia la eliminación de esa
túnica. Luego, en la mediana edad, uno tendrá de nuevo otra oportunidad para
entrar en el Castillo del Grial, pues el Grial está siempre cerca de uno, está
disponible en todo momento.
El
inicio de la juventud y el inicio de la madurez, Hacia los 16 años el uno, y hacia los 50 años
el otro, son los tiempos de mudanza, los puntos en la vida de un hombre cuando el Grial
se encuentra más fácilmente asequible y puede encontrársele con mayor
facilidad. Y aunque esa milagrosa procesión prosigue todas las noches de la
propia vida en el Castillo del Grial, sólo en esos momentos particulares de la
vida, es que un hombre parece tener fácil acceso al esplendor del Castillo del
Grial.
Teóricamente,
para cualquier hombre, debería ser posible permanecer en el Castillo del Grial desde
la primera vez. Pero la impronta de la experiencia es demasiado fuerte para un
joven, incluso puede llegar a incapacitarlo. Esos jóvenes que deambulan por el
mundo, aparentemente sin rumbo, motivo o meta, son jóvenes que han quedado
medio cegados por su contacto con el Grial. A veces, la experiencia es tan
dolorosa, que la reprimen y cuando se les pregunta, dicen: "no me acuerdo". Pero como todo lo
que se reprime en el inconsciente, lejos de librarnos de ello, nos lo vamos
encontrando por todas partes, detrás de cada esquina, detrás de cada rostro, al
otro lado de cada mirada, mirándonos por encima del hombro de cada mujer con la
que nos encontramos... Es un "hambre
de algo", un desasosiego de sábado por la noche, la sensación de una
moto o un coche lanzado a toda velocidad. Son esos ecos los que desde su
juventud, el hombre siente de su Castillo del Grial.
La
violencia juvenil no es otra cosa que un rechazo a la experiencia del Grial. Al
no poder soportarla, el violento trata de persuadirse de que él es muy macho y usa la violencia, en cualquiera de sus múltiples formas, para amortiguar
su dolor.
La
mayor parte de la publicidad funciona sobrepuesta a ese hambre del Grial que
sienten los jóvenes. ¿Hasta dónde son conscientes los publicistas de éste
problema? Si indirectamente se apela al Grial, a un joven se le puede vender
cualquier cosa. También las drogas son una fórmula mágica de regreso a la
experiencia, pero lo hacen de un modo equivocado, pues hay que pagar por ello
un precio terrible. El camino correcto no requiere atajos. Si se hacen trampas,
el puente levadizo del Castillo del Grial puede cerrarse para siempre y uno
quedar atrapado en el sufrimiento, la locura o la muerte.
Si uno
piensa que algo o alguien exterior puede saciar el hambre que un joven o un
hombre siente por el Grial, ningún costo será para él demasiado alto. Muchas
motivaciones de los años finales de la adolescencia, no son otra cosa que el
hambre que esos jóvenes sienten por el Grial. Y si la búsqueda del Grial es
desviada por algunas de las infinitas maneras que la vida tiene para impedirlo,
el joven terminará haciendo un viaje exterior.
¿Y la
mujer? Se preguntarán. La experiencia de la mujer con el Grial es de un tipo
diferente que la del hombre, pues ella es el Grial. La mujer, lo femenino, nunca abandona el Castillo del
Grial, por ello preserva un sentido de belleza, de coherencia y de estar en el
Universo, como si estuviera en su propio hogar. Son mujeres las que portan los
objetos del Grial, eran doncellas las que daban de beber en los pozos sagrados.
Este es un poder que el hombre no posee. Las búsquedas interiores de las
mujeres son de otra índole: están en relación con la búsqueda de lo "masculino interior", con la búsqueda
del Gran Padre.
Un
hombre se vuelve creador a partir de su desasosiego; la mujer es creadora a
través de un saber que siempre fue suyo. Mientras Perzival debe recorrer sus aventuras caballerescas, Blancaflor permanece siempre en su
castillo. Einstein decía ya al final de su vida: “Ahora tomo el Sol en esa soledad que me resultó tan dolorosa durante mi
juventud.” Ese es el Castillo restaurado del Grial. Einstein lo conquistó
después de toda una vida de caballero andante moderno.
Son
también muchos los hombres que tratan que una mujer de carne y hueso satisfaga
su hambre de Grial. Esto es pedirle a una mujer que asuma un papel que ésta
jamás podrá encarnar. ¿Quién puede ser un arquetipo vivo? Nadie puede pasar por
alto el milagro humano que la propia mujer constituye.
![]() |
Ardhanaishvara |
La
actual fascinación por las religiones orientales, tan impregnadas de lo femenino,
son como una búsqueda del Grial. En el fondo, ellas, las Tradiciones Orientales, nunca separaron del todo,
como hicimos en Occidente de una forma tan trágica, el mundo secular y el mundo
sagrado. Ningún asiático "tradicional"
se ha alejado nunca demasiado del Castillo del Grial. Los Maestros o gurúes
orientales, nos miran y nos preguntan: "¿por
qué tienen tanta prisa, por qué tienen tanta hambre?"
¿Saben por qué hemos destruido el mundo? Porque un pueblo que lucha
cuerpo a cuerpo en una búsqueda tan urgente, desarrolla una fuerza formidable.
El problema es que buscar el Grial hacia fuera es agotar el propio "Si-Mismo" y cortejar el
desaliento. El Grial es una realidad interna, íntima, una visión interior, una experiencia mística y no se la
puede hallar en ningún espacio exterior.
Pero
nuestra devoción por lo externo como única realidad, es tan poderosa, que para
la generalidad del hombre de occidente, la exploración interna requiere como
combustible una exploración exterior. Un proverbio cristiano dice: “Buscar a Dios es insultar a Dios”. El
Grial es algo que está tan a mano, que basta con levantar el velo que lo cubre
para verlo. ¿Por qué buscar por fuera lo que se tiene a mano? Pero como somos
occidentales, para aprender que no existe búsqueda, tenemos que buscar.
Voy a
contarles una historia: un Pez escuchaba a unos pescadores que, en el muelle, hablaban de una maravillosa sustancia llamada "agua". Quedó tan impresionado que reunió a sus amigos los
peces y les comunicó que iba a buscar esa maravillosa sustancia. Pasó mucho tiempo
y no volvió. Sus amigos le dieron por muerto o por desaparecido. Pero un día, después de múchísimo tiempo,
el pez volvió a su hogar; estaba viejo y cansado. Ansiosamente, todos les
preguntaron: ¿encontraste esa sustancia maravillosa llamada "agua"? Si, respondió el viejo pez,
pero no vais a creer lo que descubrí. Y
se alejó nadando.
La Búsqueda del Grial es de la misma
naturaleza, tal vez por ello sea algo que me enternece desde que descubrí su
historia en mi temprana infancia. Hoy se que es el mejor testimonio de nuestro
peregrinar.
¿Cómo volver al Castillo del Grial?
Desde el primer
encuentro de Perzival con el Grial han pasado muchos años. Años aparentemente
estériles. Ha socorrido a indefensas doncellas, ha combatido con fieros caballeros
a quienes, después de derrotarlos, los envía a servir en la Corte de Arturo. También ha
afrontado las consecuencias de su ignorancia juvenil. Igualmente comprobó como
su espada se quebraba, tal como le profetizó la doncella que le recriminó el no
haber hecho las preguntas cuando estuvo en el Castillo del Grial.
Ya lo
hemos dicho, la espada es el símbolo
de la masculinidad y siempre acompaña a nuestro héroe. En gran medida solo es
una imitación de la masculinidad, una imitación de lo que nuestros padres, ídolos, amigos y cualquier tipo de héroe, construyeron
sobre nosotros al ofrecernos sus modelos de masculinidad y que, sin dudarlo, nos hemos agregado
como un aspecto de nuestra persona; algo que no se sustentará y que se quebrará
cuando verdaderamente necesitemos hacer uso de ese poder interior, un poder que
no nos pertenece por no ser genuino.
Todo joven tiene que pasar por la humillación de comprobar que su masculinidad de imitación no le sostiene. Y aún más: sólo aquel que le dio la espada podrá reparar el instrumento quebrado. Esto significa que lo que fue dado por un padre, solo podrá ser reparado por un padre. Aunque también un padrino es muy valioso en estos momentos para reparar lo que se quebró.
Todo joven tiene que pasar por la humillación de comprobar que su masculinidad de imitación no le sostiene. Y aún más: sólo aquel que le dio la espada podrá reparar el instrumento quebrado. Esto significa que lo que fue dado por un padre, solo podrá ser reparado por un padre. Aunque también un padrino es muy valioso en estos momentos para reparar lo que se quebró.
Las
aventuras de Perzival son el equivalente de ese proceso cultural que hace que
nuestra civilización funcione. Y aunque sonreímos antes las historias de dragones
y merlines con poderes mágicos, o caballeros que liberan a hermosas doncellas
encantadas, somos inconscientes de que en nuestros tiempos, también sufrimos o
vivimos estas cosas. Ahora las llamamos complejos,
estados de ánimo, depresiones, invasión de la "sombra"; sólo ha cambiado el lenguaje.
Con el
tiempo, la fama de Perzival ha llegado a la Corte de Arturo y, éste, quiere salir en busca
del mejor de sus caballeros -cosa que dijo de Perceval la doncella que no había
reído en siete años hasta que le vio-. Arturo hace el juramento de no dormir
dos noches en el mismo lugar hasta encontrarle. Esto significa sacar la
experiencia de lo cotidiano sin detenerse en ello. Porque como decía el poeta,
sólo debemos pasar por todo una vez, y ligero, siempre ligero, para que no se
acostumbre el pie a pisar el mismo suelo... Y mientras el rey le busca, Perzival
tiene una de sus más misteriosas y mágicas aventuras.
![]() |
Ilustración de Audubon, 1838 |
Perzival
caminaba sin rumbo por un camino nevado durante el frío invierno, cuando
observa como un halcón ataca a tres palomas en el aire. Tres gotas de sangre,
una de cada paloma, caen en la nieve delante de él. Al verlas, Perzival cae en
un profundo trance, pues aquello le recuerda de pronto a su amada Blancaflor.
En ese estado le encuentran algunos de los caballeros que Arturo había enviado
por delante. Uno de ellos, intenta sacarlo del trance por la fuerza y, sin
salir del trance, Perzival le derrota. Lo mismo le ocurre al Senescal de
Arturo, el que abofeteó a la doncella que se rió. Ahora, nuestro héroe, le
rompe la clavícula, con lo que venga la ofensa que éste había inferido a la
joven y que Perzival dijo que vengaría. Un tercer caballero, Galvan (otro que
alcanzará el Grial) le pide amablemente y con humildad que acuda donde está
Arturo, a lo que Perzival asiente.
Todo
esto ocurre mientras el sol ha derretido la nieve donde habían ciado las tres
gotas de sangre. Al mezclarse, han quedado reducida a una sola gota con lo que
Perzival sale del trance provocado por la visión de tan milagroso hecho.
Encontramos aquí un curioso simbolismo. Cuando los mitos, o los sueños, marcan
tan profundamente los números, es que partes muy, muy profundas del
inconsciente colectivo han sido activadas. ¿Recuerdan los cuatro símbolos
sagrados del castillo del grial? ¿O los cinco caballeros que Perzival vio por
primera vez? Ahora emerge el tres, acentuado por la sangre.
Mientras
el cuatro viene a simbolizar la
totalidad de la estructura psíquica para la paz, la integridad, lo pleno y la
tranquilidad; el tres es el número
que simboliza la urgencia, lo incompleto, la inquietud, el esfuerzo, el logro
de esa misma estructura psíquica. Perzival, que ya fue profundamente tocado por
el cuatro en el Castillo del Grial,
debe ahora hacer frente al tres de la
vida, el que se manifiesta en cada momento presente. Sus amores, su búsqueda
caballeresca, su lugar en la
Corte de Arturo, son los aconteceres mundanos que le reclaman.
Nadie puede regresar al Castillo del Grial a menos que haya recorrido su
sendero, en las dimensiones humanas de la vida.
Una
época delicada se precipita sobre uno cuando nuestra vida pasa a ser dominada
por el tres. Nos encontramos en la
obligación de vernos disminuidos al uno
o de elevarnos hasta el cuatro. El
estado de conciencia que representa el tres
es difícil de soportar durante mucho tiempo a causa de su intensidad y de la
compulsión que produce. Cuando nos encontramos ante un dilema que nos paraliza,
hay que embestir hacia adelante -hablo psíquicamente-, para volver a recuperar
la luz que emana del cuatro. Si sólo
deseamos sobrevivir, se producirá en nosotros una reducción hacia el estado de
conciencia que representa el uno. Y
como no se puede volver hacia atrás, sobrevivir es simplemente morir.
Jung
pasó los últimos años de su vida trabajando sobre este simbolismo del tres y el cuatro. Sentía que la
Humanidad estaba evolucionando desde el estado de consciencia
representado por el tres, hacia el que
podía representar el cuatro. Se
sintió profundamente esperanzado en 1948-49 cuando la Iglesia Católica
convirtió a María en el cuarto
elemento de la Trinidad. Sintió que
éste hecho completaba un ciclo: un ciclo cultural y un ciclo de civilización;
un ciclo que se completaba y cuyo proceso había producido tanta turbulencia,
conflicto y sufrimiento en el mundo.
Cuando
un símbolo emerge desde la profundidad del inconsciente a la consciencia, lo
hace con antelación a que tal hecho ocurra externamente; por ello, el que Jung
lo haya percibido nos indica que una nueva posibilidad de crecimiento se abre
ante nosotros. Esto no quiere decir que la obra esté ya realizada. Jung sentía
que la gran obra transformadora de cualquier hombre moderno, debería ser la de
expandir su conciencia a través de la evolución del tres al cuatro; es
decir, desde una conciencia centrada en el hacer, trabajar, transformar y
progresar externamente, hacia una conciencia basada en la paz, la calma y la
expresión del Ser.
El
meollo de este problema es que el cuatro
puede contener al tres, pero no al
revés: el tres no puede contener al cuatro.
Por ello, una persona con la elevada conciencia del cuatro es capaz de llevar a cabo todas las actividades de la vida,
pero ya no está atado a ellas. En cambio, una persona, en el mundo del tres, es incapaz de apreciar que hay
más allá de esa sufriente y compulsiva actividad diaria.
Vivimos
una época en la que, aparentemente, la conciencia del hombre camina desde una
visión trinitaria hacia una visión cuaternaria y de totalidad. Es esto una
manera posible y profunda de apreciar el caos externo en que nuestro mundo se
encuentra. Mucha gente sueña procesos en los que el tres se convierte en cuatro.
Esto indica que, psicológicamente, estamos atravesando una evolución de la conciencia
desde el preciso y científico orden de realidad creada por la conceptualización masculina, incluida la
visión trinitaria de Dios, hacia una visión cuaternaria que incluye lo femenino,
así como otros elementos difíciles de percibir desde la óptica de los viejos
valores.
Pareciera
que el propósito de la evolución psíquica y de la conciencia fuese el de ir reemplazando
una imagen estructural de perfección que se ha quedado antigua, por otra de
mayor plenitud y totalidad. La perfección
sugiere algo puro, algo que no tenga trabas, que carezca de puntos oscuros,
donde no existan áreas cuestionables. La plenitud incluye en si misma a la oscuridad y a la sombra, pero la proyecta desde una totalidad más luminosa y real,
más íntegra. Esta transformación alquímica es algo que provoca pavor, y el
interrogante que afronta es el de si la Humanidad será capaz de dar ese paso, de hacer
ese esfuerzo psíquico y si, con ello, ella misma va a crecer. Aunque la
realidad, preparados o no, nos guste contemplarla o no, seamos conscientes de
ello o no, es que nos encontramos en el centro de esa transmutación.
El Año
de María vino y se fue. Han pasado 50
años y la visión parece que ha tenido poco efecto inmediato en nuestras vidas,
al menos conscientemente. Pero si conseguimos ver ese extraordinario acontecimiento de una manera correcta, tal
vez, éste comience a tener efectos más profundos en nuestra psicología y en
nuestra vida cotidiana. ¿Se han preguntado, al margen de la parafernalia
externa que sobre esos fenómenos se levantan, el por qué de tantas apariciones
marianas en los últimos tiempos? ¿Qué significan esas imágenes arquetípicas en
nuestra vida y en nuestra evolución psíquica?
Cuando
se confiere dignidad y honra al cuarto
elemento, éste deja de ser un adversario temible. Una verdad psicológica se
vuelve negativa y destructiva sólo cuando se la excluye. Cuando algo nos
muestra su lado negativo, sólo necesitamos ampliar nuestra conciencia para que
esa negatividad tenga cabida en ella a fin de proporcionarle un lugar útil en
nuestra estructura vital.
El
hombre de occidente ha tenido miedo de mirar a la cara su lado femenino y lo ha reprimido como su lado
oscuro, sumergiéndolo cada vez más profundamente en el inconsciente, hasta
transformarlo en una horrible mujer, una bruja. Y esa visión oscura la ha proyectado
sobre la mujer y lo femenino. Mucho de la oscuridad que ha provocado este rechazo,
ha sido exorcizado por el fuego. Se estima que más de cuatro millones de
mujeres fueron quemadas en hogueras durante el auge de la Contrarreforma en
Europa.
Cuando
Perzival regresa a la Corte
de Arturo, se ve honrado como el más famoso caballero del mundo. Se hacen
grandes fiestas en su honor y, una vez más, Perzival se traba inocente e
inconscientemente en las consecuencias que todo hecho genera. ¡Claro que estos
atascos, siempre le han llevado a su próximo ciclo de desarrollo! Si no fuese
por este hecho venevolente del destino, todos los Perzival del mundo se habrían
convertido en estatuas de sal, en los desiertos de sus locuras interiores y se
habrían disuelto en el olvido. El Gran Archinecio de toda la Caballería Andante,
el Muy Famoso Hidalgo D. Quijote de la Mancha, es un ejemplo de como hay que realizar
este sublime viaje a través de lo que podríamos llamar una "racional insensatez".
![]() |
La duquesa fea (1513) pintado por Quentin Massys. |
Las
fiestas duran, no podría ser de otro modo, tres días. Y en el momento de su
mayor apogeo, surge en medio de ellas la más horrenda y abominable mujer que
han visto los tiempos; una aparición que ensombrece la celebración. Tan
horripilante personaje monta una vieja y decrépita mula. Chretien de Tryes
describe a la horrible abominación como:
"oscura, peinada con dos trenzas, hierro negro eran sus manos y sus uñas. Sus ojos cerrados, eran pequeños como los de una rata; su nariz era como de simio o de gato; sus labios, como de asno y toro. Barba tenía, pecho y espalda jorobados. Jamás se había visto en la Corte una doncella así."
La
misión de la Sombra
es representar el otro lado de la moneda. Ella comienza a enumerar todos los
pecados cometidos por Perzival y, el peor de ellos, su fracaso en formular la
pregunta sanadora. Perceval queda humillado y silencioso ante la Corte que sólo un momento
antes lo ensalzaba hasta el cielo. Con la precisión de un eclipse, la espantosa
abominación, la horrenda doncella, puede irrumpir en la vida de un hombre,
justo cuando él ha llegado a la cumbre de sus logros.
Existe
una extraña correspondencia entre la realización espiritual de un hombre y el poder
que la Oscura Mujer
ejerce sobre su vida. La Ley
del Péndulo que mueve la energía, dice que cuanto mayor es la gloria alcanzada,
mayor será el vacío que se abra para ser colmado con sufrimiento y humillación.
La cantidad de fama y adulación que uno recibe en el mundo exterior parece
determinar el sentido de nuestro fracaso y la insignificancia que la horrible
bruja aprieta entre sus oscuras manos de hierro. Se podría igualmente
conjeturar que la propia autorrealización, sería la mejor protección para evitar
el sufrimiento que la visión de nuestra propia insignificancia nos produce; en
la realidad, ese dolor y ese sufrimiento son los que hacen presa de nuestro
ánimo.
El
único ser capaz de formular las preguntas incontestables sobre el valor y el
significado de la vida es el hombre realizado. Y cuando creemos haber alcanzado
ese estado, he aquí que la pavorosa dama surge de pronto y cuestiona nuestra realización.
La mística occidental ha llamado a éste hecho "La noche oscura del
alma", algo que surge en la mitad de la noche, a las dos o las tres de la
madrugada. Porque es en la mitad de nuestra noche cuando aparece la duda de la que
tan horrible abominación es portadora.
La duda
y su inseparable compañera la desesperación. La desmontadora de sueños, la demoledora
de castillos ilusorios, la que nos visita cuando promediamos nuestra vida. En
ese momento, el salvador de vidas de la heroicidad caballeresca, ha
desaparecido de nuestra interioridad, y preguntas incontestables acuden a
nuestra mente produciendo una inundación. ¿De qué ha servido todo esto? ¿De qué
sirve ir a trabajar todos los días? ¿Dónde está el lado claro de esa actividad
que arrastramos pesadamente como si fuese una gruesa cadena? ¿Por qué me
abandonó mi mujer? ¿Por qué mis hijos son tan problemáticos? ¿Por qué nada
parece funcionar, ahora que las cosas parecían ir bien? De pronto, todo ha
perdido su significado. Esta pérdida de sentido es la obra de la Abominable y Horrible
Doncella.
El regreso al Castillo del Grial supone un nuevo encuentro con el Ánima,
lo que supone una nueva ampliación de su consciencia. Es a través del Ánima
como Perzival sabrá como fue herido el Rey Pescador: durante una batalla y por
un venablo quedó incapacitado; de ahí que la pesca en el foso del castillo
sea su único entretenimiento. De ahí su nombre. El pez fue un símbolo de
Cristo para los primeros cristianos, y también un símbolo de la Era de Picis. En un pasado más
remoto, el dios-hombre-pez sumerio llamado Oanes, entregó el “Conocimiento” al
los hombres. Al vivir en lo profundo de las aguas, se nos muestra como una
proyección del inconsciente que al emerger, aporta sabiduría, conocimiento e
impulso salvador (consciente).
La enfermedad del Rey es la que ha provocado el surgimiento del
conflicto al no poder mantener unidas la polaridad masculino-femenino en si mismo. Ello
provoca la devastación del reino (interno y externo), una interrupción de la su vida anímica. Y,
aunque se espera, la renovación no llega. A nivel psicológico, la procesión de
las reliquias sugieren la posibilidad de un desarrollo ulterior. Pero de
momento, al permanecer ocultas, provocan un estado de carencia y enfermedad. A
pesar de que el Rey Pescador parece simbolizar un prototipo, el del hombre
cristiano medieval, no se debe obviar que también representa al hombre de otros
ámbitos culturales.
A estas
alturas de la vida de un hombre, si es que su proceso ha llegado tan lejos, existe
en él la urgencia de encontrar una nueva y hermosa doncella. Como en la
"Historia Interminable" hay que darle un nuevo nombre a la Reina de
Fantasía para librarla del ataque de la Sombra o de la Nada; es decir, hemos de darle un nuevo rostro a
la imagen de nuestra Ánima a fin de que nos proteja de la abominación que se
proyecta desde nuestro interior en forma de duda. Les recuerdo que esto no es
algo que haya que tomarse literalmente, no es algo externo, aunque tendamos a
proyectarlo y darle una realización exterior. Es algo interno, psicológico.
Hablamos de psicología profunda, nos referimos al lado oscuro del ánima, un
ánima cuya imagen nunca deberemos proyectar al exterior.
Darle
un nuevo rostro a la imagen del Ánima no es posible mientras primero no hagamos
las paces con nuestro lado oscuro y tenebroso, mientras no perdonemos nuestras
deudas internas, porque nadie nos va a sacar de esa noche oscura a no ser nosotros
mismos. La única posibilidad de ayuda externa que podría existir es muy difícil
de encontrar, pues hay muy pocas mujeres que no estén conflictuadas también con
su lado interno masculino, con su "Ánimus".
Dice el psicólogo jungiano, Robert A. Johnson que se necesitaría una mujer, tan íntegra y completa internamente, que pudiera mantenerse quieta ante su hombre cuando éste atraviesa esa oscura fase. Una mujer que no salga huyendo cuando el hombre se ensimisma en su dolor y, tal vez, proyecte el lado oscuro de su parte femenina. La integridad de una mujer así le protegería de su proyección y le permitiría encontrar el nuevo semblante que necesita su lado femenino. Es el mayor acto de amor y entrega que una mujer puede hacer para el hombre al que quiere. Esa calma especial, mágica, de estar allí, es el milagro que lo femenino hace por servir al Espíritu. Sería la suma realización de ambos. Pero como digo, desgraciadamente, las mujeres de nuestra cultura, a las que amamos con la misma incomprensión de su realidad, como ellas tienen de los hombres a los que también aman y por cuyo amor también sufren, al estar conflictuadas con lo masculino, son incapaces de comprender lo que les sucede a sus hombres, y los vínculos se rompen.
El
resultado de tanta incomprensión es ese terrible dolor que se produce en la
mitad de la noche de ambos. Un guía de los que en el otro lado nos asisten,
nos dijo que una mujer debe aprender a caminar sobre el fango de esta oscura noche,
sabiendo que su resplandeciente morada interior no sería manchada. Se estaba
refiriendo a éste proceso.
En la época en que vivimos,
donde todo es evasión de lo esencial, donde se buscan ilusorias tranquilidades
a cualquier precio, la opinión general es que la etapa de la Terrible Doncella
debe ser evitada y tratada como una enfermedad que hay que curar a base de
pastillas o de flores de Basch. Para el caso es lo mismo. Los psiquiatras y los presuntos sanadores de la New Age, aún no han comprendido
que abolir la oscuridad es esterilizar las oportunidades que tenemos para
evolucionar, oportunidad que esa oscuridad nos trae; pero también puede esterilizarnos
si permanecemos mucho tiempo en la oscuridad.
La Abominable Doncella pone la Corte de Arturo, es decir,
nuestra vida, patas arriba. Su acción hace que de inicio un profundo e
importante acto de individuación en nuestro proceso interior. Distribuye tareas
para cada uno de los caballeros de la
Corte y cada tarea es una búsqueda individual para cada
caballero. Antes de éste momento, todas las tareas eran comunales, los
caballeros andaban en grupos, o por lo menos a pares para luchar contra
dragones, desfacer entuertos o rescatar hermosas doncellas asediando lúgubres
castillos. Pero una vez que la Horrible Abominación ha asestado su golpe fatal,
todos los trabajos se vuelven individuales y únicos. Cada caballero ha de
caminar sólo, encontrar su propio sendero, asumir su propia pregunta, en una
batalla solitaria. Es el fin de las soluciones colectivas. Y, una ves más,
insisto: todo esto es interior, un proceso psicológico que hay que vivir internamente.
Este cambio de actitud básica es la respuesta funcional que da la realidad psíquica a la desesperación y al sufrimiento que ha traído la Horrible Dama. Cuando un hombre sabe que está sólo -sólo en su interioridad-, que es un ser único y que anda tras una incógnita solitaria, podrá emerger de esa oscuridad. Todo ese sufrimiento que surge de la comparación externa, es algo que no podemos evitar, hasta que aceptamos la soledad de nuestro viaje interior y recorremos ese nivel de la conciencia en el que las cosas simplemente son.
En éste
ámbito no existe felicidad o infelicidad en el sentido corriente; solo existe
ensimismamiento, y un sabor amargo en la boca que la Sombra nos ha hecho como
regalo. En cierta forma es un bello don, que sólo la Horrible Dama puede hacernos. “El
sufrimiento -dijo alguien- es la más veloz cabalgadura hacia la redención.”
Aceptar éste regalo es
aceptar una nueva visión sobre la naturaleza del problema, un trabajo para la
segunda mitad de la vida. De este regalo Perzival aprende que a partir de ese
momento, su tarea interior es volver a encontrar, por segunda vez, el Castillo
del Grial. Así es que se juramenta para no dormir dos veces en la misma cama hasta
encontrarlo, es decir, no dejarse seducir dos veces por un mismo sueño ilusorio.
La Horrible Doncella le recuerda a los caballeros
de la Corte que
la búsqueda del Grial requiere de la castidad de los caballeros. Dicho esto, se
aleja cojeando. Una vez más: la castidad a la que se refiere el mito y que se
requiere para esta empresa, no tiene nada que ver con las relaciones sexuales
que se puedan tener. Estas tienen sus propias reglas y necesitan de su propia
inteligencia para manejarlas. La castidad a la que hace referencia el mito para
buscar el Grial, hace referencia a no seducir ni ser seducido por nuestra mujer
interior, por el estado de nuestro ánimo, por nuestra Ánima, el lado femenino
del hombre.
El mito
cuenta como muchos caballeros -es decir, muchas de nuestras tendencias internas,
fracasan-. Sólo el caballero Perzival, esa conciencia fiel a la búsqueda,
logrará salir triunfante. No se trata de perfección. Se trata de conciencia y
de fe, es decir, Sabiduría, Sophía.
Los
largos años que Perzival -el mito dice que veinte- ha dedicado a sus aventuras
caballerescas, como cualquier hombre, hacen que éste se llene de amargura y de
desilusión. La distancia entre él y su amada Blancaflor crece más y más,
incluso hasta olvida por qué ciñe espada. Son años estériles para un hombre que
entra en la mediana edad. Incluso cada vez tiene menos comprensión para darse
cuenta de por qué actúa así, o para buscar una respuesta sobre el significado
de la vida.
Hasta
que un día, Perceval se encuentra con una banda de andrajosos peregrinos que
deambulan por los caminos. Uno de ellos le increpa por ir vestido con armadura
completa en el día de Nuestro Señor y le invita a ir con ellos a la ermita que
hay en el bosque para confesarse y celebrar el Domingo de Pascua. Perzival despierta
de pronto de su ensoñación, de su inercia y se marcha con los peregrinos.
El
ermitaño -lo encontramos también en el Tarot- es esa imagen arquetípica que nos
señala el aspecto introvertido de nuestra naturaleza; una imagen que ha estado
aguardando y acumulando energía en algún remoto rincón de nuestra profundidad
psíquica a la espera de su oportunidad. Mientras nuestra parte extrovertida
dominó la primera mitad de la vida, y es correcto que así sea, hay que
comprender cuando esa etapa ha terminado y ha completado su ciclo
conduciéndonos a la parte más valiosa de nuestra travesía vital. Es entonces
cuando uno debe consultar con el ermitaño
interior para dar el paso siguiente.
El
hombre actual, generalmente, es llevado a esta etapa de introversión a través
de alguna enfermedad, un accidente, o una experiencia paralizante de cualquier clase.
El ermitaño nos servirá bien si le abordamos con honra y dignidad, voluntaria y
libremente. Pero habrá poca dignidad si es la vida la que nos empuja a su
territorio a través de una enfermedad o un accidente. Sea cual sea la manera
como nos acerquemos a él, seremos atrapados por esa imagen psíquica en algún
momento de la mitad de nuestra vida, y podemos hacerlo con dignidad o sin ella.
La
comprensión de éste hecho debe llevarnos a tratar bien a nuestro ermitaño
interior, o a aquel amigo que por su naturaleza tiene fama de ermitaño. Incluso
alguien puede tener un hijo que ha nacido ermitaño. No debe empujársele violentamente
a vivir las experiencias del Caballero Rojo. Déjenlo que encuentre su camino
por el interior del bosque.
Cuando
Perzival entra en el bosque con el ermitaño, vuelve a vivir una experiencia muy
parecida a la de la
Abominable Dama. El ermitaño le regaña, con su clarividente
cualidad y le enumera la larga lista de sus fracasos. Una vez más, el peor
de todos es haber fallado en no haber formulado la pregunta sanadora cuando
estuvo en el Castillo del Grial. Aunque después de amonestarle, el ermitaño se
vuelve gentil con Perzival y le lleva de nuevo al camino diciéndole lo que ha
de hacer: “caminar un trecho, torcer
luego a la izquierda y cruzar el puente levadizo.” El Castillo del Grial,
lo hemos repetido muchas veces, está siempre muy cerca, y se abre fácilmente
para el adolescente, aunque no tan fácilmente para el hombre maduro.
Llegados
a éste punto, "El Cuento del
Grial" de Chretien de Troyes se detiene. Nunca sabremos por que lo
dejó inacabado. Tal vez porque desde su inconsciente no tenía nada más que
decir. Este Gran Mito de Occidente había llegado tan lejos en su evolución que
su autor tal vez tuvo la humildad de detenerse cuando sus imágenes internas se
detuvieron. De hecho, desde entonces, el mito ha evolucionado muy poco,
colectivamente hablando. Aún está inconcluso para nosotros; pero hay un hecho
cierto: aún está lleno de poder y pide que se prosiga hasta su consecución.
Sólo tenemos que interiorizar la historia y seguir adelante, pues cada hombre
de Occidente es Perzival, y su travesía es la nuestra.
Después
de Chretien de Troyes hubo otros autores que trataron de concluir la historia.
En una de esas continuaciones vemos a Perzival entrar por segunda vez en el
Castillo del Grial, después de haber bajado
por el camino, torcido a la izquierda y atravesar el puente levadizo para
poder formular, esta vez si, la pregunta sanadora: ¿A quién sirve el Grial?
En esencia, la pregunta es la más importante y profunda que mortal alguno pueda formular jamás. ¿Cuál es el centro de gravedad de nuestra persona? ¿Cuál es el centro que da significado a nuestra vida? Cuando los hombres hoy son interrogados así, en esos términos comprensibles para nosotros, suelen contestar: "Yo soy el centro de mi vida", "yo trabajo para mejorar mi vida", "yo me esfuerzo para alcanzar una meta", "yo estoy haciendo algo conmigo mismo", "yo medito para alcanzar la felicidad". Todo lo cual equivale a decir: ¡Quiero que el Grial me sirva a mí!
Es
decir, que a este Cuerno de la Abundancia, a esta
inmensa Fuente de lo Femenino que
concreta todo lo material del planeta -el aire, el mar, los animales, el
petróleo, los bosques, los minerales del subsuelo y todo lo que la Tierra produce- le pedimos
que nos sirva, que se ponga a nuestro servicio. Pero tan pronto como se formula
la pregunta, llega, reverberando por todos los rincones del Castillo la
respuesta del Grial: ¡EL GRIAL SIRVE AL
REY DEL GRIAL!
¿Y quién es el Rey del
Grial? ¿Quién es el Rey Pescador? La respuesta es tan enigmática como la
pregunta, aunque lo que en realidad significa es que la Vida, la Naturaleza, lo
Femenino, el Grial, sirve al Espíritu,
al que Jung llamaba el "Si-Mismo",
aquello que es más grande que el "yo
mismo".
Jung
nos habla en su proceso de individuación,
como la personalidad, a través de su proceso vital, debe recogerse desde el
nivel del ego hasta el nivel del "Si-Mismo".
Debe menguar. Él vio que este proceso era la finalidad de la vida de un hombre
y el núcleo del significado de toda empresa humana. Cuando Perzival comprende
que él ya no es el centro del Universo, ni siquiera es el centro de su pequeño
reino personal, se libera de su alienación y el Grial se le ofrece.
Y algo
aún más sorprendente: el herido Rey Pescador, sana de su herida, y recupera su
poder creador. Porque Él, el Espíritu, es el verdadero monarca del Reino y
habita en el centro de lo Femenino, en el Castillo del Grial. Vive sólo en la Hostia y en el Cáliz.
Cuando estemos preparados para ello y cumplamos con nuestro deber de hacer una
pregunta coherente, podremos escuchar lo que emana de ese centro sagrado y,
ello, nos volverá más humildes.
El mito
del Grial nos dice que el objetivo de la vida no es alcanzar una ilusa
felicidad, sino servir al Espíritu haciéndose uno con el Grial, con lo
Femenino. Si lo entendemos, y desechamos la narcisista idea de que el significado
de la vida es conseguir bienestar y felicidad personal, entonces, uno descubre
que el Grial y el Espíritu a quien éste sirve, están en uno.
Cuando
le pedimos al Grial que nos de felicidad, el propio pedido impide la felicidad.
Pero si como Caballeros del Grial nos ponemos a su servicio y al de su Rey,
descubriremos que cuanto sucede y la felicidad son la misma cosa. Algo que
hemos llamado Iluminación.
En este Año de Nuestro Señor
de 1998, estamos apenas comenzando a formular la pregunta del Grial: ¿Tenemos
derecho a talar los árboles, a desertizar el suelo, a despoblar de vida este
planeta? La respuesta está comenzando a verse en forma clara, pues las primeras
y balbuceantes sílabas de nuestra pregunta ya son audibles... Confío en que
podamos terminar de formular la pregunta, si somos capaces de escuchar el
mensaje de éste viejo relato sobre un idiota inocente, que camina tropezando en
busca del Grial.
El Gran
Páramo es un símbolo de la muerte (herida) del Espíritu, de la pérdida de su
poder generador en la especie humana, y el objetivo máximo de la Búsqueda de los Caballeros
del Grial es restablecer el Paraíso.
El mito de un paraíso, el una Edad de Oro, donde todos los seres viven en
armonía con la Naturaleza
y el Universo, aparece en todas las culturas. La pulsión que nos agita a ir en
su búsqueda, es una de las razones por la que nuestra conciencia progresa,
sobre todo, cuando intentamos impulsar nuestro herido poder generador hacia la
cordura y poner, de esta manera, fin al páramo.
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¿Y por qué no pueder ser el Grial? |
Como el
Tao, como el Zen, el Grial es una vasija llena de Nada, aunque es el principio de la receptividad, por ello puede ser
todas las cosas para todos los hombres. A todos alimenta. ¿No creen que ha
llegado la hora de echar una mirada al vacío interior de ese vaso sagrado que,
como en la película 2.001, cuando el solitario astronauta se encuentra ante el
monolito, sólo puede exclamar: ¡ESTÁ
LLENO DE ESTRELLAS!
F I N
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