sábado, 1 de marzo de 2014

11 Viaje a Bolivia y Perú (Agosto 2.013)



 Viaje a Bolivia y Perú
-Del 17 de Agosto al 1 de Septiembre-

(Una visión personal)

(Continuación)


Visita a "El Fuerte" de Samaipata (3)

En la introducción a este relato de mi viaje a Bolivia y Perú comenté que aunque en la vida cotidiana uno obvía estas cosas (todo lo que acabo de explicar en el artículo anterior), mi conciencia se sitúa ante lo que observo como si fuera una conciencia ampliada, aunque este no sea realmente el término adecuado para lo que me acontece, sino que toda mi realidad, constituida por toda la memoria de mi pasado personal, mis sensaciones, conocimientos, etc., interactúa con lo que estoy viendo en este momento que es el Fuerte de Samaipata; el resultado de ello es todo lo que he intentado que vean, junto conmigo, mientras se mezclaba en mi mente a lo largo de las dos o tres horas que estuve allí. Por ello, este relato está contado en presente, aunque luego yo haya necesitado bastante tiempo para reconstruirlo literaria y gráficamente como lo ven ahora.
(...)

Aclarado esto, continuo con el recorrido acompañado de Edwin y Cecilo, el guía.
 
Habíamos entrado por el centro de recepción, en el plano a la derecha del primer lugar de descanso (1) después de una fuerte subida como ya comenté; seguimos ascendiendo hasta el lugar de descanso o paradero (2); luego, siguiendo la vereda en curva nos dirigimos hacia el mirador 1 (3) donde saqué las primera fotografías de la roca y la contemplé por primera vez al natural; continuamos hasta el mirador 2 (4) desde donde ya más cerca y con una vista más completa pasaron por mi mente todo lo relatado en las dos partes anteriores de esta visita. Ahora, aún desde encima del mirador 2, que recorremos a lo largo, puedo contemplar lo que hay al lado sur de la roca, pues como ya señalé tiene la orientación Este-Oeste.
 Desde el mirador 2 (4), más bajo, ya no se ve la roca en su parte superior, pero si se pueden apreciar los detalles de los trabajos llevados a cabo en sus pendientes, sobre todo en la pendiente suroeste. Todo parece muy desgastado. En su momento debió ofrecer un dibujo más claro de los cortes verticales y horizontales realizados en la roca.
Cecilio, el guía, me comenta que la primera referencia a Samaipata se encuentra en una “Probanza” de Capac Ayllu (1569) que cuenta como se llevó a cabo la conquista del Oriente Boliviano donde se dice: “…y así salieron a e hicieron muchas fortalezas en el mismo Pocona… y puso en toda fortale[za]s muchos indios de diversas para que guardasen la dicha fortaleza y frontera a donde dexo muchos indios orexones…”
- Pero la fuente más detallada -me dice- es la “Relación” del padre Diego Felipe de Alcaya (1605). Según cuenta la “Relación”, el Inka Wayna Capac (1493-1525), encargó a un familiar llamado Wancane la conquista de los territorios que hoy formen los valles cruceños y las llanuras del Grigotá. Cuando llegó a las tierras que controlaban los Chané (ya he comentado antes que eran un gruopo amazónico que hablaba Arawak), y establecieron una alianza con Grigotá quien fundo un reino fronterizo entre el Kollasuyo y el Antisullo, que sería en actual El Fuerte.
- Creo que también llegaron guaranies procedentes del Sur. -Le comento.
- Si, fue entre 1520 0 1522, estaban dirigidos por un aventurero portugués llamado Ajejo García, que llegaron a El Fuerte y a la región con la pretensión de robar la “Montaña de Oro”, matando a los dos hombres incluido e hicieron prisionero a su rey Huancané.
-¿Montaña de oro? -Le pregunto.
- Si. -Me dice.- Una mina; pero al parecer, y según la crónica, los mineros que ya habían sido avisados del ataque, escondieron el oro extraído y taponar la entrada de la mina. Grigotá y parte de su ejército lograron escapar y más tarde los derrotaron, enviando al grupo guaraní al Cuzco. Segúan el cronista Alcaya, Wayna Kapac los sacrificó desnudos en las heladas cumbres que rodeaban la ciudad; él fue el que les dio el nombre de “chiriguanos”, una palabra quechua “chiri” significa frío y “wañushka” significa muerto, es decir “muertos de frío”. Luego, los conquistadores españoles también ocuparon el lugar, y seguramente a ellos se debe el nombre de El Fuerte.
Una parte de la ladera suroeste se encuentra cubierta por un chamizo de paja, pero desde donde estamos no se puede ver que es lo que protege, así que seguimos caminando por la pasarela elevada hasta que llegamos frente al chamizo y pudemos ver que cubría una serie de oquedades talladas en la roca, unas tenían forma cuadrada y  otras rectangular, parecidas a puertas que no conducen a ninguna parte, o grandes horaninas de imprecisa finalidad, como se puede apreciar en las fotografías siguientes. Además de las hornacinas, de distintos tamaños, se aprecian restos de muros, como si estas hubieran estado en el interior de algún recinto. Seguramente están realizando excavaciones y el chamizo es para protegerse del viento y la lluvia.
Cecilio me informa que entre el 800 al 1.300 d.d.C. los Mojocoyas y los Chanés ocuparon este lugar; y, con posterioridad, llegaron los guaraníes y hacia el 1350 y durante apenas cien años fue la frontera sur del Imperio Inca. Después de la Conquista, durante la Colonia fue un asentamiento español.
- ¿Y quién construyó esto, quién labró la roca? -Le pregunto a Cecilio.
- Todos opinan que como los pueblos amazónicos [Mojocoyas y Chanés] llegaron primero, ellos lo hicieron; luego, los guaraníes y los incas la usaron como centro ceremonial.
- ¿Pero existen evidencias arqueológicas de que estos pueblos lo hicieron?
- Hay evidencias arqueológicas de un poblamiento anterior a los incas, tanto en las inmediaciones de la roca como al sur del valle donde aparecieron los huecos donde estuvieron clavado los postes de las casas. Asociado con este material apareció cerámica que por su factura y decoración pertenece a pueblos amazónicos.
- O sea, que se asume así por las buenas que la roca y la evidencia de cerámica y restos de chozas están relacionadas.
- Si. Y que la roca era un centro religiosos a cuyo alrededor se asentó una población.
- Y a esto se debe que se le considere pre-inca, si no se lo habrían atribuido a los incas como han hecho con tantas otras cosas. En realidad, los incas se apoderaron de esto por la fuerza, como muestran las crónicas, adaptándolo a su propio esquema religioso, con lo que la finalidad que hubiera podido tener, se perdió. -Le comento.
- Y como se aprecia en esos nichos-hornacinas que tenemos ahí en frente y muchos más que veremos más adelante, en los flancos sur y norte de la roca. -Me dice.
 
- Los arqueólogos creen que fue un asentamiento político-religioso que se mantuvo durante mucho tiempo y por diversas culturas, pues los restos de cerámicas más antiguos son del 300 a.d.C. -Me dice Cecilio.
- Pero antes me has dicho que los Mojocoyas y Chanés ocuparon este lugar hacia entre el 800 d.d.C. -Le comento.
- Si, pero esta cerámica Mojocoya está fechada en el 300 a.d.C., por ello se piensa que fueron ellos los que comenzaron a modelar la roca. -Me responde.
No sabría definirlo pero, a pesar de las dataciones, que no pongo en duda, algo en mi, una especie de intuición, me dice que la roca y tallado con su funcionalidad original no es la obra de ninguno de estos pueblos. Me callo, y no le comento a Cecilio mi impresión. Me digo a mi mismo que cuando vuelva a Tenerife buscaré más información.
- ¿Y esas hornacinas o nichos quién las construyó?. Le pregunto.
- Fueron los Incas. -Me dice.
- ¿Seguro? ¿Cómo lo saben?
- Por su diseño y orientación hacia el sur.
- Puede ser verdad, ahora que caigo. Se encuentran enfrentadas al recorrido del Sol, no solo a lo largo del día, sino a lo largo del año. Debían ser marcadores de determinadas fechas según la altura que iba tomando el Sol a lo largo del año. Además hay hornacinas parecidas en Perú.
 
Antes de que terminemos el recorrido por la plataforma, le digo a Cecilio que si no le importa hacernos una fotografía a Edwin y a mí, teniendo la roca al fondo. Así que aquí queda para la posteridad y como constancia de que estuve aquí.
Andador mirando al Este.
Andador mirando al Oeste.
Andador visto desde abajo.
En las fotografías anteriores, el camino recorrido y el que nos quedaba por recorrer del andador elevado que discurre frente a la cara sur de la roca. Cuando descendimos hice otra fotografía desde abajo del andador.
 
Ruinas de casas.
Entre el mirador largo y la roca tallada se ven una ruinas que han sido excavadas y reordenadas. Le pregunto a Cecilio que si son ruinas incas.
- Si, son incas -me dice-, la mayor parte de la cara sur de la roca tallada estuvo formada por una serie de unos cinco templos y, hacia el exterior se situó el área residencial y administrativa. También se conservan los restos de una casa española.
En efecto, un cartel delante de los cimientos de lo que en su día fue una casa, lo indica.
Casa española.
- Se trata de una edificación que, según los que la han excavado, se corresponde con el estilo de casa que los españoles construían en estas tierras.
- ¿Y cuál es el estilo? -Le pregunto.
- Porque tenía la forma de media hache y un patio central. Durante la excavación se encontraron en su interior utensilios españoles. Piensan que para construirla tuvieron que derribar alguna construcción inca.
Más horancinas y huecos tallados en la roca.
Desde esta posición se pueden contemplar todo el tallado de la cara sur de la roca. Sobre su finalidad, todo son especulaciones, aunque dado que como para los incas (al parecer ellos tallaron gran parte de esta cara sur) el Sol era lo importante, y este hacía su recorrido anual y diario alumbrando esta cara, pues es probable que tuviera una finalidad solar. En la última foto, arriba, se puede apreciar el muro construido por los incas.
Vista panorámica.
Caminamos siguiendo un sendero (ver mapa anterior) hacia donde hay otras construcciones que según Cecilio forman un conjunto habitacional (6), fotografía superior abajo a la izquierda.
 
Akllawasi.
Conducción subterránea de agua.
Más adelante llegamos al Paradero 3 (7) donde se encuentra una construcción llamada Akllawasi (Fotos de arriba).
- ¿Qué significa Akllawasi? -Le pregunto a Cecilio.
- Significa “Casa de las acogidas”. Doce estructuras habitacionales para monjas.
- ¿Monjas?
- Si, mujeres que cumplían diversas funciones dentro de estructura social inca: esposas de jefes, intercambios para sellar las alianzas con otros pueblos, sacrificios, trabajos artesanales… Ahora aparece ya restaurado.
Cecilio nos muestra también una conducción de agua cubierta por losas de piedra; levanta una de ellas para mostrárnosla introduciendo la mano en el hueco.
Cecilio ante un cartel que dice "Terraza agrícola".
Lo que ven ahí -dice Cecilio, señalando una estructura alargada con ocho entradas, de espaldas a ella y a un cartel que dice que nos encontramos en una terraza de cultivo- es la Kallanka (8), un centro de administración. Tiene 65 metros de largo, por 15 de ancho y unos 12 metros de altura. Hay ocho entradas en el frente y una más en la parte trasera. Se encuentra frente a una plaza de una hectárea de diamétro. Los arqueólogos la han llamado “Plaza de las tres culturas” en referencia a las ocupaciones preincaicas, incas y españolas.
- ¡Muy originales ellos! -Comento no muy alto.- Eso ya se les ocurrió a los mexicanos que llamaron así a la plaza de Tlatelolco.
- A su lado hay otro edificio más pequeño donde se cree que se guardaban los utensilios de los guardias.
Camino que conduce a la Chinkana
Chinkana.
Desde la Kallanka, un sendero nos lleva hasta un gran orificio en el suelo que Cecilio dice que es una “Chinkana” (9). La Chinkana es un túnel o galería subterráneo que al parecer existen en los lugares más importantes del territorio ocupado por el Imperio Inca. Aunque se le atribuye a ellos su construcción, nadie sabe quien los construyó. Permanecen serrados y se encuentra rodeados de fábulas y leyendas, entre ellas que estos túneles o galerías formaban una extensa red subterránea que comunicaban los lugares importantes del antiguo imperio inca. Se considera que son las entradas al Uku Pacha o Mundo de Abajo donde según las leyendas moran los seres sabios y los antepasados.
- ¿Y se sabe a donde conduce? -Le pregunto a Cecilio.
- En 1945, el arqueólogo Leo Pucher [fue director del Museo de San Francisco Xavier de Chuquisaca] habla de ella. Pero fue en 1911 que el Barón Von Nordnskiold, que visito El Fuerte la hizo limpiar llegando hasta 15 m. de profundidad donde creyó que había llegado al fondo, aunque las gentes de por aquí dicen que tiene más de 30 m. El Barón dijo que había sido construida en forma de espiral, semejante a la concha de un caracol. Algunos piensan que reproduce la forma de una serpiente simbólica que surge del interior de la Pachamama.
Ingreso a la chinkana de Rumiwasi.
Una leyenda de este lugar cuenta que el agujero es la boca de un sapo que vomita fuego por ella; otra que es la boca de una Gran Serpiente (Yoporojobobo) que custodia en su interior los secretos de los incas; los más serios cuentan que es la entrada a un largo túnel con múltiples ramificaciones subterráneas que se conectan con Tiahuanaco, la Isla del Sol en el Titicaca y el templo del Coricancha en Cuzco.

Sector habitacional y paseo ecológico.
Una vez vista la Chincana, volvimos para atrás, regresando al sendero principal y recorremos los puntos marcados en el mapa del circuito como (10) llamada “Área comercial” (en realidad un puesto cutre de artesanías poco llamativas) y (11) un “Sendero ecológico” que nos llevó hasta (12) más ruinas que el plano llama “Sector habitacional”.
Casa de vigilancia.
Ascendemos por una especie de escalones de troncos, para evitar los resbalones y llegamos a otra pequeña ruina llamada “Casa de vigilancia” (13).
 
 

Desde la “Casa de Vigilancia” se puede ver bien la punta Este, redondeada, de la Gran Roca tallada. En la vertiente noreste está coronada por un muro que levantaron los incas como puede apreciarse en las fotografía de arriba.
Templo de las cinco hornacinas.
Desde la “Casa de vigilancia”, nos dirigimos hacia el lado noreste de la roca tomando un pequeño desvío hasta llegar a un andador de madera que nos llevará hasta el punto (14) llamado “Templo de las cinco hornacinas”. Cecilio comenta que es de construcción inca y que de él solo quedan las cinco hornacinas, pero que era un templo cubierto. Le pregunto que cual era la finalidad de las hornacinas y me explica que servían para poner las huacas (momias) de los antepasados o las representaciones de los dioses. Las hornacinas, semejantes a las de la otra cara, aparecen excavadas en la roca.


Dese el otro extremo de la plataforma tomo las últimas fotografías de la roca conocida como El Fuerte, y veo el camino que aún nos queda por recorrer hasta llegar al “Centro de Admisión” por donde entramos. Para ello, hay que desandar toda la plataforma y retomar el sendero que nos lleva a la salida del recinto y desde allí hasta el coche que nos espera en el Centro de Admisión.
Reconstrucción idealizada de la roca.
En folleto que tengo en la mano y que me entregaron en el Museo de Samaipata, recoge una visión “oficialista” un tanto confusa. Hace hincapié en que su función es la de ser un centro ceremonial y administrativo habiéndose erigido como “…el prototipo de arquitectura y arte rupestre de mayor impacto en el continente Americano…”; luego habla de sus características físicas y de los símbolos y formas que se encuentran tallados en la roca que “…debió requerir la presencia de muchos especialistas, no solo por el tallado, sino por los conocimientos de ingeniería y arquitectura magistralmente plasmados.”
Albert Meyers.
Recuerdo haber leído hace tiempo trabajos de un antropólogo y arqueólogo alemán, de la universidad de Bon, llamado Albert Meyers, aunque esos trabajos se referían a la arqueología y cultura Inca. Me hago el propósito de que esta noche, cuando regrese al hotel, buscar en Internet haber si este arqueólogo dice algo sobre El Fuerte de Samaipata.
 
Primeras páginas del Boletin del SIARB y del XII Congreso Nacional...
 Encontré tres trabajos que, aunque antiguos, podían servirme para ver cual era la interpretación académica sobre El Fuerte de Samaipata. En el Boletín Nº 7 del SIARB (Sociedad de investigación del Arte Rupestre Boliviano), Había un trabajo de meyers titulado “Trabajos arqueológicos en Samaipata, Bolivia. Primera temporada 1922; en el Nº 12 del mismo Boletín otro trabajo que trataba sobre “Las campañas arqueológicas en Samaipata. 1994-96”, también de Meters; y, por último, en el tomo I de las Actas del XII Congreso de Arqueología Argentina, su exposición a dicho congreso titulada “Reflexiones acerca de la periodización de la cultura Inka: perspectivas desde Samaipata, Oriente de Bolivia”.
 
Fotografías y esquemas incluidos en los artículos.
Lo que recogen estos artículos e informes son el resultado de la limpieza que se hizo de la roca sobre la vegetación y plantas que la cubrían y de las excavaciones que se hicieron en las plataformas y áreas aledañas. Se demarcó el área a excavar en sectores y se procedió a la excavación. El sector II, por ejemplo, situado al sur de la roca y del sistema de terrazas, puso de manifiesto que existían cinco fases de edificación. En fin, y para no aburrirles, algunas de las conclusiones a las que llegó Albert Meyers son: “…en la parte sur de la roca tallada de Samaipata existen evidencias de asentamientos por parte de varias culturas.”; “Queda por aclarar la sugerencia contenida en la denominación popular del sitio como El Fuerte de Samaipata, o sea el aspecto militar.”; “Sin embargo hay que pensar también en los aspectos defensivos del sitio mismo como por ejemplo el muro de cercado que hemos observado alrededor de toda el área de asentamiento.”
Muro inca contruido en la parte superior de la roca. Esquemas de los artículos.
Sobre este aspecto de fortaleza, vuelve a señalar en su ponencia en el XII Congreso de Arqueología Argentina que los investigadores anteriores destacaron su carácter ceremonial, “ha persistido en la literatura la interpretación como una de las grandes fortalezas que protegieron los flancos orientales del imperio contra los ataques de los `chunchos salvajes ´ de los llanos.” Esta interpretación podría estar apoyada “…por el descubrimiento de una fortaleza más al oriente, en el año 1995. Desde la visión “centro ceremonial”, señala que se trata de dos sistemas religiosos superpuestos: “…dos complejos formados por muros de piedra canteadas erigidas encima de la roca madre. En la parte Oeste existe un muro transversal en dirección de Norte a Sur. Se ha conservado hasta una altura de 80 cm. y su planta se aproxima a un meandro, pero con ángulos rectos. Presenta 3 nichos a simple jamba mirando al este, es decir, hacia los dos canales alargados. (…) El otro complejo se encuentra en el término oriental de la roca tallada y se compone de dos muros en forma de L, con el ángulo interno mirando hacia el Sureste...”. Ambos muros tiene la misma planta. En los dos casos no son partes de edificios sino “una especie de galerías de nichos superpuestos a las estructuras talladas en la roca.” Y lo que le llama la atención es “la desadaptación al sistema anterior” (se refiere a las construcciones aledañas a los nichos del Norte y del Sur).

Este esquema del centro de la roca no pertenece a las publicaciones de Meyers.
Esta superposición de lo más reciente sobre lo anterior (el centro de la roca en si, incluidos los muros) “evidencia un acto de demostración de poder del uno sobre el otro”. Se refiere al poder del imperio Inca sobre lo anterior.
Otro esquema del lugar. Tampoco pertenece a los artículos de Meyers.
Al final de su ponencia, y a la vista de todo lo investigado y todo el material (cerámica sobre todo) extraído, plantea una serie de hipótesis sobre la roca tallada de Samaipata. La llamada Hipótesis I se centra en la idea más generalizada: “Todas las manifestaciones aquí descritas son de origen incaico”, aunque se reconocen las diferencias de estilo, las superposiciones que habrían sido originadas por las diferentes fases de ocupación por parte de los incas. Podrían diferenciarse dos fases: la Inka I en que la se labraron en la roca los canales, animales y coro de los sacerdotes; y la Inka II en la que se modeló la roca por los costados para adosar a ella los nichos y los templos. “El problema reside en las rocas esculpidas y su asociación con la arquitectura, donde por lo general es difícil establecer secuencias de construcciones… Pero, como dijimos, la costumbre de ver todo como un conjunto, ha conducido a no prestar atención a posibles superposiciones.”
Hipótesis II: atribuye la roca esculpida a dos culturas, “…la arcaica y una preincaica cuyo origen puede ser local, de los Ándes o incluso de las tierras bajas”.
La Hipótesis III, “favorecida en nuestro actual estado de análisis”, pondría en evidencia la existencia de “…al menos tres fases de origen y uso del complejo sagrado de Samaipata”.  Puesto que la devoción a la roca y el trabajo sobre piedras es un fenómeno ancestral en Sudamérica (Chavin en Perú, San Agustín en Colombia, etc.) “…se podría asumir que la roca de Samaipata pudo haber jugado un rol a manera de `loma santa´ (Riester 1985) desde tiempos muy remotos.” Así tendríamos la Fase Pre-Inka; la Fases Samaipata-Inka I y Samaipata-Inka II; y cabría añadir una cuarta fase, la Fase Colonial.
Por último, aclara algo que a mí me parece importante: “…las manifestaciones culturales de los inkas no son tan uniformes como muchas veces se ha supuesto.” Ello ha conducido a dos síndromes: a) “embotellamiento del estilo arcaico en la región de Cuzco” (todas las manifestaciones culturales han ido a parar a la misma botella inca), y b) “el surgimiento súbito de este estilo sin fase de transición”, pues, “la superposición de los complejos estilísticos bastantes diferentes nos sugiere un desarrollo más largo y secuencial en el centro [de los Andes] donde ambos han sido considerados hasta ahora como unidad en el sentido estilístico y temporal”. Esta observación la basa en el hecho de no haber prestado demasiada atención a las diferenciaciones secuenciales de los tallados de roca y las estructuras de mamposterías en relación con ellos. “Hasta ahora siempre se ha asumido la contemporaneidad de estos elementos, sin tomar en cuenta una posible modificación secuencial y superposición como lo hemos observado en Samaipata. Incluso para el mismo Kenco o Machu Picchu, se pueden imaginar varias fases de tallado y modificaciones.” También, “…constatamos que en Samaipata se presenta como cambio abrupto”.
Llamaron mi atención estos cactus colgantesa de una macera en el Cntro de Recepción.
Por fin, después de unas tres horas de recorrido, llegamos al Centro de Acogida. La persona encargada tenía también una especie de bar por lo que, para calmar la sed invité a Edwin y a Cecilio a unas cervezas. Mientras las tomábamos le pregunte a Cecilio si recientemente habían habido nuevas interpretaciones sobre la roca y su significado. Me dijo que hacía un mes o así, un grupo de arqueólogos y especialistas de Bolivia y Perú se habían reunido en el “Centro de Convenciones Cabañas Campeche” del municipio de Samaipata, organizado por el Gobierno en coordinación con el Municipio de Samaipata y la Sociedad de Estudios Geográficos de Santa Cruz.
- ¿Y sabe algo de las conclusiones a las que se llegaron? -Le pregunto.
No me respondió, pero hizo un gesto como diciendo: ¡Más de lo mismo!
Cuando consulté el asunto en Internet a mi vuelta al hotel, encontré opiniones para todos los gustos. El subgobernador  Adolfo Caballero señaló que el objetivo de la convocatoria era respaldar la investigación que señalan que en las tierras bajas se asentaron las primeras culturas del país, específicamente los chané-guaraníes. “Se continúa investigando y fortaleciendo esta postura de que en el Fuerte de Samaipata se asentaron las primeras culturas. Algunos dicen que estas vinieron a descansar del occidente a Samaipata [Samaipata significa “lugar de descanso”], pero esto no es cierto porque no tiene sentido que de más de 3.600 metro de altura [se refiere a los Andes Centrales], vengan a descansar al Oriente. Entonces los que construyeron este fuerte, eran culturas que vivían en Samaipata”. El Presidente del Comité Cívico de la región, Raúl Costa señaló: “Vamos a conocer verdaderamente de donde y como venimos, la historia del monumento arqueológico de Samaipara, que es uno de los principales atractivos turísticos de santa Cruz”. A esto se llama “reduccionismo”.
Por su parte, los expertos que intervinieron en el evento señalaron: “Los datos contradicen la Historia, esperamos que sea un aporte al esclarecimiento del origen de cada cultura. Como decimos, al Cesar lo que es del Cesar” (Bismarrk Cuéllar. Secretario de la Sociedad de estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz). “Samaipata viene a ser un gruenwaich, uno precolombino. Y cada una de esas líneas está apuntando en direcciones de lugares sagrados” (David Antelo. Físico e Investigador). “Me parece muy interesante que se difunda la historia de que los chané construyeron la piedra tallada, no los incas. Es un aporte para el debate” (Waldemar Espinoza. Universidad de Lima. Perú). “En el tema histórico el hombre apenas ha desempolvado la tapa de ese gran libro, la incógnita de la historia de la humanidad” (Mario Suárez Riglos. Historiador de Santa Cruz).
Placa señalando que el lugar es Patrimonio de la Humanidad.
Me abtengo de hacer ningún comentario sobre lo que los políticos y expertos dicen. Menos mal que la UNESCO lo protege, aunque no estoy muy seguro.
Un extraño aborigen. ¿Talló él "El Fuerte"?
OVNI de Samaipata.
Aunque podría, como piensan algunos, ser obra de extraterrestres y el de la fotografía de arriba sería un descendiente de los que vinieron en la nave representada en la roca llamada “El OVNI de Samaipata”.

(Continua)





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