domingo, 3 de agosto de 2014

La Fuente Iluminada 03

La Fuente Iluminada 
(Continuación)



Sobre el Amor


Sólo el amor salva el abismo que separa la idea de la forma. Sólo el amor lleva al entendimiento de los planos y los une y los fusiona, para que alcancen su mayor totalidad de expresión. El amor os hace vibrar y crecer, seguir en él. Subirlo de nota, amar hasta lo más profundo de vuestros corazones y de vuestras conciencias, romper las cadenas de vuestras limitaciones y volar al encuentro de la luz, para que el agua divina os inunde y todo resplandezca en vosotros en plenitud de armonía.
(...)
     La riqueza espiritual que se puede alcanzar siguiendo los dictados del propio corazón cuando siente que la luz va guiando sus pasos, es comparable al tesoro depositado en un vaso sagrado. Lo que se guarda en lo más profundo de cada ser humano es la joya resplandeciente que ilumina cada uno de sus actos, haciendo avanzar a su conciencia.
Se ha dicho que el puente debe de ser construido del corazón a la mente para dar el salto vibracional a una escala superior. Pero yo os digo ahora que si el extremo del puente que se asienta sobre la energía que sale del corazón no tiene su base firmemente arraigada en la fe en sí mismo, en la verdad de su luz interior, será de frágil construcción el puente construido y puede quebrarse bajo el peso de la responsabilidad del trabajo.
La luz interna, esa luz personal única que como un faro solitario ilumina el mundo interior de cada ser humano, ese faro vigilante que cuida de guiar y proteger la voluntad personal ante las decisiones a tomar, es el camino cierto por donde la ayuda de los seres superiores llega al hombre en una radiación de amor fraternal.
Escuchar: Este canal del que os hablo es la línea comunicante en el descenso de la luz.
Desde nuestras mentes, la luz se proyecta directamente al foco del corazón, y allí se esconde para volver a brillar en una luz renovada. Se enriquece por el sentimiento de comprensión que la persona realice, y es la fuerza que proyecta a la conciencia hacia un salto superior.
Este foco de luz que reside en el corazón abarca la totalidad de los cuerpos que conforman al ser humano, los interpenetra y los une con su vibración de amor, y éste sirve de función disparadora a todos los otros mecanismos del proceso mental que regulan la información que recibe la conciencia, y la incorporación de la misma.
Si falla este foco de luz primera, si el corazón se niega a ver y a sentir el impacto que recibe de las fuerzas superiores, y deja de oír las voces que le sirven de pauta en el proceso a seguir, todo este mismo proceso se verá dificultado y obstruido, a pesar de que la mente esté dispuesta a recibir. El trabajo sólo está hecho si es conjunto. Sólo de esa dualidad de ambos extremos del puente unidos, es que puede salir la obra de transmutación conseguida.
Por eso os digo, hijos, que vigiléis vuestros procesos internos para que éste trabajo quede bien planificado y podáis construir ese puente desde vuestro corazón a vuestra mente, con la verdad de la luz intensamente recibida en los dos lados de vuestra realidad. Abajo es la obra, arriba el diseño, y los artesanos que la ejecutan deben de usar todas sus herramientas para que la realización se vea hecha.
 Sobre la libertad

La libertad es dada al ser como un patrimonio de la conciencia divina, que el Padre ha implantado dentro de las conciencias humanas para que sirva al desarrollo de su avance espiritual. Las grandes fuerzas de la creación respaldan este objetivo a alcanzar, pues todo en el Universo resguarda y protege la iniciativa humana de perfección, a la que sólo se accede por y en el uso de esa libertad.
La vibración que le corresponde es la más acorde con el espíritu de la Ley. Las fuerzas emanadas adecuan cada partícula de la simiente de Vida que se expresa a sí misma, y por ello, sólo en la entera libertad del pensamiento, del deseo y de la acción, es que ésta potencialidad de Vida puede ser expresada, desarrollada, y transmutada en conciencia divina viva.
Entender esto: los pares oponentes aúnan sus cualidades en pares disconformes, y ésta actividad acelera el proceso de integración de los átomos a conseguir en su transformación.
Analizar el comportamiento humano. Pocos alcanzan el derecho a la responsabilidad de aceptar sus acciones libres. La libertad pesa, a pesar de ser ligera, y ata, a pesar de no tener ataduras. Su peso y sus ataduras son aquellas condiciones con que vosotros las revestís en una acción involuntaria de la conciencia, y es en eso mismo sobre lo que tenéis que actuar, más que en ese espejismo que llamáis libertad y al que miráis como un hito utópico a alcanzar. En sus hiladuras trabadas internamente es en lo que tenéis que trabajar, pues ahí es que reside el verdadero espíritu de la libertad. Entonces, rotas todas estas ataduras, la verdadera Libertad llega por sí misma al hombre, como una lluvia silenciosa caída del cielo, que ningún ojo humano ha podido contemplar.

 El Vaso de la alegría
 Hoy vamos a hablar sobre algo común y que, sin embargo, pocas veces os paráis a reflexionar. Se trata de la alegría.
La alegría es el don que más directamente baja del cielo, pues la alegría es la perfecta manifestación del amor impersonal que ha alcanzado su resonancia a niveles universales, dentro de una carencia total de egoísmo.
La alegría es el símbolo de la acción perfecta. Todo lo que está lleno de alegría es armónico en la manifestación de su naturaleza, pues la alegría es el rayo de la luz pura, ya equilibrado, que se expresa en un desprendimiento total.
La alegría es un vaso de oro donde el manantial del agua viva se contiene y se desborda en un manar infinito, que va impregnando de esencia purísima todo aquello que toca. Es luz hecha canto, es risa, caricia, júbilo silencioso que sumerge al alma en altos niveles de completa armonía, destruyendo a su paso todos los rincones oscuros donde la sombra se instala, pues no permite que la luz sea obstaculizada, ya que su vibración dispara el mecanismo del movimiento de la energía.
Todo esto que os digo es referente a la verdadera alegría, no al concepto que vosotros tenéis de ella. Pensáis en la alegría como en algo a conseguir de forma perdurable, y que es proporcionada por la sensación de "tener". Os sentís alegres cuando conseguís un objetivo, cuando alcanzáis algo deseado, cuando poseéis algo, cuando tenéis más. La sensación de seguridad os proporciona alegría, el amontonar pertenencias os hace sentir la alegría, el poder, la fama, la riqueza, el bienestar, todo eso os hace estar alegres. Pero eso no es la alegría, eso es luz detenida y solidificada por los deseos humanos.
La alegría es libre como el viento, no posee nada, no necesita nada, no se apoya sobre la seguridad. Es el movimiento interno de la luz en el alma que recorre los espacios de la conciencia descubriendo en cada circunstancia, en cada hecho, en cada situación, aquél toque mágico que borra cualquier deseo personal y que permite a la luz ser generadora de un sentimiento tan limpio, tan profundo de júbilo, que el gozo así sentido estalla en una sonrisa silenciosa en lo más profundo del ser.
La alegría es la actitud de perfecta libertad, de desinterés, de magnanimidad, de entrega total a una comprensión, lo mismo ante un pensamiento o ante un acto, la reverencia compartida ante un acontecer, sea cual sea su naturaleza, la identificación con la esencia universal.
Todo lo creado puede llenar al alma de alegría, si la conciencia alcanza a comprenderlo. Puedo aseguraros que un estado de alegría permanente es el camino más corto para cumplir con la orden divina de transmutación, pues éste sentimiento esconde el secreto de la transformación interna que permite armonizarse en plenitud con el medio en el que os desenvolvéis. Si sabéis entenderla y usarla, pondrá su luz regeneradora en todo aquello que hagáis.
Todo lo creado es la manifestación de la más perfecta alegría, pues el Padre es una sonrisa expandida infinitamente por toda la creación, y el sonido de su canto impregna cada esfera y cada nivel, a los que hace bailar de gozo dentro de sus giros.
La paz y el amor se unen en la alegría, el color y el sonido tienen en ella su morada, la luz se glorifica, y la primera esencia del canto manifestado es la flecha que la dispara hacia los corazones de los hombres. Todo aquél que logra desprenderse de sus personalismos para dejarle abierto ese camino hacia su corazón, la tendrá allí morando eternamente. Que el canto suave de la caricia, de la ternura, de la sonrisa dulce que aparta de sí el dolor y la tristeza, sean vuestros guías hasta que la verdadera alegría sea vuestro destino total.
 
La soledad, un don poco comprendido
 La soledad es uno de los dolores que más fuertemente aquejan a los seres humanos .La soledad abre las puertas a las depresiones, a las angustias, a todos los síntomas de la tristeza y del sentimiento de abandono. Los seres sumidos en la soledad sienten que todas sus conexiones con el mundo exterior han sido cortadas, que una barrera invisible los separa dolorosamente del resto de las personas, las cuales no alcanzan a mostrar ni un gesto de comprensión o de acercamiento hacia ese ser que sufre su soledad.
Pocos saben que en la soledad también existe la felicidad. Ese sentimiento es, como todo, una ambivalencia dual; esa misma sensación de angustia del ser que se siente solitario puede ser la fuente del crecimiento, de la creatividad, de la felicidad más grande que nadie se pueda imaginar.
La soledad es un don poco comprendido. Su sentimiento, bien sea real o imaginario, le da la oportunidad al hombre de buscar dentro de sí mismo sus mejores impulsos de conocimiento. La soledad ahonda en los resquicios de la personalidad y busca todos aquellos recursos que puedan nutrir una voluntad creativa y bien dirigida, que la  haga enriquecerse bebiendo de su propia fuente.
La soledad no es separatividad, al contrario, es integración pura, pues por medio de ella, cuando es bien dirigida, se pueden absorber las esencias que rodean a la persona e incorporarlas a la propia conciencia en un trabajo de reflexión y maduración.
¡Qué pocos entienden el don de la soledad!. Se quejan, se duelen, huyen de su contacto, y todo esto sin saber que en lo más hondo de la soledad está la luz de la propia verdad, del conocimiento del alma, del reencuentro con uno mismo en la más desnuda de todas las verdades.
Por ello os digo, hijos queridos, si vuestra vida se llena a veces de un sentimiento de soledad, si la vida física os aparta de los seres que amáis, bendecir al Padre que os hace el don más precioso de poder conoceros a vosotros mismos en una aceptación interior de vuestro verdadero ser, pues ésta soledad, en el momento en que entra en la vida de un hombre, es una oportunidad de apertura de conciencia a través de un proceso de trabajo interiorizado, en ese movimiento suave ondulatorio de ritmo espaciado, en donde la reflexión sirve de espejo a la luz de la conciencia.
En la soledad reside el silencio, y en el silencio abunda la sabiduría. Todos estos dones se agrupan por simpatía y comunican sus gracias a aquellos que están dispuestos a aceptarlos. No os quejéis, pues, de la soledad. Bendecir las épocas en que os sentís solitarios, pues esa riqueza puesta en vuestros destinos, bien por breve tiempo o bien por largos períodos, será la buena tierra en la que podréis plantar y cosechar el fruto de vuestra voluntad de trabajo, en una selección de nuevos valores que harán cambiar el rumbo de vuestras vidas.
Aceptar todo lo que os es dado. Entendiéndolo así y conociendo la Ley que mueve todas las causas, encontraréis la sabiduría que se esconde detrás de los hechos de aparente intrascendencia, pero que sirven de escuela de aprendizaje a quienes están dispuestos a recibir. La soledad os necesita. Mirarla cara a cara y esperarla con una sonrisa de bienvenida.

La piedra, matriz del pensamiento
 La piedra es el símbolo de la voluntad del hombre. Está dicho que el hombre y la piedra pertenecen al mismo haz de luz, pero yo os digo ahora algo más. La luz que se encierra solidificada en la piedra, es la manifestación de la energía primera en su máxima densidad. Esta energía está ahí almacenada como una fuente potencial, para poder ser usada por el hombre a nivel consciente.
La densidad atómica que se encierra en la piedra, es poseedora de una fuerza matriz donde todo lo que la mente humana pueda emplear en desarrollar ideas y conceptos, esa fuerza latente impregnada en la roca, se pone al servicio de aquellos seres que alcanzan a ser receptores de esa energía, y que luego vana poder desarrollar en un trabajo de creatividad esa fuente potencial.
Cuando una mente se despierta y empieza a ejercer su función pensante, se pone en marcha un mecanismo automático de la Ley por el que la radiación inconsciente encerrada en la roca se empieza a emanar hacia esa mente receptora. Ambas sintonizan y se acoplan en un intercambio de energías que les permita evolucionar conjuntamente.
La piedra evoluciona porque al dejar fluir la potencia de la que es poseedora, escala una nueva nota un poco más aguda, y el hombre evoluciona porque transforma con su pensamiento una radiación sólida que recibe, y que la emite de nuevo por su cerebro convertida en una onda de nueva cualidad.
La roca es la matriz del pensamiento. Su fuerza hace germinar en el hombre el proceso pensante, y cuando éste comienza, su influjo determina la energía de la que dispondrá aquella mente al empezar a captar sus impulsos. La voluntad del hombre desarrollada a través del pensamiento consciente, sigue un proceso evolutivo semejante al de la piedra. De una forma naciente ruda, y a veces tercamente tosca, la voluntad humana se va desarrollando en múltiples facetas transitorias por las que va aprendiendo a través de acciones y palabras. Poco a poco va perdiendo su rudeza inicial y va limando sus aristas hasta conseguir una expresión de forma libremente fluida y armoniosa, que empieza a manifestarse como una mente iluminada.
El proceso de la piedra es lo mismo. Toda la energía que se encierra en ella y que, aparentemente, no puede mover, al enviar sus influjos a las mentes humanas, éstas movilizan esa fuera desde los planos mentales hasta los físicos, afectando a la piedra con desplazamientos, necesidades de uso, construcciones y trabajos de tallado, y adaptaciones múltiples que van modificando su estructura física, a la vez que liberan la estructura atómica.
La forma en la piedra trabajada es su iluminación. La luz en la forma humana, es a su vez piedra eternizada que ha logrado expandir su estructura molecular. El pensamiento que se transciende en una voluntad equilibrada y sabiamente dirigida, es la manifestación viva de toda la energía con que la piedra ha contribuido al avance humano.
El fuego interno de la piedra es el impulso sagrado de la esencia del espíritu divino. Lo comparte con el hombre, ambos a cada extremo de la densidad de la luz en este plano. Roca y mente, los dos encierran la misma fuente de energía. Piedra y voluntad, proceso compartido de un desarrollo evolutivo. Piedra, base, estabilidad material, matriz materna. Hombre, hijo, piedra móvil tallada por la voluntad. En ambos se encierra el misterio de lo eterno, del lazo que une los extremos de círculo.
 (Continua)




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