domingo, 23 de agosto de 2015

La Singladura de Occidente 18

La Singladura de Occidente
Capítulo 18
La guerra contra la Vida

Freud decía que el gran tabú de occidente era el sexo. Se equivocó. El gran tabú de occidente es la muerte, tal vez por ello el Progreso hace negocio con ella. Lo podemos comprobar en nuestros sistemas sanitarios y jurídicos. Nuestro miedo a la muerte la rechaza hasta un ostracismo hospitalario y geriátrico aséptico e impersonal, como si la muerte fuera algo ajeno a la vida y a la persona, prohibiendo a las gentes que mueran de forma digna y libre.
(...)



Nieztsche también decía que el trauma oculto de Occidente era el miedo a la Vida, la otra cara de la Muerte. Señaló que la propia Historia de la Filosofía, no había sido otra cosa que “una rabia secreta contra la vida”; y vio esa rabia en nuestra manera de “arrojar basura contra el sexo” y en la condena del fluir de la Naturaleza. Quien teme al sexo, al sexo con conciencia, no esa lamentable industrial de un sexo sin conciencia que nos invade,  teme la que es realmente la más elemental y creativa manifestación de la vida. Y cuanto más se teme a la vida, más miedo se tiene a la muerte. A cada instante vivimos, a cada instante somos vida; ¿qué otra cosa podría definir mejor, qué otra cosa podría ser más importante para nosotros, que nuestra propia actitud ante la vida?
Libro de M. Gimbutas. Contiene los registros arquelógicos de la Europa Central desde el VIII al IV Milenio a.d.C.
Danza de la Diosa Abeja, imagen del libro anterior
 Antes del Patriarcado, según muestran los mitos y los registros arqueológicos de hace VII o VI Milenios a.d.C., la Vida era celebrada. Nuestra civilización patriarcal, no solo teme a la muerte, sino que también se rebela contra la vida, Después de todo, Vida-Muerte son las dos caras de una misma realidad. ¿Qué otra cosa, sino una rebelión contra la vida y la muerte, es la ingeniería genética, la biotecnología, el proyecto Génoma o, incluso, la realidad virtual? Cuanto más se rebela el hombre contra su condición humana, más se deshumaniza, más insufrible se hace su vida y su condición. ¿No es algo tremendo seguir siendo un ser humano después de Auschwitz e Hiroshima? Son solo dos simples ejemplos.
Es en nuestro propio cuerpo donde la Vida se manifiesta de una forma inmediata. Nuestro cuerpo es la sede de todo goce, aunque también es la sede del hambre, la sed y el dolor; pero sobre todo es la sede del amor, aunque también de la enfermedad y la muerte. El cuerpo es devenir, espontaneidad, riesgo, movimiento: Vida en definitiva. Y eso es algo que produce miedo. En este miedo, tiene su origen la Voluntad de Poder que quiere someter la Vida, hacerla predecible y controlarla. Y allí donde la Voluntad de Poder pierde el control, se levantan barreras y muros, negando los sentidos y tiñendo la sexualidad de relaciones de poder o cubriéndola de basura.
 

Levantamos barreras y muros allí donde no podemos someter a la Vida: muros entre lo racional y lo sensual, muros entre la cultura y la naturaleza, muros entre lo masculino y lo femenino, muros entre el Norte y el Sur... Pero, por muchos que sean los muros, una sola es la guerra, aunque se libre en dos frentes diferentes: en el frente de la Naturaleza y en el frente de la naturaleza humana. Es esta una guerra de conquista, de exterminio, y a cuyo servicio está la Ciencia y la Tecnología, el Colonialismo y el Imperialismo, el Estado Totalitario y la Sociedad de Mercado; también la ambición y la codicia. La Revolución Tecnológica, Química y Biológica aporta las armas; los pueblos no occidentales, las víctimas. Hasta ahora.

Hoy hemos de concluir que las víctimas también incluyen a los hombre y mujeres de occidente. Con la ingeniería genética como arma más destacada, ayudada por las multinacionales farmacéuticas, y elaboración de alimentos, la guerra se encuentra en un punto decisivo. El asalto es de aniquilación total: hay que acabar con la Naturaleza, al menos con la naturaleza humana.
¿Cuáles han sido los motivos que han originado esta esquizofrenia?
Plotino había dicho que el hombre se encontraba a mitad de camino entre los animales y los dioses. Mil años después, el humanista Pico de la Mirandolla, decía que estaba a medio camino entre el animal y el ángel. “Somos una cuerda tendida sobre un abismo”, decía Nieztsche. ¿Acaso no es una situación peligrosa estar siempre a medio camino de algo?
Mientras los animales (por considerar tan solo los reinos superiores), que se encuentran inmersos en la naturaleza y presos de sus leyes y condicionamientos, son inconscientes de los laberintos de su propia alma, el hombre es tal porque posee conciencia; y esa conciencia es la que le hace sentirse como un náufrago en un mundo donde la Vida fluye. Sin asidero al que sujetarse, se aferra a la Ensoñación y al Poder, dos fantasías que le mantiene dormido, dormido a una conciencia lo suficiente incluyente para que quepan en ella la Humanidad toda, así como toda la Naturaleza. Esta falta de conciencia, sobre todo en el en el hombre, más que la mujer, porque es el que más alienado y separado se siente de su cuerpo, de sus semejantes y de su entorno natural; también porque es el que más sufre. El sufrimiento de un enajenado que hace sufrir a sus víctimas para no sufrir solo.

Nuestra mente reconoce que no hay rosas sin espinas. ¿Sabían que ese reconocimiento ha representado decenas de millones de muertos por violencia o enfermedad en la conquista de América, en la esclavitud de los pueblos del África negra, en el Colonialismo, en dos Guerras Mundiales, en la devastación ecológica? ¿No son acaso demasiadas espinas para una rosa que carece de fragancia por ser una rosa artificial? Una rosa artificial que nos quiere ofrecer el dios Progreso. Y aún hay otras espinas que producen un escozor más profundo: las Inquisiciones de todo tipo, los campos de exterminio nazis, ingleses, norteamericanos, chinos o no importa de que clase; las recurrencias atávicas a la barbarie...
¿Es que todos los logros de Occidente son negativos?
¡No! Ni la Ciencia, ni la Técnica, ni la Declaración de Derechos Humanos, ni la Cruz Roja, ni las ONG, son culpables. ¿Cómo puede ser culpable una herramienta? Una mente alienada y desenraizada, es la que ha hecho que esas herramientas, junto con otras muchas, que podían ayudar a nuestra vida, sean lo que son hoy día: unas, herramientas de muerte y destrucción; otras, herramientas de inoperancia. ¡Nunca como ahora ha habido tanta violencia, destrucción y muerte sobre la Tierra!
Pintura de Mihai Criste

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