La Singladura de Occidente
Capítulo 53
Capítulo 53
La alternancia del proceso creador
Todo racionalista
afirma que un ser vivo, o la Vida,
está sometida a la entropía, pues la
vida no es sino una aproximación a la muerte. Pero en forma de embrión, de
germen o de feto, el ser vivo es igualmente algo
que se organiza y tiende a la neguentropía.
Y precisamente la flecha del tiempo pasado-futuro parece entonces invertirse:
el feto no evoluciona desde un pasado inexistente hacia un porvenir
desconocido. El ser en que ha de convertirse necesita una llamada, un atractor, la atracción de una sobrecausa, y esta atracción ordena todos sus
actos presentes, ya que el los preexiste.
(...)
En esto, el biólogo no
encuentra más que una evidencia ya conocida por nuestros antepasados: el
embrión no se nutre de la hembra que lo lleva en su seno, por tal o tal causa
exterior, sino porque debe vivir. Y
esta finalidad que lo condiciona es
una realidad presente, estructural o no. Esto es verdad en toda la existencia.
El físico, cuando abandona
su universo científico, se encuentra
inmerso en un mundo viviente, donde los acontecimientos parecen producto del
azar, imprevisibles y extraños: la relación con su mujer, el nacimiento de un
hijo, una teja que cae desde el tejado… Para admitir tales hechos y someterse a
ellos, el físico necesariamente rechazará u olvidará la disciplina científica y,
aunque crea tener una explicación racional sobre ello, juzgará el momento
presente en función de un futuro que emerge; imaginará a su hijo como una potencia
de hombre; la impaciencia de su mujer como la consecuencia de su deseo de compañía
o de sentirse amada. Cuando llena un vaso de agua o se toma una cerveza será
para aplacar su sed; cuando se calza las zapatillas será para descansar.
Evidentemente, son justificaciones racionales, pero también son actitudes
anticientíficas que le colocan en una posición en la que sus acciones están
gobernadas por una finalidad imprecisa: la armonía en su matrimonio, la vida futura
de su hijo, la obtención del reposo. Sin percibirlo, ha buscado un orden en
torno a ciertos mitos en los que no cree, los mitos ancestrales de la Justicia,
el Amor o la Virtud.
Así, al nivel de la
vida orgánica, como al nivel de la más elevada espiritualidad o de la más
inmediata observación mundana, hallamos la misma relación paradójica entre una estructura inicial, un Origen,
necesariamente irracional, y la pretendida construcción de formas racionales;
entre una sumisión pasiva del sujeto a su racionalidad y su poder de crear
desde la Belleza,
la Coherencia
o el Amor, desde la neguentropía.
Nos encontramos
viviendo en un universo distinto del racional, en el que la información mítica
no tiene el mismo valor que la información racional. Cuando observamos
manifestaciones que se oponen a lo que consideramos información estadística o
racional, decimos que no son elementos de conocimiento; no son informaciones
representativas, sino mitos, religiones, magia… No son un saber racional.
¿Pero se trata de dos universos
distintos o del mismo universo captado de manera diferente, como el camino que
unos retoman con pena y otros descienden sin fatiga, como la roca que Sísifo
sube a la cima de la montaña, y luego la deja rodar pendiente abajo para luego
volverla a subir?
Mientras el punto de
vista mítico tiene su origen en una cierta concepción de la finalidad del
hombre, de la cual deduce su comportamiento, la idea racionalista procede de la
causa al efecto, del pasado al futuro y de este a una causa aún por venir. Pero
nunca es capaz de contemplar los efectos de sus causas a la vez, en su origen,
antes de que estos se produzcan.
También en los Mitos
hay una visión de lo que ha de venir: “lo
que sucedió, volverá a suceder, pero no de la misma manera”, según el
pensamiento mítico maya. La pregunta sería: Esto que "está por venir", ¿es nuevo? ¿O es algo ya conocido con
anterioridad pero que se manifiesta de forma distinta? ¿O es otra cosa?
A lo largo de la propia
historia humana podemos encontrar los ciclos a los que ésta se ha visto sometida.
Por ejemplo, y siguiendo las investigaciones de Jean-Charles Pichon: la
racionalidad dice que la escritura ha seguido un proceso secuencial e
integrador desde su origen hasta el presente. Sin embargo, el estudios de las
lenguas nos presenta la imagen de una alternancia entre periodos metafóricos y
periodos pragmáticos, que oscilan en un ciclo de unos 2.000 años, manifestando
que solo en los periodos metafóricos hubo creatividad.
Entre el 3.600 y el 3.000 a.d.C., aparece el
sistema jeroglífico en Egipto. El nacimiento de la escritura cuneiforme en
Mesopotamia se sitúa sobre las mismas fechas. Después, ambos sistemas se
vuelven fonéticos y se esquematizan.
En Mesopotamia hay que
esperar dos mil años para que nazcan nuevas lenguas entre el 1500 y el 900 a.d.C. El hebreo y el
arameo suceden a los antiguos lenguajes. En el S. VII, la difusión del arameo
marcará el deslizamiento de esta progresión creadora. Es en ese momento cuando
la escritura fenicia y el alfabeto, inventados en el S. XIII a.d.C. ya habrán
transformado los viejos lenguajes, etrusco o aqueo, creando el latín y el
griego.
En la India, la evolución de las
lenguas sigue una curva semejante. Después de la escritura de Mohenj Daro (aún
sin descifrar), la forma más antigua de la escritura india conocida aparece
hacia el 3.000 a.d.C.
Es silábica y reproduce el lenguaje hablado. A la par que la escritura fenicia,
aparecen en la India
el bramín, el nagri y el prakrit. Sobre el 1.100 a.d.C. aparece la
escritura en China. Habrá que esperar otros dos mil años, entre los siglos VIII
al XIII d.d.C. para ver nacer en la
India el sánscrito, el malayalam, el talmul, el bengalí… En
occidente: las lenguas romanas, anglosajonas y germánicas.
En los periodos
intermedios, las lenguas evolucionan, se hacen populares, se codifican y los
poetas las enriquecen, pero no nacerá ninguna lengua nueva y las tentativas de
crearlas (el esperanto) marcan la diferencia entre lo que es creación y
fabricación.
De la misma manera que
la germinación de una planta o la gestación de una obra como el “Enuma Elish”, o el “Ramayana” nos parece inexplicable, todo proceso creador nos asombra
porque su principio aún está por revelarse.
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