<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 05/09/1993>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: "Ser en la vida romero"
<SUBTITULO>: Nuestra disposición para andar por la vida.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El hombre, en la vida, es un peregrino que recorre una tierra extraña, camino de un santuario.
<CUERPO DEL TEXTO>:
¿Alguien ha tomado cabal conciencia, de cuál es nuestra disposición
para andar por la vida? Sobre todo, ¿cuál es el modo y la manera, el
procedimiento, de vivirla cuando se ha llegado al punto de hacer de ella una
vida equilibrada?
(...)
Nos lo dice, una vez más, el poeta:
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza
siempre por caminos
nuevos;
ser en la vida romero,
sin más oficio, sin
otro nombre
y sin pueblo...
Ser en la vida
romero...,
romero..., sólo romero.
Que no se acostumbre el
pie
a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la
farsa,
ni la losa de los
templos,
para que nunca recemos
como el sacristán
los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
...........................
Qué no hagan callo las
cosas
ni en el alma, ni en el
cuerpo...,
pasar por todo una vez,
una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo
viento,
y bajo todos los cielos
poetas,
nunca cantemos la vida
de un mismo pueblo
ni la flor de un sólo
huerto...
Que sean todos los
pueblos
y todos los huertos
nuestros.
León Felipe
El poema muestra la actitud del hombre solitario y a la vez inmerso en
el mundo. El primer verso comienza con el infinitivo -Ser-, seguido de un complemento circunstancial de lugar -en la Vida-, y de un predicativo o atributo del sujeto -el
Hombre-, que está omitido, para indicar, tal vez, que no se refiere a
ningún hombre en particular, sino a cada cual y a todos a la vez.
El infinitivo, que da nombre a la acción, engloba en él a todos los
tiempos y a todas las personas verbales. De ahí que el sujeto seamos todos.
Todos somos romeros.
Ser es un verbo
copulativo, un enlace o cópula entre dos sustantivos -el sujeto y el atributo-;
entre el hombre -yo, tu, él...-, y lo que somos; algo que une lo que estaba al
principio y lo que está al final. Ser, la acción de ser se desarrolla en la
vida, el lugar donde existimos y donde somos romeros.
¿Qué es un romero?
Dice el Diccionario que "es
un peregrino que va de romería con bordón y esclavina". Una romería "es una peregrinación que se hace a un santuario". Es decir: el
hombre, en la vida, es un peregrino que va a un santuario. Peregrino es "aquel que
anda por tierras extrañas". Con lo que la vida, en la que somos, es para
nosotros una tierra extraña que se recorre para ir a un lugar sagrado.
El poema trata solamente de quien peregrina: el hombre. Donde lo hace:
en la vida. Y como lo hace: sólo
como romero. Nada más que eso. Y eso, ser romero, significa "cruzar por caminos nuevos";
hacerlo "sin más oficio, sin otro
nombre, sin pueblo.
Si romero es el que va de romería con Bordón y Esclavina. ¿Qué
son estas cosas?. El Bordón, aparte de ser una cuerda de la guitarra, el
productor de un sonido cuando se la pulsa y se la pone en vibración, es también
un bastón muy alto. La
Esclavina es una pieza sobrepuesta que lleva la capa unida al
cuello y que cubre los hombros y parte de los brazos.
Una de las características de la poesía es su capacidad de síntesis:
de cuanta información puede caber en una palabra, como por ejemplo la palabra
romero. En su recorrido por esta tierra extraña, el Bordón -ese axis mundi que simboliza el paso de la Tierra al Cielo-, debe
entrar en vibración, debe sonar, para que la comunicación se produzca, y la
nota -la Palabra-,
rompa el hechizo que la tierra extraña produce en el hombre y le mantiene preso
en ella.
¿Qué impide al bordón vibrar y sonar, o que vibre mal?. Se lo impide
la esclavina.
En las tradiciones esotéricas, la capa es el símbolo de la sustancia
que envuelve el núcleo del universo: un símbolo de la luz astral. Pero esa capa
de luz astral en la que debe vibrar el bordón, está esclavizada por otra capa corta, de luz oscura, y símbolo de
nuestro sistema emocional, de nuestra coraza caracteriológica. Nuestras
emociones son el receptáculo de la sombra.
Son ellas las que hay que iluminar
con nuestro aprendizaje en esta escuela planetaria.
El poeta, el hombre, nos explica por qué hemos de ser en la vida
"sólo romero". El poeta no
quiere que cosa alguna se interponga en la acción de Ser, a fin de que no nos
hagan callo ni en el alma ni en el
cuerpo.
Las cosas se nos hacen callo
cuando las usamos mucho. Pero no si pasamos por ellas sólo una vez, y lo
hacemos "ligero, ligero, siempre
ligero". Al cruzar siempre caminos nuevos, no podrá nuestro pie
acostumbrarse a un mismo suelo; y sobre todo, no se acostumbrará "ni al tablado de la farsa" -el
Gran Teatro del Mundo, en cuyas representaciones aprendemos nuestras lecciones
de hombres-, "ni a la losa de los templos"
-los lugares materializados donde reside el Espíritu, haciendo también referencia
al templo de nuestro cuerpo.
El Mundo, el Gran Teatro de la Farsa, y el Templo, nuestra materialidad física y
personal, al ser las causas de nuestros aferramientos, nos producen
excrecencias deformes que ocultan la belleza del espíritu y que le impiden
expresarse, sonar, vibrar, a través del bordón, esa cuerda que es nuestra
médula espinal, hecha de fibra nerviosa; Una escala que une el Cielo -la cabeza-
y la Tierra ‑nuestro
vientre. Es por ello que nuestras manos no tienen que estar afanadas en
trabajos -oficios- que producen aferramiento, dominio, posesión y poder sobre
las cosas del mundo. Esas cosas no nos pertenecen. Así, libres, el tacto de
nuestros dedos -la intuición-, estará más fino para tocar y percibir la
realidad del Espíritu cuya nota toca el bordón.
¡Qué gran paradoja hay en estos versos! "No sabiendo / los oficios / los haremos / con / respeto". Pero
deja de serlo cuando sabemos lo que somos: peregrinos, romeros, sólo romeros.
Nuestro único oficio es recorrer este mundo extraño y terriblemente bello para conocerlo.
Es el Conocer lo que
importa. Ese es el oficio. Lo demás produce callo en el alma y en el cuerpo. Conocerlo sólo una vez, para que
nuestra percepción no se encallezca y el bordón deje de sonar. Es nuestra tarea
diaria. Así, sin callo, con el tacto fino en los dedos, sin detenernos, seremos
sensibles a todos los vientos y bajo todos los cielos. Esa sensibilidad, nos
hará percibir que todos los pueblos y huertos -las infinitas moradas de la casa
del Padre-, son nuestros.
"Ni cantar la vida de un
mismo pueblo, / ni cortar la flor de un sólo huerto". He aquí otra
extraña paradoja: lo Uno se hace múltiple para abarcar el Todo, donde vuelve a
Ser. Pero esto no es sólo una entelequia, una mera abstracción metafísica, sino
una actitud, un comportamiento: la actitud humana, el comportamiento humano
que, en su conciencia y amor, pueda abarcar en su seno a esa multiplicidad de
hombres que forman ese Ser Uno que se llama La Humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario