lunes, 6 de agosto de 2018

Historias y Reflexiones para el interior de fuera (8)


[8]
Poema 18

Cande decía el otro día que ya solo faltaba Neruda, bien, pues aquí está. Pablo Neruda, en su obra “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, tiene un poema, el Poema 18, que dice así:
 (...)

Poema 18


Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.
Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.
O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es mi puerto.
Aquí te amo.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos entre estos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.
Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tan distante.
Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueños.
Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, lo pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.
Este poema me cautivo desde el primer verso por varias cosas. Primero porque el era el número 18. Yo nací un 18; las cosas más decisivas de mi vida han sucedido en un día donde el 8 estaba implicado, y porque, en la tradición tibetana, el 8 significa “manifestación” (la realidad se manifiesta ante ti para que la comprendas) y “abundancia” (no de dinero o riqueza material, sino de conocimiento, de experiencia, de información), así que pensé que tenía algo que ver conmigo o algo me podía transmitir. Luego por su belleza formal, su cadencia. Cada verso, excepto los dos últimos, lo forma una oración, que transmite una sola cosa; y en todos, esa sola cosa es la expresión de un estado interior en relación con lo que contempla. Cada verso podría pasar por un “Haiku” japonés. 
 El haiku es una forma poética japonesa con fuertes influencias Zen. Ha sido definido como una manifestación quintaesencial del lenguaje, donde lo más importante no es comunicar un concepto a través de unos símbolos, sino despertar en su autor la conciencia de la “no-dualidad” Primordial. Un lenguaje donde la intuición se conjuga con ese estado pre-simbólico que organiza el lenguaje. He aquí algunos ejemplos sacados de un poeta Zen, Matsuo Bashô, y de su "Haiku de las Cuatro Estaciones".
Noche de primavera
en la sombra del templo
un misterioso devoto”.
***
“Mas alto que las alondras
descanso en pleno cielo
en la garganta de la montaña”.
***
“El sonido de la campana
se expresa en la bruma
del alba”.
***
“Casi invierno
a través del chaparrón
la forma de la luna”.
Neruda dice, por ejemplo:
La luna hace girar su rodaje de sueños.” O: “En los oscuros pinos se desenreda el viento.” Incluso: “A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.” De hecho, todos los versos de su Poema 18 son “haikus”.
El kaiku es una experiencia espiritual, pues va más allá de los límites del lenguaje. Nuestro lenguaje existe gracias al simbolismo que le proporciona significado y a través de ese simbolismo expresamos lo que vemos, sentimos, creemos, etc. Podríamos decir que nos encontramos prisioneros de ese simbolismo. Pero el haiku es percepción pura de la realidad, percepción inmediata.
En una reunión intenté hablarles del “lenguaje” y la “comunicación”. Os pido que “recordéis” aquella reunión, no sobre lo que yo dije, que apenas esbocé el problema, sino sobre la reacción interna de cada uno ante lo que yo intentaba transmitir. Lo que nosotros llamamos Realidad no es más que lo que las categorías de nuestro lenguaje puede asimilar. Nada sabemos de algo “más allá” de este mundo al que hemos dado, a través de nuestro lenguaje, el carácter de absoluto.
Aún así, en todas las épocas han existido personas que han “intuido” una Realidad más profunda y más amplia, más allá de los límites del lenguaje y la cultura. Se les ha dado muchos nombres, pero uno de ellos es el de “poetas”.
Por su propia naturaleza el lenguaje es profundamente dualista, surge de la separación de la cosa real y del símbolo que la designa. Con ello, un estado “dual” que la impronta del lenguaje nos confiere, es la de separarnos de la “Realidad” que es “no-dual”. El símbolo lingüístico se interpone entre la Realidad y nosotros. Nuestros lenguajes, que como decía un poeta Blas de Otero (también hablaremos de él) “no pueden ser sin pecado un adorno”, evolucionan a la par que lo hace nuestra inteligencia, que separa el “sujeto” del “objeto”, al “emisor” del “receptor”, a la “verdad” de la “mentira”, al “observador” de lo “observado”, etc. Ha sido a partir de todas las dualidades que han ido configurando nuestra realidad, que se han ido estructurando nuestros lenguajes. Pero antes, antes de que aquello que se convertiría en un hombre que comenzaba a hablar, cuando tan vez aún era un mono, existía un “lenguajepre-simbólico, no-dual, un lenguaje que se apoyaba en la “intuición” y en la “percepción instintiva”.
El “haiku” es una manifestación de este lenguaje pre-simbólico. No pretende comunicar un concepto a través de unos símbolos; no trata de “imponer” nada, no pretende comunicar nada. El “poeta” solo expresa su más profunda percepción de sí mismo en relación con lo que le rodea: la Realidad en la se encuentra inmerso. Un estado en el que nada se ha separado aún de la Unidad que le constituye, incluido el lenguaje simbólico. Después de todo, el problema no radica en el lenguaje, sino en la conciencia con la que lo utilizamos. Si nuestra conciencia se encuentra atrapada en el simbolismo dual, si se encuentra presa de él, el lenguaje no podrá expresar lo que se encuentra más allá de sus límites. La “perfección” de un haiku radica en su habilidad para comunicar lo que no se puede comunicar, en su poder para sacarnos de nuestra interpretación simbólica de la realidad y conducirnos a un estado anterior. En el haiku, no es el Poeta (es decir un “yo”) el que se asombra de algo, de la belleza de la luna por ejemplo y luego plasma ese asombro en un poema. “Yo”, “asombro”, “belleza”, “luna” y “Poema” junto a todas esas “cosas frías”, constituyen un todo inseparable, una unidad; es “algo” que sucede aquí y ahora.
“Luna llena de otoño
vagando toda la noche
alrededor del lago”.
Esto que expresa un haiku de Basho, no es un lenguaje discursivo impregnado de categorías simbólicas. El hecho de escribir un haiku escapa de nuestras categorías, porque forma parte de la experiencia del “despertar” de la conciencia a una realidad no-dual.
Se cuenta una historia en la que cierto día Bahso y su discípulo Kikaku paseaban por el campo y se quedaron abstraídos mirando las libélulas que revolotean a su alrededor. En ese momento, el discípulo compuso un haiku:
 
Vivificar la naturaleza no es destruirla.
Perdonar toda esta digresión, pero era necesaria si queremos comprender que es lo que nos quiere transmitir Neruda en su Poema 18, suponiendo que nos quiera transmitir algo, que yo creo que no. Así que volvamos a Neruda.
Solo hay dos versos, al principio, y hacia la mitad, que pueden indicarnos por “donde van los tiros”. Son los que dice: “Aquí te amo” (he subrayado el “aquí”). Solo en el penúltimo verso deja deslizarse, sutilmente, a su yo personal: “Y como yo te amo…”. Antes había expresado otra implicación personal: “A veces van mis besos…” En realidad no importa a quién ama o para quien son esos besos. Los que en el poema importa es el “Amor” en sí. La constancia de su existencia y que todo un largo “ahora” de contemplación ha despertado en su interior. Por ello entre ese “Aquí te amo” y todo lo demás… ¿qué hay? ¿Dónde es “aquí”? ¿En los “oscuros pinos”, en el “fosforecer de la luna”, en “los días persiguiéndose”, en la “gaviota de plata”, en la “vela”, entre todas aquellas “frías cosas”, etc., etc.,? Cada “aquí” no es algo que está fuera del poeta, cada “aquí” es el mismo poeta que se contempla así mismo en todas aquellas cosas porque se han hecho uno con ella. El poeta se limita a expresar ese estado interior en el que se encuentra, como lo hace Basho en el haiku, y donde lo de “dentro” y lo de “fuera” son la misma cosa. Es a mitad del poema cuando hace referencia a ese estado con una única palabra: “Solo”.
Neruda no habla de su amor por alguien, del cual, por cierto, no hay ninguna alusión o referencia en el poema. Al menos no explícitamente. Neruda habla del “Amor en sí”, del amor que él es, el amor que el poeta está siendo en ese momento y en el que se ha convertido. Él es el Amor, y todo lo que le rodea es el Amor y por ello todo está unido y son la misma cosa: el Amor.
Hay tantas cosas en este poema que me gustaría explicaros y de las que no soy capaz. Intentarlo sería pervertir el poema. Neruda ya no está con nosotros, pero su “Aquí te amo” perdurará para siempre. Su “Poema 18 está fuera del tiempo.
Allá por 1993, escribí un artículo para mi página de la Gaceta de Canarias. Trataba de una hermosa tarde que Mari y yo pasamos en la casa japonesa de mi hermano y amigo Alejandro Togores, allá por Tegueste. Aquel lugar se llamaba “El Rincón de la Tranquilidad”, y en él había un pequeño estanque, “El Estanque de Rikyu”. Allí, en ese lugar comencé a “ver” esa Realidad a la que antes he hecho referencia. Sobre ello escribí el artículo que hay a continuación.
El estanque de Rikyu
 Hay un lugar mágico que se oculta dentro de otro lugar mágico. El primero es el Estanque de Rikyu: un espejo en la superficie de las cosas. Un espejo en el que el cielo, al pasar, viene a reflejarse en un intento vano de mostrarnos lo Eterno. El segundo es el Rincón de la Tranquilidad: un lugar escondido entre las montañas de Tegueste. Allí, mi hermano en el Dharma, Alejandro Togores, se ha traído con sus manos un rincón de ese Japón eterno que de alguna vida pasada aún guarda en su corazón.
Habíamos estado meditando a la sombra del Buda y, ahora, paseábamos en silencio. Mi ser, un lago cálido de aguas tranquilas, me lleva a orillas del estanque. En el silencio, un espejo se mira en otro espejo.
Entendí:
El espejo reposa.
Un pez rojo.
El estanque se agita.
Dicen los taoístas que hombres, animales, cosas y muebles tienen una forma constante, y que montañas, rocas, bambúes, árboles, ondas, la niebla y la nube no tienen una forma constante; aunque todos poseen una misma naturaleza interna constante a la que llaman LI, la Ley interna del Ser. Por ello, cuando se comete una equivocación con la forma, ese error queda limitado a la forma; pero si el error recae sobre LI, todo se estropea.
No quisiera yo cometer un error tal en este trabajo de escribir otras palabras, esos sonidos surgidos del Profundo Silencio y que se graban en una hoja de papel en la que por su naturaleza interna está contenido el Infinito. En el sonido las palabras se expanden llenas de la evocación de un pensamiento luminoso.
A causa de ese pensamiento supe por qué los minutos, las horas, los días, son viajeros de la Eternidad; y por qué los seres son Luz.
Entre el trébol
una luz amarilla.
La flor.
Las palabras pueden agotarse con el tiempo, pero no hasta el punto que su esencia – LI - quede sepultada con ellas. Un pensamiento elevado alcanza su objetivo solo en el espacio de la infinitud. Del mismo modo, un poema, un escrito, o una pintura es la encarnación de muchos actos vivos. Alcanzar significado depende de la aprehensión de lo sutil, ya que ningún lenguaje puede expresar lo que sucede más allá de sus límites.
Allí estaba.
Sobre la piedra.
¡Y sin embargo!
La inspiración es un momento, un instante en que la mente y la materia se ponen en contacto y mantienen una comunión perfecta. A través de esa comunión, una fisura se abre en el tejido de la superficie de las cosas, y la vista descubre regiones de la realidad hasta entonces cerradas a la comprensión.
Al sol
una rana
entre la tierra y el agua.
Cuando la emoción surge y la palabra puede darle forma, cuando por intermedio de la razón esa forma se plasma en la escritura, en la poesía o en el arte, entonces se camina de lo oculto a lo visible, del origen interno de las cosas a su correspondencia exterior.
Pasó fugaz
una estela blanca.
Era la mariposa.
En el tejido del lenguaje lleno de significado vivo, la emoción es la urdimbre y la expresión la trama de la razón. Pero solamente si la urdimbre está recta, si la emoción es pura, se podrá tejer una trama llena de significado. Una trama que necesita de una razón sólida para que la expresión sea fluida. Este es el fundamento básico de la escritura.
Confucio dijo una vez que "si las palabras no tienen WEN (esencia) no irán muy lejos", y también dijo que "las palabras comunican, eso es todo". Esa comunicación de la palabra que contiene WEN, necesita de alguien que vea con claridad en su mente la esencia de las cosas, que sea capaz de trasladar esa esencia a la boca y a la mano, para hablar o escribir palabras que comunican.
Una mano entra en el agua.
Se extendió en silencio
el sonido.
Emersón decía que "tal como somos, así vemos", a lo que habría que añadir, en forma recíproca, que lo que vemos nos lleva a hacer de nosotros lo que somos. Y es que la relación de comunicación entre el hombre y el mundo es una relación dinámica -ecológica-, en la que mutuamente se elevan o degradan el uno al otro. Un proceso que algunos, como Maslow, han dado en llamar isomorfismo recíproco, queriendo significar que el mundo sólo puede comunicar a una persona lo que esta es capaz de captar de él, y que esta capacidad depende de su nivel de Ser.
Por ello, el significado de un mensaje, ya proceda de la naturaleza o del hombre, depende no solo de su contenido, sino también del grado en que la persona es capaz de reaccionar ante él. El significado elevado solo es perceptible a la persona elevada, elevada espiritualmente.
De ahí también que personas de alto nivel, personas con CHI, puedan entender un conocimiento de un nivel más alto; pero, igualmente, un nivel más alto en la naturaleza y en el entorno tienden a elevar el nivel de las personas, de la misma manera que un nivel bajo en el ambiente, tiende a rebajarlo. Uno y otro se hacen así mismos mutuamente.
Esa energía de comunicación es CHI. La buena vibración de una comunicación bella, sea esta pintura, poesía, palabra, música..., sube al observador a su mismo orden. Es así como se realiza la empatía.
Se cuenta que el maestro paisajista Wo-Tao Tzu salió un día al río a pintar bambúes por encargo del emperador. Permaneció allí todo el día y regresó al atardecer sin haber dado ni una sola pincelada. Cuando el emperador le preguntó por su obra, Wo-Tao Tzú le contestó:
- Lo tengo todo aquí -, dijo señalando su corazón.
Esta historia muestra cual es la actitud taoísta de la relación que existe entre el hombre y la naturaleza: una actitud ecológica. Hombre y Naturaleza no son cosas separadas. Por ello los contenidos de las obras de arte o de las acciones humanas, deben ser estados de ánimo elevados respecto a las cosas; por ello, también, el objeto de todo acto es transmitir esos estados.
Si existe una posibilidad para transmitirlos, es porque en la Naturaleza existen esos fenómenos de resonancia entre los seres y entre los diversos sistemas que la integran. La posibilidad de que se de esa resonancia se apoya en la similitud de formas-esencias (isomorfismos) entre los seres.
La campana nos llama de nuevo a la meditación. La sombra de Buda vuelve a cobijarnos. En mi espejo ha quedado la imagen de otro espejo.
Me contempla.
La contemplo.
La flor.
Hemos meditado. Hemos practicado el silencio. Hemos cantado y compartido el alimento. Hemos hablado en el templo del por qué y del cómo, de la forma. Intentando ser una sola mente se ha ido la tarde.
Cantó el pájaro.
El lagarto corrió por el muro.
Nada era distinto.
Nos dijimos adiós.
Hay un duende en el laurel.
Mira...
Hace rato.
Me miro en el espejo por última vez. Los peces rojo toman el sol del atardecer en el estanque. Quietos. Gracias, hermano, por un día eterno.
Cuando volvíamos a casa comentaba con mi esposa mis sensaciones y que me parecía increíble que hubiera sido capaz de escribir un Haiku, mejor dicho, no escribir, sino entrar en el estado necesario para poder escribirlo. Para nosotros, los hombres de Occidente, la vida es un asunto “profano” y lo que nos importa son los efectos que cada “forma” tiene sobre nuestra vida cuando la percibimos. Pero nuestra percepción no es la correcta, no es “interior”, solo “exterior”. William Blake decía: “cuando las puertas de la percepción están limpias, todo se ve tal como es: infinito y eterno”.


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