La Singladura de Occidente
Capítulo 12
El sapo y la charca
Con
nuestro Espíritu, también nos han arrebatado la Voluntad, la auténtica, la del Espíritu Humano
que realmente somos; y por ello, no sabemos hacia donde caminar; y por ello,
seguimos encerramos en nuestro caparazón narcisista. Porque hay caparazones
para todos los gustos: el caparazón de la patria, el de la religión, el de la
raza, el de la razón..., el nacionalista y el de la tortuga y, el más terrible
de todos, el del Poder, ese que todos ambicionamos poseer. Asustados, nos
replegamos como los erizos y enseñamos las púas. Pero no nos damos cuenta que
de ese miedo procede nuestra obsesión por la seguridad, por la defensa de la
ley y el orden como control, por las pólizas de seguros para cualquier riesgo
inimaginable...; la obsesión de que todo esté bajo vigilancia (la mejor
sorpresa es que no haya sorpresas). De ese miedo procede también el aumento de
la intolerancia que venimos padeciendo, cuya punta de iceberg es el grito fundamentalista,
incluyendo el fundamentalismo de la
Ciencia que no acepta más verdad que la suya, y el
fundamentalismo de la Técnica
que se proclama única solución posible para todos nuestros males.
(...)