(Capítulo IV)
Saturno, el "Loco", Rey del Carnaval.
<PUBLICADO
EN LA GACETA DE
CANARIAS EL 23/02/1992>
<PÁGINA>: LA
OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El
sentido mágico del carnaval.
<CAPÍTULO.4>: Saturno, el "Loco", Rey del Carnaval.
<AUTOR> : Alfiar.
<SUMARIO>: Hay que romper la máscara para llegar a lo profundo de uno mismo, dicen
los Budas y los Cristos.
ILUSTRACION>: ¿Qué es lo que llamamos hombre sino un montón de papeles, o máscaras, o
roles como lo llaman ahora los sociólogos? Ignoramos lo que hay detrás de la
máscara, ignoramos lo que hay detrás del Carnaval.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Zaratustra decía: "Todo lo que es profundo ama el disfraz... Todo espíritu profundo tiene
necesidad de una máscara". Han pasado los años y el mensaje de
Zaratustra no ha sido oído, también Nietzche fue relegado al saco donde se
encierran los espíritus que enloquecen. Pero su mensaje era claro: el yo
personal no es otra cosa que un trozo de papel, a veces recubierto de plástico.
Pero detrás de este carné, ¿qué hay?, ¿qué es lo que llamamos hombre sino un
montos de papeles, o máscaras, o roles como lo llaman ahora los
sociólogos? Ignoramos lo que hay detrás de la máscara, ignoramos lo que hay
detrás del Carnaval. Y si desconocemos esa parte de nuestra profundidad, ¿qué
significa entonces nuestra autenticidad? Hay que romper la máscara para llegar
a lo profundo de uno mismo dicen los Budas y los Cristos. Pero eso significa
matar al hombre, matar la noción que tenemos de hombre. Esa muerte de la
máscara, es la muerte iniciática de
que hablan las tradiciones, es la muerte del rey-sacerdote-homicida que
custodiaba el secreto del Espíritu del Bosque; el secreto que estaba en la Rama
Dorada que cada aspirante al puesto tenía que cortar para
celebrar el combate.
Caminar por la selva de los mitos requiere
de una labor detectivesca. Saturno no es otro que el Urano de la Mitología griega. Los
romanos eran muy dúctiles y permeables para con los mitos y cultos foráneos y
no tuvieron escrúpulos para adoptar los dioses griegos cambiándoles el nombre.
¿Quién era Saturno-Urano, entonces?
El Titán Atlas sostiene elMundo sobre sus hombros. En el Rockefeller CenterNueva York. |
El Poema de Hesiodo "Los Trabajos y los Días" nos cuenta
la historia de los dioses griegos. "En
el comienzo -dice Hesiodo- estaba el
Caos". En él se esboza la primera realidad, Gaia, la Tierra,
la "base segura de todo lo que es". Debajo de Gaia está en Caos,
encima el Vacío, en el que Gaia instala a su primogénito el Cielo que emana de ella. El Cielo y
Gaia engendran a Eros, el Amor como
Principio del Deseo. Aún no es ese pequeño dios maligno, perverso y alado, sino
el Motor Universal que mueve los Dos Principios Cósmicos. Después Gaia engendra
a Pontos, el Mar, la Ola poderosa.
En el proceso, dos Primordiales se personifican: Gaia, surgida del Caos, y Urano, como figura visible de los elementos que integran el Caos. De esta dos personificaciones nacen los Titanes, los Cíclopes, los Hecatonquiros (seres con cien brazos) y los Gigantes. Urano detestaba toda esta progenie y les obliga a permanecer encerrados en el vientre de Gaia. Esta, cansada de tanta fecundidad y de tener que llevarlos dentro de sí, decide deshacerse de Urano. Pide ayuda a los Titanes que rehúsan ayudarla; sólo el perverso Cronos, el Tiempo, la ayuda. Cuando Urano se acerca a Gaia para fecundarla una vez más, Cronos, escondido en la vagina de su madre, corta, con una Hoz de Oro que Gaia le había dado, los testículos de Urano y los arroja al Ponto, el Mar.
En el proceso, dos Primordiales se personifican: Gaia, surgida del Caos, y Urano, como figura visible de los elementos que integran el Caos. De esta dos personificaciones nacen los Titanes, los Cíclopes, los Hecatonquiros (seres con cien brazos) y los Gigantes. Urano detestaba toda esta progenie y les obliga a permanecer encerrados en el vientre de Gaia. Esta, cansada de tanta fecundidad y de tener que llevarlos dentro de sí, decide deshacerse de Urano. Pide ayuda a los Titanes que rehúsan ayudarla; sólo el perverso Cronos, el Tiempo, la ayuda. Cuando Urano se acerca a Gaia para fecundarla una vez más, Cronos, escondido en la vagina de su madre, corta, con una Hoz de Oro que Gaia le había dado, los testículos de Urano y los arroja al Ponto, el Mar.
De la sangre y semen que cae en el Mar, nace
Afrodita como personificación de la Naturaleza, de la que
Diana es una representación posterior.
Hay en este relato una clave de lo que
buscamos. Cronos, el Tiempo, que devorará a sus hijos hasta que Zeus le
destrone a su vez, matando a su padre Urano con la hoz de oro que Gaia le entregó. De su semen surge la Naturaleza-Afrodita-Diana.
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Atis. Museo Vaticano |
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Cibeles y Atis |
Volvamos a Roma. Allí encontramos un culto
extranjero procedente de Frigia. El Culto
de Atis. Su festividad se celebraba en el Equinoccio de Primavera. Se
lloraba su muerte y se cantaba su resurrección. Atis, joven y hermoso, era el
amado de Cibeles-Diana, Gran Diosa de la fertilidad. Para fertilizar a Cibeles,
Atis se corta los testículos bajo un árbol.
Los sacerdotes de su culto se castraban
ellos mismos antes de entrar a su servicio y al de la diosa. El culto fue
adoptado por los romanos en el año 204 a.d.C. hacia el final de la larga lucha con
Aníbal. En la época de la
República, los romanos estaban ya acostumbrados a ver a estos
sacerdotes con sus trajes orientales, recorriendo las calles en procesión con
la imagen de la diosa cantando himnos y tocando flautas y címbalos. El
Emperador Claudio incorporó a la religión oficial este culto frigio del árbol
sagrado y con él los ritos orgiásticos de Atis,
cuyo festival se celebraba el 22 de Marzo. En dicho festival, cortaban un
árbol, lo llevaban al santuario de Cibeles y lo trataban como a la propia
diosa. Lo amortajaban con bandas de lana y flores; ataban a su tronco a un
joven personificando a Atis, y el día 24, conocido como el día de la sangre, el Gran Sacerdote se cortaba los brazos y ofrecía
su sangre como ofrenda. Luego, excitados por una salvaje y bárbara música de
címbalos y tambores, los clérigos de categoría inferior danzaban alrededor del
árbol hasta que en un rapto de excitación se cortaban el cuerpo con navajas
para salpicar el Árbol Sagrado con la sangre que brotaba. Llegados a la cima de
la excitación, se cortaban los testículos y los lanzaban contra la imagen de la
diosa. Al día siguiente, se celebraba la resurrección de Atis con grandes
fiestas de alegría. Las gentes iban disfrazadas por las calles, en un
desenfreno general.
El día 26, se descansaba, y el 27 una
procesión se dirigía al arroyo Almo. La imagen argéntea de la diosa, con su
cara toscamente tallada en piedra negra,
iba colocada en una carreta tirada por bueyes (toros castrados),y precedida por
la nobleza romana caminando a pie desnudo, entre música de flautas y tambores,
salía por la puerta Capena y bajaba hasta las orillas del Almo, que fluye al
Tiber al pie de la muralla. Allí, el Gran Sacerdote, vestido de púrpura, lavaba
la carreta y la imagen de la diosa manchada de sangre y semen en el agua del
arroyo.
De nuevo
el Árbol Sagrado, el Joven dios uncido al árbol, su muerte y resurrección
y, además, al igual que Urano, su muerte por emasculación de cuya sangre y
semen renace la Naturaleza,
Afrodita.
¿Quién no conoce los famosos cuadros de
Botticelli "El Nacimiento de Venus"
y "La Consagración de la Primavera"?
Si los analizásemos nos revelarían un
secreto. Nos permitirían vislumbrar lo que la Belleza,
en su manifestación, deja en las Sombra
el fondo tenebroso de donde brota la bella
aparición. Parece ser que estos dos cuadros pertenecen a un tríptico del
que falta el primero; ausente, permanece en la sombra.
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La Consagración de la Primavera. Sandro Botticelli. |
La "Consagración de la Primavera"
tiene por marco un frondoso y sombreado bosque que oculta la visión de otro
paisaje luminoso que hay al otro lado. Podemos decir que la escena está
cubierta. Todos los personajes del cuadro tocan con los pies el suelo, tocan
tierra. Pero no todos lo hacen con la misma intensidad. El grado con que lo
hacen revela el ritmo del cuadro. Los de la derecha pisan con el pie inclinado
hacia la punta, como si descendieran, hasta culminar en un personaje, Flora, que pisa el suelo con firmeza.
Los de la izquierda parecen levantar el vuelo suspendidos de la punta de los
pies. Un amorcillo ciego, en posición horizontal en el centro, con los ojos vendados
está presto a disparar una flecha al pecho de una de las Tres Gracias, la que
está de espaldas. Tenemos así, una diagonal descendente en su mitad derecha, y
una ascendente en la izquierda, que se prolonga en el brazo de Hermes elevado
hacia arriba y que anticipa, por el movimiento entrelazado de las Gracias y sus
cuerpos, en ascensión suspendida. Cupido, como fuerza ciega de la pasión, que a
la derecha ha iniciado el soplido del viento apasionado de Boreas, dispara su
flecha a la Gracia
que mira a Hermes, que asciende. Porque lo que desciende del cielo en forma de
pasión, asciende al cielo en forma de contemplación. La fuerza del anhelo
pasional se comunica a los seres de la naturaleza produciéndose en ellos una
reconversión hacia el Principio Supremo, señalado por el brazo derecho de
Hermes-Mercurio, mensajero de los dioses. Y en el centro, equilibrando la
composición, Venus, Afrodita, vestida, velada, recogida, aureolada de árboles
que, en vez de hacerla resplandecer, la irradia de un aura de sombras. Su posición central, con los
pies firmemente asentados en la tierra, nos dice que esta Venus, principio
sensible de la belleza y a la cual se orienta el anhelo erótico en su dimensión
de fertilidad, es la
Primavera. El arco descendente indica que viene de un lugar
mas elevado, velado, al otro lado, en el cielo, más allá del boscaje. Pero que
apunta en su equilibrio, hacia otro, o tal vez el mismo lugar elevado señalado
por Hermes, el poseedor del Conocimiento.
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El nacimiento de Venus. Sandro Botticelli. |
Esa escena que vela la umbría de este
cuadro, y que está señalada por la luz que desde el fondo se filtra entre los
árboles, es la que Botticelli pinta en el "Nacimiento de Venus".
Tenemos ahí a la Belleza
recién nacida, en su condición originaria, que resplandece ante nuestros ojos
aún no cubierta por velos, y comunicando a toda la escena una movilidad
violenta y elemental. Venus está sobre su concha que flota en la superficie
marina; el agua está calma, surcada por líneas quebradas que se mezclan con
flores. Esta espuma es el semen de Urano de donde ha surgido. Boreas sopla para
dirigirla a la orillas donde la espera la ninfa Hora para cubrirla con un manto
floreado. La ninfa Hora le tiende el velo de
la floresta que se abre por la izquierda al cielo abierto. Detrás de Hora está
el bosque umbrío del cuadro anterior. Contemplamos un milagro. Estamos en
presencia de la Venus
Celestial cargada de la Belleza de su Origen, pero cuya naturaleza es
tornadiza y frágil cual la espuma de las olas. Es ella la que transmite el
principio, el don y la simiente del Origen. De esa escena siniestra en la que
Cronos corta los genitales de Urano y que Botticelli nunca pintó, pero que
insinuó en estos dos cuadros.
El secreto que intenta desvelarnos
Botticelli es esa revelación fugitiva, instantánea, suspendida y sorprendida
por un instante ante nuestros atónitos ojos, que tiene como soporte algo
horrible; es esta Afrodita Urania, desnuda y desvelada, pura apariencia, y
luego cubierta de un velo que cubre un agujero ontológico simbolizado por el
vacío de un cuerpo al cual le han arrancado los genitales. Por ello, la Belleza es
una apariencia que escamotea la visión de un abismo sin fondo y sin remisión,
en el cual cede y se resquebraja todo, hasta el concepto de belleza.
Lo bello sería así ese comienzo de lo
terrible que los humanos aún podemos soportar; mientras que lo siniestro, sería
aquello que, debiendo permanecer oculto y secreto, se ha revelado y hecho
presente a nuestra mirada.
Zaratustra, el loco, ya lo sabía: "Hay que llevar verdaderamente el caos
dentro de sí, para poder engendrar una estrella danzarina". (Nietzche: "Así hablaba Zaratustra").
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