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Fragmento del tapiz de Bayeus con el cometa Halleys sobre la torre y el rey Harold. |
<PUBLICADO
EN LA GACETA DE
CANARIAS EL 09/02/1992>
<PÁGINA>: LA
OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Carta
a los extraterrestres-II.
<SUBTITULO> El plan del Universo es perfecto.
<FIRMA>: Alfiar
<ILUSTRACION 1>: "Llegado el milésimo año..., viose brillar sobre el mundo una
aurora radiante."
<CUERPO DEL TEXTO>:
Mi amor a vosotros, Hermanos del Cosmos.
Hoy quiero contaros algo de lo que a veces
hablo con mi hermano Alexis. Dice éste que hay en vuestros mensajes un marcado
acento milenarista, apocalíptico, pues en ellos se hace referencia a una misión
de salvación de la Humanidad,
o de aquella parte de la misma que haya alcanzado un cierto grado de evolución
interna, porque existe el peligro de que la Tierra puede ser destruida.
(...)
A este aspecto se une
el de un cambio de Era, concebido éste como el paso a un estado de evolución
superior, al cual acceden aquellos seres humanos que hayan aprendido a elevar
su ser y su conciencia hasta un cierto nivel. Esa evolución superior será
realizada en este planeta, el cual deberá ser limpiado de las energías negativas que actualmente ejercen sobre él
su influencia. Aquellos que no hayan alcanzado dicho estado, proseguirán su
evolución en otros mundos más acordes a su desarrollo evolutivo.
En mí existe la comprensión de que, el
proceso de la evolución del hombre, es un proceso de estudio y aprendizaje a
través de una larga serie de etapas o cursos, en los que la conciencia va
desarrollándose: primero, desde el estado de embrión hasta la edad adulta, en
la que aprendemos a decir yo; luego,
desde esa individualidad a la humanización, en la que aprendemos a decir nos, porque habremos integrado el tu en el yo. Luego, a los cursos de graduación superior y aún más allá, a la
planetización, a la cosmización.
Una visión así es la que se desprende de
vuestros mensajes. Pero lo que mi hermano, y con él otros muchos, rechazan es
que estos mensajes están llenos de un profundo sentido religioso. Resulta
incongruente que el mensaje diga que no hay que caer en dogmatismos religiosos,
que los dogmas han de ser trascendidos y que, por otro lado, muchos contactados,
o muchos mensajes, estén llenos de alusiones a lo religioso y a sus personajes.
Argumenta mi hermano que todo esto tiene
explicación si lo consideramos como un fenómeno psicológico. Esta argumentación
me llevó a rastrear ese otro fenómeno de Apocalipsis colectiva que fue el Año
Mil. Y esto fue lo que encontré:
En muchos de nuestros libros de Historia,
hallamos esta expresión: “los terrores del Año Mil”. Es esta una imagen fuertemente
arraigada en la mente de muchos historiadores que aún tienen un concepto
romántico de esa etapa de nuestro pasado que llamamos la Edad Media. En el Año
Mil habría llegado el hombre de occidente al colmo de sus desventuras, que le
habrían perseguido durante todo el S. X. La proximidad de la fecha fatídica
habría despertado la creencia en el fin del mundo, y el pavor se habría
apoderado de la Humanidad
ante la llegada de los tiempos profetizados por el Apóstol. Pero pasa el Año
Mil y el mundo no ha perecido. La
Humanidad respira, todo cambia, y como dice el monje Glaber
"pasados unos tres años del Año Mil la tierra se cubrió de una túnica
blanca de iglesias".
¿Era por agradecimiento, puesto que después
de todo, Dios había perdonado los pecados del hombre y el mundo seguía vivo?
Es esta una visión romántica de la Historia. Porque,
¿quienes anuncian el fin del mundo? Entonces, como ahora, son los
desarraigados, los rechazados del orden común. También los inquietos, los más
sensibles a los cambios. Entre ellos hay buenas almas, ilusos, iluminados,
clérigos errantes, desterrados, esclavos fugitivos, pobres y vagabundos de
todas las especies. Y con ellos, los cuervos, las aves de rapiña, los señores
feudales, los pescadores en río revuelto.
¿Por qué el Año Mil? ¿Por qué ahora?
Al margen de otras consideraciones más
esotéricas, porque es una coyuntura histórica. Y limitar las causas del terror
a las predicciones apocalípticas, no es históricamente serio. La realidad es
que entonces y ahora los Antiguos Estados estaban maduros para un cambio. Es el
fin de un orden antiguo de cosas, el crujir de viejas estructuras económicas,
sociales, políticas y mentales. Los hombres, bruscamente, se ven impulsados al
vagabundeo.
¿Qué los movió? ¿Qué los mueve?
Todo
ello está escrito en imágenes sobre los capiteles de las iglesias románicas,
sobre las paredes de los templos Khmer, sobre los muros de los campos de juego
toltecas o mayas, en los frescos de Tuen-Huang.
¿Qué fenómeno astronómico determinó el advenimiento
del pánico? ¿El Halley?
Aparece en el tapiz de Bayeux, pero el hecho
no ocurre hasta finales del siglo XI.
En el doble movimiento del mundo van juntos
destrucción y creación. Antes del Año Mil la destrucción predomina, después, la
creación se impone. Al principio de aquella época, la Humanidad destruye un
orden de cosas: organización social, sistema económico, creencias, hábitos
mentales... Pasado el Año Mil, los lenguajes coinciden. Un mundo nuevo
encuentra su expresión plástica. La Civilización Medieval
se inicia.
La idea del Fin del Mundo está en todos los pueblos, lo mismo que la idea de la
resurrección de los héroes míticos, o la idea de la periodicidad milenaria. En
el milenarismo cristiano, Cristo debe gobernar el mundo por mil años, el Millenium,
un día de Dios. El Apocalipsis de San
Juan, ese extraño testimonio, es categórico: el Reino durará Mil años. Después aparecerá Satanás por poco tiempo y será destruido. Entonces saldrán de las
tumbas los muertos para ser juzgados y un nuevo universo será creado para los
elegidos.
¿Cómo calcular los tiempos?
La discusión sobre el cuando se remonta al
siglo II. Y cuando Glaber da el Año Mil como término del Milenio, no merece la
crítica de sus contemporáneos.
¿No será que el número Mil debe ser
interpretado simbólicamente?
No hay trazas de terrores milenaristas en
los escritos oficiales o en las crónicas contemporáneas. Quince Bulas
Pontificias promulgadas entre el 970 y el año 1000 nada dicen. Igual silencio
en las Crónicas, o en las biografías de Abbon y S. Mayeul escritas en el año
1000 y 1040. Solo Glaber cree que el reino de Satán está próximo y pinta el Año
Mil con los colores más sombríos. Para Thietmar de Morsebourg el Año Mil es
radiante, "Llegado el milésimo año..., viose brillar sobre el mundo una aurora
radiante".
¿Es la pura y simple comprobación de un
hermoso día?
Lo dudo.
La situación es extraña y paradójica: a
mediados del S. X y durante el S. XI hay pruebas de la creencia en el fin del
mundo. En los años inmediatamente anteriores y durante el Año Mil, no los hay.
Al parecer, el momento decisivo dejó indiferentes a los hombres.
La única información sigue siendo la de
Glaber. La tomó de Cluny, que lo sabía todo. En ella todo gira en la
descripción de una visión. En el cielo del Año Mil surge un espantoso meteoro:
"aparece en el mes de Septiembre, al
filo de la media noche, permanece visible cerca de tres meses. Su resplandor
era tal que parecía llenar la mayor parte del cielo, hasta que desapareció al
sonar el canto del gallo. Pero decidir si se trata de una estrella nueva que
Dios lanza al espacio (...) cosa es que corresponda al que sabe prepararlo todo
en los arcanos misterios de la sabiduría. (...) Este fenómeno no se manifiesta
jamás al hombre, en el universo, sin anunciar algún acontecimiento misterioso.
Así pronto sobrevino un incendio que consumió la iglesia de San Miguel Arcángel."
Salvo este texto, ningún otro menciona en
esta fecha temor o espanto colectivo. Precisamente en el instante crítico, los hombres
que, siglos antes, y que después iban a manifestar el mismo miedo, se sientes
tranquilos. Hay en esto algo extraño. Tan extraño como ese objeto luminoso que
describe Glaber.
¿Erais vosotros? Es sólo una pregunta.
Lo que aprecio es que en el milenarismo
medieval hay interpretaciones de textos apocalípticos, multitud de Beatos Iluminados para asombro del
mundo. Hay creencias, hay discusiones teológicas y bizantinas sobre el cómo y
el cuándo. Pero no hay mensajes. En cambio, ahora, en ente milenarismo de mil
años después, no hay interpretaciones teológicas, no hay discusiones
bizantinas; hay mensajes, hay comunicaciones y, sobre todo, muchos, muchos
objetos brillantes en el cielo.
Que la Paz sea con vosotros. Vuestro hermano. Alfiar
* * *
RESPUESTA DE LOS
EXTRATERRESTRES
La Paz
sea contigo.
Estamos contemplando las circunstancias
actuales por las que, ahora mismo, está pasando la Humanidad en éste
acelerado proceso que estáis viviendo y que está modificando el ritmo de la
evolución natural del planeta. Has de saber que nada de lo que se le ha dicho
al hombre desde nuestro plano, ha sido entendido con la pureza prístina con que
fue emitido desde la fuente. La información que necesitáis conocer en cada paso
del trabajo personal y colectivo, va siendo enviada por los hermanos a cargo de
este trabajo de ayuda en el amor. Pero vuestras mentes están condicionadas por
los innumerables filtros de cada particularidad establecida, y es por ello, que
sólo una imagen vaga e indeterminada es el resultado que se alcanza, a pesar de
partir de una nota vibratoria alta, enviada en plenitud de potencia.
Los parámetros en que nosotros nos movemos
hacen que sea difícil, a veces, el coordinar dentro de vuestros límites
físicos, la perfecta conexión. La
Luz es el vehículo de transmisión, y aunque esa luz esté
desarrollada y brille armónicamente dentro de vuestro ser, las limitaciones de
vuestra propia naturaleza, sirven de barrera a la comprensión total de algo que
es enviado a la perfección.
El destino del hombre es complicado en estos
momentos. Las posibilidades que están encerradas en el concepto de Cambio de
Era son tan infinitas, como infinitos son los procesos mentales de los hombres
que las crean. Sólo vosotros podéis determinar con vuestras mentes el destino
que os espera, pero como esa determinación está tomada en forma inconsciente
por la colectividad, no obedece a un proceso lógico y racional en el que se
pueda prever el resultado final del trabajo.
Las conciencias que si saben como ordenar
sus pensamientos y sus emisiones de rayos positivos que ayuden a tonificar el
planeta en este momento tan importante, aún siendo muchos, no son suficientes
como para poder predecir un resultado seguro. Es por eso, que el proceso sólo
se va a poder contemplar siguiendo la línea de cada momento, y esperando que el
esfuerzo de unos pocos, inclinen la balanza hacia una toma de conciencia mayor,
en la que el hombre sea capaz de comprender que, sólo de él mismo saldrá el
resultado de una creación positiva de cambio.
Pueden ocurrir todas esas desgracias y
catástrofes que los alarmistas predicen, pero no es obligatoriamente necesario
que sea así. El cambio pude efectuarse también por un proceso natural de
selección rápida, donde las fuerzas armonizadoras se encarguen de dirigir las
energías con un movimiento suave y paulatino, ayudadas por las conciencias
humanas. Sólo la Luz
y el Amor aplicados como energías en todos los elementos vivos, son los que
darán un cambio con la garantía de un final feliz. Pero hasta que esto no sea
comprendido, todas las posibilidades están abiertas y en el aire, a la espera
de lo que el hombre quiera hacer.
Te decimos ahora: no penséis en desgracias,
no penséis en cataclismos, no los atraigáis. Si la voluntad es firme, la
decisión de ir a una transmutación a través de la subida vibracional, que
supone entrar en una dimensión superior, puede ser algo tan grato y completo,
como es la caricia de la mano de un padre que ayuda a su hijo a subir un
escalón más. Pensar que el proceso en si mismo es perfecto. El Plan del
Universo es perfecto. El Padre es perfecto. Y la perfección no es dolor. Dolor
es la ignorancia de no poder comprenderlo, la ignorancia de no quererlo hacer.
Pero en el buen hacer, en la buena voluntad, está la resolución de todos los
problemas, por grandes que parezcan; una resolución que os llevará a todos
hacia la Sabiduría.
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