martes, 30 de julio de 2013

El Sermón de la Montaña 02




EL SERMÓN DE LA MONTAÑA


(Continuación)

2ª Parte
El Sermón, comienza con estas palabras:
1º: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos."
Jesús, el Cristo, (una palabra griega que significa “ungido”), es el mensajero del Reino, viene de un lugar más alto, de otro nivel de realidad, y por ello les habla desde la cima de un monte; desde el centro de ese lugar más elevado, les habla con el nivel de comprensión que tienen los "ciudadanos del reino", aunque intenta acercar su lenguaje a la comprensión de aquellos que se han esforzado en elevarse hasta Él por una “metanoia” y, por su esfuerzo, se han separado de la literalidad de la "tierra" y ya no preguntan lo que tienen que hacer.
Es a ellos a los que les dice lo que tienen que ser. Y lo primero que tienen que ser para que el Reino sea de ellos, es "Ser pobres de espíritu". Alude a lo que tienen que llegar a ser en si mismos. Tienen que cambiar su mente, y luego llegar a ser "pobres de espíritu". Y esto es la consecuencia de una "transformación interior", fruto de un "trabajo interior", porque el Verbo es un medio para restablecer el vínculo entre el nivel llamado "Tierra" en el hombre  y el nivel llamado "Cielo" en el hombre.

(...)


Y a menos que este "sentido interno", sentido que proporciona una nueva comprensión, crezca y se desarrolle, alcanzando siempre nuevos significados, no puede haber contacto alguno con los niveles superiores y, entonces, queda muerto. "Es menester que yo mengue, para que él crezca", decía Juan. Es menester que el hombre externo decrezca, para que el Cristo interno crezca. Porque ese Cristo interno es un "nuevo nivel de comprensión", un nuevo estado de ser, que no tienen los que no son del Reino, aunque si perciben los que comienzan a acercarse a él.
¿Qué significa estar cerca del Reino?

Si entendemos esto, podremos comprender lo que la figura del Bautista simboliza como Juan -Jano- la Puerta. El Bautista simboliza la Puerta de los Hombres y el Evangelista la Puerta de los Dioses.

Esta caverna de Bulgaria fue modificada artificialmente en la Prehistoria para que su entrada se asemeje a la de una vagina que conduce al útero en el interior, para representar la "puerta" de entrada y salida al mundo de los Hombres. A la izquierda, vista desde el interior; a la derecha, vista desde el exterior.
Puerta del Cielo o de los Dioses. Japón.
"Estar cerca del Reino", es un estado de entendimiento interior. Hay en los Evangelios un ejemplo claro de esto: uno de los escribas le pregunta a Jesús cual es primero de todos los mandamientos. Y al escriba, el que conocía la Ley porque trabajaba en ella, Jesús le responde: "El Señor uno es. Amarás, pues, al Señor tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma y de toda tu mente y de todas tus fuerzas, y el segundo es..., amarás a tu prójimo como a t¡ mismo." Y el escriba contesta: "Bien Maestro, que verdad has dicho..., y como Jesús vio que la respuesta del hombre provenía de su propia comprensión, le dice: no estás lejos del Reino de los Cielos." (Marcos XII, 34)
Siempre hay quienes, en asuntos espirituales, valoran demasiado las cosas exteriores, las observancias y las disciplinas. En el Evangelio vemos al Bautista preocupado por los rumores que le llegan de que Cristo y sus discípulos comían y bebían y no ayunaban conforme a la letra de la Ley. "Comían" el nuevo alimento y "Bebían" el vino del Espíritu (el significado del alimento). Todo esto era algo que iba contra la Ley de Moisés tomada literalmente.
Hacia el final de su vida, el Bautista, aparentemente, comienza a dudar de Jesús como Mesías. Entonces le envía un mensaje preguntándole: "¿Eres tú el que había de venir, o esperamos a otro?” ¿Y cuál fue la respuesta de Jesús? Este le responde de forma que el Bautista pueda entender lo más literalmente posible: "Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído; que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan."
En el lenguaje de las escuelas esotéricas antiguas y en el lenguaje de las parábolas (y Juan fue enviado por alguna a cumplir su misión), "ciegos", "cojos", "leprosos", "sordos" y "muertos", denotan un significado psicológico. Ciegos a los nuevos significados, cojos por apoyarse solo en uno solo de los polos de la realidad, leprosos por haberse dejado contaminar por los falsos significados, sordos a las nuevas ideas y muertos a lo interno, muertos al espíritu. ¿Lo Entendió Juan? Hay que suponer que algo debió entender, porque le cortaron la cabeza, la falsa cabeza del “yo” de la personalidad. Y es que este nivel de comprensión psicológica ha existido siempre. Siempre ha habido ciegos a otras Verdades y sordos a otros Verbos.
Esta duda del Bautista es algo normal que se produce en el proceso de la evolución espiritual. En la respuesta que le envía Jesús, se describe el verdadero cuadro psicológico de aquello que habiéndose arraigado en el "lado externo" de la Enseñanza del Verbo y en todo su áspero significado literal, se encuentra de pronto con el "sentido interno" y superior, y no lo pueden comprender, por lo que  caen en la duda.
¿Cuántos hay que incluso se sienten ofendidos porque ya no pueden sentir mérito alguno, ya que no pueden considerarse mejor que los otros? Sin embargo, debe comprenderse, que el significado literal del Verbo de Dios tiene que conservarse. Pues es el soporte, la forma, el símbolo, el que lleva en su interior el "significado" más profundo.
Volvamos a los "pobres de espíritu".
"Y viendo la gente, subió al monte; y sentándose se llegaron a él sus discípulos. Y abriendo la boca, les enseñaba diciendo: bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo. V. 1-3)
Lucas abrevia y dice solamente: "Bienaventurados vosotros los pobres...".
Esta simplificación de Lucas ha causado muchos problemas, porque muchos, en la comprensión literal, han pensado que esto quiere decir “ser verdaderamente pobre”: ser pobre al pie de la letra. Pero Mateo, que es más preciso, dice "Pobres en Espíritu". A propósito:

También cada Evangelio habla a una parte de nuestra naturaleza y, entre todos, conforman una unidad.
¿Qué tenemos que entender por "De los pobres de espíritu es el Reino de los Cielos”? En la versión original griega, encontramos que la expresión no es "pobres en espíritu", sino "mendigos del Espíritu". ¿Qué significa la expresión "ser mendigos del espíritu"? Pareciera que es algo que tuviera que ver con la aventura.
Debemos eliminar de nosotros la idea y la noción de que se refiere a un mendigo o a un pobre en el sentido literal. En los Evangelios también hay referencia al pobre en este sentido de indigencia, como en el caso del pago de los diezmos de la viuda, en verdad pobre e indigente en el sentido literal, pero que da más que los otros. Lucas que en su simplificación no da más que cuatro Bienaventuranzas, da también 4 pesares que están en correspondencia opuesta a las bendiciones.
El "pensar" correspondiente en oposición a "Pobres de Espíritu", es: "Más, ¡Ay de vosotros, ricos, porque tenéis vuestro consuelo!" Pero desde que Mateo habla de ser "pobres en Espíritu", el significado de "rico" en Lucas, debe de ser "rico en Espíritu". El problema aquí es la palabra "Espíritu". La Enseñanza dice que el "Espíritu" es ese aspecto de la energía divina que construyó los planos de la materialidad del Universo. Y esta materialidad tiene una correspondencia psicológica: un triunfo sobre un rival, una mejora en la situación personal, una recompensa, un negocio inteligente, un sentimiento de satisfacción personal. Todo esto constituye un consuelo: es una riqueza.
Pero si en el fondo de nosotros mismos, sentimos que somos nada, que no sabemos nada, que no merecemos nada, y esta comprensión de nuestra "nadidad", de nuestra "pobreza de espíritu", nos lleva a un nuevo anhelo, al deseo de una nueva comprensión, al deseo de ser diferente en nuestra mentalidad..., percibiremos nuestra propia ignorancia, percibiremos nuestra ignorancia sobre ese nivel que es el Reino. Sabremos que nada sabemos del Reino y nos convertiremos en el "pobre o mendigo de espíritu", poseedores de un nuevo estado de ser para recorrer esta aventura.


Como ese "nuevo estado de ser"  hace sentir al hombre su "vacío interior", sentirá "hambre", y para satisfacerla, el Maestro le proporciona un nuevo alimento, un nuevo conocimiento, una nueva Enseñanza, para que "sea algo"; para que "sea harto”. Y el hombre, en ese nuevo estado de ser descrito como "pobre de espíritu", sabe y reconoce su ignorancia, percibida desde este nivel tierra, y por ello puede "oír" la Enseñanza del Reino. Una enseñanza que se da en parábolas, aunque las palabras que se usen para transmitirla, tengan una significación literal.
Pero esto ya no importa, porque el "aventurero", el "pobre de o en espíritu", sabe llegar, está aprendiendo a llegar, por su propio trabajo y su propia búsqueda de nuevos significados, a una comprensión más alta de si mismo. En cambio, el que ya es "rico” en lo “viejo” y se encuentra lleno de si mismo, ¿cómo podrá "oír" algo si se está oyendo as¡ mismo todo el tiempo? El "rico en espíritu" solo escucha las interminables voces de su inquieta y quejumbrosa vanidad, de su satisfecho o frustrado amor propio.
Al atacar a los "fariseos", Jesús atacaba a los "ricos de espíritu" y, acerca de ellos, dijo que ya tenían su recompensa. Cuando al "rico" le dijo que "vendiera todo lo que tenía", no estaba hablando de posesiones al pie de la letra, sino de aquel aspecto del hombre que le hace imaginar que es mejor que los demás por sus posesiones y riquezas mentales, sociales, materiales o presuntamente espirituales. Lo que hace que un hombre se sienta especialmente "rico" en si mismo es la satisfacción del amor propio, la vanidad satisfecha, el mérito ofrecido por la vida. En realidad, las delicias del amor propio satisfecho son más poderosas que cualquier otra cosa en la vida, y solo tenemos que advertirlas en nosotros mismos para comprobar que esto es verdad.
Si nos encontramos en ese estado delicioso que produce el "amor propio" satisfecho, ¿para qué vamos a buscar algo nuevo? ¿Cómo se nos podrá pasar por la mente que somos nada, que carecemos de base alguna en nosotros mismos y que, de la Luz del Reino, verdaderamente, no poseemos nada?
2º. "Bienaventurados sean los que lloran, porque ellos tendrán consolación."
Jesús sigue hablando sobre lo que el hombre debe ser, si es que quiere subir a un nivel superior en s¡ mismo; ese nivel que el llama "Reino de los Cielos". No es fácil acercarse a esta idea: ¿Cómo se puede recibir una ayuda interna y un consuelo por el hecho de ir contra s¡ mismo? Si uno "llora", es que algo en uno ha ido contra s¡ mismo. Pero si existe un nivel superior en nosotros, de donde procede "la dicha", con la cual podemos comunicarnos, entonces la idea puede tener sentido. En este caso, "Bienaventurados los que lloran...", significaría que la "dicha" o felicidad, puede llegarle a la persona desde aquel nivel superior del Reino, siempre que "llore", y siempre que "sea pobre de espíritu".
¿Se deduce de esto que debemos ir por el mundo convertidos en un mar de lágrimas?

Hay otro pasaje en el Evangelio de Mateo en el que Jesús dice que "el hombre debe hacerlo todo en secreto". Dar su limosna en secreto, ayunar en secreto, ayudar y servir en secreto, orar (en el caso del publicano) en secreto. Es decir: no hacer nada en razón del amor propio, tampoco “llorar” , a fin de obtener una alabanza, un halago o un mérito a los ojos de los demás.
En un sentido literal, uno "llora a sus muertos" por ejemplo. Pero percibir, comprender, que uno mismo "está muerto", es "llorar" en un sentido psicológico. Son muchas las cosas que Jesús dice acerca de los muertos, acerca de aquellos que están "psicológicamente muertos", muertos en lo interior, muertos en esa parte de s¡ mismos que es la parte real, la única que puede evolucionar hacia un nivel superior de hombre, pero que como están muertos no lo saben, y por ello, no lloran.
El llanto a que hace referencia la Bienaventuranza, es el llanto del que "llora" porque s¡ sabe que algo dentro de él puede morir si no cambia su estado de ser, si no cambia su mentalidad. Son los que se acercan a ese estado de ser, en el que comprenden que la Vida es una pequeña llamita que brilla apenas en el interior de cada persona, y que puede morir; ellos son los que lloran por s¡ mismos. Y son ellos los que recibirán consolación, es decir, ayuda superior para que esa luz no se apague.
3º. "Bienaventurado los mansos, porque ellos recibirán la Tierra por heredad."
En el original griego, la palabra praospraos”, que ha sido traducida por "manso", es realmente lo opuesto a la palabra "enojado” o “resentido". Quiere decir "amansado", en el sentido de "hacer dócil", "volverse dócil", de la misma manera como se amansa a un animal salvaje.
 
"Heredar la tierra" significa aquí, "legar la tierra otorgada al hombre del Reino". Está dicha en el mismo sentido en que está dicha: "Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová y que tu Dios te da." (Éxodo. XX, 12). Pero su significado interno es el de "Reino de los Cielos". La "Tierra", entonces, significa "Reino", y por ello, el hombre, "debe ser manso", debe ir contra todos sus instintos naturales, debe "amansar" su pasión, su cólera, a fin de convertirse en un "heredero de la Tierra o Reino (la sephirah Malkuth del Árbol de la Vida)".
4º. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos."
Ya hemos visto como el "alimento" y la "bebida" se refieren a "alimento espiritual"  y a una "nueva Enseñanza"; a nuevas ideas para desarrollar un nuevo modo de pensar. Los que tienen "hambre", son los que la tienen de este "alimento", y de esta "bebida", los que anhelan comprender lo que es la "bondad de ser", los que aspiran al "conocimiento de la Verdad" que conduce al hombre a un nivel superior de conciencia.
"Corazon-y-Ser" Cristina Alejos

Son aquellos que, al sentir su "nadidad", al sentir su ignorancia (sobre esa realidad llamada Reino), al sentir que "están muertos" en su ser interno, anhelan la Enseñanza de la Verdad que posee el hombre superior y que aspiran seguir esta enseñanza, que desean saber lo que es el "Bien" en el nivel llamado Reino de los Cielos. Son aquellos que sienten "hambre" y "sed" de la "Verdad"; porque la unión de estas dos cosas en el hombre, le hace tener esa armonía interna que se llama Justicia.
5º "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia."
Uno de los significados de esta bienaventuranza es que a menos que perdonemos los pecados de otros, en nosotros mismos, a menos que saldemos nuestras cuentas interiores, no podemos esperar misericordia alguna para nosotros mismos en relación a nuestra propia evolución.
Avalokitesvara bodhisattva de la Compasión
En cierto sentido, "tener misericordia" (el significado de esta expresión estás más cerca de la "compasión" budista que de la misericordia crsitiana) es saber y advertir que aquello que uno condena en otros, es algo que uno también lleva en s¡ mismo. Es verse a uno mismo en los otros y a los otros en uno mismo, y aquello hacia lo cual habremos de ser misericordiosos.
6ª. "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios."
Literalmente ser "puro de corazón" significa haber "purgado" el corazón, haberlo limpiado por medio de una purga. Ello, hace referencia, ante todo, a no ser hipócritas (hipócritas llamó Jesús a los fariseos); hace referencia a la correspondencia que debe existir entre los "externo" y los "interno" en el hombre. Trata de un estado emocional superior que se puede alcanzar en ese estado de “pureza de corazón”, donde es posible percibir directamente la realidad de la existencia de Dios  (y no olvidemos que esta palabra solo es un símbolo de algo que aún desconocemos) mediante una claridad de visión que permite un entendimiento emocional puro pues, nosotros, no sólo entendemos con la mente.


Nuestro aspecto emocional, cuando se encuentra "lleno" de turbaciones sobre nosotros mismos, cuando alberga sentimientos negativos acerca de quienes no nos admiran, cuando está lleno de autocompasión hacia nosotros mismos, y de odio y venganza hacia los que creemos culpables…, se encuentra oscurecido, está en tinieblas, y no puede cumplir su función de reflejar el nivel superior. Pero cuando queda limpio, la purga lo limpia, el Corazón "ve", es decir, comprende la existencia de un nivel superior, comprende la existencia de Dios y comprende la realidad de la Enseñanza de Cristo.
Los Evangelios se refieren frecuentemente a la necesidad de purificar nuestras emociones. Tengamos en cuenta que si no existiese un nivel superior, no habría una purificación posible de las emociones, más allá  de las turbulencias anímicas relativas a nosotros mismos.
7ª. "Bienaventurados los pacificadores, porque ello serán llamados Hijos de Dios."
Crear la paz dentro de uno mismo y "pacificar" nuestro conflictivo mundo interno, es estar libre de desarmonías internas, es estar libre de las contradicciones y los disturbios internos. Porque, "Hacer la paz con los otros", es obrar siempre partiendo del "Bien" que hay en nosotros mismos, y no aferrarse a las diferencias de opinión, ni discutir sobre los diferentes puntos de vista, ni sobre teorías que siempre crean desavenencias y desacuerdos, sobre todo cuando nos falta comprensión para ello.


Si las gentes obrasen apoyándose en el "Bien", y no en las desavenencias resultantes de los diferentes puntos de vista que hay sobre la "Verdad", todos seríamos pacificadores y, a los "pacificadores", Jesús los llamó "Hijos de Dios", porque, en este caso, se piensa en Dios como el Bien mismo; en el mismo sentido, exactamente en el que Jesús definió a Dios cuando alguien le llamó "maestro bueno", y él respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino Dios." (Lucas. XVIII,19).
El odio divide a todos. El "Bien" todo lo unifica de tal suerte que es realmente Uno y esto es Dios.
Las dos últimas bienaventuranzas podemos verlas juntas, porque se refieren a la acción "más allá" y "por encima” del amor propio y del sentimiento que  conlleva.
8º. "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos."
9º. "Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persiguieren, y dijeran de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Y alegraos , porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros." (Mateo. V, 10-12)
Esta misma idea se expresa en Lucas de la siguiente manera:
"Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrecieren y cuando os apartaren de s¡, y os demostraren y os desecharen nuestro nombre como malo, por el Hijo del Hombre. Gozaos de aquel día y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque as¡ hacían sus palabras a los profetas que fueron antes que vosotros."
Y el "Pesar" correspondiente a esto, se expresa diciendo:
Ay de vosotros cuando todos los hombres dijeran bien de vosotros!" (Lucas VI,2 2-23-26).
Jesús, como en todas las Bienaventuranzas, sigue hablando en estas últimas acerca de lo que tiene que ser el hombre quien, tras un prolongado trabajo psicológico en si mismo, comienza a desear algo que está más allá  de su amor propio. Habla acerca del hombre que ya no vive centrado en su amor propio, sino que está buscando el medio de huir de él.
Y aquí es justamente donde se encuentran la más difícil de las barreras psicológicas. Más, solo el poder captar un destello de esta barrera, aún cuando no podamos atravesarla, es ya de un incalculable valor. Pues, ¿quién que lleve una vida respetable y que obre al nivel de la enseñanza de Juan el Bautista puede evitar el sentimiento de mérito? ¿Podría, de alguna manera, regocijarse cuando los hombres hablen mal de él? Un hombre "bueno", "bueno" en la vida corriente, que es sobre la que habla el Bautista, y desde la cual explica todo, fácilmente puede estimar que hace lo mejor que puede con solo comportarse bien: dar la ropa que le sobre, dar de comer a quien no tiene como proporcionárselo, no exigir más de lo que le corresponde legalmente, no ser violento, no hacer el mal y contentarse con la paga, etc.
Pero, ¿cómo podría escapar al mérito exterior final de todo esto? Pues cualquiera que sea la causa del amor propio y por muy buena que sea una persona al nivel de ese amor, y este es el nivel de todos, existe un gran problema psicológico acerca del cual Jesús habla de innumerables maneras y con respecto al cual muchos se sintieron ofendidos: "El amor propio".
Este "amor propio", que se lo adjudica todo a sí mismo, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Y en las Bienaventuranzas podemos advertir lo que el hombre tiene que llegar a ser, a ser en si mismo. Y en un sentido completamente distinto al que tiene el hombre lleno de "amor propio", al hombre de mérito y virtud externa, antes de que pueda siquiera vislumbrar el Reino.
Escamas de sal
Al final, se nos da el resumen de todo el significado de las Bienaventuranzas en los extraños términos de la "Sal", de "Tener Sal" y de que la “Sal pierda su sabor".
"Vosotros sois la sal de la Tierra; y si la sal de desvaneciere ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y ser hollada por los hombres." (Mateo. V,13)
¿Qué es la Sal? Como en la realidad, la "Sal" es la mezcla de dos elementos diferentes (cloro y sodio): representa una Unión. Ya vimos que el conocimiento de la Verdad, en s¡ misma, lleva a uno a una meta que es su propio "Bien" y que, como tal, la "Verdad" tiene su propio uso. Toda Verdad busca siempre su unión con el Bien. Por s¡ misma, la "Verdad" es algo “inútil”. Y el "Bien", por si mismo, también es inútil.
Las Bienaventuranzas nos hablan de como alcanzar cierto estado interior de deseo que pueda conducir al hombre a esta unión. Pues todo "deseo" busca alguna forma de unión con la consumación de s¡ mismo. La "Verdad" de la Enseñanza de Jesús, o el conocimiento del Verbo de Dios, o la verdad acerca de la evolución interior del hombre, no significa absolutamente nada si solo se la practica por ella misma, si no nos hemos dado cuenta de la meta, o sin haberla alcanzado. Esta meta es el Bien hacia el cual conduce el Conocimiento.
La unión de la "Verdad" y el "Bien", es el único Gozo. No el gozo ordinario que conocemos nosotros y que, antes que tarde, se convierte en su opuesto; sino que es un estado complejo y acabado en s¡ mismo, de modo que tiene su particular poder de creación mediante su propia fuerza. Es Poder porque contiene en s¡ mismo los dos elemento: la "Verdad" y el "Bien" unidos, ya que no hay Verdad sin Conocimiento y no hay Bien sin Amor.
Esta es la "fiesta de las bodas" de que habla el Evangelio. El maridaje de las dos cosas que deben ocurrir en el hombre y que constituyen la totalidad de su vida interior. Esta es la Transformación del "Agua de la Verdad", en "Vino", durante las Bodas de Canaán en Galilea. Visto internamente, el hombre es, ante todo, su conocimiento de la Verdad y su nivel de Bien.
Finalmente, en un momento de su evolución, cada hombre llega a ser en si mismo esta boda entre esos dos elementos. Solo aquí tienen sentido lo que los Evangelios dicen: "Vida por si mismo", por cuanto esta unión recibe su poder desde un nivel superior. Quizás nos sea dado comprender que un hombre pueda practicar el lado de la Verdad, pero no tiene el deseo que le conduzca a otra parte, a no ser a la autoestimación. Entonces, es un hombre que carece del deseo de que la Verdad que sigue y practica le lleve a la meta que le espera, y que es el Bien.
Union de los Opuestos en Verde. Obra de Ricardo Barbetti

Un hombre así, no tiene el deseo de consumar esta Boda, esta unión, no anhela este misterio interior, "Matrimonio sagrado", esta “Hierogamia Mística” de la Unión de los Opuestos. No quiere que aquello que "sabe", se transforme en aquello que "ES". Y que, finalmente, se una a su propia meta al hallar en s¡ mismo el Bien que le pertenece.
Un hombre así es el que no tiene Sal, porque está obrando sin el deseo adecuado. Está "quitándole el sabor" a la sal, haciéndola inútil. Y al carecer de una verdadera comprensión de lo que está haciendo, confunde, fácilmente, la enseñanza que solo conoce a través de su vida ordinaria, con las reacciones de su modo de vivir.
Sin "Ver" hacia donde conduce la Verdad, o cual es su meta, el hombre la toma a su propio nivel de ser, la tomar como una finalidad en s¡ misma, por lo que bien puede ser que ella sea una nueva fuente de donde broten otros disgustos, rivalidades, celos y superioridades sobre los demás. Incluso, como así demuestra la Historia, el origen de nuevas crueldades. Está "ciego" con respecto al "Bien" de la Enseñanza que ha recibido y cual es su verdadera finalidad.
Esta es la razón por la que Jesús dijo, en otro lugar, después de que sus discípulos estuvieron riñendo entre ellos acerca de cual era el más grande: "Buena es la sal, más si la sal fuere desabrida ¿con qué la salareis? Tened en vosotros mismos sal, y tened paz los unos con los otros."(Mateo. IX, 50)
Los discípulos, llevados por su amor propio, reñían entre s¡, habían olvidado sus propósitos. Y es justamente porque las gentes olvidan el motivo por el cual estudian la Verdad, por lo que no quieren ser diferentes. No darse cuenta de que la Verdad es sólo para alcanzar el "Bien", porque están dormidos aún, es por lo que lo mezclan todo y lo revuelven todo, tanto lo "nuevo", como lo "viejo". Respecto a esto Jesús dice: "Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás os será dado por añadidura."



No olvidar (que en los Evangelios) la "Verdad" tiene que ver con lo que Jesús enseña en la forma de un Conocimiento, tiene que ver con el “Agua viva”. EL "Bien" tiene que ver con el Amos a Dios y al prójimo.
Antes de terminar, comentemos un momento por qué se sabe que Jesús enseñaba un “conocimiento esotérico”. Hay infinidad de alusiones en los Evangelios a la palabra “vino” y el sentido en que se la emplea no es solamente material y literal. Ya en el Génesis (XLIX, 11-14) se había dicho a propósito de la bendición de Jacob  a sus hijos antes de morir:
“Atará a la Vid su pollino,
a la vid generosa el hijo de la asna;
lavará en vino sus vestidos,
y en la sangre de las uvas su ropa.
Brillan por el vino sus ojos
y de la leche blanquean sus dientes.”
Hay un cierto sinsentido en este texto. Ya sabemos que en el lenguaje de las parábolas o de los mitos, lo que un hombre “viste”, sus ropas, hace referencia a sus ideas, a como piensa, a la manera como “ve” las cosas. Por ello, tomar este pasaje literalmente es convertir un sinsentido en otro. Es una insensatez. Pero, interpretado psicológicamente, nos habla de otra cosa. Todos nosotros llevamos “ropas psicológicas”, es decir, todos tenemos creencias, opiniones, saberes y conocimientos con los que cubrimos nuestra personalidad. Son nuestros “vestidos” mentales. Y a través de ellos es que “vemos” lo que consideramos realidad. Aquí se nos dice que esas ropas lavadas con vino y esos “ojos” rojos de vino (nuestros ojos mentales) se lavan con alguna forma de discernimiento interior llamado “vino”. Así que si el “vino” representa una etapa particular del desarrollo de nuestra comprensión de la “Verdad”, la idea de lavar los vestidos en ese vino hace referencia a que un cierto tipo de “verdad”, un cierto tipo de conocimiento, ha lavado o limpiado la antigua y, ahora, nos cubrimos con una nueva.
La idea de que los ojos brillan por el “vino”, se refieren a la nueva “visión” que ese “vino” o conocimiento producen. Que aquí que este conocimiento se encuentra a un nivel superior al que en otros lugares ha sido llamado “Agua”, lo atestigua la transformación de esta en “vino” como el las Bodas de Canaan. Se necesita una mayor comprensión para entender el conocimiento llamado “vino” que la comprensión necesaria para entender el conocimiento llamado “agua”.


La Enseñanza esotérica emplea a menudo la palabra “viña” para referirse a las Escuelas en las que se enseñada dicho conocimiento sobre un desarrollo interior, pues se las compara a viñas de las que se espera obtener uvas y vino, un fruto lleno de “espíritu”. “Porque el Reino de los Cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a juntar obreros para su viña…” (Mateo, XX,1).
No es difícil “ver” en la Historia que conocemos sobre nuestro pasado humano, aunque terriblemente manipulada, que en ella hay registrados hechos que nos hablan de los intentos que a lo largo del tiempo se han producido para sacar al hombre de la barbarie, mediante la “enseñanza” de ciertas ideas sobre el profundo significado de la vida humana. Pero los detalles íntimos de estos intentos, han sido escamoteados y no figuran en ella. Incluso en aquellos lugares donde se encuentran, hemos perdido las claves para comprenderlos, pues para evitar su desaparición fueron cifrados.
En el Bautista, se percibe que una de esas Escuelas le ha enviado, a que hable al pueblo judío sobre algunas de esas enseñanzas, que servirán de preámbulo a las que otro ser humano, con un mayor conocimiento de lo que habla, continuará más tarde. La finalidad de una viña es dar uvas y vino. Como símbolo, se planta una “viña”, en decir, una Escuela en algún lugar desde la que se impartirá una enseñanza acerca de los medios necesarios para alcanzar una evolución interior. Pero, cuando se facilitar una Enseñanza es necesario e imprescindible que esta se mantenga pura y sin contaminar hasta que haya cumplido con su propósito. Si se mezclara con otras, se adulteraría. A esta mezcla de enseñanzas es a lo que en los Evangelios se le llama “ramera”.
La Enseñanza, en su estado puro, dura solamente un tiempo. A lo largo del Tiempo Histórico han surgido distintas “Enseñanzas”, y cada una ha durado un periodo de tiempo, más largo o más corto, según la necesidad. Pero siempre, su finalidad ha sido elevar la conciencia del hombre a través de desarrollar su entendimiento y su calidad de Ser. Cada “viña” se planta para que produzca un tipo de “vino” particular que ha de mantenerse puro. No debe mezclarse con otro. No se deben mezclas las ideas. Provocan confusión. Ya Moisés había dicho: “No sembrarás tu viña de varias semillas…, no ararás con buey y asco juntamente. No te vestirás de mixtura, de lana y lino juntamente” (Deuteronomio, XXII, 9-11).
Aunque estas palabras encierran un significado, no ha de tomárselas como un “mandamiento”, como una ley que haya que cumplir a rajatabla. Cuando la “viña” comienza a secarse, es decir, cuando el significado que se sembró inicialmente en ella se pervierte o se pierde, entonces se la destruye. Por ello, todas las Enseñanzas antiguas están llenas de “vacíos”, y ninguna lleva a un significado completo. Aunque es cierto que algunos de sus significados quedan cristalizados en los símbolos y en las palabras que allí se manejaron. Es como si estuviesen encriptados, y son muy pocos los que recuerdan los códigos.
Muchos pastores han destruido mi viña”, dice jeremías (XII, 10); es decir, muchos (pretendidos) “maestros” han destruido la Enseñanza original de esa escuela; ésta ha sido devorada por ideas e interpretaciones equivocadas, o la propia Escuela se ha convertido en un medio de poder terrenal, de intriga política, como le ocurrió a una antigua Escuela llamada “Jerusalén”: “No habrá uvas en la vid, ni higos en la higuera, y caerán las hojas.” (Jeremías, VIII, 13).
Jesús imparte la Enseñanza desde el centro del Árbol de la Vida (una vid) a sus discípulos.
Siempre que ha sido sembrada una Enseñanza, de algún orden, en la humanidad, el ineludible paso del tiempo la ha contaminado y ha acabado con ella. Más esto no significa que el esfuerzo no haya servido para nada. Siempre dieron algún fruto. Fueron sembradas para que duraran solo un tiempo. Deberíamos considerar esto: en el tiempo, nada perdura eternamente. Por eso, cada cierto tiempo, una nueva “viña” es sembrada, o varias, y tendrá un nuevo disfraz, una nueva cubierta, aunque su Esencia siempre es la misma y siempre trata de una sola cosa: posibilitar la evolución del hombre, para lo cual cada uno ha de hacerse, primeramente, conciente de si mismo y luego de los demás; es decir, que su conciencia sea cada vez más incluyente, lo cual le conducirá a abandonar todo tipo de violencia, a perdonar las cuentas de su prójimo en si mismo, a establecer correctas relaciones humanas basadas en la comprensión de la identidad de todos los seres humanos.
Todo se mueve en un ciclo recurrente. En cada vuelta, el nivel se incrementa para aquellos que hayan alcanzado la cumbre de los niveles anteriores. De ahí el “dar el vestido viejo” a aquel que aún ha de recorrer ese nivel. Y he aquí la gran cuestión: ¿Cuál es entonces la Verdad que se siembra con intervalos precisos? ¿Es siempre la misma?
Moisés inició su enseñanza con una serie de mandamientos, que para la inmensa mayoría fueron literales, pero es que ese era el nivel de ser de la humanidad en aquel entonces. Jesús lo hizo con una idea psicológica, la idea de metanoiametanoia”, la idea de un cambio en nuestra manera de pensar. Cada pueblo, cada civilización. Cada cultura, ha contribuido a incrementar esa Verdad. Hasta hace unos pocos de años aún sobrevivían, y algunas aún lo hacen, alguna de las Escuelas (las “viñas”) desde donde esa parcela de Verdad se impartía. Su destino, como todas las que le precedieron, es desaparecer.
Más el hombre nunca ha sido abandonado. Simplemente han cambiado las formas de mostrarle la Verdad. La humanidad ha alcanzado un nivel más alto de conciencia, sobre todo algunas de sus células humanas, aunque aún parezca que no se nota. Por ello el sistema de Enseñanza está cambiado para muchos. Ahora ya no hacen falta intermediarios. Uno puede recibir esa Enseñanza directamente desde su propia interioridad, conectando con su Esencia interior.


Esto fue, como a otros muchos, lo que nos ocurrió a Dánae y a mi cuando comenzamos, allá por mediados de los ochenta del siglo pasado nuestra “aventura mágica”. Es el signo de los tiempos es que los cachitos de Verdad circulen hoy por Internet; aunque, como siempre, es necesario aprender a discriminar el “trigo” de la “cizaña”. Ha llegado el fin de los maestros externos y ha comenzado el trabajo de los maestros internos. En mi caso, al menos para mí, me fue necesario estudiar y conocer las Escuelas y sus Enseñanzas que habían ido apareciendo a lo largo del tiempo y del espacio histórico; ello me ha permitido conocer que, salvando los ropajes externos con las que se cubrían, todas ha enseñado siempre lo mismo, aunque en diferentes niveles de Ser.
Y lo que también se puede deducir de las Escuelas que han existido a lo largo de la Historia es que todas comenzaron con la idea de una transformación de nuestra mente a fin de sentir el misterio de nuestra propia existencia. Este sentimiento abre nuestra mente y cada vez lo hace a una mayor “altura”: “Y vi un cielo nuevo, y una nueva tierra: porque el primer cielo y la primera tierra se fueron” (Apocalipsis, XXI, 1).


                                       Santa Cruz de Tenerife, 4 - 5 - 1991



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