EL
SERMÓN DE LA MONTAÑA
(Continuación)
2ª Parte
El Sermón, comienza con estas palabras:
1º: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos
es el Reino de los Cielos."
Jesús, el Cristo,
(una palabra griega que significa “ungido”),
es el mensajero del Reino, viene de
un lugar más alto, de otro nivel de realidad, y por ello les habla desde la
cima de un monte; desde el centro de ese lugar más elevado, les habla con el
nivel de comprensión que tienen los
"ciudadanos del reino", aunque
intenta acercar su lenguaje a la comprensión
de aquellos que se han esforzado en elevarse
hasta Él por una “metanoia” y, por su
esfuerzo, se han separado de la literalidad de la "tierra" y ya no preguntan lo que tienen que hacer.
Es a ellos a los
que les dice lo que tienen que ser. Y
lo primero que tienen que ser para que el Reino sea de ellos, es "Ser pobres de espíritu". Alude a
lo que tienen que llegar a ser en si mismos. Tienen que cambiar su mente, y luego llegar a ser "pobres de espíritu". Y esto es la consecuencia de una "transformación interior", fruto de
un "trabajo interior", porque
el Verbo es un medio para
restablecer el vínculo entre el nivel llamado "Tierra" en el hombre y
el nivel llamado "Cielo"
en el hombre.
(...)
(...)
Y a menos que
este "sentido interno",
sentido que proporciona una nueva comprensión,
crezca y se desarrolle, alcanzando siempre nuevos significados, no puede haber contacto alguno con los niveles
superiores y, entonces, queda muerto. "Es
menester que yo mengue, para que él crezca", decía Juan. Es menester
que el hombre externo decrezca, para
que el Cristo interno crezca. Porque
ese Cristo interno es un "nuevo
nivel de comprensión", un nuevo estado de ser, que no tienen los que
no son del Reino, aunque si perciben
los que comienzan a acercarse a él.
¿Qué significa estar cerca del Reino?
Si entendemos esto, podremos comprender lo que la figura del Bautista simboliza como Juan -Jano- la Puerta. El Bautista simboliza la Puerta de los Hombres y el Evangelista la Puerta de los Dioses.
![]() |
Puerta del Cielo o de los Dioses. Japón. |
"Estar cerca del Reino", es un
estado de entendimiento interior. Hay en los Evangelios un ejemplo claro de
esto: uno de los escribas le pregunta a Jesús cual es primero de todos los
mandamientos. Y al escriba, el que conocía la Ley porque trabajaba en ella, Jesús le responde:
"El Señor uno es. Amarás, pues, al Señor
tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma y de toda tu mente y de todas tus
fuerzas, y el segundo es..., amarás a tu prójimo como a t¡ mismo." Y
el escriba contesta: "Bien Maestro,
que verdad has dicho..., y como Jesús vio que la respuesta del hombre provenía
de su propia comprensión, le dice: no estás lejos del Reino de los Cielos."
(Marcos XII, 34)
Siempre hay quienes,
en asuntos espirituales, valoran demasiado las cosas exteriores, las
observancias y las disciplinas. En el Evangelio vemos al Bautista preocupado por los rumores que le llegan de que Cristo y
sus discípulos comían y bebían y no ayunaban conforme a la letra
de la Ley. "Comían" el nuevo alimento y "Bebían"
el vino del Espíritu (el significado
del alimento). Todo esto era algo que iba contra la Ley de Moisés tomada
literalmente.
Hacia el final
de su vida, el Bautista, aparentemente, comienza a dudar de Jesús como Mesías.
Entonces le envía un mensaje preguntándole: "¿Eres tú el que había de venir, o esperamos a otro?” ¿Y cuál fue la respuesta de Jesús? Este
le responde de forma que el Bautista pueda entender lo más literalmente
posible: "Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído; que los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos
resucitan."
En el lenguaje
de las escuelas esotéricas antiguas y en el lenguaje de las parábolas (y Juan fue
enviado por alguna a cumplir su misión), "ciegos", "cojos",
"leprosos", "sordos" y "muertos", denotan un significado psicológico. Ciegos a los nuevos significados, cojos por apoyarse solo en uno solo de
los polos de la realidad, leprosos
por haberse dejado contaminar por los falsos significados, sordos a las nuevas ideas y muertos
a lo interno, muertos al espíritu. ¿Lo Entendió Juan? Hay que suponer que algo debió
entender, porque le cortaron la cabeza,
la falsa cabeza del “yo” de la
personalidad. Y es que este nivel de comprensión
psicológica ha existido siempre. Siempre ha habido ciegos a otras Verdades y sordos
a otros Verbos.
Esta duda del
Bautista es algo normal que se produce en el proceso de la evolución espiritual.
En la respuesta que le envía Jesús, se describe el verdadero cuadro psicológico de aquello que habiéndose
arraigado en el "lado externo"
de la Enseñanza
del Verbo y en todo su áspero significado literal, se encuentra de pronto
con el "sentido interno" y
superior, y no lo pueden comprender, por lo que caen en la duda.
¿Cuántos hay que
incluso se sienten ofendidos porque ya no pueden sentir mérito alguno, ya que
no pueden considerarse mejor que los otros? Sin embargo, debe comprenderse, que
el significado literal del Verbo de Dios
tiene que conservarse. Pues es el soporte, la forma, el símbolo, el que lleva en su interior el "significado" más profundo.
Volvamos a los
"pobres de espíritu".
"Y viendo la gente, subió al monte; y
sentándose se llegaron a él sus discípulos. Y abriendo la boca, les enseñaba
diciendo: bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de
los Cielos." (Mateo. V. 1-3)
Lucas abrevia y
dice solamente: "Bienaventurados
vosotros los pobres...".
Esta simplificación
de Lucas ha causado muchos problemas, porque muchos, en la comprensión literal,
han pensado que esto quiere decir “ser
verdaderamente pobre”: ser pobre al pie de la letra. Pero Mateo, que es más
preciso, dice "Pobres en Espíritu". A propósito:
También cada
Evangelio habla a una parte de nuestra naturaleza y, entre todos, conforman una
unidad.
¿Qué tenemos que
entender por "De los pobres de
espíritu es el Reino de los Cielos”? En la versión original griega,
encontramos que la expresión no es "pobres
en espíritu", sino "mendigos
del Espíritu". ¿Qué significa
la expresión "ser mendigos del espíritu"?
Pareciera que es algo que tuviera que ver con la aventura.
Debemos eliminar
de nosotros la idea y la noción de que se refiere a un mendigo o a un pobre en
el sentido literal. En los Evangelios también hay referencia al pobre en este sentido de indigencia,
como en el caso del pago de los diezmos
de la viuda, en verdad pobre e indigente en el sentido literal, pero que da más que los otros. Lucas
que en su simplificación no da más que cuatro Bienaventuranzas, da también 4 pesares que están en correspondencia
opuesta a las bendiciones.
El "pensar" correspondiente en oposición
a "Pobres de Espíritu", es:
"Más, ¡Ay de vosotros, ricos, porque
tenéis vuestro consuelo!" Pero desde que Mateo habla de ser "pobres en Espíritu", el significado
de "rico" en Lucas, debe de
ser "rico en Espíritu". El
problema aquí es la palabra "Espíritu".
La Enseñanza
dice que el "Espíritu" es
ese aspecto de la energía divina que construyó los planos de la materialidad del
Universo. Y esta materialidad tiene
una correspondencia psicológica: un triunfo sobre un rival, una mejora en la situación
personal, una recompensa, un negocio inteligente, un sentimiento de satisfacción
personal. Todo esto constituye un consuelo: es
una riqueza.
Pero si en el
fondo de nosotros mismos, sentimos que somos nada, que no sabemos nada,
que no merecemos nada, y esta comprensión
de nuestra "nadidad", de nuestra
"pobreza de espíritu", nos
lleva a un nuevo anhelo, al deseo de una nueva comprensión, al deseo de ser diferente en nuestra mentalidad..., percibiremos
nuestra propia ignorancia, percibiremos
nuestra ignorancia sobre ese nivel que es
el Reino. Sabremos que nada sabemos del Reino
y nos convertiremos en el "pobre o
mendigo de espíritu", poseedores de un nuevo estado de ser para
recorrer esta aventura.
Como ese "nuevo estado de ser" hace sentir al hombre su "vacío interior", sentirá "hambre", y para satisfacerla, el Maestro le proporciona un nuevo alimento, un nuevo conocimiento, una nueva Enseñanza, para que "sea algo"; para que "sea harto”. Y el hombre, en ese nuevo estado de ser descrito como "pobre de espíritu", sabe y reconoce su ignorancia, percibida desde este nivel tierra, y por ello puede "oír" la Enseñanza del Reino. Una enseñanza que se da en parábolas, aunque las palabras que se usen para transmitirla, tengan una significación literal.
Pero esto ya no
importa, porque el "aventurero",
el "pobre de o en espíritu",
sabe llegar, está aprendiendo a
llegar, por su propio trabajo y su propia búsqueda de nuevos significados, a
una comprensión más alta de si mismo.
En cambio, el que ya es "rico”
en lo “viejo” y se encuentra lleno
de si mismo, ¿cómo podrá "oír" algo si se está oyendo as¡ mismo todo el tiempo? El "rico en espíritu" solo escucha las
interminables voces de su inquieta y quejumbrosa vanidad, de su satisfecho o
frustrado amor propio.
Al atacar a los
"fariseos", Jesús atacaba a
los "ricos de espíritu" y,
acerca de ellos, dijo que ya tenían su recompensa. Cuando al "rico" le dijo que "vendiera todo lo que tenía", no
estaba hablando de posesiones al pie de la letra, sino de aquel aspecto del
hombre que le hace imaginar que es mejor que los demás por sus posesiones y riquezas mentales, sociales, materiales o presuntamente
espirituales. Lo que hace que un hombre se sienta especialmente "rico" en si mismo es la satisfacción
del amor propio, la vanidad satisfecha, el mérito ofrecido por la vida. En
realidad, las delicias del amor propio satisfecho son más poderosas que
cualquier otra cosa en la vida, y solo tenemos que advertirlas en nosotros
mismos para comprobar que esto es verdad.
Si nos
encontramos en ese estado delicioso
que produce el "amor propio"
satisfecho, ¿para qué vamos a buscar algo nuevo? ¿Cómo se nos podrá pasar por
la mente que somos nada, que carecemos de base alguna en nosotros mismos y que,
de la Luz del Reino,
verdaderamente, no poseemos nada?
2º. "Bienaventurados sean los que lloran, porque ellos
tendrán consolación."
Jesús sigue
hablando sobre lo que el hombre debe ser,
si es que quiere subir a un nivel superior en s¡ mismo; ese nivel que el llama
"Reino de los Cielos". No
es fácil acercarse a esta idea: ¿Cómo se puede recibir una ayuda interna y un
consuelo por el hecho de ir contra s¡ mismo? Si uno "llora", es que algo en uno ha ido contra s¡ mismo. Pero si
existe un nivel superior en nosotros, de donde procede "la dicha", con la cual podemos
comunicarnos, entonces la idea puede tener sentido. En este caso, "Bienaventurados los que lloran...",
significaría que la "dicha"
o felicidad, puede llegarle a la persona desde aquel nivel superior del Reino, siempre que "llore", y siempre que "sea pobre de espíritu".
¿Se deduce de
esto que debemos ir por el mundo convertidos en un mar de lágrimas?
Hay otro pasaje en el Evangelio de Mateo en el que Jesús dice que "el hombre debe hacerlo todo en secreto". Dar su limosna en secreto, ayunar en secreto, ayudar y servir en secreto, orar (en el caso del publicano) en secreto. Es decir: no hacer nada en razón del amor propio, tampoco “llorar” , a fin de obtener una alabanza, un halago o un mérito a los ojos de los demás.
En un sentido
literal, uno "llora a sus
muertos" por ejemplo. Pero percibir,
comprender, que uno mismo "está muerto", es "llorar" en un sentido psicológico. Son muchas las cosas que Jesús
dice acerca de los muertos, acerca de
aquellos que están "psicológicamente
muertos", muertos en lo interior, muertos en esa parte de s¡ mismos
que es la parte real, la única que puede evolucionar hacia un nivel superior de
hombre, pero que como están muertos no lo
saben, y por ello, no lloran.
El llanto a que hace referencia la Bienaventuranza,
es el llanto del que "llora"
porque s¡ sabe que algo dentro de él
puede morir si no cambia su estado de ser,
si no cambia su mentalidad. Son los
que se acercan a ese estado de ser, en el que comprenden que la Vida es una pequeña llamita
que brilla apenas en el interior de cada persona, y que puede morir; ellos son
los que lloran por s¡ mismos. Y son
ellos los que recibirán consolación,
es decir, ayuda superior para que esa
luz no se apague.
3º. "Bienaventurado los mansos, porque ellos recibirán la Tierra por heredad."
En el original
griego, la palabra praos “praos”, que ha sido traducida por "manso", es realmente lo opuesto a
la palabra "enojado” o “resentido". Quiere decir "amansado", en el sentido de "hacer dócil", "volverse dócil", de la misma manera
como se amansa a un animal salvaje.
4º. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán hartos."
Ya hemos visto
como el "alimento" y la
"bebida" se refieren a
"alimento espiritual" y a una "nueva Enseñanza"; a nuevas ideas para desarrollar un nuevo
modo de pensar. Los que tienen "hambre",
son los que la tienen de este "alimento",
y de esta "bebida", los que
anhelan comprender lo que es la "bondad
de ser", los que aspiran al "conocimiento
de la Verdad"
que conduce al hombre a un nivel superior de conciencia.
Son aquellos que, al sentir su "nadidad", al sentir su ignorancia (sobre esa realidad llamada Reino), al sentir que "están muertos" en su ser interno, anhelan la Enseñanza de la Verdad que posee el hombre superior y que aspiran seguir esta enseñanza, que desean saber lo que es el "Bien" en el nivel llamado Reino de los Cielos. Son aquellos que sienten "hambre" y "sed" de la "Verdad"; porque la unión de estas dos cosas en el hombre, le hace tener esa armonía interna que se llama Justicia.
![]() |
"Corazon-y-Ser" Cristina Alejos |
Son aquellos que, al sentir su "nadidad", al sentir su ignorancia (sobre esa realidad llamada Reino), al sentir que "están muertos" en su ser interno, anhelan la Enseñanza de la Verdad que posee el hombre superior y que aspiran seguir esta enseñanza, que desean saber lo que es el "Bien" en el nivel llamado Reino de los Cielos. Son aquellos que sienten "hambre" y "sed" de la "Verdad"; porque la unión de estas dos cosas en el hombre, le hace tener esa armonía interna que se llama Justicia.
5º "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzaran misericordia."
Uno de los
significados de esta bienaventuranza es que a menos que perdonemos los pecados
de otros, en nosotros mismos, a menos que saldemos nuestras cuentas interiores, no podemos esperar misericordia alguna para nosotros mismos
en relación a nuestra propia evolución.
![]() |
Avalokitesvara bodhisattva de la Compasión |
En cierto
sentido, "tener misericordia" (el significado de esta expresión estás más cerca de la "compasión" budista que de la misericordia crsitiana)
es saber y advertir que aquello que uno condena en otros, es algo que uno
también lleva en s¡ mismo. Es verse a uno mismo en los otros y a los otros en
uno mismo, y aquello hacia lo cual habremos de ser misericordiosos.
6ª. "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios."
Literalmente ser
"puro de corazón"
significa haber "purgado"
el corazón, haberlo limpiado por medio de una purga. Ello, hace referencia,
ante todo, a no ser hipócritas (hipócritas llamó Jesús a los fariseos); hace
referencia a la correspondencia que debe existir entre los "externo" y los "interno" en el hombre. Trata de un
estado emocional superior que se
puede alcanzar en ese estado de “pureza
de corazón”, donde es posible percibir directamente la realidad de la
existencia de Dios (y no olvidemos que esta palabra solo es un
símbolo de algo que aún desconocemos) mediante una claridad de visión que permite un entendimiento emocional puro pues, nosotros, no sólo entendemos con
la mente.
Nuestro aspecto emocional, cuando se encuentra "lleno" de turbaciones sobre nosotros mismos, cuando alberga sentimientos negativos acerca de quienes no nos admiran, cuando está lleno de autocompasión hacia nosotros mismos, y de odio y venganza hacia los que creemos culpables…, se encuentra oscurecido, está en tinieblas, y no puede cumplir su función de reflejar el nivel superior. Pero cuando queda limpio, la purga lo limpia, el Corazón "ve", es decir, comprende la existencia de un nivel superior, comprende la existencia de Dios y comprende la realidad de la Enseñanza de Cristo.
Los Evangelios
se refieren frecuentemente a la necesidad de purificar nuestras emociones. Tengamos en cuenta que si no existiese
un nivel superior, no habría una purificación posible de las emociones, más allá de las turbulencias
anímicas relativas a nosotros mismos.
7ª. "Bienaventurados los pacificadores, porque ello serán
llamados Hijos de Dios."
Crear la paz dentro de uno mismo y "pacificar" nuestro conflictivo
mundo interno, es estar libre de desarmonías
internas, es estar libre de las contradicciones y los disturbios internos. Porque,
"Hacer la paz con los otros",
es obrar siempre partiendo del "Bien"
que hay en nosotros mismos, y no aferrarse a las diferencias de opinión, ni
discutir sobre los diferentes puntos de vista, ni sobre teorías que siempre
crean desavenencias y desacuerdos, sobre todo cuando nos falta comprensión para ello.
Si las gentes obrasen apoyándose en el "Bien", y no en las desavenencias resultantes de los diferentes puntos de vista que hay sobre la "Verdad", todos seríamos pacificadores y, a los "pacificadores", Jesús los llamó "Hijos de Dios", porque, en este caso, se piensa en Dios como el Bien mismo; en el mismo sentido, exactamente en el que Jesús definió a Dios cuando alguien le llamó "maestro bueno", y él respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino Dios." (Lucas. XVIII,19).
El odio divide a
todos. El "Bien" todo lo
unifica de tal suerte que es realmente Uno
y esto es Dios.
Las dos últimas
bienaventuranzas podemos verlas juntas, porque se refieren a la acción "más allá" y "por encima” del amor propio y del
sentimiento que conlleva.
8º. "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de
la Justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos."
9º. "Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os
persiguieren, y dijeran de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Y
alegraos , porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron
a los profetas que fueron antes que vosotros." (Mateo. V, 10-12)
Esta misma idea
se expresa en Lucas de la siguiente manera:
"Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrecieren y cuando
os apartaren de s¡, y os demostraren y os desecharen nuestro nombre como malo,
por el Hijo del Hombre. Gozaos de aquel día y alegraos, porque he aquí vuestro galardón
es grande en los cielos; porque as¡ hacían sus palabras a los profetas que
fueron antes que vosotros."
Y el "Pesar" correspondiente a esto, se
expresa diciendo:
"¡Ay de vosotros cuando todos los hombres
dijeran bien de vosotros!" (Lucas VI,2 2-23-26).
Jesús, como en
todas las Bienaventuranzas, sigue
hablando en estas últimas acerca de lo que tiene
que ser el hombre quien, tras un prolongado trabajo psicológico en si mismo,
comienza a desear algo que está más allá
de su amor propio. Habla acerca del hombre que ya no vive centrado en su amor
propio, sino que está buscando el medio de huir de él.
Y aquí es
justamente donde se encuentran la más difícil de las barreras psicológicas. Más, solo el poder captar un destello de
esta barrera, aún cuando no podamos atravesarla, es ya de un incalculable
valor. Pues, ¿quién que lleve una vida respetable y que obre al nivel de la enseñanza de Juan el Bautista puede
evitar el sentimiento de mérito? ¿Podría, de alguna manera, regocijarse cuando
los hombres hablen mal de él? Un hombre "bueno", "bueno"
en la vida corriente, que es sobre la que habla el Bautista, y desde la cual explica
todo, fácilmente puede estimar que hace lo mejor que puede con solo comportarse
bien: dar la ropa que le sobre, dar de comer a quien no tiene como proporcionárselo,
no exigir más de lo que le corresponde legalmente, no ser violento, no hacer el
mal y contentarse con la paga, etc.
Pero, ¿cómo podría
escapar al mérito exterior final de
todo esto? Pues cualquiera que sea la causa del amor propio y por muy buena que sea una persona al nivel de ese
amor, y este es el nivel de todos, existe un gran problema psicológico acerca del cual Jesús habla de innumerables
maneras y con respecto al cual muchos se
sintieron ofendidos: "El amor
propio".
Este "amor propio", que se lo adjudica
todo a sí mismo, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Y en las Bienaventuranzas podemos advertir lo que
el hombre tiene que llegar a ser, a ser en si mismo. Y en un sentido
completamente distinto al que tiene el hombre lleno de "amor propio", al hombre de mérito y
virtud externa, antes de que pueda siquiera vislumbrar el Reino.
Escamas de sal |
Al final, se nos
da el resumen de todo el significado de las Bienaventuranzas
en los extraños términos de la "Sal",
de "Tener Sal" y de que la
“Sal pierda su sabor".
"Vosotros
sois la sal de la Tierra;
y si la sal de desvaneciere ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino
para ser echada fuera y ser hollada por los hombres." (Mateo. V,13)
¿Qué es la Sal?
Como en la realidad, la "Sal"
es la mezcla de dos elementos diferentes (cloro y sodio): representa una Unión. Ya vimos que el conocimiento de la Verdad,
en s¡ misma, lleva a uno a una meta que es su propio "Bien" y que, como tal, la "Verdad" tiene su propio uso. Toda Verdad busca siempre su unión
con el Bien. Por s¡ misma, la "Verdad" es algo “inútil”. Y el "Bien", por si mismo, también es inútil.
Las
Bienaventuranzas nos hablan de como alcanzar cierto estado interior de deseo que
pueda conducir al hombre a esta unión.
Pues todo "deseo" busca
alguna forma de unión con la consumación de s¡ mismo. La "Verdad" de la Enseñanza
de Jesús, o el conocimiento del Verbo de
Dios, o la verdad acerca de la evolución
interior del hombre, no significa
absolutamente nada si solo se la practica por ella misma, si no nos hemos
dado cuenta de la meta, o sin haberla alcanzado. Esta meta es el Bien hacia el cual conduce el Conocimiento.
La unión de la
"Verdad" y el "Bien", es el único Gozo. No el gozo ordinario que conocemos
nosotros y que, antes que tarde, se convierte en su opuesto; sino que es un estado complejo y acabado en s¡ mismo,
de modo que tiene su particular poder de creación mediante su propia fuerza. Es
Poder porque contiene en s¡ mismo
los dos elemento: la "Verdad"
y el "Bien" unidos, ya que
no hay Verdad sin Conocimiento y no hay Bien sin Amor.
Esta es la
"fiesta de las bodas" de
que habla el Evangelio. El maridaje de las dos cosas que deben ocurrir en el
hombre y que constituyen la totalidad de
su vida interior. Esta es la Transformación
del "Agua de la Verdad", en "Vino", durante las Bodas de Canaán
en Galilea. Visto internamente, el hombre es, ante todo, su conocimiento de la Verdad
y su nivel de Bien.
Finalmente, en
un momento de su evolución, cada hombre llega a ser en si mismo esta boda entre
esos dos elementos. Solo aquí tienen sentido lo que los Evangelios dicen: "Vida
por si mismo", por cuanto esta unión recibe su poder desde un nivel
superior. Quizás nos sea dado comprender
que un hombre pueda practicar el lado de la Verdad,
pero no tiene el deseo que le conduzca a otra parte, a no ser a la autoestimación.
Entonces, es un hombre que carece del deseo de que la Verdad
que sigue y practica le lleve a la meta que le espera, y que es el Bien.
Un hombre así, no tiene el deseo de consumar esta Boda, esta unión, no anhela este misterio interior, "Matrimonio sagrado", esta “Hierogamia Mística” de la Unión de los Opuestos. No quiere que aquello que "sabe", se transforme en aquello que "ES". Y que, finalmente, se una a su propia meta al hallar en s¡ mismo el Bien que le pertenece.
![]() |
Union de los Opuestos en Verde. Obra de Ricardo Barbetti |
Un hombre así, no tiene el deseo de consumar esta Boda, esta unión, no anhela este misterio interior, "Matrimonio sagrado", esta “Hierogamia Mística” de la Unión de los Opuestos. No quiere que aquello que "sabe", se transforme en aquello que "ES". Y que, finalmente, se una a su propia meta al hallar en s¡ mismo el Bien que le pertenece.
Un hombre así es
el que no tiene Sal, porque está
obrando sin el deseo adecuado. Está "quitándole
el sabor" a la sal, haciéndola inútil. Y al carecer de una verdadera comprensión de lo que está haciendo, confunde,
fácilmente, la enseñanza que solo conoce a través de su vida ordinaria, con las
reacciones de su modo de vivir.
Sin "Ver" hacia donde conduce la Verdad,
o cual es su meta, el hombre la toma a su propio nivel de ser, la
tomar como una finalidad en s¡ misma, por lo que bien puede ser que ella
sea una nueva fuente de donde broten otros disgustos, rivalidades, celos y
superioridades sobre los demás. Incluso, como así demuestra la Historia, el origen de
nuevas crueldades. Está "ciego"
con respecto al "Bien" de la Enseñanza
que ha recibido y cual es su verdadera finalidad.
Esta es la razón
por la que Jesús dijo, en otro lugar, después de que sus discípulos estuvieron riñendo
entre ellos acerca de cual era el más grande: "Buena es la sal, más si la sal fuere desabrida ¿con qué la salareis?
Tened en vosotros mismos sal, y tened
paz los unos con los otros."(Mateo.
IX, 50)
Los discípulos,
llevados por su amor propio, reñían entre s¡, habían olvidado sus propósitos. Y
es justamente porque las gentes olvidan el motivo por el cual estudian la Verdad,
por lo que no quieren ser diferentes. No darse cuenta de que la Verdad
es sólo para alcanzar el "Bien",
porque están dormidos aún, es por lo que lo mezclan
todo y lo revuelven todo, tanto lo "nuevo",
como lo "viejo". Respecto
a esto Jesús dice: "Buscad primero
el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás os será dado por añadidura."
No olvidar (que en los Evangelios) la "Verdad" tiene que ver con lo que Jesús enseña en la forma de un Conocimiento, tiene que ver con el “Agua viva”. EL "Bien" tiene que ver con el Amos a Dios y al prójimo.
Antes de
terminar, comentemos un momento por qué se sabe que Jesús enseñaba un
“conocimiento esotérico”. Hay infinidad de alusiones en los Evangelios a la
palabra “vino” y el sentido en que se la emplea no es solamente material y
literal. Ya en el Génesis (XLIX, 11-14) se había dicho a propósito de la
bendición de Jacob a sus hijos antes de
morir:
“Atará a la Vid
su pollino,
a la vid generosa el hijo de la asna;
lavará en vino sus vestidos,
y en la sangre de las uvas su ropa.
Brillan por el vino sus ojos
y de la leche blanquean sus dientes.”
Hay un cierto sinsentido en este texto. Ya sabemos que
en el lenguaje de las parábolas o de los mitos, lo que un hombre “viste”, sus ropas, hace referencia a sus
ideas, a como piensa, a la manera como “ve”
las cosas. Por ello, tomar este pasaje literalmente es convertir un sinsentido
en otro. Es una insensatez. Pero, interpretado psicológicamente, nos habla de
otra cosa. Todos nosotros llevamos “ropas psicológicas”, es decir, todos
tenemos creencias, opiniones, saberes y conocimientos con los que cubrimos
nuestra personalidad. Son nuestros “vestidos”
mentales. Y a través de ellos es que
“vemos” lo que consideramos realidad.
Aquí se nos dice que esas ropas lavadas con vino
y esos “ojos” rojos de vino (nuestros ojos mentales) se lavan con alguna forma
de discernimiento interior llamado “vino”.
Así que si el “vino” representa una
etapa particular del desarrollo de nuestra comprensión de la “Verdad”, la idea de lavar los vestidos
en ese vino hace referencia a que un
cierto tipo de “verdad”, un cierto
tipo de conocimiento, ha lavado o limpiado la antigua y, ahora, nos cubrimos
con una nueva.
La idea de que
los ojos brillan por el “vino”, se
refieren a la nueva “visión” que ese
“vino” o conocimiento producen. Que aquí que este conocimiento se encuentra a un nivel
superior al que en otros lugares ha sido llamado “Agua”, lo atestigua la transformación de esta en “vino” como el las Bodas de Canaan. Se
necesita una mayor comprensión para
entender el conocimiento llamado “vino”
que la comprensión necesaria para entender el conocimiento llamado “agua”.
La Enseñanza esotérica emplea a menudo la palabra “viña” para referirse a las Escuelas en las que se enseñada dicho conocimiento sobre un desarrollo interior, pues se las compara a viñas de las que se espera obtener uvas y vino, un fruto lleno de “espíritu”. “Porque el Reino de los Cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a juntar obreros para su viña…” (Mateo, XX,1).
No es difícil “ver” en la Historia que conocemos
sobre nuestro pasado humano, aunque terriblemente manipulada, que en ella hay
registrados hechos que nos hablan de los intentos que a lo largo del tiempo se
han producido para sacar al hombre de la barbarie, mediante la “enseñanza” de ciertas ideas sobre el
profundo significado de la vida humana. Pero los detalles íntimos de estos
intentos, han sido escamoteados y no figuran en ella. Incluso en aquellos
lugares donde se encuentran, hemos perdido las claves para comprenderlos, pues
para evitar su desaparición fueron cifrados.
En el Bautista,
se percibe que una de esas Escuelas le ha enviado, a que hable al pueblo judío
sobre algunas de esas enseñanzas, que servirán de preámbulo a las que otro ser
humano, con un mayor conocimiento de
lo que habla, continuará más tarde. La finalidad de una viña es dar uvas y
vino. Como símbolo, se planta una “viña”,
en decir, una Escuela en algún lugar desde la que se impartirá una enseñanza
acerca de los medios necesarios para alcanzar una evolución interior. Pero, cuando
se facilitar una Enseñanza es
necesario e imprescindible que esta se mantenga pura y sin contaminar hasta que
haya cumplido con su propósito. Si se mezclara con otras, se adulteraría. A
esta mezcla de enseñanzas es a lo que en los Evangelios se le llama “ramera”.
La Enseñanza, en su estado
puro, dura solamente un tiempo. A lo largo del Tiempo Histórico han surgido
distintas “Enseñanzas”, y cada una ha
durado un periodo de tiempo, más largo o más corto, según la necesidad. Pero
siempre, su finalidad ha sido elevar la conciencia del hombre a través de
desarrollar su entendimiento y su calidad de Ser. Cada “viña” se planta para que produzca un tipo de “vino” particular que ha de mantenerse puro. No debe mezclarse con
otro. No se deben mezclas las ideas. Provocan confusión. Ya Moisés había dicho:
“No sembrarás tu viña de varias
semillas…, no ararás con buey y asco juntamente. No te vestirás de mixtura, de
lana y lino juntamente” (Deuteronomio, XXII, 9-11).
Aunque estas
palabras encierran un significado, no
ha de tomárselas como un “mandamiento”,
como una ley que haya que cumplir a
rajatabla. Cuando la “viña” comienza
a secarse, es decir, cuando el significado
que se sembró inicialmente en ella se pervierte o se pierde, entonces se la
destruye. Por ello, todas las Enseñanzas
antiguas están llenas de “vacíos”, y
ninguna lleva a un significado
completo. Aunque es cierto que algunos de sus significados quedan cristalizados en los símbolos y en las palabras
que allí se manejaron. Es como si estuviesen encriptados, y son muy pocos los
que recuerdan los códigos.
“Muchos pastores han destruido mi viña”,
dice jeremías (XII, 10); es decir, muchos (pretendidos) “maestros” han destruido la Enseñanza
original de esa escuela; ésta ha sido devorada por ideas e interpretaciones
equivocadas, o la propia Escuela se ha convertido en un medio de poder
terrenal, de intriga política, como le ocurrió a una antigua Escuela llamada “Jerusalén”: “No habrá uvas en la vid, ni higos en la higuera, y caerán las hojas.”
(Jeremías, VIII, 13).
![]() |
Jesús imparte la Enseñanza desde el centro del Árbol de la Vida (una vid) a sus discípulos. |
Siempre que ha
sido sembrada una Enseñanza, de algún
orden, en la humanidad, el ineludible paso del tiempo la ha contaminado y ha
acabado con ella. Más esto no significa que el esfuerzo no haya servido para
nada. Siempre dieron algún fruto. Fueron sembradas para que duraran solo un
tiempo. Deberíamos considerar esto: en el
tiempo, nada perdura eternamente. Por eso, cada cierto tiempo, una nueva “viña” es sembrada, o varias, y tendrá
un nuevo disfraz, una nueva cubierta, aunque su Esencia siempre es la misma y siempre trata de una sola cosa:
posibilitar la evolución del hombre, para lo cual cada uno ha de hacerse,
primeramente, conciente de si mismo y
luego de los demás; es decir, que su
conciencia sea cada vez más incluyente, lo cual le conducirá a abandonar todo tipo de violencia, a perdonar las cuentas de su prójimo en si
mismo, a establecer correctas relaciones
humanas basadas en la comprensión de la identidad de todos los seres
humanos.
Todo se mueve en
un ciclo recurrente. En cada vuelta, el nivel se incrementa para aquellos que
hayan alcanzado la cumbre de los niveles anteriores. De ahí el “dar el vestido viejo” a aquel que aún ha
de recorrer ese nivel. Y he aquí la gran cuestión: ¿Cuál es entonces la Verdad
que se siembra con intervalos precisos? ¿Es siempre la misma?
Moisés inició su
enseñanza con una serie de mandamientos, que para la inmensa mayoría fueron
literales, pero es que ese era el nivel
de ser de la humanidad en aquel entonces. Jesús lo hizo con una idea
psicológica, la idea de metanoia “metanoia”, la idea de un cambio en
nuestra manera de pensar. Cada pueblo, cada civilización. Cada cultura, ha
contribuido a incrementar esa Verdad.
Hasta hace unos pocos de años aún sobrevivían, y algunas aún lo hacen, alguna
de las Escuelas (las “viñas”) desde
donde esa parcela de Verdad se
impartía. Su destino, como todas las que le precedieron, es desaparecer.
Más el hombre
nunca ha sido abandonado. Simplemente han cambiado las formas de mostrarle la Verdad. La humanidad ha
alcanzado un nivel más alto de conciencia, sobre todo algunas de sus células
humanas, aunque aún parezca que no se nota. Por ello el sistema de Enseñanza está
cambiado para muchos. Ahora ya no hacen falta intermediarios. Uno puede recibir
esa Enseñanza directamente desde su
propia interioridad, conectando con su Esencia
interior.
Esto fue, como a otros muchos, lo que nos ocurrió a Dánae y a mi cuando comenzamos, allá por mediados de los ochenta del siglo pasado nuestra “aventura mágica”. Es el signo de los tiempos es que los cachitos de Verdad circulen hoy por Internet; aunque, como siempre, es necesario aprender a discriminar el “trigo” de la “cizaña”. Ha llegado el fin de los maestros externos y ha comenzado el trabajo de los maestros internos. En mi caso, al menos para mí, me fue necesario estudiar y conocer las Escuelas y sus Enseñanzas que habían ido apareciendo a lo largo del tiempo y del espacio histórico; ello me ha permitido conocer que, salvando los ropajes externos con las que se cubrían, todas ha enseñado siempre lo mismo, aunque en diferentes niveles de Ser.
Y lo que también
se puede deducir de las Escuelas que han existido a lo largo de la Historia es que todas
comenzaron con la idea de una transformación
de nuestra mente a fin de sentir el misterio de nuestra propia existencia.
Este sentimiento abre nuestra mente y
cada vez lo hace a una mayor “altura”:
“Y vi un cielo nuevo, y una nueva tierra:
porque el primer cielo y la primera tierra se fueron” (Apocalipsis, XXI,
1).
Santa
Cruz de Tenerife, 4 - 5 - 1991
No hay comentarios:
Publicar un comentario