jueves, 11 de julio de 2013

Carta a los extraterrestres I



Moebius. Del libro "Venecia Celeste"

<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 12-01-1992><PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: Carta a los extraterrestres - I.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: Tengo un hermano que dice que procedéis, simbólicamente hablando, de mi inconsciente colectivo; que sois un arquetipo.
<CUERPO DEL TEXTO>:
     Mi Amor a vosotros, Hermanos del Cosmos:
   Realmente no se muy bien el por qué se me ha ocurrido esta idea de escribiros una carta. Simplemente he sentido el impulso y lo he hecho o, tal vez, se deba a que por mucho tiempo han ido llegando hasta mí una serie de comunicaciones y mensajes que tenían en vosotros su origen. Es verdad que no estaban destinados a mí personalmente, sino a la atención del Hombre que habita este planeta, entre el que me incluyo. Aunque también es cierto que en los últimos años tambien han llegado a mí mensajes personales que hacían referencia al trabajo interior en el que se halla inmerso mi ser en evolución.
(...)


   Imagino lo que mucha gente pensará cuando lea esta carta dirigida a seres de otros mundos. En realidad, no me importa lo que piensen al respecto. La opinión de mis hermanos de este planeta está dividida en tres grupos: los que creen, los que no creen y los que investigan. Pero a mí me ocurre algo distinto: yo no pertenezco a ninguno de los tres grupos. Recuerdo cuando allá por los años cincuenta y sesenta me dedicaba a coleccionar recortes de prensa, libros y reportajes sobre los OVNIS y extraterrestres. Luego, un día, me quedé mirando todo aquel montón de recortes que aumentaba alarmantemente, y me pregunté que era lo que en realidad estaba haciendo, para qué servía y qué finalidad tenía todo aquello. Algo dentro de mí sabía que vosotros estabais ahí. Desde entonces dejé de coleccionar recortes de prensa y casos de contacto o abducciones, como hoy se los llama. Nada de aquello era necesario para mí. Yo sabía, pero no podia explicar el por qué. Nunca vi una de vuestras naves. No hacia falta.
   Tengo un hermano de alma, Alexis, que dice que procedéis, simbólicamente hablando, de nuestro inconsciente colectivo; que sois un arquetipo, y que es ese arquetipo el que me envía los mensajes, y el que da conferencias a través de aquellas personas de este planeta que dicen ceder su ser físico para que vosotros os expreséis por ellos. Mantenemos largas discusiones sobre el tema. Tenemos puntos de vista distintos, y pienso que eso es bueno para los dos; pero, lo más importante de todo ello, es la existencia de un exquisito respeto mutuo por el punto de vista de cada uno. También pienso que eso es lo importante en la amistad y en las relaciones que debieran haber entre los humanos. Es un respeto que nace del amor y que surge desde el fondo de cada ser y se desarrolla con el caminar juntos a lo largo de esta senda que nos lleva de regreso a las estrellas. Es hermoso saber que hay alguien ahí, a tu lado, con el que puedes cruzar unas palabras de aliento mutuo. También es hermoso saber que hay seres como vosotros que vigilan tu evolución y te ayudan, respetando tus decisiones, y sin intervenir en tu propio camino.
   De siempre ha guiado mis actos una idea: tengo derecho a equivocarme. Me pregunto por qué no sería incluido este derecho en la Declaración de Derechos Humanos. ¡Es algo tan fundamental! Porque cuando se toma conciencia del error, el camino correcto surge siempre ante ti, diáfano y claro. Aunque pienso que sería más exacto expresar ese derecho como Derecho a la Experiencia de la Vida.
   ¿Tenéis vosotros salvadores de vidas ajenas que os digan lo que tenéis que hacer, por dónde tenéis que caminar y qué es lo que tenéis o no tenéis que pensar? No, claro que no. ¡Qué pregunta más estúpida! Estas cosas forman parte de la experiencia por la que tenemos que pasar nosotros los humanos que estudiamos en esta escuela planetaria, de nuestro aprendizaje tras la consecución de nuestra propia voluntad y de querer, en un acto de amor, que esa voluntad coincida con la Voluntad del Ser que dirige la Evolución de este Universo.
   Seguramente os producirán sonrisa mis pensamientos, porque desde vuestra posición de "Hermanos Cósmicos", más evolucionados, vosotros estáis ahí fuera, en otro espacio, en otro mundo, en otra dimensión, libres de estos problemas que nos enturbian la mirada; y, como diría mi hermano Alexis, yo estoy aquí abajo, dentro, inmerso en la corriente de la vida de este planeta y luchando por no caer en la tentación: es decir, el miedo, la angustia, la depresión y la locura. Si es esa la diferencia que nos separa, ¿qué significa esa diferencia?, ¿qué llena ese espacio?, ¿qué experiencias y qué errores nos llevan a conocer la senda y a construir el puente que une las dos orillas del abismo?
   Mi amigo Alexis dice que vuestros mensajes llevan a mucha gente a desarrollar un sentido mesiánico, a convertirse en salvadores delegados vuestros de la humanidad, a desarrollar una intolerancia dogmática; también a que muchos conciban la falsa esperanza de que ellos no tienen que hacer nada, pues vosotros estáis ahí para salvarlos, para impedir que nada ocurra. Argumenta mi hermano, y pienso que con razón, que la única salida que tiene el hombre es la de su propio trabajo interior y que es él sólo, trabajando sobre sí, desarrollándose internamente, abriendo la conciencia a realidades cada vez más amplias, el artífice de su propio destino, de su propio ser interior. Por eso dice, que a él en nada le afecta el que estéis o no estéis ahí.
   Yo también estoy de acuerdo con esta idea. Nadie puede salvarte; de la misma manera que nadie puede vivir tu vida. Nadie ha nacido o muerto nunca por uno. Esa es nuestra tarea única, nuestra responsabilidad intransferible, nuestro trabajo solitario; y hay que tener plena conciencia de ello. Aunque también pienso que nada de ello impide, ni anula, la realidad de vuestra existencia, ni la realidad de vuestros mensajes, ni la realidad de vuestra ayuda, sin interferir en nuestro propio derecho a equivocarnos.
   No es éste un aprendizaje fácil. Hay momentos en los que quisiera escapar de éste planeta, aunque no quisiera que mi alma se marchase vacía. Querría llevarme aquellos recuerdos con los que me fui haciendo a mí mismo, pero no quisiera que me pesaran sobre la espalda. En otros momentos, quisiera sentarme en aquella roca que crece solitaria en el mar, y allí esperar a que el Cielo viniera a recogerme, pero no quisiera llenarme la mirada de peces enamorados ni de cantos de sirenas. A veces, quiero buscar el éxtasis en la contemplación de la lluvia mientras cae por mi rostro cuando recorro el sendero y, entonces, no quiero ningún pasado que me resguarde. Pero, sobre todo, quiero ser música, aunque no quiero que me escriban en una partitura, ni que me interpreten o me canten a coro. Sí. Quiero entrar en el Vacío, y no quiero que ningún átomo de mi esencia se desperdicie en el encuentro. Y quiero, que en un día como el de hoy, o como el de mañana, éste u otro cualquiera, encontrarnos mientras caminamos por la Nada, y no quiero que seáis distintos a mí mismo.
   Como veis son extraños mis deseos. Tan extraños como ese deseo que tenemos que desarrollar en el aprendizaje de esta Escuela Planetaria: el deseo de ser la célula consciente de ese Ser que tiene que nacer a la consciencia como fruto de nuestro deseo y que se llama Humanidad. Son estos mis deseos extraños, sueños que entre el correr de mis equivocaciones se van haciendo realidad.
   Se que entre vosotros, que estáis ahí arriba o, ahí dentro de mí (hagamos una concesión a mi hermano, aunque en realidad para mí es lo mismo), hay alguien que ayuda a estos mis deseos, que mueven la noria de mi propio trabajo interior, y a construir el puente que une las dos orillas, las del alto y las del bajo Egipto: hablando simbólicamente, una misma tierra antaño, una tierra negra, alquímica, en la que yo soy el alquimista y realizo mi propia transmutación.
   Pero mientras el puente se termina de construir, vuelvo a mi trabajo en solitario; aunque eso sí, una vez roto el velo, espero seguir escribiéndoos cartas con la esperanza de intercambiar ideas y pensamientos. Es una lástima que los humanos hayamos perdido -cosas de la prisa y del progreso-, esa costumbre de cultivar el género epistolar con los amigos y compañeros, y que tan enriquecedora fue para los que la cultivaron.
   Así que, hasta la próxima epístola, me despido de vosotros con mi respeto y amor. Alfiar
*   *   *
   En respuesta a mi carta anterior, llegó a mí esta comunicación de los seres de otros mundos. Es grato recibir respuesta a una carta como la mía destinada, más que otra cosa, a ser el receptáculo de mi propia reflexión, aunque esta haya sido una reflexión compartida. Les doy las gracias con el corazón.
   No voy a comentar nada de lo que en ella se dice. Que cada cual saque sus propias conclusiones. Solamente aclarar un punto: no ha sido escrita por mí. No procede de mi subconsciente como diría mi hermano Alexis. En todo caso procede del subconsciente de otra persona. No es un recurso literario, ni una respuesta del género epistolar. Simplemente, otra persona la ha recibido y, como su contenido iba dirigido a mí, me la ha entregado. Gracias también a ella.
   RESPUESTA DE LOS EXTRATERRESTRES
   La paz sea contigo.
   Abre tus ojos a la respuesta que te viene de lo alto. Sabemos interpretar tu deseo de comunicación hacia nosotros, desde el nivel en que te encuentras ahora, hermano. Por largas jornadas has caminado al lado nuestro trabajando por la hermandad del género humano desde los sitios en que habías sido emplazado. Y ahora, en previsión de los acontecimientos que se avecinan, tu camino te ha conducido a estar presente entre tus hermanos cuando el motivo trascendente de su evolución tenga que tomar forma.
   Todas tus preguntas están formuladas desde el propio ser humano que eres ahora. Todas tus inquietudes son el producto de esa mente parcial desde la que ahora tienes, forzosamente, que analizar tu realidad; y por eso lo entendemos.
   Las limitaciones y contradicciones de todos aquellos que comparten la vida actual contigo, los miles de argumentos que se pueden aducir, al intentar explicar las causas de las reacciones humanas y sus motivaciones, pueden ser innumerables, como innumerables son los elementos que forman tu humanidad. Pero la Ley que trasciende todo este engranaje, el perfecto equilibrio que conserva el movimiento celular viviente, es algo de lo que todavía no podéis ser conscientes al tratar de analizar las causas que conmueven vuestra realidad.
   La Ley es una: la perfecta armonía. Ahí encaja cualquier esquema en su máxima pureza de interpretación. Por eso te decimos que trates de hallar entre los esquemas actuales, en los que se divide ahora tu razonamiento, aquellas premisas divinas y eternas que se superponen en la comprensión, por encima de los límites forzosos de vuestro elemento encarnado.
   Largas horas estamos con vosotros durante las noches preparando vuestro trabajo ahí. Los que os amamos sabemos que todo viene ligero, que los vientos se acercan galopando veloces sobre caballos desbocados en su carrera, y que aquellos que están preparados para recibirlos a su llegada, tienen que prever esta cabalgata desenfrenada de los acontecimientos a suceder. Templa el ánimo y prepara tu mano presta a alcanzar aquello que llega violentamente. Templa tu voluntad y ejercítala en saber discernir que es lo importante entre lo intrascendente. Valora las cosas que te llegan en su justa medida, y empieza a hacer presente en ti esa mente superior de la que eres dueño.
   Vuestros hermanos acuden a vuestro lado cada vez que los llamáis. Sabemos de todo aquello que os preocupa y que os ocupa. Largos tiempos hemos estado aquí todos juntos y, ahora, esperamos con regocijo el instante de retorno a nuestro lado. Los sueños os anuncian en símbolos vuestros esa primera intención de traeros aquí, y por ellos se os anunciará el momento exacto del hecho.
   Hacer que el amor suba vuestra vibración, para que la energía que os mandamos pueda canalizarse a vuestro vehículo físico y llegar a llenaros en plenitud, para poder efectuar el vuelo.
   Que la paz sea con vosotros.
"La Crucifixión" - 1350 Pintura del altar del monasterio de Decani, Kosovo, Yugoeslavia.


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