<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Un mensaje de Navidad
<SUBTÍTULO>: La "Otra Palabra" cumple un año de vida
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACIÓN>: Esta noche he vuelto a tener sueños increíbles.
<SUMARIO>: El nivel de Conciencia llamada "Crístos" es la meta a alcanzar.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Parece que fue hace sólo unos días y ha pasado ya un año cuando esta
página comenzó su andadura por el mundo. Ha sido y es una bella y grata experiencia.
Me ha permitido aprender y practicar el desapego respecto a la propia obra, a
veces tan difícilmente gestada y parida.
(...)
Semana a semana, al entregar en la redacción de este periódico el
artículo de "La Otra Palabra",
fui percibiendo y comprendiendo que, esa mi obra, dejaba desde ese momento de
pertenecerme. Se desprendía de mí y hube de aprender a desprenderme de ella
para que marchara en busca de un destino que no me concernía. Destino sobre el
que no tenía ningún control.
Quién lo leería, como reaccionaría, que pensaría, como lo usaría, si
sería conservada como algo valioso o arrojado a la basura de las cosas
efímeras, ya no era de mi incumbencia. Comprendí que cada una de las múltiples
páginas de un mismo original, al que otros daban forma, eran a su vez libres
para vivir su propia experiencia.
Este desapego de algo tan trivial, me permitió comprender la necesidad
de otros desprendimientos más profundos, de otras obras, de otros actos que,
por queridos y valorados, terminan convirtiéndose en nuestras cadenas.
Por todo ello quiero dar las gracias a las personas que han hecho
posible esta experiencia. A esa amiga que abrió la puerta a la posibilidad, al
director de éste periódico que me la ofreció, a su redactor jefe que me mostró
la forma, al redactor de "Domingo
tras Domingo" por su continua atención, ayuda y confianza, y a todos
ustedes que, al leer esta página, permiten que la idea que "La Otra
Palabra" transporta, se desarrolle en innumerables
pensamientos distintos y tome nuevas posibilidades. A todos, gracias.
* * *
Un año más la Navidad
llama a la puerta. ¡Navidad! Palabra que despierta en mí las añoranzas del niño
que era, cuando la inocencia aún no había sido rota y el relato del Belén,
mientras lo montaba junto a mis hermanos, sonaba aún a misterio, a algo no
totalmente comprendido.
También sonaba a Reyes Magos, más cercanos a los cuentos de hadas que,
en aquel entonces de finales de los cuarenta, eran uno de los pocos regalos que
encontrábamos junto a los zapatos dejados en el balcón o junto a la ventana.
Tal vez por ello nunca perdí la imaginación. Uno estaría por asegurar que casi
llegué a verlos, o al menos su reflejo, cargados de juguetes, por esas calles
blancas de cal, a la luz de la luna, de los pueblecitos andaluces en los que
transcurrió mi infancia.
Aunque también sonaba a Papá Noel, es decir, a cuento visto en el cine
con alma de niño. Sonaba a la familia reunida, a platos extraordinarios, a
dulces y mantecados hechos en la cocina por mi madre y mi abuela María.
Sonaba... ¡Hace ya tanto tiempo!
Después perdí la inocencia. La perdí o me la perdieron, o quién sabe
si ambas cosas. Apareció la oscuridad del mundo de los hombres adultos. Un
mundo donde cabe todo, absolutamente todo, menos la inocencia. La habían robado
los mercaderes del templo y los salvadores de vidas ajenas.
Olvidaron llevarse algo: la imaginación y esa semilla de inteligencia
que, desarrollada, permite que nos convirtamos en seres humanos con capacidad
de pensar y razonar por nosoyros mismos, de adquirir conocimiento con el que volver a
recuperar la inocencia perdida y, con ella, la Verdad y el Amor.
Han pasado muchos años. Aunque no siempre he sido paciente, me he esforzado
por conocer. He tenido fe en mi "voz interior". Me la ha dado el conocimiento que fuí adquiriendo. Fe en mi mismo y fe
en ese Hombre que el hombre puede llegar a ser y que, desde nuestro corazón,
tira de nosotros.
Ahora he vuelto a esperar con impaciencia la Navidad. Mis ojos han
aprendido a mirar el mundo con una nueva inocencia, más madura, más humana y,
para mi, más luminosa.
Cuando esa Luz simbolizada por la Navidad alumbre los corazones de los hombres,
estos ya no lucharan entre si: habrán aprendido a ser hombres. Bajo esa Luz, los
dogmas ya no esclavizarán: habrán sido sustituidos por el Amor. La vida ya no
será un pecado y podremos besarnos por
los caminos como decía Gloria Fuertes. Podremos conquistar las estrellas,
porque habremos construido la
Tierra.
Ahora estoy seguro que cualquier noche veré, al fondo de la calle, la
sombra de los Reyes magos doblando una esquina. Y aunque ahora digan que fueron
extraterrestres, me da lo mismo. Les escribiré una carta cuando crea que nadie
me mira, y les pediré un mensaje de esperanza para el hombre de la tierra. Es
esto algo que ya he hecho y, aunque no lo crean, ese mensaje ha llegado.
Procede de esos seres, hermanos nuestros del Cosmos, que el vulgo llama
extraterrestres.
UN MENSAJE DE NAVIDAD
"Es
realmente dichoso para nosotros el recibir esta petición. En esta realidad de
amor y luz es que todo este trabajo de ayuda a la humanidad está siendo
realizado.
El
misterio de la Luz
Crística hecho hombre, encarnada en el más bajo plano
material, es la piedra clave de todo el Plan del Padre para el universo en
creación. Desde el punto de origen todo está dispuesto: actitudes y circunstancias,
leyes y coordinaciones, ideas y principios, para que la esencia de la primera
idea divina al crear sea llevada a través de las esferas y pueda ser realizada
por la humanidad.
El
Espíritu Crístico, esa Luz de Vida Divina, es la meta a alcanzar por todas las
criaturas creadas. Nosotros, al igual que vosotros, centramos nuestras energías
en el trabajo que nos va a llevar a conseguirlo. No somos diferentes a vuestros
propósitos de realización. Somos también parte de la Humanidad, una parte más
antigua y, por lo tanto, en un nivel más cerca de la meta a conseguir. Formamos
también el coro de peregrinos que ascienden por la luz hasta alcanzar el
Origen.
Esta
realidad crística es la eterna verdad repetida a través de los mundos habitados
por el hombre, y hacia ella nos dirigimos cogidos de la mano, cada uno en su
nivel, en una fraternal cadena que nos une a todos con los eslabones del amor.
Ahí,
en vuestro mundo, el hombre Jesús pudo alcanzar esta realidad y hacerla viva en
él. Fue así porque, una vez demostrada su capacidad de sacrificio y su alto
estado de conciencia, pasaría a ser el maestro dirigente de toda la ola humana
que tendría que avanzar por el camino que el trazó.
Es
ahí donde encaja vuestro trabajo. Ese trabajo que, ineludiblemente, nos
mantiene unidos a todos en una labor de creación de ayuda mutua, para poder
seguir avanzando hacia El conjuntamente. Depende tanto de lo que ahí hagáis
como de lo que nosotros hacemos aquí; una labor conseguida en plenitud de
conocimiento que nos permita a todos el ahondar en la conciencia. Es sólo por
el servicio en el Amor que nuestros esfuerzos se unen y se adaptan en sus
resonancias.
Es
imposible avanzar en este trabajo sin crear una trama laboriosa, un tejido
construido por los esfuerzos, sólidamente combinados, de ambas partes, que
darán consistencia a la realidad creada. Esta consistencia sólo será válida si
su enfoque es dirigido hacia el mismo Cristo, el Señor del Hombre.
La Luz
que encarnó en vuestro mundo a través de los seres que tuvieron la capacidad de
ser recipientes de ella, espera el momento en que pueda aparecer de nuevo
brillando con más intensidad aún, pues ahora, no sólo será vivida por esos
seres especiales, sino que su destino es el de ser alumbrada por los corazones
de todos aquellos hombres, cuya pureza en la mente y en la conciencia sea su
cuna en el nuevo nacimiento. Y será un Diciembre de horas mágicas cuando la Luz Crística brille
de nuevo en la tierra.
No
penséis que todo esto no va a ser cierto, pues os aseguro que así será. Y el
paso alcanzado por la
Humanidad nos permitirá a nosotros ser más pronto Luz en El
también.
Mi
amor os dejo."
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