<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 31/10/1993>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: El Libro de la Vida
<SUBTITULO>: "Para mí el bordón sólo"
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: La chispa divina pasa por sucesivas vidas conformando el Libro de la Vida de nuestro Ser.
<SUMARIO>: La metamorfosis del gusano dice que podemos construir en nosotros un Cuerpo de Luz que abrirá nuestra conciencia a otros universos.
<CUERPO DEL TEXTO>:
"Vi a los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante; y fueron abiertos los libros, y fue abierto otro libro, que es el libro de la vida. Fueron juzgados los muertos, según sus obras que estaban escritas en los libros."(Apocalipsis XX,12.)
¿Qué son esos libros? ¿Significa todo esto que cuando el gusano muere
la mariposa que somos asciende al "Cielo" de la 4ª Dimensión, ese lugar donde toda nuestra vida y todas nuestras
vidas se hacen conscientes para nosotros?
He aquí algo sobre lo que cada cual debe pensar: hay un libro personal
en el que se encierran los actos de una vida, pero hay un segundo libro llamado
Libro de la Vida y está sellado.
(...)
(...)
¿Qué quiere decir el poeta -lo vimos en el artículo anterior-, cuando
repite hasta la saciedad que no quiere que le arrullen con cuentos, ni que le
sellen la boca con cuentos, o que le entierren con cuentos, porque no quiere
verse clavado en el tiempo, ni en agua, ni en la tierra?
¿Por qué dice que quiere soñar, que quiere ser un gusano que sueña un
sueño: el sueño de verse volando en el viento?
En lo que a mi comprensión alcanza, ese estar sellado, significa que
es necesaria una relación consciente con uno mismo y con la vida. Sólo desde
esa conciencia se puede comprender que es lo que se transforma y que es lo que
"nace" en nosotros y, también, por qué debe ser protegido.
Por otro lado, eso que nace es el Ser que somos, la chispa eterna que
emanó del Padre y fue lanzada a través de un arco evolutivo para que adquiriera
experiencia y sabiduría, para que se convirtiera en Uno como El. Esa chispa de
luz y de esencia divina tiene su memoria. Una memoria adquirida a lo largo de
toda su trayectoria evolutiva, incrementada vida tras vida. Esa memoria es el
segundo libro del que habla el texto sagrado, el Libro de la vida.
Este libro permanece aún sellado para el hombre dormido, para el hombre-gusano; esta memoria pertenece a la Esencia de lo que Es, a la Esencia del Hombre-Mariposa, cuyo cuerpo tenemos que construir en la soledad y en la oscuridad del capullo.
Este libro permanece aún sellado para el hombre dormido, para el hombre-gusano; esta memoria pertenece a la Esencia de lo que Es, a la Esencia del Hombre-Mariposa, cuyo cuerpo tenemos que construir en la soledad y en la oscuridad del capullo.
Cuando el proceso ha pasado de esa etapa en la cual lo que somos no depende
de cosas exteriores, sino que está focalizado en el interior del capullo, en
algo que es independiente del fracaso, del éxito, del calor, del frío, del amor
o el desamor, comenzamos a construir un segundo cuerpo - el Cuerpo de Diamante de la Alquimia china, o la Piedra Filosofal de la Alquimia occidental- un cuerpo-mariposa que usaremos para nacer
por segunda vez.
La metáfora de la metamorfosis quiere decir que podemos construir un
segundo cuerpo dentro de nosotros mismos, y que debemos protegerlo de aquellas
circunstancias que hacen negativo al cuerpo-personalidad.
- ¿Cómo podemos proteger a este embrión que crece en el interior del capullo?
Es esto, tal vez, algo sencillo de entender, pero difícil de hacer,
porque requiere la comprensión de como funciona nuestra personalidad. Significa
comprender que ésta funciona a través de retratos
de nosotros mismos; de papeles que
en función de esos retratos representamos en el teatro de nuestra vida y en el
teatro de la farsa que es el Gran Teatro del Mundo; y de las actitudes que conforman nuestra
personalidad. De todo lo cual solemos ser inconscientes.
Un Retrato es una imagen
fija de uno mismo, siempre igual, siempre presente. Imagino que soy, por
ejemplo, un ser amoroso y veraz. Y como ese es el retrato que tengo de mí, no
puedo manifestarme con desamor, ni decir nunca una mentira. Algo que a pesar de
todo hago. Y esa es la imagen fija que tengo de mí, ese es mi retrato. Esa
identificación me impide ver el lado opuesto y oscuro de mi mismo, mi lado
tenebroso.
Al ser ciegos a este lado, al no tener conciencia de él por permanecer
fijo, como Narciso prendido a su imagen reflejada en la superficie del lago,
ese lado, no sólo no existe, sino que cuando se menciona, no lo podemos
aceptar. ¡Faltaría más!
Es una experiencia cumbre, algo maravilloso, el poder ver nuestro lado
oscuro, esa parte de nosotros mismos que no aceptamos en los otros, y por la
que quedamos divididos en dos mitades que se pelean entre si y nos vuelven
desarmónicos. De estas dos mitades, una es desconocida para el hombre‑gusano.
Lo es, porque la proyecta fuera de sí, en otros retratos y aconteceres.
¿Entonces, cómo trabajar, cómo alumbrar, cómo iluminar lo que no
existe según la falsa percepción que tenemos de nosotros mismos?
En cada uno está la respuesta.
Desde esos retratos y en función de ellos, representamos una serie de papeles, de roles. Aquí, habría que
matizar entre la representación que hace el actor en el teatro y que sabe que
está representando, y lo que nos ocurre a nosotros, donde los papeles nos
utilizan. Así somos ese papel, ese héroe o ese desgraciado durante toda la vida
y del que no dejamos nunca de hablar.
Además de los retratos y papeles, están las actitudes. Estas se forman a través de la educación. Ya desde el
colegio, o en la vida familiar durante nuestra infancia, nos enseñaron cuales
eran los puntos de vista correctos e incorrectos; y que eran los primeros los
que debíamos seguir. Y así, desde nuestra infancia, los otros, la matriz social,
ha formado nuestras actitudes. Estas, grabadas a fuego durante nuestra infancia
en nuestra naturaleza, rara vez se ponen en entredicho, porque actúan a través
de la moral, de la política, de las creencias religiosas, de las profesiones.
Retratos, papeles y actitudes son
las plumas de las que hemos de desprendernos, los lazos que hemos de romper,
las dependencias de las que hemos de librarnos, para presentarnos ante el
Soberano desnudos de toda sombra, a fin de que Este pueda quitar el sello del
2º Libro, Libro de la Vida, donde se halla
guardada nuestra memoria verdadera.
Llegados a éste punto, habría que decir que el misterio de la
metamorfosis del gusano en mariposa es un problema dimensional. Mientras el
gusano vive en un mundo de dos dimensiones, la mariposa, a causa de su metamorfosis,
accede a una dimensión superior; dimensión por la que se puede mover y en la
que puede ver y sentir, pues ha desarrollado un nuevo cuerpo con nuevos
órganos: ahora tiene alas, ojos facetados y antenas olfativas que le permiten
escalar otro universo superior al que se mueve el gusano.
En la realidad del hombre común, existen para él tres dimensiones
visibles. Pero éste hombre-gusano -¡cómo
nos duele esta expresión!-, no puede ver que por encima de él existen otras
dimensiones invisibles y, por lo común, inaccesibles. Con los sentidos
limitados de nuestro cuerpo físico sólo percibimos tres dimensiones espaciales
que se mueven en el tiempo. Y este es el mundo al que damos el nombre de
realidad. Y en esta realidad fundamentamos nuestra existencia y nuestro
pensamiento, nuestras ideas.
Las Tradiciones nos hablan de la necesidad de que cambiemos nuestra
manera de pensar. Al cambiar la forma de nuestro pensar, nuevas conexiones son
posibles, nuevos circuitos, antes cerrados, abren para mostrarnos un mundo
nuevo.
Quiero cerrar esta última serie de artículos con las palabras del poeta que
hago mías ahora que, pasada la mitad de mi vida, he podido escuchar tantos
cuentos.
Para mí el bordón sólo...
A vosotros os dejo
la vara justiciera,
el caduceo,
el báculo
y el cetro...
Para mí el bordón solo
del romero.
Yo
quiero
el camino blanco,
y sin término.
A vosotros
os dejo
la vida
de los pueblos:
el collar para el cuello,
la cadena de hierro
y el ladrar de los perros.
(León Felipe)
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