La Singladura de Occidente
Capítulo 65
Capítulo 65
Cuando eliminemos las fronteras
Ken Wilber en el último capítulo de su libro “Después del Edén”, nos presenta una imagen que día a día podemos
presenciar en la vida política. Es sobre las respuestas que la sociedad da al
tema del sufrimiento humano: “los
liberales tienden a creer en la causación objetiva, mientras que los
conservadores creen en la causación subjetiva”.
(...)
El problema es que la búsqueda de una tercera vía que integre lo mejor de la visión liberal y lo mejor de
la visión conservadora requiere tener presente tanto lo objetivo (aspectos externos) de unos, como lo subjetivo (aspectos internos) de los otros; es decir, la totalidad
del ser humano. Cuando vimos, bastantes artículos atrás, las características
del “meme verde” (liberal y
pluralista él), vimos como estos se oponen a todo tipo de niveles superiores de
conciencia (más mundicéntricos), y a todo tipo de comportamientos subjetivos,
negando incluso cualquier forma de realidad interior. Negación que también es
la postura del “meme naranja”
(conservador y emprendedor él).
Las posturas de ambos tienen que ver con esa eterna pregunta que algunos,
desde la más remota antigüedad, siempre se han formulado: ¿Por qué los hombres no son libres? Occidente ha respondido a esa
pregunta de una doble manera: para unos, la causa se encuentra en las
condiciones “objetivas” (Rousseau,
Marx, liberalismo político, psicología humanista…); en cambio, para otros la
causa es por factores “subjetivos”.
Para los primero el hombre “nace libre”,
es bondadoso y bueno en su naturaleza, pero ha de adaptarse a una “matriz social” considerada como “objetiva” que practica la desigualdad
social, la opresión y la violencia. Así, la injusta distribución de la riqueza
no puede explicarse solo desde las diferencias subjetivas, sino que se debe a
una superestructura política objetiva que permite que unos posos individuos
exploten y opriman al resto. Concluyen que el ser humano no es libre porque se
encuentra “oprimido” económicamente
y “reprimido” psicológicamente, de
ahí que la salida del problema consiste en cambiar el “mundo objetivo”.
Desde el marxismo hasta el socialismo, desde el liberalismo a la
democracia, se ha intentado abolir las estructuras de explotación económica y
políticas “objetivas” para que todos
podamos compartir en libertad los “frutos”
que nos otorga la Naturaleza.
Igualmente, desde Horney, Maslow, Erich Fromm, etc., este
aspecto de la psicología aspira a la
abolición de la “familia represiva”
con la supresión de los castigos, el parto sin dolor, y una educación más
amorosa, tierna y compasiva. Para el aspecto político o para el psicológico de
esta visión, la “maldad” es la
simple consecuencia de haber reprimido esa bondad innata de las que nos hablo Rousseau;
o como dice Wilber “la deformación
objetiva de la bondad subjetiva”.
El otro grupo, que incluye a Hobbes, Bueke, Freud, etnólogos y
políticos conservadores y republicanos, opina que la falta de libertad no se
encuentra en las instituciones sociales “objetivas”,
sino en la propia naturaleza del ser humano, siendo el culpable el propio “sujeto”. Y desde este punto de vista,
la psicología, el problema se encuentra en los “abominables instintos” (Darwin, Lorenz, Freud, etc.). Freud decía
que los “deseos innatos del ser humano”
eran tres: incesto, canibalismo y asesinato. Así pues, la causa de la falta de libertad hay que
buscarla en la propia naturales “subjetiva”
del hombre.
Allí donde aparecen los “opuestos”
se encuentra igualmente un tercer
punto de vista que señala que los “opuestos
son siempre complementarios” y “no contradictorios”.
Esta sería la visión de una conciencia más amplia e incluyente. Por lo tanto
podría decirse que no es verdad como quieren hacernos creer los
marxistas-humanistas que sea posible la existencia de nuestra naturaleza
esencial sin una cierta “opresión”.
Ya señalaron, tanto el budismo como los Upanishads que allí donde exista un “otro”, también existirá el miedo y que allí donde exista la esencia de nuestra identidad, también
existirá la ansiedad. Aunque también es cierto que una redistribución más
equitativa de los bienes de la
Naturaleza causaría un cierto bienestar, pero ello no
modificaría la estructura de nuestra conciencia respecto a nuestros miedos
esenciales. Y lo mismo sucede en el ámbito psicológico. Podría ser medio cierto
que el problema se encuentre en nuestro miedo a la sensación de sentirnos
separados. Entonces podríamos decir que el problema se encuentra en la “frontera”: frontera entre nosotros
mismos y los demás; frontera entre el pasado y el futuro; frontera entre “objeto” y “sujeto”; frontera entre Eros y Thánatos; frontera entre todas las
dualidades enfrentadas. Pensamos en “conquistarlas”,
aunque nunca se nos ocurre la idea de que pueden ser complementadas y “trascendidas”.
Cuando eliminamos las “fronteras”,
¿qué nos queda? La respuesta es simple y evidente: una Totalidad, que a la vez
es una Unidad. Uno con los demás seres humanos; uno con la Naturaleza; uno con el
Universo; uno en nuestra propio ser esencial.
Me gusta el último párrafo... en él tengo puesta mi esperanza
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