<ARTICULO
PUBLICADO EN LA GACETA DE
CANARIAS EL 22-12-91>
<PÁGINA>: LA
OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Sobre
el significado de la Navidad.
<CUERPO DEL TEXTO>:
3.- LA NAVIDAD. HECHO
HISTÓRICO Y HECHO MÍTICO
El nacimiento de Jesús en Belén no fue el
nacimiento de un Mediador más. El
hombre Jesús al dar nacimiento en él a ese aspecto de Dios que en la Conciencia Crística, el Hijo, simbolizada por el segundo aspecto de la Divinidad, sintetizó en
sí mismo, no sólo las realizaciones pasadas de la raza humana, sino que
prefiguró todo nuestro futuro, al mostrarnos, porque las encarnó en sí mismo,
todo lo que la humanidad podía realizar. Es por ello que su nacimiento en Belén
significó el comienzo de un nuevo ciclo de evolución espiritual para el hombre.
Tal hecho dio origen al surgimiento de un nuevo mito.
Estamos tan inmersos en la materialidad, que
no percibimos que la Religión
(que es un hecho material), ha reemplazando el mensaje revelado (que es Energía
Espiritual), por un credo; y que la doctrina (la repetición literal del hecho),
ha sustituido a la comprensión y realización del mensaje. La Creencia
se ha convertido en una especie de autodisculpa, en una vía de escape de la
dificultad que entraña la comprensión del mensaje y su aplicación a la vida
cotidiana.
(...)
(...)
El esfuerzo por comprender, por adquirir
experiencia, por expresar lo que se conoce y experimenta, parece ser demasiado
difícil para la mayoría, que caen en el camino fácil basado en la creencia del
testimonio de quiénes les inspiran confianza. No siendo esto otra cosa que un
subterfugio para salir del paso, una autohipnosis para esconder nuestra
incapacidad de esforzarnos. Es así como estamos divididos en los que creen y en los que no creen, siendo los que buscan con esfuerzo los que realmente
encuentran.
La Religión hace hincapié en la creencia ciega, sin
conocimiento vivo. Sustituye la experiencia por el dogma y olvida que la Revelación Espiritual
se ha expresado siempre de la misma manera. No tiene en cuenta que cada
acontecer de la Vida del Espíritu ocupa una posición y
forma parte de una continuidad en el esquema general de las cosas. La Sabiduría que expresa la relación con Dios, las reglas
del camino cuya práctica guía nuestros pasos en el Retorno al Padre y las Enseñanzas
que trae la Revelación, siempre han sido las mismas a través de las edades, y
no son diferentes a las mostradas por Cristo. Krishna experimentó esta verdad
cuando dijo:
"Siempre que haya
un debilitamiento de la Ley
y un crecimiento de la ilegalidad en todas partes, entonces Me manifiesto. Para
la salvación de los justos..., para el firme establecimiento de la Ley, Yo vuelvo a nacer edad
tras edad. El que percibe Mi Conocimiento y Mi Obra como divina, que en verdad
lo es... ese está conmigo, oh Arjuna."
(Bhagavad Gita. IV,7‑8)
Cuando se olvida la Enseñanza
sobre la Sabiduría Interna y
se ignora el aspecto esotérico -escondido en el interior de la forma
manifestada- de la Revelación del Plan de Dios, desaparece el
espíritu y la experiencia viviente. Olvidamos que la Revelación
sigue la Ley de
Aparición Cíclica: primero pasa por la fase de experiencia e inmersión en
la forma, luego crece y se desarrolla en el interior de la forma, más tarde se
cristaliza y se mitifica y el énfasis se pone sobre la letra, hasta que al
final la forma es destruida alumbrando la Luz
que se había desarrollado y crecido en su interior, a partir de una pequeña
chispa de luz. Pero el Espíritu de
lo revelado ha permanecido siempre vivo en todo el proceso. Por ello, Pedro, aunque sea el símbolo de la
forma materializada, hecha piedra, tomado como símbolo mítico, encierra en él,
viva y palpitante, la verdad de lo revelado. Por ello también, eso que en forma
despectiva llamamos mitos, leyendas, no son otra cosa que verdades probadas y
comprobadas por un Mediador, y por
lo tanto, caminos válidos, puentes que unen el abismo surgido entre el Conocimiento adquirido en el pasado y la Nueva
Verdad formulada en el presente.
La mentalidad colectiva de todos los pueblos
está llena de esos puentes que unen una época con otra. Y aunque nuestra forma
despectiva de llamarlos los ignore, encierran misterios en los que lo revelado
en cada época o edad, se convierte en mito y leyenda en la siguiente. Pero el
espíritu que se reveló, la verdad espiritual que
se puso al alcance del hombre, aún permanece allí encerrada, en aquella forma
cristalizada, convertida en piedra.
De la misma manera que la energía solar que
una vez, hace millones de años, salió del Sol, aún permanece viva en esa forma
cristalizada que es el carbón. Y de la misma manera que el carbón debe ser
sometido al fuego para que libere la energía solar encerrada el él, el mito, el
símbolo, debe ser consumido por el fuego de la mente para que la Verdad Espiritual
que un día salió de la Fuente Divina y que
se haya encerrada en él, sea liberada, comprendida, asimilada y hecha carne.
Por todo lo ello, el Avatar Cristo, además de ser una figura histórica, es también un
mito, como lo fue Krishna, Osiris, Quetzalcóatl o Buda. Y es así, al ser
consumido por el fuego de la mente, como el mito se transforma en una realidad
viva en la experiencia de un individuo que lo lleva a la acción, a la
transformación, a la comprobación. La activación en nosotros de esa Verdad-Energía, nos pone ante el
conocimiento de que las fuerzas que rigen nuestro destino son de origen divino,
y se manifiestan en nosotros siguiendo un Plan
del que apenas conocemos nada. Plan
que nos va siendo revelado conforme crecemos en Conocimiento y Sabiduría,
es decir, en Conciencia. Y es por la
expresión de esta Verdad, como podremos probar esta Verdad en nosotros a los demás.
La Palabra siempre ha sido emitida para que la Humanidad pudiera ver
cual era el próximo paso a dar. La
Palabra, antes de
ser expresada, fue pensada en la
Mente de Dios, allí donde todo el Plan de la Creación y su Propósito existe en estado latente. La Palabra en Acción es Lo Creado, con sus ritmos, sus leyes y sus posibilidades de
evolución y de transformación, con su destino implícito. El Centro de los Cielos, ese Centro donde la
Voluntad de Dios
es conocida, debe ponerse en contacto con el Centro del Corazón del hombre; porque cada hombre, en lo más
profundo de su interioridad, allá en lo profundo de la caverna, debe oír esa Palabra y nacer. Cada uno de nosotros
tiene que pasar por esta experiencia en la que El Verbo se haga carne. Entonces conoceremos. Pero hasta que la
experiencia en Belén no sea parte de nuestra experiencia individual como alma,
el relato evangélico, seguirá siendo un mito,
o una creencia, o una no-creencia en su verdad histórica.
El mito nos cuenta como desde las tinieblas
de la matriz de la materia, el Cristo-Niño
nace en Belén y se encamina hacia la
Luz del Reino. Cuando por la comprensión,
el mito se interioriza y arde al
ponerse en contacto con el fuego de la mente, la Luz es liberada, iluminando la materia de la
naturaleza humana. Es así como el ciego
de la parábola Ve.
"Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le respondió: ¿Tanto tiempo hace que estoy entre vosotros y aún no me habéis conocido? El que me ha visto ha visto al Padre." (Juan 14,8‑9)
En el esquema de las cosas reveladas hay
patrones comunes. Jesús, en su nacimiento, vida y muerte, no es diferente al
nacimiento mítico de otros mediadores: nace de una Virgen, lo hace un 25 de
Diciembre, justamente después del Solsticio de Invierno, y una estrella
surgida en Oriente señala su
nacimiento; magos, sabios o iniciados acuden a rendirle reconocimiento de su
realidad divina, son amenazados por el orden imperante y tienen que huir...
En el lenguaje mítico, la imagen simbólica, María, la Madre-Virgen,
es una referencia a la
Naturaleza, y sobre todo la naturaleza humana. En los
relieves egipcios vemos a Isis la Negra, de pie, sobre una
luna creciente con doce estrellas rodeando su cabeza. En casi todas las
iglesias católicas, vemos a María,
Reina del Cielo, de pie sobre una luna creciente y su cabeza circundada por
doce estrellas. La Amada
del "Cantar de los cantares"
es negra y hermosa, como las Isis o como las Vírgenes Negras que sostienen al
niño en su regazo. Son Vírgenes-Madres
Entronizadas. La madre de Baco es Myrra; la de Hermes, Maia; la de Buda
Maya. ¿Quién o qué es María? ¿Quién esa Virgen
Madre de cuyo seno nace Cristo y que luego lo sostiene en su regazo? ¿Sólo
un personaje histórico? Y, ¿qué es la Caverna,
la gruta, el establo? ¿Todo ello es sólo un hecho histórico que ocurrió hace
dos mil años? ¿Puede ser además un hecho mítico susceptible de realización
personal en cada uno de nosotros?
¿Alguien se ha preguntado de qué depende el
conocimiento que un hombre tiene de la cualidad interna de la vida? Tendríamos
que descubrir que ese Conocimiento
depende principalmente de tres factores:
a. De la profundidad y alcance de la propia experiencia personal.b. De hasta donde se posee afinidad imaginativa para penetrar en la experiencia de otros, sobre todo del Mediador.c. De hasta donde se ha reflexionado sobre el material (información) al que se ha accedido.
De todo esto, la experiencia personal es el
primer requisito. Pero eso sólo no basta. Porque muchas escrituras sagradas
dicen que la mayoría de las personas son ignorantes a pesar de tener experiencia.
Y es que la percepción interna y la Sabiduría del Corazón surgen, no del número de
cosas experimentadas, sino de la calidad y profundidad de comprensión, y por
tanto de conciencia, sobre ellas.
El Hijo
de Dios es el Hijo del Hombre.
Pero como se ha puesto el énfasis sobre su divinidad, el Hijo del Hombre ha sido relegado. Y es precisamente ese Hijo de Hombre, esa condición humana
simbolizada como Isis, María, Diosa-Madre, la que tiene que alumbrar al Hijo de Dios, al Cristo. Y lo tiene que hacer en Belén.
* * *
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