lunes, 18 de abril de 2016

La ascensión al Gólgota (5)


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 18/04/1993>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: La ascensión al Gólgota (5)
<SUBTITULO>: Resurrección
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: "La Resurrección" (1304). Giotto. Capilla de los Scrovegni. Padua.
<SUMARIO>: ¿Qué parte de nosotros hemos considerado que debiera ser inmortal? ¿Qué justifica nuestro deseo de persistencia?
<CUERPO DEL TEXTO>:

 

A lo largo de esta serie de artículos he procurado huir de la interpretación literal del relato evangélico, para acceder a un nivel más profundo de significados, dando validez simbólica y arquetípica a los sucesos que sobre la vida de Jesús de Nazaret parecieron acontecer.
(...)

Con ello, al tomarlos como símbolos, se hace posible interiorizarlos en nuestra estructura psíquica permitiendo que el símbolo, como motor de energía psíquica que es, movilice nuestra realidad en la dirección de significado que el arquetipo proyecta.
Desde esta perspectiva, no existen muchas claves en el Evangelio que nos revelen a qué hace referencia la Resurrección. Sólo se nos dice que Jesús resucitó al tercer día, que siguió enseñando a sus discípulos y que los envió a servir como transmisores de su Palabra. Tal vez se guarda silencio porque para comprender el significado y el carácter de la Eternidad, sea necesario que, previamente, el Amor y la Renuncia tomen posesión de la conciencia humana.
¿Cómo enfocar, pues, este problema?
Hay un relato, atribuido a Juan Evangelista y llamado "Los Actos de Juan" que puede arrojar alguna luz sobre ello; y, sobre todo, sobre la idea, no tan descabellada como pudiera parecerle a algunos, de ir más allá del significado literal de lo que dicen las palabras.
Relata Juan cómo después de la Ultima Cena, los doce discípulos y el propio Jesús en el centro, realizan una danza circular de alabanza y glorificación al Padre. Sigue contando aquello que es conocido por los Evangelios; pero, a partir de un punto, el relato toma una dirección completamente diferente. Dice así:
"Cuando El fue crucificado el viernes a la sexta hora del día, se hizo la oscuridad en toda la Tierra. Yo, cuando le vi sufrir, no pude soportarlo y huí hacia el Monte de los Olivos y me refugié en una cueva. Apareció mi Señor, de pie, en mitad de la cueva, iluminándola y me dijo:
- Juan, abajo en Jerusalén, entre la multitud, yo estoy siendo crucificado y traspasado por lanzas, me dan hiel y vinagre para beber. Pero ante ti yo hablo y lo que digo escucha: yo puse en tu mente el que vinieras a éste lugar, para que pudieras oír aquellas cosas que importan a un discípulo aprender de su maestro y a un hombre de su Dios.
El -sigue diciendo Juan- me mostró una cruz de luz fija colocada arriba, y alrededor de la cruz una gran multitud que no tenía forma; la cruz era una forma y una semejanza, y en la cruz otra multitud sin forma. Y al Señor mismo yo veía sobre la cruz, no teniendo forma alguna; era solamente una voz y no en la manera que nos era familiar, sino dulce y bondadosa, diciéndome:
- Juan, es necesario que alguien escuche estas cosas de mí, porque tengo necesidad de uno que quiera escuchar. Esta cruz de luz la llamo algunas veces, por nuestro bien, la Palabra; otras, Mente, Cristo, Camino, Pan, Semilla, Resurrección, Fe, Gracia... Pero lo que ella es en verdad, concebida en sí misma y en relación contigo, es la señal de todas las cosas y el medio de romper las cosas que se han hecho fijas... Hay lugares de la mano derecha y de la mano izquierda. Poderes también, y autoridades y demonios, trabajos, y la más profunda raíz de donde procede la naturaleza de las cosas que llegan a ser.
- Esta cruz -sigue diciendo la voz-, es aquella que fijó todas las cosas que estaban separadas por la palabra..., consolidó a todos en uno. Pero no es la cruz de madera que tu verás cuando bajes de aquí; ni yo soy el que está en la cruz, a quien tu no ves ahora, sino solamente oyes su voz.
- Se me consideró ser eso que no soy, no siendo lo que yo era para muchos otros; pero ellos dijeron de mí otra cosa que es vil y que no es digna de mí. Entonces, como el lugar del descanso no es visto, ni se habla de él, mucho menos yo, el Señor de ese lugar, seré visto, ni se hablará de mí.
- Ahora -continua la voz-, desde otro punto de vista, te digo que la multitud que ves alrededor de la cruz es la naturaleza inferior; y aquello que ves en la cruz sin forma, es la que aún no ha comprendido cada miembro de lo que bajó. Pero cuando la naturaleza superior del hombre sea ascendida, el hombre que llegó cerca de mí y obedeció mi voz, el que ahora me escucha, será unido a ella como yo lo soy ahora. Porque, en tanto tu no me llames mío, yo no soy ese que soy, pero si tu me escuchas, escuchando, serás como yo soy.
- No te preocupes por tanto misterio... -añade la voz-, pues has de saber que yo estoy totalmente en el Padre y el Padre conmigo. Nada, por tanto, de lo que ellos dicen de mí, he sufrido yo. No sólo eso, sino también, ese sufrimiento que te mostré a ti y al resto de la danza, quiero que sea llamado un misterio. Porque lo que tu eras, tu lo viste, pues yo te lo mostré, pero lo que Yo Soy, solamente Yo lo se y ningún otro hombre.
Súfreme entonces, pero guarda eso que es mío y eso que es tuyo; velo a través de mí y veme en verdad como yo soy; no lo que yo dije, sino lo que tu eres capaz de saber, porque tu estás emparentado con ello.
Tu oíste que sufrí, sin embargo, yo no sufrí; que no sufrí, sin embargo yo sufrí; que fui traspasado, sin embargo yo no fui herido; que colgado en la cruz, y no fui colgado; qué de mí fluyó sangre, sin embargo no fluyó; en una palabra, que lo que dirán de mí, no ocurrió; pero lo que no dicen, eso Yo lo sufrí.
- Ahora -concluye la voz-, lo que esas cosas son, yo te las manifiesto, porque yo se que tu comprenderás. Percibe tú, por tanto, en mí la Alabanza del Verbo, el Traspasar del Verbo, la Sangre del Verbo, el Sufrimiento del Verbo, el Ser elevado del Verbo, la Muerte del Verbo. Y así hablo yo, separando a la Humanidad. Percibe tú por lo tanto, en primer lugar, el Verbo; luego, percibirás al Señor; y, en tercer lugar, al hombre y lo que él ha sufrido."
No es mi intención comentar este texto cuya estructura y significado, aún teniendo una interpretación literal, es un puro símbolo. Qué cada cual, libremente, entre en su meditación y extraiga de él el nivel de significado que le corresponda.
Aunque hay algo  que me gustaría plantear. Al hablar de resurrección de la carne, ¿qué es lo que queremos que sobreviva? ¿Qué parte de nosotros hemos considerado que debiera ser inmortal? ¿Qué es, en nosotros, lo que justifica el deseo de persistencia?
Pienso que pocos pretenderán la resurrección de este cuerpo físico, lleno de limitaciones y enfermedades en el que nos encontramos confinados. Su valor no parece ser el más adecuado para la experiencia de la resurrección y el don de la inmortalidad.
Igualmente, tampoco desearía que permaneciera eternamente esta naturaleza psíquica que ahora me configura, con sus cambiantes estados de ánimo, sus confusos sentimientos y sus reacciones sensoriales y anímicas condicionadas por factores ambientales.
Como no me complacería la idea de un Paraíso de eternidad almibarada y dulzona.
Meditemos en el significado simbólico y psicológico de lo que Cristo hizo en su vida; escuchemos lo que se nos dice: resucitó y entro en una vida de servicio acrecentada porque tenía que reunir a otras ovejas, buscarlas y llevarlas al redil; sus discípulos aún debían ser entrenados e instruidos para que pudieran ayudarlo en su servicio; sus seguidores debían ser guiados; y el "Reino de los Cielos" aún debía organizarse en la Tierra. De ello, podremos deducir que, aunque no se lo reconozca, el Cristo resucitado aún permanece entre nosotros, ocupado en la tarea de servir; así como en nuestro interior, en espera de su resurrección.
Pienso que la resurrección, no demanda duración, sino significación. Cuando la vida del hombre logre esta significación, se unirá al Verbo Eterno que es Todo Significado.
Desde otro ángulo, aún no sabemos lo que es la materia ni la energía. De modo que a partir de lo que no sabemos, y que parece ser el secreto del propio Dios (sea lo que fuere que esta palabra signifique), ¿por qué. el que se hace Uno con Él, no podría recrear un cuerpo físico?


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