lunes, 18 de marzo de 2019

Reconciliación con nosotros mismos

<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Reconciliación con nosotros mismos.
<SUBTÍTULO>: Primer propósito del Agua de la Vida.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El Perdón es comprensión del mal que padece el otro en mí.
<CUERPO DEL TEXTO>:



En éste Abril pasado, días antes de la luna llena de Tauro que cayó el día 25, recibí una extraña llamada telefónica. Una persona que no conocía, aunque según ella nos habíamos visto en casa de una amiga común, me preguntaba si este año iba a escribir algo sobre el Festival de Wesak relacionado con esa luna. Le contesté que no, pues ya en el artículo del año pasado (2-5-1993) dije todo lo que conocía sobre el tema.
(...)

Pero en los días que siguieron a aquella extraña llamada, no pude apartar de mi mente el tema y, poco a poco, fue construyéndose en mí el pensamiento de que debía hablar en esta página sobre una profundización del significado de Wesak. Como no voy a repetir aquí la historia de la leyenda y su significado, remito al lector interesado a aquel artículo.
Mi propósito de ahora es el de resaltar el hecho de que Wesak representa la unificación de dos campos de energía emanados por ese Centro Uno que Todo lo abarca y que llamamos Divinidad. Estos dos campos de energía divina que Wesak unifica fueron traídos y expresados en la Tierra por dos Hermanos llamados Buda y Cristo.
La Energía Amor-Sabiduría unificada de Wesak y expresada por la Voluntad, constituye la renovación de una Agua de Vida que permite madurar la conciencia de los seres, a los que, como receptores de esa energía, se nos propone ser los canales de su distribución en la Tierra.
Son varios los propósitos que podríamos entrever en el Agua de la Vida que Wesak nos proporciona. El primero de ellos es el de la Reconciliación con nosotros mismos, pues de esta reconciliación depende la ampliación de nuestra conciencia.
¡Qué poco respeto sentimos por nosotros mismos! ¿Cómo podemos amar algo si no sentimos por ello el más mínimo respeto? ¡Cuánto dolor y sufrimiento nos infligimos inútilmente! Padecemos la extraña y esquizoide obsesión de que cuanto más sufrimos, mejor seremos considerados social y espiritualmente. Nos preocupa mucho nuestra situación física en el mundo, pero, ¿qué decir de nuestra situación psicológica, anímica y espiritual? ¿En qué espacio interior -feliz o alegre, lleno de sufrimiento o dolor- nos situamos?
Esta necesidad de sufrimiento es una de las grandes mentiras que es necesario apartar de nuestro lado. El sufrimiento glorificado por un crucifijo en una falacia, también lo es la representación de un Buda esquelético y hambriento. El sufrimiento no es una obligación en el camino de regreso a la Fuente. No hay ningún peaje que pagar. Lo único que se nos pide es que nos desprendamos de aquello que no nos es necesario. El sufrimiento surge -lo enseñó Buda- de nuestros apegos y aferramientos psicológicos, anímicos e incluso espirituales, a aquello que se nos da tan solo para que recorramos un trecho del camino. Nos aferramos a ello a través del deseo, queriendo que dependa siempre de nosotros, o nosotros de él.
"Yo no busco el sufrimiento", dicen muchos. "Viene con los aconteceres de la vida", añaden otros. Lo que la Energía-Vida de Wesak nos propone es que reajustemos nuestra mirada sobre lo que acontece, sobre aquello que la vida nos da cada día. Sólo requiere un poco de Voluntad: voluntad de amarse a uno mismo.
Es cierto que podemos resistirnos a cambiar nuestra mirada, a vernos a nosotros mismos y a los hechos que nos acontecen de una forma distinta. Qué podemos seguir haciéndolo como siempre lo hemos hecho. Pero esa resistencia no podrá impedir que el Agua de la Vida de Wesak que se nos regala para nuestra transformación, aunque no tengamos conciencia de ello, no haga su efecto en nosotros.
El problema es que ese Campo de Energía Unificada tiene una vibración más alta que la de nuestra egoísta realidad, y como su finalidad es liberar las conciencias de las ataduras que las impiden volar, provoca, en nuestras resistencias individuales y colectivas, fuertes terremotos, haciendo quebrarse nuestras tierras interiores, nuestros campos de cinabrio, como decían los alquimistas, haciendo que nuestras sombras y resistencias, aquello que impide amarnos, salgan a la luz para que pueda ser contemplado e iluminado. Luego, el Agua de la Vida de Wesak arrastrará nuestros estrechos, mezquinos y egoístas puntos de vista y nuestras reacciones condicionadas, porque ellos se oponen al fluir de la Vida en nosotros.
Amarse a uno mismo, ya lo hemos dicho otras veces, es aceptar nuestras propias limitaciones, es comprender que los hechos acontecidos en nuestra naturaleza, por el hecho de caminar por la Luz, son la señal de que nuestra tierra interna está siendo arada por el Amor. Aunque se disfrace de amor por la violencia, de amor por la dominación, por las posesiones, por el poder, no por ello deja de ser amor. La Materia nunca se ha rebelado contra el Espíritu. Nuestro paso por esta energía densa llamada materia es un episodio querido por la propia Vida. Una semilla de libertad, de experimentación o de exploración de uno mismo: la posibilidad de equivocarnos y de errar que nos ha dado la Vida para que aprendamos a respirar desnudos de uniformes, trazar nuestras propias metas y alcanzar la libertad de nuestro propio respeto.
Solamente desde este respeto hacia nosotros mismos puede nacer el Amor. Este nacimiento es el segundo de los propósitos de Wesak. Ya lo hemos dicho: Wesak es Agua de Vida, y este Agua es una nueva forma de ver, de comprender, de observar y de transmitir ese flujo vital que el Universo pone a nuestra disposición en cada instante. El mandato no es mantener cautiva a la Vida, sino dejarla circular en nosotros, por ello, la actitud con que lo hacemos es importante.
El Agua de la Vida es un estado de ser que tiene que florecer en nuestras conciencias. Por ello es menester que nos preguntemos como bebemos esta Agua. ¿Lo hacemos en forma mecánica? ¿La engullimos? ¿La bebemos a pequeños sorbos? ¿Lentamente? ¿Ávidamente? ¿Con prisa? ¿Serenamente? ¿O, diciendo en la conciencia, al beber: ¡Te acojo!? La actitud es importante porque hace florecer en nosotros el Perdón. Hemos de perdonarnos a nosotros mismos y perdonar a los demás en nosotros.
El Perdón de que habla la Energía que fluye de Wesak es Comprensión del mal que padece el otro en mí. Es tender un puente de compasión hacia aquello que en nuestra tierra interna se ha identificado con las acciones -positivas o negativas- del prójimo. No es una cuenta a saldar, es un diálogo a mantener con uno mismo para desbloquear las cristalizaciones de nuestras tensiones y las rigideces que entorpecen en nosotros el fluir del Río de la Vida.
Cuando nuestra naturaleza búdica, en esa ceremonia que necesariamente acontece en el valle de nuestros Himalayas internos, entregue a su Hermano, nuestro Cristo Interno, nuestra conciencia iluminada, la Copa del Agua de la Vida de Wesak, lo que le está entregando es el Principio de la Alegría en el corazón del hombre. Una semilla que ha de germinar a través de la transformación de las mil cosas de la vida cotidiana en un juego. El juego de discernir, cada día, los pequeños instantes de posible alegría que brotan del corazón: la camisa limpia que me pongo, una comida compartida, una cerveza, un libro, la conversación improvisada en una esquina, la belleza de una mirada con la que te cruzas en la calle... Esa Alegría que nace de una sucesión de pequeños instantes de conciencia luminosa a lo largo del camino.
No es algo que el Cielo otorga a unos si y a otros no. Es algo que se aprende al vivir, desprendiéndose del sufrimiento innecesario. La Alegría debe ser la contraseña del nuevo hombre. No se requieren técnicas para alcanzarla. La Copa del Reencuentro ha de ser llevada a la boca por nuestras propias manos.

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