miércoles, 1 de mayo de 2013

El Rayo de Creación y Pitágoras. Crisálida 007



El Rayo de Creación y Pitágoras

Cuando en una clase anterior hablamos del Rayo de Creación, pensaba de que manera podría conectarlo con los pensamientos de ustedes. A los que creen en una religión, nada le cuesta admitir que el Universo es algo creado, aunque hay otros muchos que no creen que sea así. Aquí no se trata de creer o no creer, se trata de conocer lo que nos transmite un viejo símbolo. Los que son cristianos seguro que han escuchado hablar de la Trinidad y, tal vez, hayan dedicado algún tiempo a pensar, no lo que nos dice la Iglesia, sino lo que verdaderamente significa ese símbolo. Sea cual sea el caso la idea de un mundo creado se encuentra en todas las tradiciones míticas que existen en este planeta.

Creyentes o no creyente, la mayoría son incapaces de ver entre ambas nociones -Dios creador y Trinidad- ninguna relación que no sea la que señala el dogma de la Iglesia. Incluso, si de alguna manera han conseguido llegar a la idea de que la Creación se encuentra íntimamente ligada a la idea de Trinidad, no alcanzan a ver la inevitable consecuencia de Tres Voluntades obran en la Creación. Simplemente piensan que algo llamado Dios, Alá, Brahma, etc., creó y situó todo a su alrededor como un niño hace con un montón de juguetes, sin que ninguna ley obrare en dicha creación.
 (...)


Es cierto que en el mito de la Creación del Génesis se nos dice que el Universo fue creado en días sucesivos, pero esto no nos lleva a pensar que ello puede estar refiriéndose a una escala y que la Creación no se encuentra toda a un mismo nivel, sino que desciende en orden de grados cada vez más hacia abajo. En consecuencia, el creyente se inclinan a creer que es la Voluntad de Dios la que está en contacto directo y permanente con todo lo creado y, también, a cargo de todo lo creado. Prescinden pensar en el significado de la Trinidad como una Ley en el sentido que se piensa en la Enseñanza Esotérica, es decir: Tres Fuerzas primordiales o Tres Voluntades llevan a cabo la creación. Simplemente creen que una única Voluntad, la Voluntad de Dios es la que mantiene la existencia de la su creación.

Mientras algunas religiones, como la islámica, sólo enseñan la Unidad de Dios, otras, como la cristiana, nos hablan de un Dios Uno constituido como una Trinidad. Aunque no lo crean, esto tiene profundas consecuencias psicológicas. Cuando la gente sólo cree en un Dios Uno, suele pensar que su Voluntad Una se cumple por todas partes, con lo cual la estructura psicológica de esa persona tiende al fanatismo y a la necesidad de querer convertir a todos a esa creencia. Con el judaísmo y el cristianismo no es diferente, pero el cristianismo contiene la idea de la Trinidad, que la debió heredar del Egipto Antiguo, una idea que señala que entre Dios y el mundo se encuentra algo llamado Trinidad, lo mismo que entre Ra y el Mundo se encuentra Osiris, Isis y Horus.

Esta conexión entre Dios o el Absoluto y, no ya con su Creación, sino con el proceso de esa Creación tan como se deduce del Rayo de Creación, sólo puede ser entendida a través de considerar la Trinidad o Tríada Primordial como Tres Fuerzas y tres Leyes que operan a lo largo de todo el proceso y su división en tríadas subsiguientes. Como lo explica un antiguo adagio: "Dios es difícil de comprender porque primero Él es Uno, luego Tres, y luego Siete."




En el esquema anterior, que pertenece a la Teosofía, vemos el símbolo en su forma más esquemática y simple. En él aparecen la Trinidad o las Tres Fuerzas: El Padre, (un punto en el interior de un círculo), una fuerza de polaridad positiva (masculina), actuando a través de los siente planos del Universo y como su influencia solo desciende hasta el 4º plano en la forma de “mónadas” (Leibniz) humanas; el Hijo (una línea horizontal en el interior de un círculo), una fuerza de polaridad neutra, que no es ni una ni la otra, sino algo diferente, que desciende por todos los planos vivificándolos y asciende de nuevo por ellos hasta conectar con su “mónada”, “chispa divina”, o “Yo Superior”, como quieran llamarlo, A esto se refería Jesús al decir: “No se llega al Padre si no a través de mí”. La Tercera Fuerza, (una cruz en el interior de un círculo), y que en realidad actuó la primera en el proceso de Creación, es el Espíritu Santo, una Fuerza de polaridad negativa (femenina) que sostiene en ella, de manera potencial, todas las leyes que le servirán para “crear” los siete planos de la materialidad y donde las otras dos fuerzas ejercerán su influencia.

Pero volvamos al Rayo de Creación. La 1ª tríada, compuesta de Tres Fuerzas proviene del Absoluto y ella crea el Primer Orden de Mundos, el cual se encuentra bajo tres leyes, es decir, las tres voluntades de la Tríada Primordial.



Este es el primer acto de creación representado gráficamente según el símbolo del Rayo de Creación. En el Árbol de la Vida de la Cábala estaría representado por la sephirah Binah. En realidad, todo es la manifestación de un inconcebible proceso viviente, considerado eterno a nuestra escala humana.

El término Mundo 3 significa un primer nivel de creación. Se encuentra sometido a tres leyes o voluntades. Este mundo crea a su vez otro orden de mundos por debajo de él que tiene 6 fuerzas o Leyes, es llamado Mundo 6, porque está bajo 3 voluntades o leyes que actúan sobre él desde el Mundo 3 y otras 3 Leyes que le son propias. Este proceso de creación prosigue siguiendo la misma pauta hacia abajo. Por lo tanto, el próximo orden de mundos es el Mundo 12, que tiene 3 fuerzas propias y 6 Leyes derivadas del Mundo 6 y 3 Leyes que derivan directamente del Mundo 3. De una manera similar, otros tres mundos hacia abajo son creados, dando en total seis órdenes de mundos o seis niveles descendientes de creación por debajo del Absoluto, que sería el , todos ellos interrelacionados por dichas leyes.



La Enseñanza del sistema de Gurdjieff dice que el proceso de creación se detiene en el Mundo 96. La razón de ello será explicada cuando hablemos de la Ley de Orden de Creación.

Ya se ha señalado que el Mundo 96, al final del Rayo de Creación, se encuentra bajo 96 órdenes de leyes. Este mundo (o este orden de mundos, pues en él habría que incluir todos los satélites que giran alrededor de planetas en el Universo) es el que se encuentra más alejado del Absoluto, el que tiene una  mayor densidad y el que está sometido a una mayor cantidad de leyes. Cuanto más se aleja el proceso de creación del Absoluto, tanto mayor es el número de leyes que le afectan y tanto mayor es la densidad de su materialidad.

Lo que es importante que comprendamos es que la Creación, a lo largo de todos sus planos, niveles o dimensiones, como queramos llamarlos, implica necesariamente leyes. Podemos deducirlo del hecho de que las Tres Fuerzas son necesarias para cualquier manifestación. No puede haber creación sin leyes. y esto significa que cada cosa creada está inevitablemente bajo leyes, es decir, nada es creado libremente.

Consideremos ahora la verticalidad del Rayo de Creación; consideremos que pudiéramos ascender por el como si fuera una escala, una Escala de Jacob. Podríamos ver que al ascender por ella, nos situaríamos cada vez bajo menos leyes, es decir, ganaríamos cada vez más libertad. Mientras que si descendiéramos, nos pondríamos cada vez bajo más leyes y más restricciones y, de este modo, seriamos cada vez menos libres. Si una criatura, un Ser, es creado en el nivel del Mundo 12, se encuentra bajo 12 órdenes de leyes. Si desciende hasta el nivel del Mundo 48, la Tierra, estaría bajo 48 leyes. Lo que necesitamos ver aquí es que el hombre tal como es en su realidad actual, se encuentra en una cierta posición y nivel tal y como lo marca la escala del Rayo de Creación. Pero lo que dice la enseñanza es que el hombre ha sido creado con una potencialidad tal que, si quiere, puede cambiar su nivel, hacia arriba (también puede hacerlo hacia abajo y entonces no tendría solución) y pasar así a estar bajo menos leyes, se iluminaría.

Hemos llegado a un punto que es necesario aclarar algo en lo que todo el mundo se traba. ¿Qué sucede con los demás astros del Universo?

Verán, quienes diseñaron este símbolo, sea quienes fueren, lo hicieron para que lo viéramos desde el punto de vista de un hombre situado aquí en la Tierra. Desde este nuestro punto de vista, allá en los límites del Origen del Universo se encuentra el Origen, el Big-Ban; luego, están las galaxias consideradas como un todo, de las cuales, la nuestra, la Vía Láctea, es la que nos corresponde en el desarrollo del símbolo; a continuación están todos los soles de la galaxia, de los cuales el nuestro es el que nos interesa; más abajo, se encuentra la totalidad de los planetas de la Galaxia, incluidos los de nuestro Sistema Solar, pero de ellos solo nos interesa el planeta en el vivimos, la Tierra; y el Rayo de Creación termina, de entre todos los satélites, en el satélite de la Tierra, la Luna. Así que este el símbolo: un rayo, entro los infinitos rayos posibles, marca una línea para nosotros, una línea de ascensión de la conciencia y del nivel del Ser: Absolutotodas los mundos (galaxias) – todos los soles – El Sol – todos los planetas – la Tierra – y la Luna.


 Otro punto a considerar es si las leyes, o fuerzas, o voluntades, o influencias, que bajan por el Rayo, tienen un mismo origen o diferentes orígenes. Si tomamos el Mundo 48 como ejemplo, veremos que ciertas Leyes llegan directamente a la Tierra (48) desde el Mundo 3; otras, descienden directamente desde el Mundo 6, y así sucesivamente, tal y como se aprecia en el esquema anterior. Es decir, un ser nacido en el Mundo 48 está bajo 48 leyes, u órdenes de leyes, pero estas leyes no son todas de la misma calidad, ni se aplican a la misma densidad de materialidad en la Tierra y en los seres que la habitan, incluidos nosotros, porque provienen de distintos niveles. Por ello, un hombre, si es que sabe cómo hacerlo, podría situarse bajo distintos tipos de influencias.

El próximo punto a considerar es que desde nuestro punto de vista, la Creación (de la que parecemos ser un subproducto del proceso) nos parece como algo forzado , es decir, empujada a desarrollarse por la Voluntad del Absoluto. Esta Creación comienza con el trabajo de la Tríada Primordial de Tres Fuerzas que derivan del Absoluto y prosigue, una y otra vez, nivel tras nivel, con la reduplicación de otras tríadas de 3 Fuerzas y, según el símbolo, parece terminar en el Mundo 96 en el que intervienen muchas Triadas de esas Tres Fuerzas. En cada nivel, la escala de vibración de las Triadas desciende su nivel de vibración o resonancia. Todo esto significa que existen una enorme cantidad de energías implicadas en la Creación. Mediante la acción de la Ley del Tres todo el Universo ha sido puesto en tensión, en resonancia (la Música de las esferas de Pitágoras).

Pasemos ahora a examinar el Universo visible desde el punto de vista del inicio del Rayo de Creación. Sabemos que el Universo visible está compuesto de gran número de inmensos sistemas estelares (galaxias), una de las cuales es la Vía Láctea.

  •    Imaginemos que el primer acto de Creación puede ser comparable a una tenue y vaporosa formación de todos los sistemas de galaxias posibles que se van condensando lentamente. A esto le llamamos Mundo 3: Todos los sistemas posibles de mundos.
  •  Puesto que deseamos encontrar la posición de nuestra Tierra en el desarrollo de la Creación, nos ocuparemos ahora de nuestro sistema de mundos. Usando nuestra imaginación, consideremos que se ha separado de la masa primordial, y la particularizamos como Vía Láctea ó Mundo 6.
  • De entre todos los sistemas solares de la Galaxia, tomaremos ahora nuestro Sistema Solar o Sol: Mundo 12.
  • El conjunto de la masa Planetaria formada desde el Sol será entonces el Mundo 24.
  • Y de todos los planetas del Sistema Solar, cogeremos solo a nuestro planeta, la Tierra o Mundo 48, desde el cual deriva nuestra Luna o Mundo 96.
  • Este sería, para nosotros, visto desde la Tierra, nuestro Rayo de Creación y la Luna pondría el punto y final a esta rama del Árbol de la Vida total del Universo en el cual aparece nuestra Tierra.

Como tal vez hayan observado, hasta ahora no aparece el Hombre en nuestro Rayo de Creación particular.

Por las Voluntades y leyes que le configuran este Rayo de Creación evoluciona en su totalidad. Cada parte del Rayo busca seguir desarrollándose. Por ello, la Luna (o lo que esta simbolice) no es un planeta muerto, sino el punto más joven de nuestro Rayo de Creación.

Intentemos ilustrar esto que acabamos de ver. Podemos elegir cualquier organismo u organización, ya que esta reflejará, hasta cierto punto, el esquema simbólico que es el Rayo de Creación. He de advertir que esto, para la mentalidad de hoy en día, constituye un problema: nuestras más jóvenes generaciones rechazan cualquier tipo de jerarquía. Aunque el problema no se encuentra en la jerarquía en sí. La Naturaleza no es otra cosa que organización jerárquicas. El propio Rayo de Creación es una jerarquía. El problema se encuentra en la corrupción que han sufrido las jerarquía sociales al convertirse en jerarquías de dominio, manipulación y control.

Intentemos limpiar nuestra mente de prejuicios y consideremos una jerarquía que tiene un origen de miles de años: el ejército. Veámoslo en su organización mas moderna. Todo ejército está mandado por un General (obviemos el hecho de que el General, como el ejército mismo, está al servicio de alguien: el Rey, el Dictador, la Nación…) Pero, simplificando, diremos que después del General se encuentra el Coronel, el Capitán, el Teniente, el Sargento, el Cabo y, por último, el Soldado. Si ahora nos preguntamos bajo que número de Normas Militares se encuentra el Soldado, tendremos que reconocer que se encuentra bajo las normas del Cabo, que incluye las normas del Sargento, que a su vez incluyen las del Teniente, que incluyen las del capitán…, y así sucesivamente hasta llegar a las normas del General, el cual, supuestamente sigue las Leyes de la Nación.

En esta jerarquía o cadena de mando, se evidencia que las normas del General pueden llegar directamente al Soldado, aunque generalmente, lo hacen en forma indirecta; y, del mismo modo, las normas del Coronel pueden llegar directamente al soldado, y así sucesivamente. De esta cadena de mando podemos deducir varias cosas:
  • La parte está siempre bajo más normas qué el todo.
  • Las normas bajo las cuales está la parte proceden de diferentes orígenes. Prosigamos esta breve analogía.

Aunque el Soldado está bajo las normas del Sargento, por la causa que sea, puede atraer la atención del Capitán (el Soldado sabe escribir a máquina y el Capitán decide llevárselo como asistente); pasará entonces a estar bajo las normas del Capitán. Más aún. El Soldado puede atraer la atención del General, porque además saber escribir a máquina, posee estudios universitarios y sabe idiomas, entre ellos el del presunto enemigo; así que para el General, que no sabe idiomas, el Soldado puede serle de gran ayuda como traductor. Podemos decir que nuestro Soldado se ha liberado de las normas del Sargento y del Capitán e incluso, sin tener que pasar por él, de las normas del Coronel. Cualquiera que haya hecho la mili o haya estado en el ejército sabe esto.

Veamos otra analogía: nuestro Cuerpo. La Naturaleza lo ha construido siguiendo el principio del Rayo de Creación. Nuestro cuerpo es un organismo, es decir, una organización que, como todos los organismos, obedece las Leyes de la Naturaleza. Ahora bien, considerado como un todo, nuestro Cuerpo es una cosa objetiva. Pero cuando esa cosa llamada cuerpo humano la estudiamos más a fondo, vemos que se encuentra compuesta de muchos sistemas: vascular, digestivo, linfático, nervioso, etc. Y cada sistema se divide a su vez en grupos de partes interrelacionadas unas con otras a través de una jerarquía que va descendiendo hasta  llegar al más pequeño sistema de nuestro Cuerpo: la célula.

Esto significa que aplicando la idea del Rayo de Creación a nuestro cuerpo, podríamos comprender la relación que tiene la parte con respecto al todo, siendo cada sistema, todo y parte a la vez, ya que son estructuras jánicas (el dios romano Jano tiene dos caras, con la más vieja mira al pasado, como la más joven mira al futuro). Por ello, la posición de cualquier sistema en el Rayo de Creación es siempre relativa: siempre, considerando que yo sea un sistema integrado en el sistema Cuerpo, tendré estructuras por encima de mí y siempre habrá otras por debajo de mí; siempre estaré sometido a las normas o Leyes de la Naturaleza que descienden hasta mí de sistemas superiores, y siempre tendré las Leyes de mí sistema influyendo el los sistemas que están debajo de mí.

Las Leyes que circulan junto a la energía por el Rayo de Creación, ascendentes y descendentes, afectan en distinta grado a todo el Sistema considerado como un todo.

Especifiquemos un poco más: consideremos los músculos del dedo meñique de la mano. Estos músculos tienen su propia estructura y obedecen a su propio sistema (las leyes del sistema muscular); pero también se encuentran bajo las normas de la mano, y la mano está bajo las normas del brazo, el brazo bajo las normas del sistema nervioso. Todo lo cual constituye un conjunto de sistemas que se coordinan entre sí, pero que a su vez se coordinan con otros sistemas, como el sistema circulatorio, el sistema nervioso, el sistema motor, etc. Por ello, decir que “yo no creo en jerarquías y voy por libre” es una solemne estupidez, a menos que especifiquemos en qué jerarquías no creemos, es decir, a qué jerarquías no le doy mi confianza.

Cualquiera de estas analogía nos muestra cómo siempre hay Leyes que se subordinan una a otras y como, bajando desde la más elevada, el número de leyes existentes se acrecienta, lo que demuestra la validez de este símbolo que es el Rayo de Creación para explicar de forma sencilla y comprensible como está organizada la Creación o la Naturaleza, también llamada Universo. También sirve para entender de forma sencilla que este Universo está ordenado por medios de Leyes que siguen, desde su punto de origen, un descenso jerárquico en el que las leyes se van incrementando a medida que la Creación desciende por los sucesivos planos o niveles. Y esto es preciso comprenderlo y aprehenderlo, porque forma parte de la naturaleza de todas las cosas, ya que es una Ley fundamental de la Creación.

¡Bien!. Ya sabemos que la Creación ha sido emanada o expandida por medio de la Ley del Tres, en un proceso de complejización de Triadas. Aunque, solamente con ello, esta Creación carece de Orden. El Orden que observamos en la Creación-Universo-Naturaleza, obedece a otra Ley. En el Sistema de Gurdjieff se la llama la Ley del Siete, porque está basada en el sistema pitagórico de la siete notas de la escala musical en las cuales también esta basado el propio Rayo de Creación.

Antes de continuar quisiera adelantarme a explicar sus dudas que siempre recaen en las mimas peguntas. ¿Es esto científico? ¿Sirve para algo? ¿Si ya conozco las leyes de la Física para que necesito saber esto? Y preguntas así.

Bien. Todo esto es científico si lo considero desde la perspectiva de otra ciencia: la Ciencia Esotérica. Aunque para la ciencia reduccionista basada en “objetos”, no sería científico. Pero el propio concepto, desde la perspectiva del Rayo de Creación es tan relativo como cualquier otro concepto. Así que la respuesta es si y no. Todo dependerá desde el punto de vista que se considere. Si mi mente está abierta a considerar otras ciencias que manejan otras ideas, visto desde esa ciencia, este estudio será científico. Si reduzco mi pensamiento a una sola ciencia como referente de verdad absoluta, todo aquello que no pertenezca al ámbito de esa Ciencia no será científico.

Y si, sirve para algo. Sirve para adquirir “comprensión”, comprensión interior, comprensión psicológica, algo muy diferente a la comprensión intelectiva. Hagan un esfuercito y no se molesten por el diminutivo, es deformación profesional, soy profe en la vida normal y me tengo que enfrentar todos los días a jóvenes para, no ya llegar a comprender, sino simplemente conocer algo, dado que no estás dispuesto a hacerlo por lo que ello supone un ímprobo esfuerzo. Así que hagan un esfuercito e intente ponerse en la piel de, por ejemplo, un egipcio de la XVIII Dinastía, al comienzo del Imperio Nuevo, milenio y medio antes de cristo.

La situación allí es que muy pocos sabían leer, por lo tanto, para ellos, la lectura como vehículo de transmisión de ideas carecía de sentido. Desde el origen de la civilización egipcia, la escritura era la lengua de los dioses, y se grababa en piedra. Solo más tarde se comenzó a usar el papiro como vehículo de las ideas escritas, y la propia escritura fue agilizándose pasando del jeroglífico, al demótico y al hierático. La palabra jeroglífico no es egipcia, sino griega, viene de “hieros”, sagrado, y “gluphein”, grabar. Podríamos traducirlo como “símbolos o signos sagrados grabados en piedra”.

¿Como llamaban lo egipcios a su propia lengua?

Para referirse a ella usaban estos dos signos.



El primero es un bastón y significa eso “bastón”  y se usa para escribir el nombre “bastón”; pero también significa “palabra” y se usa para escribir el término “palabra”. Se lee “medu”, la palabra.

El segundo es una tela que ondea en la punta superior de un mástil y sirve para escribir la palabra “Dios” pues ese es su significado, y se lee “Neter”. Por ello en los pilonos de los templos egipcios ondean al viento esos mástiles con su bandera, señalando que ahí se encuentran el dios y su palabra. Neter también significa “natrón”, la sal que se usaba para la momificación, es decir, para la “divinización”. El femenino de “Neter” es “Neteret” y significa “ojo divino”.

Así pues, para el antiguo egipcio un bastón es un jeroglífico, un símbolo, que tiene varios niveles de significación. Por un lado, “bastón de dios”, por otro “palabra”, la palabra de dios, y ambas cosas servían a la vez de sostén en las que el egipcio podía apoyarse para sobrellevar los avatares y vicisitudes de su vida.

Hay un problema: todo jeroglífico es una “palabra de dios” que hay que saber entender. El pueblo egipcio si tenía una superficial comprensión del jeroglífico, pero solo los que sabían leerlos y escribirlos (Faraón, sacerdotes, escribas, nobleza, comerciantes…), poseían diferentes profundidades de comprensión del significado de las palabras de los dioses.

En las inscripciones, ambos símbolos aparecen de esta forma:


Aquí el jeroglífico “Neter”, “dios” va delante del jeroglífico “Nedu”, “bastón”, porque el escriba expresa así su respeto a Tot, el dios que entregó la escritura a los hombres. Los tres trazos verticales a la derecha son un indicativo del plural y señalan que tiene en cuenta a todos los bastones y a todas las palabras (todos los jeroglíficos). Ese conjunto habría de leerse como “Dios, los bastones (o las palabras)”. Ordenado el significado según nuestro idioma sería “Las palabras de Dios” = los jeroglíficos.
Rameseum. Tot, el Señor de los jeroglíficos, escribe los nombres del faraón.










Antes de comenzar su trabajo, el escriba pronunciaba esta oración:

“¡Oh, Tot, presérvame de las palabras vanas! Ponte detrás de mi por la mañana. Ven, tu que eres la palabra divina. Eres una dulce fuente para el viajero sediento del desierto. [Fuente] cegada para el hablador, que mana para el que sabe callar.” (Papiro Sallier 1, 8, 2-6).

Aunque solamente fuera por el profundo significado que tiene esta oración a nivel psicológico, merecería prestarle más atención.

Con todo este paréntesis sobre los jeroglíficos solo quiero mostrarles y llevarles a que entiendan algo. La ignorancia que nosotros, que nos consideramos civilizados, tenemos respecto al conocimiento y sabiduría de estos pueblos de la antigüedad y sus gentes, a las que, despectivamente llamamos antiguos, atrasados e ignorantes porque su saber no es científico, debería hacer que nos inclináramos ante ellos; porque, la inmensa mayoría de los antiguos egipcios, tal vez no tuvieran ciencia, pero tenían comprensión. Los que no sabían leer las palabras de los dioses, si sabían, aunque fuera a un nivel muy rudimentario, comprender sus significados. Los egiptólogos actuales si saben leerlos, pero han perdido su significado psicológico, interno.

Cuando el los templos, después de duras pruebas, se admitía a un candidato a ser iniciado en un conocimiento más profundo de la palabra del dios, muchos de los cuales puede que no supieran leer en un principio, pero tampoco importaba porque la enseñanza era transmitida en un lenguaje simbólico, para el que necesitaban, sobre todo, no solo entendimiento mental, sino entendimiento psicológico, comprensión psicológica. Para conseguir esta comprensión psicológica bastaba con sencillos esquemas, como el esquema del Rayo de Creación, que les hiciera comprensible la estructura de la realidad del Universo en una forma general, pero que si fuera comprendida por su cabeza y su corazón.

Una vez que yo llegué a comprender esto que les estoy explicando, para mí, fue como una iluminación. Desde ese instante todos las consideraciones y prejuicios que tenía sobre la Ciencia de la Historia y que me habían sido enseñadas en la Facultad, se vinieron abajo. A partir de ese momento, comencé a replantearme muchas cosas respecto a mi propia especialidad. Y, aunque no se lo crean, y nada me importa la opinión que mis congéneres académicos puedan tener de mí, no me corto un ápice en decir que los bárbaros, incluso en el sentido peyorativo con que lo decían los romanos, somos nosotros, pues carecemos de comprensión . Esto significa también carecer de la conciencia necesaria para comprender esta otra ciencia esotérica que se propone hacernos crecer internamente.

Créanme si les digo que comprendo que les cueste, primero aceptar y luego pensar sobre las ideas cosmológicas de este Trabajo. Yo he pasado por ahí.

En nuestro mundo civilizado, una persona vive en su propio y pequeño cosmos que es su mundo personal, su “Ethos”. Y este su muy pequeño mundo está gobernado, como si de un Absoluto se tratara, sobre todo, por nuestro propio interés, reforzado por la intensidad, sea la fuere, de nuestra voluntad. La gente ni siquiera vive en este mundo de todos que es este pequeño planeta llamado Tierra. La mayoría no sabe siquiera que existe un mundo así. Ello se debe a la falta de desarrollo de la propia conciencia, así como también a las dificultades (sus 48 leyes) a que se encuentra sometida la Tierra. (Les recuerdo que vuelvo a hablar en forma simbólica, aunque parte del significado del símbolo también sea literal).

Así que la conciencia de la mayoría de las gentes solo abarca su pequeñísimo mundo lleno de sus propios intereses. Apenas si tenemos conciencia los unos de los otros. Sólo captamos lo que nos interesa del otro y si podemos tener algún beneficio de él. Cuando el interés de una persona está centrado en si misma y en lo que pertenece a su pequeño mundo, ¿como va dedicar tiempo, esfuerzo y trabajo a comprender lo que la Enseñanza Esotérica pretenda enseñarle? Seguirán la ley del mínimo esfuerzo de no tener opinión propia, pero si seguir la opinión (aparentemente ello no cuesta nada) del sapiens de turno que, encerrado también en su propio pequeño cosmos, dictaminará desde su pequeño saber que todo eso son mitos, ideas de gentes atrasadas, de gentes no inteligentes. Así, todo lo que la Enseñanza tiene que decir sobre el Cosmos, sobre su evolución, significado y el lugar que ocupamos en ese Cosmos, carecerá de significado y sentido para ella. Porque llegar a ese significado requiere una forma de pensamiento que se encuentra más allá de ellas mismas, en otro nivel de conciencia.

Cuando una persona (no importa su nivel social) se encuentra muy apegada a su vida, gastando en esa vida todas sus fuerzas, ya no le quedan fuerzas para pensar en algo que esté más allá de sus intereses vitales inmediatos. En este caso, sólo los sitios más externos de sus centros (Dedicaremos otra clase a estudiar los Centros, necesitamos ir por partes y poco a poco. Aunque la Enseñanza constituye un Todo es si misma, ha de fragmentarse para hacerla asequible, aunque una vez comprendida y aplicada a nosotros mismos volverá a funcionar como un Todo de comprensión), trabajan y absorben sus energías. Este es el caso del hombre aferrado a sus sentidos y del que nos habla el Evangelio, el hombre que sólo vive en aquellas partes de sí vueltas hacia los sentidos exteriores, hacia la vida y hacia su satisfacción.

Cuando en una personas existe un Centro Magnético, que atraiga algún conocimiento que de respuestas al deseo de saber que duerme en su interior, que colme su deseo de comprender más allá de lo que le muestran sus sentidos externos, y como dice la Tradición, atraída por ese Centro, el conocimiento aparece para dar comienzo al desarrollo de sus sentidos interiores que se encuentran en estado larvario. La herramienta para ello es la Observación de sí que, en si misma, es uno de nuestros sentidos interiores.

La parte real o esencial dé un hombre (a cuyo desarrollo esta dirigido este Trabajo) se encuentra detrás del lado externo controlado por los sentidos. Sólo es posible llegar a ella usando los sentidos internos. Cuando una parte del Trabajo y la Enseñanza, no importa que pequeña sea al principio, llega hasta nosotros, y de ella hemos entendido algo, el primer paso es valorarlo. Cuando no se valora algo, ese algo no podrá hacer nada por nosotros. Si descubrimos por nosotros mismos, si lo conocemos en nuestro sentir, que dentro de nosotros existe algo que la Enseñanza llama Esencia y que como el hueso de un melocotón esta cubierto por esa pulpa llamada Personalidad, comenzaremos a darle un valor a ese sentimiento y haremos lo posible por ponernos en contacto con esa Esencia.

Por muy inteligentes que puedan parecernos los pensamiento y las ideas emanadas de nuestra personalidad, aprenderemos a escuchar los pensar-sentir (sentimientos) que proceden de nuestra Esencia, que tienen una calidad energética, una vibración supriores a los de nuestra personalidad. Cuando esas ideas aparentemente sencillas que emanan del Rayo de Creación llegan hasta nuestra Esencia, esta las comprende y sabe-siente lo que éste símbolo significa para ella, y cual es la respuesta psicológica que ha de guiar su vida, aunque ello suponga tener que luchar contra su personalidad. Es a esta lucha a la que se llamó “guerra santa”, “Yihad”. ¡Cuanta sangre derramada y cuanto sufrimiento inútil desperdiciado, por nuestra literalidad, por nuestra falta de comprensión. Por lo tanto, cuando se piensa en un Universo creado y ordenado, son estas ideas sencillas las que empiezan a ponerse en contacto, a través de su significado, con nuestro Esencia.

Hagamos una prueba. Tomemos un pensamiento sencillo. Lo formularé con un interrogante: ¿Han pensado alguna vez, de forma vívida, que nuestra estancia en la Tierra es por muy poco tiempo?

O, por ejemplo: ¿han pensado, sintiéndolo así, que la Tierra es una parte del Sistema Solar cuyo centro es el Sol, que es nuestro Padre, lo mismo que ella es nuestra Madre, tal como lo expresa en pensamiento mítico, es decir, simbólico?

No son preguntas retóricas o intelectuales, sino preguntas vivénciales, sintiendo que es Sol es el Gran Hogar en el que vivimos y que la Tierra es un Hogar más pequeño y más frágil en el que también vivimos.

Mientras este pensar-sentir no forme parte de nuestra conciencia, no solucionaremos nuestros problemas ecológicos y contaminantes que afectan a esa habitación más pequeña de nuestro Hogar que es la Tierra. Son estos pensamientos sencillos, vívidos y aparentemente extraños, los que empiezan a ponernos en comunicación con el Rayo de Creación.

Dice la Enseñanza que las ideas cosmológicas del Trabajo deben caer primero en las partes más externas del Centro Intelectual llamadas en este sistema Centro Formatorio para que ahí puedan ser grabadas y registradas (en nuestra memoria neuronal). Es decir, tenemos que aprender los diagramas prestándoles toda nuestra atención, ya que los diagramas sólo pueden ser comprendidos cuando llegan a los niveles superiores del Centro Intelectual. Esta comprensión pasará luego al Centro Emocional.

Cuando un estudiante esotérico entiende algo que su centro formatorio ha registrado y se pregunta ¿qué es?, porque desea percibirlo internamente, entonces el diagrama comienza a trabajar en él desde su psicología llevándole a pensar por sí mismo acerca de ello. Este es el principal objetivo del Trabajo: conectar a un hombre con las partes superiores de sus Centros ordinarios y, finalmente, con los Centros Superiores mismos. A este proceso gradual se le llama despertar. Mientras neguemos todo significado al Universo, las partes superiores de nuestros Centros permanecerán bloqueadas a causa de nuestra actitud y el Universo seguirá siendo lo que pensamos que es -es decir, la exacta actitud que tenemos hacia él- y, también, por ello mismo, el hombre seguirá siendo lo que pensamos de él.

Dice la Tradición que la finalidad de esta Enseñanza es ayudarnos a pensar de una nueva manera, una manera más conciente, más comprensiva, más integrada y unificada para que pueda incluir en nuestro pensar, no ya a nosotros mismos y a nuestro prójimo, sino a la totalidad del Cosmos. Claro que, a menos que cambie nuestra manera de pensar, nada cambiará. Somos lo que pensamos. Si queremos que algo sea diferente hemos de cambiar nuestra manera de pensar, ello incrementará nuestra conciencia. Y no se puede pensar de otra manera sin tener ideas en las que pensar.

Bien. Pasemos entonces a esbozar someramente la Ley del Siete o la Ley del Orden en la Creación.

Recapitulemos: El proceso de creación ha sido posible por la intervención de Tres Fuerzas o Leyes o Voluntades que abarca desde el Absoluto hasta el Mundo 96. Hemos visto que a medida que la creación se desarrolla por la multiplicación de las Tres Fuerzas, en cada plano o nivel de creación, la densidad y materialidad de las Leyes o Fuerzas se incrementa. Por ello, cuanto más alejados nos encontremos del Origen mayores dificultades encontraremos.

Consideraremos ahora la Ley que complementa la Ley de Creación: la Ley del Siete. Una Ley que añade nuevas limitaciones a las que ya nos proporcionó la Ley del Tres. En lo que nos afecta, ya se dijo que la Tierra ocupa un lugar muy bajo en el Rayo de Creación y que está bajo 48 órdenes de leyes. Hablando en plata, nuestra posición el Universo es muy mala. Pero si lo consideramos desde el punto de vista de la Ley del Siete, muestra posición y la de la Tierra es pésima.

Intentemos comprender lo que esto significa. Lo que significa la Ley del Siete y su aplicación al orden que ella impone en la Creación. Es en la palabra orden donde encontraremos el significado profundo de esta Ley. Tal vez nos cueste menos esfuerzo comprender que en el Universo también hay un orden que organiza el Caos, lo mismo que las notas musicales se organizan en la escala musical siguiendo un orden que va de Do a Sol. Esta Ley nos dice también que en ciertos puntos de este orden aparecen dificultades y que la Tierra está situada en uno de los puntos donde, inevitablemente, surgen dificultades en el ordenamiento de las etapas de la creación.

Las Tres Fuerzas primordiales provienen del Absoluto que es su Fuente; ellas a su vez crean nuevas fuerzas. Podríamos pensar que toda esta fuerza o energía prosigue su descenso sin ningún obstáculo. Pero no es así. Son frenadas en dos puntos debido a la Ley del Siete.

Una imagen visual nos ayudará a entenderlo. Imaginemos un tubo hecho de una sustancia elástica que tiene dos estrechamientos o constricciones, y supongamos que se vierte agua desde la parte superior. Podemos representar el tubo en la siguiente forma:



Veremos que el paso del agua que simboliza la fuerza, es detenido en dos lugares en su descenso por el tubo aquí señaladas como y limitación.

Adaptemos ahora esta imagen al Rayo de Creación tal como ya fue explicado, aunque agregando las distintas vibraciones marcadas por las notas: Do, Si, La, etcétera.

Observarán que el primer tono de la escala, a saber, Do, ha sido colocado a nivel del Absoluto, el segundo tono Si a nivel del Mundo 3, el tono La a nivel del Mundo 6, y así sucesivamente, hasta que se llega a Re, al nivel de la Luna. Dado que esta es una escala ascendente (la que tenemos que seguir nosotros en el desarrollo de nuestra conciencia) las notas están invertidas respecto al Rayo en su descenso; y dado que El Absoluto es a la vez Alfa y Omega, debajo del mundo 96 habría un Do que no está representado.

Fijémonos en la escala. Observaremos que hay en ella dos lugares donde los intervalos entre las notas no son tonos, sino semitonos. Estos intervalos corresponden a Do-Si y Fa-Mi. En realidad, la escala mayor fue construida para ilustrar el Rayo de Creación por gente desconocida que pertenecía a alguna escuela desconocida. Fue construida para ilustrar la Ley del Siete o Ley de la Octava.

En términos de escala musical, podemos referirnos al intervalo entre Do y Si como el lugar donde falta un semitono y del mismo modo al intervalo entre Fa y Mi. Al conjunto del Rayo de Creación podemos llamarlo Octava, en la cual el Absoluto suena como el primer Do (no se conoce la existencia de un Do más bajo ya que la Luna siempre nos muestra la misma cara, aunque esté girando, y no conocemos lo que está tras ella.

La primera constricción o lugar donde falta un semitono aparece pues entre el Absoluto y el Mundo 3 -es decir, entre Do y Si- y la segunda limitación aparece entre el Mundo 24 y el Mundo 48 -es decir, entre Fa y Mi. Esto significa que el paso de la fuerza es detenido en esos dos lugares debido a la naturaleza de la propia Ley del Siete y en esos lugares se necesita un choque, un impulso adicional, que empuje el paso de la energía. Esto, al pertenecer a la naturaleza de la Ley, es así y basta. De nada sirve estar preguntando la causa, es así y no admite ninguna explicación. Los músicos cuentan con los semitonos y no se plantean más problemas. Es lo mismo que si preguntáramos por qué hay cargas de electricidad positivas y cargas negativas. Es así y no existe ninguna explicación. Y lo que hemos de comprender es que si no fuera así, nada podría existir.

Podríamos tener la posibilidad de explicar la silla en que estamos sentados en función de la madera, y la madera en función de las células, y las células en función de las moléculas, y las moléculas en función de los átomos, y los átomos, finalmente, en función de cargas positivas y negativas de electricidad. Pero no podemos ir más allá objetivamente; ir más allá, desde el punto de vista de esta Enseñanza, es llegar a esta dos Leyes Fundamentales. Más allá solo está el Misterio, Para la Ciencia y para la Enseñanza Esotérica, un Misterio que esta llama Absoluto, algo más allá de nuestra capacidad actual de comprensión. Reducir el Universo a una sola ley, que es el sueño de la Ciencia, seria comprender la mente del Absoluto.

Como os decía, esta Enseñanza ha reducido el Universo a dos leyes fundamentales. Una por la que se Crea y la otra por la que se ordena lo creado.

La Ley del Siete, productora de orden, es causa de dos dificultades. ¿Cómo superarlas? En la primera detención de la Fuerza, entre el Absoluto y el Mundo 3, el estrechamiento es vencido por el impulso de la propia Voluntad del Absoluto. Y es por ello que se dice que la Creación es llevada a cabo por su Voluntad a través de las Tres Fuerzas primordiales. Pero en el caso del segundo estrechamiento, la cosa es diferente. Lo que simbólicamente es llamado Voluntad del Absoluto no llega hasta ese punto. Ello hace necesario crear algo en el Rayo para que efectúe ese impulso. Es aquí donde aparece el Hombre.


Ya hemos dicho que el Hombre no aparece en el Rayo de Creación. Sólo aparece la Tierra. Pero con la finalidad de permitir que las fuerzas que bajan del Rayo de Creación puedan pasar fácilmente hasta la Tierra y alcanzar la Luna, fue preciso crear una máquina (simbolicémoslo con eso) entre las Notas Fa y Mi; es decir, entre los Planetas tomados como un todo, y la Tierra tomada como una parte.

Para cumplir este propósito fue creada una pequeña octava lateral desde el nivel representado por el Sol (Al nivel del Sol, esta octava da la nota Do o, más bien, el Sol suena como Do. Luego, a nivel de los Planetas da la nota Si. Entre los Planetas y la Tierra suenan tres notas: La, Sol, Fa. Entonces, la fuerza del Rayo de Creación pasa a la Tierra como nota Mi y llega a la Luna como nota Re.

Las tres notas La, Sol, Fa que suenan entre los Planetas y la Tierra forman  eso que la Biología ha llamado la Vida Orgánica. La Vida Orgánica es una sensible película viviente que cubre la superficie de la Tierra y actúa como transmisor de las energías  que pasan entre las partes superiores e inferiores del Rayo.

Aquí hay que comprender que el Hombre es una parte de la Vida Orgánica y que es en esa máquina, especialmente creada para la transmisión de la energía del Rayo de Creación y que esta llegue a su final. Es aquí donde el Hombre aparece y esa es la posición que ocupamos en el esquema del Universo. ¡Fascinante en verdad! Aunque también humillante para los que creen y los que no creen.

Aquí, la Vida Orgánica significa todas las formas de vida en la Tierra: la raza humana, todos los animales, las aves, los reptiles, los insectos, los peces, las plantas, todas las formas de vegetación, hasta las más diminutas células vivientes. Esta película sensible, que recoge las influencias de la parte superior del Rayo de Creación y las transmite a la Tierra y a la Luna, es creada al nivel del Sol y su posición en el Gran Rayo de Creación se debe a la necesidad que tiene la Energía para atravesar ese estrechamiento entre las notas Fa y Mi, algo que está en la propia naturaleza de la Ley del Siete.  Desde el punto de vista de las Religiones, lo que los Cristianos llaman Dios, lo que los musulmanes llaman Alá, los que los hindúes llaman Brahma, etc., etc., solo es una referencia a ese Ser cuya entidad física o cuerpo de manifestación es nuestro Sistema Solar y cuya Mente aparece simbolizada por el Sol.
Seguiremos desarrollando esta idea el próximo día.




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