viernes, 17 de mayo de 2013

La Ley del Siete y la Octava de Trabajo. Crisálida 009






La Ley del Siete y la Octava de Trabajo


Vamos a analizar como funciona la Ley del Siete u Octava Pitagórica cuando la aplicamos a nuestro Trabajo Interior. Les aseguro que es algo muy interesante.
La primera nota -Do- de la Octava-Trabajo fue una vez definida como "Valoración de las ideas de este Trabajo". Ya que la Octava-Trabajo es una octava ascendente, la próxima nota es -Re-. Significa:"La Aplicación de las Ideas-Trabajo a uno mismo". La tercera nota -Mi-, se define como "La Comprensión de las Dificultades Personales". Ahora bien, la siguiente nota -Fa-, se sitúa más allá del lugar del Semitono que falta entre Mi y Fa. Psicológicamente, esto significa que es preciso dar un choque, un impulso especial en ese lugar para alcanzar la etapa de comprensión representada por la nota -Fa-.
Si Do es “valorar las ideas de este Trabajo”, esta nota debe sonar al comienzo del proceso con bastante fuerza. Esta valoración del Trabajo debe ser lo bastante poderosa para distribuir la suficiente fuerza a fin de que la vibración pueda llegar hasta la nota Mi y tenga alguna posibilidad, aún con el impulso adicional, de llegar hasta la nota Fa. Esta valoración significa: tener que dejar a un lado otras cosas, no identificarse con otras cosas.

(...)

Resulta evidente que si no estimo o valoro este Trabajo, ó no lo comprendo, o en mi fuero interno pienso que todo esto es un dislate, un disparate y cosas por el estilo, nunca llegaré a valorarlo lo suficiente para poner de mi parte el interés y la disposición necesaria. Y, si esto es así, tampoco podré aplicarlo a mí mismo, lo que a su vez implica que nunca alcanzaré el mínimo grado de comprensión sobre como funciona mi realidad interna y, consecuentemente, cualquier cosa que se diga y que considere lesiva para mi autoestima, no la podré soportar y reaccionaré violentamente.
Dijimos que la nota -Re- se definía como "Aplicación de las Ideas-Trabajo a uno mismo". Realmente se refiere al proceso de conectar el Trabajo con lo que se observa por medio de la Observación de si. Cuando esta conexión se realiza, entonces, las cosas en nosotros se disponen en su orden correcto. Esto debe entenderse: El Trabajo, y no la Vida, es el que dispone las cosas en nuestra realidad interior en su orden correcto.
Tal y como somos, seres mecánicos, nuestras cosas interiores se han ido disponiendo en un orden equivocado: damos importancia a cosas que no la tienen, y no prestamos ninguna atención a cosas que realmente son importantes para la evolución de nuestra conciencia. El Trabajo compara al Hombre con una casa de tres pisos en los cuales, las piezas del mobiliario de cada piso se encuentran mezcladas con las de las demás pisos. Puesto que en la vida nos dejamos conducir por falsos valores y un sinnúmero de mentiras, esto es inevitable.
El Trabajo señala que un orden correcto en las cosas, define la verdad. Esto quiere decir que cuando las cosas están ordenadas en su orden correcto, hay verdad. Nuestro cuerpo está construido y sus partes se integran en un orden correcto. En él, las partes menos importantes están al servicio de las más importantes. Siendo nuestro cerebro el órgano de control de todo el sistema es por lo que todos los demás órganos tienen como función alimentarlo, protegerlo y servirlo. Ocurre lo mismo en el Trabajo, donde la Ley de la Octava es también llamada la Ley del Orden de Manifestación. Así pues, las cosas se pueden relacionar entre sí en un orden correcto o en un orden equivocado. Si el orden es el correcto, existe la verdad: si el orden es el incorrecto, existe algo equivocado, falso. Existe la mentira. ¿Qué es la mentira, sino algo que está en un orden equivocado?
Necesitamos reflexionar sobre este aspecto de la Ley de la Octava. En la Octava-Trabajo podemos percibir, por nosotros mismos, por nuestro trabajo sobre nosotros mismos, que a no ser que Do suene primero con bastante fuerza, nunca se podrá llegar hasta Re. Sin Do, Re no puede sonar, y sin Re, Mi no puede sonar. Es como en un diapasón, una nota depende de la otra. No existe ninguna posibilidad que una nota exista por sí misma. Así, a menos que en Do haya una verdadera valoración que la acreciente, las notas siguientes sonarán débilmente y todo se desvanecerá.
Pero las tres notas pueden fortalecerse unas a otras, una vez que suenen, mediante la verificación práctica del Trabajo. Esto nos permite reconocer, internamente, su valor. Cuando esto ocurre, la brecha entre Mi-Fa suele llenarse y la nota -Fa- suena. La nota -Fa- es siempre “algo nuevo en uno”, como si un pequeño ser, con una nueva comprensión, hubiera empezado a crecer en nuestro interior.
En todos los aspectos de la vida, no importa cuales fueren los estudios o las disponibilidades de una persona para ganarse el sustento, es muy difícil, prácticamente imposible, que alguien llegue a hacer sonar su nota Fa. Un virtuoso en cualquiera de la artes, incluso un genio en el caso de la Ciencia, solo podrán hacer sonar sus notas hasta llegar a Mi, pero rara vez irán más lejos. La nota permanecerá sin sonar. Esto significa, simplemente, que tal persona es un hombre Do-Re-Mi y así, nada es singular en su arte, salvo que su técnica es excepcional.
Podemos aplicar esta pauta a todos los menesteres de nuestra vida. Sea cual fuere nuestra ocupación, tocar la nota Fa significaría que nos encontraríamos en un nivel de conciencia y de comprensión, muy superior al de los demás.
¿Por qué?
La respuesta es obvia: porque hemos decidido realizar un esfuerzo individual, curiosamente indefinible, que nos ha situado al otro lado de la brecha que constituye ese semitono, posicionándonos en la nota Fa.
Ningún maestro, ningún gurú, puede hacerlo por nosotros. Es, como acabo de decir, un esfuerzo curiosamente indefinible que sólo puede realizar uno mismo desde el más profundo sentido de sí mismo. La imitación nunca podrá lograrlo, porque ésta, sólo acrecienta nuestra personalidad. Podríamos decir, por que así es realmente, que hemos tocado la Esencia, la que a su vez se encuentra en contacto con nuestro Yo Real. A partir de aquí comenzamos a convertirnos en eso que decimos que somos: el Hombre.
Por supuesto, se puede tener experiencias de ese contacto de forma espontánea. Si en alguna recurrencia anterior ya hemos aprendido algo que la Esencia pueda recordar, entonces nuestra Esencia recordará más pronto en su próxima recurrencia y el Trabajo le será más comprensible y asequible. En tal caso, la nota Fa será tocada en edad más temprana, y se pasará rápidamente por las notas Do, Re, Mi. Resulta evidente, hasta para la mente más materialista, que es imposible explicar la vida de ciertas personas en función de una sola vida. He pensado muchas veces que esto se evidencia claramente en el caso de algunos músicos o artistas.
Retornemos a la nota -Mi- que se define como la "Comprensión de las Dificultades Personales". En la etapa del Trabajo representada por Mi, la propia conciencia se ha acrecentado ya hasta el punto en que llegamos a percibir la clase de persona que en realidad somos. Esta es una fase peligrosa, porque la comprensión de nuestras dificultades personales, no sólo nos deprime, sino que nos hace negativos. Pero si enfrentamos la nota Mi de esta manera, no estaremos relacionando el Trabajo con lo que observamos en nosotros mismos. Estaremos provocando meras respuesta emocionales, generalmente negativas. Llevarnos a la comprensión del hecho que uno no es perfecto, que uno no es la persona que se había imaginado ser hasta ese momento, es uno de los objetivos del Trabajo cuyo finalidad última es acrecentar nuestra conciencia.
El Trabajo dice: "Descubra la realidad de su personalidad a través de la observación de sí".
El incremento de nuestra conciencia nos revela lo que somos. Se nos revela, por ejemplo, después de algunos años de practicarlo, que no somos un Yo unificado, sino una multiplicidad de yoes contradictorios, cada uno con sus deseos e intereses. Cuando comenzamos a percibir las innumerables partes en que se encuentra fragmentada nuestra personalidad, hemos comenzado a liberarnos del poder hipnótico que ejerce sobre nosotros nuestra imaginación. Ello nos hace un poquito más conciente. Los hombres y mujeres hipnotizados por la vida, llenos de ilusiones y fantasías autosatisfactorias, no son conscientes.
Como dice Enseñanza (la idea la encontramos en el Evangelio y en otras partes), la observación de sí deja penetrar un rayo de luz en nuestra tinieblas interiores. Esa Luz nos permite comprender cuales son nuestras dificultades personales. Nos encontramos entonces en el mismo estado que el Cochero de la parábola cuando comienza a despertar de su ebriedad, y sale de la taberna y se encuentra con el desdichado estado en que se hallan su caballo y su carruaje. Si, en esta etapa, puedo pensar como si fuera el Cochero y no como Alfiar, tendré alguna probabilidad que suene en mí la nota Fa. Entonces, algo nuevo, un nuevo sentimiento de mi mismo, no el sentimiento que suele tener Alfiar de si mismo, habrá nacido en Belén. Ya explicaré lo que significa esta expresión otro día.
Necesitamos de toda una serie de nuevas ideas para elevarnos desde Mi a Fa. La primera de estas nuevas ideas es, de momento, hasta que podamos percibirla en nosotros mismos, creer en una Mente Superior en nosotros mismos, o en el Rayo de Creación.
Las ideas del Trabajo sueles ser Ideas Positivas. En la vida podemos observar que un incremento de ideas negativas va siempre acompañado de opiniones negativas y emociones negativas. Algunos de nuestros yoes, los que están dispuestos a trabajar, ya se encuentran presentes en la nota Mi, así como la conciencia de las propias dificultades personales. Dificultades personales significa, sobre todo, a lo que ignoro de mi mismos. La ignorancia de lo que realmente soy, constituye una dificultad. Esto quiere decir que esta etapa que representa Mi, no se puede alcanzar si nos consideramos como un solo Yo, porque los Yoes que están dispuestos a trabajar más allá de nuestras dificultades personales, son muy distintos de los yoes que no desean trabajar. Los yoes dispuestos a llevar a cabo este trabajo, también desean elevarse hasta la nota Fa. Y eso solo significa una cosa: debemos, primero ver y Lugo tolerar nuestra multiplicidad. Pero verla y ser tolerante con ella no significa obedecerla.
Nuestro estado interior representado por la nota Mi, es el estado de una conciencia ampliada, donde existe tolerancia hacia aquello que es diferente y que también tiene derecho a existir. Es lo mismo que contemplar un amplio jardín. El él vemos una multiplicidad de flores plantas, árboles, pequeños animales… Todo ello pertenece al jardín. Son nuestros yoes. Cada uno cumple una función en el jardín, si elimino los que considero inútiles, me expongo, con toda probabilidad, a que el jardín se marchite. He de respetarlos a todos. Pero respeto no es obediencia. Solo escogeré de mi jardín aquellas flores, plantas o animales que más valore para mi Trabajo.
Recuerden: nada podremos hacer a menos que escojamos los yoes correctos. Si nos dejamos convencer por los yoes que nos inducen a ser negativos y a descender, nos veremos obligados a hacerlo. Cuando no tenemos ninguna idea sobre la separación interior, el separarnos de esos yoes incómodos, vanos, engañadores y maléficos y no estar siempre diciendo Yo a todo lo que acontece, es algo complicado. En ese nuestro habitual nivel de ser es imposible que pueda sonar Mi, y nuestro nivel de Ser permanecerá donde está y seguiremos atrayendo a nosotros la misma vida de siempre.
Repito: algunas personas, aún habiendo comenzado a trabajar sobre sí, se ven incapaces de llegar a la nota Mi. El problema reside en que no se observan a sí mismas durante un tiempo suficiente. Como mínimo necesitamos algunas semanas para descubrir cuales son nuestras dificultades personales ya que en ese espacio se suelen repetir. Todas nuestras dificultades surgen de nuestro estar dormidos: no me acorde…, se me hizo tarde…, no tuve tiempo…, se me hace pesado…, no me apetece…, estoy cansado…, estoy depresivo…, tango mucho que hacer…, esto no sirve para nada…, ya se lo que hay dentro de mí…, etc., etc. Preguntémonos que cosas nos vuelven negativos y nos roban energía. De hecho son las mismas cosas que siempre nos estropean la vida.
Cuando conseguimos alcanzar la etapa de comprensión llamada la nota Mi, después de haber consolidado las notas Do y Re, entonces nos encontraremos próximos a recibir ayuda del propio Trabajo. Hemos de ser pasivos a nuestras dificultades, están ahí y hemos de reconocerlas para poder separarnos de ellas. Es a partir de esa separación que la nota Fa tiene posibilidades de ser emitida. Cuando suene, lo sabremos porque produce en nosotros un sentimiento por completo diferente. A veces es muy delicado, nada parecido a los sentimientos que tenemos habitualmente. Entonces, también sentiremos nuestro Yo Real, que no se asemeja en nada a lo que imaginábamos que era. También hay personas que rechazan este sentimiento.
Ya hemos comentado que una octava ascendente se inicia con un Do pasivo. La octava de nuestro Trabajo Interno no se inicia con el Trabajo, sino con su valoración. No se inicia, por ejemplo, con la creencia de poder y tener que hacer cosas y todas las consecuencias que surgen de esa ilusión. Creer que se puede hacer, creer, por ejemplo, que podemos cambiar fácilmente nuestro propio Ser, con cualquier meditación, con cualquier curso de algo, con cualquier técnica respiratoria, con cualquier hacer y, con ello, llegar a ser diferentes, es creer o imaginar desde un Do activo.
¿Qué significa un Do pasivo?
Tiene que ver con lo que Lao Tsé llamaba “No-Hacer”. Solemos imaginar que podemos hacer cualquier cosa esforzándonos. Creemos que podemos obligar a la gente a creer en Dios forzándolos por las buenas (evangelizándolos) o por la violencia (Inquisición). Nos exigimos un esfuerzo para conseguir un propósito. Todo esto es empezar desde el Do activo. Es comenzar, sea la que fuere la cosa que comencemos, desde una actitud equivocada. Comenzar desde un Do pasivo es algo completamente diferente.
Necesitamos reflexionar y recordar todas las cosas, todos los proyectos que hemos comenzado poniéndonos en acción inmediatamente (Do activo) y los consiguientes fracasos que hemos cosechados. A veces las cosas nos salen bien y cuando nos preguntan decimos: “pero si no he hecho nada”. Nuestro “No Hacer” (do pasivo) no comienza haciendo algo, sino valorando nuestro proyecto. En este caso dándole un valor a las ideas contenidas en la Enseñanza y al propio Trabajo Interno.
¿Acaso, cuando valoramos algo, nuestro posterior esfuerzo no es diferente que si no lo valoramos?
Nuestro estado psicológico es diferente. Un estado psicológico equivocado es tan real como querer abrir una puerta con una llave que no le corresponde. La valoración del Trabajo conforma nuestro estado psicológico correcto para comenzar el trabajo de nuestro incremento de conciencia. El valor que les damos a las cosas hace que estas sean preciosas para nosotros. La valoración nos permite prestar atención a lo que hacemos y por ello lo recordamos. La valoración nos proporciona la suficiente paciencia para indagar más profundamente en eso que nos interesa. La valoración, si es lo suficientemente grande, hace que nos consideremos menos importantes que aquello que valoramos, porque el Trabajo es más importante que uno mismo. Por ello, debemos encararlo a través de la valoración.
Existen muchas parábolas sobre la valoración: la del mercader que busca hermosas perlas y, habiendo encontrado la más hermosa de todas, vendió todo lo que tenía para comprarla. O la parábola del hombre que encontró un tesoro escondido en un campo que no era suyo y lleno de gozo fue y vendió todo lo que tenía para comprar ese campo. Estas parábolas nos hablan de lo que significa la valoración y, también, lo que significa comenzar desde un Do pasivo.
Se nos ha dicho también que hemos de conocer y valorar la existencia de una Mente Superior a nuestra mente cotidiana. No tuve que esforzarme mucho, en una etapa temprana de mi vida, para percibir que, sobre todo en algunas cosas que leía, provenían de una mente muy superior a la mía, una mente cuyo conocimiento era muy superior al simple conocimiento humano. Así que cuando se me dijo que debía confiar en una Mente Superior, no tuve demasiada dificultades para aceptarlo pues yo ya había llegado a esa conclusión. Lo que entonces no intuía aún es que esa Mente Superior era la mente de la Humanidad Consciente y que mi propia mente era o podía llegar a ser una parte de esa Mente.
Cuando creemos saber más que lo que nos puede enseñar el Trabajo, nunca podremos llevarlo a cabo, porque no podremos hacer sonar nuestro Do interno. O cuando intentamos comenzar directamente desde la nota Re (aplicación de las ideas del Trabajo a uno mismo) descubrimos que esto no nos lleva a ninguna parte, porque las cosas no se disponen en un orden correcto. En una mentira no haber comprendido que nuestro pretendido hacer solo es el resultado de nuestra mecanicidad.
¿Cómo podemos desenmascarar nuestras ilusiones?
Cada uno de nosotros debe percibir, pausadamente y por si mismo, que es la ilusión. Esa ilusión con la que nos embriagábamos en la taberna. Y debemos percibirlo en nosotros mismos. No hay teoría previa para eso. Sabremos que la hemos desenmascarado cuando nuestra boca se llene de un acre sabor, algo muy diferente a los empalagosos sabores de la vida.
Nuestra Falsa Personalidad .no percibe que nuestro actuar es un hacer mecánico. Las Leyes y las circunstancias externas hacen que lo hagamos así, mecánicamente. Carecemos de libertad, en tales circunstancias, para hacer otra cosa. Nuestra máquina biológica es la que se comporta así, no ningún Yo Real imaginado. Cuando no existe ninguna valoración del Trabajo, o esta es muy débil, nuestro punto de partida estará siempre equivocado. Se trata de un hecho práctico: a nadie se le ocurre sembrar lechugas en una plataforma de cemento. No es el lugar correcto.
Supongamos que partimos con una valoración correcta al principio de nuestro Trabajo, pronto descubriremos que esta valoración se acrecienta a medida que comienzan a resonar Re y Mi. También es cierto que si ya poseemos, porque lo hemos desarrollado en una recurrencia anterior, un Centro Magnético, la nota Do sonará más temprano y con más claridad. Este trabajo exige constancia y paciencia, sobre todo para aprender todo lo que nos enseña el Trabajo; aprender su lenguaje, aprender a aplicarlo a uno mismo; aprender las leyes que lo conforman; aprender a interpretar los esquemas; aprender todo lo que nos aporta el sonido de la nota Re: conocer y aplicar lo que se conoce.
Todos necesitamos Trabajar Internamente. Pero no debemos criticar la manera de trabajar del prójimo. Si se quiere criticar, hay que empezar con uno mismo. No es una cuestión de aprender el lenguaje del Trabajo, sino de aprender el significado. No se trata de las palabras, sino del significado. Y la única manera de aprender el significado es ver por uno mismo nuestra verdad, porque todos estamos abiertos interiormente a la verdad, mientras que exteriormente todos estamos abiertos a las mentiras, esto es, a la vida.
Toquemos ahora la nota Mi. Aquí se comprende, en escala cada vez más amplia, la ciudad de uno mismo, de la cual se creía ser el único habitante, y la nota Fa llega a ser posible, aunque no como la imaginamos en un principio. Y es aquí donde se aprende a hablar y comprender el lenguaje del Trabajo. Aquí, por ejemplo, se sabe que no se puede hacer, y que los demás tampoco pueden hacer, y así ya no se habla más como si los unos o los otros pudieran hacer. Esto establece una gran diferencia. Y porque se sabe y se comprende mejor y se han perdido muchas presunciones, se conoce y se comprende á los otros, ya no se los juzga. Al llegar a esta etapa el Trabajo nos habla internamente, porque hemos aprendido los rudimentos del lenguaje que habla. Por eso la nota Fa llega a ser posible.
A través de una correcta valoración del Trabajo, éste llega a ser emocional Una emoción limpia e negatividad. Debemos comenzar por percibir en nosotros mismos la verdad del Trabajo. De otro modo, este no llegará a ser emocional. Es decir, no toca nuestro Centro Emocional. Y si no lo hace, permanecerá meramente en la memoria externa de la parte formatoria del Centro Intelectual. Esta memoria formatoria no afecta a nuestra vida. Es comparable, digamos, a recordar las fechas de las batallas en la historia. No es aún parte de uno mismo.
Uno de los objetivos principales de nuestro Trabajo Interior es llegar a despertar nuestro Centro Emocional.
¿Qué significa esto?
Tal como somos, seres mecánicos, nuestro Centro Emocional se encuentra en muy mal estado. Es impuro.
Hablemos de esta impureza. Ninguna persona que haya empezado a dar el sonido de la nota Re, esto es, que aplica sinceramente las Ideas del Trabajo a si misma por medio de la observación de sí, podrá negar el gran poder que sobre nosotros tienen las emociones negativas. Nuestro Centro Emocional es impuro, de hecho, es un estercolero, el “pantano del Hedor Eterno”, ante todo, debido a la terrible masa de emociones negativas que nos gobiernan al mismo tiempo que a toda la humanidad.
Les recuerdo otra vez lo que el Trabajo dice: no son los deseos de sexo o de poder los que gobiernan al mundo, sino las emociones negativas. Y esto se aplica a cada uno de nosotros. Nos han enseñado que el Centro Emocional nació en nosotros libre de impurezas. Pero por haber nacido entre gentes dormidas, todas profundamente dormidas bajo el poder de las emociones negativas, adquirimos, al poco tiempo, una parte negativa en nuestro Centro Emocional, negatividad que se va acrecentando cada vez más. Esta es, pues, una de las impurezas que afectan a este centro. Pero si trabajamos correctamente, este centro nos proveerá de lo que carecemos y nos procurará una gran fuerza interior para cuya explicación carezco de palabras.
Las emociones negativas siempre mienten y pervierten la verdad. Toman las cosas como desean. Las emociones negativas deforman todo. Deforman, retuercen, niegan, aborrecen, porque, en el fondo, todas las emociones negativas llevan al odio y la violencia y, como consecuencia, al temor y al miedo. Odio, violencia y miedo forman una típica tríada de fuerzas en la que cada una depende de las otras.
De resultas de esta distorsión producida por las emociones negativas en nosotros, se originan varias formas de mentira. Además, es necesario comprender que nadie puede pasar de la nota Mi a la nota Fa a menos de conocer cómo mentimos y de haber observado la mentira en uno mismo.
Hay muchas formas de mentiras a las que se refiere el Trabajo. Una de ellas, que parece inocua, es escribir o decir algo que ha sucedido de tal manera que nos hace ver ante los demás mejor de lo que en realidad somos. Pero hay otras formas malvadas de mentira que surgen de estados negativos profundamente arraigados, que no se reconocen por estar cubiertas con nubes de auto-justificación. Si no las reconocemos, sólo se podrá hacer sonar Mi muy débilmente. Es negarse a conocerse a uno mismo y, como sucede a menudo, es negarse, absolutamente, a ampliar nuestra conciencia de sí, que incluye dichas mentiras. A veces, este impedimento se debe a que tenemos una imagen de nosotros mismos extraordinariamente satisfactoria, en la que nos vemos justos y honorables, impidiéndonos que se produzca el necesario acrecentamiento de conciencia, que sólo se logra sacrificando la propia vanidad.
A este respecto cabe recordar que cada vez que decimos "yo", en realidad, estamos mintiendo.
¿Qué "yo"?
Por mucho tiempo todos decimos "yo" con tanto énfasis y confianza, como si el Yo Real controlase todo lo que hacemos, decimos, pensamos y sentimos. Pero si hacemos sonar fuertemente la nota Mi, tales ilusiones pierden su poder. En definitiva, hemos de aceptar aquello que somos, pues es la única manera de aceptar a los otros en el Trabajo.
Les leeré algo que escribió Ouspensky sobre el yo. Dice así:
“Un día, con referencia a la descripción de un ejercicio de concentración, en el cual se trataba de llevar la atención de una parte del cuerpo a otra, G. preguntó:
-¿Cuándo ustedes pronuncian la palabra Yo en voz alta, pueden notar dónde resuena en ustedes esta palabra?
No comprendimos en seguida lo que quería decir. Pero algunos de los nuestros comenzaron a notar muy pronto que cuando pronunciaban la palabra Yo, tenían la impresión de que esa palabra resonaba en la cabeza, otros la sentían en el pecho, otros encima de la cabeza -fuera del cuerpo.
Debo decir aquí que, por mi parte, yo era totalmente incapaz de provocar esta sensación en mí, y que tenía que referirme a los otros.
Al escuchar todas nuestras conversaciones, G. dijo que un ejercicio de este género se había conservado hasta nuestros días en los monasterios del Monte Athos.
Un monje se mantiene en una cierta posición, ya sea arrodillado o de pie, los brazos en alto con los codos en ángulo, y dice “Ego” en voz alta y sostenida, escuchando a la vez donde resuena esa palabra.La meta de este ejercicio es la de hacerle sentir su “Yo cada vez que piensa en sí mismos, y de hacer pasar su “Yo de un centro a otro.”

"Fragmentos de una Enseñanza Desconocida" pág. 305.

Recapitulemos:

 “Do” significa:“Valoración de las Ideas-Trabajo”.
Re es: “Aplicación de estas ideas a Uno-Mismo”.
Mi” tiene por significado:“Comprensión de nuestras dificultades personales”.

Veamos un ejemplo:
Imaginemos a una persona que sufre. Si su sufrimiento es provocado por la combinación externa de una serie de eventos, lo más probable es que sea un sufrimiento inútil. Esa persona no percibe que se encuentra en el centro de un evento típico que pertenece a la vida en general, evento que, aunque esa persona no sea consciente de ellos, es compartido en ese mismo momento por millones de seres sumidos en el mismo evento. Esas personas se han identificado con dicho evento.

Por más horrible que sea el evento que la vida crea para nosotros, debemos ser capaces de no identificarnos con dicho evento, de no dejarnos arrastrar por su poder. Por supuesto, esto es una medicina muy amarga. Pero es la idea que preserva el Trabajo, porque “lo que le sucede a una persona, le es propio. Y ella misma tiene que enfrentarse a él.”
Tenemos que comprender que cada evento es atraído por nuestro nivel de ser. Nuestro nivel de ser atrae nuestra vida. Esto significa que el ser que cada uno es, atrae los eventos que nos suceden, porque la vida está organizada, sencillamente, con eventos de diferentes clases y en diferentes escalas.
Cuando comenzamos a enfrentarnos a la vida según postula el Trabajo; si tratamos de aplicar las ideas-trabajo a los eventos de la propia vida, comenzaremos a darnos cuenta de lo que el Trabajo nos enseña. Es competencia nuestra, de cada uno de nosotros, soportar y desplegar esa porción de la Vida Total que llamamos nuestra vida. Y la mejor varita mágica de la que podemos hacer uso para protegernos del sufrimiento inútil que nos producen los eventos de la vida, es aprender a no identificarnos con cada acontecer que constituye nuestra vida.
Esto no es sencillo de entender. En hombre sometido a 48 órdenes de Leyes, el hombre mecánico, no puede no dejar de identificarse. La razón es que ese hombre mecánico, al decir yo a todo, ha terminado por convertirse en su propia vida, se ha convertido en los eventos que sufre. Es incapaz de observar de que manera toma esos eventos y, por ello, él es ellos, él es los eventos. Pero podemos aprender a accionar a ellos de una manera diferente. Por ejemplo: no identificándonos con ellos. La no identificación nos libera de la mecanicidad.
Se suele decir que la vida es un drama(una obra de teatro) que se representa en el Gran Tablado de la Farsa (en Mundo), y nosotros somos los personajes de nuestra obra-vida particular. Eso que ocurre en nuestro drama particular es nuestro material de Trabajo, el Pan Nuestro de cada día ,y ha de ser tomado como tal.
El argumento de nuestras vidas, puede que no sea un drama, entonces será una comedia, una sátira, un sainete… Si solo contemplamos los argumentos personales de nuestras vidas superficialmente, pudiera parecernos que algunos son mejores que otros pero, en el fondo, la finalidad de vivir nuestra vida es la misma para todos. Lo que el Trabajo nos dice es que hemos de separarnos de la vida, pero sin dejarla. Para muchos esto pude ser agradable o desagradable, e, incluso, muy desagradable, hasta puede llegar a ser algo tenebroso.
Dado que ningún ser humano puede cambiar lo que es la vida en este planeta Tierra, hemos de averiguar el por qué estamos aquí. La parábola nos dice que somos una semilla y que ha sido sembrada aquí para que crezca y florezca, para aprenda a convertirse en un Ser Humano; esta es nuestra lección, la lección que nos imparte el Círculo Humano de Conciencia. Esta lección dice en uno de sus capítulos que hemos de aprender a tomar la vida de forma correcta, mediante la aplicación a nosotros mismos de lo que nos enseña el Trabajo y sus ideas-trabajo.
Si uno se deja caer bajo el poder de la autoconmiseración y la autocompasión, debido a los eventos trágicos que suceden en nuestra vida (lo mismo podríamos decir de los no trágicos), perdemos lo único valioso con lo que nacimos: nuestra Esencia, pues en ella se encierran todas nuestras posibilidades de convertirnos en el Hombre. Nuestro punto de partida no debe ser yo, uno mismo, sino la propia vida. En la vida todo es posible que suceda porque se encuentra sometida a muchas leyes, y no podemos cambiarlas, pero si podemos trascenderlas cambiando la forma o la manera como tomamos la vida, impidiendo que nos afecte negativamente.
Nunca hemos de perder de vista el hecho de que cada uno de nosotros, en relación con el Comos Real, solo es un fragmento, un átomo, una célula, de un cuerpo inmenso. Aunque, al mismo tiempo, y en nosotros mismos también seamos un Todo. Y ese Microcosmos que somos podemos remodelarlo con algo, aparentemente tan simple, como no identificarnos con lo que en él sucede. Hemos de cambiar nuestras reacciones mecánicas (inconscientes dirían los psicólogos) a la vida, y aprender a encarar la vida sin identificarnos con ella.
¿Por qué nos identificamos?
La culpa la tienen nuestra ideas sobre lo que es la vida y sobre lo que somos nosotros. Nuestra ideas están equivocadas. Las hemos aceptado sin más, no las hemos reflexionado. Seguimos creyendo que la vida puede ser justa o injusta según nos vaya en ella. Esto es una idea equivocada. Y la vida no es ninguna de esas cosas. Es lo que es y fue creada con un propósito específico: que la energía llegara hasta el final del rayo de Creación. Si nuestras ideas están equivocadas, los eventos de la vida nos derribaran ineludiblemente y sufriremos. El Trabajo dice que en la vida, hemos de sellarnos a los eventos de la vida para que estos no penetren en nosotros.
¿Qué como lo hacemos? Ya lo se, no es fácil y uno solo no puede hacerlo, alguien o algo ha de enseñarnos a construir, poco a poco, en nosotros, algo más fuerte que nosotros, de modo que podamos tolerar las siempre cambiantes escenas de los eventos que surgen y desaparecen, en la vida: los momentos felices a los que siempre siguen momentos de desesperación. La finalidad es que podamos adquirir un centro de gravedad dentro de nosotros, un centro de gravedad que nos impida conmovernos a cada evento ya que la Ley del Péndulo establece que ahora nos sentiremos felices y dentro de un momento nos sentiremos desgraciados. El Trabajo se propone llevarnos a un punto en el que ya no nos importe ser o no ser feliz, porque lo verdaderamente importante es alcanzar ese nivel de conciencia en el que seamos invulnerables.
He aquí nuestro trabajo al terminar cada día. ¿Me he identificado hoy? ¿Con qué eventos? ¿Puedo observar los eventos con los cuales siempre me identifico? ¿Qué eventos me volvieron negativo? ¿En qué lugar me he situado hoy que me he puesto bajo el poder de la vida exterior? ¿Dónde de sido usado hoy por la vida para sus propias necesidades? O, por el contrario, ¿dónde me he recordado a mí-mismo?
Sean cuales fueran las circunstancias, si las tomo como Trabajo, podré liberarme de ellas sin que me causen impotencia.
Teniendo en cuenta todo esto que acabamos de ver, analicemos una Idea-Trabajo muy importante: “CRISIS”.
La Ley de la Octava postula que hay una constricción de las vibraciones en dos puntos: entre Mi y Fa y entre Si y Do.
Las Octavas pueden ser de dos clases: Ascendentes: Do, Re, Mi…, y descendentes: Do, Si, La
El término constricción de las vibraciones quiere decir que en la octava ascendente, Do, Re, Mi…, hay que pasar por un lugar difícil entre Mi y Fa, una puerta estrecha, donde es necesario un impulso o choque para que la octava prosiga su desarrollo.
En el desarrollo de cualquier cosa, por ejemplo, aprender algo, llegamos, inevitablemente a un punto entre la fase Mi y la fase Fa. Y a no ser que se de este impulso, el desarrollo de lo que se aprende se detendrá. Es por ello que existen gentes Do, gentes Re, gentes Mi y gentes Fa. La mayos parte de nuestra educación no va más allá de Do, Re, Mi.
Las octavas, como cualquier otra cosa en el Trabajo también nos proporcionan el sentido de escala, de algo que discurre de lo inferior a lo superior, y que contiene una posibilidad de crecimiento y desarrollo. Pero este desarrollo significa esfuerzo. Y son pocos los que están dispuestos a llevarlo a cabo. Cuando esto ocurre nos enfrentamos a una crisis. Podemos dar el nombre de Crisis a éste curioso intervalo Mi-Fa. Crisis que está en todo proceso de desarrollo, interno o externo.
Podemos ver esta crisis Mi-Fa por todas partes con un poco que observemos y sabiendo que buscamos. Por ejemplo, en la Naturaleza. Consideremos las aves migratorias. Su vida es dura y difícil, siempre volando para poder alimentar a los polluelos. Una vez que estos crecen se inicia la migración, parten para un largo e interminable viaje. Durante este viaje, miles, centenares de miles, tal vez, no lleguen nunca a su destino. Eran demasiado débiles para soportar la prueba. Algunas llegan, otras no. Estas aves se enfrentan cíclicamente a una crisis Mi-Fa. A los leones marinos, les sucede lo mismo. A los cangrejos, a los salmones… Toda la naturaleza ha de enfrentarse a esa crisis Mi-Fa, algo difícil que requiere un choque inusual, un impulso adicional desacostumbrado.
Por todas partes, en la Naturaleza, podemos percibir esta estrecha puerta. También en nosotros, pues somos Naturaleza. Jesús les dijo a sus discípulos que muchos eran los llamados, pero pocos los escogidos. No todos franquean ese estrecha puerta. Este Trabajo también tiene etapas en las que se cumplen las leyes y, como todos los seres vivos, hemos de enfrentarnos a esta crisis Mi-Fa. De hecho, cada día de nuestra vida pasamos por pequeñas crisis Mi-Fa en las que de forma inconciente provocamos un choque que nos permite salir de la situación.
Crisis. ¿Qué dice el Diccionario de esta palabra? Como un gran porcentaje de las palabras de nuestra lengua, procede de otra palabra griega que significa separación, elección, decisión. Un momento de crisis es aquel en el que es preciso hacer una elección, tomar una decisión, separarnos de algo. Hace un momento hemos estado hablando de ello. Un mínimo de atención en nuestra observación de sí nos permitirá percibir los momentos en que nos enfrentamos a esta crisis. Y si a esta atención le añadimos ese poco de la conciencia que hemos ido adquiriendo en nuestro Trabajo, podremos encontrar el instante en que en que debemos producir ese impulso, ese choque, antes de que las cosas se degraden más y nos sumerjan en la confusión y es la identificación negativa.
Esta idea debe estar permanentemente presente en nuestra conciencia. La crisis Mi-Fa y la dificultad que entraña superarla, es algo que nos llega ineludiblemente a todos, nos llega cada vez que iniciamos algo. Sea estudiar una carrera, proyectar un viaje, o llevar a cabo este Trabajo esotérico. Aparece en todas nuestras tentativas, aparece en todas las relaciones que establezcamos, matrimonio, amistad, compañeros de curso, compañeros de equipo, de fútbol, de Trabajo… Solo con un choque adicional puede ser superada. Si no, seguiremos girando siempre alrededor de un mismo círculo. Las grandes crisis de nuestra vida se llaman fin de algo-nacimiento, fin de la infancia-pubertad, fin de la juventud-madurez, fin de la madurez-vejez, fin de la vejez-muerte, fin de la muerte-algo. Con ello el círculo de la vida se cierra. Si hemos aprendido algo, habremos superado la recurrencia y el nuevo nacimiento se producirá en un punto más alto de la espiral.
Cuando comprendamos que esta Crisis Mi-Fa, se encuentra en lo que es consustancial al Universo y no es culpa de ningún malévolo ser, empezaremos a crecer. Podremos, como el cochero de la parábola, subir al pescante; podremos tomar las riendas, podremos hacer que el caballo se ponga en movimiento y que tire del carruaje. Y. podremos hacerlo, porque habremos comprendido que somos nosotros mismos los que hemos de aprender a vivirlo sin identificarnos con lo que sucede en la vida. Solamente entonces comenzaremos a dejar de formar parte de la “película de vida orgánica” en la que nacimos y que envuelve este planeta.
El Trabajo Esotérico y su Enseñanza, en relación con la observación de sí, nos permiten aprender en que puntos de nuestra realidad interna (mental, emocional, psíquica y física) necesitamos más energía y qué esfuerzos deberemos hacer. Nos permitirá aceptar aquello que es inevitable porque forma parte de la misma naturaleza de las cosas (por ejemplo, la muerte).
Las característica de una Octava ascendente son distintas de las de una Octava descendente. Una Octava Ascendente comienza en el punto más bajo del Rayo de Creación y pretende elevarse hacia el punto más alto. Por ello, cada nota de ese ascenso en más incluyente, su conciencia se amplia permitiendo que en ella entre cada vez más Universo. Por ello todo se encuentra incluido en el Absoluto y, éste incluye a toda su Creación.
La dificultad radica en esos semitonos que saltan, sobre todo en el lugar señalado entre Mi-Fa. Nuestra mayor incapacidad es conseguir que suene FA. Fa significa el nacimiento de algo nuevo en uno mismo, Nuestra conciencia crística que nace en Belén. Cuando cada nota suena, no se produce ninguna pérdida de energía, pues la que hemos necesitado para impulsarnos por esa puerta estrecha es la energía que hemos recuperado al no identificarnos con los eventos de la vida, al no decir yo a esos eventos. Para que la Octava llegue a su culminación, han de sonar todas sus notas y hacerlo en armonía.
Les dejo con unos esquemas explicativos sobre todo esto que acabamos de ver. Estúdienlos.







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