jueves, 2 de mayo de 2013

Los Espíritus Sanos. 1ª Parte



Los espíritus sanos
1ª Parte



(Guión de una charla dada durante tres días a un grupo de estudiantes esotéricos, en forma privada, y basada en una de mis clases a alumnos de 4º de la E. S. O. en los aspectos no esotéricos.)



Puntos a desarrollar:


  1. Explicación de conceptos.
    1. Enseñar.
    2. Aprender.
    3. Estudiar – estudio.
    4. Entender.
    5. Educar.
    6. Experimentar – experiencia.
  2. Texto de la “Enciclopedia” de los Ilustrados del S. XVIII. Comentario.
  3. ¿Por qué hemos de aprender, estudiar y experimentar?
  4. Conocernos a nosotros mismos.
  5. La “Observación de sí”.
  6. Retratos-papeles-actitudes.
  7. Los espíritus que somos.
  8. Aprender y comprender.



1. Explicación de conceptos

Siempre, al comienzo de un curso, el primer día de clase, les pido a mis alumnos que cojan el diccionario y busquen los siguientes conceptos. Como suponía que no iban a traer un diccionario a esta charla, he preparado estas hojas con las deficiociones que el diccionario da sobre ellas. Así que les pido que cojan la que pone “Enseñar” y la leán atentamente


a) Enseñar

  1. Palabra que procede del latín: “insignare”.
  2. Significa: “mostrar o exponer una cosa para que sea vista o apreciada”.
  3. Acepciones: “Insignia”, “Señal”, “Señalar”.
 Aquí nos interesa su significado principal. (Mostrar a los que escuchan un objeto cualquiera). “¡Lo ven!”. Pues ya se los he enseñado. Lo mismo podemos hacer con una idea, un pensamiento, etc. Esto es enseñar según el diccionario.
(...)

¿No se les ha ocurrido nunca averiguar que significan realmente los conceptos que usan en sus vidas de todos los días? Aunque no lo parezca, un mensaje dicho o escrito en cualquier lengua es un mensaje cifrado, y el Diccionario contiene los códigos que nos permiten descifrar esa lengua. Cuando la lengua es la que hemos aprendido desde la infancia, parece que entenderla nos es más fácil, pero esto es solo una ilusión. Lo que realmente hemos aprendido de ella es a ha hablarla repitiendo que los palabras, frases y significados que nuestro padres y entorno nos han proporcionado. Este es un nivel muy elemental que, todo lo más, nos sirve para sobrevivir. Así que nuestros padres y nuestro entorno, nos han ido “enseñando” (en el sentido del diccionario) la pronunciación de las palabras y las han relacionado con algo que pensamos que es su significado. Esto solo no basta. Tomen la hoja que pone Aprender. Léanla.



b) Aprender

  1. Palabra que procede del latín: “apprehendere” que es el infinitivo del verbo. “aprehendo” = “aprehender”, “apoderarse de algo”, “coger”, “tomar”.
  2. Significa: “Adquirir conocimiento de alguna cosa por medio del estudio y la experiencia
 Esta palabra se encuentra íntimamente relacionada con la anterior, con enseñar, y quiere indicarnos con su significado  que hemos de “coger”, “tomar”, “aprehender” aquello que se nos enseña para conocerlo a través del estudio y la experiencia.


Luego aprender es una acción que tenemos que realizar, a veces con ayuda, pero generalmente por uno mismo, si queremos saber, conocer, que es lo que se nos enseña. Dicho de una manera más brusca, aprender es un trabajo, y como todo trabajo requiere de tiempo, dedicación, paciencia, voluntad, etc. Bien pasemos alo siguiente concepto.


c) Estudiar – estudio

  1. Palabra que procede del latín: “studium”, que a su vez procede del verbo “studeo” que significa “dedicarse a…”, “aplicarse a…”, “consagrarse a…”, “trabajar con empeño en…”
  2. Significa dos cosas:
  • Ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender una cosa”.
  • Esfuerzo que pone el entendimiento para conocer, y en especial el trabajo empleado en aprender a cultivar una ciencia o un arte”.

Por su significado también queda claro que estudiar también es un ejercicio o trabajo, al cual nos dedicamos, o nos consagramos, y realizamos a través del ejercicio de nuestras facultades mentales (aunque lo que se estudie sea como aprender a aserrar una tabla) con la finalidad de llegar a conocer, en nuestra mente, la realidad de “algo”. Y esto nos lleva al siguiente concepto.



d) Entender
  1. Palabra que procede del latín “intendere”, infinitivo del verbo “intendo” y que significa “tender en una dirección”, “extirar”, “extender”, “tender a…” (tender un arco, tender un puente…, un cable…, una cuerda… entre dos extremos.)
El Diccionario de la R. A. E. nos proporciona 18 acepciones. Veamos solo aquellas que más nos interesan:

  1. Tener idea clara de las cosas.
  2. Saber con perfección algo.
  3. Conocer, penetrar.
  4. Conocer el ánimo o la intención de alguien. “Ya te entiendo”.
  5. Discurrir, inferir, deducir.
  6. Tener intención o mostrar voluntad de hacer algo.
  7. Creer, pensar, juzgar. “Yo entiendo que sería mejor tal cosa”.
  8. Tener amplio conocimiento y experiencia en una materia determinada. “Entiende mucho de vinos”.
  9. Ocuparse en algo. “Entiende en mecánica”.
  10. Dicho de una autoridad: Tener facultad o jurisdicción para conocer de materia determinada. “El juez federal entiende EN esa causa”.

Todas estas acepciones llevan implícito la idea de que la acción de “entender” conlleva la necesidad de “unir” dos extremos, dos orillas, dos puntos, que se encuentra separados, por medio de la construcción de algo que tiene que ver con el trabajo de nuestro entendimiento, y sin ese puente tal cosa no será posible. Por ejemplo, un ingeniero construye un puente para unir o acercar dos orillas de un río, o de un barranco, separadas por ese accidente geográfico; se tiende una línea eléctrica para que por ella pase la energía eléctrica de un lugar a otro; se tiende una carretera para unir dos localidades… De la misma manera se tiende el trabajo de nuestra mente a fin de llegar a entender, conocer, saber, pensar, etc., sobre algo que se desconoce. Aquí, las dos orillas separadas son la ignorancia de algo y el conocimiento de algo. El entendimiento permite superar la distancia, el vacío que hay entre ellas.


La siguiente palabra suele ser, generalmente, malinterpretada y cada cual cree saber lo que significa pero sin tener una idea clara de ello.



e) Educar

  1. Dos verbos latinos estás relacionados con “educar”: el verbo latino “educo-as-are-avi-atum” que significa, en una de sus acepciones “formar”, “instruir”, “enseñar”, “educar”, acciones relacionadas con la primera acepción, “criar” (criar jabalíes, lo que la tierra produce), “producir” y el verbo “educo-is-ere-duxi-ductum” que significa “sacar hacia fuera”, “hacer salir (del cascarón, del seno de la madre…, “duxi parvulo” = educar desde niño)”.

El Diccionario de la R. A. E. dice que “educar” (solamente lo considera derivado de  “educo-as-are,avi-atum”) es:

  1. Dirigir, encaminar, adoctrinar.
  2. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad.

En realidad, el significado que aquí más nos interesa es el de “sacar hacia fuera” que está relacionado co el verbo latino “educo”. Porque educar no es adoctrinar ni meter dentro de alguien algo que esté fuera de él; sino que después de haberle mostrado algo, de que lo haya cogido, aprehendido, para estudiarlo y conocerlo, ese conocimiento sirva que esa persona lo use desde su interioridad experimentándolo al sacarlo de nuevo hacia fuera.


La última palabra que quiero que conozcan es:


f) Experimentar-experiencia.

  1. Probar y examinar prácticamente la virtud de algo.
  2. Conocimiento que se adquiere con la práctica o con el vivir.
  3. En las ciencias fisicoquímicas y naturales, hacer operaciones destinadas a descubrir, comprobar o demostrar determinados fenómenos o principios científicos
  4. Experiencia:
  5. Hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo.
  6. Práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo.
  7. Conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas.
  8. Circunstancias o acontecimientos vividos por una persona.
  9. Experimento: acción y efecto de experimentar.

Quiero que la conozcan porque en el significado de los anteriores verbos, en sus acciones, se encuentra el quid de nuestro desarrollo como seres humanos.


Recapitulemos: alguien muestra algo (enseña). Alguien toma (aprehende) lo mostrado para conocerlo a través de experiencia y análisis (trabajo). La finalidad de la relación de enseñar (dar) y aprender (tomar), es la educación: permitir que lo que es interior al hombre, su núcleo esencial, se exteriorice y se manifieste a través de lo conocido y aprendido. Pero para ello se necesita del entendimiento. Necesito “tender un puente”, construir desde mi mente algo para aquello que he tomado o aprehendido, sus significados, pueda ser observado, estudiado, experimentado y relacionado (interligare) con otros elementos, pensamientos o ideas, a fin de llegar al pleno conocimiento y comprensión de lo que se me enseña.


La finalidad de la educación es que el hombre haga aflorar, por si mismo, su esencia; su espíritu. Por ello, cualquier tipo de educación, se mire por donde se mire, es una Enseñanza Esotérica, una enseñanza cuya finalidad es desarrollar, desde nuestra más profunda interioridad, nuestra auténtica naturaleza humana.


A Abul-Beka (“Diálogos con Abul-Beka”, Cayetano Arroyo, Editorial. Sirio) le preguntaron:

- ¿Qué es enseñar? - Y él les respondió:

- Enseñar es hacer consciente en el discípulo aquello que lleva en sí mismo. El maestro enseña en el Silencio... No esperes encontrar fuera de ti al maestro que aún no ha nacido en tu interior. Puede pasar todos los días frente a ti y no reconocerlo.

Para nuestra cultura reciente, el fin de la educación ha sido el de formar hombres instruidos intelectualmente. Aunque esto también sea necesario, es una formación incompleta pues solo ha intentado introducir en nosotros un conocimiento. Algo de vital importancia no ha sido enseñado (mostrado): aprehender (tomar), para experimentar por uno mismo, para educarnos a nosotros mismos.


Nuestra cultura enseña conocimientos (información), pero no enseña a pensar y a meditar sobre ese conocimiento. No enseña la manera de combinar ese conocimiento para obtener nuevas ideas, nuevas maneras de crear, partiendo de la experiencia que hemos adquirido de ese conocimiento. Enseña las reglas del pensamiento lógico y de la exclusión de uno de sus principios; pero no enseña las reglas de producción de nuevos pensamientos, ni de la no-exclusión.


Si el objetivo de la educación es acceder a nuestra esencia, a nuestro espíritu, para que esta fluya al exterior en forma creadora, es evidente que el hombre necesita desarrollar su órgano generador de ideas y pensamientos para poder comprender, pensar y crear realidades nuevas y, sobre todo, para crearse a sí mismo como un ser consciente, es decir, como un ser espiritual.


Hay en éste proceso una palabra clave: Inteligencia -inter-ligare-, que significa ligar, unir entre sí, relacionar.

Pero… ¿Relacionar qué?


No puede ser otra cosa que ideas, pensamientos, lo que es propio de la mente. La inteligencia es nuestra aptitud para relacionar. El fruto de esta relación son muevas ideas y pensamientos que hagan posibles creaciones nuevas.


Esta aptitud inteligente nos permite Entender -Intendere-, que también significa dirigirse a. Nos permite dirigirnos a… alguna parte (puesto que somos lo que entendemos), y dirigir el fruto de nuestra capacidad de relacionar, a su realización. El entendimiento dirige aquello que ha sido pensado y manifestado como idea hacia su realización.


Una vez pedí a los asistentes de una charla que respondieran a la pregunta ¿Qué soy  yo? Aplicando la pregunta a ellos mismos. La mayoría de los asistentes quedó perpleja, pues no entendían como podía hacerles una pregunta tan estúpida. Resultaba obvio que todos creemos saber quienes somos, aunque no lo qué somos. A pesar de creer saberlo, sus respuestas constituían una serie de tópicos, sin que supieran explicar lo qué eran; aunque no tuvieron ningún problema en decir quienes eran.


La experiencia puso en evidencia un hecho: podemos pasar la mayor parte de nuestra vida, sin darnos cuenta de que hemos dado por sentado que somos algo llamado hombre. No se nos ha ocurrido poner en duda eso que creemos ser, y, que al mismo tiempo, no lo sabemos explicar. ¿No será que no podemos responder en forma consciente a la pregunta “¿qué somos?”, porque ese supuesto, aún no existe como realidad objetiva en nuestra conciencia? ¿No tendrá algo que ver con esto la máxima del templo de Apolo en Delfos que decía: "Hombre, conócete a ti mismo"?


Al hacer la pregunta, preguntaba si lo que cada uno pensaba de sí mismo, se correspondía con lo que en realidad era: un ser humano. Y unos eran médicos, otras amas de casa, otros estudiantes, otros artistas... ¿Habrá que considerar entonces que somos idénticos a esas profesiones o actividades?


Simbolicemos al hombre que llega al mundo, como una hoja de papel en blanco. Esto es lo que piensa nuestra ciencia de los seres humanos. Una vez nacidos, las gentes, las circunstancias y las necesidades de la propia hoja, ensucian su blancura. A este emborronar lo llamamos educación, formación de la moralidad, información llamada conocimiento, sentimientos de deber, honor y conciencia... Después, se pretende que estos borrones en el papel -los vamos a llamar: la personalidad del hombre- sean inmutables. Mientras más emborronada está la hoja, más se la valora. La propia hoja, al ver que los demás consideran tal suciedad como un mérito, llega a creer que es algo valiosa en si misma. Es su currículum. Este es un ejemplo de lo que llamamos Hombre. Y lo adjetivamos con lo que más satisfaga nuestra vanidad: de talento, de ingenio, de honor... Y no es que la personalidad no tenga valor; al contrario, es algo de inmenso valor; pero desde otra idea, desde otro punto de vista.


Lo que el aforismo Conócete a ti mismo dice, es otra cosa. Pide al hombre que conozca lo más íntimo de su ser: sus carencias, sus facultades, su vocación, sus disposiciones, su interioridad, aquello que son los valores del espíritu humano.


El Diccionario Anaya de la Lengua Española para Secundaria, que es el diccionario que usa la generalidad de los alumnos y que les proporciona los significados de los códigos de nuestra lengua, dice que “Espíritu” significa:
  1. Parte inmaterial del ser humano de la que dependen los sentimientos y las facultades intelectuales”.
  2. Ser inmaterial dotado de voluntad y de razón”.
  3. La “Razón”, dice el Diccionario de la R. A. E., “es la facultad de discurrir”, “el acto de discurrir el entendimiento”.
Así que es el Espíritu el que tiene sentimientos, el que razona, discurre y conoce y el que tiene voluntad para llevar a cabo esa tarea que es la de desarrollarnos como seres humanos, y no la personalidad. Y como el hombre ha sido despojado de su espíritu por una ciencia llamada racionalista, lo que significaría que ésta se ha apropiado de las facultades y cualidades del Espíritu, ¿será por ello que el hombre está, cada vez más, carente de razón, habiendo perdido toda capacidad de pensar y razonar?


La gente cree que los pensamientos que tienen son suyos, que han sido pensados por ellos. Esto es falso. Son los borrones que han manchado nuestra blanca hoja. No nos pertenecen, aunque los inscribamos en el registro de la propiedad intelectual. Están en el mundo hace miles de años. Elaborar un pensamiento nuevo, auténtico, es la hazaña más colosal que puede realizar un ser humanos, y son muy pocos los que lo han conseguido. Para poder pensar un pensamiento nuevo, original necesitaríamos poseer el poder de crear; y, antes, necesitamos poseer la capacidad de relacionar, necesitamos inteligencia.


Poder crear un pensamiento nuevo, desarrollar una idea nueva, es poder crear todos los pensamientos, desarrollar todas las ideas. Sólo unos pocos seres humanos a lo largo de la historia del hombre pudieron hacerlo. Son los gigantes a cuyos hombros iban los creadores de nuestra Ciencia a la que se ha desposeído de espíritu. Nosotros aún no podemos crear un pensamiento nuevo, desarrollar una idea nueva, original. Pero si podemos aprender a ejercitar y desarrollar nuestra capacidad de relacionar (Inteligencia). Aunque ser inteligente de nada vale si no nos lleva a ser lo que somos: Seres Creadores.


Ese pensamiento original debe ser entendido; es decir, dirigido, impulsado hacia un vehículo de expresión que le configure en una forma. Este vehículo, en el hombre, esta palabra y la mano.


La energía de éste impulso sale del Corazón (el chakra cardíaco). Ella impulsa la idea hacia las cuerdas vocales y hacia la mano que les da forma y lo convierte en acto creado. El Ser Creador establece un puente entre su mente generadora de ideas y sus manos formadoras, por el impulso nacido en su Corazón. Para él, mano y cabeza, unidas por la energía del Corazón, son una y la misma cosa. Pero es el sonido, la vibración, el que modula y moldea las ideas, los pensamientos, para que estas tomen forma.


En el Universo todo es relación, todo está relacionado. Observar lo que el Universo nos ofrece es descubrir los Pensamientos del Hacedor de Estrellas. Con un lápiz en la mano parece que puede dibujar cualquiera. Con la cabeza sólo los pensadores. Solamente los Seres Creadores hacen Uno su mano y su cabeza. Las Tradición dice que el hombre es la mano del Hacedor, que ella tiene que dar forma a Su Plan de Creación. La Enseñanza Esotérica es el manual que el Hacedor de Estrellas ha puesto en las manos del Hombre, para que éste capte Su Idea a través de la mente y la haga realidad a través de su mano impregnada de la Energía-Amor que fluye de su corazón.


Somos, como decía la parábola, los obreros de la viña.


Voy a mostrarles un texto sacado de un libro de texto de Ciencias Sociales de 4º de la ESO.


2.- Texto de la “enciclopedia” (comentario)

“Los espíritus sanos han aprendido a sacudirse el yugo de los prejuicios, de la intolerancia y de la barbarie…

Las generaciones futuras estarán mejor formadas y más instruidas. Así podrán ser más felices.”

Tenemos aquí tres oraciones. La primera oración es una oración transitiva reflexiva en la que el sujeto (la persona o cosa que hace lo que dice el verbo) es el sustantivo espíritu, cuyo significado acabamos de ver hace un momento. A este sustantivo le acompaña un adjetivo que complementa el significado del sustantivo, diciéndonos que, de entre todos los espíritus que puedan existir, solamente se está refiriendo a los “espíritus sanos”, lo que nos permite pensar que los demás espíritus están enfermos u en otro estado. Así que el mensaje que transporta la oración se refiere única y exclusivamente a los espíritus que están sanos.


¿Y por qué están sanos? Podríamos preguntarnos.


La respuesta nos la proporciona la acción verbal. Porque “han aprendido”. Esta tercera persona del plural del pretérito perfecto de indicativo, que nos indica que la acción a la que se refiere está terminada, va acompañado por un infinitivo en forma reflexiva, dándonos a entender que lo que han aprendido “a sacudirse”, es algo que los “espíritus sanos” han realizado por sí mismos. Hay aquí un aspecto de la oración que nos induce a pensar que, estos espíritus, antes de estar sanos estuvieron enfermos, porque, ¿de qué se han desprendido?. Eso nos do dice el núcleo del complemento u objeto directo, “del yugo”.


¿Qué es un yugo?


El Diccionario de la R. A. E. nos aclara, en su primera acepción, que es:
  1. un instrumento de madera al cual, formando yunta, se uncen por el cuello las mulas, o por la cabeza o el cuello, los bueyes, y en el que va sujeta la lanza o pértigo del carro, el timón del arado, etc.”; en una acepción posterior y en forma figurada también significa “velo”; incluso “carga pesada, prisión o atadura”.
 En la Antigua Roma a los enemigos vencidos y una vez desarmados, se les hacia pasar por debajo de una especie de horca o yugo señalando con ello que quedaban convertidos en esclavos. Así que, haber aprendido a sacudirse el yugo, es haber aprendido a liberarse de la opresión o dominio de aquello que nos afrenta; lo mismo que “sujetarse al yugo” es someterse al dominio de algo o ceder a su influencia. La oración nos aclara de que está hecho ese yugo, a través de tres complementos del nombre: prejuicios, intolerancia y barbarie. Estas tres cosas, son la causa de la enfermedad de los “espíritus”, y aquellos que se han liberado de ellos, que han sanado, es porque se han liberado de la opresión, de la esclavitud, que estas tres cosas ejercían sobre ellos. Pero ¿qué son en realidad estas cosas?


Prejuicios

  1. Palabra que procede del latín “proeiudicare”: “juzgar las cosas antes de tiempo. O sin tener de ellas cabal conocimiento”. Un prejuicio es la acción y el efecto de prejuzgar.
  2. Intolerancia.
  3. Significa “no-tolerancia” y es el antónimo de “tolerancia”.
  4. Tolerancia” es “el respeto y la consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque repugnen las nuestras”. También tiene el significado de “sufrir, llevar con paciencia”.

Barbarie

  1. Del latín “bárbarus” = “extranjero”.
  2. Dícese de cualquiera de las hordas o pueblos que abatieron el Imperio Romano y se extendieron por la mayor parte de Europa”.
  3. Rusticidad, falta de cultura”.
  4. Fuerza (violencia) y crueldad”. (Violencia es sinónimo de bárbaro).

Cuando prejuzgamos o juzgamos a las personas y sus acciones, a las cosas, sin tener un cabal conocimiento de lo que sucede, dice el texto de “La Enciclopedia”, nos enfermamos. Tal vez por ello el Rabí judío nos recomendaba que no juzgáramos. Cuando somos intolerantes para con los demás o con la Vida en general, porque no mostramos ante ellas respeto y consideración hacia sus obras, ideas u opiniones, “aunque repugnen las nuestras", enfermamos. Y cuando consideramos a los demás, sean personas, animales o cosas, como algo ajeno, como separado de nosotros, por los prejuicios que sean, generalmente por nuestro estrechos punto de vista y por la alta consideración que tenemos de nosotros mismos, enfermamos.


Estas tres cosas se refieren, cada una, a una parte de nuestra triple naturaleza: nuestra mente, nuestras emociones y nuestra realidad física. La enfermedad de nuestra mente genera prejuicios; la enfermedad de nuestra realidad emocional, genera intolerancia; y la enfermedad de nuestra realidad física e instintiva, genera barbarie y violencia. Y estas enfermedades constituyen un yugo que esclaviza al hombre, pues todo prejuicio nos lleva a la intolerancia y toda intolerancia nos conduce a la violencia.


La segunda de las oraciones del texto nos explica que una de las consecuencias, tal vez la más importante, de haberse sacudido el yugo de los prejuicios, la intolerancia y la barbarie es que “las generaciones futuras”, el sujeto de esta segunda oración, “estarán mejor formadas” y serán más “instruidas”. Formadas es el participio del verbo “formar”, una de cuyas acepciones es: “dicho de una persona: adquirir más o menos desarrollo, aptitud o habilidad en lo físico y en lo moral”. Es decir, “haber tomado o adquirido una forma” diferente de la que antes se tenía. Una nueva forma que nos permita ser “más instruidos”, es decir, que pueda “comunicar sistemáticamente ideas y conocimientos”, o “dar a conocer el estado de una cosa”.


Y otra de las consecuencias de haberse liberado de tal yugo, además de haberles permitido modificar su “forma de ser”, y de ser más instruidos, es que así, una conjunción consecutiva que enlaza el significado de esta tercera oración con la anterior, es que, así, por ello, “podrán ser más felices”. Y cuando todo el mundo se pasa la vida queriendo o intentando ser más feliz, me pregunto ¿cómo pueden hacer realidad ese deseo si siguen estando subyugadas por los prejuicios, la intolerancia y la violencia?


En conclusión, los espíritus sanos lo son porque están mejor formados, por que son más instruidos y porque son más felices; y los espíritus enfermos lo son porque aún no se han liberado del yugo de los prejuicios, de la intolerancia y la barbarie.



3.- ¿Por qué hemos de aprender, estudiar y experimentar?

Las tradiciones esotéricas nos informan que la naturaleza nos desarrolla hasta un cierto punto mientras estamos en la matriz biológica, en el vientre de nuestra madre, una prolongación del vientre de la naturaleza. Luego, esa misma Naturaleza nos pare y nos introduce en una nueva matriz, una matriz social para que, al principio, con la ayuda de esta segunda matriz, el hombre continúe ese desarrollo por su propio esfuerzo e iniciativa.


Desde esta perspectiva, la Evolución del Hombre, significa el desarrollo de ciertas cualidades y características interiores que habitualmente permanecen embrionarias y que no pueden desarrollarse por si mismas. La experiencia demuestra que este desarrollo no es posible si no se dan ciertas condiciones que exigen esfuerzos, también especiales, del propio hombre; y de una ayuda por parte de aquellos que aprendieron antes que él un trabajo del mismo orden y llegaron a cierto grado de desenvolvimiento y conocimiento. Sin este esfuerzo y sin esta ayuda, la Evolución, la evolución de la esencia, del espíritu del hombre no es posible.


Pero ¿por qué hemos de aprender?


Porque, en principio, la Vida nos impulsa a ello. Luego, porque hemos de convertirnos en algo diferente a lo que somos. Y este convertirse en algo diferente es una cuestión de esfuerzo personal.


¿Qué es ser algo diferente?


Es convertirnos en un espíritu sano y luminosos, es decir, consciente.


¿Todos pueden hacerlo?


En principio, si, pero algunos no lo desean.

Es necesario desearlo para llegar a ser diferentes, desearlo profundamente y desearlo por mucho tiempo. Todo depende de éste deseo, de lo que puede aprender y de lo que se está dispuesto a pagar por ello. Sin estos requisitos no puede haber ningún desarrollo ni ninguna evolución interior, ninguna evolución de nuestra conciencia.


¿Qué significa entonces ser diferente?


Los Evangelio, a los que no hay que tomar nunca al pie de la letra, sino de forma simbólica y psicológica, dicen que esto se refiere al desarrollo interior del hombre y a la necesidad que éste tiene de nacer de nuevo, o de ser como niños. Y esto es, literalmente, imposible si no descubrimos primero cual es nuestra actual situación. Este desconocimiento es el problema que tenemos que solucionar para adquirir una nueva forma o para nacer de nuevo, porque la realidad es que el hombre no conoce sus límites, no conoce sus posibilidades, ni conoce hasta que punto se desconoce Y esto es así, porque el hombre está lleno de prejuicios: sobre si mismo, sobre los demás, sobre la Naturaleza, sobre el Universo, incluso sobre eso (sea lo que fuere) a lo que llama Dios.


El hombre es aún un espíritu no-sano, es decir, un espíritu enfermo, siendo su mayor problema el atribuirse una serie de cosas que aún no posee, pero que actúa como si las poseyera. Se atribuye, en su imaginación, el conocimiento de si mismo, el tener un yo permanente, el poseer individualidad, el de ser un ser unificado, el de estar dotado de plena conciencia, el de poseer y ser el dueño de su voluntad. Aunque estas cosas no existan aún en él como algo permanente. Si las tuviera, sería un ser diferente, habría cambiado su forma, se habría convertido en un espíritu sano.



4.- Conocernos a nosotros mismos.

Creemos que conocernos a nosotros mismos quiere decir conocer nuestras particularidades, deseos, gustos, capacidades, intenciones, etc. Y aunque también es esto, lo es en forma muy secundaria.


Conocernos a nosotros mismos significa conocer nuestra estructura, física y psíquica, sus partes, órganos y funciones, las condiciones en que nuestra realidad psíquica y emocional, sobre todo, responde en la interrelación que mantenemos con los otros y con el mundo exterior; conocer qué energía (mental, emocional o física) se ha puesto en juego y como, ésta, se manifiesta; como es nuestra consideración interna y externa hacia los demás y hacia todo lo que nos rodea.


Conocer esta realidad no es solo conocer un esquema teórico, sino observar como funciona en uno mismo. Esto implica que hemos de aprender a observar. La observación de uno mismo tiene dos lados: uno técnico y otro psicológico. Algo que pone de manifiesto la observación de si es que no sabemos o no podemos observar imparcialmente lo que encontramos en nosotros:


Algunos rasgos nos complacen y nos identificamos con ellos, otros, nos irritan y queremos justificarlos; algunos nos parecen agradable y otros desagradables, y encontramos cosas que ni siquiera sospechábamos que pudieran estar ahí y que nos causan terror. Algunos de esos rasgos nos son útiles, y otros son inútiles y obstaculizan nuestro desarrollo. Tenemos que aprender a discernirlos para hacer conscientes unos y usarlos en nuestro desarrollo y transformar los otros.


Entre los rasgos más perjudiciales están:

  • El Mentir. Desde el lado psicológico significa hacer cosas que no conocemos, y hacerlas como si se las conociera o como se las pudiera conocer. Aquí hay que tener en cuenta que el conocimiento no es moral, sino algo práctico. Mentir se refiere a mentirnos a nosotros mismos dando pos supuesto que sabemos quienes somos cuando no lo sabemos. Mentir impide conocernos.
  • El Imaginar. Es un gran obstáculo. Me pongo a observar algo en mí, pero enseguida la imaginación se apodera de ello y nos olvidamos de observar. La imaginación no es lo que creemos que es. Esta imaginación es una forma de mentira. Imaginamos porque ello nos causa placer.
  • Las emociones negativas: violencia, depresión, compasión de si, cólera, desconfianza, miedo, contrariedad, aburrimiento, celos, etc., etc., son emociones negativas.
  • El hablar mecánicamente, el parloteo, la cháchara vacía de de contenido, la murmuración malintencionada o malévola…
  • La identificación
  • La consideración interna




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