lunes, 27 de mayo de 2013

Los Centros en el Hombre. (1ª Parte) Crisálida 011



   
LOS CENTROS EN EL HOMBRE.
(1ª Parte)



Entre las fascinantes ideas que podemos encontrar en esta Enseñanza se encuentra la siguiente: el hombre posee diferentes tipos de mentes. Observemos el diagrama.
Esta Enseñanza señala que existen, en principio, en nuestra realidad humana, tres grandes Centros llamados Centro Mental, Centro Emocional y Centro Instintivo-Motor. Y que cada uno se esos Centros constituye una “mente” con diferentes características.
Hay que entender, que toda esta Enseñanza, aunque se haya referida a nuestra realidad humana, externa e interna, se encuentra expresada en un lenguaje simbólico. Los esquemas y las palabras con que estos se explican conforman un lenguaje simbólico y no literal, con el que se intenta hacer referencia a los procesos energéticos, físicos, químicos, biológicos y psíquicos, que se desarrollan en nuestra naturaleza humana. El lenguaje de la biología, o el de la psicología, o el de la anatomía, etc., tienen cada uno su nomenclatura particular para explicar estos procesos. El lenguaje simbólico tiene una ventaja: sin necesidad de aprender todos esas ciencias, podemos referirnos a esos mismos procesos de otra manera más comprensiva.

(...)


En este lenguaje simbólico podemos comparar, estos Centros con máquinas muy delicadas y extremadamente complejas, y pensar que cada una de estas máquinas ha sido proyectada para un propósito y un uso diferente. Podemos incluso apreciar que cada máquina se encuentra integrada por otras máquinas más pequeñas; algo así como máquinas dentro de máquinas. Con esto se quiere señalar que ese Centro, que hemos equiparado a una máquina, puede realizar un trabajo como totalidad, o sólo pueden trabajar una o algunas de las más pequeñas máquinas que lo integran. Esto no es una fantasía.
 A mediados del Siglo XIX comenzó a llamarse "psicofisiología" o "psicofisiología cognitiva" a una rama de la Ciencia que intentaba estudiar las bases fisioloógicas de los procesos psíquicos. A partir de 1990 pasó a llamarse "neurociencia cognitiva". Uno de sus principios era que tanto el hombre como los animales no podrían llevar a cabo una acción sin que hubieran recibido antes una impresión o estímulo procedente del exterior. Se consideraba que sus respuestas eran "mecánicas". Aunque la idea de que el hombre es una máquina muy compleja surje con el nacimiento de la propia Ciencia.
Por ello, no debería extrañarnos cuando la Enseñanza nos dice que todos los hombres poseemos estas complejas y delicadas máquinas a las que llama Centros. Nuestro problema es que no sabemos nada acerca de ellos, desconocemos como funcionan, desconocemos como podemos usarlas, y desconocemos si las estamos usando de una forma equivocada. De hecho, por creer, creemos que solo tenemos una mente, a la que localizamos en nuestro cerebro, y creemos que esta única mente es la que se ocupa de todo. Y la idea de tener una sola mente, se encuentra ligada a una fuerte ilusión: como hombres, somos una unidad y, como tales, tenemos voluntad, tenemos un “yo" permanente que posee plena conciencia y pleno conocimiento de sí, y que tiene el poder de hacer.
Aunque la Ciencia busca el origen de las respuestas a los estímulos externos en nuestro cerebro y sistema nervioso, la Biología, la Fisiología, la Anatomía y la Medicina aún siguen considerando al Hombre como una máquina movida por ese cerebro y ese sistema nevioso. Esta Enseñanza nos ofrece la idea de que cada Centro ocupa todo nuestro cuerpo e interpetra todo nuestro organismo. Señala que cada Centro posee su propio "centro de gravedad". Así, el centro de gravedad del Centro Mental sería el cerebro, el del Centro Emocional se localizaría en el Plexo, y el centro de gravedad del Centro Instintivo-Motor se posicionaría en la médula espinal. 
Resulta evidente que aunque nuestros conocimientos de la máquina humana han llegado a ser en la actualidad amplios y profundos, aún es imposible verificar, desde la Ciencia mecanicista, esto que afirma la Enseñanza Esotérica. Una de las razones podría ser porque esos Centros poseen propiedades que la propia Ciencia aún desconoce. ¿Invalida entonces este desconocimiento de la Ciencia la afirmación de la Enseñanza de que dicho Centros existen?
Yo cre que no, por una sencilla razón: aunque los Centrso nos sean inaccesible en si mismos, si podemos observar sus funciones y sus manifestaciones. Esto es lo que intenca llevar a cabo la Observación de si. Además, el lenguaje de esta Enseñanza, como el de todas, no es literal, sino simbólico, lo que quiere decir que detrás de ese "hombre-máquina" y su mecanicidad, existe una realidad que la Ciencia desconoce y a la que el esoterismo se intenta acercar. La función del símbolo es precisamente esa, acercarnos a una realidad desconocida para intentar conocerla y también poder hablar de ella. De hecho, no otra cosa hace la Ciencia al establecer una hipótesis y una teoría.



Uno se extraña de que nadie haya reflexionado sobre esto. Y es extraño porque conduce a un hecho vital: el más funcionamiento de estos Centros es causa de enfermedad. El desequilibrio entre estos Centros, su malfuncionamiento en sí mismos y con respecto a los otros Centros, crea desarmonía y ésta degenera en enfermedad. La propia idea de que un hombre posee estos diferentes Centros o mentes, suele ser rechazada y considerada como fantasía. Tal vez porque nadie quiere enfrentarse con su verdadera situación en el mundo, sobre todo cuando ya se comienza a hablar de Inteligencia emocional. Y si existe tal cosa, necesariamente ha de proceder de una mente emocional. La inteligencia, de la clase que sea, es inseparable de una mente, pues es una de sus funciones. Cuando nos sentimos bien, nos aferramos a lo que creemos ser y que en realidad no somos, con tal de no tener que hacer el esfuerzo de mirar a lo que si somos.
Una parte de esta Enseñanza se fundamenta en lo que podría llamarse “Esoterismo cristiano”. El simbolismo que se encuentra encerrado en los Evangelios. Ahí se nos cuenta la parábola en la que cada uno de nosotros se asemeja a un hombre rico, en el sentir de su propio mérito, que siempre se atribuye la bondad y otras cosas como si fueran posesiones propias y con las que se encuentra profundamente identificado. Es a este “hombre rico” al que se le dice que tiene que vender todo para dárselo a los pobres. Aquí, por “hombre rico” hay que entender que se refiere a nuestra personalidad, y que “pobre” se refiere a nuestra Esencia. Nuestra personalidad es rica en todas las cosas que nos atribuimos. Hemos de desprendernos de esas “riquezas”, hemos de “venderlas”, para que la energía que hemos sacado de esa venta, se la ofrezcamos a los “pobres”, nuestra “Esencia”, a fin de que esta puede desarrollarse y crecer.
No es fácil que aprehendamos (tomemos, cojamos para estudiarlo y trabajarlo) lo que la Enseñanza nos dice sobre los Centros y el Trabajo equivocado que estos realizan, a menos que lleguemos a percibirlos en nosotros mismos.
Aunque expresado en forma simbólica, este leguaje no expresa ideas fantásticas, sino hechos reales. Y el comprenderlo así es algo de la mayor importancia. La herramienta para percibir nuestras Centros y sus peculiaridades, ya se ha señalado más arriba, sigue siendo la Observación de sí: percibir cuando trabajan, como lo hacen, cual Centro es el que está trabajando en cada momento, o si lo hacen varios a la vez… Evidentemente, esto no es fácil, y requiere de tiempo, constancia y paciencia. No es suficiente con observarlos durante un momento y ya está.
Ateniéndonos al nombre de por qué se denominan así los Centros, podríamos decir que hay, en cada uno de nosotros, como tres personajes diferentes: un hombre Intelectual, un hombre Emocional y un hombre Instintivo-Motor, que se corresponderían con cada Centro o mente. También podríamos decir que un hombre piensa que es una cosa, siente que es otra, y percibe por los sentidos que es una tercera. Esto quiere decir también que, por ejemplo, nuestras sensaciones, que pertenecen al Centro Instintivo, son diferentes que nuestras emociones que pertenecen al Centro Emocional, o a nuestros pensamientos que pertenecen al Centro Mental.
Analicemos esto de otra manera. Supongamos que vamos a llevar a cabo un proyecto y que lo hemos planificado todo al detalle. A pesar de ello, surge un problema que no hemos considerado y ello nos ha desestabilizado emocionalmente. Si el problema ha causado en nosotros un desajuste emocional es que nuestro Centro Emocional se ha vuelto negativo. Tal vez nos hayamos sentido furiosos, enfadados, desengañados, o incluso sintamos que ya no merezca la pena continuar. Supongamos que hemos decidido continuar con el proyecto a pesar del problema. ¿Qué Centro, en este caso, tomará el mando de la continuación del proyecto? Lo más probable es que sea la mente del Centro Emocional, tal como se encuentra en ese momento, alterada, la que tome el mando de nuestro proyecto. ¿Podrá, en su estado, sacarlo adelante? Evidentemente no. Pero, ¿qué pasaría si lográramos salir de ese estado emocional alterado y lográramos situarnos en nuestro Centro Mental? ¿Estudiar el problema con una mayor perspectiva? Pues que, seguramente, podríamos pensar en el problema, solucionarlo y volver a retomar nuestro proyecto. ¿Por qué? Porque estaremos usando el Centro correcto para el tipo de trabajo que requiere nuestro proyecto. No estaremos usando un centro equivocado, porque seguir usando el Centro Emocional, y más cuando es negativo, es estar usando un centro equivocado.
Veamos ahora los siguientes esquemas: En ellos solo están representados las tres partes de los Centros Mental o Intelectual y Emocional.


En ellos vemos que cada Centro se encuentra divido en tres partes y cada una de estas partes en otras tres. También podríamos dividir cada Centro en un lado positivo y otro negativo. Lo que los esquemas nos dicen es que cada Centro se refleja en los otros y en sus tres divisiones y tres subdivisiones. Por ejemplo, el Centro Intelectual tiene tres divisiones, que representan al Centro Instintivo-Motor, al Centro Emocional y al Centro Intelectual, pero todo en una escala más pequeña. Y éstos, a su vez, se subdividen de la misma manera en una escala aun más reducida.
Señalemos que la parte Instintiva-Motora de cualquier Centro es la parte más mecánica. Y, precisamente, es en esas divisiones mecánicas de los Centros, donde pasamos la mayor parte de nuestra vida. Aunque antes de entrar a ver los detalles de algunas de estas divisiones de los Centros, necesitamos comprender algo, un “principio” que se encuentra relacionado con estas divisiones.
Preguntémonos: ¿Por qué pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en las partes o divisiones mecánicas de nuestros centros?
La respuesta es simple: no requieren atención alguna.
Cuando nuestra atención se encuentra prácticamente al nivel cero, nos encontramos en las partes más bajas y mecánicas de los Centros. Estos estados significan que pensamos, decimos y hacemos cosas sin que tengamos la menos idea de lo que estamos pensando, diciendo o haciendo, pues lo hacemos de una forma mecánica. Desde ese nivel, nos será muy difícil adaptarnos al más mínimo cambio que requiera nuestra atención, por lo que solo repetiremos mecánicamente el camino trillado que ya hemos seguido otras veces. ¿Acaso no se han dado cuenta, cuanto nos cuesta adaptarnos a todo lo que sean nuevas ideas o nuevas situaciones? Para poder alcanzar los niveles superiores de los Centros, es preciso llevar a cabo un esfuerzo máximo de atención.
Analicemos la parte mecánica del Centro Mental. El que sea el nivel más bajo del Centro no significa que carezca de valor. Tiene una función de gran utilidad: el registrar los recuerdos, las impresiones y las asociaciones. Este y solo éste debería ser su trabajo si se le usa correctamente. Pero nunca debería entrometerse ni contestar a las preguntas que van dirigidas al Centro en su totalidad. Sobre todo: nunca debería tomar decisiones sobre nada que sea importante. Si lo hace, estaría haciendo un trabajo que no es el suyo, un trabajo que no le corresponde, un trabajo equivocado.
A la parte mecánica del Centro Mental, se la llama Centro Formatorio. Si se limitase a su trabajo, todo estaría en un orden correcto, paro el caso es que siempre lo encontramos respondiendo a preguntas de las que nada sabe y tomando decisiones que no le incumben. Y lo hace usando un lenguaje vulgar y populachero, lleno de tópicos y de “jergas”. Sus respuestas son siempre automáticas y mecánicas. Son las respuestas de una máquina.
Si su vocabulario se ha pulido algo, sus respuestas serán estereotipadas, como las de un viejo maestro de escuela o las de un funcionario público. Usará frases conocidas como las que usan los militantes de los partidos políticos, llenas de eslogans, proverbios y dichos que pretenden ser sabios. Lo sorprendente es que las gentes no son concientes de que siempre responden de este modo, ya sea porque no saben hacerlo de otra manera, o porque confían más en la respuesta mecánica de su parte formatoria, o porque no ven la necesidad de pensar por sí mismas.
¿Qué entendemos por atención? La atención es una capacidad que se tiene, o no, para entender algo. Desde el punto de vista de la psicología puede significar varias cosas: una cualidad de nuestra percepción que nos permite filtrar una información, o el mecanismo que controla y regula nuestros procesos cognitivos, desde el aprendizaje más mecánico hasta el razonamiento más complejo. Por ello, según sea la necesidad, la atención nos sitúa en una parte u otra del Centro Mental.
Este Trabajo distingue tres tipos de atención:
a) La atención cero, que es la que caracteriza las partes mecánicas de los Centros;
b) La atención que no requiere esfuerzo. Es una atención atraída por las cosas exteriores a nosotros, bien por que nos gustan, nos atrapan emocionalmente, activan nuestra imaginación, etc. Es la que caracteriza los niveles emocionales de los Centros.
c) La atención que debe ser dirigida a través de esfuerzo y voluntad. Caracteriza las partes más elevadas de nuestro Centro Mental.
Cuando nos controla la atención que no requiere esfuerzo, quiere decir que nos encontramos en la parte emocional del Centro Intelectual. Es esa parte que nos imprime el deseo de conocer, de comprender, de buscar información, de investigar sobre aquello que nos agrada y atrae. Ello nos proporciona satisfacción e, inversamente, nos causa dolor e insatisfacción por nuestra ignorancia sobre ello. Aquí, no se requiere plena atención, no se exige esfuerzo alguno. La atención surge espontáneamente por el simple hecho de vincularnos e identificarnos con el tema emoconanmente.
En cambio, cuando es la parte intelectual del Centro Mental la que entra a funcionar, requiere toda nuestra atención; una atención que necesita de esfuerzo y voluntariedad. Cualquier trabajo de creación, la construcción de un edificio, el desarrollo de un proyecto, la búsqueda de un método, la observación de las relaciones entre las partes de un todo, todo ello, y mucho más, requiere de nosotros una atención dirigida. Una atención que ha de ser controlada y mantenida con esfuerzo y voluntad. Esto hace que, generalmente, eludamos entrar en ella, por lo que la mayoría de las gentes hacen muy poco uso de la parte más elevada de su Centro Mental.
Espero que vayan captando esta idea: por lo general, solemos morar en las partes inferiores, las más mecánicas, de nuestros Centros. ¿Por qué? Porque en esas partes moran la mayoría de nuestros “yoesmecánicos, aquellos que controlan nuestra vida ordinaria. La función de estas parte inferiores es la de servir a las partes superiores de los Centros. El problema es que les hemos dejado apoderarse de todo el Centro y convertirse en nuestros amos. Estos “yoes” tienen diferente poder, calidad o capacidad según la función que tengan que realizar. Y, desde luego, son incapaces de alcanzar la más mínima comprensión de esta Enseñanza. Son “yoes” con una gran limitación. Siempre están descontentos y enfrentándose entre ellos; solo les preocupa sus pequeños e insignificantes intereses. Su parte positiva es que son útiles para que podamos llevar a cabo nuestra vida ordinaria. Pero nuca comprenderán este Trabajo.
Basta con mirar a nuestro alrededor para observar a personas que se encuentran tan anegadas por sus pequeños "yoes" cotidianos, que son incapaces de comprender ninguna otra cosa, salvo aquello que pertenece a su interés inmediato, que no es otra cosa que el interés de esos mismos "yoes", que no debería ser otro que el buen funcionamiento de la máquina humana. Si solo se ocuparan de eso, todo marcharía bien.
La finalidad de este Trabajo es conseguir que nos desarrollemos hasta alcanzar el nivel del Hombre Nº 4: un hombre equilibrado, algo que no podremos conseguir si dejamos que estos pequeños “yoes” nos controlen. Ellos, capaces de interesarse solo por pequeñas cosas, no pueden aprehender el Trabajo, no pueden adaptarse a sus Ideas, y si estas ideas son manejadas por esos pequeños "yoes", el Trabajo no afectará a nuestra Esencia. Ellos carecen de comprensión. El Trabajo debe recaer en esas partes de nuestra personalidad, en esos "yoes", que puedan alcanzar funciones más elevadas. Esto es de fundamental importancia para nuestra transformación interior: impedir que estos "yoes" que viven en los niveles más bajos de nuestros Centros piensen y decidan acerca de las Ideas de este Trabajo.
De lo que se trata es del uso correcto de un Centro, o de cada una de sus partes, en relación a lo que debemos hacer en cada momento o situación. Un día cualquiera de nuestra vida se encuentra configurado por múltiples eventos diferentes, eventos de los que hemos de ocuparnos a cada instante, según van surgiendo. Cada uno requiere un tipo de respuesta diferente y para ocuparse de ellos tenemos Centros o Mentes distintas. El Centro Mental tiene una capacidad de respuesta más lenta que es la que se necesita para atender a los eventos más complejos; en cambio, el Centro Motor es muy rápido, nos permite dar una respuesta casi instantánea a una situación concreta. El Centro Emocional nos permite apreciar la calidad de las cosas. Y dado que cada Centro se encuentra dividido y subdividido en tres partes, y cada parte sirve para una función específica, ellos nos permiten, en su variedad de niveles mentales, emocionales y motores, una gran diversidad de respuestas a los eventos que la vida nos trae cada día.
Hemos dicho que la parte motora del Centro Intelectual, se llama Centro Formatorio, y que es la encargada de llevar el registro de todos los recuerdos, asociaciones e impresiones que a cada instante entran en nosotros, interna y externamente. Y este es el trabajo que este Centro ha de llevar a cabo normalmente, mientras los otros centros y sus partes realizan también el que les corresponde. Esto quiere decir, que el Centro Formatorio, el nivel más bajo del Centro Mental, solo debería ocuparse, como hace un buen secretario, de llevar el registro de lo que entra en nosotros. Por ello, nunca debiera ocuparse de otras funciones, como por ejemplo el de responder a preguntas que desde el exterior se hacen a la totalidad del Centro.
Pero, para desgracia nuestra, siempre se encuentra tomando decisiones que no le corresponden; siempre le vemos replicando a todo de forma parcial y simplista, a través de frases hechas; diciendo siempre las mismas cosas y de la misma manera mecánica, no importa que característica tenga el evento. Lo podemos ver funcionar en la cháchara vacía e inútil entre grupos de amigos o amigas. Cuando nuestra conciencia mora, intelectualmente hablando, cae en los niveles mecánicos de nuestro Centro Mental, ésta no podrá hacer nada para cambiar nuestra vida, que seguirá pareciéndose a un disco rayado, repitiendo siempre lo mismo.
Pero si conseguimos mover nuestra conciencia a un nivel más alto de nuestro Centro Mental, nuestro visión cambiará, se ampliará, y todo será diferente. La parte formatoria de nuestro Centro mental permanecerá pasiva ante lo que se necesita en ese momento que puede ser una respuesta más conciente, o más emocional, o, incluso, una respuesta motora. En realidad, un hombre equilibrado, un Hombre Nº 4, en el sentido de este Trabajo, ha de desarrollar, hasta cierto punto, todas las partes -mecánica, emocional y mental- de todos los Centros.
Del funcionamiento de cada Centro, y de cada una de sus partes, se encargan diferentes tipos de “yoes”. Ellos son los que movilizan la energía del Centro y proporciona armonía a nuestra vida psíquica. Solamente los “yoes” que moran en las partes más elevadas de cada Centro se encuentran capacitados para comprender las ideas -Ideas C-, que provienen del Círculo Consciente de la Humanidad. Sonyoes” que han alcanzado su plena estatura interna. Solo desde estos “yoes”, llamados en esta EnseñanzaMayordomo” y “Mayordomo Delegado”, porque su trabajo es el de poner oreden en nuestra casa interne, será posible el desarrollo armonioso de esos mismos Centros. Pero cuando nuestro interés solo es sensual, es decir, el que nos proporcionan nuestros sentidos externos, solo se desarrollarán ciertas partes de nuestro Centro Emocional.
Repito, porque esto es muy importante que sea comprendido. Si nuestro Trabajo solo actúa sobre el lado mecánico del Centro Intelectual, caerá entonces en los "yoes" que solo se ocupan de los asuntos ordinarios de la vida cotidiana. Estos "yoes" son alimentados por las influencias A, que están destinadas a ser usadas en nuestra vida externa, y son incapaces (no pueden) de comprender de qué trata el Trabajo o por qué éste nos es necesario.
Al estar volcados hacia el lado exterior y visible de la Vida, que para ellos constituye su única realidad, las ideas de esta Enseñanza no encuentran el ellos un suelo que les permita crecer, ya que este Trabajo no se refiere a realidades externas, sino a realidades internas. Por ello, es incluso peligros para la integridad de nuestra personalidad, al querer seguirlas literalmente, que dichas Ideas caigan en la tierra formada por esos pequeños y mecánicos "yoes" que, al no comprenderlas, intentarán desmenuzarlas haciendo que pierdan su significado e integridad original. Es a este error, a lo que en la antigua Enseñanza se ha llamado sacrilegio y profanación. Solo una atención dirigida por nuestra voluntad, nos posicionará en la parte Mental de cada Centro.
Ya hemos visto, en otra parte, lo que significa la parábola del Sembrador. Una parte de la parábola hace referencia a la semilla que se siembre en el hombre. Las semillas significan las ideas del esoterismo, las ideas de este Trabajo. Si las ideas de este Trabajo caen en los pequeños "yoes", en las partes más bajas de los Centros que es donde ellos viven, es como si la semilla cayeran "junto al camino".
Cuando Jesús interpreta esta parábola a sus discípulos, les dice:
"La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo, y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven."
¿Comprenden ahora los que significa junto al camino?
Significa que las Ideas de esta Enseñanza, o de la que transmitía el propio Jesús, caen en medio del tránsito de nuestra mente, entre los pensamientos de nuestra vida ordinaria, y son recibidas por la parte más mecánica de lnuestra mente, a la cual Jesús llama el diablo, porque la mecanicidad es el diablo.
Ya saben que solo somos capaces de comprender desde el nivel de ser que nos sea propio. Esto significa que si me encuentro con una persona que está en un nivel de ser superior al mío, no la comprenderé, por mucho que me repita las cosas y, las ideas de este Trabajo, "caerán junto al camino" porque carecerán de significado para mi. Me parecerán ridículas, estúpidas y fantásticas. Esto significa que cada uno comprenderá las Ideas de esta Enseñanza según sea su nivel de su ser.
En la Gran Escala del Ser, cada uno ocupa un nivel, está situado en un peldaño. Solamente podemos ascender en la escala desarrollando nuestra conciencia, haciéndola más incluyente. Para ello, necesitamos en nosotros algo, un centro magnético, que atraiga a nosotros nuevas ideas que puedan ser pensadas y trabajadas por nuestros mejores "yoes". 

(Continua)



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