(1ª Parte)
Entre las fascinantes
ideas que podemos encontrar en esta Enseñanza
se encuentra la siguiente: el hombre posee diferentes tipos de mentes. Observemos
el diagrama.
Esta Enseñanza señala que
existen, en principio, en nuestra realidad humana, tres grandes Centros
llamados Centro Mental, Centro Emocional y Centro Instintivo-Motor. Y que cada uno se esos Centros constituye
una “mente” con diferentes características.
Hay que entender, que
toda esta Enseñanza, aunque se haya
referida a nuestra realidad humana, externa e interna, se encuentra expresada
en un lenguaje simbólico. Los esquemas y las palabras con que estos se explican
conforman un lenguaje simbólico y no literal, con el que se intenta hacer
referencia a los procesos energéticos, físicos, químicos, biológicos y
psíquicos, que se desarrollan en nuestra naturaleza humana. El lenguaje de la
biología, o el de la psicología, o el de la anatomía, etc., tienen cada uno su
nomenclatura particular para explicar estos procesos. El lenguaje simbólico
tiene una ventaja: sin necesidad de aprender todos esas ciencias, podemos referirnos
a esos mismos procesos de otra manera más comprensiva.
(...)
(...)
En este lenguaje simbólico podemos comparar, estos Centros con máquinas muy delicadas y extremadamente complejas, y pensar que cada una de estas máquinas ha sido proyectada para un propósito y un uso diferente. Podemos incluso apreciar que cada máquina se encuentra integrada por otras máquinas más pequeñas; algo así como máquinas dentro de máquinas. Con esto se quiere señalar que ese Centro, que hemos equiparado a una máquina, puede realizar un trabajo como totalidad, o sólo pueden trabajar una o algunas de las más pequeñas máquinas que lo integran. Esto no es una fantasía.
A mediados del Siglo XIX comenzó a llamarse "psicofisiología" o "psicofisiología cognitiva" a una rama de la Ciencia que intentaba estudiar las bases fisioloógicas de los procesos psíquicos. A partir de 1990 pasó a llamarse "neurociencia cognitiva". Uno de sus principios era que tanto el hombre como los animales no podrían llevar a cabo una acción sin que hubieran recibido antes una impresión o estímulo procedente del exterior. Se consideraba que sus respuestas eran "mecánicas". Aunque la idea de que el hombre es una máquina muy compleja surje con el nacimiento de la propia Ciencia.
Por ello, no debería extrañarnos cuando la Enseñanza nos dice que todos los hombres poseemos estas complejas y delicadas máquinas a las que llama Centros. Nuestro problema es que no sabemos nada acerca de ellos, desconocemos como funcionan, desconocemos como podemos usarlas, y desconocemos si las estamos usando de una forma equivocada. De hecho, por creer, creemos que solo tenemos una mente, a la que localizamos en nuestro cerebro, y creemos que esta única mente es la que se ocupa de todo. Y la idea de tener una sola mente, se encuentra ligada a una fuerte ilusión: como hombres, somos una unidad y, como tales, tenemos voluntad, tenemos un “yo" permanente que posee plena conciencia y pleno conocimiento de sí, y que tiene el poder de hacer.
Por ello, no debería extrañarnos cuando la Enseñanza nos dice que todos los hombres poseemos estas complejas y delicadas máquinas a las que llama Centros. Nuestro problema es que no sabemos nada acerca de ellos, desconocemos como funcionan, desconocemos como podemos usarlas, y desconocemos si las estamos usando de una forma equivocada. De hecho, por creer, creemos que solo tenemos una mente, a la que localizamos en nuestro cerebro, y creemos que esta única mente es la que se ocupa de todo. Y la idea de tener una sola mente, se encuentra ligada a una fuerte ilusión: como hombres, somos una unidad y, como tales, tenemos voluntad, tenemos un “yo" permanente que posee plena conciencia y pleno conocimiento de sí, y que tiene el poder de hacer.
Aunque la Ciencia busca el origen de las respuestas a los estímulos externos en nuestro cerebro y sistema nervioso, la Biología, la Fisiología, la Anatomía y la Medicina aún siguen considerando al Hombre como una máquina movida por ese cerebro y ese sistema nevioso. Esta Enseñanza nos ofrece la idea de que cada Centro ocupa todo nuestro cuerpo e interpetra todo nuestro organismo. Señala que cada Centro posee su propio "centro de gravedad". Así, el centro de gravedad del Centro Mental sería el cerebro, el del Centro Emocional se localizaría en el Plexo, y el centro de gravedad del Centro Instintivo-Motor se posicionaría en la médula espinal.
Resulta evidente que aunque nuestros conocimientos de la máquina humana han llegado a ser en la actualidad amplios y profundos, aún es imposible verificar, desde la Ciencia mecanicista, esto que afirma la Enseñanza Esotérica. Una de las razones podría ser porque esos Centros poseen propiedades que la propia Ciencia aún desconoce. ¿Invalida entonces este desconocimiento de la Ciencia la afirmación de la Enseñanza de que dicho Centros existen?
Yo cre que no, por una sencilla razón: aunque los Centrso nos sean inaccesible en si mismos, si podemos observar sus funciones y sus manifestaciones. Esto es lo que intenca llevar a cabo la Observación de si. Además, el lenguaje de esta Enseñanza, como el de todas, no es literal, sino simbólico, lo que quiere decir que detrás de ese "hombre-máquina" y su mecanicidad, existe una realidad que la Ciencia desconoce y a la que el esoterismo se intenta acercar. La función del símbolo es precisamente esa, acercarnos a una realidad desconocida para intentar conocerla y también poder hablar de ella. De hecho, no otra cosa hace la Ciencia al establecer una hipótesis y una teoría.
Uno se extraña de que nadie haya reflexionado sobre esto. Y es extraño porque conduce a un hecho vital: el más funcionamiento de estos Centros es causa de enfermedad. El desequilibrio entre estos Centros, su malfuncionamiento en sí mismos y con respecto a los otros Centros, crea desarmonía y ésta degenera en enfermedad. La propia idea de que un hombre posee estos diferentes Centros o mentes, suele ser rechazada y considerada como fantasía. Tal vez porque nadie quiere enfrentarse con su verdadera situación en el mundo, sobre todo cuando ya se comienza a hablar de Inteligencia emocional. Y si existe tal cosa, necesariamente ha de proceder de una mente emocional. La inteligencia, de la clase que sea, es inseparable de una mente, pues es una de sus funciones. Cuando nos sentimos bien, nos aferramos a lo que creemos ser y que en realidad no somos, con tal de no tener que hacer el esfuerzo de mirar a lo que si somos.
Resulta evidente que aunque nuestros conocimientos de la máquina humana han llegado a ser en la actualidad amplios y profundos, aún es imposible verificar, desde la Ciencia mecanicista, esto que afirma la Enseñanza Esotérica. Una de las razones podría ser porque esos Centros poseen propiedades que la propia Ciencia aún desconoce. ¿Invalida entonces este desconocimiento de la Ciencia la afirmación de la Enseñanza de que dicho Centros existen?
Yo cre que no, por una sencilla razón: aunque los Centrso nos sean inaccesible en si mismos, si podemos observar sus funciones y sus manifestaciones. Esto es lo que intenca llevar a cabo la Observación de si. Además, el lenguaje de esta Enseñanza, como el de todas, no es literal, sino simbólico, lo que quiere decir que detrás de ese "hombre-máquina" y su mecanicidad, existe una realidad que la Ciencia desconoce y a la que el esoterismo se intenta acercar. La función del símbolo es precisamente esa, acercarnos a una realidad desconocida para intentar conocerla y también poder hablar de ella. De hecho, no otra cosa hace la Ciencia al establecer una hipótesis y una teoría.
Uno se extraña de que nadie haya reflexionado sobre esto. Y es extraño porque conduce a un hecho vital: el más funcionamiento de estos Centros es causa de enfermedad. El desequilibrio entre estos Centros, su malfuncionamiento en sí mismos y con respecto a los otros Centros, crea desarmonía y ésta degenera en enfermedad. La propia idea de que un hombre posee estos diferentes Centros o mentes, suele ser rechazada y considerada como fantasía. Tal vez porque nadie quiere enfrentarse con su verdadera situación en el mundo, sobre todo cuando ya se comienza a hablar de Inteligencia emocional. Y si existe tal cosa, necesariamente ha de proceder de una mente emocional. La inteligencia, de la clase que sea, es inseparable de una mente, pues es una de sus funciones. Cuando nos sentimos bien, nos aferramos a lo que creemos ser y que en realidad no somos, con tal de no tener que hacer el esfuerzo de mirar a lo que si somos.
Una parte de esta
Enseñanza se fundamenta en lo que podría llamarse “Esoterismo cristiano”. El simbolismo que se encuentra encerrado en
los Evangelios. Ahí se nos cuenta la parábola en la que cada uno de nosotros se
asemeja a un hombre rico, en el sentir de su propio mérito, que siempre se
atribuye la bondad y otras cosas como si fueran posesiones propias y con las
que se encuentra profundamente identificado. Es a este “hombre rico” al que se le dice que tiene que vender todo para dárselo a
los pobres. Aquí, por “hombre rico”
hay que entender que se refiere a nuestra personalidad,
y que “pobre” se refiere a nuestra Esencia. Nuestra personalidad es rica
en todas las cosas que nos atribuimos. Hemos de desprendernos de esas “riquezas”, hemos de “venderlas”, para que la energía que hemos
sacado de esa venta, se la ofrezcamos a los “pobres”, nuestra “Esencia”,
a fin de que esta puede desarrollarse y crecer.
No es fácil que aprehendamos (tomemos, cojamos para
estudiarlo y trabajarlo) lo que la
Enseñanza nos dice sobre los Centros y el Trabajo equivocado que estos realizan, a menos que lleguemos a percibirlos
en nosotros mismos.
Aunque expresado en forma
simbólica, este leguaje no expresa ideas fantásticas, sino hechos reales. Y el
comprenderlo así es algo de la mayor importancia. La herramienta para percibir
nuestras Centros y sus peculiaridades, ya se ha señalado más arriba, sigue siendo la Observación de sí: percibir cuando trabajan, como
lo hacen, cual Centro es el que está trabajando en cada momento, o si lo hacen
varios a la vez… Evidentemente, esto no es fácil, y requiere de tiempo, constancia
y paciencia. No es suficiente con observarlos durante un momento y ya está.
Ateniéndonos al nombre de
por qué se denominan así los Centros, podríamos decir que hay, en cada uno de
nosotros, como tres personajes diferentes: un hombre Intelectual, un hombre Emocional
y un hombre Instintivo-Motor, que se
corresponderían con cada Centro o mente. También podríamos decir que un
hombre piensa que es una cosa, siente que es otra, y percibe por los sentidos que es una
tercera. Esto quiere decir también que, por ejemplo, nuestras sensaciones, que
pertenecen al Centro Instintivo, son
diferentes que nuestras emociones que pertenecen al Centro Emocional, o a nuestros pensamientos que pertenecen al Centro Mental.
Analicemos esto de otra
manera. Supongamos que vamos a llevar a cabo un proyecto y que lo hemos
planificado todo al detalle. A pesar de ello, surge un problema que no hemos
considerado y ello nos ha desestabilizado emocionalmente. Si el problema ha
causado en nosotros un desajuste emocional es que nuestro Centro Emocional se ha vuelto negativo. Tal vez nos hayamos sentido
furiosos, enfadados, desengañados, o incluso sintamos que ya no merezca la pena
continuar. Supongamos que hemos decidido continuar con el proyecto a pesar del
problema. ¿Qué Centro, en este caso, tomará el mando de la continuación del
proyecto? Lo más probable es que sea la mente
del Centro Emocional, tal como se
encuentra en ese momento, alterada, la que tome el mando de nuestro proyecto. ¿Podrá,
en su estado, sacarlo adelante? Evidentemente no. Pero, ¿qué pasaría si
lográramos salir de ese estado emocional alterado y lográramos situarnos en
nuestro Centro Mental? ¿Estudiar el problema con una mayor perspectiva? Pues que,
seguramente, podríamos pensar en el problema, solucionarlo y volver a retomar
nuestro proyecto. ¿Por qué? Porque estaremos usando el Centro correcto para el
tipo de trabajo que requiere nuestro proyecto. No estaremos usando un centro
equivocado, porque seguir usando el Centro
Emocional, y más cuando es negativo, es estar usando un centro equivocado.
Veamos ahora los siguientes
esquemas: En ellos solo están representados las tres partes de los Centros Mental o Intelectual y Emocional.
En ellos vemos que cada Centro se encuentra divido en tres partes y cada una de estas partes
en otras tres. También podríamos dividir cada Centro en un lado positivo y otro negativo. Lo que los esquemas nos dicen es que cada Centro se
refleja en los otros y en sus tres divisiones y tres subdivisiones. Por
ejemplo, el Centro Intelectual tiene
tres divisiones, que representan al Centro
Instintivo-Motor, al Centro Emocional
y al Centro Intelectual, pero todo
en una escala más pequeña. Y éstos, a su vez, se subdividen de la misma manera
en una escala aun más reducida.
Señalemos que la parte Instintiva-Motora de cualquier Centro es la parte más mecánica. Y, precisamente, es en esas
divisiones mecánicas de los Centros, donde pasamos la mayor parte de nuestra vida.
Aunque antes de entrar a ver los detalles de algunas de estas divisiones de los
Centros, necesitamos comprender algo, un “principio”
que se encuentra relacionado con estas divisiones.
Preguntémonos: ¿Por qué pasamos
la mayor parte de nuestro tiempo en las partes o divisiones mecánicas de nuestros centros?
La respuesta es simple: no requieren atención alguna.
Cuando nuestra atención se encuentra prácticamente
al nivel cero, nos encontramos en las partes más bajas y mecánicas de los Centros.
Estos estados significan que pensamos, decimos y hacemos cosas sin que tengamos
la menos idea de lo que estamos pensando, diciendo o haciendo, pues lo hacemos de una forma
mecánica. Desde ese nivel, nos será muy difícil adaptarnos al más mínimo cambio
que requiera nuestra atención, por lo que solo repetiremos mecánicamente el
camino trillado que ya hemos seguido otras veces. ¿Acaso no se han dado cuenta,
cuanto nos cuesta adaptarnos a todo lo que sean nuevas ideas o nuevas situaciones?
Para poder alcanzar los niveles superiores de los Centros, es preciso llevar a cabo un esfuerzo máximo de atención.
Analicemos la parte mecánica del Centro Mental. El que sea el nivel más bajo del Centro no significa
que carezca de valor. Tiene una función de gran utilidad: el registrar los
recuerdos, las impresiones y las asociaciones. Este y solo éste debería ser su
trabajo si se le usa correctamente. Pero nunca debería entrometerse ni contestar
a las preguntas que van dirigidas al Centro
en su totalidad. Sobre todo: nunca debería tomar decisiones sobre nada que sea
importante. Si lo hace, estaría haciendo un trabajo que no es el suyo, un
trabajo que no le corresponde, un trabajo equivocado.
A la parte mecánica del Centro Mental, se la llama Centro Formatorio. Si se limitase a su
trabajo, todo estaría en un orden correcto, paro el caso es que siempre lo
encontramos respondiendo a preguntas de las que nada sabe y tomando decisiones
que no le incumben. Y lo hace usando un lenguaje vulgar y populachero, lleno de
tópicos y de “jergas”. Sus respuestas
son siempre automáticas y mecánicas. Son las respuestas de una máquina.
Si su vocabulario se ha
pulido algo, sus respuestas serán estereotipadas, como las de un viejo maestro
de escuela o las de un funcionario público. Usará frases conocidas como las que
usan los militantes de los partidos políticos, llenas de eslogans, proverbios y
dichos que pretenden ser sabios. Lo sorprendente es que las gentes no son
concientes de que siempre responden de este modo, ya sea porque no saben
hacerlo de otra manera, o porque confían más en la respuesta mecánica de su
parte formatoria, o porque no ven la necesidad de pensar por sí mismas.
¿Qué entendemos por atención? La atención es una capacidad
que se tiene, o no, para entender algo. Desde el punto de vista de la
psicología puede significar varias cosas: una cualidad de nuestra percepción
que nos permite filtrar una información, o el mecanismo que controla y regula
nuestros procesos cognitivos, desde el aprendizaje más mecánico hasta el
razonamiento más complejo. Por ello, según sea la necesidad, la atención nos sitúa en una parte u otra
del Centro Mental.
Este Trabajo distingue tres tipos de atención:
a) La atención
cero, que es la que caracteriza las partes mecánicas de los Centros;
b) La atención
que no requiere esfuerzo. Es una atención atraída por las cosas exteriores
a nosotros, bien por que nos gustan, nos atrapan emocionalmente, activan
nuestra imaginación, etc. Es la que caracteriza los niveles emocionales de los Centros.
c) La atención
que debe ser dirigida a través de esfuerzo y voluntad. Caracteriza las
partes más elevadas de nuestro Centro Mental.
Cuando nos controla la
atención que no requiere esfuerzo, quiere decir que nos encontramos en la parte
emocional del Centro Intelectual. Es esa parte que nos imprime el deseo de
conocer, de comprender, de buscar información, de investigar sobre aquello que
nos agrada y atrae. Ello nos proporciona satisfacción e, inversamente, nos
causa dolor e insatisfacción por nuestra ignorancia sobre ello. Aquí, no se requiere
plena atención, no se exige esfuerzo
alguno. La atención surge
espontáneamente por el simple hecho de vincularnos e identificarnos con el tema emoconanmente.
En cambio, cuando es la parte
intelectual del Centro Mental la que
entra a funcionar, requiere toda nuestra atención; una atención que necesita de
esfuerzo y voluntariedad. Cualquier trabajo de creación, la construcción de un
edificio, el desarrollo de un proyecto, la búsqueda de un método, la
observación de las relaciones entre las partes de un todo, todo ello, y mucho
más, requiere de nosotros una atención
dirigida. Una atención que ha de
ser controlada y mantenida con esfuerzo
y voluntad. Esto hace que,
generalmente, eludamos entrar en ella, por lo que la mayoría de las gentes
hacen muy poco uso de la parte más elevada de su Centro Mental.
Espero que vayan
captando esta idea: por lo general, solemos morar en las partes inferiores,
las más mecánicas, de nuestros Centros. ¿Por qué? Porque en esas partes moran
la mayoría de nuestros “yoes” mecánicos, aquellos que controlan
nuestra vida ordinaria. La función de estas parte inferiores es la de servir a
las partes superiores de los Centros. El problema es que les hemos dejado
apoderarse de todo el Centro y convertirse en nuestros amos. Estos “yoes” tienen diferente poder, calidad o
capacidad según la función que tengan que realizar. Y, desde luego, son
incapaces de alcanzar la más mínima comprensión
de esta Enseñanza. Son “yoes” con una gran limitación. Siempre
están descontentos y enfrentándose entre ellos; solo les preocupa sus pequeños
e insignificantes intereses. Su parte positiva es que son útiles para que podamos
llevar a cabo nuestra vida ordinaria. Pero nuca comprenderán este Trabajo.
Basta con mirar a nuestro
alrededor para observar a personas que se encuentran tan anegadas por sus
pequeños "yoes" cotidianos,
que son incapaces de comprender ninguna otra cosa, salvo aquello que pertenece
a su interés inmediato, que no es otra cosa que el interés de esos mismos
"yoes", que no debería ser
otro que el buen funcionamiento de la máquina humana. Si solo se ocuparan de
eso, todo marcharía bien.
La finalidad de este Trabajo
es conseguir que nos desarrollemos hasta alcanzar el nivel del Hombre Nº 4: un hombre equilibrado,
algo que no podremos conseguir si dejamos que estos pequeños “yoes” nos controlen. Ellos, capaces de
interesarse solo por pequeñas cosas, no pueden aprehender el Trabajo,
no pueden adaptarse a sus Ideas, y
si estas ideas son manejadas por esos pequeños "yoes", el Trabajo
no afectará a nuestra Esencia. Ellos
carecen de comprensión. El Trabajo
debe recaer en esas partes de nuestra personalidad, en esos "yoes", que puedan alcanzar
funciones más elevadas. Esto es de fundamental importancia para nuestra
transformación interior: impedir que estos "yoes" que viven en los niveles más bajos de nuestros Centros piensen y decidan acerca de las
Ideas de este Trabajo.
De lo que se trata es del
uso correcto de un Centro, o de cada
una de sus partes, en relación a lo que debemos hacer en cada momento o
situación. Un día cualquiera de nuestra vida se encuentra configurado por
múltiples eventos diferentes, eventos de los que hemos de ocuparnos a cada
instante, según van surgiendo. Cada uno requiere un tipo de respuesta diferente
y para ocuparse de ellos tenemos Centros o Mentes
distintas. El Centro Mental tiene
una capacidad de respuesta más lenta que es la que se necesita para atender a
los eventos más complejos; en cambio, el Centro
Motor es muy rápido, nos permite dar una respuesta casi instantánea a una
situación concreta. El Centro Emocional
nos permite apreciar la calidad de las cosas. Y dado que cada Centro se
encuentra dividido y subdividido en tres partes, y cada parte sirve para una
función específica, ellos nos permiten, en su variedad de niveles mentales, emocionales y motores,
una gran diversidad de respuestas a los eventos que la vida nos trae cada día.
Hemos dicho que la parte
motora del Centro Intelectual, se
llama Centro Formatorio, y que es la
encargada de llevar el registro de todos
los recuerdos, asociaciones e impresiones que a cada instante entran en
nosotros, interna y externamente. Y este es el trabajo que este Centro ha de
llevar a cabo normalmente, mientras los otros centros y sus partes realizan
también el que les corresponde. Esto quiere decir, que el Centro Formatorio, el nivel más bajo del Centro Mental, solo debería ocuparse, como hace un buen secretario,
de llevar el registro de lo que entra en nosotros. Por ello, nunca debiera
ocuparse de otras funciones, como por ejemplo el de responder a preguntas que
desde el exterior se hacen a la totalidad del Centro.
Pero, para desgracia nuestra,
siempre se encuentra tomando decisiones que no le corresponden; siempre le
vemos replicando a todo de forma parcial y simplista, a través de frases hechas; diciendo
siempre las mismas cosas y de la misma manera mecánica, no importa que
característica tenga el evento. Lo podemos ver funcionar en la cháchara vacía e
inútil entre grupos de amigos o amigas. Cuando nuestra conciencia mora, intelectualmente hablando, cae en los niveles mecánicos
de nuestro Centro Mental, ésta no podrá
hacer nada para cambiar nuestra vida, que seguirá pareciéndose a un disco rayado,
repitiendo siempre lo mismo.
Pero si conseguimos mover
nuestra conciencia a un nivel más alto de nuestro Centro Mental, nuestro visión
cambiará, se ampliará, y todo será diferente. La parte formatoria de nuestro Centro
mental permanecerá pasiva ante lo
que se necesita en ese momento que puede ser una respuesta más conciente, o más
emocional, o, incluso, una respuesta motora. En realidad, un hombre equilibrado, un Hombre
Nº 4, en el sentido de este Trabajo,
ha de desarrollar, hasta cierto punto, todas las partes -mecánica, emocional y mental- de todos los Centros.
Del funcionamiento de cada
Centro, y de cada una de sus partes, se encargan diferentes tipos de “yoes”. Ellos son los que movilizan la
energía del Centro y proporciona armonía a nuestra vida psíquica. Solamente los
“yoes” que moran en las partes más
elevadas de cada Centro se encuentran capacitados para comprender las ideas -Ideas C-, que provienen del Círculo Consciente de la Humanidad. Son “yoes” que han alcanzado su
plena estatura interna. Solo desde estos “yoes”,
llamados en esta Enseñanza “Mayordomo”
y “Mayordomo Delegado”, porque su trabajo es el de poner oreden en nuestra casa interne, será posible
el desarrollo armonioso de esos mismos Centros.
Pero cuando nuestro interés solo es sensual, es decir, el que nos proporcionan
nuestros sentidos externos, solo se desarrollarán ciertas partes de nuestro Centro Emocional.
Repito, porque esto es
muy importante que sea comprendido. Si nuestro Trabajo solo actúa sobre el lado
mecánico del Centro Intelectual,
caerá entonces en los "yoes"
que solo se ocupan de los asuntos ordinarios de la vida cotidiana. Estos "yoes" son alimentados por las influencias A, que están destinadas a
ser usadas en nuestra vida externa, y son incapaces (no pueden) de comprender
de qué trata el Trabajo o por qué éste
nos es necesario.
Al estar volcados hacia
el lado exterior y visible de la Vida,
que para ellos constituye su única realidad, las ideas de esta Enseñanza no encuentran el ellos un suelo que les
permita crecer, ya que este Trabajo
no se refiere a realidades externas,
sino a realidades internas. Por ello,
es incluso peligros para la integridad de nuestra personalidad, al querer
seguirlas literalmente, que dichas Ideas
caigan en la tierra formada por esos pequeños y mecánicos "yoes" que, al no comprenderlas,
intentarán desmenuzarlas haciendo que pierdan su significado e integridad
original. Es a este error, a lo que en la antigua Enseñanza se ha llamado sacrilegio
y profanación. Solo una atención dirigida por nuestra voluntad,
nos posicionará en la parte Mental de
cada Centro.
Ya hemos visto, en otra
parte, lo que significa la parábola del Sembrador. Una parte de la parábola
hace referencia a la semilla que se siembre en el hombre. Las semillas
significan las ideas del esoterismo, las ideas de este Trabajo.
Si las ideas de este Trabajo caen en los pequeños "yoes", en las partes más bajas de
los Centros que es donde ellos viven, es como si la semilla cayeran "junto al camino".
Cuando Jesús interpreta
esta parábola a sus discípulos, les dice:
"La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo, y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven."
¿Comprenden ahora los que
significa junto al camino?
Significa que las Ideas de esta Enseñanza, o de la que transmitía el propio Jesús, caen en medio
del tránsito de nuestra mente, entre los pensamientos de nuestra vida
ordinaria, y son recibidas por la parte más mecánica de lnuestra mente, a la
cual Jesús llama el diablo, porque la
mecanicidad es el diablo.
Ya saben que solo somos
capaces de comprender desde el nivel de
ser que nos sea propio. Esto significa que si me encuentro con una persona que
está en un nivel de ser superior al mío, no la comprenderé, por mucho que me
repita las cosas y, las ideas de
este Trabajo, "caerán junto al camino" porque
carecerán de significado para mi.
Me parecerán ridículas, estúpidas y fantásticas. Esto significa que cada uno comprenderá las Ideas de esta Enseñanza
según sea su nivel de su ser.
En la
Gran Escala del Ser, cada uno ocupa un nivel, está
situado en un peldaño. Solamente podemos ascender en la escala desarrollando
nuestra conciencia, haciéndola más incluyente. Para ello, necesitamos en
nosotros algo, un centro magnético, que atraiga a
nosotros nuevas ideas que puedan ser pensadas y trabajadas por nuestros mejores
"yoes".
(Continua)
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