Interpretación esotérica de la parábola
E L R E I N O D E L O S C I E L O S
Dentro del lenguaje simbólico de los Evangelios, a los que nunca hay que tomar al pie de la letra, las parábolas constituyen un lenguaje especial diferente. Tras su aparente literalidad subyace una profunda gama y matices de significados que organizan otra forma de Conocimiento. Si las leemos y las interpretamos literalmente, se nos aparecen llenas de contradicciones, incluso algunas pueden parecernos crueles y ofensivas a los hombres de finales del siglo XX.
Son muchos los que se han preguntado que si no se pueden tomar
literalmente, si tienen otro significado, ¿por qué no se explican llana y
sencillamente para que todos puedan comprenderlas? Los más perspicaces llegan a
preguntar, ¿cuál es, si existe, la razón por la que están veladas, cifradas?
Debemos entender que las Escrituras,
no solo el Evangelio, sino las escrituras consideradas sagradas en todas las
culturas, tienen alguna idea subyacente cuyo significado es más profundo que el
que su significado literal nos ofrece. Y, éste significado no basta con que lo
comprendamos intelectualmente, sino que es necesario comprenderlo internamente, psicológicamente. Este es el lenguaje de la Enseñanza
Esotérica.
(...)
(...)
Aunque la gente no suele saberlo, el entendimiento literal que un
hombre puede tener al leer un mito, por ejemplo, no es el mismo entendimiento,
llamémosle mejor capacidad, para acceder a su significado psicológico. En Mandamiento
señala que no debemos “robar”. Esto,
literalmente, lo entendemos como que no debemos apoderarnos de lo que es de
otros. Pero en el mandato subyace un sentido psicológico a esa prohibición y, por ello, fue formulado; porque, psicológicamente, robar significa que aún carecemos de capacidad para hacer las cosas por nosotros mismos,
porque no somos aún el Hombre, un ser integrado; y, por ello, carecemos aún del
poder y la capacidad de hacer.
Psicológicamente, robar es adjudicarnos la propiedad de algo (creación, conocimiento,
experiencia, etc.), que formar parte de la Humanidad Una, a quien toda
creación nueva pertenece. El dar por sentadas muchas cosas, el atribuirlas a
nosotros mismos, eso es robar en el sentido interno. Y como este significado
pareciera que es una tontería y una ridiculez al que lo interpreta todo
literalmente, es por lo que está velado
con una envoltura exterior, la historia que cuenta la parábola. En cierto modo,
nosotros, nuestro ser interior, también está velado, por un vestido de
carne.
La finalidad de esto no es querer confundir a las gentes, sino el
evitar que ese significado (todo
significado es en su origen una semilla
que hay que sembrar en nuestra tierra interior para que se desarrolle) caiga
donde no deba caer, a fin de que no sea mal interpretado por falta de comprensión y su verdadero significado sea destruido. “No hay que echar perlas a los cerdos”,
dice la parábola.
Entre las cosas que las gentes imagina
que pueden hacer está la de que
pueden comprender cualquier cosa. Qué
basta con que puedan leerlas, o que alguien se las diga. Al creerlo así, se mienten así mismas, y esto es “robar”.
Ya he explicado muchas veces que a no ser que primero se comprendan estos significaos y luego se practiquen, aplicándolos a la propia
vida para que se interioricen, nunca lograremos alcanzar su significado profundo. Pues la Ley
señala que no se puede obligar a nadie por la fuerza a aprender y practicar
este Conocimiento. Uno mismo,
libremente, ha de desearlo y quererlo. Y tampoco basta con ello. Alcanzarlo,
requiere un gran Trabajo.
Todas las cosas, incluidos nosotros, tienen dos lados, uno externo y otro interno. Y es este lado interno
el que tiene que evolucionar, crecer en
conciencia, ayudado por los significados
que se encuentran en la Enseñanza.
En esta Enseñanza
no se toma al hombre por lo que aparenta ser (por lo que él cree que es), sino
por lo que realmente es en su más íntima y profunda interioridad.
Psicológicamente, la parábola ostenta
una peculiaridad. Proyectan, dos formas
simultáneamente. Proyecta un significado
en forma simbólica, para que los símbolos que contiene sean analizados por
nuestro Centro Mental; y proyecta una
imagen destinada a nuestro Centro Emocional, a fin de que la
emoción que surge al contemplarla nos conduzca a sentirla. La parte formal
de la parábola, su lenguaje, ni siquiera es de la época en que supuestamente se
escribieron los Evangelios. Forma parte de un lenguaje muy antiguo que
transmite significados muy antiguos. La
finalidad de este lenguaje es la búsqueda de la Verdad.
Esta no es un objeto que podamos percibir por nuestras
sentidos físicos aunque, en este lenguaje, se nos presenta como si lo fuera; pero,
en realidad, se relaciona con una forma psicológica de entendimiento.
En la Enseñanza
atribuida a Jesús sobre el Reino de los
Cielos, éste nos la presenta por medio de siete grandes parábolas. La
interpretación que aquí ofrezco está basada, en parte, en la explicación dada
por el Doctor Maurice Nicoll, un psiquiatra que trabajó con C. G. Jung , y fue discípulo
de Ouspensky, quien a su vez aprendió de Gurdjieff. La primera de ellas es “La
Parábola del Sembrador"
(que ya hemos estudiado). De ella, dice Jesús que es la parábola de las parábolas y, a menos que se la comprenda, estaremos incapacitados para
la comprensión de las otras.
Constituye el punto de partida de todo lo que Jesús intenta explicarnos sobre ese
increíble misterio que es el Hombre.
Antes de entra en estudio de lo que significa el Reino de los
Cielos, hagámonos una pregunta: ¿Por qué Jesús se dirige a la multitud en
parábolas?
Esta pregunta se la hicieron también a Jesús sus discípulos. Y, a
ellos, Jesús les responde:
<<Porque a vosotros os es concedido saber los
misterios del Reino de los Cielos; más a ellos no es concedido. Porque a quien
quiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que
tiene le será quitado. Por eso les habla en parábolas; porque viendo, no ven y
oyendo no oyen ni entienden.>> (Mateo XIII,11-13)
En su respuesta, Jesús les dice que para recibir y entender esta
Enseñanza, primero han de tener algo en ellos mismos. ¿A qué se refiere?
¿Qué han de tener?
Han de tener comprensión interna. Aquel que tiene comprensión interna, Ve y Oye. Ve y Escucha psicológicamente. Por ello, esta comprensión básica, podrá llevarle, más
adelante, a tener una mayor comprensión:
"tendrá más".
Aplicando este Tener a
la parábola, ¿qué es lo que hay que comprender
en ella? ¿Qué es lo que hay que ver y
oír en estas Parábola?
Lo que tenemos que comprender
es el primero de los misterios de ese
Reino de los Cielos. Y, ese misterio
es el siguiente: El hombre, la semilla,
ha sido sembrada en la Tierra
como material para el Reino de los Cielos.
¿A qué dicho así, un poco literalmente, esta idea nos pilla de
sorpresa y nos resulta una idea bastante extraña? Y es que llamarla la Parábola del Sembrador, simplemente, puede
llevarnos a confusión, sobre todo si no comprendemos que el hombre es la semilla.
Lo que el texto original, que está escrito en griego, dice es:
"He aquí, el que sembraba salió a
sembrar, y sembrando, parte cayó junto al camino". La palabra simiente o semilla es un agregado postizo que se añadió a la traducción que se
hizo al pasarla del griego al latín. En realidad, en el original griego lo
único que se dice es que: “el que
sembraba, salio a sembrar”, y que, sembrando, “parte de lo que sembraba, cayó junto al camino”.
La idea oculta que transmite la parábola es que el sembrador sembraba
Hombres. Por ello, entender el significado interno de esta parábola,
así como las otras seis que tratan del Reino,
es algo que nos sobrecoge; porque esta idea, el sembrador sembraba Hombres, es una idea aterradora. Y esta
idea, es la que está oculta en la Parábola:Se siembra a los hombres en la Tierra como material para
el Reino de los Cielos.
El problema, según la parábola, es que algunos caen junto al camino, otros caen sobre los pedregales, otros sobre espinos y otros en buena tierra. Y, también según la propia parábola, únicamente
aquellos hombres-semilla que caen en buena tierra, son capaces de una
verdadera evolución interior que los
eleve hasta el Reino de los Cielos, aunque
ello no quiere decir que los que caen en otros sitios estén desahuciados.
¿Pero cómo podemos saber que el sembrador, sea quien fuera éste, sembraba hombres, si en la propia parábola no existe referencia alguna a que
tipo de semilla siembra?
No es fácil saberlo, porque la explicación está troceada y
repartida en distintos contextos. El que fuere que montó este mensaje cifrado
no nos lo puso nada fácil. En otra parte del Evangelio de Mateo, Jesús da a sus
discípulos una explicación privada de esta parábola:
<<Oyendo cualquiera la palabra del Reino y no
entendiéndola, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; este
es el que fue sembrado junto al camino" (Mateo, XIII, 19). Luego,
sigue hablando de "el que fue sembrado
en los pedregales", y de "el que fue sembrado entre espinos…"
y, finalmente, de "el que fue
sembrado en buena tierra.>>
Así que el “malo”, el
Diablo, arrebata lo que fue sembrado en aquel que no “oye” y “entiende” la
palabra del Reino, pues es éste, el
hombre que ni escucha con su oído
interno, ni entiende con su
comprensión interna, “el que fue sembrado
junto al camino”.
Y si, como dice el texto, el hombre
fue sembrado en la Tierra, ¿podríamos deducir
de ello, que algo o alguien lo hizo, o que la humanidad que
habita este planeta, es un experimento
que un sembrador desconocido injertó
en la Evolución
Cósmica?
Lo miremos por donde lo miremos está es la idea central de esta parábola.
Incluso el propio Jesús nos da la pista de su significado cuando intenta
explicársela a sus discípulos. Luego, sigue hablando del Reino de los Cielos desde otro punto de vista. El de la Enseñanza
que se siembra en el propio hombre
para que este despierte, crezca y evolucione. Y aquí sí, aquí es el hombre el
que siembra en sí mismo las ideas contenidas en estas parábolas. En esta otra
parábola nos lo explica:
<<El Reino
de los Cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su
campo; más, durmiendo los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el
trigo, y se fue. Y como la hierba salió e hizo fruto, entonces apareció también
la cizaña. Y llegándose los siervos del padre de la familia le dijeron: Señor,
¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿De dónde, pues, tienes cizaña? Y él
les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿quieres,
pues, que vayamos y la cojamos? Y el les dijo: No; porque cogiendo la cizaña no
arranquéis con ella también el trigo. Dejad creced juntamente lo uno y lo otro
hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: coged primero
la cizaña y atadla en manojos para quemarla; más recoged el trigo en mi alfol¡.>>
(Mateo XIII.24-30).
En esta parábola Jesús habla sobre el VERBO del Reino, es
decir, sobre la Enseñanza que ha de
impartirse al hombre en la Tierra,
y sobre la Enseñanza que tiene
que ser recibida, comprendida y seguida por aquella parte de la Humanidad capaz de
evolucionar en cualquier tiempo particular.
Vayamos por partes. Analicemos cuales son las palabras claves de
la parábola tal como la cuenta Mateo.
Primero establece una semejanza entre la “buena simiente” y el hombre
que la siembra en su campos. Aquí, “buena
simiente” hace referencia al Verbo,
a la Palabra.
Una Palabra que no
es de aquí de la Tierra, sino que es
del Reino de los Cielos, sea lo que
fuere que esto signifique. El hombre coge esa Palabra, la toma como si fuera una semilla y la siembra en “su
campo”. ¿Qué cosa es su campo? La
clave nos dice que su campo es su lado interior, su lado psicológico. Es decir, el campo
en que se siembra el Verbo es la
propia Humanidad que con anterioridad había sido sembrada en la Tierra.
Pero existe un problema: el hombre está dormido, el hombre sembrado
en la Tierra carece de compresión., esto es lo que significa estar dormido en la parábola. No puedo evitar recordar las
sucesivas creaciones y destrucciones de los hombres que relata el Popol Vuh, el
libro de la Creación
de los mayas quiché, porque estos carecían de respeto hacia sus creadores,
carecían de la comprensión de lo que
eran y de la compresión de quieres
eran los Seres Superiores, el Creador y el Formador, que les habían dado la vida. Y, porque el hombre está dormido, el “enemigo” llega y siembra cizaña
entre el trigo de tal manera que,
ambas cosas, crecen juntas. Aquí nada es lo que parece. ¿Quién es el enemigo?
¿Qué simboliza la cizaña? ¿Qué se oculta tras ese símbolo llamado trigo?
Por esa siembra que arroja el enemigo, la cizaña (una palabra griega que designa a una gramínea muy parecida
al trigo cuando comienza a crecer, tan parecida que es difícil diferenciarla),
que simboliza los errores que
cometemos al interpretar la
Enseñanza de una forma exclusivamente literal y que se mezcla
con el trigo que simboliza el pan, el alimento, el conocimiento y sabiduría que descienden de un lugar más elevado de comprensión y
que nos aporta el nuevo conocimiento, cuando la semilla está comenzando a germinar. Al ser tan parecidas las
plantas apenas podemos distinguirlas.
En el original griego de esta parábola no se nos dice: “más durmiendo los hombres”, sino “mientras los hombres dormían”. El matiz es
importante, más es un adverbio de
cantidad, por el que al dormir de los hombres se añade a otras cosas; en
cambio, mientras es un adverbio de
tiempo (en tanto, entre tanto), pero también es una
conjunción temporal (durante el tiempo en
que…). Ello viene a significar que el “enemigo” no aparece siempre, sino solo en esos
momentos en que estamos lejos de la comprensión
interior, en ese tiempo en que estamos dormidos.
Está claro que el texto no puede significar lo que dice en su literalidad: que en una noche cualquiera,
mientras la gente estaba acostada y durmiendo, llegó el diablo y sembró cizaña.
La clave de toda la parábola se encuentra en la palabra "dormido". Estar dormido es estar cerrado a la comprensión interior. Hasta el último
momento, cuando iba a ser crucificado, Jesús no dejo de incitar a sus
discípulos a que "velasen",
a que se mantuviesen despiertos, a que no se durmieran. "Velar",
se refiere aquí a un estado de comprensión
interna, a un estado de conciencia acrecentada.
El problema es que el hombre, ese estado, no lo puede mantener permanentemente,
sobre todo al principio del Trabajo
Interior, por lo que su conciencia oscila entre periodos en que está despierto (y tiene comprensión)
y periodos en que se duerme (y no
tiene comprensión). Y por ello, es
inevitable que, estando dormido, sin
esa comprensión, el error se introduzca en la Enseñanza Original. Y ese error se convierte en algo tan explicable, tan lógico y justificable
que, en una primera etapa, no se le puede diferenciar ni separar de la verdad.
Esta parábola nos pone ante la presencia de una idea básica, pero
muy difícil de admitir por el hombre que, en su imaginación, cree que ya está
despierto, que es plenamente consciente, que tiene un yo unificado… Esta idea
básica es una razón de peso: los hombres
duermen, los hombres no están siempre en el nivel de conciencia llamado
"comprensión interna". Y, por
ello, no pueden mantenerse despiertos
al pleno significado de la Enseñanza que se les
está entregando. Hasta los discípulos, aquellos que se habían levantado sobre
la literalidad de los significados
realizando algún tipo de esfuerzo, también dormían. De ahí la necesidad de "¡Velad!", que en griego
significa: mantenerse despierto.
Jesús les dice a sus discípulos: "Y las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad". Es
decir, manteneos despiertos, manteneos vigilantes. En otra ocasión les amonesta:
"Velad porque no sabéis cuando el
Señor de la casa vendrá..., porque cuando viniera de repente, no os halle
durmiendo." (Marcos XIII, 35-36)
En los Evangelios hay múltiples referencias a este estado de alerta interno, a este mantenerse despierto conscientemente, a esta comprensión interna, en la Casa
del propio Ser, sobre todo en los
periodos críticos. Porque cuando el hombre duerme,
se encuentra bajo el poder de sus sentidos externos, bajo el poder de la vida
tal cual aparece ante sus ojos, bajo el poder de todos los acontecimientos,
tareas y avatares de la existencia diaria. Bajo este poder de la vida, sometido
a 48 órdenes de Leyes, la Enseñanza
acerca de la evolución interior, la
posibilidad de acceder a un nivel superior de hombre, desaparece de nuestra
mente porque nos parece algo irreal.
Podríamos decir que lo externo,
se traga a lo interno. Y es entonces,
en esta situación, en este estar en la vida de una forma mecánica, cuando el
hombre está dormido en el sentido a
que se refieren las parábolas. Y aquello que comprendió cuando por breve
instante estuvo despierto, aquello que comprendió internamente, comienza entonces
a perder su sentido, a diluirse como irrealidad, a perderse de vista, o bien se
mezcla con otros significados. La
Cizaña se mezcla
con el trigo, y termina cubriéndolo.
Comprender esta triste
realidad, nos tiene que llevar a la comprensión
de cómo, toda la Enseñanza
relativa a un nivel superior de conciencia, puede quedar alterada por completo.
La Parábola de
la Cizaña
intenta hacernos comprender una cosa: un buen
entendimiento, una buena comprensión,
puede sufrir la contaminación de un mal entendimiento, al comienzo mismo de la siembra, cuando la Enseñanza
del Reino de los Cielos se siembra
en cualquier parte de la
Humanidad.
La advertencia es tajante: tal como es, el hombre no puede
mantenerse despierto el tiempo suficiente
como para recibir y transmitir esa Enseñanza en su pureza original, porque al dormirse, se mezcla con sus propios
prejuicios personales, y entonces altera algo que le parece que contradice
alguna cosa de lo que cree, o deja fuera algo que para él no tiene sentido...
Es en esta y en otras formas como comenzamos a dar origen a una serie de equivocaciones
y errores que mezclamos con lo que es original y verdadero.
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Trigo y Cizaña |
El "trigo" -pan, alimento
(espiritual)-, es el símbolo que significa la genuina y verdadera forma de la Enseñanza.
Y la "cizaña"
son los errores, que, inevitablemente, se mezclan con ella, porque el hombre no
puede mantenerse despierto de modo continuo en aquel orden de Verdad que viene de un nivel superior
de entendimiento y de comprensión. Por ello se dice que "durmiendo los hombres, llegó el enemigo y
sembró cizaña junto al trigo."
Recapitulemos la idea y analicemos un poco más profundamente lo qué
significan las palabras cuando se interpretan simbólicamente:
La Enseñanza (el Trigo) es lo que
necesita conocer el hombre, para
alcanzar el Reino de Los Cielos. Este
conocer conlleva que el trigo debe ser molido, transformado en
harina, mezclado con levadura y agua, amasado y cocido en forma
de PAN. Y este es el Trabajo que el hombre ha de realizar si
quiere llevar a cabo su propio crecimiento interior y completar así la
potencialidad con la que nació. El Trigo, la Enseñanza, a través de la cual el hombre puede
alcanzar un mayor nivel de entendimiento y un mayor nivel de significación, llamado
Reino de los Cielos, no puede
existir en la Tierra en toda su
pureza original, debido al sueño en
que están sumido los hombres que hace que, de manera inevitable y forzosa, la Verdad quede mezclada con el
error.
El hombre que necesita
conocer esta Enseñanza, ha sido sembrado en la Tierra
como semilla, como algo tosco pero
con la posibilidad de que pueda dar, por si mismo, un paso más en su propio
desarrollo. Desde esta interpretación el hombre, una vez perfeccionado,
desarrollado, constituirá el elemento esencial para desarrollar el Reino de los Cielos.
Aunque, al perecer, surgieron algunas dificultades: todas las
semillas no cayeron en sitios favorables, no cayeron en buena tierra. Muchas cayeron en pedregales,
junto al camino, etc., lo que
dificulta que el grano germine, nazca y se desarrolle. Luego se necesita que se
les proporcione abono: un cierto conocimiento acerca de como alcanzar ese
estado de desarrollo llamado Reino de
los Cielos: un Reino, no sobre
la tierra física, sino sobre la tierra de
la mente humana. Esto da lugar a nuevas dificultades porque, siempre se
desliza algún error en la Enseñanza que trata de
nuestra evolución interior, error
referido a lo que el hombre tiene que creer y pensar a fin de alcanzar ese
nivel superior de su propia naturaleza y comprensión. Estos errores, no pueden
separarse de la Verdad sin correr el
riesgo de dañar a la Verdad misma. De ahí
que sea mejor no separar el trigo de
la cizaña hasta el final, hasta que
llegue la hora de la cosecha.
Una vez más. Solo si repetimos la terrible, fascinante y
sobrecogedora idea (depende de cómo uno se la tome) ésta podrá ir penetrando en
nuestra mente condicionada por milenios de literalidad.
As¡ que: se sembró al hombre en la Tierra.
Se sembró en el
hombre, que está sobre la
Tierra, la
Enseñanza acerca
de su evolución interior. En relación
con esta segunda siembra, el hombre mismo es la tierra.
Como aún no sabemos quien ha sembrado al hombre en la Tierra, digamos, por seguir
el leguaje simbólico, que el Cielo,
que ha sembrado al hombre en la
Tierra, se da cuenta que no todos los hombres se encuentran
en el mismo estado ni en el mismo nivel de comprensión,
por lo tanto no disponen de las mismas posibilidades respecto a formar parte
del Reino.
¿Qué hace el Cielo para
solucionar esta situación causada por las circunstancias de la propia Tierra
(la mecanicidad de sus leyes)? El Cielo
vuelve a repetir el proceso: convierte al hombre en tierra, una tierra psicológica,
para que esta pueda recibir la
Enseñanza que en
ellos se siembra. Lo que a su vez crea el problema que se ha mostrado en la “parábola del trigo y la cizaña".
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Grano de mostaza |
¿Qué es el Reino de los Cielos? A fin de explicarlo, Jesús nos relata dos historietas, otra dos parábola más: la parábola del grano de mostaza:
<<El Reino de los Cielos es
semejante al grano de mostaza que, tomándolo,
alguno lo sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas
las simientes; más cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas. Y se hace
árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.>> (Mateo 13, 31)
Y la
parábola de la mujer y la levadura:
<<El Reino de los Cielos es semejante a una
levadura que tomó una mujer, y la escondió en tres medidas de harina hasta que
todo quedó leudo.>> (Mateo.13. 33)
¿Qué se nos quiere decir con estas dos parábolas?
Si hacemos un pequeñito esfuerzo y pensamos un poquito, podremos
darnos cuenta que las dos parábolas se refieren, a través de una semejanza, a tomar, arrebatar, el Verbo de Dios,
la Palabra Creadora, el Sonido, la Vibración
que se encuentra en el origen de todo acto creador (la explosión del Big-Ban),
para usar ese Verbo, esa Palabra Sagrada, en nuestra propia
creación de ser el Hombre, es decir, una célula consciente de ese Ser que es la Humanidad.
Son siete las parábolas que enseñó Jesús para explicar el Reino de los Cielos: Primero la
parábola de la siembra del hombre sobre
la tierra, luego la parábola de la siembra
de la Enseñanza en esa tierra que es el hombre
mismo. Parece lógico que la tercera y cuarta parábola, se refieran a como el hombre-tierra, recibe o toma esa Enseñanza. Porque una de las cosas que
advertimos de inmediato es que en ellas se nos presenta la idea de "Tomar".
¿Tomar qué?
Tomar la Enseñanza, cogerla.
Aunque, si ha sido sembrada en nosotros, ¿como hemos de tomarla? Parece obvio
que se trata de indicaciones sobre como podemos tomar, aprehender internamente esta Enseñanza sembrada en nosotros.
Lo que estas parábolas nos señalan es que primero es necesario
"Tomar". Adueñarnos por
nosotros mismo de la Enseñanza del Reino para poder sembrarla, nosotros mismos también, en
nuestra propia tierra interior. Y aún
más: "Tomar” implica el hecho
de que el hombre alarga su mano a fin de poder cogerla. Y la "Mano", en el antiguo lenguaje de
las parábolas, significa Poder.
Solo toma quien tiene poder para hacerlo (tanto en el lado externo como en el interno). Como aquí estamos refiriéndonos a nuestro lado interno, solo tiene el poder de tomar aquel que "ve"
y "oye", porque tiene Comprensión. En un sentido físico y
literal, es con la mano que el hombre toma lo que quiere: Tomar, significa entonces que el hombre piensa y elige por si mismo y, en esta forma, coge la Enseñanza
del Reino de los Cielos de s¡ mismo, de su propia y más profunda
interioridad ya que si se asemejan y corresponden lo de arriba con lo de abajo,
también lo hacen lo de fuera con lo
de dentro.
En la tercera parábola, la del Grano de Mostaza se nos dice que el Hombre, no solamente Toma, sino que, así mismo, Siembra: alguien siembra la más pequeña de las simientes, la semilla del árbol de mostaza, un árbol de un
considerable tamaño y envergadura.
¿Dónde siembra el hombre esta semilla?
La parábola señala que "en su propio
campo". No el campo de nuestro lado
externo, sino en el campo de nuestro lado
interno, en nuestro campo psicológico,
en ese lugar que solo a cada uno pertenece y que le es propio. Porque nuestro lado externo no nos es propio; solo
nuestro lado interno lo es, porque ahí
si somos nosotros mismos. Lucas habla del "propio jardín". Y, cuando el hombre ya ha hecho todo esto, cuando
ha cogido la semilla y la ha sembrado en su propio jardín, y la riega para que crezca, y la cuida, ésta se
convierte en árbol.
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Árbol de la mostaza |
Podemos preguntarnos ¿en qué dirección crece éste árbol? En la
naturaleza el árbol crece desde el subsuelo donde hunde sus raíces hacia arriba,
hacia la luz del sol. En nosotros, no olvidemos que también somos el Árbol de la Vida, el árbol ha de crece desde el nivel de nuestra
tierra mental (el nivel de nuestra
mente concreta, la mente que usamos para vivir y sobrevivir en la Tierra donde hemos sido
sembrados), hasta el nivel de nuestra mente
superior, llamada en las parábolas Reino
de los Cielos.
Cuando este árbol comienza a crecer, es que comenzamos a saber lo
que es un pensamiento conciente. Ahí,
en las ramas del árbol, es donde llegan y se posan los pensamientos (aves), que
no son las propios de la tierra, sino que son pensamientos de un significado más sutil, pleno y refinado.
Pensamientos que están muy por encima de la áspera naturaleza que corresponde a
la mente terrenal cimentada en nuestros sentidos.
El Crecimiento al que se
refiere la parábola, es un crecimiento del
significado. Y así tenemos que es nuestra mente, en su verdadero
desarrollo, lanzando ramas de significados, como un árbol, la que crece. Nuestra
mente se desarrolla a fin de poder percibir una mayor y más amplia gama de significados cada vez más sutiles. Las aves del Cielo llegan a anidar en las ramas
de éste árbol mental que crece y se desarrolla: Aves = Pensamientos = Ideas.
En la cuarta parábola, las imágenes son diferentes. Aquí no se
emplea ni los símbolos hombre, semilla, o tierra. Aquí, una mujer toma
levadura y la esconde. No la toma y la siembra, sino que la esconde. ¿Por qué habría de ocultarla?
En otro lugar del Evangelio, Jesús les habla de la levadura de los fariseos. Les advierte
contra esta levadura, diciéndoles:
"Guardaos de los fariseos y los
saduceos". Pero ellos no le entendieron y creyeron que hablaba de la
levadura corriente que se usa para que la masa de pan fermente en el horno. Jesús
les reprende por su comprensión literal
y por pensar que está hablando del pan. Fue, tras esa represión, que le "entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura de pan, sino
de la doctrina de los fariseos y
saduceos." (Mateo XVI, 12)
¿Por qué‚ era mala esta levadura? ¿Por qué la ocultaban los
fariseos y los saduceos?
(Los saduceos o zadokitas, los hombres justos,
son los descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq en la época de Salomón. Sadoq
significa justicia o rectitud, por lo que saduceos
puede interpretarse como justos o rectos. Hacia el siglo II
a.d.C. constituyeron un partido político que se mantudo durante un siglo. Su
formación es paralela a la de los fariseos, solo que estos no
desaparecieron como partido político, sino que se integraron en posteriores
facciones del judaísmo rabínico. Caifás, el Sumo Sacerdote, era saduceo. Según
Flavio Josefo eran belicosos y tenían una gran influencia entre los ricos y
poderosos. Como grupo, tienen su inicio durante la cautividad de Babilonia
(587-536 a.d.C.),
aunque algunos remontan su origen a la dominación persa. Los fariseossurgieron como partido durante las revueltas de los macabeos contra la invasión
seleucidad (167-165). Fueron coetáneos de saduceos, esenios y zelotes. Y se
les cita en los Evangelios numerosas veces por su literalidad.)
Todo el mundo sabe que los fariseos tenían una creencia basada en
el qué dirán. Todo en ellos era ostentación y desprecio a los valores internos.
Para ellos, tal y como nos los muestran, no ya los Evangelios, sino el propio
historiador judío Flavio Josefo, su religiosidad era para mostrarla: dar
limosnas, hacer obras caritativas, por ejemplo, tal como las entienden todos
los cristianos. Todo era mérito externo, virtud externa, respetabilidad externa.
A esto es a lo que Jesús llamó "adulterio",
o sea, la mezcla de lo verdadero con
lo falso.
Pero la mujer de la parábola nos ofrece la imagen contraria. Ella
coge la Enseñanza del Reino (la levadura), y la esconde en su propio corazón. Lo hace así por que
le da un gran valor. La guarda en su interioridad para trabajarla en secreto.
No necesita, como los fariseos, disponer de un público que le diga lo bien que
hacía su trabajo. Ella "vio",
por si misma el Bien de la Enseñanza,
de modo que todo ella quedó afectada.
En el sentido interno, Tres
denota totalidad, integridad (tres son las fuerzas
primordiales de la Creación),
por ello, la mujer esconde la levadura en "tres medidas de harina", para que toda ella quede "leudo" (impregnado), ya que Tres y Todo son la misma cosa.
Hablando psicológicamente,
cuando una persona obra por su propia volición, desde su voluntad, todo en ella
queda afectado. La mujer (lo femenino
en el hombre) haciendo uso de su intuición (lo masculino en el hombre no es intuición, es racionalidad) oculta la levadura porque, al tomarla (cogerla), demuestra
que le ha dado el valor suficiente para conservarla. En todos los relatos
míticos, incluido el de la tentación de Eva, es lo femenino quién ve primero
lo que es diferente. Mientras lo masculino
del hombre solo ve lo más externo, ve con su intelecto, lo femenino, la mujer de la parábola, intuye que la levadura es algo distinto y,
al valorarlo como Enseñanza, obra y
actúa en ella internamente, ocultamente.
Podríamos decir que el Reino
de los Cielos ha obrado sobre la mujer (lo femenino) a través del significado
que ella le dio al introducir la levadura
en su corazón, como algo valioso. El trabajo
del corazón es una tarea oculta. Obra sobre la voluntad, sobre su querer. Ella tomó el Bien de la Enseñanza.
En cambio, el hombre
(lo masculino del hombre) de la otra
parábola toma simplemente su verdad,
su significado intelectivo.
Estas dos parábolas se refieren a las dos maneras de tomar la Enseñanza,
simbolizando los dos lados del hombre. Lo masculino,
la toma como Verdad en su mente; lo femenino, en cambio, la recibe en su corazón como valor, como Bien. Ambos son dos maneras de tomar la
levadura, es decir, de recibir la Enseñanza. Ninguna forma es mejor que la otra
porque ambas formas son complementarias ya que La Verdad
ha de desposarse con el Bien lo mismo que el Pensamiento tiene que desposarse con el Sentimiento, o la Mente
con el Corazón, porque el Hombre es Uno.
Veamos como el propio Jesús interpreta la parábola del trigo y la cizaña.
<<Entonces Jesús, dejando a la muchedumbre, se
fue a casa. Y sus discípulos se le acercaron, diciendo: “Explícanos la parábola
de la cizaña del campo”. El respondió:
“El que siembra la buena semilla es el
Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del
Reino; la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el
diablo; la siega es el fin del mundo y los segadores son los ángeles. Como se
recoge la cizaña y se quema en el fuego, así también será el fin del mundo. El
Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino todos los
escándalos y a los que obran la iniquidad y los arrojará al horno ardiente.
Allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como
el Sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.>>
(Mateo, XIII, 37-43)
En esta explicación dada por Jesús a sus propios discípulos, se nos
dice el significado de lo que es la cizaña.
Ella es el Error. Todos los errores
que cometemos, todas las cosas que son deslices, equivocaciones, malas
interpretaciones, en relación a la
Enseñanza del Reino, o en relación a todo lo que esté relacionado con un nivel
superior en el desarrollo del hombre, son cizaña.
Este sería, en primer lugar, el primer nivel del significado del término cizaña.
Pero otro nivel se refiere a todas las personas que obran mal
dentro de la propia Enseñanza. La cizaña es la siembra del malo porque es el resultado de la tentación. El hombre se deja tentar por el malo porque está dormido
y es incapaz de ver la Verdad con claridad.
El malo es el “Dia-bolein”, (el Diablo) que significa el que “lanza a través”, al otro lado, el que separa el mundo de arriba del mundo de abajo. En la
Cábala, el MI (las
Aguas de arriba) del MA (las Aguas de abajo) unidas por una extensión llamada en hebreo “Shamain”, “Los Cielos” en la traducción vulgar. De hecho los glifos que en
hebreo designan al separador son B.D.L.,
que significan realmente “distinguir”.
Todo ello viene a significar que en el origen de los significados,
lo que en la parábola es designado como el malo,
es en realidad la facultad de la mente para distinguir una cosa de la otra. En
cierto modo nos estamos refiriendo a la Inteligencia,
simbolizada generalmente como una espada de doble filo, donde uno sirve para
costar, separar, y el otro para unir. Así, pues, no hay significación de maldad
alguna en esta palabra, la maldad estaría representada, en todo caso, por
nuestra ignorancia; es ella la que nos lleva al error.
Esta dualidad se aplica igualmente a la semilla del Reino, o al trigo que es tanto la
Enseñanza verdadera en si misma, como sus
resultados al obrar sobre aquellos que están sembrando en buena tierra.
Por otra lado, las palabras que han sido traducidas como "el fin del mundo", significan en
realidad "el fin de una época”,
el fin de un Eón. No se refieren a la destrucción del planeta Tierra y de lo
que éste contiene. Por ello, una vez sembrados
los hombres en la Tierra, y una vez sembrada la Enseñanza
en el hombre, y una vez que este hombre ha aprendido a diferenciar la verdad del error dentro de su mente, para lo cual hay un tiempo marcado, un
Eón, llega la época de la cosecha y aquellos que han logrado llevar a cabo esta
distinción en su mente y su corazón, en su interioridad, serán recogidos por los recolectores llamados
en la parábola “ángeles” (seres que
se mueven en esa dimensión más alta de nosotros mismos llamada Shamain, Cielo.
Y la causa de que la cosecha no pueda realizarse hasta el fin del mundo (también lo podemos
significar como el fin del mundo de la falsa
personalidad) se debe a que la Enseñanza-Trigo
se encuentra mezclada inextricablemente con la Cizaña-Error. Hay que esperar a que ambas crezcan
para poderlas distinguir ya que al principio, al ser tan parecidas, es
imposible hacerlo.
Una Época o una Edad, o un Eón, es un periodo de tiempo que
viene determinado como el periodo en el que se transmite una enseñanza
particular acerca de la evolución
interior. También hace referencia al tiempo necesario para poder alcanzar
ese nivel llamado Reino de los Cielos.
Un tiempo marcado por los ciclos astronómicos que tienen que ver con el
movimiento de la
Precesión. Cuando ese tiempo-ciclo
llega a su fin, se siembra una nueva Enseñanza,
que se corresponde a la siembra de
nuevos hombres-semilla. Con ello, el
proceso se repite nuevamente. Ésta, la nuestra, no es la primera Humanidad que
ha vivido sobre este planeta, ni tampoco será la última.
El que cada forma de Enseñanza,
desde su comienzo hasta su fin, se inscriba en una Época, un tiempo preciso, es
debido a que cada acción de la
Enseñanza es una acción selectiva. Por ello, la cosecha designa a aquellos que, en
cualquier ciclo, hayan recibido una Enseñanza
particular acerca de su evolución interior y la hayan seguido, llevando "uno a ciento, otro a setenta y otro a treinta".
Ellos alcanzan la vida eterna en el
nivel correspondiente a ese Reino de los
Cielos. Y es, en este sentido, como hay que interpretar las palabras:
"En la casa de mi Padre hay muchas
moradas", muchos niveles de conciencia. En cada nivel hay algo que aprender y, para ello, existe una Enseñanza.
Son muchas las ideas importantes que encierra la parábola de la cizaña; por ejemplo, la idea de los cosechadores o ángeles, así como la idea de la selección.
Sobre la idea de selección, Jesús nos
relata otra historia, otra parábola. En ella nos dice que el Reino de los Cielos es semejante (la
idea de semejanza siempre está presente en las parábolas para expresar una
relación):
<<[…]a una red que se echa en el mar y recoge toda
clase de peces; cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla, se
sientan y recogen los peces buenos en cestos, y tiran los malos. As¡ será el
fin del mundo. Vendrán los ángeles y separarán los malos de los justos, y los echarán
al horno ardiente: allí habrá llanto y el crujir de dientes. ¿Habéis entendido
todo esto? Le contestaron: “¡Si!” Y Él les dijo: “Por eso, todo escriba que se
ha hecho discípulo (instruido en la doctrina) del Reino de los Cielos es como el amo de casa, que saca de su tesoro
lo nuevo y lo viejo.">> (Mateo XIII, 47-32. El paréntesis es
mío.)
Si ponemos esta parábola en relación a aquellos pensamientos (peces)
que surgen en nuestra mente sobre la falta
de equidad y la falta de justicia,
lo primero que surge en nuestra mente literal es que desde la primera parábola,
todo cuanto se dice acerca de un nivel superior del Reino de los Cielos, nos parece injusto.
Pero ¿tenemos una idea clara de lo que es la Justicia? ¿O solo una
respuesta emocional surgida de nuestro más bajo nivel de conciencia
representado por la falsa personalidad
que se arroga todo los derechos?
Porque está claro, a la luz
de la Enseñanza, que el Reino de los Cielos, no es algo
que todo el mundo pueda alcanzar en un ciclo particular de tiempo, sobre todo
si no ha llevado a cabo un esfuerzo para alcanzarlo. No es algo que se regala.
Por ello, la Justicia,
da la posibilidad de repetir la experiencia en otro ciclo, en otro periodo de
tiempo, en otro Eón.
¿Qué suceden entones con los que no son recolectados? Encontramos una explicación en el relato de las Bodas de Canaan, a cuya celebración no
concurrieron todos los que habían sido invitados, ya que de todos los que podrían
haber ido, pocos hicieron el esfuerzo. También en aquel relato donde se dice
que si la viña no da fruto en el
tiempo requerido será cortada.
Volvamos a tema de la "Red"
y la separación de lo bueno y lo malo. La idea de selección
se hace evidente en este caso. Lo bueno
se guardan en vasijas, los malo es
arrojado fuera. Es la misma idea de separación
del trigo de la cizaña.
Preguntémonos de nuevo: ¿verdaderamente es injusta esta idea de
selección? Observemos, desde nuestro lado externo, la realidad de nuestra vida
en el mundo, ¿no es verdad que aquí también la idea de selección desempeña un
papel importante? ¿Acaso no se selecciona a las gentes para desempeñar
distintos trabajos? ¿Acaso esa selección exterior no viene dada por la
capacidad del esfuerzo personal para formarse? El problema es que esta Enseñanza no es emocional.
Aquí, en la vida diaria, aceptamos sin crítica que haya selección
y exámenes. Incluso aceptamos la idea teórica de una "selección natural" para la supervivencia de los más aptos, y
no lo consideramos injusto. En la naturaleza, una cosa come a la otra: el
protoplasma león devora al protoplasma gacela; el protoplasma gacela devora al
protoplasma hierba, el protoplasma hierba devora las sales y minerales que
constituyen el suelo…, la maleza intenta acabar con las plantas que
consideramos útiles. ¿Nos parece injusto? Tampoco esperamos que todas las
semillas que plantamos en la tierra den el mismo fruto. A nadie le parece
injusto que algunas semillas permanezcan y otras no. Allí donde existe la Vida,
existe la lucha. En todas las formas de la sociedad humana, trabaja la
selección que depende de las capacidades de cada uno. La educación se basa en
este principio. Nadie espera que una escuela de ingeniería seleccione a los
peores estudiantes y luego los mande al mundo como ingenieros capacitados. No
tendría sentido. Además, seria injusto.
Para la parábola, injusto
es el hecho que una cosa se encuentre allí donde no le corresponde. Por ello,
para la parábola, los términos Justicia
y Selección son sinónimos.
Aún podemos encontrar en el Evangelio dos parábolas más que se
refieren a este proceso de selección,
aunque referidas a la
Selección Interior
en la que, realmente, solo uno mismo se selecciona. En ellas predomina la idea
de compra-venta.
En el lenguaje de la parábolas, "comprar" significa tomar
y "vender" significa desprenderse de algo. Por ello el Reino de los Cielos:
<<Es semejante a un tesoro escondido en un
campo; que quien lo encuentra lo oculta, y llenos de alegría, va y vende cuanto
tiene para comprar aquel campo”.
Es también semejante a un mercader que busca preciosas
perlas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra.>>
(Mateo, XIII, 44-46)
Estas dos parábolas hacen referencia al ser humano como individuo. Tratan de lo que cada uno.
Individualmente, ha de trabajar en si mismo, en su interior, a fin de alcanzar
ese nivel de conciencia llamado Reino de
los Cielos. Las parábolas dicen que, como individuos, hemos de convertirnos
en buenos comerciantes, en un buenos mercaderes; es decir, que tenemos que saber
que hemos de comprar y vender, en nosotros. Comprar es
adquirir algo pagando un pecio por ello. Vender
es desprendernos de algo ganando un beneficio.
¿De qué, como individuos, debemos desprendernos? ¿Qué es lo que debemos
ofrecer antes de poder adquirir algo? Un campo
donde se encuentra enterrado un tesoro.
Esta vez es Lucas quien nos cuenta que cuando un príncipe rico pregunta a Jesús
que era lo que tenía que hacer para heredar
la Vida Eterna, o sea, para
alcanzar el Reino de los Cielos, el
nivel de un hombre plenamente desarrollado, Jesús le dice: "Vended lo que poseéis".
¿Qué es lo que poseemos como individuos y que hemos de vender? ¿De
qué debemos desprendernos?
El propio Jesús le da la respuesta a sus discípulos: hemos de
desprendernos de la ansiedad. Les explica que nada podrán conseguir
mientras estén sujetos a la "ansiosa
perplejidad". Lo que, literalmente, en griego, significa: "tener una mente dividida".
<<"¿Quién de vosotros, a fuerza de cavilar podrá
añadir un codo a su estatura? Si, pues, no podéis ni lo menos, por qué
preocuparos por lo más?... vosotros buscad su reino y todo se os dará por añadidura".
"Estas cosas por las cuales sufrís
ansiedad">>. (Lucas, XII, 25-26-31).
El hombre ha de vender su ansiedad
de poseer, ya lo había dicho el Buda, , a fin de adquirir una perla o comprar un terreno donde hay
enterrado un tesoro. Hemos de desprendernos
de algunos de los aspectos de nosotros mismos, generalmente de aquellos que nos
son más caros porque con ello estamos más identificados, afín de ganar lo
suficiente para comprar algo de más valor. En la literalidad, el mercader o el hombre que vende para ganar dinero, lo hacen para obtener un
beneficio externo. Pero en un sentido
interno, el dinero es un símbolo
de la energía. Psicológicamente
hablando, la ansiedad de la que nos
desprendemos contribuye a un incremento de nuestra energía psíquica, de nuestra energía interior.
No es fácil que la idea contenida en estas dos parábolas sea
comprendida por muchos, ya que su comprensión implica que para poder
evolucionar en conciencia uno debe despojarse
de ciertas cosas en uno mismo, tiene que
venderlas, lo que significa que hemos de renunciar de forma definitiva a
ellas. Solo a través de esa renuncia, podremos hacer un lugar, en uno mismo,
para aquello que es nuevo. Con la energía que se gana con la renuncia tendremos
la fuerza necesaria para tomarnos a nosotros mismos, exterior e interiormente,
como algo valioso. Porque el Hombre es algo muy valioso para el Cosmos.
Cuando llega ese momento en que el despertador llama a nuestra puerta para que salgamos del sueño y
hagamos frente (vendamos) a todas
esas ideas equivocadas que conforman nuestra manera de pensar y sentir, a toda
la ansiedad y sufrimiento inútil que esas ideas generan en nosotros, podremos
comenzar a darle valor al Ser que realmente somos. Y la energía
que ya no gastábamos en mantenerlas, al desprendernos de ellas, al venderlas,
podremos utilizarla (comprar) en la
creación de nosotros mismos como un verdadero Ser Humano.
Hemos analizado las siete
parábolas que Jesús usa para acercarnos al significado
del Reino de los Cielos. Una vez que
las ha presentado a las gentes y que ha intentado explicárselas a sus
discípulos, les pregunta a estos si las han comprendido.
Si han comprendido lo que significa
el Reino y la relación que éste
tiene con el hombre que fue sembrado en la Tierra.
Y, para sorpresa nuestra, y también de Jesús, los discípulos
dicen que si, que han comprendido.
Esto parece algo asombroso. ¿Cómo pueden haber comprendido todas estas cosas? ¿Quién, de entre los
hombres que tienen su conciencia enfocada casi exclusivamente hacia la vida,
hacia el lado externo, y que lo hacen a través de lo que la Enseñanza llama falsa personalidad, han podido
comprender, así, de una sentada, todos los
Misterios que entrañan el significado interior del Reino de los Cielos, cuando ni siquiera
somos capaces de tener un pequeño vislumbre del más superficial de esos
significados?
No debemos olvidar que, a los discípulos, ya les era difícil
entender el Reino en cualquier otro sentido
que no fuera un reino puramente literal y sobre la tierra, porque esto era lo
que todos esperaban. Aguardaban a un Gran
Rey que gobernarse sobre toda la
Tierra y exaltase su nación, hasta alcanzar un poder supremo
desde el que se destruyera a todas las demás naciones, comenzando por Roma.
Este era el sueño judío acerca del Mesías que había sido prometido.
Nosotros, nuestro sueño de hombres
civilizados que tenemos fe en la Ciencia, no esperamos un
Mesías, pero si aguardamos la llegada y el cumplimiento de otros sueños.
Desde esta posición de nuestra personalidad, que creemos como
única, invariable y verdadera, ¿como es posible que comprendamos que esas parábolas se están refiriendo a la Verdad,
a la Enseñanza y al Conocimiento Interior; a la
Paz y a la Virtud interior? ¿Cómo podían haber entendido
que se trataba de llevar a cabo un cambio
interior? Un cambio en nuestra personalidad,
a fin de que la parte más íntima de
nuestro ser evolucione, crezca, y pueda hacer uso de los niveles más elevados
de nuestra mente, de nuestros sentimientos, de nuestro amor y de nuestra
voluntad.
Es de estos cambios en nosotros que nacerá el Reino y nosotros mismos gobernaremos con equidad y justicia, con Amor y Sabiduría. Un Reino, en nuestra mente,
configurado por nuestra conciencia ampliada. Un Reino donde quepan y se puedan seguir desarrollando todos los
niveles de conciencia, todos los hombres y seres que evolucionan en la Tierra. Esto es lo que Jesús
enseñaba. Y por eso les decía a sus discípulos que tenían que nacer de nuevo, nacer interiormente. Pero los discípulos pensaban que hablaba de un
reino terrenal y que ellos, en razón de su raza y de su “sueño” creían que ya
eran los hombres del Reino.
Pero cuando Jesús, un Hombre del Reino, un hombre que había desarrollado en él una mayor comprensión, se dio cuenta, por sus respuestas afirmativas, que no
habían comprendido, les dijo rápidamente: "Por eso, todo escriba docto en el Reino de los
Cielos, es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y
cosas viejas."
Con estas palabras Jesús les quiere dar a entender que no comprenden: "Por eso…”, por que no comprenden, los
asemeja a un padre de familia que de aquello que tiene, su tesoro, sus ideas, sus pensamientos, los saca mezclando lo nuevo con lo viejo, el trigo con la cizaña. “…todo escriba docto..." es aquel que ya ha escuchado algo
sobre esta Enseñanza. Jesús les acaba
de mostrar algo nuevo, por primera
vez, algo que nunca han escuchado; les acaba de dar un significado espiritual a
su vida en la Tierra
y ellos, nada más por escucharlo, piensan que lo han comprendido y lo mezclan
con lo viejo. Esta es la misma manera
de pensar que tenemos, creer que podemos comprender cualquier cosa, por el
simple hecho de que alguien nos la explique, pero sin llegar a practicarla para
interiorizarla psicológicamente, anímicamente.
No podemos entender algo nuevo, algo que nunca hemos escuchado,
sobre todo cuando ese algo nada tiene que ver con nuestras ambiciones
terrenales, algo que nos es desconocido, cuando nos es presentado por primera
vez desde un nivel superior de
entendimiento. El Reino de los
Cielos no es algo externo a nosotros,
sino algo interno, algo que está dentro de nosotros y, a la vez que
dentro, sobre nosotros, en un nivel
más elevado de la conciencia de nuestro Ser.
¿Cómo pudieron los discípulos asumir la contradicción que conlleva
la literalidad del mensaje, si no lo
comprendían? ¿Cómo podemos asumirla nosotros si no comprendemos que se nos
habla desde un nivel más alto, es decir, más amplio, más integrador, un nivel
donde tienen cabida, no ya todo los seres humanos, sino todo los seres vivos?
Y, sin embargo, respondieron y respondemos que s¡, dando a entender que
comprendemos.
Jesús llama a los que están en proceso de comprender "padres de
familia" y "escribas
doctos" porque, psicológicamente, todo aquel que recibe alguna
instrucción sobre el Reino de los Cielos,
es un padre de familia para sus hijos: sus nuevas
ideas. Pero también hemos de fijarnos lo que hacen estos padres de familia: mezclan lo nuevo con lo viejo; algo que ocurre por su aún, escasa comprensión sobre estas ideas
nuevas. Ideas que no se refieren, para nada, a lo viejo.
Igualmente: "Nadie mete
remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera el viejo
rompe al nuevo y al viejo no conviene remiendos nuevos" . O, "Nadie mete vino nuevo en odres viejos."
Al principio, es algo inevitable, mezclamos lo nuevo, con nuestra antiguas ideas, nuestras antiguas
opiniones, con nuestras antiguas actitudes, con nuestro viejos modos de pensar
almacenados en nuestra mente. Pero hemos de poner todo nuestro interés y
conciencia en que esta mezcla no se produzca, porque si mezclamos lo nuevo con lo viejo, los nuevo pierde su poder, pierde su
eficacia como ayuda para desembarazarnos de las viejas opiniones y los viejos
valores, los cariños y puntos de vista antiguos, de todo lo que se apoya en la
vida de todos los días, en la vieja
tradición, en las experiencias cimentadas en el nivel más bajo de nuestra mente
y que han sido un producto de nuestros sentidos externos, ya que, todo ello, “destruye la nueva Enseñanza”; todo ello
es lo que debe ser vendido, es de lo
que uno ha de desprenderse. Todo ello despoja de su fuerza a lo nuevo y así, lo nuevo, carece de poder en presencia del viejo punto de vista. A esta pérdida voluntaria de lo que habíamos
considerado como única verdad, es a lo que se llama Muerte Iniciática.
El final de esta historia nos la cuenta Mateo. Es la historia de
cómo Jesús, que representaba lo nuevo,
carece de poder sobre lo viejo que representaba su propia
tierra, su propio país. Algo que sólo puede entenderse en los propios comentarios
de Jesús a sus discípulos, ya que aquellos le vieron, por asociación de sus
viejas ideas, desde su vieja comprensión, solamente como el hijo de un carpintero.
<<Cuando hubo terminado Jesús estas
parábolas, se alejó de allí, y viniendo a su tierra, enseñaba en la sinagoga,
de manera que, admirados, se decían: ¿De dónde le viene a este tal sabiduría y
tales prodigios? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama
María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? ¿Sus hermanos no están
todos entre nosotros? ¿De dónde pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban
de Él. Jesús les dijo: Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el
profeta. Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.>> (Mateo XIII,
53-58)
Jesús y lo nuevo que él
representaba, se encontró con lo viejo,
y la fuerza de lo nuevo quedó
impotente. Con estas palabras se nos hace ver que una vez que en el hombre ha sembrado en si mismo la semilla del significado del Reino de los Cielos, el hombre comienza
a cambiar, como lo hace el grano de trigo cuando es sembrado en la tierra,
pero, desde que germina en una nueva comprensión, las idea de la Enseñanza
quedan mezcladas con nuestras antiguas opiniones y nuestras antiguas maneras de
pensar, de suerte, que la Cizaña” crece conjuntamente con el trigo.
Entonces, debemos esperar a que la comprensión crezca para separarlas.
Santa Cruz de Tenerife, 30-6-1991
Buenisimo
ResponderEliminarGracias por compartir!!