lunes, 13 de mayo de 2013

Interpretación esotérica de las parábolas sobre el Reino de los Cielos.




Interpretación esotérica de la parábola

E L  R E I N O  D E  L O S  C I E L O S


Dentro del lenguaje simbólico de los Evangelios, a los que nunca hay que tomar al pie de la letra, las parábolas constituyen un lenguaje especial diferente. Tras su aparente literalidad subyace una profunda gama y matices de significados que organizan otra forma de Conocimiento. Si las leemos y las interpretamos literalmente, se nos aparecen llenas de contradicciones, incluso algunas pueden parecernos crueles y ofensivas a los hombres de finales del siglo XX.
Son muchos los que se han preguntado que si no se pueden tomar literalmente, si tienen otro significado, ¿por qué no se explican llana y sencillamente para que todos puedan comprenderlas? Los más perspicaces llegan a preguntar, ¿cuál es, si existe, la razón por la que están veladas, cifradas?
Debemos entender que las Escrituras, no solo el Evangelio, sino las escrituras consideradas sagradas en todas las culturas, tienen alguna idea subyacente cuyo significado es más profundo que el que su significado literal nos ofrece. Y, éste significado no basta con que lo comprendamos intelectualmente, sino que es necesario comprenderlo internamente, psicológicamente. Este es el lenguaje de la Enseñanza Esotérica.

(...)

Aunque la gente no suele saberlo, el entendimiento literal que un hombre puede tener al leer un mito, por ejemplo, no es el mismo entendimiento, llamémosle mejor capacidad, para acceder a su significado psicológico. En Mandamiento señala que no debemos “robar”. Esto, literalmente, lo entendemos como que no debemos apoderarnos de lo que es de otros. Pero en el mandato subyace un sentido psicológico a esa prohibición y, por ello, fue formulado; porque, psicológicamente, robar significa que aún carecemos de capacidad para hacer las cosas por nosotros mismos, porque no somos aún el Hombre, un ser integrado; y, por ello, carecemos aún del poder y la capacidad de hacer.
Psicológicamente, robar es adjudicarnos la propiedad de algo (creación, conocimiento, experiencia, etc.), que formar parte de la Humanidad Una, a quien toda creación nueva pertenece. El dar por sentadas muchas cosas, el atribuirlas a nosotros mismos, eso es robar en el sentido interno. Y como este significado pareciera que es una tontería y una ridiculez al que lo interpreta todo literalmente, es por lo que está velado con una envoltura exterior, la historia que cuenta la parábola. En cierto modo, nosotros, nuestro ser interior, también está velado, por un vestido de carne.
La finalidad de esto no es querer confundir a las gentes, sino el evitar que ese significado (todo significado es en su origen una semilla que hay que sembrar en nuestra tierra interior para que se desarrolle) caiga donde no deba caer, a fin de que no sea mal interpretado por falta de comprensión y su verdadero significado sea destruido. “No hay que echar perlas a los cerdos”, dice la parábola.
Entre las cosas que las gentes imagina que pueden hacer está la de que pueden comprender cualquier cosa. Qué basta con que puedan leerlas, o que alguien se las diga. Al creerlo así, se mienten así mismas, y esto es “robar”.
Ya he explicado muchas veces que a no ser que primero se comprendan estos significaos y luego se practiquen, aplicándolos a la propia vida para que se interioricen, nunca lograremos alcanzar su significado profundo. Pues la Ley señala que no se puede obligar a nadie por la fuerza a aprender y practicar este Conocimiento. Uno mismo, libremente, ha de desearlo y quererlo. Y tampoco basta con ello. Alcanzarlo, requiere un gran Trabajo.
Todas las cosas, incluidos nosotros, tienen dos lados, uno externo y otro interno. Y es este lado interno el que tiene que evolucionar, crecer en conciencia, ayudado por los significados que se encuentran en la Enseñanza. En esta Enseñanza no se toma al hombre por lo que aparenta ser (por lo que él cree que es), sino por lo que realmente es en su más íntima y profunda interioridad.
Psicológicamente, la parábola ostenta una peculiaridad. Proyectan, dos formas simultáneamente. Proyecta un significado en forma simbólica, para que los símbolos que contiene sean analizados por nuestro Centro Mental; y proyecta una imagen destinada a nuestro Centro Emocional, a fin de que la emoción que surge al contemplarla nos conduzca a sentirla. La parte formal de la parábola, su lenguaje, ni siquiera es de la época en que supuestamente se escribieron los Evangelios. Forma parte de un lenguaje muy antiguo que transmite significados muy antiguos. La finalidad de este lenguaje es la búsqueda de la Verdad. Esta no es un objeto que podamos percibir por nuestras sentidos físicos aunque, en este lenguaje, se nos presenta como si lo fuera; pero, en realidad, se relaciona con una forma psicológica de entendimiento.

En la Enseñanza atribuida a Jesús sobre el Reino de los Cielos, éste nos la presenta por medio de siete grandes parábolas. La interpretación que aquí ofrezco está basada, en parte, en la explicación dada por el Doctor Maurice Nicoll, un psiquiatra que trabajó con C. G. Jung , y fue discípulo de Ouspensky, quien a su vez aprendió de Gurdjieff. La primera de ellas es “La Parábola del Sembrador" (que ya hemos estudiado). De ella, dice Jesús que es la parábola de las parábolas y, a menos que se la comprenda, estaremos incapacitados para la comprensión de las otras. Constituye el punto de partida de todo lo que Jesús intenta explicarnos sobre ese increíble misterio que es el Hombre.
Antes de entra en estudio de lo que significa el Reino de los Cielos, hagámonos una pregunta: ¿Por qué Jesús se dirige a la multitud en parábolas?
Esta pregunta se la hicieron también a Jesús sus discípulos. Y, a ellos, Jesús les responde:
<<Porque a vosotros os es concedido saber los misterios del Reino de los Cielos; más a ellos no es concedido. Porque a quien quiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado. Por eso les habla en parábolas; porque viendo, no ven y oyendo no oyen ni entienden.>> (Mateo XIII,11-13)
En su respuesta, Jesús les dice que para recibir y entender esta Enseñanza, primero han de tener algo en ellos mismos. ¿A qué se refiere? ¿Qué han de tener?
Han de tener comprensión interna. Aquel que tiene comprensión interna, Ve y Oye. Ve y Escucha psicológicamente. Por ello, esta comprensión básica, podrá llevarle, más adelante, a tener una mayor comprensión: "tendrá más".
Aplicando este Tener a la parábola, ¿qué es lo que hay que comprender en ella? ¿Qué es lo que hay que ver y oír en estas Parábola?
Lo que tenemos que comprender es el primero de los misterios de ese Reino de los Cielos. Y, ese misterio es el siguiente: El hombre, la semilla, ha sido sembrada en la Tierra como material para el Reino de los Cielos.
¿A qué dicho así, un poco literalmente, esta idea nos pilla de sorpresa y nos resulta una idea bastante extraña? Y es que llamarla la Parábola del Sembrador, simplemente, puede llevarnos a confusión, sobre todo si no comprendemos que el hombre es la semilla.
Lo que el texto original, que está escrito en griego, dice es: "He aquí, el que sembraba salió a sembrar, y sembrando, parte cayó junto al camino". La palabra simiente o semilla es un agregado postizo que se añadió a la traducción que se hizo al pasarla del griego al latín. En realidad, en el original griego lo único que se dice es que: “el que sembraba, salio a sembrar”, y que, sembrando, “parte de lo que sembraba, cayó junto al camino”.
La idea oculta que transmite la parábola es que el sembrador sembraba Hombres. Por ello, entender el significado interno de esta parábola, así como las otras seis que tratan del Reino, es algo que nos sobrecoge; porque esta idea, el sembrador sembraba Hombres, es una idea aterradora. Y esta idea, es la que está oculta en la Parábola:Se siembra a los hombres en la Tierra como material para el Reino de los Cielos.
El problema, según la parábola, es que algunos caen junto al camino, otros caen sobre los pedregales, otros sobre espinos y otros en buena tierra. Y, también según la propia parábola, únicamente aquellos hombres-semilla que caen en buena tierra, son capaces de una verdadera evolución interior que los eleve hasta el Reino de los Cielos, aunque ello no quiere decir que los que caen en otros sitios estén desahuciados.
¿Pero cómo podemos saber que el sembrador, sea quien fuera éste, sembraba hombres, si en la propia parábola no existe referencia alguna a que tipo de semilla siembra?

No es fácil saberlo, porque la explicación está troceada y repartida en distintos contextos. El que fuere que montó este mensaje cifrado no nos lo puso nada fácil. En otra parte del Evangelio de Mateo, Jesús da a sus discípulos una explicación privada de esta parábola:
<<Oyendo cualquiera la palabra del Reino y no entendiéndola, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; este es el que fue sembrado junto al camino" (Mateo, XIII, 19). Luego, sigue hablando de "el que fue sembrado en los pedregales", y de "el que fue sembrado entre espinos…" y, finalmente, de "el que fue sembrado en buena tierra.>>
Así que el “malo”, el Diablo, arrebata lo que fue sembrado en aquel que no “oye” y “entiende” la palabra del Reino, pues es éste, el hombre que ni escucha con su oído interno, ni entiende con su comprensión interna, “el que fue sembrado junto al camino”.
Y si, como dice el texto, el hombre fue sembrado en la Tierra, ¿podríamos deducir de ello, que algo o alguien lo hizo, o que la humanidad que habita este planeta, es un experimento que un sembrador desconocido injertó en la Evolución Cósmica?
Lo miremos por donde lo miremos está es la idea central de esta parábola. Incluso el propio Jesús nos da la pista de su significado cuando intenta explicársela a sus discípulos. Luego, sigue hablando del Reino de los Cielos desde otro punto de vista. El de la Enseñanza que se siembra en el propio hombre para que este despierte, crezca y evolucione. Y aquí sí, aquí es el hombre el que siembra en sí mismo las ideas contenidas en estas parábolas. En esta otra parábola nos lo explica:
<<El Reino de los Cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo; más, durmiendo los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y como la hierba salió e hizo fruto, entonces apareció también la cizaña. Y llegándose los siervos del padre de la familia le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿De dónde, pues, tienes cizaña? Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿quieres, pues, que vayamos y la cojamos? Y el les dijo: No; porque cogiendo la cizaña no arranquéis con ella también el trigo. Dejad creced juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: coged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; más recoged el trigo en mi alfol¡.>>  (Mateo XIII.24-30).
En esta parábola Jesús habla sobre el VERBO del Reino, es decir, sobre la Enseñanza que ha de impartirse al hombre en la Tierra, y sobre la Enseñanza que tiene que ser recibida, comprendida y seguida por aquella parte de la Humanidad capaz de evolucionar en cualquier tiempo particular.
Vayamos por partes. Analicemos cuales son las palabras claves de la parábola tal como la cuenta Mateo.
Primero establece una semejanza entre la “buena simiente” y el hombre que la siembra en su campos. Aquí, “buena simiente” hace referencia al Verbo, a la Palabra. Una Palabra que no es de aquí de la Tierra, sino que es del Reino de los Cielos, sea lo que fuere que esto signifique. El hombre coge esa Palabra, la toma como si fuera una semilla y la siembra en “su campo”. ¿Qué cosa es su campo? La clave nos dice que su campo es su lado interior, su lado psicológico. Es decir, el campo en que se siembra el Verbo es la propia Humanidad que con anterioridad había sido sembrada en la Tierra.
Pero existe un problema: el hombre está dormido, el hombre sembrado en la Tierra carece de compresión., esto es lo que significa estar dormido en la parábola. No puedo evitar recordar las sucesivas creaciones y destrucciones de los hombres que relata el Popol Vuh, el libro de la Creación de los mayas quiché, porque estos carecían de respeto hacia sus creadores, carecían de la comprensión de lo que eran y de la compresión de quieres eran los Seres Superiores, el Creador y el Formador, que les habían dado la vida. Y, porque el hombre está dormido, el “enemigo” llega y siembra cizaña entre el trigo de tal manera que, ambas cosas, crecen juntas. Aquí nada es lo que parece. ¿Quién es el enemigo? ¿Qué simboliza la cizaña? ¿Qué se oculta tras ese símbolo llamado trigo?
Por esa siembra que arroja el enemigo, la cizaña (una palabra griega que designa a una gramínea muy parecida al trigo cuando comienza a crecer, tan parecida que es difícil diferenciarla), que simboliza los errores que cometemos al interpretar la Enseñanza de una forma exclusivamente literal y que se mezcla con el trigo que simboliza el pan, el alimento, el conocimiento y sabiduría que descienden de un lugar más elevado de comprensión y que nos aporta el nuevo conocimiento, cuando la semilla está comenzando a germinar. Al ser tan parecidas las plantas apenas podemos distinguirlas.
En el original griego de esta parábola no se nos dice: “más durmiendo los hombres”, sino “mientras los hombres dormían”. El matiz es importante, más es un adverbio de cantidad, por el que al dormir de los hombres se añade a otras cosas; en cambio, mientras es un adverbio de tiempo (en tanto, entre tanto), pero también es una conjunción temporal (durante el tiempo en que…). Ello viene a significar que el “enemigo no aparece siempre, sino solo en esos momentos en que estamos lejos de la comprensión interior, en ese tiempo en que estamos dormidos.
Está claro que el texto no puede significar lo que dice en su literalidad: que en una noche cualquiera, mientras la gente estaba acostada y durmiendo, llegó el diablo y sembró cizaña.
La clave de toda la parábola se encuentra en la palabra "dormido". Estar dormido es estar cerrado a la comprensión interior. Hasta el último momento, cuando iba a ser crucificado, Jesús no dejo de incitar a sus discípulos a que "velasen", a que se mantuviesen despiertos, a que no se durmieran. "Velar", se refiere aquí a un estado de comprensión interna, a un estado de conciencia acrecentada. El problema es que el hombre, ese estado, no lo puede mantener permanentemente, sobre todo al principio del Trabajo Interior, por lo que su conciencia oscila entre periodos en que está despierto  (y tiene comprensión) y periodos en que se duerme (y no tiene comprensión). Y por ello, es inevitable que, estando dormido, sin esa comprensión, el error se introduzca en la Enseñanza Original. Y ese error se convierte en algo tan explicable, tan lógico y justificable que, en una primera etapa, no se le puede diferenciar ni separar de la verdad.
Esta parábola nos pone ante la presencia de una idea básica, pero muy difícil de admitir por el hombre que, en su imaginación, cree que ya está despierto, que es plenamente consciente, que tiene un yo unificado… Esta idea básica es una razón de peso: los hombres duermen, los hombres no están siempre en el nivel de conciencia llamado "comprensión interna". Y, por ello, no pueden mantenerse despiertos al pleno significado de la Enseñanza que se les está entregando. Hasta los discípulos, aquellos que se habían levantado sobre la literalidad de los significados realizando algún tipo de esfuerzo, también dormían. De ahí la necesidad de "¡Velad!", que en griego significa: mantenerse despierto.
Jesús les dice a sus discípulos: "Y las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad". Es decir, manteneos despiertos, manteneos vigilantes. En otra ocasión les amonesta: "Velad porque no sabéis cuando el Señor de la casa vendrá..., porque cuando viniera de repente, no os halle durmiendo." (Marcos XIII, 35-36)
En los Evangelios hay múltiples referencias a este estado de alerta interno, a este mantenerse despierto conscientemente, a esta comprensión interna, en la Casa del propio Ser, sobre todo en los periodos críticos. Porque cuando el hombre duerme, se encuentra bajo el poder de sus sentidos externos, bajo el poder de la vida tal cual aparece ante sus ojos, bajo el poder de todos los acontecimientos, tareas y avatares de la existencia diaria. Bajo este poder de la vida, sometido a 48 órdenes de Leyes, la Enseñanza acerca de la evolución interior, la posibilidad de acceder a un nivel superior de hombre, desaparece de nuestra mente porque nos parece algo irreal.
Podríamos decir que lo externo, se traga a lo interno. Y es entonces, en esta situación, en este estar en la vida de una forma mecánica, cuando el hombre está dormido en el sentido a que se refieren las parábolas. Y aquello que comprendió cuando por breve instante estuvo despierto, aquello que comprendió internamente, comienza entonces a perder su sentido, a diluirse como irrealidad, a perderse de vista, o bien se mezcla con otros significados. La Cizaña se mezcla con el trigo, y termina cubriéndolo.
Comprender esta triste realidad, nos tiene que llevar a la comprensión de cómo, toda la Enseñanza relativa a un nivel superior de conciencia, puede quedar alterada por completo. La Parábola de la Cizaña intenta hacernos comprender una cosa: un buen entendimiento, una buena comprensión, puede sufrir la contaminación de un mal entendimiento, al comienzo mismo de la siembra, cuando la Enseñanza del Reino de los Cielos se siembra en cualquier parte de la Humanidad.
La advertencia es tajante: tal como es, el hombre no puede mantenerse despierto el tiempo suficiente como para recibir y transmitir esa Enseñanza en su pureza original, porque al dormirse, se mezcla con sus propios prejuicios personales, y entonces altera algo que le parece que contradice alguna cosa de lo que cree, o deja fuera algo que para él no tiene sentido... Es en esta y en otras formas como comenzamos a dar origen a una serie de equivocaciones y errores que mezclamos con lo que es original y verdadero.

Trigo y Cizaña
El "trigo" -pan, alimento (espiritual)-, es el símbolo que significa la genuina y verdadera forma de la Enseñanza. Y la "cizaña" son los errores, que, inevitablemente, se mezclan con ella, porque el hombre no puede mantenerse despierto de modo continuo en aquel orden de Verdad que viene de un nivel superior de entendimiento y de comprensión. Por ello se dice que "durmiendo los hombres, llegó el enemigo y sembró cizaña junto al trigo."
Recapitulemos la idea y analicemos un poco más profundamente lo qué significan las palabras cuando se interpretan simbólicamente:
La Enseñanza (el Trigo) es lo que necesita conocer el hombre, para alcanzar el Reino de Los Cielos. Este conocer conlleva que el trigo debe ser molido, transformado en harina, mezclado con levadura y agua, amasado y cocido en forma de PAN. Y este es el Trabajo que el hombre ha de realizar si quiere llevar a cabo su propio crecimiento interior y completar así la potencialidad con la que nació. El Trigo, la Enseñanza, a través de la cual el hombre puede alcanzar un mayor nivel de entendimiento y un mayor nivel de significación, llamado Reino de los Cielos, no puede existir en la Tierra en toda su pureza original, debido al sueño en que están sumido los hombres que hace que, de manera inevitable y forzosa, la Verdad quede mezclada con el error.
El hombre que necesita conocer esta Enseñanza, ha sido sembrado en la Tierra como semilla, como algo tosco pero con la posibilidad de que pueda dar, por si mismo, un paso más en su propio desarrollo. Desde esta interpretación el hombre, una vez perfeccionado, desarrollado, constituirá el elemento esencial para desarrollar el Reino de los Cielos.
Aunque, al perecer, surgieron algunas dificultades: todas las semillas no cayeron en sitios favorables, no cayeron en buena tierra. Muchas cayeron en pedregales, junto al camino, etc., lo que dificulta que el grano germine, nazca y se desarrolle. Luego se necesita que se les proporcione abono: un cierto conocimiento acerca de como alcanzar ese estado de desarrollo llamado Reino de los Cielos: un Reino, no sobre la tierra física, sino sobre la tierra de la mente humana. Esto da lugar a nuevas dificultades porque, siempre se desliza algún error en la Enseñanza que trata de nuestra evolución interior, error referido a lo que el hombre tiene que creer y pensar a fin de alcanzar ese nivel superior de su propia naturaleza y comprensión. Estos errores, no pueden separarse de la Verdad sin correr el riesgo de dañar a la Verdad misma. De ahí que sea mejor no separar el trigo de la cizaña hasta el final, hasta que llegue la hora de la cosecha.
Una vez más. Solo si repetimos la terrible, fascinante y sobrecogedora idea (depende de cómo uno se la tome) ésta podrá ir penetrando en nuestra mente condicionada por milenios de literalidad. As¡ que: se sembró al hombre en la Tierra. Se sembró en el hombre, que está sobre la Tierra, la Enseñanza acerca de su evolución interior. En relación con esta segunda siembra, el hombre mismo es la tierra.
Como aún no sabemos quien ha sembrado al hombre en la Tierra, digamos, por seguir el leguaje simbólico, que el Cielo, que ha sembrado al hombre en la Tierra, se da cuenta que no todos los hombres se encuentran en el mismo estado ni en el mismo nivel de comprensión, por lo tanto no disponen de las mismas posibilidades respecto a formar parte del Reino.
¿Qué hace el Cielo para solucionar esta situación causada por las circunstancias de la propia Tierra (la mecanicidad de sus leyes)? El Cielo vuelve a repetir el proceso: convierte al hombre en tierra, una tierra psicológica, para que esta pueda recibir la Enseñanza que en ellos se siembra. Lo que a su vez crea el problema que se ha mostrado en la “parábola del trigo y la cizaña".
Grano de mostaza

¿Qué es el Reino de los Cielos? A fin de explicarlo, Jesús nos relata dos historietas, otra dos parábola más: la parábola del grano de mostaza:
<<El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza que, tomándolo, alguno lo sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las simientes; más cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas. Y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.>> (Mateo 13, 31)
Y la parábola de la mujer y la levadura:
<<El Reino de los Cielos es semejante a una levadura que tomó una mujer, y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó leudo.>> (Mateo.13. 33)
¿Qué se nos quiere decir con estas dos parábolas?
Si hacemos un pequeñito esfuerzo y pensamos un poquito, podremos darnos cuenta que las dos parábolas se refieren, a través de una semejanza, a tomar, arrebatar, el Verbo de Dios, la Palabra Creadora, el Sonido, la Vibración que se encuentra en el origen de todo acto creador (la explosión del Big-Ban), para usar ese Verbo, esa Palabra Sagrada, en nuestra propia creación de ser el Hombre, es decir, una célula consciente de ese Ser que es la Humanidad.
Son siete las parábolas que enseñó Jesús para explicar el Reino de los Cielos: Primero la parábola de la siembra del hombre sobre la tierra, luego la parábola de la siembra de la Enseñanza en esa tierra que es el hombre mismo. Parece lógico que la tercera y cuarta parábola, se refieran a como el hombre-tierra, recibe o toma esa Enseñanza. Porque una de las cosas que advertimos de inmediato es que en ellas se nos presenta la idea de "Tomar".
¿Tomar qué?
Tomar la Enseñanza, cogerla. Aunque, si ha sido sembrada en nosotros, ¿como hemos de tomarla? Parece obvio que se trata de indicaciones sobre como podemos tomar, aprehender  internamente esta Enseñanza sembrada en nosotros.
Lo que estas parábolas nos señalan es que primero es necesario "Tomar". Adueñarnos por nosotros mismo de la Enseñanza del Reino para poder sembrarla, nosotros mismos también, en nuestra propia tierra interior. Y aún más: "Tomar” implica el hecho de que el hombre alarga su mano a fin de poder cogerla. Y la "Mano", en el antiguo lenguaje de las parábolas, significa Poder.
Solo toma quien tiene poder para hacerlo (tanto en el lado externo como en el interno). Como aquí estamos refiriéndonos a nuestro lado interno, solo tiene el poder de tomar aquel que "ve" y "oye", porque tiene Comprensión. En un sentido físico y literal, es con la mano que el hombre toma lo que quiere: Tomar, significa entonces que el hombre piensa y elige por si mismo y, en esta forma, coge la Enseñanza del Reino de los Cielos de s¡ mismo, de su propia y más profunda interioridad ya que si se asemejan y corresponden lo de arriba con lo de abajo, también lo hacen lo de fuera con lo de dentro.
En la tercera parábola, la del Grano de Mostaza se nos dice que el Hombre, no solamente Toma, sino que, así mismo, Siembra: alguien siembra la más pequeña de las simientes, la semilla del árbol de mostaza, un árbol de un considerable tamaño y envergadura.
¿Dónde siembra el hombre esta semilla? La parábola señala que "en su propio campo". No el campo de nuestro lado externo, sino en el campo de nuestro lado interno, en nuestro campo psicológico, en ese lugar que solo a cada uno pertenece y que le es propio. Porque nuestro lado externo no nos es propio; solo nuestro lado interno lo es, porque ahí si somos nosotros mismos. Lucas habla del "propio jardín". Y, cuando el hombre ya ha hecho todo esto, cuando ha cogido la semilla y la ha sembrado en su propio jardín, y la riega para que crezca, y la cuida, ésta se convierte en árbol.

Árbol de la mostaza
Podemos preguntarnos ¿en qué dirección crece éste árbol? En la naturaleza el árbol crece desde el subsuelo donde hunde sus raíces hacia arriba, hacia la luz del sol. En nosotros, no olvidemos que también somos el Árbol de la Vida, el árbol ha de crece desde el nivel de nuestra tierra mental (el nivel de nuestra mente concreta, la mente que usamos para vivir y sobrevivir en la Tierra donde hemos sido sembrados), hasta el nivel de nuestra mente superior, llamada en las parábolas Reino de los Cielos.
Cuando este árbol comienza a crecer, es que comenzamos a saber lo que es un pensamiento conciente. Ahí, en las ramas del árbol, es donde llegan y se posan los pensamientos (aves), que no son las propios de la tierra, sino que son pensamientos de un significado más sutil, pleno y refinado. Pensamientos que están muy por encima de la áspera naturaleza que corresponde a la mente terrenal cimentada en nuestros sentidos.
El Crecimiento al que se refiere la parábola, es un crecimiento del significado. Y así tenemos que es nuestra mente, en su verdadero desarrollo, lanzando ramas de significados, como un árbol, la que crece. Nuestra mente se desarrolla a fin de poder percibir una mayor y más amplia gama de significados cada vez más sutiles. Las aves del Cielo llegan a anidar en las ramas de éste árbol mental que crece y se desarrolla: Aves = Pensamientos = Ideas.
En la cuarta parábola, las imágenes son diferentes. Aquí no se emplea ni los símbolos hombre, semilla, o tierra. Aquí, una mujer toma levadura y la esconde. No la toma y la siembra, sino que la esconde. ¿Por qué habría de ocultarla?
En otro lugar del Evangelio, Jesús les habla de la levadura de los fariseos. Les advierte contra esta levadura, diciéndoles: "Guardaos de los fariseos y los saduceos". Pero ellos no le entendieron y creyeron que hablaba de la levadura corriente que se usa para que la masa de pan fermente en el horno. Jesús les reprende por su comprensión literal y por pensar que está hablando del pan. Fue, tras esa represión, que le "entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura de pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos." (Mateo XVI, 12)
¿Por qué‚ era mala esta levadura? ¿Por qué la ocultaban los fariseos y los saduceos?
(Los saduceos o zadokitas, los hombres justos, son los descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq en la época de Salomón. Sadoq significa justicia o rectitud, por lo que saduceos puede interpretarse como justos o rectos. Hacia el siglo II a.d.C. constituyeron un partido político que se mantudo durante un siglo. Su formación es paralela a la de los fariseos, solo que estos no desaparecieron como partido político, sino que se integraron en posteriores facciones del judaísmo rabínico. Caifás, el Sumo Sacerdote, era saduceo. Según Flavio Josefo eran belicosos y tenían una gran influencia entre los ricos y poderosos. Como grupo, tienen su inicio durante la cautividad de Babilonia (587-536 a.d.C.), aunque algunos remontan su origen a la dominación persa. Los fariseossurgieron como partido durante las revueltas de los macabeos contra la invasión seleucidad (167-165). Fueron coetáneos de saduceos, esenios y zelotes. Y se les cita en los Evangelios numerosas veces por su literalidad.)
Todo el mundo sabe que los fariseos tenían una creencia basada en el qué dirán. Todo en ellos era ostentación y desprecio a los valores internos. Para ellos, tal y como nos los muestran, no ya los Evangelios, sino el propio historiador judío Flavio Josefo, su religiosidad era para mostrarla: dar limosnas, hacer obras caritativas, por ejemplo, tal como las entienden todos los cristianos. Todo era mérito externo, virtud externa, respetabilidad externa. A esto es a lo que Jesús llamó "adulterio", o sea, la mezcla de lo verdadero con lo falso.
Pero la mujer de la parábola nos ofrece la imagen contraria. Ella coge la Enseñanza del Reino (la levadura), y la esconde en su propio corazón. Lo hace así por que le da un gran valor. La guarda en su interioridad para trabajarla en secreto. No necesita, como los fariseos, disponer de un público que le diga lo bien que hacía su trabajo. Ella "vio", por si misma el Bien de la Enseñanza, de modo que todo ella quedó afectada.
En el sentido interno, Tres denota totalidad, integridad (tres son las fuerzas primordiales de la Creación), por ello, la mujer esconde la levadura en "tres medidas de harina", para que toda ella quede "leudo" (impregnado), ya que Tres y Todo son la misma cosa.
Hablando psicológicamente, cuando una persona obra por su propia volición, desde su voluntad, todo en ella queda afectado. La mujer (lo femenino en el hombre) haciendo uso de su intuición (lo masculino en el hombre no es intuición, es racionalidad) oculta la levadura porque, al tomarla (cogerla), demuestra que le ha dado el valor suficiente para conservarla. En todos los relatos míticos, incluido el de la tentación de Eva, es lo femenino quién ve primero lo que es diferente. Mientras lo masculino del hombre solo ve lo más externo, ve con su intelecto, lo femenino, la mujer de la parábola, intuye que la levadura  es algo distinto y, al valorarlo como Enseñanza, obra y actúa en ella internamente, ocultamente.
Podríamos decir que el Reino de los Cielos ha obrado sobre la mujer (lo femenino) a través del significado que ella le dio al introducir la levadura en su corazón, como algo valioso. El trabajo del corazón es una tarea oculta. Obra sobre la voluntad, sobre su querer. Ella tomó el Bien de la Enseñanza. En cambio, el hombre (lo masculino del hombre) de la otra parábola toma simplemente su verdad, su significado intelectivo.
Estas dos parábolas se refieren a las dos maneras de tomar la Enseñanza, simbolizando los dos lados del hombre. Lo masculino, la toma como Verdad en su mente; lo femenino, en cambio, la recibe en su corazón como valor, como Bien. Ambos son dos maneras de tomar la levadura, es decir, de recibir la Enseñanza. Ninguna forma es mejor que la otra porque ambas formas son complementarias ya que La Verdad ha de desposarse con el Bien lo mismo que el Pensamiento tiene que desposarse con el Sentimiento, o la Mente con el Corazón, porque el Hombre es Uno.
Veamos como el propio Jesús interpreta la parábola del trigo y la cizaña.
<<Entonces Jesús, dejando a la muchedumbre, se fue a casa. Y sus discípulos se le acercaron, diciendo: “Explícanos la parábola de la  cizaña del campo”. El respondió:El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es el fin del mundo y los segadores son los ángeles. Como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así también será el fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino todos los escándalos y a los que obran la iniquidad y los arrojará al horno ardiente. Allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el Sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.>> (Mateo, XIII, 37-43)

En esta explicación dada por Jesús a sus propios discípulos, se nos dice el significado de lo que es la cizaña. Ella es el Error. Todos los errores que cometemos, todas las cosas que son deslices, equivocaciones, malas interpretaciones, en relación a la Enseñanza del Reino, o en relación a todo lo que esté relacionado con un nivel superior en el desarrollo del hombre, son cizaña. Este sería, en primer lugar, el primer nivel del significado del término cizaña.
Pero otro nivel se refiere a todas las personas que obran mal dentro de la propia Enseñanza. La cizaña es la siembra del malo porque es el resultado de la tentación. El hombre se deja tentar por el malo porque está dormido y es incapaz de ver la Verdad con claridad. El malo es el “Dia-bolein”, (el Diablo) que significa el que “lanza a través”, al otro lado, el que separa el mundo de arriba del mundo de abajo. En la Cábala, el MI (las Aguas de arriba) del MA (las Aguas de abajo) unidas por una extensión llamada en hebreo “Shamain”, “Los Cielos” en la traducción vulgar. De hecho los glifos que en hebreo designan al separador son B.D.L., que significan realmente “distinguir”.
Todo ello viene a significar que en el origen de los significados, lo que en la parábola es designado como el malo, es en realidad la facultad de la mente para distinguir una cosa de la otra. En cierto modo nos estamos refiriendo a la Inteligencia, simbolizada generalmente como una espada de doble filo, donde uno sirve para costar, separar, y el otro para unir. Así, pues, no hay significación de maldad alguna en esta palabra, la maldad estaría representada, en todo caso, por nuestra ignorancia; es ella la que nos lleva al error.
Esta dualidad se aplica igualmente a la semilla del Reino, o al trigo que es tanto la Enseñanza verdadera en si misma, como sus resultados al obrar sobre aquellos que están sembrando en buena tierra.
Por otra lado, las palabras que han sido traducidas como "el fin del mundo", significan en realidad "el fin de una época”, el fin de un Eón. No se refieren a la destrucción del planeta Tierra y de lo que éste contiene. Por ello, una vez sembrados los hombres en la Tierra, y una vez sembrada la Enseñanza en el hombre, y una vez que este hombre ha aprendido a diferenciar la verdad del error dentro de su mente, para lo cual hay un tiempo marcado, un Eón, llega la época de la cosecha y aquellos que han logrado llevar a cabo esta distinción en su mente y su corazón, en su interioridad, serán recogidos por los recolectores llamados en la parábola “ángeles” (seres que se mueven en esa dimensión más alta de nosotros mismos llamada Shamain, Cielo.
Y la causa de que la cosecha no pueda realizarse hasta el fin del mundo (también lo podemos significar como el fin del mundo de la falsa personalidad) se debe a que la Enseñanza-Trigo se encuentra mezclada inextricablemente con la Cizaña-Error. Hay que esperar a que ambas crezcan para poderlas distinguir ya que al principio, al ser tan parecidas, es imposible hacerlo.
Una Época o una Edad, o un Eón, es un periodo de tiempo que viene determinado como el periodo en el que se transmite una enseñanza particular acerca de la evolución interior. También hace referencia al tiempo necesario para poder alcanzar ese nivel llamado Reino de los Cielos. Un tiempo marcado por los ciclos astronómicos que tienen que ver con el movimiento de la Precesión. Cuando ese tiempo-ciclo llega a su fin, se siembra una nueva Enseñanza, que se corresponde a la siembra de nuevos hombres-semilla. Con ello, el proceso se repite nuevamente. Ésta, la nuestra, no es la primera Humanidad que ha vivido sobre este planeta, ni tampoco será la última.
El que cada forma de Enseñanza, desde su comienzo hasta su fin, se inscriba en una Época, un tiempo preciso, es debido a que cada acción de la Enseñanza es una acción selectiva. Por ello, la cosecha designa a aquellos que, en cualquier ciclo, hayan recibido una Enseñanza particular acerca de su evolución interior y la hayan seguido, llevando "uno a ciento, otro a setenta y otro a treinta". Ellos alcanzan la vida eterna en el nivel correspondiente a ese Reino de los Cielos. Y es, en este sentido, como hay que interpretar las palabras: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas", muchos niveles de conciencia. En cada nivel hay algo que aprender y, para ello, existe una Enseñanza.
Son muchas las ideas importantes que encierra la parábola de la cizaña; por ejemplo, la idea de los cosechadores o ángeles, así como la idea de la selección. Sobre la idea de selección, Jesús nos relata otra historia, otra parábola. En ella nos dice que el Reino de los Cielos es semejante (la idea de semejanza siempre está presente en las parábolas para expresar una relación):
<<[…]a una red que se echa en el mar y recoge toda clase de peces; cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen los peces buenos en cestos, y tiran los malos. As¡ será el fin del mundo. Vendrán los ángeles y separarán los malos de los justos, y los echarán al horno ardiente: allí habrá llanto y el crujir de dientes. ¿Habéis entendido todo esto? Le contestaron: “¡Si!” Y Él les dijo: “Por eso, todo escriba que se ha hecho discípulo (instruido en la doctrina) del Reino de los Cielos es como el amo de casa, que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo.">> (Mateo XIII, 47-32. El paréntesis es mío.)
Si ponemos esta parábola en relación a aquellos pensamientos (peces) que surgen en nuestra mente sobre la falta de equidad y la falta de justicia, lo primero que surge en nuestra mente literal es que desde la primera parábola, todo cuanto se dice acerca de un nivel superior del Reino de los Cielos, nos parece injusto. Pero ¿tenemos una idea clara de lo que es la Justicia? ¿O solo una respuesta emocional surgida de nuestro más bajo nivel de conciencia representado por la falsa personalidad que se arroga todo los derechos?
Porque está claro, a la luz de la Enseñanza, que el Reino de los Cielos, no es algo que todo el mundo pueda alcanzar en un ciclo particular de tiempo, sobre todo si no ha llevado a cabo un esfuerzo para alcanzarlo. No es algo que se regala. Por ello, la Justicia, da la posibilidad de repetir la experiencia en otro ciclo, en otro periodo de tiempo, en otro Eón.
¿Qué suceden entones con los que no son recolectados? Encontramos una explicación en el relato de las Bodas de Canaan, a cuya celebración no concurrieron todos los que habían sido invitados, ya que de todos los que podrían haber ido, pocos hicieron el esfuerzo. También en aquel relato donde se dice que si la viña no da fruto en el tiempo requerido será cortada.
Volvamos a tema de la "Red" y la separación de lo bueno y lo malo. La idea de selección se hace evidente en este caso. Lo bueno se guardan en vasijas, los malo es arrojado fuera. Es la misma idea de separación del trigo de la cizaña.
Preguntémonos de nuevo: ¿verdaderamente es injusta esta idea de selección? Observemos, desde nuestro lado externo, la realidad de nuestra vida en el mundo, ¿no es verdad que aquí también la idea de selección desempeña un papel importante? ¿Acaso no se selecciona a las gentes para desempeñar distintos trabajos? ¿Acaso esa selección exterior no viene dada por la capacidad del esfuerzo personal para formarse? El problema es que esta Enseñanza no es emocional.
Aquí, en la vida diaria, aceptamos sin crítica que haya selección y exámenes. Incluso aceptamos la idea teórica de una "selección natural" para la supervivencia de los más aptos, y no lo consideramos injusto. En la naturaleza, una cosa come a la otra: el protoplasma león devora al protoplasma gacela; el protoplasma gacela devora al protoplasma hierba, el protoplasma hierba devora las sales y minerales que constituyen el suelo…, la maleza intenta acabar con las plantas que consideramos útiles. ¿Nos parece injusto? Tampoco esperamos que todas las semillas que plantamos en la tierra den el mismo fruto. A nadie le parece injusto que algunas semillas permanezcan y otras no. Allí donde existe la Vida, existe la lucha. En todas las formas de la sociedad humana, trabaja la selección que depende de las capacidades de cada uno. La educación se basa en este principio. Nadie espera que una escuela de ingeniería seleccione a los peores estudiantes y luego los mande al mundo como ingenieros capacitados. No tendría sentido. Además, seria injusto.
Para la parábola, injusto es el hecho que una cosa se encuentre allí donde no le corresponde. Por ello, para la parábola, los términos Justicia y Selección son sinónimos.
Aún podemos encontrar en el Evangelio dos parábolas más que se refieren a este proceso de selección, aunque referidas a la Selección Interior en la que, realmente, solo uno mismo se selecciona. En ellas predomina la idea de compra-venta.
En el lenguaje de la parábolas, "comprar" significa tomar y "vender" significa desprenderse de algo. Por ello el Reino de los Cielos:
 <<Es semejante a un tesoro escondido en un campo; que quien lo encuentra lo oculta, y llenos de alegría, va y vende cuanto tiene para comprar aquel campo”.
Es también semejante a un mercader que busca preciosas perlas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra.>> (Mateo, XIII, 44-46)
Estas dos parábolas hacen referencia al ser humano como individuo. Tratan de lo que cada uno. Individualmente, ha de trabajar en si mismo, en su interior, a fin de alcanzar ese nivel de conciencia llamado Reino de los Cielos. Las parábolas dicen que, como individuos, hemos de convertirnos en buenos comerciantes, en un buenos mercaderes; es decir, que tenemos que saber que hemos de comprar y vender, en nosotros. Comprar es adquirir algo pagando un pecio por ello. Vender es desprendernos de algo ganando un beneficio.
¿De qué, como individuos, debemos desprendernos? ¿Qué es lo que debemos ofrecer antes de poder adquirir algo? Un campo donde se encuentra enterrado un tesoro. Esta vez es Lucas quien nos cuenta que cuando un príncipe rico pregunta a Jesús que era lo que tenía que hacer para heredar la Vida Eterna, o sea, para alcanzar el Reino de los Cielos, el nivel de un hombre plenamente desarrollado, Jesús le dice: "Vended lo que poseéis".
¿Qué es lo que poseemos como individuos y que hemos de vender? ¿De qué debemos desprendernos?
El propio Jesús le da la respuesta a sus discípulos: hemos de desprendernos de la ansiedad. Les explica que nada podrán conseguir mientras estén sujetos a la "ansiosa perplejidad". Lo que, literalmente, en griego, significa: "tener una mente dividida".
<<"¿Quién de vosotros, a fuerza de cavilar podrá añadir un codo a su estatura? Si, pues, no podéis ni lo menos, por qué preocuparos por lo más?... vosotros buscad su reino y todo se os dará por añadidura". "Estas cosas por las cuales sufrís ansiedad">>. (Lucas, XII, 25-26-31).
El hombre ha de vender su ansiedad de poseer, ya lo había dicho el Buda, , a fin de adquirir una perla o comprar un terreno donde hay enterrado un tesoro. Hemos de desprendernos de algunos de los aspectos de nosotros mismos, generalmente de aquellos que nos son más caros porque con ello estamos más identificados, afín de ganar lo suficiente para comprar algo de más valor. En la literalidad, el mercader o el hombre que vende para ganar dinero, lo hacen para obtener un beneficio externo. Pero en un sentido interno, el dinero es un símbolo de la energía. Psicológicamente hablando, la ansiedad de la que nos desprendemos contribuye a un incremento de nuestra energía psíquica, de nuestra energía interior.
No es fácil que la idea contenida en estas dos parábolas sea comprendida por muchos, ya que su comprensión implica que para poder evolucionar en conciencia uno debe despojarse de ciertas cosas en uno mismo, tiene que venderlas, lo que significa que hemos de renunciar de forma definitiva a ellas. Solo a través de esa renuncia, podremos hacer un lugar, en uno mismo, para aquello que es nuevo. Con la energía que se gana con la renuncia tendremos la fuerza necesaria para tomarnos a nosotros mismos, exterior e interiormente, como algo valioso. Porque el Hombre es algo muy valioso para el Cosmos.
Cuando llega ese momento en que el despertador llama a nuestra puerta para que salgamos del sueño y hagamos frente (vendamos) a todas esas ideas equivocadas que conforman nuestra manera de pensar y sentir, a toda la ansiedad y sufrimiento inútil que esas ideas generan en nosotros, podremos comenzar a darle valor al Ser que realmente somos. Y la energía que ya no gastábamos en mantenerlas, al desprendernos de ellas, al venderlas, podremos utilizarla (comprar) en la creación de nosotros mismos como un verdadero Ser Humano.
Hemos analizado las siete parábolas que Jesús usa para acercarnos al significado del Reino de los Cielos. Una vez que las ha presentado a las gentes y que ha intentado explicárselas a sus discípulos, les pregunta a estos si las han comprendido. Si han comprendido lo que significa el Reino y la relación que éste tiene con el hombre que fue sembrado en la Tierra. Y, para sorpresa nuestra, y también de Jesús, los discípulos dicen que si, que han comprendido.
Esto parece algo asombroso. ¿Cómo pueden haber comprendido todas estas cosas? ¿Quién, de entre los hombres que tienen su conciencia enfocada casi exclusivamente hacia la vida, hacia el lado externo, y que lo hacen a través de lo que la Enseñanza llama falsa personalidad, han podido comprender, así, de una sentada, todos los Misterios  que entrañan el significado interior del Reino de los Cielos, cuando ni siquiera somos capaces de tener un pequeño vislumbre del más superficial de esos significados?
No debemos olvidar que, a los discípulos, ya les era difícil entender el Reino en cualquier otro sentido que no fuera un reino puramente literal y sobre la tierra, porque esto era lo que todos esperaban. Aguardaban a un Gran Rey que gobernarse sobre toda la Tierra y exaltase su nación, hasta alcanzar un poder supremo desde el que se destruyera a todas las demás naciones, comenzando por Roma. Este era el sueño judío acerca del Mesías que había sido prometido. Nosotros, nuestro sueño de hombres civilizados que tenemos fe en la Ciencia, no esperamos un Mesías, pero si aguardamos la llegada y el cumplimiento de otros sueños.
Desde esta posición de nuestra personalidad, que creemos como única, invariable y verdadera, ¿como es posible que comprendamos que esas parábolas se están refiriendo a la Verdad, a la Enseñanza y al Conocimiento Interior; a la Paz y a la Virtud interior? ¿Cómo podían haber entendido que se trataba de llevar a cabo un cambio interior? Un cambio en nuestra personalidad, a fin de que la parte más íntima de nuestro ser evolucione, crezca, y pueda hacer uso de los niveles más elevados de nuestra mente, de nuestros sentimientos, de nuestro amor y de nuestra voluntad.
Es de estos cambios en nosotros que nacerá el Reino y nosotros mismos gobernaremos con equidad y justicia, con Amor y Sabiduría. Un Reino, en nuestra mente, configurado por nuestra conciencia ampliada. Un Reino donde quepan y se puedan seguir desarrollando todos los niveles de conciencia, todos los hombres y seres que evolucionan en la Tierra. Esto es lo que Jesús enseñaba. Y por eso les decía a sus discípulos que tenían que nacer de nuevo, nacer interiormente. Pero los discípulos pensaban que hablaba de un reino terrenal y que ellos, en razón de su raza y de su “sueño” creían que ya eran los hombres del Reino.
Pero cuando Jesús, un Hombre del Reino, un hombre que había desarrollado en él una mayor comprensión, se dio cuenta, por sus respuestas afirmativas, que no habían comprendido, les dijo rápidamente: "Por eso, todo escriba docto en el Reino de los Cielos, es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas."
Con estas palabras Jesús les quiere dar a entender que no comprenden: "Por eso…”, por que no comprenden, los asemeja a un padre de familia que de aquello que tiene, su tesoro, sus ideas, sus pensamientos, los saca mezclando lo nuevo con lo viejo, el trigo con la cizaña. “…todo escriba docto..." es aquel que ya ha escuchado algo sobre esta Enseñanza. Jesús les acaba de mostrar algo nuevo, por primera vez, algo que nunca han escuchado; les acaba de dar un significado espiritual a su vida en la Tierra y ellos, nada más por escucharlo, piensan que lo han comprendido y lo mezclan con lo viejo. Esta es la misma manera de pensar que tenemos, creer que podemos comprender cualquier cosa, por el simple hecho de que alguien nos la explique, pero sin llegar a practicarla para interiorizarla psicológicamente, anímicamente.
No podemos entender algo nuevo, algo que nunca hemos escuchado, sobre todo cuando ese algo nada tiene que ver con nuestras ambiciones terrenales, algo que nos es desconocido, cuando nos es presentado por primera vez desde un nivel superior de entendimiento. El Reino de los Cielos no es algo externo a nosotros, sino algo interno, algo que está dentro de nosotros y, a la vez que dentro, sobre nosotros, en un nivel más elevado de la conciencia de nuestro Ser.
¿Cómo pudieron los discípulos asumir la contradicción que conlleva la literalidad del mensaje, si no lo comprendían? ¿Cómo podemos asumirla nosotros si no comprendemos que se nos habla desde un nivel más alto, es decir, más amplio, más integrador, un nivel donde tienen cabida, no ya todo los seres humanos, sino todo los seres vivos? Y, sin embargo, respondieron y respondemos que s¡, dando a entender que comprendemos.
Jesús llama a los que están en proceso de comprender "padres de familia" y "escribas doctos" porque, psicológicamente, todo aquel que recibe alguna instrucción sobre el Reino de los Cielos, es un padre de familia para sus hijos: sus nuevas ideas. Pero también hemos de fijarnos lo que hacen estos padres de familia: mezclan lo nuevo con lo viejo; algo que ocurre por su aún, escasa comprensión sobre estas ideas nuevas. Ideas que no se refieren, para nada, a lo viejo.
Igualmente: "Nadie mete remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera el viejo rompe al nuevo y al viejo no conviene remiendos nuevos" . O, "Nadie mete vino nuevo en odres viejos." Al principio, es algo inevitable, mezclamos lo nuevo,  con nuestra antiguas ideas, nuestras antiguas opiniones, con nuestras antiguas actitudes, con nuestro viejos modos de pensar almacenados en nuestra mente. Pero hemos de poner todo nuestro interés y conciencia en que esta mezcla no se produzca, porque si mezclamos lo nuevo con lo viejo, los nuevo pierde su poder, pierde su eficacia como ayuda para desembarazarnos de las viejas opiniones y los viejos valores, los cariños y puntos de vista antiguos, de todo lo que se apoya en la vida de todos los días, en la vieja tradición, en las experiencias cimentadas en el nivel más bajo de nuestra mente y que han sido un producto de nuestros sentidos externos, ya que, todo ello, “destruye la nueva Enseñanza”; todo ello es lo que debe ser vendido, es de lo que uno ha de desprenderse. Todo ello despoja de su fuerza a lo nuevo y así, lo nuevo, carece de poder en presencia del viejo punto de vista. A esta pérdida voluntaria de lo que habíamos considerado como única verdad, es a lo que se llama Muerte Iniciática.
El final de esta historia nos la cuenta Mateo. Es la historia de cómo Jesús, que representaba lo nuevo, carece de poder sobre lo viejo que representaba su propia tierra, su propio país. Algo que sólo puede entenderse en los propios comentarios de Jesús a sus discípulos, ya que aquellos le vieron, por asociación de sus viejas ideas, desde su vieja comprensión, solamente como el hijo de un carpintero.
<<Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó de allí, y viniendo a su tierra, enseñaba en la sinagoga, de manera que, admirados, se decían: ¿De dónde le viene a este tal sabiduría y tales prodigios? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? ¿Sus hermanos no están todos entre nosotros? ¿De dónde pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban de Él. Jesús les dijo: Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el profeta. Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.>> (Mateo XIII, 53-58)

Jesús y lo nuevo que él representaba, se encontró con lo viejo, y la fuerza de lo nuevo quedó impotente. Con estas palabras se nos hace ver que una vez que en el hombre ha sembrado en si mismo la semilla del significado del Reino de los Cielos, el hombre comienza a cambiar, como lo hace el grano de trigo cuando es sembrado en la tierra, pero, desde que germina en una nueva comprensión, las idea de la Enseñanza quedan mezcladas con nuestras antiguas opiniones y nuestras antiguas maneras de pensar, de suerte, que la Cizaña” crece conjuntamente con el trigo. Entonces, debemos esperar a que la comprensión crezca para separarlas.
Santa Cruz de Tenerife, 30-6-1991


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