EL CAMINO DE LA TENTACION
Las gotas de lluvia caen plácidas y cansinas, con monótona cadencia. Me encuentro en esa correspondencia que se produce entre mis estados internos y el tiempo externo. Comienzo a sentirme pasivo observador del acontecer, traspasado por esa languidez apacible en la que el tiempo fluye sin sentir.
Es, en ese estado, a pesar del murmullo de los alumnos en la clase –remembranza de aquel otro en que Machado expresara en su poema–, que me veo pensando en lo acontecido en mi experiencia con la luz. Reflexiono sobre el hecho de que la elección sea el centro, el motor, sobre el que gira nuestra evolución espiritual. Pienso también en la profunda relación que existe entre la elección y la intención. Generalmente no nos damos cuenta que aquello que elegimos en cada acción y en cada pensamiento, es el resultado de una intención, es decir, una forma de conocimiento que imponemos a nuestras acciones.
(...)